la Eucaristia es una Fiesta-Explicación para niños
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1. IVE – Ejercicios Espirituales
Primera Semana
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P. Gabriel Zapata
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TRES PECADOS
[45-54]
En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego
de tu Amor. Envía Señor tu Espíritu y serán creadas las cosas y renovarás la Faz de la
tierra.
Oh Dios que habéis adoctrinado los corazones de tus fieles con las luces de tu
Espíritu Santo, danos a gustar todo lo recto y bueno según ese mismo Espíritu y gozar
para siempre de tus celestiales consuelos. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
María Refugio de los pecadores, ruega por nosotros.
San Ignacio de Loyola, ruega por nosotros.
San Ignacio desea que iluminados por Dios y a la luz del Principio y Fundamento,
veamos la respuesta de los hombres al amor de Dios, puesto que es libre, y la
consecuencia de no seguir el Divino Proyecto. Para ello ofrece estos puntos de
meditación sobre el pecado: realidad del hombre que no quiere acomodarse al plan
amoroso de Dios.
No se trata de una reflexión negativa o depresiva, San Ignacio rebosa de
optimismo sobrenatural, pero también está pleno de realismo y de respeto por la verdad
de las cosas.
En este sentido esta meditación bien hecha, no es un simple recuerdo de
verdades del Catecismo, sino un sopesar las cosas, valorar lo que puede hacer el hombre,
la consecuencia de su libertad mal usada. El Papa Pío XII enseñaba que “el gran pecado
de nuestro tiempo era el haber perdido el sentido del pecado”, se trata de recuperarlo.
Juan Pablo II profundizaba en esa idea:
“El hombre contemporáneo experimenta la amenaza de una impasibilidad
espiritual y hasta la muerte de la conciencia y esta muerte es algo más profundo que el
pecado: es la pérdida del sentido del pecado. Esto es lo que Cristo ha llamado pecado
contra el Espíritu Santo”1
.
El gran drama está en esta falta de conciencia, el vivir a espaldas de Dios, en el
olvido de Dios, lo que conllevará lógicamente a acciones pecaminosas. Todos los
entretenimientos, ocupaciones, preocupaciones y aspiraciones de los hombres, todos,
tienen que ver con el mundo, con una visión horizontal, sin pensar en el destino eterno,
1
Juan Pablo II, Cruzando el umbral de la esperanza.
2. IVE – Ejercicios Espirituales
Primera Semana
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sin preguntar: Señor, ¿qué tengo que hacer? Es vivir como si Dios no existiese, lo que
lleva a perder el sentido del pecado.
Vayamos ahora a recorrer los puntos que trae San Ignacio y que buscan
conducirnos a recuperar ese sentido.
[45] Primer Ejercicio es meditación con las tres potencias sobre el 1°, 2° y 3°
pecado; contiene en sí, después de una Oración Preparatoria y dos Preámbulos, tres
Puntos principales y un Coloquio
[46] “Oración. La oración preparatoria2
es pedir gracia a Dios nuestro Señor, para
que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio
y alabanza de su divina majestad”.
[47] “1° preámbulo. El primer preámbulo es composición viendo el lugar. Aquí es
de notar que en la contemplación o meditación visible, así como contemplar a Cristo
nuestro Señor, el cual es visible, la composición será ver con la vista de la imaginación el
lugar corpóreo donde se halla la cosa que quiero contemplar. Digo el lugar corpóreo, así
como un templo o monte, donde se halla Jesucristo o Nuestra Señora, según lo que quiero
contemplar. En la invisible, como es aquí de los pecados, la composición será ver con la
vista imaginativa y considerar mi ánima ser encarcelada en este cuerpo corruptible y todo
el compósito3
en este valle, como desterrado entre brutos animales; digo todo el
compósito de ánima y cuerpo”.
También puede servir como composición de lugar, imaginarse al hijo pródigo de
la Parábola4
.
[48] “2º preámbulo. El segundo es demandar a Dios nuestro Señor lo que quiero y
deseo, La demanda ha de ser según subiecta materia5
, es a saber, si la contemplación es
de resurrección, demandar gozo con Cristo gozoso; si es de pasión, demandar pena,
lágrimas y tormento con Cristo atormentado. Aquí será demandar vergüenza y confusión
de mí mismo, viendo cuántos han sido dañados por un solo pecado mortal, y cuántas
veces yo merecía ser condenado para siempre por mis tantos pecados”.
