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Jesucristo
Sanador
Jesucristo Sanador
Carlos Mauricio Iriarte
Neiva, Huila, Colombia.
© 2017 by Carlos M Iriarte
All rights reserved.
ISBN: 978-1-326-61334-1
Las citas bíblicas corresponden a la versión
Reina Valera 1960 de las Sociedades
Bíblicas Unidas.
Printed in Colombia.
INTRODUCCIÓN
Comparto con ustedes esta Palabra
sustanciosa, con poder, y el testimonio de lo
que esa Palabra hizo en mi familia. Pido al
Señor Jesucristo que revele a sus corazones
mucho más sobre la sanidad en este mundo
azotado con tanta enfermedad y dolencia;
que a través de Su Palabra encontremos
alivio al recibir sanidad porque recibamos al
Sanador quien es Jesucristo el Señor, y que
todos los que han permanecido cautivos de
esas dolencias reciban libertad, sean
conscientes del refrigerio que Cristo es para
todos sus cuerpos y puedan extender sus
manos para recibir, por fe, abundancia en las
demás áreas de sus vidas.
i
Jesucristo Sanador
Gracias
Dedico este libro a los quebrantados de
corazón, a los que hasta hoy han
permanecido cautivos de enfermedades y
oprimidos por ellas, a los ciegos y a todos
quienes aun no saben que ya Jesucristo, el
Señor, compró su sanidad.
iv
CONTENIDO
JESUCRISTO ES DIOS................................1
JESUCRISTO ES DIOS SANADOR............9
JESUCRISTO TIENE TODA POTESTAD Y
AUTORIDAD.....................................................18
RECIBIMOS LA SANIDAD POR FE.......24
ACÁPITE ÚNICO: PALABRAS DE
SANIDAD EN LA BIBLIA Y ALGUNOS
COMENTARIOS................................................33
Jesucristo Sanador
JESUCRISTO ES DIOS
Para abordar este fabuloso tema de la
sanidad divina quiero compartir la historia
del milagro que recibieron dos personas en
las épocas del imperio romano por pura
gracia del Señor Jescristo. Esa historia está
en la biblia y es como sigue.
“Entrando Jesús en Capernaum, vino a
él un centurión, rogándole, y diciendo:
Señor, mi criado está postrado en casa,
paralítico, gravemente atormentado. Y
Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré.
Respondió el centurión y dijo: Señor, no
soy digno de que entres bajo mi techo;
solamente di la palabra, y mi criado
sanará. Porque también yo soy hombre
bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes
soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro:
Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo
hace. Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a
los que le seguían: De cierto os digo, que
ni aun en Israel he hallado tanta fe. Y os
digo que vendrán muchos del oriente y
1
Jesucristo Sanador
del occidente, y se sentarán con Abraham
e Isaac y Jacob en el reino de los cielos;
mas los hijos del reino serán echados a las
tinieblas de afuera; allí será el lloro y el
crujir de dientes. Entonces Jesús dijo al
centurión: Ve, y como creíste, te sea
hecho. Y su criado fue sanado en aquella
misma hora” (Mateo 8: 5-13).
Todo este suceso acontece en Capernaum.
Capernaum era una ciudad junto al mar de
Galilea, ubicada en esa época en el límite
que separaba la jurisdicción de Herodes
Antipas de la jurisdicción de su hermano
Felipe. Había allí una guarnición dirigida
por un capitán romano o centurión, el cual
había edificado la sinagoga judía de la
ciudad.
Siempre será recordada esa ciudad pues,
además de haber sido la ciudad de Pedro y
Andrés, también es llamada la ciudad de
Cristo Jesús por haber sido el epicentro de
Su ministerio, habiendo realizado allí
muchos milagros y enseñado muchas veces
en la sinagoga de la ciudad. También la
recordaremos porque Cristo, el Señor,
pronunció juicio tremendo sobre ésta y otras
2
Jesucristo Sanador
ciudades por su falta de arrepentimiento
cuando había visto tantas señales en su tierra
(Lucas 10: 13-15: “¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay
de ti, Betsaida! que si en Tiro y en Sidón
se hubieran hecho los milagros que se han
hecho en vosotras, tiempo ha que
sentadas en cilicio y ceniza, se habrían
arrepentido. Por tanto, en el juicio será
más tolerable el castigo para Tiro y Sidón,
que para vosotras. Y tú, Capernaum, que
hasta los cielos eres levantada, hasta el
Hades serás abatida”).
Digo esto porque seguramente la ciudad en
que usted habita tendrá cosas en común con
Capernaum. Muy seguramente ahí también
se han visto milagros del Señor, lo cual la
constituye en poderoso centro de operación
de Cristo, el Señor, pues Él vive en muchos
corazones de Cristianos asentados en esa
ciudad. Muy seguramente, mientras en la
ciudad que habita usted todos dicen creer en
Dios, muchísimos en realidad han decidido
estar lejos de Él, negándose a reconocer que
Cristo es Señor.
Pues bien, en una ocasión de las muchas que
Jesucristo entró en la ciudad de Capernaum,
3
Jesucristo Sanador
se acercó ese Capitán Romano o Centurión,
cuyo nombre no se menciona en la Biblia,
rogándole y diciéndole: “Señor, mi criado
está postrado en casa, paralítico, gravemente
atormentado”.
Recordemos que el centurión (en latín,
centurio y en griego hekatontarchos) es el
rango que ha recibido una mayor atención
por parte de los estudiosos del ejército
romano. Como leímos en Wikipedia, se
trataba de oficiales “con un mando táctico y
administrativo, siendo escogidos por sus
cualidades de resistencia, templanza y
mando. Comandaban una centuria, formada
por 80 hombres, en función de las fuerzas en
el momento dado y de si la centuria
pertenecía o no a la Primera Cohorte
(Agrupación)… Cada centurión era asistido
en su centuria por un optio, un signifer y un
tesserarius, suboficiales que reciben el
nombre de principales. El primero era el
lugarteniente del centurión -lo ayudaba en la
táctica y en el mantenimiento de la
disciplina y la forma física de los soldados-
…, el segundo era el portaestandarte y
tesorero de la centuria, y el último se
encargaba de suministrar las contraseñas y
4
Jesucristo Sanador
de actuar de oficial de enlace”.
(https://es.wikipedia.org/wiki/Centuri
%C3%B3n).
Como ya habrá notado, no fue cualquier
persona que se acercó a Cristo Jesús. El
Centurión era una autoridad romana
respetada, perteneciente a una Legión
considerada como la unidad de guerra más
efectiva que ha tenido la humanidad. Por
supuesto, debía lealtad a su emperador (en
esa época Tiberio, sucesor de Augusto) y su
filiación religiosa era la politeista
acostumbrada en Roma, imperio en el cual
se practicó el culto, también, a algunos
emperadores declarados dioses.
Precisamente el emperador Augusto había
sido declarado dios en el año 14.
Este era parte del contexto histórico de la
escena y lo resalto porque, como observa, la
Biblia dice que el Centurión se le acercó a
Jesucristo y “rogándole” le dijo “Señor”. Si
bien es cierto esta palabra “rogándole” no
significa adoración (proskyneo) sí podemos
decir que el Centurión le imploraba o le
pedía fervorosamente a Jesucristo un favor
inmerecido. Pero esa segunda palabra que
5
Jesucristo Sanador
trae la Biblia al mencionar que el Centurión
le dijo a Cristo Jesús “Señor” sí merece un
comentario pues esa palabra fue traducida
del griego “Kyrios” que significa “amo
soberano que gobierna toda la creación”.
Entonces el cuadro es impactante porque se
trata de un romano con la importancia que
hemos descrito, en un lugar donde ejercía
plena autoridad pues el imperio había
invadido y subyugaba a Israel, practicante
de una religión que hacía culto a sus
gobernantes y otros por ellos considerados
“dioses”, quien en ese momento reconoce al
autor de la creación del cielo y de la tierra y
le declara Señor con sus propios labios. Con
esa declaración da por entendido que lo
acepta como tal y se somete a Él. Esa
declaración es producto de haber creido en
su corazón que Cristo Jesús era (y es) Dios
(2 Cor 4:13). Una tremenda enseñanza que
fue plasmada en el evangelio para darnos
muestras de que ¡ante Su Nombre excelso se
dobla toda rodilla!
¡Jesucristo es Dios y será Dios por los siglos
de los siglos! Su autoridad y soberanía
merecen ser reconocidas en nuestra vida.
Mejor: es urgente que Su Autoridad y
6
Jesucristo Sanador
Soberanía sean reconocidas y aceptadas en
nuestras vidas. Sobre este particular los
versículos 1 y 14 del Evangelio de Juan
afirman: “En el principio era el Verbo (La
Palabra), y el Verbo (La Palabra) era con
Dios, y el Verbo (La Palabra) era Dios…
Y aquel Verbo (La Palabra) fue hecho
carne y habitó entre nosotros”.
Ahora bien, Jesucristo, como lo dice el
versículo 8vo del capítulo 13 de Hebreos, es
el mismo ayer, hoy y por siempre. Frente a
esta verdad podemos hacer una de dos
cosas: aceptarla y creerla, o rechazarla y no
creerla. Mi invitación ahora es a que acepte
usted la Soberanía de Cristo Jesús, el Señor.
Mi invitación ahora es a que acepte que Él
es el mismo Dios hecho carne quien habitó
entre nosotros, vivió y murió en la cruz por
nosotros, pagando allí, con Su Preciosa
Sangre, el precio de nuestro pecado, y quien
resucitó al tercer día, ofreciéndonos hoy un
lugar en el cielo, la vida eterna, que usted
puede solamente recibir por fe en Él,
poniendo toda su confianza en Él como Dios
único y suficiente, sin fórmulas
sacramentales con una sola oración o
confesión o expression con su boca. Si así
7
Jesucristo Sanador
lo cree y lo quiere hacer, repita en voz
audible a Él: Amado Jesucristo: Hoy acepto
que eres Dios. Confieso con mi boca que
Tú, Jesucristo, eres Señor; que de ahora en
adelante eres mi Señor y Salvador, y creo en
mi corazón que Dios te levantó de entre los
muertos. Te recibo a Ti Quien eres la Vida
Eterna y te doy gracias por la completa obra
en la cruz, la cual hiciste en mi beneficio.
Te doy gracias por tu infinito amor y por
haber pagado con tu Sangre Preciosa todo
cuanto yo merecía pagar, amén.
8
Jesucristo Sanador
JESUCRISTO ES DIOS
SANADOR
Habíamos dicho, y es verdad, que Jesucristo
es Dios y es el mismo ayer, hoy y siempre.
Pues bien, leamos en la Biblia el texto de
Éxodo 15: 22-26: “E hizo Moisés que
partiese Israel del Mar Rojo, y salieron al
desierto de Shur; y anduvieron tres días
por el desierto sin hallar agua. Y llegaron
a Mara, y no pudieron beber las aguas de
Mara, porque eran amargas; por eso le
pusieron el nombre de Mara. Entonces el
pueblo murmuró contra Moisés, y dijo:
¿Qué hemos de beber? Y Moisés clamó al
Señor, y el Señor le mostró un árbol; y lo
echó en las aguas, y las aguas se
endulzaron. Allí les dio estatutos y
ordenanzas, y allí los probó; y dijo: Si
oyeres atentamente la voz del Señor tu
Dios, e hicieres lo recto delante de sus
ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y
guardares todos sus estatutos, ninguna
9
Jesucristo Sanador
enfermedad de las que envié a los egipcios
te enviaré a ti; porque yo soy el Señor tu
sanador”. (Subrayado y negrillas fuera de
texto).
Cito lo anterior sólo para confirmar que
Dios era conocido como el Señor Sanador
en el Antiguo Testamento.
Así mismo puede leerse en Deuteronomio 7:
12-14: “Y por haber oído estos decretos y
haberlos guardado y puesto por obra, el
Señor tu Dios guardará contigo el pacto y
la misericordia que juró a tus padres. Y
te amará, te bendecirá y te multiplicará, y
bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto
de tu tierra, tu grano, tu mosto, tu aceite,
la cría de tus vacas, y los rebaños de tus
ovejas, en la tierra que juró a tus padres
que te daría. Bendito serás más que todos
los pueblos; no habrá en ti varón ni
hembra estéril, ni en tus ganados. Y
quitará el Señor de ti toda enfermedad; y
todas las malas plagas de Egipto, que tú
conoces, no las pondrá sobre ti, antes las
pondrá sobre todos los que te
aborrecieren” (Subrayado y negrillas fuera
de texto).
10
Jesucristo Sanador
Y aun más, en Salmos 103: 1-5: “Bendice,
alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser
su santo nombre. Bendice, alma mía, al
Señor, y no olvides ninguno de sus
beneficios. El es quien perdona todas tus
iniquidades, el que sana todas tus
dolencias; el que rescata del hoyo tu vida,
el que te corona de favores y
misericordias; el que sacia de bien tu boca
de modo que te rejuvenezcas como el
águila”. (Subrayado y negrillas fuera de
texto).
Jesucristo es el mismo Señor de quien
hablan esas Escrituras. Él mismo se
presentó varias veces con en nombre de
Gran Yo Soy (YHWH) mientras estuvo
entre los judíos. “Yo Soy” es la forma
gramatical que empleó Dios para nombrarse
a sí mismo cuando Moisés le pidió que le
dijera Su nombre en Éxodo 3: 13-14: “Dijo
Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los
hijos de Israel, y les digo: El Dios de
vuestros padres me ha enviado a vosotros.
Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su
nombre?, ¿qué les responderé? 14Y
respondió Dios a Moisés: YO SOY EL
QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de
11
Jesucristo Sanador
Israel: YO SOY me envió a vosotros”.
(Subrayado y negrillas fuera de texto).
Jesucristo, nuestro Señor, repitió esa
fórmula varias veces para identificarse.
Veamos Juan 8: 23-28: “Y les dijo:
Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba;
vosotros sois de este mundo, yo no soy de
este mundo. Por eso os dije que moriréis
en vuestros pecados; porque si no creéis
que yo soy, en vuestros pecados moriréis.
Entonces le dijeron: ¿Tú quién eres?
Entonces Jesús les dijo: Lo que desde el
principio os he dicho. Muchas cosas
tengo que decir y juzgar de vosotros; pero
el que me envió es verdadero; y yo, lo que
he oído de él, esto hablo al mundo. Pero
no entendieron que les hablaba del Padre.
Cuando hayáis levantado al Hijo del
Hombre, entonces conoceréis que yo soy,
y que nada hago por mí mismo, sino que
según me enseñó el Padre, así hablo”.
(Subrayado y negrillas fuera de texto).
Por otro lado, es verdad que Su Palabra
Santa es sanadora, la Palabra de Dios sana.
Leámos Salmos 107: 19-20: “Pero
clamaron a Jehová en su angustia, y los
12
Jesucristo Sanador
libró de sus aflicciones. Envió su palabra,
y los sanó, y los libró de su ruina”.
Y Mateo 8: 16 lo confirma: “Y cuando
llegó la noche, trajeron a él muchos
endemoniados; y con la palabra echó
fuera a los demonios, y sanó a todos los
enfermos…” (Subrayado y negrillas fuera
de texto).
¡Y Él, Jesucristo, es la Palabra! Por eso
mismo podemos afirmar que la Biblia no es
un libro cualquiera. Ni siquiera es un libro.
Es una persona: la Persona de Cristo Jesús el
Señor.
Sigamos con nuestro relato. El mismo
Jesucristo es Quien manifiesta aquí Su
Voluntad indeclinable y siempre dispuesta
para sanar. Fíjese que una vez el Centurión
le ruega que sane su criado, Cristo Jesús,
inmediatamente, le dice que Él irá y le
sanará. No pregunta dónde está el criado, si
está lejos o cerca, no pregunta quién es el
criado, qué clase de persona es, si se ha
portado mal o bien, si es pecador o no, si va
a la iglesia o a cual iglesia va, ni siquiera
13
Jesucristo Sanador
pregunta por su nombre, simplemente
manifiesta “Yo iré y le sanaré”.
Jesucristo es el mismo Señor Sanador del
Antiguo Testamento, el mismo Dios que
sana de todos los tiempos. Él tiene el Poder
para sanar cualquier enfermedad porque y
alas sanó todas cuando murió llagado en la
cruz. Su Nombre es sobre todo nombre y
por eso todo nombre de enfermedad debe
doblar su rodilla ante Jesucristo, el Señor.
De Jesucristo brotaba, salía, poder sanador.
Eso está escrito varias veces en la Biblia.
