Europa y la Exploración del continente americano.pptx
Jean Michel Jarre. La música de las galaxias
1. JEAN MICHEL JARRE. La música de las galaxias.
Música ondulante, sonidos de nave extraterrestre, pop galáctico. Con los sintetizadores y
con un desbordante arsenal de rayos láser y artilugios luminotécnicos, Jean Michel Jarre
es capaz de sumir a cualquier ciudad del globo terráqueo en un cuento de hadas
estratosférico, transformándose los perfiles de sus edificios y la línea general de su
horizonte. Lo hizo en París y lo consiguió recientemente en Houston, donde según se dice
emborrachó de luz y sonido a más de un millón de personas y protagonizó "el mayor
show jamás producido en este planeta". El autor de espectáculos tan fastuosos es
francés, cumple el próximo domingo 38 años, ha vendido 29 millones de discos y está
casado con la bellísima Charlottte Rampling. Respira oro, no "oxígeno".
Con sus proyectores, su música cósmica y la orfebrería de los rayos láser este francés
de treinta y nueve años, casado con la cotizadísima Charlotte Rampling, es capaz de poner
patas arriba la estética terráquea de una ciudad y convertifla en una metrópoli galáctica. El día
14 de julio de 1979, mediante un inmenso despliegue de pantalllas, rayos lásers y equipos de
música, convertía la plaza de la Concordia de París en una viñeta espacial a través de un
fastuoso espectáculo de luz y sonido que presenciado por un millón de personas y retransmitido
por televisión a otros cien. Ciencia ficción pura que le valió a Jean Michel Jarre pasar al "Guinnes
Book of Records", como el artista que más gente congregó en un recital de música pop. "He
realizado uno de mis sueños: renovar la vieja tradición de fiestas musciales al airre libre",
comentó al final de un evento cuyo récord ha pulverizado al miso Jarre recientemente en
Houston con motivo del ciento cincuenta aniversario de la ciudad y los veinticinco de la
instalación allí de la NASA. Según se dice, Jean Michel Jarre materializó en la ciudad tejana "el
mayor show jamás producido en este planeta" convirtiendo a Houston en un ascua multicolor
donde los rascacielos parecían enormes fuentes borbotando cromáticos churros de láser y la
línea del horizonte de la ciudad se iluminaba artificialmente mientras la música del compositor
francés se oía perfectamente en un radio de dos kilómetros. Fantasía pura, ciencia ficción pop de
muchos quilates que deja a los antiguos "light-shows" de la sicodelia hippy a la altura del betún.
"Ellos conocían mi música -ha declarado Jean Michel Jarre refiriéndose a las autoridades
de Houston- y querían que esta celebración se saliera de los caminos clásicos del espectáculo,
si no ellos hubieran contratado a Michael Jackson o Madonna. Mi música se presta a los grandes
espacios; el rock, no. Para mí el rock es una música de cava , de lugares recogidos donde la
energía corre por la sala y la electricidad te da en el vientre. Los Stones en un hipódromo pierden
su fuerza; sin embargo, eso no ocurre con mi música, que en grandes espacios abiertos toma
otra dimensión, otro color". En Houston, ayudado por un equipo de casi trescientas personas,
Jean Michel Jarre tocó los sintetizadores, dirigió a una orquesta y un coro de 200 voces, controló
los lásers y estuvo pendiente de los fuegos artificiales y las proyecciones sobre los rascacielos.
Según testigos presenciales, show tan espectacular e insólito fue seguido por los miles de
personas allí congregradas entre "oohs" y "aahs" de admiración llevándose más de uno a casa
un buen dolor de cervicales. "Jean Michel llegó a emborracharme los sentidos con la música y el
derroche de luz que significaban dos mil proyectores que parecían buscar algún ser
extraterrestre perdido entre las nubes mientras de lo alto de los rascacielos caían hacia nosotros
grandiosos castillos de fuegos artificiales" , escribió un cronista español que asistió al evento y a
quien le llamó poderosamente la atención un rayo láser que dibujaba un caballo que a su vez
saltaba de rescacielos en rascacielos. Nunca en la historia de la música popular o clásica se vio
espectáculo igual de grandioso. Música, luz y arquitectura conjuntadas en un show tecnológico y
moderno que, dicen, pudo ser seguido con perfecta nitidez visual en un radio de setenta
kilómetros.
¿El autor de fastos tan ostentosos y desbordantes? Un francés de Lyon que el próximo
domingo cumple 38 años, de los que prácticamente todos ellos han estado imantados por la
música. Hijo de un reputado compositor de bandas sonoras para películas -la más sobresaliente,
"Doctor Zhivago"-, Jean Michel Jarre comenzó a tocar el piano a los cinco años y luego hizo
estudios superiores de música en el Conservatorio de París. Aunque no se le reconoce, lo cierto
es que Jarre es un pionero de de los sintetizadores, instrumentos que empezó a manejar en
1964 y luego a perfeccionar -después de una breve etapa como músico de rock- cuando entró en
el Grupo de Investigación Musical de la Radiotelevisión francesa (GRM). "Allí comencé a trabajar
2. con los primeros verdaderos sintetizadores disponibles en Europa. Era hacia el 68 y Pink Floyd
aún utilizaba instrumentos tradicionales. Yo tuve el primer sintetizador fabricado por Peter
Zinoviev en Londres (EMS) que más tarde se transformó en el conocido VCS 3".