Hay que trabajar por este fruto, pero sobretodo hay que pedirlo. Es sumamente
importante en la vida espiritual. Uno de los principales discípulos de San Ignacio, el P.
Jerónimo Nadal, escribía esto:
“Todo es superficial sin verdadera penitencia […] Si no procede de verdadera
compunción del corazón, el fundamento de la vida espiritual no está asegurado.”
[49] “Nota. Ante todas contemplaciones o meditaciones, se deben hacer siempre
la oración preparatoria sin mudarse y los dos preámbulos ya dichos, algunas veces
mudándose, según subiecta materia”.
2
Oración que San Ignacio sugiere utilizar en cada meditación de los Ejercicios, con esas palabras u otras parecidas.
3
compuesto
4
Lc 15, 11-32
5
según subiecta materia: según el tema que se medita o contempla.
3. IVE – Ejercicios Espirituales
Primera Semana
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♦ El pecado angélico
[50] “1º punto. El primer punto será traer la memoria sobre el primer pecado, que
fue de los ángeles, y luego sobre el mismo el entendimiento discurriendo, luego la
voluntad, queriendo todo esto memorar y entender por más me envergonzar y confundir,
trayendo en comparación de un pecado de los ángeles tantos pecados míos; y donde ellos
por un pecado fueron al infierno, cuántas veces yo le he merecido por tantos. Digo traer
en memoria el pecado de los ángeles, cómo siendo ellos criados en gracia, no se
queriendo ayudar con su libertad para hacer reverencia y obediencia a su Criador y Señor,
veniendo en superbia, fueron convertidos de gracia en malicia, y lanzados del cielo al
infierno; y así consecuente discurrir más en particular con el entendimiento, y
consecuente moviendo más los afectos con la voluntad”.
Miremos la belleza del Ángel, su naturaleza sublime que agota su especie, es algo
superior, casi impensable. Por su luz interior, por su intelecto, supera ciertamente a la
persona.
Basta recorrer algunos pasajes de las Escrituras para ver la admiración que ellos
provocaban en los hombres las veces que Dios permitió que apareciesen: uno solo mató
a los primogénitos de Egipto6
; uno solo mató 180.000 asirios del ejército de Senaquerib 7
.
El mismo Juan al ver un Ángel que era tan maravilloso, creyó que era Dios:
“Yo, Juan, fui el que vi y oí esto. Y cuando lo oí y vi, caí a los pies del Ángel que me
había mostrado todo esto para adorarle. Pero él me dijo: «No, cuidado; yo soy un siervo
como tú y tus hermanos los profetas y los que guardan las palabras de este libro. A Dios
tienes que adorar»8
”.
Pero con toda la luz que tenía el Ángel, era “creatura” y fue creado en la fe: en el
momento de su creación, el Ángel no ve a Dios cara a cara, debe creer y adorar. En un
instante se le presenta la gran decisión y ahí viene su drama: ¿Por qué buscar la plenitud
en lo que le parecía un “agujero negro” cuando su naturaleza tiene tanto brillo? Está
satisfecho consigo mismo. Termina diciendo: “Non serviam”: “No te serviré”.
Y vienen las consecuencias:
“Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron
con el Dragón. También el Dragón y sus Ángeles combatieron, pero no prevalecieron y no
hubo ya en el cielo lugar para ellos”9
.
“¡Cómo has caído de los cielos, Lucero, hijo de la Aurora! ¡Has sido abatido a
tierra, dominador de naciones! Tú que habías dicho en tu corazón: «Al cielo voy a subir,
por encima de las estrellas de Dios alzaré mi trono, y me sentaré en el Monte de la
6
Ex 12, 29
7
Eclo 48,21
8
Ap 22,8-9
9
Ap 12,7-8
4. IVE – Ejercicios Espirituales
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Reunión, en el extremo norte. Subiré a las alturas del nublado, me asemejaré al Altísimo.
¡Ya!: al sol has sido precipitado, a lo más hondo del pozo»”10
.