Leámos Marcos 5: 25-30: “Pero una mujer
que desde hacía doce años padecía de
flujo de sangre, y había sufrido mucho de
muchos médicos, y gastado todo lo que
tenía, y nada había aprovechado, antes le
iba peor, cuando oyó hablar de Jesús,
vino por detrás entre la multitud, y tocó
su manto. Porque decía: Si tocare tan
solamente su manto, seré salva. Y en
seguida la fuente de su sangre se secó; y
sintió en el cuerpo que estaba sana de
aquel azote. Luego Jesús, conociendo en
sí mismo el poder (SANADOR) que había
salido de él, volviéndose a la multitud,
14
Jesucristo Sanador
dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos?”
(Negrillas y mayúscula fuera de texto).
La mujer era maldita por la época. La Ley
de Moisés la condenaba porque establecía
que cuando a una mujer le siguiere el flujo
de su sangre por muchos días fuera del
tiempo de su costumbre, o cuando tuviere
flujo de sangre más de su costumbre, todo el
tiempo de su flujo era inmunda como en los
días de su costumbre. 26
También establecía
la Ley que toda cama en que durmiere todo
el tiempo de su flujo, le sería como la cama
de su costumbre; y todo mueble sobre que se
sentare, era inmundo, como la impureza de
su costumbre. 27
Además, cualquiera que
tocare esas cosas era inmundo. Porúltimo,
ordenaba la Ley de Moisés que cuando esa
mujer fuere libre de su flujo, debía contar
siete días para que fuera limpia, y, una vez
limpia, el octavo día, debía tomar consigo
dos tórtolas o dos palominos, y llevarlos al
sacerdote, a la puerta del tabernáculo de
reunión; para que éste hiciera ofrenda por el
pecado y holocausto; pudiéndola el
sacerdote, sólo en ese momento, purificarla
delante del Señor del flujo de su impureza.
15
Jesucristo Sanador
¡Imáginemonos entonces en qué condición
estaba una que durante 12 años había
padecido ese flujo de sangre! Nadie la
determinaba, la Ley la condenaba a ser
como unreo de justicia. No podía entrar a
las sinagogas, ni tener ninguna clase de vida
social. No tenía amigos. ¡La maldición era
su tormento! Pero ella oyó hablar de Cristo
Jesús y creyó. Creyó en Su Majestad, creyó
en Su Poder, ¡creyó en el Hijo! Creyó que
Cristo era el mismo Dios Sanador de Israel.
Que bastaría tocarle para que Su
Extraordinario Poder Divino le liberara de
su yugo. Y, entonces, ¡se determinó a tocar
La Gracia, como fuera! Ella estaba
convencida de que no merecía nada de parte
de Dios pero creyó en que Cristo Jesús era
La Gracia de Dios que justamente le daría su
sanidad sin merecerlo, ¡solamente por ser Él
Dios de infinita Gracia! Y eso exactamente
sucedió.
También leemos en Lucas 6: 17-19: “Y
descendió con ellos, y se detuvo en un
lugar llano, en compañía de sus discípulos
y de una gran multitud de gente de toda
Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y
de Sidón, que había venido para oírle, y
16
Jesucristo Sanador
para ser sanados de sus enfermedades; y
los que habían sido atormentados de
espíritus inmundos eran sanados. Y toda
la gente procuraba tocarle, porque poder
(sanador) salía de él y sanaba a todos”.
(Subrayado y negrillas fuera de texto).
Tambien en el anterior pasaje podemos ver
el Esplendor de La Gracia que esparcía
sanidad y favor inmerecido durante todo su
recorrido.
Jesucristo era el mismo Dios Sanador en esa
época, lo era antes de esa época, lo es hoy y
lo será siempre. Él es el Árbol de Vida
desde el génesis (Génesis 2:9) hasta el
Apocalipsis (Apocalipsis 22:2 y 14).
17
Jesucristo Sanador
JESUCRISTO TIENE TODA
POTESTAD Y AUTORIDAD
Jesucristo mismo dijo que a Él había sido
dada TODA potestad en el cielo y en la
tierra. Jesucristo, entonces, tiene autoridad
y la ejerce. Enseñó con autoridad. Así lo
vemos en Mateo 7:28-29: “Y cuando
terminó Jesús estas palabras, la gente se
admiraba de su doctrina; porque les
enseñaba como quien tiene autoridad, y
no como los escribas”. (Subrayado y
negrillas fuera de texto).
Ejercía y ejerce esa autoridad sobre la
naturaleza, como cuando hizo calmar la
tempestad en el mar de Galilea. Mateo 8:
23-27 nos lo cuenta: “Y entrando Él en la
barca, sus discípulos le siguieron. Y he
aquí que se levantó en el mar una
tempestad tan grande que las olas
cubrían la barca; pero Él dormía. Y
vinieron sus discípulos y le despertaron,
diciendo: ¡Señor, sálvanos, que
18
Jesucristo Sanador
perecemos! Él les dijo: ¿Por qué teméis,
hombres de poca fe? Entonces,
levantándose, reprendió a los vientos y al
mar; y se hizo grande bonanza. Y los
hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué
hombre es éste, que aun los vientos y el
mar le obedecen?” (Negrillas fuera de
texto).
Ejercía y ejerce esa autoridad sobre los
espíritus, como nos da testimonio el relato
de Marcos 1: 23-27: “Pero había en la
sinagoga de ellos un hombre con espíritu
inmundo, que dio voces, diciendo: ¡Ah!
¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno?
¿Has venido para destruirnos? Sé quién
eres, el Santo de Dios. Pero Jesús le
reprendió, diciendo: ¡Cállate, y sal de él!
Y el espíritu inmundo, sacudiéndole con
violencia, y clamando a gran voz, salió de
él. Y todos se asombraron, de tal manera
que discutían entre sí, diciendo: ¿Qué es
esto? ¿Qué nueva doctrina es esta, que
con autoridad manda aun a los espíritus
inmundos, y le obedecen?” (Negrillas fuera
de texto).
19
Jesucristo Sanador
Ejercía y ejerce esa autoridad y potestad
sobre las enfermedades y dolencias, como lo
hace acá en este pasaje que estudiamos de
Mateo.
Por eso, cuando Jesucristo dice al Centurión
que Él irá a sanar al criado, el Centurión le
replica: “Señor, no soy digno de que entres
bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi
criado sanará. Porque también yo soy
hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis
órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y
al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz
esto, y lo hace”.
El Centurión no se “sentía” digno de que
Jesucristo visitara su casa y entrara en ella.
Era una manera de expresar que él creía que
por lo que había el hecho, sus pecados, su
forma de vida y por lo que él representaba,
no era merecedor de favor alguno de parte
de Dios, pero que aún sin ser digno, él podia
creer que Dios le iba a conceder esa petición
por pura Gracia.
Algunos enseñan que aun los hijos de Dios
son indignos de Cristo Jesús por cometer
faltas. ¡Pero no! Los hijos de Dios
20
Jesucristo Sanador
(aquellos quienes hemos recibido Su
Salvación por creer en Jesucristo y
confesarlo con nuestros labios como
Resucitado y Vivo) ¡somos completamente
dignos! Si usted es hijo de Dios, entonces
¡también es digno! No porque usted lo
sienta así. No porque usted lo merezca o lo
haya Ganado. No. Usted es digno porque
¡Dios lo hizo digno al escogerlo desde antes
de la fundación del mundo, al salvarlo, al
amarlo primero! Usted es digno porque
Jesucristo el Único Digno está en usted, es
Su Señor, lo habita. ¡Usted es digno para el
Padre porque Él ve Su Digno Hijo en usted!
Además, el Centurión conocía qué era la
autoridad, la ejercía sobre los 80 legionarios
soldados del ejército romano bajo su mando.
Él sabía que la autoridad se ejercía con la
palabra, como la autoridad de cualquier
emperador o rey o gobernante, el cual
decreta y eso que decreta se cumple. Pero
aquí lo de resaltar es que un impío romano
supiera y confiara en que Jesucristo, a quien
se dirigía, tenía y podía ejercer ese tipo de
autoridad. Con estas palabras ratificaba que
creía en su corazón que Jesucristo era el
Kyrios, Señor y Dueño de toda la creación y
21
Jesucristo Sanador
que podía ordenar sobre ella, hacer cumplir
Su Palabra con solo hablarla. Que tenía el
poder de la vida y la muerte. ¡Que tenía
todo el poder y autoridad en el cielo y la
tierra! Que todo, seres animados e
inanimados, sometidos a Su autoridad, no
podían sino sujetarse a Su Palabra de Poder.
¡Tremendo eso! El centurión sabía
perfectamente la relación entre autoridad,
sujeción y obediencia. Por eso dijo que
cuando él mismo ordenaba al uno ir, ese iba
y al otro venir, ese venía, pero cuando
ordenaba a un Siervo hacer, este hacía.
El centurión creía en su corazón que
Jesucristo era Dios y lo declaró con su boca.
Al actuar así, obró con la fe que el mismo
Cristo Jesús le dio, tuvo la certeza absoluta
de la sanidad que él esperaba para su criado
y la convicción de lo que no podía ver que
era precisamente esa sanidad. Eso mismo es
lo que estamos llamados a hacer los
cristianos: creer en nuestro corazón que para
Cristo Jesús nada es imposible, declararlo
con nuestra boca y pasar a la acción, dando
pasos en la fe del Hijo.
22
Jesucristo Sanador
Fue tanta la certidumbre que el hombre tenía
de esas cosas y la creencia de que Cristo
Jesús podía sanar de esa manera a su criado
que Jesucristo el Señor se asombró de él.
¡Imagínese al mismo Dios, creador del cielo
y la tierra, maravillado, asombrado de un
simple romano!
Eso quiere decir que Dios se asombra, se
maravilla y se agrada cuando tenemos la
clase de fe de Dios, expresamos la fe de
Dios, ponemos en acción la fe de Dios
porque ¡Sin fe es imposible agradar a Dios
(Heb 11:6)! Y esa clase de fe es de la que
habla Hebreos 12: 2 cuando afirma que
Cristo es el Autor y Consumador de la fe.
Esto quiere decir entonces que la fe no es
una doctrina o una obra nuestra. Le fe es
una persona: ¡Cristo Jesús Salvador nuestro!
Jesucristo Dios, quien se asombró, se
maravilló del romano por la fe que mostró,
¡también se asombrará y maravillará de
usted, colombiano o de cualquier
nacionalidad, ¡por la fe del Hijo que usted
ya tiene y que pone en práctica!
23
Jesucristo Sanador
RECIBIMOS LA SANIDAD
POR FE
Dios es quien puede sanar, ha sanado ya y
sana. Decimos que ya ha sanado porque
conocemos el pasaje de Isaías 53, el cual es
ratificado en el Nuevo Testamento, en 1
Pedro 2: 24: “Mas Él herido fue por
nuestras rebeliones, molido por nuestros
pecados; el castigo de nuestra paz fue
sobre Él, y por Su llaga fuimos nosotros
curados” (Subrayado y negrillas fuera de
texto). Sabemos que los verbos aquí están
en pasado, al igual que en el libro de Isaías,
escrito varios siglos antes de que naciera
Cristo. Jesucristo, el Señor, ya proveyó
sanidad en la cruz para que usted y yo
seamos sanos. Entonces, no pida que Jesús
lo sane mañana o más tarde. Crea en su
corazón que Cristo compró con Su Sangre
esa sanidad en la cruz para usted y declare
que ya está sano en el nombre de Jesucristo
nuestro Señor y que recibe esa sanidad que
24
Jesucristo Sanador
ya está dada en el cielo para usted o la
persona que usted aprecie.
Sólo basta recibir esa sanidad por medio de
la fe que es en Cristo Jesús. La sanidad es
producto de la Gracia de Dios y todo lo que
viene de Su Gracia es, como ese nombre lo
indica, ¡Gratis! No merecemos eso ni
podemos ganarlo, pero Dios entonces
proveyó un medio, un instrumento que nos
sirve para estirar nuestro brazo y recibir Su
Gracia sanadora, al igual que recibimos Su
Gracia Salvadora. Necesitamos
sencillamente la fe del Hijo que
precisamente Él mismo nos da para recibir
la salvación. ¡Quien hizo la obra sanadora
fue Jesucristo el Señor! Sólo teniendo la fe
del Hijo podemos recibir la Gracia
abundante de Dios que es como la fuerza de
Su Poder: ¡Supereminente!
Volvamos a la Escritura. Jesucristo, después
de maravillarse por la fe del Centurión, dice
que ¡ni aun entre el pueblo suyo de Israel ha
hallado tanta fe! Y profetiza que Su
Salvación ¡llegará a todos los pueblos del
mundo!
25
Jesucristo Sanador
Jesucristo, entonces, simplemente le dice al
Centurión: “Ve, y como creíste, te sea
hecho”. Jesucristo le dijo al centurión que la
sanidad de su criado fue concedida al
Centurión. ¡Oh maravillosa Gracia del
Salvador!
Cuenta enseguida el evangelio de Mateo que
el criado del Centurión fue sano en ese
mismo momento en el cual Cristo Jesús
pronunció esas palabras.
Cada vez que leo un versículo que nos narra
una sanidad hecha por Jesucristo ¡mi
corazón se conmueve, mi esperanza se
fortalece, la fe de Él se agranda en mi, mi
gozo crece! Además, noto que no hay nunca
en Jesucristo manifestaciones de teatro ni
espectacularidad en la actuación sino solo en
el resultado. Con actos sencillos, con
mensajes directos, palabras en tono
moderado pero con autoridad y poder, sin
show, la gente es sanada. ¡Claro ejemplo
para estas y todas las épocas!
Ahora bien: ¿quién se sanó? ¡El Criado! Él
ni siquiera se había enterado de todo eso, él
estaba postrado, grave, a punto de morir.
26
Jesucristo Sanador
Muy seguramente no conocía a Cristo Jesús,
probablemente nunca había hablado con Él
ni oído hablar de Él. No se enteró de nada.
¡Sólo supo que estaba muy grave y de un
momento a otro, de repente, sanó! No
merecía nada, no hizo nada, no podía ganar
nada pues no se podía ni mover. Pero la
Gracia de Dios se extendió hasta él, como
sucede con todo lo que Dios hace. El Criado
recibió gracia porque su amo, su patrón, el
hombre bajo autoridad del cual él
permanecía creyó y confesó con fe que
podía recibir del Señor Jesucristo la sanidad
para él. Una enseñanza tremenda también,
pues Dios nos dice aquí que cada vez que
creemos y confesamos, que actuamos con la
fe del Hijo, que nos movemos en la fe del
Hijo, ¡nuestro entorno es afectado
positivamente! ¡Nuestra casa se sana, se
salva! ¡Oh maravilloso Dios, majestuoso
Jesucristo, tu soberanía es sobre todo! ¡Que
maravilloso saber que eres nuestro Dios!
Soy testigo de muchos milagros parecidos a
este, pero quiero contarles sobre uno en
especial que vivi en mi familia. Lo hizo el
mismo Jesucristo con mi papá hace algunos
años. Mi papá sufrió un infarto mientras
27
Jesucristo Sanador
estábamos varios hijos suyos con mi mamá
haciéndole visita y no nos dimos cuenta
porque él simplemente se durmió
profundamente y después no lo pudimos
despertar. Lo llevamos en ambulancia a
urgencias de la clínica y seguidamente ellos
ordenaron internarlo en la UCI. Cuando lo
visité allí al día siguiente sentí mucho dolor
al ver la gravedad de su estado. Todos
estábamos seguros de que moriría. ¡Creo
que todos alcanzamos a llorar su muerte
inminente! Sin saber cómo hacerlo
empezamos a orar con mi esposa aceptando
su inminente muerte. Pero Dios me dijo
después “Él no morirá sino que vivirá. Sólo
decláralo. Yo lo he sanado”. No entendí
muy bien eso, pues era consciente de lo
natural que era la muerte de mi padre, un
hombre en ese entonces de
aproximadamente 83 años, con
complicaciones cardiacas, diabético, con
cáncer de piel y quien hace varios años se
deleitaba diciendo que quería ya morir. Sin
embargo, le conté a mi esposa lo que Dios
me había dicho y empezamos a orar
diferente. Empecé a enviarle a todos mis
parientes los versículos de sanidad que Dios
28
Jesucristo Sanador
me mostraba para que oraran de acuerdo con
ellos (Salmos 91:16; Jeremías 33:6, Hechos
4:30, Éxodo 23:25, Juan 11:4, Salmo 23,
Mateo 12:20, Salmos 117:17). Le dije a los
niños que oraran con base en esos
versículos, copiándolos en mis mensajes de
chat o texto. Ese lunes nos reunimos todos
los miembros de mi familia, les hablé de lo
que Jesucristo había hecho con el Centurión
y su criado (leyéndoles todo el pasaje), les
hablé de lo que significa la fe de Cristo y
cómo movernos en ella, les dije que
Jesucristo era hoy el mismo de aquella
época, que si aceptábamos Su soberanía en
nuestras vidas, reconociéndole como Señor
y Dios, como nuestro Señor, confesándolo
con nuestra boca seríamos salvos; que si
además creíamos en nuestro corazón,
confesando con nuestra boca que Él es el
mismo ayer, hoy y siempre, y creíamos en
nuestro corazón y confesábamos con nuestra
boca que Él haría con mi papá como hizo
con el siervo del centurión, mi papá
entonces saldría de la UCI.