Entonces, según cuenta J.M. Jarre, los sintetizadores se parecían más a molinillos de
café gigantes que a verdaderos instrumentos musicales, pero aún con todo él tuvo la osadía de
meterlos, por vez primera en su historia, en la Ópera de París. El escándalo fue monumental:
"Quisieron prohibir la representación y me dijeron de todo", recordaba Jean Michel Jarre hce
unos años en una revista francesa. "No era muy consciente de lo que hacía, opero sí me di
cuenta de que era imposible juchar contra el inmovilismo de la Ópera y dejé de trabajar para ella.
También dejé el GRM, que en realidad era un ghetto superelistista: mucha sociología, mucha
filosofía y matemática aplicada a la música, pero nada de música".
A los veinticinco años, después de un largo periodo de estudio e investigación de la
música cláisca y después de haber estado trabajando junto a nombrres de la vanguardia
europea como Pierre Schaeffer, Pierre Hernry o Stockhausen, Jarre cambia el rumbo de su vida
musical. Esla éoca de arranque del sinfinismo cñsomico de los grupos alemanes; pero lejos de
pegarse a la rueda experimental de los Amon Düül, Tangerine Dream, Ash RA Temple, Agitation
Free, Faust..., etcétera, Jarre comienza a utilizar los sintetizadores de forma más cálida y
comercial. Compone sintonías para la televisión, escribe bandas sonoras, pone música a ballets
y obras de teatro... Trabaja, en fin, son lo sintetizadores dotándoles del alma que los músicos
alemanes se empeñan en sustraerle a la vez que les extrae unos sonidos sensiblemente
pegajosos, más aptos para el salón de estar que para el laboratorio farmacéutico en que Boulez
y los mismos grupos alemanes quieren convertir la música de sintetizadores. Fruto -discutible o
no- de esa concepción de trabajo nace en 1976 "Oxygène", un LP que propaga la música de
sintetizadores por todo el mundo a velocidad supersónica y consigue unas ventas mundiales de
cinco millones de copias. La revista americana "People" elige a Jarre como personalidad del año
y el "Daily Mirror" inglés califica a "Oxígeno" como un LP revolucionario para la música pop.
Entretanto, la Academia Charles Cross le adjudica uno de sus reputados premios y J.M.J. enfila
la recta de su próximo elepé -que no llega hasta casi tres años después- envuelto en la fama y el
incienso de lo triunfadores: un dato: "Equinoxe", el LP del 79, recibió pre-pedidos de dos millones
de copias. La música francesa no conocía nada igual en toda su historia pese al influjo de los
Chevalier, Hardy, Bardott o Hallyday.
La discografía de Jean Mifchel Jarre se estira a continuación con "Magnetic Fields" (81),
inspirado en un proyecto de Andy Warhol sobre Marilyn Monroe; "Conciertos en China" (82)
doble álbum testimonial del éxito alcanzado por Jarre en el país amarillo, y "Zoolook" (84), que
con colaboraciones de Laurie Anderson y Adrian Belew supuso un timonazo asombroso en el
sonido Jarre, quien detrás de su rostro apacible y de aspecto permanentemente enamorado
esconde rasgos exóticos y caprichos de niño rico. En 1982, después de sus conciertos en China,
donde fue el primer occidental cuya música pasó por la radio oficial de Pekín, Jean Michel Jarre
grabó un LP con el título enoniano de "Música para supermercados" e imprimió una sola copia
que, después de destrozado el master, fue subastada en una galería de arte londinense por diez
mil libras. Acción tan excéntrica pasó a engrosar el listado de récords del "Guinnes Book", donde
Jarre ya tenía otro por haber sido el primer artista pop en reunir a un millón de personas en un
concierto al aire libre, el de la plaza de la Concordia ya citado (récord, por cierto, que Mark &
Stein no recogen en su libro de récords del pop, toda vez que no consideraron la actuación de
Jarre como tal pues fue gratuita y organizada por el Ayuntamiento de París).
Ahora, meses después del macroshow de Houston, hay en el mercado un nuevo LP de
Jarre que recoge, precisamente, la música ofrecida por el compositor francés en el centenario de
la ciudad americana bajo el título de "Rendez-Vous". De nuevo Jarre vuelve al redil, vuelve a su
música planeante de siempre y deja a "Zoolook" como un simple espejismo de audacia en su
trayectoria discográfica. No obstante en "Rendez-Vous" hay un momento bello y emotivo. Es
aquel en J.M.J. interpreta una pieza dedicada a uno de los astronautas fallecidos en el accidente
del Challentger, Ron McNair, quien por cierto debía haber tocado el saxofón en esta pieza.
"Estaba previsto que Ron grabara su intervención durante su vuelo en el Challenger y después la
incluiríamos en la mezcla general. De esa manera habríamos tenido la primera música grabada
en el espacio", ha explicado en París este compositor francés de éxito que pese a sus enemigos
-"no es un músico pop", "no es un músico clásico", "su música es el arma de los robots", "apesta
3. a comercialismo"...- ha vendido ya casi los treinta millones de discos y se obstina en no hacer
giras, sólo supershows para convertir ciudades del globo terráqueo en postales galácticas. ¿Se
imaginan: el "oxígeno" a todo trapo mientras los lásers y los proyectores se estrellan en los
verdes cirstales del edificio de la Caja de Ahorros o en la pantalla frontal de El Corte Inglés de
nuestra ciudad? Tal vez, un día.
Matías URIBE
(Su padre es un famoso compositor de bandas sonoras para cine "Doctor Zivago", entre ellas,
con quien prácticamente apenas se ve desde los cuatro años.)