Es verdad que el Ángel tiene una inteligencia superior pero David,
comparándolos, se admira del hombre: “lo hiciste poco inferior que los ángeles”11
.
En ese sentido, podemos encontrar estas semejanzas que tenemos con los
Ángeles:
• Yo también soy un elegido.
• A mí también me llamó Dios al Paraíso.
• Yo también he tenido luces. Puedo tener ahora encubierto el
entendimiento, pero por omisiones y pecados míos. Pude tener más luz, y por esa luz
perdida también seré juzgado.
• Lucifer arrastró a muchos con él. Yo también puedo haber arrastrado a
otros por el camino malo.
♦ El pecado de nuestros primeros padres
[51] “2º punto. El segundo: hacer otro tanto, es a saber, traer las tres potencias
sobre el pecado de Adán y Eva, trayendo a la memoria, cómo por el tal pecado hicieron
tanto tiempo penitencia, y quanta corrupción vino en el género humano, andando tantas
gentes para el infierno. Digo traer a la memoria el 2º pecado de nuestros padres; cómo
después que Adán fue criado en el campo damaceno12
y puesto en el paraíso terrenal y
Eva ser criada de su costilla, siendo vedados que no comiesen del árbol de la ciencia y
ellos comiendo y asimismo pecando, y después vestidos de túnicas pellíceas y lanzados
del paraíso vivieron sin la justicia original, que habían perdido, toda su vida en muchos
trabajos y mucha penitencia, y consecuente discurrir con el entendimiento más
particularmente, usando de la voluntad como está dicho”.
Miremos con nostalgia el estado de Adán y Eva antes del pecado:
• El hombre: imagen y semejanza de Dios.
• El orden interior y exterior: todo sometido a su inteligencia y voluntad. Y ellos
suavemente, amorosamente sometidos a Dios.
• La amistad con Dios. Los dulces coloquios de Adán “por las tardes”, al soplar
de la brisa.
• Dones sobrenaturales y preternaturales, especialmente la inmortalidad.
• La amistad entre ellos: esposos, amigos.
• Una naturaleza que se les sometía.
• La fuerza y la salud de sus cuerpos.
Pero, llega la tentación, podemos repasar personalmente el diálogo con la
serpiente en el capítulo 3 del Génesis, su tentación sutil. Eva entra en un diálogo con la
10
Is 14,12-15
11
Salmo 8, 6
12
Damaceno: originario de Damasco
5. IVE – Ejercicios Espirituales
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serpiente, esa es su caída, porque terminará claudicando y conduciendo también a Adán
a comer del fruto prohibido.
Un pecado ciertamente misterioso porque la orden de Dios no era caprichosa,
como una prueba gratuita para ver si obedecía. Tuvo que haber algo más. Algunos
Santos Padres sostienen que ese fruto no era malo porque ciertamente Dios no puede
hacer malas las cosas; era un fruto superior y que, a su debido momento a modo de
Sacramental, el mismo Adán y la misma Eva, llegados a un momento de madurez
espiritual hubiesen sido convocados por Dios para comer de ese fruto que les podría
haber traído dones espirituales más profundos, pero quieren adelantar los momentos,
sienten que la soberbia comienza a crecer en sus corazones, el deseo de independencia,
de autonomía y de dominio y terminan cayendo.
Decía San Alberto Hurtado:
“Es un pecado de la misma naturaleza que el de los ángeles. No nos quedemos en el
hecho externo que nos dice poco. Ponderemos lo que es alzarse contra Dios Creador, contra
Dios Padre, negarle lo único que quería en todo el mundo que es la santidad, destruir nuestro
ser sobrenatural”13
.
Las consecuencias son dramáticas:
• Desorden interior y exterior.
• Se rompe la amistad con Dios.
• Fragmentada la amistad familiar.
• La misma naturaleza se rebela: deberán comer el pan con el sudor de la frente,
los dolores del parto.
• En la misma vida de Adán y Eva, la culpa, prueban las consecuencias: la
decrepitud, la muerte, el odio (Caín mata a Abel…)
• El hombre vencido por la concupiscencia.
Ponderemos esta realidad: pecaron una sola vez, era el primer pecado que se
cometía en la creación. Y Dios que es infinitamente misericordioso y justo a la vez, sin
engaño posible, sin exageración, los castigó de esta manera.