Eso hicimos. Declaramos todos que Cristo
es el Señor y creímos todos en nuestros
corazones que Dios lo resucitó de entre los
29
Jesucristo Sanador
muertos. Después declaramos todos con
autoridad, en el nombre de Jesucristo, que
mi papá era sano en esa hora, sabiendo que
Cristo vive en nosotros y Su autoridad
habita en nosotros. Al día siguiente, martes,
mi papá fue sacado de la Unidad de
Cuidados Intensivos a una pieza de la
clínica. A veces estaba muy desanimado,
otras bien, pero seguíamos orando.
Después, para la gloria del Hijo de Dios, mi
padre pudo ir a casa, con las limitaciones de
su edad, pero rodeado de los suyos, quienes
pudieron reconocer que hay poder en La
Palabra. Que Jesucristo es Señor. Que si la
Biblia lo dice, lo creemos y confesamos en
Su Nombre, que si lo creemos y confesamos
en Su Nombre Él, Jesucristo el Señor, lo
hace, y ¡si Él lo hace es porque hecho está!
(Apocalipsis 21:6).
¿Usted o alguna persona que usted ama
mucho está enfermo en estos momentos?
Bueno, en esta Palabra usted tiene una ruta
segura para recibir la sanidad que usted o
esa persona necesita.
Simplemente Oremos: Padre nuestro que
estás en los cielos, Tu Palabra nos reconforta
30
Jesucristo Sanador
y es verdad, Tu Palabra nos hace libres de
enfermedad, libre de dolencias, libre de
virus, libre de ataques del enemigo a nuestro
cuerpo. ¡Tu Palabra es sencillamente
Jesucristo el Señor! Te alabamos porque la
obra inigualable de Tu Hijo Jesucristo en la
cruz nos dio sanidad completa. Tenemos un
corazón agradecido porque a ti te ha placido
regalarnos esa provisión gratuita de sanidad
a nuestras vidas. Hoy reconocemos la
soberanía de Tu Hijo Jesucristo el Señor,
reconocemos Su Autoridad, reconocemos
que Su Nombre es sobre todo nombre que se
nombra en la tierra y en el cielo. Nos
rendimos a Él. Le recibimos en nuestro
corazón como Señor y Salvador de nuestras
vidas. Declaramos en esta hora, con la
autoridad delegada que Cristo nos has dado,
sabiendo que Él habita en nosotros, que
somos sanos por las llagas de Él en la cruz;
sabiendo que Tú envíaste Tu Palabra y nos
sanaste ya de toda enfermedad y dolencia.
Recibimos esa sanidad en la fe del Hijo, sin
dudar nada, creyendo que eso que decimos
es hecho porque fue hecho por Cristo Jesús,
el Señor, en la cruz; y cantamos himnos de
alabanza en honor a Tu Nombre porque eres
31
Jesucristo Sanador
Santo y Tu Gracia es para siempre. Te
agradecemos porque toda dádiva y don
perfecto a nuestras vidas vienen de ti, en el
nombre de Cristo Jesús Salvador y Sanador
nuestro, amen.
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Jesucristo Sanador
ACÁPITE ÚNICO:
PALABRAS DE SANIDAD
EN LA BIBLIA Y
ALGUNOS
COMENTARIOS
NUEVO TESTAMENTO
MATEO 4: 4: “El respondió y dijo: escrito está: no sólo de
pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la
boca de Dios”.
MATEO 4: 23-24: “Y recorrió Jesús toda Galilea,
enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el
evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda
dolencia en el pueblo. Y se difundió su fama por toda
Siria; y le trajeron todos los que tenían dolencias, los
afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los
endemoniados, lunáticos y paralíticos; y los sanó”
(subrayado fuera de texto).
MATEO 7: 11: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar
buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre
que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?”
(subrayado fuera de texto).
MATEO 8: 2-3: “Y he aquí vino un leproso y se postró
ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.
Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: quiero; sé
33
Jesucristo Sanador
limpio. Y al instante su lepra desapareció” (subrayado
fuera de texto).
MATEO 8: 16: “Y cuando llegó la noche, trajeron a él
muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los
demonios, y sanó a todos los enfermos…” (subrayado fuera
de texto).
MATEO 8: 14-17: “Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la
suegra de éste postrada en cama, con fiebre. Y tocó su
mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía. Y
cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados;
y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos
los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta
Isaías, cuando dijo: Él mismo tomó nuestras enfermedades,
y llevó nuestras dolencias” (subrayado fuera de texto).
MATEO 9: 20-22: “He aquí una mujer enferma de flujo de
sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó
el borde de su manto; porque decía dentro de sí: si tocare
solamente su manto, seré salva. Pero Jesús, volviéndose y
mirándola, dijo: ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado. Y la
mujer fue salva desde aquella hora” (subrayado fuera de
texto).
MATEO 9: 27-36: “Pasando Jesús de allí, le siguieron dos
ciegos, dando voces y diciendo: ¡ten misericordia de
nosotros, Hijo de David! Y llegado a la casa, vinieron a Él
los ciegos; y Jesús les dijo: ¿creéis que puedo hacer esto?
Ellos dijeron: sí, Señor. Entonces les tocó los ojos,
diciendo: conforme a vuestra fe os sea hecho. Y los ojos de
ellos fueron abiertos. Y Jesús les encargó rigurosamente,
diciendo: mirad que nadie lo sepa. Pero salidos ellos,
divulgaron la fama de él por toda aquella tierra.
Mientras salían ellos, he aquí, le trajeron un mudo,
endemoniado. Y echado fuera el demonio, el mudo habló;
34
Jesucristo Sanador
y la gente se maravillaba, y decía: nunca se ha visto cosa
semejante en Israel. Pero los fariseos decían: por el
príncipe de los demonios echa fuera los demonios.
Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en
las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino,
y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y
al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque
estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no
tienen pastor” (subrayado fuera de texto).
MATEO 10: 1: “Entonces llamando a sus doce discípulos,
les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los
echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda
dolencia” (subrayado fuera de texto).
MATEO 11: 2-6: “Y al oír Juan, en la cárcel, los hechos de
Cristo, le envió dos de sus discípulos, para preguntarle:
¿eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro?
Respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan las
cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los
leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son
resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; y
bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí”
(subrayado fuera de texto).
MATEO 11: 28-30: “Venid a mí todos los que estáis
trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi
yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y
humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras
almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”
(subrayado fuera de texto).
MATEO 12: 15: “Sabiendo esto Jesús, se apartó de allí; y
le siguió mucha gente, y sanaba a todos” (subrayado fuera
de texto).
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Jesucristo Sanador
MATEO 14: 13-14: “Oyéndolo Jesús, se apartó de allí en
una barca a un lugar desierto y apartado; y cuando la gente
lo oyó, le siguió a pie desde las ciudades. Y saliendo Jesús,
vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a
los que de ellos estaban enfermos” (subrayado fuera de
texto).
MATEO 14: 34-36: “Y terminada la travesía, vinieron a
tierra de Genesaret. Cuando le conocieron los hombres de
aquel lugar, enviaron noticia por toda aquella tierra
alrededor, y trajeron a él todos los enfermos; y le rogaban
que les dejase tocar solamente el borde de su manto; y
todos los que lo tocaron, quedaron sanos” (subrayado fuera
de texto).
MATEO 15: 29-31: “Pasó Jesús de allí y vino junto al mar
de Galilea; y subiendo al monte, se sentó allí. Y se le
acercó mucha gente que traía consigo a cojos, ciegos,
mudos, mancos, y otros muchos enfermos; y los pusieron a
los pies de Jesús, y los sanó; de manera que la multitud se
maravillaba, viendo a los mudos hablar, a los mancos
sanados, a los cojos andar, y a los ciegos ver; y glorificaban
al Dios de Israel” (subrayado fuera de texto).
MATEO 18: 19: “Otra vez os digo, que si dos de vosotros
se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera
cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en
los cielos”.
MARCOS 5: 1-43: “Vinieron al otro lado del mar, a la
región de los gadarenos. Y cuando salió Él de la barca, en
seguida vino a su encuentro, de los sepulcros, un hombre
con un espíritu inmundo, que tenía su morada en los
sepulcros, y nadie podía atarle, ni aun con cadenas. Porque
muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas
las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y
desmenuzados los grillos; y nadie le podía dominar. Y
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Jesucristo Sanador
siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los
montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras.
Cuando vio, pues, a Jesús de lejos, corrió, y se arrodilló
ante Él. Y clamando a gran voz, dijo: ¿qué tienes conmigo,
Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no
me atormentes. Porque le decía: sal de este hombre,
espíritu inmundo. Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y
respondió diciendo: Legión me llamo; porque somos
muchos. Y le rogaba mucho que no los enviase fuera de
aquella región. Estaba allí cerca del monte un gran hato de
cerdos paciendo. Y le rogaron todos los demonios,
diciendo: envíanos a los cerdos para que entremos en ellos.
Y luego Jesús les dio permiso. Y saliendo aquellos
espíritus inmundos, entraron en los cerdos, los cuales eran
como dos mil; y el hato se precipitó en el mar por un
despeñadero, y en el mar se ahogaron.
Y los que apacentaban los cerdos huyeron, y dieron aviso
en la ciudad y en los campos. Y salieron a ver qué era
aquello que había sucedido. Vienen a Jesús, y ven al que
había sido atormentado del demonio, y que había tenido la
legión, sentado, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron
miedo. Y les contaron los que lo habían visto, cómo le
había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los
cerdos. Y comenzaron a rogarle que se fuera de sus
contornos. Al entrar él en la barca, el que había estado
endemoniado le rogaba que le dejase estar con él. Mas
Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: vete a tu casa, a los
tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho
contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti. Y se fue, y
comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas había
hecho Jesús con él; y todos se maravillaban.
Pasando otra vez Jesús en una barca a la otra orilla, se
reunió alrededor de él una gran multitud; y Él estaba junto
al mar. Y vino uno de los principales de la sinagoga,
llamado Jairo; y luego que le vio, se postró a sus pies, y le
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Jesucristo Sanador
rogaba mucho, diciendo: mi hija está agonizando; ven y
pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá.
Fue, pues, con él; y le seguía una gran multitud, y le
apretaban. Pero una mujer que desde hacía doce años
padecía de flujo de sangre, y había sufrido mucho de
muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había
aprovechado, antes le iba peor, cuando oyó hablar de Jesús,
vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto. Porque
decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. Y en
seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo
que estaba sana de aquel azote. Luego Jesús, conociendo
en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a
la multitud, dijo: ¿quién ha tocado mis vestidos? Sus
discípulos le dijeron: ves que la multitud te aprieta, y dices:
¿quién me ha tocado? Pero él miraba alrededor para ver
quién había hecho esto. Entonces la mujer, temiendo y
temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y
se postró delante de él, y le dijo toda la verdad. Y él le
dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana
de tu azote.
Mientras él aún hablaba, vinieron de casa del principal de
la sinagoga, diciendo: tu hija ha muerto; ¿para qué molestas
más al Maestro? Pero Jesús, luego que oyó lo que se decía,
dijo al principal de la sinagoga: no temas, cree solamente.
Y no permitió que le siguiese nadie sino Pedro, Jacobo, y
Juan hermano de Jacobo. Y vino a casa del principal de la
sinagoga, y vio el alboroto y a los que lloraban y
lamentaban mucho. Y entrando, les dijo: ¿por qué
alborotáis y lloráis? La niña no está muerta, sino duerme.
Y se burlaban de Él. Mas Él, echando fuera a todos, tomó
al padre y a la madre de la niña, y a los que estaban con Él,
y entró donde estaba la niña. Y tomando la mano de la
niña, le dijo: talita cumi; que traducido es: niña, a ti te digo,
levántate. Y luego la niña se levantó y andaba, pues tenía
doce años. Y se espantaron grandemente. Pero Él les
38
Jesucristo Sanador
mandó mucho que nadie lo supiese, y dijo que se le diese
de comer” (subrayado fuera de texto).
MARCOS 7: 25-37: “Porque una mujer, cuya hija tenía un
espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se postró a
sus pies. La mujer era griega, y sirofenicia de nación; y le
rogaba que echase fuera de su hija al demonio. Pero Jesús
le dijo: Deja primero que se sacien los hijos, porque no está
bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos.
Respondió ella y le dijo: sí, Señor; pero aun los perrillos,
debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos.
Entonces le dijo: por esta palabra, ve; el demonio ha salido
de tu hija. Y cuando llegó ella a su casa, halló que el
demonio había salido, y a la hija acostada en la cama.
Volviendo a salir de la región de Tiro, vino por Sidón al
mar de Galilea, pasando por la región de Decápolis. Y le
trajeron un sordo y tartamudo, y le rogaron que le pusiera la
mano encima. Y tomándole aparte de la gente, metió los
dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua; y
levantando los ojos al cielo, gimió, y le dijo: Efata, es decir:
Sé abierto. Al momento fueron abiertos sus oídos, y se
desató la ligadura de su lengua, y hablaba bien. Y les
mandó que no lo dijesen a nadie; pero cuanto más les
mandaba, tanto más y más lo divulgaban. Y en gran
manera se maravillaban, diciendo: bien lo ha hecho todo;
hace a los sordos oír, y a los mudos hablar” (subrayado
fuera de texto).
MARCOS 9: 17-29: “Y respondiendo uno de la multitud,
dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo,
el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa
espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a
tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron. Y
respondiendo Él, les dijo: ¡oh generación incrédula! ¿Hasta
cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de
soportar? Traédmelo. Y se lo trajeron; y cuando el espíritu
39
Jesucristo Sanador
vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho, quien
cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos. Jesús
preguntó al padre: ¿cuánto tiempo hace que le sucede esto?
Y él dijo: desde niño. Y muchas veces le echa en el fuego
y en el agua, para matarle; pero si puedes hacer algo, ten
misericordia de nosotros, y ayúdanos. Jesús le dijo: si
puedes creer, al que cree todo le es posible. E
inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: creo;
ayuda mi incredulidad. Y cuando Jesús vio que la multitud
se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole:
espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres
más en él. Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndole
con violencia, salió; y él quedó como muerto, de modo que
muchos decían: está muerto. Pero Jesús, tomándole de la
mano, le enderezó; y se levantó” (subrayado fuera de
texto).
MARCOS 11: 22-26: “Respondiendo Jesús, les dijo: tened
fe en Dios. Porque de cierto os digo que cualquiera que
dijere a este monte: quítate y échate en el mar, y no dudare
en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo
que diga le será hecho. Por tanto, os digo que todo lo que
pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá. Y
cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra
alguno, para que también vuestro Padre que está en los
cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Porque si
vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en
los cielos os perdonará vuestras ofensas” (subrayado fuera
de texto).
MARCOS 16: 15-20: “Y les dijo: id por todo el mundo y
predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y
fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será
condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: en mi
nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas;
tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa
mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus
manos, y sanarán.
40
Jesucristo Sanador
Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el
cielo, y se sentó a la diestra de Dios. Y ellos, saliendo,
predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y
confirmando la palabra con las señales que la seguían.
Amén” (subrayado fuera de texto).
LUCAS 4: 16-21: “Vino a Nazaret, donde se había criado;
y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su
costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del
profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar
donde estaba escrito:
El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha
ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado
a sanar a los quebrantados de corazón;A pregonar libertad a
los cautivos,y vista a los ciegos; a poner en libertad a los
oprimidos;a predicar el año agradable del Señor.
Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los
ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó
a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de
vosotros” (subrayado fuera de texto).
LUCAS 4: 33-36 y 40-41: “Estaba en la sinagoga un
hombre que tenía un espíritu de demonio inmundo, el cual
exclamó a gran voz, diciendo: Déjanos; ¿qué tienes con
nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos?
Yo te conozco quién eres, el Santo de Dios. Y Jesús le
reprendió, diciendo: cállate, y sal de él. Entonces el
demonio, derribándole en medio de ellos, salió de él, y no
le hizo daño alguno. Y estaban todos maravillados, y
hablaban unos a otros, diciendo: ¿qué palabra es esta, que
con autoridad y poder manda a los espíritus inmundos, y
salen?
…Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de
diversas enfermedades los traían a Él; y Él, poniendo las
41
Jesucristo Sanador
manos sobre cada uno de ellos, los sanaba. También salían
demonios de muchos, dando voces y diciendo: Tú eres el
Hijo de Dios. Pero Él los reprendía y no les dejaba hablar,
porque sabían que Él era el Cristo” (subrayado fuera de
texto).
