1. MICROAGUJAS SENSORAS PARA VIGILANCIA PERMANENTE Y EN TIEMPO
REAL DE LA QUÍMICA CORPORAL
Se ha desarrollado una nueva tecnología que usa microagujas para permitir a pacientes y médicos
detectar en tiempo real los cambios químicos en el cuerpo, y hacerlo continuamente durante un
período amplio de tiempo.
Este avance tecnológico es obra de investigadores de la Universidad Estatal de Carolina del Norte,
los Laboratorios Nacionales de Sandía y la Universidad de California en San Diego, las tres
instituciones en Estados Unidos.
La tecnología existente en la actualidad para tareas del tipo de la descrita sufre de una seria
limitación: depende de tomar muestras y analizarlas.
En cambio, el nuevo método permite la supervisión continua. Por ejemplo, es capaz de vigilar de
manera constante los niveles de glucosa en un paciente diabético.
Las microagujas usadas en el nuevo sistema son muy pequeñas. La longitud de algunas es menor
de un milímetro.
Las microagujas están equipadas con sensores electroquímicos que pueden usarse para detectar
sustancias específicas o medir los niveles de pH.
En las pruebas efectuadas durante este estudio, el equipo del Dr. Roger Narayan integró las
microagujas huecas con sensores para la detección de la glucosa, el lactato y los niveles del pH.
2. Microaguja hueca. (Foto: NCSU)
La idea de este concepto de diseño es poder desarrollar conjuntos de sensores de microagujas
personalizados, incorporables a dispositivos que se puedan llevar puestos sin mucha incomodidad,
como por ejemplo un reloj de pulsera, para así dar a las personas interesadas información útil y
actualizada sobre parámetros importantes de la química corporal.
También conviene subrayar que las microagujas no causan dolor alguno a la persona que las lleve
colocadas.
3. Desarrollan un robot quirúrgico
que 'comprende' la voz y los
gestos del cirujano
Un grupo de investigación del Instituto Andaluz de Automática Avanzada y Robótica (IAR) ha
desarrollado un robot autónomo que sirve como asistente en cirugías mínimamente invasivas,
mediante una cámara y un brazo que ayuda al especialista en maniobras como la sutura.
Bautizado con el nombre de CISOBOT, el autómata se adapta al cirujano, mediante la
identificación de movimientos y de gestos de una forma automática. Para ello utiliza un algoritmo
que calcula estadísticamente la mejor respuesta a unas maniobras modelo que se han registrado
previamente en la memoria de la máquina.
A pesar de este movimiento intuitivo, las órdenes de voz tienen prioridad, para poder modificar su
conducta en el momento, si la operación no sigue el curso prefijado.
Otra de sus ventajas es que tiene dos brazos, uno para la cámara laparoscópica y otro para mover
una herramienta que ayude al cirujano a operar. “Para combinar estos dos soportes, necesita un
interfaz que se comunique con el cirujano y un control para poder mover el robot”, comenta
Enrique Bauzano, uno de los investigadores del proyecto.
Además es distinto a otros robots quirúrgicos anteriores, como el ERM que sirve para la
exploración visual de la cavidad abdominal mediante una cámara laparoscópica y está dotado de
movimientos automáticos que se producen dentro del paciente durante las operaciones
quirúrgicas. También se diferencia del robot DAVINCI que teleopera, es decir, el cirujano lo mueve
a distancia, desde una cabina, y éste reproduce sus movimientos.
Frente a ellos CISOBOT funciona como un apoyo en la intervención quirúgica, no necesita que sea
manipulado por ninguna persona, sino que responde a los gestos específicos y a comandos de voz
que realiza el cirujano y le apoya con operaciones simples. “A pesar de su sentido intuitivo de
respuesta, tiene unas pautas que tiene que seguir y nunca realiza tareas que puedan poner en
peligro al paciente”, explica a Belén Estebanez, una de las investigadoras del Instituto.
4. Imagen de CISOBOT. (Imagen: Fundación Descubre)
En sus trabajos anteriores los expertos habían desarrollado la capacidad de movimiento de la
máquina, que se sustenta con una muñeca pasiva, es decir, es una articulación no mecanizada,
suelta. En esta muñeca se coloca la cámara, que al no necesitar precisión, adapta su movimiento al
del robot.
Con el otro brazo del mecanismo sí se necesita precisión, por lo que está mecanizado y controlado
a través de un sensor de fuerzas, para evitar maniobras que dañen a la persona intervenida.