Sopesemos las consecuencias de un solo pecado.
¿Y yo, que he cometido posiblemente muchos más pecados graves que Adán y
Eva?, ¿y yo?
♦ El pecado de un hombre
[52] “3º puncto. El tercero: asimismo hacer otro tanto sobre el tercero pecado
particular de cada uno que por un pecado mortal es ido al infierno, y otros muchos sin
cuento por menos pecados que yo he hecho. Digo hacer otro tanto sobre el 3º pecado
particular, trayendo a la memoria la gravedad y malicia del pecado contra su Criador y
Señor, discurrir con el entendimiento, cómo en el pecar y hacer contra la bondad infinita
justamente ha sido condenado para siempre, y acabar con la voluntad como está dicho”.
13
SAN ALBERTO HURTADO, Un disparo a la eternidad, p. 196.
6. IVE – Ejercicios Espirituales
Primera Semana
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Imaginemos el caso hipotético de un hombre en el infierno que está allí por un solo
pecado mortal que no confesó: dramático, tremendo.
¿Es esto posible teológicamente?, claro que sí. Un pecado es algo que ha decidido el
hombre, no es un desliz, una simple fragilidad. El pecado es una falta contra la Voluntad de
Dios y, el pecado mortal, es una falta grave con pleno consentimiento y plena advertencia.
No hace falta querer expresamente ofender a Dios porque, cuando estoy haciendo algo que
sé claramente que a Dios no le agrada y que me lo prohíbe, lo estoy ofendiendo y puede ser
gravemente. David había pecado de adulterio y de homicidio y, cuando se arrepiente se
da cuenta que el ofendido había sido el mismo Dios: “Contra ti, contra ti solo pequé e
hice lo que es malo a tus ojos”14
.
Ese pecado mortal, aunque fuese uno solo, me deja en estado de enemistad con
Dios y, mientras no me arrepiento y acudo a la confesión, permanezco como enemigo de
Dios. Si me sorprendiese la muerte en ese mismo momento, yo elijo la muerte eterna, la
enemistad con Dios en la que permaneceré para siempre, yo la escogí, no es que Dios se
ensaña conmigo.
San Alfonso dice: “A cuántos envió Dios al Infierno luego del primer pecado”
San Gregorio Magno habla de un niño de 5 años que blasfema y muere; Benito
de Florencia, menciona a otro de 12 años que después del primer pecado mortal,
muere. Dios no ha prometido la salvación en la hora de la muerte.
El Señor es Misericordioso siempre, su Misericordia es infinita, sin embargo, no
me otorgará su Misericordia de manera indefinida, puede decir basta en cualquier
momento. Es un Misterio.
Hoy estoy vivo. Hoy tengo la posibilidad de arrepentirme. Viendo entonces estos
tres pecados dramáticos: un solo pecado en cada caso tuvieron consecuencias nefastas,
perdurables, algunas infinitas, para siempre… Considerando esos pecados, que me
mueva yo a la vergüenza y al dolor, a la confusión que es precisamente ese fruto que nos
ha hecho buscar y pedir San Ignacio.
Este es el momento de arrepentirme o de “volver a arrepentirme”. Este es el
momento para no escuchar lo que Jesús les dijo a los fariseos: “Moriréis en vuestro
pecado”15
, “Me buscaréis y no me hallaréis”16
.
Ahora tengo la posibilidad de buscarlo, de pedirle perdón humildemente, tengo
la certeza de que lo puedo hallar, por eso es que San Ignacio no quiere que termine mi
meditación aquí, en un análisis del pecado y sus consecuencias, él me quiere arrojar a los
pies de Cristo, haciendo un coloquio de misericordia, como lo llama él:
[53] “Coloquio. Imaginando a Cristo nuestro Señor delante y puesto en cruz,
hacer un coloquio, como de Criador es venido a hacerse hombre y de vida eterna a
14
Salmo 51, 6
15
Jn 8,21
16
Jn 7,34
7. IVE – Ejercicios Espirituales
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muerte temporal, y así a morir por mis pecados. Otro tanto mirando a mí mismo lo que
he hecho por Cristo, lo que hago por Cristo, lo que debo hacer por Cristo, y así viéndole
tal, y así colgado en la cruz discurrir por lo que se ofreciere”.