LUCAS 6: 6-10: “Aconteció también en otro día de reposo,
que Él entró en la sinagoga y enseñaba; y estaba allí un
hombre que tenía seca la mano derecha. Y le acechaban los
escribas y los fariseos, para ver si en el día de reposo lo
sanaría, a fin de hallar de qué acusarle. Mas Él conocía los
pensamientos de ellos; y dijo al hombre que tenía la mano
seca: levántate, y ponte en medio. Y él, levantándose, se
puso en pie. Entonces Jesús les dijo: os preguntaré una
cosa: ¿es lícito en día de reposo hacer bien, o hacer mal?
¿salvar la vida, o quitarla? Y mirándolos a todos alrededor,
dijo al hombre: extiende tu mano. Y él lo hizo así, y su
mano fue restaurada” (subrayado fuera de texto).
LUCAS 6: 17-19: “Y descendió con ellos, y se detuvo en
un lugar llano, en compañía de sus discípulos y de una gran
multitud de gente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa
de Tiro y de Sidón, que había venido para oírle, y para ser
sanados de sus enfermedades; y los que habían sido
atormentados de espíritus inmundos eran sanados. Y toda la
gente procuraba tocarle, porque poder salía de Él y sanaba
a todos” (subrayado fuera de texto).
LUCAS 13: 11-17: “Y había allí una mujer que desde
hacía dieciocho años tenía espíritu de enfermedad, y
andaba encorvada, y en ninguna manera se podía enderezar.
Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: mujer, eres libre de
tu enfermedad. Y puso las manos sobre ella; y ella se
enderezó luego, y glorificaba a Dios. Pero el principal de
la sinagoga, enojado de que Jesús hubiese sanado en el día
de reposo, dijo a la gente: Seis días hay en que se debe
trabajar; en éstos, pues, venid y sed sanados, y no en día de
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Jesucristo Sanador
reposo. Entonces el Señor le respondió y dijo: hipócrita,
cada uno de vosotros ¿no desata en el día de reposo su buey
o su asno del pesebre y lo lleva a beber? Y a esta hija de
Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se
le debía desatar de esta ligadura en el día de reposo? Al
decir él estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios;
pero todo el pueblo se regocijaba por todas las cosas
gloriosas hechas por Él”.
JUAN 5: 2-14: “Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de
las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual
tiene cinco pórticos. En éstos yacía una multitud de
enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el
movimiento del agua. Porque un ángel descendía de tiempo
en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero
descendía al estanque después del movimiento del agua,
quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. Y
había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que
estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que
llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿quieres ser sano?
Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en
el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo
voy, otro desciende antes que yo. Jesús le dijo: levántate,
toma tu lecho, y anda. Y al instante aquel hombre fue
sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo
aquel día.
Entonces los judíos dijeron a aquel que había sido sanado:
es día de reposo; no te es lícito llevar tu lecho. Él les
respondió: El que me sanó, Él mismo me dijo: Toma tu
lecho y anda. Entonces le preguntaron: ¿quién es el que te
dijo: toma tu lecho y anda? Y el que había sido sanado no
sabía quién fuese, porque Jesús se había apartado de la
gente que estaba en aquel lugar. Después le halló Jesús en
el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más,
para que no te venga alguna cosa peor”.
43
Jesucristo Sanador
JUAN 9: 1-7: “Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de
nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo:
Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido
ciego? Respondió Jesús: no es que pecó éste, ni sus padres,
sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. Me es
necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que
el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar.
Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo.
Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y
untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: ve a lavarte en
el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue
entonces, y se lavó, y regresó viendo” (subrayado fuera de
texto).
JUAN 10: 10: “El ladrón no viene sino para hurtar y matar
y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la
tengan en abundancia” (subrayado fuera de texto).
JUAN 14: 12-14: “De cierto, de cierto os digo: el que en
mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun
mayores hará, porque yo voy al Padre. Y todo lo que
pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre
sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre,
yo lo haré” (subrayado fuera de texto).
JUAN 15: 7: “Si permanecéis en mí, y mis palabras
permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os
será hecho” (subrayado fuera de texto).
JUAN 16: 23-24: “En aquel día no me preguntaréis nada.
De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al
Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora nada habéis
pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro
gozo sea cumplido” (subrayado fuera de texto).
HECHOS 3: 1-16: “Pedro y Juan subían juntos al templo a
la hora novena, la de la oración. Y era traído un hombre
44
Jesucristo Sanador
cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del
templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna
de los que entraban en el templo. Este, cuando vio a Pedro
y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le
diesen limosna. Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le
dijo: Míranos. Entonces él les estuvo atento, esperando
recibir de ellos algo. Mas Pedro dijo: no tengo plata ni oro,
pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de
Nazaret, levántate y anda. Y tomándole por la mano
derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y
tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con
ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios.
Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios. Y le
reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna a la
puerta del templo, la Hermosa; y se llenaron de asombro y
espanto por lo que le había sucedido.
Y teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido
sanado, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos al pórtico
que se llama de Salomón. Viendo esto Pedro, respondió al
pueblo: varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto?
¿o por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro
poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste? El Dios de
Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres,
ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis
y negasteis delante de Pilato, cuando éste había resuelto
ponerle en libertad. Mas vosotros negasteis al Santo y al
Justo, y pedisteis que se os diese un homicida, y matasteis
al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los
muertos, de lo cual nosotros somos testigos. Y por la fe en
su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha
confirmado su nombre; y la fe que es por Él ha dado a éste
esta completa sanidad en presencia de todos vosotros”
(subrayado fuera de texto).
HECHOS 4:1-18; 23-24; 29-30: “Hablando ellos al
pueblo, vinieron sobre ellos los sacerdotes con el jefe de la
guardia del templo, y los saduceos, resentidos de que
45
Jesucristo Sanador
enseñasen al pueblo, y anunciasen en Jesús la resurrección
de entre los muertos. Y les echaron mano, y los pusieron
en la cárcel hasta el día siguiente, porque era ya tarde. Pero
muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; y el
número de los varones era como cinco mil.
Aconteció al día siguiente, que se reunieron en Jerusalén
los gobernantes, los ancianos y los escribas, y el sumo
sacerdote Anás, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los
que eran de la familia de los sumos sacerdotes; y
poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿con qué potestad,
o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto? Entonces
Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: gobernantes del
pueblo, y ancianos de Israel: puesto que hoy se nos
interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo,
de qué manera éste haya sido sanado, sea notorio a todos
vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de
Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a
quien Dios resucitó de los muertos, por Él este hombre está
en vuestra presencia sano. Este Jesús es la piedra
reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a
ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación;
porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los
hombres, en que podamos ser salvos. Entonces viendo el
denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres
sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que
habían estado con Jesús. Y viendo al hombre que había
sido sanado, que estaba en pie con ellos, no podían decir
nada en contra. Entonces les ordenaron que saliesen del
concilio; y conferenciaban entre sí, diciendo: ¿qué haremos
con estos hombres? Porque de cierto, señal manifiesta ha
sido hecha por ellos, notoria a todos los que moran en
Jerusalén, y no lo podemos negar. Sin embargo, para que
no se divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para
que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno en este
nombre. Y llamándolos, les intimaron que en ninguna
manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús…
46
Jesucristo Sanador
Y puestos en libertad, vinieron a los suyos y contaron todo
lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían
dicho. Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a
Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste
el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay…
Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos
que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes
tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios
mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús” (subrayado
fuera de texto).
HECHOS 8: 6-7: “Y la gente, unánime, escuchaba
atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las
señales que hacía. Porque de muchos que tenían espíritus
inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos
paralíticos y cojos eran sanados…” (subrayado fuera de
texto).
HECHOS 9: 33-34: “Y halló allí a uno que se llamaba
Eneas, que hacía ocho años que estaba en cama, pues era
paralítico. Y le dijo Pedro: Eneas, Jesucristo te sana;
levántate, y haz tu cama. Y en seguida se levantó”
(subrayado fuera de texto).
HECHOS 10: 38: “Cómo Dios ungió con el Espíritu Santo
y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo
haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el
diablo, porque Dios estaba con Él” (subrayado fuera de
texto).
HECHOS 14: 8-10: “Y cierto hombre de Listra estaba
sentado, imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que
jamás había andado. Este oyó hablar a Pablo, el cual,
fijando en él sus ojos, y viendo que tenía fe para ser sanado,
dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él
saltó, y anduvo” (subrayado fuera de texto).
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Jesucristo Sanador
HECHOS 19: 11-12: “Y hacía Dios milagros
extraordinarios por mano de Pablo, de tal manera que aun
se llevaban a los enfermos los paños o delantales de su
cuerpo, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus
malos salían” (subrayado fuera de texto).
ROMANOS 4: 16-22: “Por tanto, es por fe, para que sea
por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su
descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino
también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre
de todos nosotros (como está escrito: te he puesto por padre
de muchas gentes) delante de Dios, a quien creyó, el cual
da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si
fuesen. El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar
a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había
dicho: así será tu descendencia. Y no se debilitó en la fe al
considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo
de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara.
Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios,
sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios,
plenamente convencido de que era también poderoso para
hacer todo lo que había prometido; por lo cual también su
fe le fue contada por justicia” (subrayado fuera de texto).
ROMANOS 6:14: “Porque el pecado no se enseñoreará de
vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”
(subrayado fuera de texto).
ROMANOS 8: 2: “Porque la ley del Espíritu de vida en
Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la
muerte” (subrayado fuera de texto).
ROMANOS 8: 11: “Y si el Espíritu de aquel que levantó
de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de
los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros
cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros”
(subrayado fuera de texto).
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Jesucristo Sanador
ROMANOS 8:31-32: “¿Qué, pues, diremos a esto? Si
Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no
escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos
nosotros, ¿cómo no nos dará también con Él todas las
cosas?” (subrayado fuera de texto).
ROMANOS 10: 17: “Así que la fe es por el oír, y el oír,
por la palabra de Dios”.
1 CORINTIOS 3: 16: “¿No sabéis que sois templo de
Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?”
GÁLATAS 3:13-14 y 29: “Cristo nos redimió de la
maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque
está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero),
para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham
alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos
la promesa del Espíritu.
Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham
sois, y herederos según la promesa”.
Comentario: La maldición de la ley incluía toda clase de
enfermedad y plagas. Pero, por la obra completa de Cristo
en la cruz, ¡somos libres ya de ello!
EFESIOS 1: 16-23: “…no ceso de dar gracias por
vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones,
para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de
gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el
conocimiento de Él, alumbrando los ojos de vuestro
entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que
Él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su
herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de
su poder para con nosotros los que creemos, según la
operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo,
resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en
49
Jesucristo Sanador
los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y
poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no
sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió
todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre
todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud
de Aquel que todo lo llena en todo”.
Comentario: La supereminente grandeza de su poder para
con nosotros los que creemos hace posible que seamos
sanos, pues ¡es el mismo poder que resucitó a Cristo de
entre los muertos!
EFESIOS 5: 30:”Porque somos miembros de su cuerpo, de
su carne y de sus huesos”
Comentario: Somos miembros de Su carne y de Sus
huesos y ¡Jesús nunca estuvo ni estará enfermo!
EFESIOS 6: 1-3: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros
padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre,
que es el primer mandamiento con promesa; para que te
vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra” (subrayado
fuera de texto).
FILIPENSES 2:8-11: “...y estando en la condición de
hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta
la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le
exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo
nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda
rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo
de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el
Señor, para gloria de Dios Padre” (subrayado fuera de
texto).
Comentario: Ese Nombre, el Nombre de Jesús, está muy,
pero muy por encima de cualquier nombre de enfermedad o
dolencia y ¡por eso ante ese “Nombre sobre todo nombre”
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Jesucristo Sanador
toda rodilla se dobla, todo nombre de enfermedad se rinde
y se diluye!
COLOSENSES 1: 12-14: “Con gozo dando gracias al
Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de
los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las
tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien
tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados”
(subrayado fuera de texto).
COLOSENSES 2: 9-15: “Porque en Él habita
corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros
estáis completos en Él, que es la cabeza de todo principado
y potestad. En Él también fuisteis circuncidados con
circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el
cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo;
sepultados con Él en el bautismo, en el cual fuisteis
también resucitados con Él, mediante la fe en el poder de
Dios que le levantó de los muertos. Y a vosotros, estando
muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne,
os dio vida juntamente con Él, perdonándoos todos los
pecados, anulando el acta de los decretos que había contra
nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y
clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a
las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre
ellos en la cruz.” (subrayado fuera de texto).
1 TESALONISENSES 5: 23: “Y el mismo Dios de paz os
santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y
cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de
nuestro Señor Jesucristo” (subrayado fuera de texto).
HEBREOS 1: 1-4: “Dios, habiendo hablado muchas veces
y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los
profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo,
a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo
hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria,
51
Jesucristo Sanador
y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas
las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la
purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se
sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto
superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre
que ellos” (subrayado fuera de texto).
HEBREOS 2: 14-15: “Así que, por cuanto los hijos
participaron de carne y sangre, Él también participó de lo
mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el
imperio de la muerte, esto es, al diablo…” (subrayado fuera
de texto).
HEBREOS 4: 14-16: “Por tanto, teniendo un gran sumo
sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios,
retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo
sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras
debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra
semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues,
confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar
misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”
(subrayado fuera de texto).
HEBREOS 10: 23: “Mantengamos firme, sin fluctuar, la
profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que
prometió”
Comentario: Nuestra nueva naturaleza hace pues que nos
mantengamos conociendo, relacionándonos, recibiendo,
creyendo y confesando y confesando la Palabra de sanidad
sobre nuestras vidas.
HEBREOS 10: 35-36: “No perdáis, pues, vuestra
confianza, que tiene grande galardón; porque os es
necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad
de Dios, obtengáis la promesa”.
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Jesucristo Sanador
HEBREOS 11: 1: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se
espera, la convicción de lo que no se ve”
Comentario: por eso nuestra confesión es: ¡por el pacto de
sangre entre el Padre y el Hijo, a favor de nosotros, ya
hemos sido sanados!
HEBREOS 11: 6: “Pero sin fe es imposible agradar a
Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea
que le hay (que Él es), y que es galardonador de los que le
buscan” (paréntesis fuera de texto).
HEBREOS 12: 12-13: “Por lo cual, levantad las manos
caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas
para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino,
sino que sea sanado” (subrayado fuera de texto).
1 PEDRO 2: 24: “Quien llevó él mismo nuestros pecados
en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando
muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya
herida fuisteis sanados” (subrayado fuera de texto).
1 JUAN 3: 8: “El que practica el pecado es del diablo;
porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció
el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo”
(subrayado fuera de texto).
1 JUAN 4: 4: “Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis
vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el
que está en el mundo” (subrayado fuera de texto).
1 JUAN 5: 4-5: “Porque todo lo que es nacido de Dios
vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al
mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino
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Jesucristo Sanador
el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?” (subrayado fuera
de texto).
1 JUAN 5: 14-15: “Y esta es la confianza que tenemos en
Él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, Él
nos oye. Y si sabemos que Él nos oye en cualquiera cosa
que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le
hayamos hecho” (subrayado fuera de texto).
3 JUAN: 2: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en
todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu
alma” (subrayado fuera de texto).
2 TIMOTEO 1: 7: “Porque no nos ha dado Dios espíritu
de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”
(subrayado fuera de texto).
SANTIAGO 1: 7: “Toda buena dádiva y todo don perfecto
desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no
hay mudanza, ni sombra de variación”
Comentario: la sanidad es una buena dádiva, un buen
regalo de Dios que viene incluida en el “paquete” de la
salvación la cual también es por gracia y no por obras para
que nadie se gloríe (Efesios 2: 9).
SANTIAGO 4: 7: “Someteos, pues, a Dios; resistid al
diablo, y huirá de vosotros” (subrayado fuera de texto).
SANTIAGO 5: 14-16: “¿Está alguno enfermo entre
vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él,
ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración
de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si
hubiere cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos
vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para
que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede
mucho” (subrayado fuera de texto).
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Jesucristo Sanador
ANTIGUO TESTAMENTO
GENESIS 20: 17: “Entonces Abraham oró a Dios; y Dios
sanó a Abimelec y a su mujer, y a sus siervas, y tuvieron
hijos” (subrayado fuera de texto).
EXODO 15: 26: “Y dijo: Si oyeres atentamente la voz de
Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y
dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus
estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los
egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador”
(subrayado fuera de texto).
