1. No has terminado la carrera
Se humilde
Pablo le anuncia a Timoteo “7
He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he
guardado la fe” (2 Timoteo 4:7-8). Ya anunciaba que su fin en la tierra había llegado,
después de llevar el evangelio a los gentiles. Sin embargo, en todos los relatos que hablan
de Pablo, observamos a una persona que pasó de perseguir, odiar a ser un hombre
caracterizado por el amor.
Hace dos años me anunciaron el cambio de grupo de trabajo, mi jefe de ese entonces me
dijo que por mis características yo era la persona con las mejores competencias, incluso
para ser el jefe del nuevo grupo. Pese a que yo me considero una persona que aparenta ser
humilde, en si me crei el cuento y tuve posiciones que reflejaron que me sentía el más
capacitado. Pero en un momento llegó el tiempo de la caída y me sentí incomodo, allí
comprendí el versículo bíblico que dice “Antes del quebranto está la soberbia, y antes de
la caída, la altivez de espíritu.”(Prov. 16.18).
Pero saben que, ya me había pasado. Antes de aceptar a Cristo yo ya me había leído toda la
Biblia y en el proceso de aceptación recuerdo que le argumentaba a mi esposa que yo no
tenía la necesidad de ir a los estudios bíblicos porque yo ya me sabía la Biblia. En una
oportunidad en una consejería la pastora me dijo que Dios quería que me postrara ante el
llorando y yo dentro de mi dije, pero si yo oro todos los días y leo las escrituras, ¿Por qué la
pastora me dice eso? Creo que se equivocó. Y no, Dios me había hablado y hoy en dia veo
esa posición como orgullo. Ese mismo año, fue el año en que me toco postrarme llorando
ante Dios para que me ayudara. Gracias Dios.
Sobre la humildad
Reconozco que esta idea de predica la tomo en una palabra que dieron en la iglesia “Dios
Fuente de Poder” que lidera el pastor Armando Cervantes. Y la idea central de la predica la
encontramos en Lucas 18:9-14 donde se narra la parábola del fariseo y el publicano: “9
A
unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo
también esta parábola: 10
Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el
otro publicano. 11
El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios,
te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni
aun como este publicano; 12
ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que
gano. 13
Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino
que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. 14
Os digo que éste
descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece,
será humillado; y el que se humilla será enaltecido”. El Fariseo creía que por diezmar,
por asistir a la iglesia, porque aparentemente no robaba creía y estaba convencido de que su
oración sería escuchada por preferencia. Mientras el publicano o recaudador de impuesto
mostró ante Dios su corazón, fue sincero y no intentó exaltarse, oró con el corazón,
mientras el fariseo oró convencido que lo que le daba resultado eran los rituales que
practicaba.
Recordemos que no era la primera vez que Dios exige que antes de ser meros ritualistas
debemos buscarlos con un corazón sincero y que antes que sacrificio busca que seamos
misericordiosos con el prójimo, no juzgarlo y ayudarlo. 13
Id, pues, y aprended lo que
significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos,
sino a pecadores, al arrepentimiento.(Mateo 9.13).
Muchos nos creemos más que los demás cristianos. La situación que narramos en Lucas
con relación a la posición del Fariseo no es diferente en muchos cristianos, sobre todo para
2. aquellos que prestar servicios en las iglesias, que oran, que diezman, que ayudan en la
congregación. Muchos(yo lo viví) miramos al que es débil en la fe, al que fluctúa, al que
casi no asiste con un poco de escepticismo. Nos creemos más, pero siempre nos llegara el
momento en que debemos comprender al otro, entenderlo, porque Dios permitirá que
pasemos por situaciones “lijas” es decir por momentos difíciles que nos lleve a tomar
conciencia de la falta de humildad y de cambiar. Por lo tanto, no te creas más, ni creas que
estas firme, como lo dice 1 Corintios 10:11-13: “11
Estas cosas les sucedieron como
ejemplo, y fueron escritas como enseñanza para nosotros, para quienes ha llegado el
fin de los siglos. 12
Por tanto, el que cree que está firme, tenga cuidado, no sea que
caiga. 13
No les ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres.
Fiel es Dios, que no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que
pueden soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de
que puedan resistirla.” O en Romanos 11.20 20
Muy cierto. Fueron desgajadas por su
incredulidad, pero tú por la fe te mantienes firme[
a]
. No seas altanero, sino teme;
Dios nos conoce, no podemos engañarlo. El ejemplo claro de esto, después del de la
elección de David, lo encontramos en Apocalipsis con las iglesia de Sardis y Loidicea. Esta
última por tener fortalezas impenetrables se creía más, por tener recursos económicos se
crea más, pero Dios le advirtió que lo que tenía eran meras apariencias. Igualmente con
Sardís pasó lo mismo¨.
Apocalipsis 3 Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de
Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives,
y estás muerto. 2
Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he
hallado tus obras perfectas delante de Dios. 3
Acuérdate, pues, de lo que has recibido y
oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a
qué hora vendré sobre ti.
14
Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero,
el principio de la creación de Dios, dice esto: 15
Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni
caliente. !!Ojalá fueses frío o caliente! 16
Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te
vomitaré de mi boca. 17
Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna
cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y
desnudo. 18
Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que
seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu
desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. 19
Yo reprendo y castigo a todos los
que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.
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