[54] “El coloquio se hace propiamente hablando así como un amigo habla a otro
o un siervo a su señor; cuándo pidiendo alguna gracia, cuándo culpándose por algún mal
hecho, cuándo comunicando sus cosas y queriendo consejo en ellas; y decir un Pater
noster”.
Así, con esa confianza, esa cercanía, San Ignacio quiere que yo hable con Cristo
Crucificado, que lo distinga en la Cruz, que lo vea sangrando: ¿cómo es posible Señor que
te hiciste Hombre por mí, cómo es posible que quisiste humillarte así, que quisiste
derramar hasta la última gota de Tu Sangre…? Asumo que Jesús no me responde con
sonidos audibles, pero en la fe yo sé que me dice: porque te amo, porque te quiero…
tengo la certeza de San Pablo que me dice: “Me amó y se entregó por mí”17
Y, si al contemplar mi vida pecadora, me viniese la inquietud, la angustia, la
desesperanza de pensar: ¿puede ser que Dios pueda perdonarme?, rápidamente ir a los
pies de Jesucristo crucificado, que muere perdonando y no acusando.
Tantas veces siento en mi conciencia la acusación, pero son mis propios pecados
los que me recriminan y, muchas veces es el mismo Satanás que en numerosas ocasiones
aparece en las Escrituras como el Acusador por excelencia: el que un día me quitó la
vergüenza para pecar, me la devuelve ahora para que me sienta abatido, para que ni
siquiera me anime a hablar con Dios, a pedir perdón en la Confesión o no me atreva ni a
pronunciar mis pecados:
“Ahora ya ha llegado la salvación, el poder y el reinado de nuestro Dios y la
potestad de su Cristo, porque ha sido arrojado el acusador de nuestros hermanos, el que
los acusaba día y noche delante de nuestro Dios”18
.
Satanás es el Acusador, él me quiere herir profundamente en el alma para que yo
me desangre, para que me quede sin confianza, sin esperanza, para que ya me sienta un
condenado en vida. Esa voz, no es la Voz de Dios.
La Voz de Jesús es la que me ofrece el perdón: “Hoy estarás Conmigo en el
Paraíso” le dijo al buen ladrón; “Perdónalos porque no saben lo que hacen”…
Como dice San Pablo:
“Pues lo que era imposible a la ley, reducida a la impotencia por la carne, Dios,
habiendo enviado a su propio Hijo en una carne semejante a la del pecado, y en orden al
pecado, condenó el pecado en la carne”.19
17
Gal 2, 20.
18
Ap 12,10
19
Rom 8,3
8. IVE – Ejercicios Espirituales
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“Cristo nos rescató de la maldición de la ley, haciéndose Él mismo maldición por
nosotros, pues dice la Escritura: Maldito todo el que está colgado de un madero”20
Entonces, viéndote así en la Cruz, Señor, donde no encuentro ninguna parte de
Tu Cuerpo que esté sana, o sin sangre, o sin escupitajos… todo Tu Cuerpo, todo Tu
Rostro, parece como un símbolo de mi pecado tratando de ensuciarte.
Con todo esto, con gran humildad, lágrimas, dolor, con gran certeza del perdón
de Dios, si es que lo pido sinceramente, estoy seguro, Señor y confío, que me estás
purificando.
Si tenemos arrepentimiento sincero, si miramos confiados el amor del
Crucificado, que nada nos quite la paz. Lorenzo Scupoli escribía:
“El demonio pone en juego todo su esfuerzo para arrancar la paz de nuestro
corazón, porque sabe que Dios mora en la paz, y en la paz realiza cosas grandes”21
.
No puedo tener duda de que el Señor abre Su Mano para que como un pajarito
anide en ella, más todavía, abre Su Corazón para que me esconda en Su Pecho. Que la
Virgen Santísima, Refugio de los pecadores, nos devuelva el sentido del pecado pero,
sobre todo, una ilimitada confianza y esperanza en el perdón misericordioso de Dios.
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.
20
Gal 3,13
21
Lorenzo Scupoli, El Combate Espiritual.