Comentario: Para quienes hoy estamos bajo la Gracia ya
no hay “mandamientos” ni “ley”. Quien cumplió la ley
completamente habita en nosotros, esto es Cristo Jesús,
Señor nuestro. El Señor Sanador hizo toda Su portentosa
obra en la cruz, nos dio sanidad y ahora la recibimos por la
fe del Hijo que nos habita. Jesucristo abolió en su carne las
enemistades, la ley de los mandamientos expresados en
ordenanzas (Efesios 2: 15) y ahora Él vive Su Portentosa
vida a través de nosotros (Gálatas 2: 20).
EXODO 20: 12: “Honra a tu padre y a tu madre, para que
tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da”
(subrayado fuera de texto).
LEVITICO 26: 3-9: “Si anduviereis en mis decretos y
guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra...
Porque yo me volveré a vosotros, y os haré crecer, y os
multiplicaré, y afirmaré mi pacto con vosotros”.
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Jesucristo Sanador
NUMEROS 23: 19:”Dios no es hombre, para que mienta,
ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no
hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?”
DEUTERONOMIO 5: 33: “Andad en todo el camino que
Jehová vuestro Dios os ha mandado, para que viváis y os
vaya bien, y tengáis largos días en la tierra que habéis de
poseer”.
DEUTERONOMIO 7:15: Y quitará Jehová de ti toda
enfermedad; y todas las malas plagas de Egipto, que tú
conoces, no las pondrá sobre ti, antes las pondrá sobre
todos los que te aborrecieren”.
DEUTERONOMIO 11: 21: “Para que sean vuestros días,
y los días de vuestros hijos, tan numerosos sobre la tierra
que Jehová juró a vuestros padres que les había de dar,
como los días de los cielos sobre la tierra”.
DEUTERONOMIO 30: 19-20: “A los cielos y a la tierra
llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto
delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición;
escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia;
amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y
siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación
de tus días...” (subrayado fuera de texto).
Comentario: Quienes vivimos bajo la Gracia, sabiendo que
Dios nos escogió desde antes de la fundación del mundo y
nos amó primero, vivimos en Jesucristo y Él vive en
nosotros. ¡Él es la vida!
2 REYES 20: 5: “Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi
pueblo: así dice Jehová, el Dios de David tu padre: yo he
oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te
sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová. Y añadiré a
tus días quince años, y te libraré a ti y a esta ciudad de
56
Jesucristo Sanador
mano del rey de Asiria; y ampararé esta ciudad por amor a
mí mismo, y por amor a David mi siervo. Y dijo Isaías:
Tomad masa de higos. Y tomándola, la pusieron sobre la
llaga, y sanó” (subrayado fuera de texto).
1 CRONICAS 29: 28: “Y murió en buena vejez, lleno de
días, de riquezas y de gloria; y reinó en su lugar Salomón
su hijo” (subrayado fuera de texto).
2 CRONICAS 6: 14: “Jehová Dios de Israel, no hay Dios
semejante a ti en el cielo ni en la tierra, que guardas el
pacto y la misericordia con tus siervos que caminan delante
de ti de todo su corazón…”
Comentario: Ahora, si el Espíritu está en nosotros,
vivimos bajo su multiforme y superabundante Gracia y no
bajo Su misericordia.
2 CRONICAS 16: 9: “Porque los ojos de Jehová
contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de
los que tienen corazón perfecto para con él...”
Comentario: Todos quienes hemos confesado a Jesús
como el Señor y creemos en nuestro corazón que Dios lo
resucitó de entre los muertos, hemos nacido de nuevo,
somos salvos y lo tenemos a Él, a Jesucristo, el Perfecto, en
nuestro corazón. Cuando Dios nos ve, ve a Su Hijo el
Perfecto, el Santo, el Único, el Amado. ¡De modo que se
trata de Él y no de nosotros!
2 CRONICAS 30: 20: “Y oyó Jehová a Ezequías, y sanó al
pueblo”.
JOB 5: 2: “Vendrás en la vejez a la sepultura,como la
gavilla de trigo que se recoge a su tiempo” (subrayado
fuera de texto).
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Jesucristo Sanador
JOB 37: 23: “Él es Todopoderoso, al cual no alcanzamos,
grande en poder;y en juicio y en multitud de justicia no
afligirá” (subrayado fuera de texto).
Comentario: El Todopoderoso habita en nosotros los que
creemos (hemos puesto toda nuestra confianza) en
Jesucristo y lo hemos confesado con nuestros labios como
Señor. Ahora no sólo Él no nos es inalcanzable sino que
¡nos habita! ¡Nosotros fuimos hechos justicia de Dios en
Cristo (2 Corintios 5: 21) porque Jesucristo pagó todo el
precio de mi pecado en la cruz y por eso somos justos!
SALMOS 23:1-4:“Jehová es mi pastor; nada me faltará.
En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a
aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma;me
guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
Aunque ande en valle de sombra de muerte,no temeré mal
alguno, porque tú estarás conmigo..” (subrayado fuera de
texto).
SALMOS 30: 2:“Jehová Dios mío,a ti clamé, y me
sanaste” (subrayado fuera de texto).
SALMOS 34: 19:”Muchas son las aflicciones del justo,
pero de todas ellas le librará Jehová” (subrayado fuera de
texto).
SALMOS 42: 11:“Por qué te abates, oh alma mía,y por
qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he
de alabarle, Salvación mía y Dios mío” (subrayado fuera de
texto).
SALMOS 67: 2: “Para que sea conocido en la tierra tu
camino,en todas las naciones tu salvación”.
Comentario: “Tu sanidad” en vez de “tu salvación”, dice
en ingles y en otras versiones, pero ya habíamos comentado
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Jesucristo Sanador
que la sanidad está incluida en el paquete de la salvación, a
igual que la prosperidad integral.
SALMOS 103: 3: “Él es quien perdona todas tus
iniquidades,el que sana todas tus dolencias…”(subrayado
fuera de texto).
SALMOS 107: 20: “Envió su palabra, y los sanó, y los
libró de su ruina” (subrayado fuera de texto).
SALMOS 147: 3: “Él sana a los quebrantados de corazón,
y venda sus heridas”.
PROVERBIOS 3: 1-2:“Hijo mío, no te olvides de mi ley,
Y tu corazón guarde mis mandamientos; Porque largura de
días y años de viday paz te aumentarán”.
Comentario: Ver mi comentario a ÉXODO 15: 26)
PROVERBIOS 4: 20-21:”Hijo mío, está atento a mis
palabras; inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus
ojos; Guárdalas en medio de tu corazón; porque son vida a
los que las hallan, y medicina a todo su cuerpo” (subrayado
fuera de texto).
PROVERBIOS 9: 11:“Porque por mí se aumentarán tus
días, y años de vida se te añadirán”.
PROVERBIOS 17: 22: “ El corazón alegre constituye
buen remedio; Mas el espíritu triste seca los huesos”.
Comentario: Por eso Cristo en nosotros nos da ese gran
gozo y nos hace reír, alegrarnos permanentemente, saltar de
dicha. Él quiere que nuestro gozo sea completo en Él y al
hacerlo nuestro corazón alegre se torna en medicina de
nuestra nueva naturaleza y actúa para bien.
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Jesucristo Sanador
ISAÍAS 40: 30-31: “Los muchachos se fatigan y se cansan,
los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová
tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas;
correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”.
ISAÍAS 41:10: “No temas, porque yo estoy contigo; no
desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre
te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi
justicia”.
ISAÍAS 53: 4: “Ciertamente llevó Él nuestras
enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le
tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas Él
herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros
pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por Su
llaga fuimos nosotros curados” (subrayado fuera de texto).
ISAÍAS 55: 11: “Así será mi palabra que sale de mi boca;
no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y
será prosperada en aquello para que la envié”.
JEREMÍAS 30: 17: “Mas yo haré venir sanidad para ti, y
sanaré tus heridas, dice Jehová; porque desechada te
llamaron, diciendo: esta es Sion, de la que nadie se
acuerda” (subrayado fuera de texto).
JEREMÍAS 33: 6: “He aquí que yo les traeré sanidad y
medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y
de verdad” (subrayado fuera de texto).
JOEL 3: 10: “Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas
de vuestras hoces; diga el débil: Fuerte soy” (subrayado
fuera de texto).
SOFONIAS 3: 17: “Jehová está en medio de ti, poderoso,
Él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor,
se regocijará sobre ti con cánticos”.
60
Jesucristo Sanador
MALAQUIAS 4: 2: “Más a vosotros los que teméis mi
nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá
salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la
manada” (subrayado fuera de texto).
Comentario: El temor del Señor fue cambiado por la
adoración. Bajo la Gracia Dios nos muestra que en el amor
no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el
temor; porque el temor lleva en sí castigo. Entonces, bajo
la Gracia, afirma el Señor que el que teme no ha sido
perfeccionado en el amor y que nosotros le amamos a Él,
porque Él nos amó primero (1 Juan 4: 18-19)
61
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JESUCRISTO SANADOR

  • 2. Jesucristo Sanador Carlos Mauricio Iriarte Neiva, Huila, Colombia.
  • 3. © 2017 by Carlos M Iriarte All rights reserved. ISBN: 978-1-326-61334-1 Las citas bíblicas corresponden a la versión Reina Valera 1960 de las Sociedades Bíblicas Unidas. Printed in Colombia.
  • 4. INTRODUCCIÓN Comparto con ustedes esta Palabra sustanciosa, con poder, y el testimonio de lo que esa Palabra hizo en mi familia. Pido al Señor Jesucristo que revele a sus corazones mucho más sobre la sanidad en este mundo azotado con tanta enfermedad y dolencia; que a través de Su Palabra encontremos alivio al recibir sanidad porque recibamos al Sanador quien es Jesucristo el Señor, y que todos los que han permanecido cautivos de esas dolencias reciban libertad, sean conscientes del refrigerio que Cristo es para todos sus cuerpos y puedan extender sus manos para recibir, por fe, abundancia en las demás áreas de sus vidas. i
  • 6.
  • 7. Gracias Dedico este libro a los quebrantados de corazón, a los que hasta hoy han permanecido cautivos de enfermedades y oprimidos por ellas, a los ciegos y a todos quienes aun no saben que ya Jesucristo, el Señor, compró su sanidad. iv
  • 8. CONTENIDO JESUCRISTO ES DIOS................................1 JESUCRISTO ES DIOS SANADOR............9 JESUCRISTO TIENE TODA POTESTAD Y AUTORIDAD.....................................................18 RECIBIMOS LA SANIDAD POR FE.......24 ACÁPITE ÚNICO: PALABRAS DE SANIDAD EN LA BIBLIA Y ALGUNOS COMENTARIOS................................................33
  • 9.
  • 10. Jesucristo Sanador JESUCRISTO ES DIOS Para abordar este fabuloso tema de la sanidad divina quiero compartir la historia del milagro que recibieron dos personas en las épocas del imperio romano por pura gracia del Señor Jescristo. Esa historia está en la biblia y es como sigue. “Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe. Y os digo que vendrán muchos del oriente y 1
  • 11. Jesucristo Sanador del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos; mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. Entonces Jesús dijo al centurión: Ve, y como creíste, te sea hecho. Y su criado fue sanado en aquella misma hora” (Mateo 8: 5-13). Todo este suceso acontece en Capernaum. Capernaum era una ciudad junto al mar de Galilea, ubicada en esa época en el límite que separaba la jurisdicción de Herodes Antipas de la jurisdicción de su hermano Felipe. Había allí una guarnición dirigida por un capitán romano o centurión, el cual había edificado la sinagoga judía de la ciudad. Siempre será recordada esa ciudad pues, además de haber sido la ciudad de Pedro y Andrés, también es llamada la ciudad de Cristo Jesús por haber sido el epicentro de Su ministerio, habiendo realizado allí muchos milagros y enseñado muchas veces en la sinagoga de la ciudad. También la recordaremos porque Cristo, el Señor, pronunció juicio tremendo sobre ésta y otras 2
  • 12. Jesucristo Sanador ciudades por su falta de arrepentimiento cuando había visto tantas señales en su tierra (Lucas 10: 13-15: “¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! que si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que sentadas en cilicio y ceniza, se habrían arrepentido. Por tanto, en el juicio será más tolerable el castigo para Tiro y Sidón, que para vosotras. Y tú, Capernaum, que hasta los cielos eres levantada, hasta el Hades serás abatida”). Digo esto porque seguramente la ciudad en que usted habita tendrá cosas en común con Capernaum. Muy seguramente ahí también se han visto milagros del Señor, lo cual la constituye en poderoso centro de operación de Cristo, el Señor, pues Él vive en muchos corazones de Cristianos asentados en esa ciudad. Muy seguramente, mientras en la ciudad que habita usted todos dicen creer en Dios, muchísimos en realidad han decidido estar lejos de Él, negándose a reconocer que Cristo es Señor. Pues bien, en una ocasión de las muchas que Jesucristo entró en la ciudad de Capernaum, 3
  • 13. Jesucristo Sanador se acercó ese Capitán Romano o Centurión, cuyo nombre no se menciona en la Biblia, rogándole y diciéndole: “Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado”. Recordemos que el centurión (en latín, centurio y en griego hekatontarchos) es el rango que ha recibido una mayor atención por parte de los estudiosos del ejército romano. Como leímos en Wikipedia, se trataba de oficiales “con un mando táctico y administrativo, siendo escogidos por sus cualidades de resistencia, templanza y mando. Comandaban una centuria, formada por 80 hombres, en función de las fuerzas en el momento dado y de si la centuria pertenecía o no a la Primera Cohorte (Agrupación)… Cada centurión era asistido en su centuria por un optio, un signifer y un tesserarius, suboficiales que reciben el nombre de principales. El primero era el lugarteniente del centurión -lo ayudaba en la táctica y en el mantenimiento de la disciplina y la forma física de los soldados- …, el segundo era el portaestandarte y tesorero de la centuria, y el último se encargaba de suministrar las contraseñas y 4
  • 14. Jesucristo Sanador de actuar de oficial de enlace”. (https://es.wikipedia.org/wiki/Centuri %C3%B3n). Como ya habrá notado, no fue cualquier persona que se acercó a Cristo Jesús. El Centurión era una autoridad romana respetada, perteneciente a una Legión considerada como la unidad de guerra más efectiva que ha tenido la humanidad. Por supuesto, debía lealtad a su emperador (en esa época Tiberio, sucesor de Augusto) y su filiación religiosa era la politeista acostumbrada en Roma, imperio en el cual se practicó el culto, también, a algunos emperadores declarados dioses. Precisamente el emperador Augusto había sido declarado dios en el año 14. Este era parte del contexto histórico de la escena y lo resalto porque, como observa, la Biblia dice que el Centurión se le acercó a Jesucristo y “rogándole” le dijo “Señor”. Si bien es cierto esta palabra “rogándole” no significa adoración (proskyneo) sí podemos decir que el Centurión le imploraba o le pedía fervorosamente a Jesucristo un favor inmerecido. Pero esa segunda palabra que 5
  • 15. Jesucristo Sanador trae la Biblia al mencionar que el Centurión le dijo a Cristo Jesús “Señor” sí merece un comentario pues esa palabra fue traducida del griego “Kyrios” que significa “amo soberano que gobierna toda la creación”. Entonces el cuadro es impactante porque se trata de un romano con la importancia que hemos descrito, en un lugar donde ejercía plena autoridad pues el imperio había invadido y subyugaba a Israel, practicante de una religión que hacía culto a sus gobernantes y otros por ellos considerados “dioses”, quien en ese momento reconoce al autor de la creación del cielo y de la tierra y le declara Señor con sus propios labios. Con esa declaración da por entendido que lo acepta como tal y se somete a Él. Esa declaración es producto de haber creido en su corazón que Cristo Jesús era (y es) Dios (2 Cor 4:13). Una tremenda enseñanza que fue plasmada en el evangelio para darnos muestras de que ¡ante Su Nombre excelso se dobla toda rodilla! ¡Jesucristo es Dios y será Dios por los siglos de los siglos! Su autoridad y soberanía merecen ser reconocidas en nuestra vida. Mejor: es urgente que Su Autoridad y 6
  • 16. Jesucristo Sanador Soberanía sean reconocidas y aceptadas en nuestras vidas. Sobre este particular los versículos 1 y 14 del Evangelio de Juan afirman: “En el principio era el Verbo (La Palabra), y el Verbo (La Palabra) era con Dios, y el Verbo (La Palabra) era Dios… Y aquel Verbo (La Palabra) fue hecho carne y habitó entre nosotros”. Ahora bien, Jesucristo, como lo dice el versículo 8vo del capítulo 13 de Hebreos, es el mismo ayer, hoy y por siempre. Frente a esta verdad podemos hacer una de dos cosas: aceptarla y creerla, o rechazarla y no creerla. Mi invitación ahora es a que acepte usted la Soberanía de Cristo Jesús, el Señor. Mi invitación ahora es a que acepte que Él es el mismo Dios hecho carne quien habitó entre nosotros, vivió y murió en la cruz por nosotros, pagando allí, con Su Preciosa Sangre, el precio de nuestro pecado, y quien resucitó al tercer día, ofreciéndonos hoy un lugar en el cielo, la vida eterna, que usted puede solamente recibir por fe en Él, poniendo toda su confianza en Él como Dios único y suficiente, sin fórmulas sacramentales con una sola oración o confesión o expression con su boca. Si así 7
  • 17. Jesucristo Sanador lo cree y lo quiere hacer, repita en voz audible a Él: Amado Jesucristo: Hoy acepto que eres Dios. Confieso con mi boca que Tú, Jesucristo, eres Señor; que de ahora en adelante eres mi Señor y Salvador, y creo en mi corazón que Dios te levantó de entre los muertos. Te recibo a Ti Quien eres la Vida Eterna y te doy gracias por la completa obra en la cruz, la cual hiciste en mi beneficio. Te doy gracias por tu infinito amor y por haber pagado con tu Sangre Preciosa todo cuanto yo merecía pagar, amén. 8