“Una vez conseguida la precisión de movimientos dentro del paciente, hemos buscado que el
robot pueda asistir al cirujano en maniobras como la sutura”, aclara Bauzano. “Una maniobra que
es relativamente compleja para la que los cirujanos tienen que entrenarse”, continúa. Esta
operación necesita el uso de las dos manos, CISOBOT ayuda a ella mediante el uso de sus brazos,
con uno de ellos ayuda a colocar la aguja o a apoyar un tejido mientras permite que sea el cirujano
el que realice los movimientos que son delicados.
“El objetivo final de este autómata es ayudar al cirujano en operaciones mínimamente invasivas y
mejorar la precisión y el tiempo de la operación, lo que se consigue gracias a la respuesta intuitiva
que tiene frente a los gestos y las órdenes de voz del médico”, apostillan los investigadores.
(Fuente: Fundación Descubre)
5. EN LA MENTE DE MUCHOS, CIENTÍFICOS Y
ARTISTAS PERTENECEN A DOS ESPECIES
DISTINTAS, QUE SE DE DEDICAN ADEMÁS
A ACTIVIDADES RADICALMENTE
DIFERENTES.
A los primeros, por lo general se los asocia con el mundo de la verdad, la evidencia, el
método riguroso: el saber.
A los segundos, con el mundo de la imaginación, la inspiración, la espontaneidad: el
sentir.
Ocean Merge
En "Ocean Merge", Wilson ocupó un computador, sensores y parlantes para hacer que
el movimiento del mar se tradujera en sonidos.
Ciencia y arte tienen, sin embargo, muchas más cosas en común de lo que nos hemos
acostumbrado a creer.
Y cada vez más artistas, como el estadounidense Stephen Wilson, desarrollan su
trabajo creativo en la intersección entre arte, ciencia y tecnología.
Ya no en museos, estudios y galerías, sino en laboratorios.
Se trata, sostiene Wilson en su libro "Arte + Ciencia hoy", de un espacio para la
creación artística particularmente vibrante.
Probablemente, afirman algunos, de uno de los espacios más importantes para el arte
del siglo XXI.
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arte y la ciencia
Acercando la ciencia al público
6. Los ejemplos incluyen desde imágenes generadas con la ayuda de poderosos
microscopios electrónicos, hasta la modificación genética de seres con fines
"artísticos", como el conejo que brilla al ser sometido a un tipo especial de luz azul, del
artista brasileño-estadounidense Eduardo Kac.
Tampoco faltan las instalaciones interactivas, en las que los movimientos o las
variaciones en el pulso o temperatura corporal de los participantes son capturadas por
sensores especiales y traducidas en música o espectáculos luminosos. O performances
controladas remotamente a través de internet. Entre otros.
El arte puede ayudar a hacer más transparente el discurso científico, alentar la
curiosidad de la gente o mejorar su nivel de conocimiento.
Stephen Wilson
Estos artistas, sin embargo, no sólo están aprovechando los avances científicos y las
nuevas tecnologías para crear nuevas imágenes, sonidos, objetos o experiencias.
Al hacerlo, explica Wilson, también están ayudando a arrojar algo de luz sobre las
implicaciones filosóficas, culturales y sociales derivadas de la investigación científica y
el progreso tecnológico.
Y esa, sostiene, es una tarea de fundamental importancia.
"Le pedimos a la sociedad que tome todo tipo de decisiones sobre temas como la
bioingeniería, etc. Y a menudo el público no tiene suficiente conocimiento ni las
herramientas como para hacerlo", dijo Wilson en conversación con BBC Mundo.
"El arte puede ayudar a hacer más transparente el discurso, alentar la curiosidad de la
gente o mejorar su nivel de conocimiento", explicó.
¿Protozoos?
Los protozoos, también llamados protozoarios, son los "animales" más sencillos del
planeta. Se trata de organismos microscópicos unicelulares que viven en ambientes
húmedos o directamente en medios acuáticos.
Como ejemplo, Wilson también ofrece su serie de instalaciones "Protozoa Games".
7. En una de estas instalaciones, que emplea microscopios digitales y tecnologías de
detección de movimientos, los humanos juegan a imitar los movimientos de un grupo
de protozoos (organismos microscópicos unicelulares) vivos.
"A través de estos juegos, la gente empieza a interesare y a entender mejor el mundo
de estos seres, a primera vista tan simples", le dijo Wilson a BBC Mundo.
"En el fondo, se trata de una oportunidad para apreciar mejor la complejidad de la
vida", sostiene el también profesor de arte conceptual de la Universidad Estatal de San
Francisco.