  • 18. Jesucristo Sanador JESUCRISTO ES DIOS SANADOR Habíamos dicho, y es verdad, que Jesucristo es Dios y es el mismo ayer, hoy y siempre. Pues bien, leamos en la Biblia el texto de Éxodo 15: 22-26: “E hizo Moisés que partiese Israel del Mar Rojo, y salieron al desierto de Shur; y anduvieron tres días por el desierto sin hallar agua. Y llegaron a Mara, y no pudieron beber las aguas de Mara, porque eran amargas; por eso le pusieron el nombre de Mara. Entonces el pueblo murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Qué hemos de beber? Y Moisés clamó al Señor, y el Señor le mostró un árbol; y lo echó en las aguas, y las aguas se endulzaron. Allí les dio estatutos y ordenanzas, y allí los probó; y dijo: Si oyeres atentamente la voz del Señor tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna 9
  • 19. Jesucristo Sanador enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy el Señor tu sanador”. (Subrayado y negrillas fuera de texto). Cito lo anterior sólo para confirmar que Dios era conocido como el Señor Sanador en el Antiguo Testamento. Así mismo puede leerse en Deuteronomio 7: 12-14: “Y por haber oído estos decretos y haberlos guardado y puesto por obra, el Señor tu Dios guardará contigo el pacto y la misericordia que juró a tus padres. Y te amará, te bendecirá y te multiplicará, y bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra, tu grano, tu mosto, tu aceite, la cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas, en la tierra que juró a tus padres que te daría. Bendito serás más que todos los pueblos; no habrá en ti varón ni hembra estéril, ni en tus ganados. Y quitará el Señor de ti toda enfermedad; y todas las malas plagas de Egipto, que tú conoces, no las pondrá sobre ti, antes las pondrá sobre todos los que te aborrecieren” (Subrayado y negrillas fuera de texto). 10
  • 20. Jesucristo Sanador Y aun más, en Salmos 103: 1-5: “Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. El es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias; el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias; el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila”. (Subrayado y negrillas fuera de texto). Jesucristo es el mismo Señor de quien hablan esas Escrituras. Él mismo se presentó varias veces con en nombre de Gran Yo Soy (YHWH) mientras estuvo entre los judíos. “Yo Soy” es la forma gramatical que empleó Dios para nombrarse a sí mismo cuando Moisés le pidió que le dijera Su nombre en Éxodo 3: 13-14: “Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? 14Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de 11
  • 21. Jesucristo Sanador Israel: YO SOY me envió a vosotros”. (Subrayado y negrillas fuera de texto). Jesucristo, nuestro Señor, repitió esa fórmula varias veces para identificarse. Veamos Juan 8: 23-28: “Y les dijo: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis. Entonces le dijeron: ¿Tú quién eres? Entonces Jesús les dijo: Lo que desde el principio os he dicho. Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros; pero el que me envió es verdadero; y yo, lo que he oído de él, esto hablo al mundo. Pero no entendieron que les hablaba del Padre. Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo”. (Subrayado y negrillas fuera de texto). Por otro lado, es verdad que Su Palabra Santa es sanadora, la Palabra de Dios sana. Leámos Salmos 107: 19-20: “Pero clamaron a Jehová en su angustia, y los 12
  • 22. Jesucristo Sanador libró de sus aflicciones. Envió su palabra, y los sanó, y los libró de su ruina”. Y Mateo 8: 16 lo confirma: “Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos…” (Subrayado y negrillas fuera de texto). ¡Y Él, Jesucristo, es la Palabra! Por eso mismo podemos afirmar que la Biblia no es un libro cualquiera. Ni siquiera es un libro. Es una persona: la Persona de Cristo Jesús el Señor. Sigamos con nuestro relato. El mismo Jesucristo es Quien manifiesta aquí Su Voluntad indeclinable y siempre dispuesta para sanar. Fíjese que una vez el Centurión le ruega que sane su criado, Cristo Jesús, inmediatamente, le dice que Él irá y le sanará. No pregunta dónde está el criado, si está lejos o cerca, no pregunta quién es el criado, qué clase de persona es, si se ha portado mal o bien, si es pecador o no, si va a la iglesia o a cual iglesia va, ni siquiera 13
  • 23. Jesucristo Sanador pregunta por su nombre, simplemente manifiesta “Yo iré y le sanaré”. Jesucristo es el mismo Señor Sanador del Antiguo Testamento, el mismo Dios que sana de todos los tiempos. Él tiene el Poder para sanar cualquier enfermedad porque y alas sanó todas cuando murió llagado en la cruz. Su Nombre es sobre todo nombre y por eso todo nombre de enfermedad debe doblar su rodilla ante Jesucristo, el Señor. De Jesucristo brotaba, salía, poder sanador. Eso está escrito varias veces en la Biblia. Leámos Marcos 5: 25-30: “Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto. Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote. Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder (SANADOR) que había salido de él, volviéndose a la multitud, 14
  • 24. Jesucristo Sanador dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos?” (Negrillas y mayúscula fuera de texto). La mujer era maldita por la época. La Ley de Moisés la condenaba porque establecía que cuando a una mujer le siguiere el flujo de su sangre por muchos días fuera del tiempo de su costumbre, o cuando tuviere flujo de sangre más de su costumbre, todo el tiempo de su flujo era inmunda como en los días de su costumbre. 26 También establecía la Ley que toda cama en que durmiere todo el tiempo de su flujo, le sería como la cama de su costumbre; y todo mueble sobre que se sentare, era inmundo, como la impureza de su costumbre. 27 Además, cualquiera que tocare esas cosas era inmundo. Porúltimo, ordenaba la Ley de Moisés que cuando esa mujer fuere libre de su flujo, debía contar siete días para que fuera limpia, y, una vez limpia, el octavo día, debía tomar consigo dos tórtolas o dos palominos, y llevarlos al sacerdote, a la puerta del tabernáculo de reunión; para que éste hiciera ofrenda por el pecado y holocausto; pudiéndola el sacerdote, sólo en ese momento, purificarla delante del Señor del flujo de su impureza. 15
  • 25. Jesucristo Sanador ¡Imáginemonos entonces en qué condición estaba una que durante 12 años había padecido ese flujo de sangre! Nadie la determinaba, la Ley la condenaba a ser como unreo de justicia. No podía entrar a las sinagogas, ni tener ninguna clase de vida social. No tenía amigos. ¡La maldición era su tormento! Pero ella oyó hablar de Cristo Jesús y creyó. Creyó en Su Majestad, creyó en Su Poder, ¡creyó en el Hijo! Creyó que Cristo era el mismo Dios Sanador de Israel. Que bastaría tocarle para que Su Extraordinario Poder Divino le liberara de su yugo. Y, entonces, ¡se determinó a tocar La Gracia, como fuera! Ella estaba convencida de que no merecía nada de parte de Dios pero creyó en que Cristo Jesús era La Gracia de Dios que justamente le daría su sanidad sin merecerlo, ¡solamente por ser Él Dios de infinita Gracia! Y eso exactamente sucedió. También leemos en Lucas 6: 17-19: “Y descendió con ellos, y se detuvo en un lugar llano, en compañía de sus discípulos y de una gran multitud de gente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón, que había venido para oírle, y 16
  • 26. Jesucristo Sanador para ser sanados de sus enfermedades; y los que habían sido atormentados de espíritus inmundos eran sanados. Y toda la gente procuraba tocarle, porque poder (sanador) salía de él y sanaba a todos”. (Subrayado y negrillas fuera de texto). Tambien en el anterior pasaje podemos ver el Esplendor de La Gracia que esparcía sanidad y favor inmerecido durante todo su recorrido. Jesucristo era el mismo Dios Sanador en esa época, lo era antes de esa época, lo es hoy y lo será siempre. Él es el Árbol de Vida desde el génesis (Génesis 2:9) hasta el Apocalipsis (Apocalipsis 22:2 y 14). 17
  • 27. Jesucristo Sanador JESUCRISTO TIENE TODA POTESTAD Y AUTORIDAD Jesucristo mismo dijo que a Él había sido dada TODA potestad en el cielo y en la tierra. Jesucristo, entonces, tiene autoridad y la ejerce. Enseñó con autoridad. Así lo vemos en Mateo 7:28-29: “Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas”. (Subrayado y negrillas fuera de texto). Ejercía y ejerce esa autoridad sobre la naturaleza, como cuando hizo calmar la tempestad en el mar de Galilea. Mateo 8: 23-27 nos lo cuenta: “Y entrando Él en la barca, sus discípulos le siguieron. Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero Él dormía. Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que 18
  • 28. Jesucristo Sanador perecemos! Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza. Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?” (Negrillas fuera de texto). Ejercía y ejerce esa autoridad sobre los espíritus, como nos da testimonio el relato de Marcos 1: 23-27: “Pero había en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu inmundo, que dio voces, diciendo: ¡Ah! ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios. Pero Jesús le reprendió, diciendo: ¡Cállate, y sal de él! Y el espíritu inmundo, sacudiéndole con violencia, y clamando a gran voz, salió de él. Y todos se asombraron, de tal manera que discutían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es esta, que con autoridad manda aun a los espíritus inmundos, y le obedecen?” (Negrillas fuera de texto). 19
  • 29. Jesucristo Sanador Ejercía y ejerce esa autoridad y potestad sobre las enfermedades y dolencias, como lo hace acá en este pasaje que estudiamos de Mateo. Por eso, cuando Jesucristo dice al Centurión que Él irá a sanar al criado, el Centurión le replica: “Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace”. El Centurión no se “sentía” digno de que Jesucristo visitara su casa y entrara en ella. Era una manera de expresar que él creía que por lo que había el hecho, sus pecados, su forma de vida y por lo que él representaba, no era merecedor de favor alguno de parte de Dios, pero que aún sin ser digno, él podia creer que Dios le iba a conceder esa petición por pura Gracia. Algunos enseñan que aun los hijos de Dios son indignos de Cristo Jesús por cometer faltas. ¡Pero no! Los hijos de Dios 20
  • 30. Jesucristo Sanador (aquellos quienes hemos recibido Su Salvación por creer en Jesucristo y confesarlo con nuestros labios como Resucitado y Vivo) ¡somos completamente dignos! Si usted es hijo de Dios, entonces ¡también es digno! No porque usted lo sienta así. No porque usted lo merezca o lo haya Ganado. No. Usted es digno porque ¡Dios lo hizo digno al escogerlo desde antes de la fundación del mundo, al salvarlo, al amarlo primero! Usted es digno porque Jesucristo el Único Digno está en usted, es Su Señor, lo habita. ¡Usted es digno para el Padre porque Él ve Su Digno Hijo en usted! Además, el Centurión conocía qué era la autoridad, la ejercía sobre los 80 legionarios soldados del ejército romano bajo su mando. Él sabía que la autoridad se ejercía con la palabra, como la autoridad de cualquier emperador o rey o gobernante, el cual decreta y eso que decreta se cumple. Pero aquí lo de resaltar es que un impío romano supiera y confiara en que Jesucristo, a quien se dirigía, tenía y podía ejercer ese tipo de autoridad. Con estas palabras ratificaba que creía en su corazón que Jesucristo era el Kyrios, Señor y Dueño de toda la creación y 21
  • 31. Jesucristo Sanador que podía ordenar sobre ella, hacer cumplir Su Palabra con solo hablarla. Que tenía el poder de la vida y la muerte. ¡Que tenía todo el poder y autoridad en el cielo y la tierra! Que todo, seres animados e inanimados, sometidos a Su autoridad, no podían sino sujetarse a Su Palabra de Poder. ¡Tremendo eso! El centurión sabía perfectamente la relación entre autoridad, sujeción y obediencia. Por eso dijo que cuando él mismo ordenaba al uno ir, ese iba y al otro venir, ese venía, pero cuando ordenaba a un Siervo hacer, este hacía. El centurión creía en su corazón que Jesucristo era Dios y lo declaró con su boca. Al actuar así, obró con la fe que el mismo Cristo Jesús le dio, tuvo la certeza absoluta de la sanidad que él esperaba para su criado y la convicción de lo que no podía ver que era precisamente esa sanidad. Eso mismo es lo que estamos llamados a hacer los cristianos: creer en nuestro corazón que para Cristo Jesús nada es imposible, declararlo con nuestra boca y pasar a la acción, dando pasos en la fe del Hijo. 22
  • 32. Jesucristo Sanador Fue tanta la certidumbre que el hombre tenía de esas cosas y la creencia de que Cristo Jesús podía sanar de esa manera a su criado que Jesucristo el Señor se asombró de él. ¡Imagínese al mismo Dios, creador del cielo y la tierra, maravillado, asombrado de un simple romano! Eso quiere decir que Dios se asombra, se maravilla y se agrada cuando tenemos la clase de fe de Dios, expresamos la fe de Dios, ponemos en acción la fe de Dios porque ¡Sin fe es imposible agradar a Dios (Heb 11:6)! Y esa clase de fe es de la que habla Hebreos 12: 2 cuando afirma que Cristo es el Autor y Consumador de la fe. Esto quiere decir entonces que la fe no es una doctrina o una obra nuestra. Le fe es una persona: ¡Cristo Jesús Salvador nuestro! Jesucristo Dios, quien se asombró, se maravilló del romano por la fe que mostró, ¡también se asombrará y maravillará de usted, colombiano o de cualquier nacionalidad, ¡por la fe del Hijo que usted ya tiene y que pone en práctica! 23
  • 33. Jesucristo Sanador RECIBIMOS LA SANIDAD POR FE Dios es quien puede sanar, ha sanado ya y sana. Decimos que ya ha sanado porque conocemos el pasaje de Isaías 53, el cual es ratificado en el Nuevo Testamento, en 1 Pedro 2: 24: “Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por Su llaga fuimos nosotros curados” (Subrayado y negrillas fuera de texto). Sabemos que los verbos aquí están en pasado, al igual que en el libro de Isaías, escrito varios siglos antes de que naciera Cristo. Jesucristo, el Señor, ya proveyó sanidad en la cruz para que usted y yo seamos sanos. Entonces, no pida que Jesús lo sane mañana o más tarde. Crea en su corazón que Cristo compró con Su Sangre esa sanidad en la cruz para usted y declare que ya está sano en el nombre de Jesucristo nuestro Señor y que recibe esa sanidad que 24
  • 34. Jesucristo Sanador ya está dada en el cielo para usted o la persona que usted aprecie. Sólo basta recibir esa sanidad por medio de la fe que es en Cristo Jesús. La sanidad es producto de la Gracia de Dios y todo lo que viene de Su Gracia es, como ese nombre lo indica, ¡Gratis! No merecemos eso ni podemos ganarlo, pero Dios entonces proveyó un medio, un instrumento que nos sirve para estirar nuestro brazo y recibir Su Gracia sanadora, al igual que recibimos Su Gracia Salvadora. Necesitamos sencillamente la fe del Hijo que precisamente Él mismo nos da para recibir la salvación. ¡Quien hizo la obra sanadora fue Jesucristo el Señor! Sólo teniendo la fe del Hijo podemos recibir la Gracia abundante de Dios que es como la fuerza de Su Poder: ¡Supereminente! Volvamos a la Escritura. Jesucristo, después de maravillarse por la fe del Centurión, dice que ¡ni aun entre el pueblo suyo de Israel ha hallado tanta fe! Y profetiza que Su Salvación ¡llegará a todos los pueblos del mundo! 25
  • 35. Jesucristo Sanador Jesucristo, entonces, simplemente le dice al Centurión: “Ve, y como creíste, te sea hecho”. Jesucristo le dijo al centurión que la sanidad de su criado fue concedida al Centurión. ¡Oh maravillosa Gracia del Salvador! Cuenta enseguida el evangelio de Mateo que el criado del Centurión fue sano en ese mismo momento en el cual Cristo Jesús pronunció esas palabras. Cada vez que leo un versículo que nos narra una sanidad hecha por Jesucristo ¡mi corazón se conmueve, mi esperanza se fortalece, la fe de Él se agranda en mi, mi gozo crece! Además, noto que no hay nunca en Jesucristo manifestaciones de teatro ni espectacularidad en la actuación sino solo en el resultado. Con actos sencillos, con mensajes directos, palabras en tono moderado pero con autoridad y poder, sin show, la gente es sanada. ¡Claro ejemplo para estas y todas las épocas! Ahora bien: ¿quién se sanó? ¡El Criado! Él ni siquiera se había enterado de todo eso, él estaba postrado, grave, a punto de morir. 26
  • 36. Jesucristo Sanador Muy seguramente no conocía a Cristo Jesús, probablemente nunca había hablado con Él ni oído hablar de Él. No se enteró de nada. ¡Sólo supo que estaba muy grave y de un momento a otro, de repente, sanó! No merecía nada, no hizo nada, no podía ganar nada pues no se podía ni mover. Pero la Gracia de Dios se extendió hasta él, como sucede con todo lo que Dios hace. El Criado recibió gracia porque su amo, su patrón, el hombre bajo autoridad del cual él permanecía creyó y confesó con fe que podía recibir del Señor Jesucristo la sanidad para él. Una enseñanza tremenda también, pues Dios nos dice aquí que cada vez que creemos y confesamos, que actuamos con la fe del Hijo, que nos movemos en la fe del Hijo, ¡nuestro entorno es afectado positivamente! ¡Nuestra casa se sana, se salva! ¡Oh maravilloso Dios, majestuoso Jesucristo, tu soberanía es sobre todo! ¡Que maravilloso saber que eres nuestro Dios! Soy testigo de muchos milagros parecidos a este, pero quiero contarles sobre uno en especial que vivi en mi familia. Lo hizo el mismo Jesucristo con mi papá hace algunos años. Mi papá sufrió un infarto mientras 27
  • 37. Jesucristo Sanador estábamos varios hijos suyos con mi mamá haciéndole visita y no nos dimos cuenta porque él simplemente se durmió profundamente y después no lo pudimos despertar. Lo llevamos en ambulancia a urgencias de la clínica y seguidamente ellos ordenaron internarlo en la UCI. Cuando lo visité allí al día siguiente sentí mucho dolor al ver la gravedad de su estado. Todos estábamos seguros de que moriría. ¡Creo que todos alcanzamos a llorar su muerte inminente! Sin saber cómo hacerlo empezamos a orar con mi esposa aceptando su inminente muerte. Pero Dios me dijo después “Él no morirá sino que vivirá. Sólo decláralo. Yo lo he sanado”. No entendí muy bien eso, pues era consciente de lo natural que era la muerte de mi padre, un hombre en ese entonces de aproximadamente 83 años, con complicaciones cardiacas, diabético, con cáncer de piel y quien hace varios años se deleitaba diciendo que quería ya morir. Sin embargo, le conté a mi esposa lo que Dios me había dicho y empezamos a orar diferente. Empecé a enviarle a todos mis parientes los versículos de sanidad que Dios 28
  • 38. Jesucristo Sanador me mostraba para que oraran de acuerdo con ellos (Salmos 91:16; Jeremías 33:6, Hechos 4:30, Éxodo 23:25, Juan 11:4, Salmo 23, Mateo 12:20, Salmos 117:17). Le dije a los niños que oraran con base en esos versículos, copiándolos en mis mensajes de chat o texto. Ese lunes nos reunimos todos los miembros de mi familia, les hablé de lo que Jesucristo había hecho con el Centurión y su criado (leyéndoles todo el pasaje), les hablé de lo que significa la fe de Cristo y cómo movernos en ella, les dije que Jesucristo era hoy el mismo de aquella época, que si aceptábamos Su soberanía en nuestras vidas, reconociéndole como Señor y Dios, como nuestro Señor, confesándolo con nuestra boca seríamos salvos; que si además creíamos en nuestro corazón, confesando con nuestra boca que Él es el mismo ayer, hoy y siempre, y creíamos en nuestro corazón y confesábamos con nuestra boca que Él haría con mi papá como hizo con el siervo del centurión, mi papá entonces saldría de la UCI. Eso hicimos. Declaramos todos que Cristo es el Señor y creímos todos en nuestros corazones que Dios lo resucitó de entre los 29
  • 39. Jesucristo Sanador muertos. Después declaramos todos con autoridad, en el nombre de Jesucristo, que mi papá era sano en esa hora, sabiendo que Cristo vive en nosotros y Su autoridad habita en nosotros. Al día siguiente, martes, mi papá fue sacado de la Unidad de Cuidados Intensivos a una pieza de la clínica. A veces estaba muy desanimado, otras bien, pero seguíamos orando. Después, para la gloria del Hijo de Dios, mi padre pudo ir a casa, con las limitaciones de su edad, pero rodeado de los suyos, quienes pudieron reconocer que hay poder en La Palabra. Que Jesucristo es Señor. Que si la Biblia lo dice, lo creemos y confesamos en Su Nombre, que si lo creemos y confesamos en Su Nombre Él, Jesucristo el Señor, lo hace, y ¡si Él lo hace es porque hecho está! (Apocalipsis 21:6). ¿Usted o alguna persona que usted ama mucho está enfermo en estos momentos? Bueno, en esta Palabra usted tiene una ruta segura para recibir la sanidad que usted o esa persona necesita. Simplemente Oremos: Padre nuestro que estás en los cielos, Tu Palabra nos reconforta 30
  • 40. Jesucristo Sanador y es verdad, Tu Palabra nos hace libres de enfermedad, libre de dolencias, libre de virus, libre de ataques del enemigo a nuestro cuerpo. ¡Tu Palabra es sencillamente Jesucristo el Señor! Te alabamos porque la obra inigualable de Tu Hijo Jesucristo en la cruz nos dio sanidad completa. Tenemos un corazón agradecido porque a ti te ha placido regalarnos esa provisión gratuita de sanidad a nuestras vidas. Hoy reconocemos la soberanía de Tu Hijo Jesucristo el Señor, reconocemos Su Autoridad, reconocemos que Su Nombre es sobre todo nombre que se nombra en la tierra y en el cielo. Nos rendimos a Él. Le recibimos en nuestro corazón como Señor y Salvador de nuestras vidas. Declaramos en esta hora, con la autoridad delegada que Cristo nos has dado, sabiendo que Él habita en nosotros, que somos sanos por las llagas de Él en la cruz; sabiendo que Tú envíaste Tu Palabra y nos sanaste ya de toda enfermedad y dolencia. Recibimos esa sanidad en la fe del Hijo, sin dudar nada, creyendo que eso que decimos es hecho porque fue hecho por Cristo Jesús, el Señor, en la cruz; y cantamos himnos de alabanza en honor a Tu Nombre porque eres 31
  • 41. Jesucristo Sanador Santo y Tu Gracia es para siempre. Te agradecemos porque toda dádiva y don perfecto a nuestras vidas vienen de ti, en el nombre de Cristo Jesús Salvador y Sanador nuestro, amen. 32
  • 42. Jesucristo Sanador ACÁPITE ÚNICO: PALABRAS DE SANIDAD EN LA BIBLIA Y ALGUNOS COMENTARIOS NUEVO TESTAMENTO MATEO 4: 4: “El respondió y dijo: escrito está: no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. MATEO 4: 23-24: “Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y se difundió su fama por toda Siria; y le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos; y los sanó” (subrayado fuera de texto). MATEO 7: 11: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” (subrayado fuera de texto). MATEO 8: 2-3: “Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: quiero; sé 33
  • 43. Jesucristo Sanador limpio. Y al instante su lepra desapareció” (subrayado fuera de texto). MATEO 8: 16: “Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos…” (subrayado fuera de texto). MATEO 8: 14-17: “Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de éste postrada en cama, con fiebre. Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía. Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: Él mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias” (subrayado fuera de texto). MATEO 9: 20-22: “He aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; porque decía dentro de sí: si tocare solamente su manto, seré salva. Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado. Y la mujer fue salva desde aquella hora” (subrayado fuera de texto). MATEO 9: 27-36: “Pasando Jesús de allí, le siguieron dos ciegos, dando voces y diciendo: ¡ten misericordia de nosotros, Hijo de David! Y llegado a la casa, vinieron a Él los ciegos; y Jesús les dijo: ¿creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: sí, Señor. Entonces les tocó los ojos, diciendo: conforme a vuestra fe os sea hecho. Y los ojos de ellos fueron abiertos. Y Jesús les encargó rigurosamente, diciendo: mirad que nadie lo sepa. Pero salidos ellos, divulgaron la fama de él por toda aquella tierra. Mientras salían ellos, he aquí, le trajeron un mudo, endemoniado. Y echado fuera el demonio, el mudo habló; 34
  • 44. Jesucristo Sanador y la gente se maravillaba, y decía: nunca se ha visto cosa semejante en Israel. Pero los fariseos decían: por el príncipe de los demonios echa fuera los demonios. Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor” (subrayado fuera de texto). MATEO 10: 1: “Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia” (subrayado fuera de texto). MATEO 11: 2-6: “Y al oír Juan, en la cárcel, los hechos de Cristo, le envió dos de sus discípulos, para preguntarle: ¿eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro? Respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí” (subrayado fuera de texto). MATEO 11: 28-30: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (subrayado fuera de texto). MATEO 12: 15: “Sabiendo esto Jesús, se apartó de allí; y le siguió mucha gente, y sanaba a todos” (subrayado fuera de texto). 35
  • 45. Jesucristo Sanador MATEO 14: 13-14: “Oyéndolo Jesús, se apartó de allí en una barca a un lugar desierto y apartado; y cuando la gente lo oyó, le siguió a pie desde las ciudades. Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos” (subrayado fuera de texto). MATEO 14: 34-36: “Y terminada la travesía, vinieron a tierra de Genesaret. Cuando le conocieron los hombres de aquel lugar, enviaron noticia por toda aquella tierra alrededor, y trajeron a él todos los enfermos; y le rogaban que les dejase tocar solamente el borde de su manto; y todos los que lo tocaron, quedaron sanos” (subrayado fuera de texto). MATEO 15: 29-31: “Pasó Jesús de allí y vino junto al mar de Galilea; y subiendo al monte, se sentó allí. Y se le acercó mucha gente que traía consigo a cojos, ciegos, mudos, mancos, y otros muchos enfermos; y los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó; de manera que la multitud se maravillaba, viendo a los mudos hablar, a los mancos sanados, a los cojos andar, y a los ciegos ver; y glorificaban al Dios de Israel” (subrayado fuera de texto). MATEO 18: 19: “Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos”. MARCOS 5: 1-43: “Vinieron al otro lado del mar, a la región de los gadarenos. Y cuando salió Él de la barca, en seguida vino a su encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo, que tenía su morada en los sepulcros, y nadie podía atarle, ni aun con cadenas. Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y desmenuzados los grillos; y nadie le podía dominar. Y 36
  • 46. Jesucristo Sanador siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras. Cuando vio, pues, a Jesús de lejos, corrió, y se arrodilló ante Él. Y clamando a gran voz, dijo: ¿qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes. Porque le decía: sal de este hombre, espíritu inmundo. Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo; porque somos muchos. Y le rogaba mucho que no los enviase fuera de aquella región. Estaba allí cerca del monte un gran hato de cerdos paciendo. Y le rogaron todos los demonios, diciendo: envíanos a los cerdos para que entremos en ellos. Y luego Jesús les dio permiso. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los cerdos, los cuales eran como dos mil; y el hato se precipitó en el mar por un despeñadero, y en el mar se ahogaron. Y los que apacentaban los cerdos huyeron, y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y salieron a ver qué era aquello que había sucedido. Vienen a Jesús, y ven al que había sido atormentado del demonio, y que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo. Y les contaron los que lo habían visto, cómo le había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los cerdos. Y comenzaron a rogarle que se fuera de sus contornos. Al entrar él en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que le dejase estar con él. Mas Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti. Y se fue, y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Jesús con él; y todos se maravillaban. Pasando otra vez Jesús en una barca a la otra orilla, se reunió alrededor de él una gran multitud; y Él estaba junto al mar. Y vino uno de los principales de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró a sus pies, y le 37
  • 47. Jesucristo Sanador rogaba mucho, diciendo: mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá. Fue, pues, con él; y le seguía una gran multitud, y le apretaban. Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto. Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote. Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿quién ha tocado mis vestidos? Sus discípulos le dijeron: ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿quién me ha tocado? Pero él miraba alrededor para ver quién había hecho esto. Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad. Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote. Mientras él aún hablaba, vinieron de casa del principal de la sinagoga, diciendo: tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro? Pero Jesús, luego que oyó lo que se decía, dijo al principal de la sinagoga: no temas, cree solamente. Y no permitió que le siguiese nadie sino Pedro, Jacobo, y Juan hermano de Jacobo. Y vino a casa del principal de la sinagoga, y vio el alboroto y a los que lloraban y lamentaban mucho. Y entrando, les dijo: ¿por qué alborotáis y lloráis? La niña no está muerta, sino duerme. Y se burlaban de Él. Mas Él, echando fuera a todos, tomó al padre y a la madre de la niña, y a los que estaban con Él, y entró donde estaba la niña. Y tomando la mano de la niña, le dijo: talita cumi; que traducido es: niña, a ti te digo, levántate. Y luego la niña se levantó y andaba, pues tenía doce años. Y se espantaron grandemente. Pero Él les 38
  • 48. Jesucristo Sanador mandó mucho que nadie lo supiese, y dijo que se le diese de comer” (subrayado fuera de texto). MARCOS 7: 25-37: “Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se postró a sus pies. La mujer era griega, y sirofenicia de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio. Pero Jesús le dijo: Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos. Respondió ella y le dijo: sí, Señor; pero aun los perrillos, debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos. Entonces le dijo: por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija. Y cuando llegó ella a su casa, halló que el demonio había salido, y a la hija acostada en la cama. Volviendo a salir de la región de Tiro, vino por Sidón al mar de Galilea, pasando por la región de Decápolis. Y le trajeron un sordo y tartamudo, y le rogaron que le pusiera la mano encima. Y tomándole aparte de la gente, metió los dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua; y levantando los ojos al cielo, gimió, y le dijo: Efata, es decir: Sé abierto. Al momento fueron abiertos sus oídos, y se desató la ligadura de su lengua, y hablaba bien. Y les mandó que no lo dijesen a nadie; pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban. Y en gran manera se maravillaban, diciendo: bien lo ha hecho todo; hace a los sordos oír, y a los mudos hablar” (subrayado fuera de texto). MARCOS 9: 17-29: “Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo, el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron. Y respondiendo Él, les dijo: ¡oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo. Y se lo trajeron; y cuando el espíritu 39
  • 49. Jesucristo Sanador vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho, quien cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos. Jesús preguntó al padre: ¿cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: desde niño. Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos. Jesús le dijo: si puedes creer, al que cree todo le es posible. E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: creo; ayuda mi incredulidad. Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él. Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndole con violencia, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: está muerto. Pero Jesús, tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó” (subrayado fuera de texto). MARCOS 11: 22-26: “Respondiendo Jesús, les dijo: tened fe en Dios. Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá. Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas” (subrayado fuera de texto). MARCOS 16: 15-20: “Y les dijo: id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: en mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán. 40
  • 50. Jesucristo Sanador Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios. Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén” (subrayado fuera de texto). LUCAS 4: 16-21: “Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;A pregonar libertad a los cautivos,y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos;a predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros” (subrayado fuera de texto). LUCAS 4: 33-36 y 40-41: “Estaba en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu de demonio inmundo, el cual exclamó a gran voz, diciendo: Déjanos; ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Yo te conozco quién eres, el Santo de Dios. Y Jesús le reprendió, diciendo: cállate, y sal de él. Entonces el demonio, derribándole en medio de ellos, salió de él, y no le hizo daño alguno. Y estaban todos maravillados, y hablaban unos a otros, diciendo: ¿qué palabra es esta, que con autoridad y poder manda a los espíritus inmundos, y salen? …Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades los traían a Él; y Él, poniendo las 41
  • 51. Jesucristo Sanador manos sobre cada uno de ellos, los sanaba. También salían demonios de muchos, dando voces y diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. Pero Él los reprendía y no les dejaba hablar, porque sabían que Él era el Cristo” (subrayado fuera de texto). LUCAS 6: 6-10: “Aconteció también en otro día de reposo, que Él entró en la sinagoga y enseñaba; y estaba allí un hombre que tenía seca la mano derecha. Y le acechaban los escribas y los fariseos, para ver si en el día de reposo lo sanaría, a fin de hallar de qué acusarle. Mas Él conocía los pensamientos de ellos; y dijo al hombre que tenía la mano seca: levántate, y ponte en medio. Y él, levantándose, se puso en pie. Entonces Jesús les dijo: os preguntaré una cosa: ¿es lícito en día de reposo hacer bien, o hacer mal? ¿salvar la vida, o quitarla? Y mirándolos a todos alrededor, dijo al hombre: extiende tu mano. Y él lo hizo así, y su mano fue restaurada” (subrayado fuera de texto). LUCAS 6: 17-19: “Y descendió con ellos, y se detuvo en un lugar llano, en compañía de sus discípulos y de una gran multitud de gente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón, que había venido para oírle, y para ser sanados de sus enfermedades; y los que habían sido atormentados de espíritus inmundos eran sanados. Y toda la gente procuraba tocarle, porque poder salía de Él y sanaba a todos” (subrayado fuera de texto). LUCAS 13: 11-17: “Y había allí una mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de enfermedad, y andaba encorvada, y en ninguna manera se podía enderezar. Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: mujer, eres libre de tu enfermedad. Y puso las manos sobre ella; y ella se enderezó luego, y glorificaba a Dios. Pero el principal de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiese sanado en el día de reposo, dijo a la gente: Seis días hay en que se debe trabajar; en éstos, pues, venid y sed sanados, y no en día de 42
  • 52. Jesucristo Sanador reposo. Entonces el Señor le respondió y dijo: hipócrita, cada uno de vosotros ¿no desata en el día de reposo su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber? Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en el día de reposo? Al decir él estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios; pero todo el pueblo se regocijaba por todas las cosas gloriosas hechas por Él”. JUAN 5: 2-14: “Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua. Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿quieres ser sano? Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. Jesús le dijo: levántate, toma tu lecho, y anda. Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel día. Entonces los judíos dijeron a aquel que había sido sanado: es día de reposo; no te es lícito llevar tu lecho. Él les respondió: El que me sanó, Él mismo me dijo: Toma tu lecho y anda. Entonces le preguntaron: ¿quién es el que te dijo: toma tu lecho y anda? Y el que había sido sanado no sabía quién fuese, porque Jesús se había apartado de la gente que estaba en aquel lugar. Después le halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor”. 43
  • 53. Jesucristo Sanador JUAN 9: 1-7: “Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? Respondió Jesús: no es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo. Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo” (subrayado fuera de texto). JUAN 10: 10: “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (subrayado fuera de texto). JUAN 14: 12-14: “De cierto, de cierto os digo: el que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré” (subrayado fuera de texto). JUAN 15: 7: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho” (subrayado fuera de texto). JUAN 16: 23-24: “En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido” (subrayado fuera de texto). HECHOS 3: 1-16: “Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración. Y era traído un hombre 44
  • 54. Jesucristo Sanador cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo. Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna. Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos. Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo. Mas Pedro dijo: no tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios. Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios. Y le reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y se llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido. Y teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido sanado, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos al pórtico que se llama de Salomón. Viendo esto Pedro, respondió al pueblo: varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? ¿o por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste? El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle en libertad. Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida, y matasteis al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos. Y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y la fe que es por Él ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros” (subrayado fuera de texto). HECHOS 4:1-18; 23-24; 29-30: “Hablando ellos al pueblo, vinieron sobre ellos los sacerdotes con el jefe de la guardia del templo, y los saduceos, resentidos de que 45
  • 55. Jesucristo Sanador enseñasen al pueblo, y anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos. Y les echaron mano, y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque era ya tarde. Pero muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; y el número de los varones era como cinco mil. Aconteció al día siguiente, que se reunieron en Jerusalén los gobernantes, los ancianos y los escribas, y el sumo sacerdote Anás, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que eran de la familia de los sumos sacerdotes; y poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto? Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel: puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado, sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por Él este hombre está en vuestra presencia sano. Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús. Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba en pie con ellos, no podían decir nada en contra. Entonces les ordenaron que saliesen del concilio; y conferenciaban entre sí, diciendo: ¿qué haremos con estos hombres? Porque de cierto, señal manifiesta ha sido hecha por ellos, notoria a todos los que moran en Jerusalén, y no lo podemos negar. Sin embargo, para que no se divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno en este nombre. Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús… 46
  • 56. Jesucristo Sanador Y puestos en libertad, vinieron a los suyos y contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho. Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay… Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús” (subrayado fuera de texto). HECHOS 8: 6-7: “Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía. Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados…” (subrayado fuera de texto). HECHOS 9: 33-34: “Y halló allí a uno que se llamaba Eneas, que hacía ocho años que estaba en cama, pues era paralítico. Y le dijo Pedro: Eneas, Jesucristo te sana; levántate, y haz tu cama. Y en seguida se levantó” (subrayado fuera de texto). HECHOS 10: 38: “Cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él” (subrayado fuera de texto). HECHOS 14: 8-10: “Y cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que jamás había andado. Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que tenía fe para ser sanado, dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él saltó, y anduvo” (subrayado fuera de texto). 47
  • 57. Jesucristo Sanador HECHOS 19: 11-12: “Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo, de tal manera que aun se llevaban a los enfermos los paños o delantales de su cuerpo, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían” (subrayado fuera de texto). ROMANOS 4: 16-22: “Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros (como está escrito: te he puesto por padre de muchas gentes) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen. El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: así será tu descendencia. Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido; por lo cual también su fe le fue contada por justicia” (subrayado fuera de texto). ROMANOS 6:14: “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia” (subrayado fuera de texto). ROMANOS 8: 2: “Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte” (subrayado fuera de texto). ROMANOS 8: 11: “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros” (subrayado fuera de texto). 48
  • 58. Jesucristo Sanador ROMANOS 8:31-32: “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con Él todas las cosas?” (subrayado fuera de texto). ROMANOS 10: 17: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”. 1 CORINTIOS 3: 16: “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” GÁLATAS 3:13-14 y 29: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa”. Comentario: La maldición de la ley incluía toda clase de enfermedad y plagas. Pero, por la obra completa de Cristo en la cruz, ¡somos libres ya de ello! EFESIOS 1: 16-23: “…no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de Él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que Él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en 49
  • 59. Jesucristo Sanador los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo”. Comentario: La supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos hace posible que seamos sanos, pues ¡es el mismo poder que resucitó a Cristo de entre los muertos! EFESIOS 5: 30:”Porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos” Comentario: Somos miembros de Su carne y de Sus huesos y ¡Jesús nunca estuvo ni estará enfermo! EFESIOS 6: 1-3: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra” (subrayado fuera de texto). FILIPENSES 2:8-11: “...y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (subrayado fuera de texto). Comentario: Ese Nombre, el Nombre de Jesús, está muy, pero muy por encima de cualquier nombre de enfermedad o dolencia y ¡por eso ante ese “Nombre sobre todo nombre” 50
  • 60. Jesucristo Sanador toda rodilla se dobla, todo nombre de enfermedad se rinde y se diluye! COLOSENSES 1: 12-14: “Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados” (subrayado fuera de texto). COLOSENSES 2: 9-15: “Porque en Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en Él, que es la cabeza de todo principado y potestad. En Él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; sepultados con Él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con Él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos. Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con Él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.” (subrayado fuera de texto). 1 TESALONISENSES 5: 23: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo” (subrayado fuera de texto). HEBREOS 1: 1-4: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, 51
  • 61. Jesucristo Sanador y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos” (subrayado fuera de texto). HEBREOS 2: 14-15: “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, Él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo…” (subrayado fuera de texto). HEBREOS 4: 14-16: “Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (subrayado fuera de texto). HEBREOS 10: 23: “Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió” Comentario: Nuestra nueva naturaleza hace pues que nos mantengamos conociendo, relacionándonos, recibiendo, creyendo y confesando y confesando la Palabra de sanidad sobre nuestras vidas. HEBREOS 10: 35-36: “No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa”. 52
  • 62. Jesucristo Sanador HEBREOS 11: 1: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” Comentario: por eso nuestra confesión es: ¡por el pacto de sangre entre el Padre y el Hijo, a favor de nosotros, ya hemos sido sanados! HEBREOS 11: 6: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay (que Él es), y que es galardonador de los que le buscan” (paréntesis fuera de texto). HEBREOS 12: 12-13: “Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado” (subrayado fuera de texto). 1 PEDRO 2: 24: “Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados” (subrayado fuera de texto). 1 JUAN 3: 8: “El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo” (subrayado fuera de texto). 1 JUAN 4: 4: “Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” (subrayado fuera de texto). 1 JUAN 5: 4-5: “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino 53
  • 63. Jesucristo Sanador el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?” (subrayado fuera de texto). 1 JUAN 5: 14-15: “Y esta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, Él nos oye. Y si sabemos que Él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho” (subrayado fuera de texto). 3 JUAN: 2: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma” (subrayado fuera de texto). 2 TIMOTEO 1: 7: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (subrayado fuera de texto). SANTIAGO 1: 7: “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” Comentario: la sanidad es una buena dádiva, un buen regalo de Dios que viene incluida en el “paquete” de la salvación la cual también es por gracia y no por obras para que nadie se gloríe (Efesios 2: 9). SANTIAGO 4: 7: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros” (subrayado fuera de texto). SANTIAGO 5: 14-16: “¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho” (subrayado fuera de texto). 54
  • 64. Jesucristo Sanador ANTIGUO TESTAMENTO GENESIS 20: 17: “Entonces Abraham oró a Dios; y Dios sanó a Abimelec y a su mujer, y a sus siervas, y tuvieron hijos” (subrayado fuera de texto). EXODO 15: 26: “Y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador” (subrayado fuera de texto). Comentario: Para quienes hoy estamos bajo la Gracia ya no hay “mandamientos” ni “ley”. Quien cumplió la ley completamente habita en nosotros, esto es Cristo Jesús, Señor nuestro. El Señor Sanador hizo toda Su portentosa obra en la cruz, nos dio sanidad y ahora la recibimos por la fe del Hijo que nos habita. Jesucristo abolió en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas (Efesios 2: 15) y ahora Él vive Su Portentosa vida a través de nosotros (Gálatas 2: 20). EXODO 20: 12: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da” (subrayado fuera de texto). LEVITICO 26: 3-9: “Si anduviereis en mis decretos y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra... Porque yo me volveré a vosotros, y os haré crecer, y os multiplicaré, y afirmaré mi pacto con vosotros”. 55
  • 65. Jesucristo Sanador NUMEROS 23: 19:”Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?” DEUTERONOMIO 5: 33: “Andad en todo el camino que Jehová vuestro Dios os ha mandado, para que viváis y os vaya bien, y tengáis largos días en la tierra que habéis de poseer”. DEUTERONOMIO 7:15: Y quitará Jehová de ti toda enfermedad; y todas las malas plagas de Egipto, que tú conoces, no las pondrá sobre ti, antes las pondrá sobre todos los que te aborrecieren”. DEUTERONOMIO 11: 21: “Para que sean vuestros días, y los días de vuestros hijos, tan numerosos sobre la tierra que Jehová juró a vuestros padres que les había de dar, como los días de los cielos sobre la tierra”. DEUTERONOMIO 30: 19-20: “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días...” (subrayado fuera de texto). Comentario: Quienes vivimos bajo la Gracia, sabiendo que Dios nos escogió desde antes de la fundación del mundo y nos amó primero, vivimos en Jesucristo y Él vive en nosotros. ¡Él es la vida! 2 REYES 20: 5: “Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: así dice Jehová, el Dios de David tu padre: yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová. Y añadiré a tus días quince años, y te libraré a ti y a esta ciudad de 56
  • 66. Jesucristo Sanador mano del rey de Asiria; y ampararé esta ciudad por amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo. Y dijo Isaías: Tomad masa de higos. Y tomándola, la pusieron sobre la llaga, y sanó” (subrayado fuera de texto). 1 CRONICAS 29: 28: “Y murió en buena vejez, lleno de días, de riquezas y de gloria; y reinó en su lugar Salomón su hijo” (subrayado fuera de texto). 2 CRONICAS 6: 14: “Jehová Dios de Israel, no hay Dios semejante a ti en el cielo ni en la tierra, que guardas el pacto y la misericordia con tus siervos que caminan delante de ti de todo su corazón…” Comentario: Ahora, si el Espíritu está en nosotros, vivimos bajo su multiforme y superabundante Gracia y no bajo Su misericordia. 2 CRONICAS 16: 9: “Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él...” Comentario: Todos quienes hemos confesado a Jesús como el Señor y creemos en nuestro corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, hemos nacido de nuevo, somos salvos y lo tenemos a Él, a Jesucristo, el Perfecto, en nuestro corazón. Cuando Dios nos ve, ve a Su Hijo el Perfecto, el Santo, el Único, el Amado. ¡De modo que se trata de Él y no de nosotros! 2 CRONICAS 30: 20: “Y oyó Jehová a Ezequías, y sanó al pueblo”. JOB 5: 2: “Vendrás en la vejez a la sepultura,como la gavilla de trigo que se recoge a su tiempo” (subrayado fuera de texto). 57
  • 67. Jesucristo Sanador JOB 37: 23: “Él es Todopoderoso, al cual no alcanzamos, grande en poder;y en juicio y en multitud de justicia no afligirá” (subrayado fuera de texto). Comentario: El Todopoderoso habita en nosotros los que creemos (hemos puesto toda nuestra confianza) en Jesucristo y lo hemos confesado con nuestros labios como Señor. Ahora no sólo Él no nos es inalcanzable sino que ¡nos habita! ¡Nosotros fuimos hechos justicia de Dios en Cristo (2 Corintios 5: 21) porque Jesucristo pagó todo el precio de mi pecado en la cruz y por eso somos justos! SALMOS 23:1-4:“Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma;me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte,no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo..” (subrayado fuera de texto). SALMOS 30: 2:“Jehová Dios mío,a ti clamé, y me sanaste” (subrayado fuera de texto). SALMOS 34: 19:”Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová” (subrayado fuera de texto). SALMOS 42: 11:“Por qué te abates, oh alma mía,y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío” (subrayado fuera de texto). SALMOS 67: 2: “Para que sea conocido en la tierra tu camino,en todas las naciones tu salvación”. Comentario: “Tu sanidad” en vez de “tu salvación”, dice en ingles y en otras versiones, pero ya habíamos comentado 58
  • 68. Jesucristo Sanador que la sanidad está incluida en el paquete de la salvación, a igual que la prosperidad integral. SALMOS 103: 3: “Él es quien perdona todas tus iniquidades,el que sana todas tus dolencias…”(subrayado fuera de texto). SALMOS 107: 20: “Envió su palabra, y los sanó, y los libró de su ruina” (subrayado fuera de texto). SALMOS 147: 3: “Él sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas”. PROVERBIOS 3: 1-2:“Hijo mío, no te olvides de mi ley, Y tu corazón guarde mis mandamientos; Porque largura de días y años de viday paz te aumentarán”. Comentario: Ver mi comentario a ÉXODO 15: 26) PROVERBIOS 4: 20-21:”Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón; porque son vida a los que las hallan, y medicina a todo su cuerpo” (subrayado fuera de texto). PROVERBIOS 9: 11:“Porque por mí se aumentarán tus días, y años de vida se te añadirán”. PROVERBIOS 17: 22: “ El corazón alegre constituye buen remedio; Mas el espíritu triste seca los huesos”. Comentario: Por eso Cristo en nosotros nos da ese gran gozo y nos hace reír, alegrarnos permanentemente, saltar de dicha. Él quiere que nuestro gozo sea completo en Él y al hacerlo nuestro corazón alegre se torna en medicina de nuestra nueva naturaleza y actúa para bien. 59
  • 69. Jesucristo Sanador ISAÍAS 40: 30-31: “Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”. ISAÍAS 41:10: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”. ISAÍAS 53: 4: “Ciertamente llevó Él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por Su llaga fuimos nosotros curados” (subrayado fuera de texto). ISAÍAS 55: 11: “Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié”. JEREMÍAS 30: 17: “Mas yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas, dice Jehová; porque desechada te llamaron, diciendo: esta es Sion, de la que nadie se acuerda” (subrayado fuera de texto). JEREMÍAS 33: 6: “He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad” (subrayado fuera de texto). JOEL 3: 10: “Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces; diga el débil: Fuerte soy” (subrayado fuera de texto). SOFONIAS 3: 17: “Jehová está en medio de ti, poderoso, Él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos”. 60
  • 70. Jesucristo Sanador MALAQUIAS 4: 2: “Más a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada” (subrayado fuera de texto). Comentario: El temor del Señor fue cambiado por la adoración. Bajo la Gracia Dios nos muestra que en el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. Entonces, bajo la Gracia, afirma el Señor que el que teme no ha sido perfeccionado en el amor y que nosotros le amamos a Él, porque Él nos amó primero (1 Juan 4: 18-19) 61