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Análisis
literário
El farmer de Andrés Rivera
1
INSTITUTO SUPERIOR DE FORMACIÓN DOCENTE y TÉCNICA
N° 139
PROFESORADO EN LENGUA Y LITERATURA
4° AÑO
TEORÍA LITERARIA IV
ANÁLISIS LITERARIO
EL FARMER
ANDRÉS RIVERA
AÑO 2016
Profesora
CORONEL MIRIAM
Alumna
NICOLA CINTIA
2
INDICE
INTRODUCCIÓN………………………………………………………………….. 3
DESARROLLO…………………………………………………………………….. 5
CONCLUSIÓN…………………………………………………………………….. 15
BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………………………. 16
3
INTRODUCCIÓN
El presente trabajo está destinado a analizar las marcas ideológicas que
contiene “El farmer” de Andrés Rivera, en base a la teoría de Marx siendo sus
características fundamentales;
· Materialismo histórico: puesto que, todos los acontecimientos históricos, se han
producido por causa de factores económicos.
· Lucha de clases: desde los inicios, nuestra sociedad se ha visto envuelta en una
lucha del proletariado y el capitalismo. Marx creía que esto podía cambiar y que
todos podrían llegar a ser iguales.
· Plusvalía: plantea que solo el trabajo crea riqueza, por ende genera capital. Por
cuanto, el obrero recibe menos de lo que produce quedándose con la diferencia el
capitalista.
· Transformación social: los capitalistas son cada vez más ricos, pero su número
disminuye, mientras que el proletariado aumenta, al igual que su pobreza.
En este trabajo se intentará demostrar dónde podemos encontrar las
diferentes frases que representan, en la novela, lo que Andrés Rivera quiere
transmitir con estas palabras y por qué las utiliza con personajes históricos. A su
vez se planteará la postura de Rivera con respecto a la situación ideológica del
estado argentino en el siglo XIX.
Como base para este trabajo utilizaré el capítulo nueve del libro de Terry
Eagleton “Las ideologías y sus vicisitudes en el marxismo occidental”. En el mismo
se plantean las diferentes posturas ideológicas que tienen los teóricos más
reconocidos como; Lukács, Kosch, Mannheim, Gramsci entre otros.
Sobre el autor que elegí analizar en este trabajo podemos decir que: Rivera
antes que sacrificar la independencia de su obra a las exigencias del mercado,
optó por desempeñar oficios paralelos a la literatura para derivar su sustento; fue
sucesivamente obrero textil, periodista y corrector de estilo. Su faceta de animador
de actividades culturales (cine y literatura) dirigidas a los jóvenes de su barrio
también nos parece relevante en la medida en que ese campo de acción parece
haber absorbido una parte de su iniciativa de participación en la praxis. Si en el
caso de Rivera puede hablarse de una disociación paulatina entre arte y
compromiso político, que probablemente ha fortalecido su concepción de la
literatura como un orden autónomo de la creación, esta adhesión al “régimen de la
autonomía artística” está muy lejos de implicar la renuncia al proyecto de hacer
una literatura que remita a lo social y a algunos sectores amplios de la experiencia
humana, como la revolución.
4
¿Escribo de causas y no describo los efectos? Escribo la historia
de una carencia, no la carencia de una historia.
Andrés Rivera
5
DESARROLLO
¿Qué pensaba Andrés Rivera acerca de Rosas? Esta pregunta se responde
en la mayoría de sus obras en las cuales habla del prócer. Este autor trato de
plasmar en cada una de ellas un poco de la vida de Rosas, quizá dándole su
propia versión y marcando cada texto con su propia ideología.
Primero daré la definición de ideología (en este caso usaremos dos de ellas
la ideología en sí y la ideología socialista, para más adelante conectarla con el
marxismo);
“La ideología es definida como un conjunto de creencias e ideas
individuales, grupales o sociales que determinan al sujeto poseedor y que lo
colocan en la realidad existente de manera particular. Si bien por un lado una
ideología es entendida como un modo de pensar individual en el cual se hacen
presentes diferentes preferencias, elecciones, creencias e ideas, también puede
ser comprendida como el sistema de ideas de un grupo social que se expresa a
través de él en el conjunto social todo.”
Ideología socialista:
“Por lo general se define como socialista a toda doctrina o movimiento que
protege por su implantación. Frecuentemente existen diferentes movimientos
políticos que adoptan el título de Socialismo: desde aquella fecha existen ideas de
búsqueda del bien común e igualdad social, hasta los proyectos reformistas de
construcción progresiva de un Estado socialista en términos marxistas, o las
variantes pre y post-marxistas de socialismo (sean obreristas o nacionalistas), o al
intervencionismo, definiciones de socialismo o de sus métodos que pueden variar
drásticamente según varíen los interlocutores políticos y que algunas veces se
distancian en mayor o menor medida de su etimología: estatistas, nacionalistas,
marxistas, cooperativistas, corporativistas gremiales clásicos, corporativistas de
Estado o fascistas, socialistas de renta, socialistas de mercado, mutualistas,
socialdemócratas modernos, etc.
El socialismo continúa siendo un término de fuerte impacto político, que
permanece vinculado con el establecimiento de un orden socioeconómico
construido por, para, o en función de, una clase trabajadora organizada
originariamente sin un orden económico propio, y para el cual debe crearse uno
público (por vía del Estado o no), ya sea mediante revolución o evolución social o
mediante reformas institucionales, con el propósito de construir una sociedad sin
clases estratificadas o subordinadas unas a otras; idea esta última que no era
originaria del ideario socialista sino del comunista y cuya asociación es deudora
6
del marxismo-leninismo. La radicalidad del pensamiento socialista no se refiere
tanto a los métodos para lograrlo sino más bien a los principios que se persiguen.
Pero para ampliar más la idea de ideología debemos consultar las
siguientes fuentes trabajadas; los siguientes pensadores y teóricos nos pueden
dar diferentes conceptos de ideología, uno de ellos es Lukács, para quien el
concepto de ideología surgió en el momento histórico en el que los sistemas de
ideas tomaron conciencia de su propia parcialidad y esto a su vez ocurrió cuando
estas ideas fueron obligadas a enfrentarse a formas de discursos extraños o
alternativos. Otro es Kosch quien nos dice que la ideología es un tipo de
sinécdoque, la figura del discurso en que la parte figura por el todo. En sus
palabras:
“Lo específicamente ideológico de la burguesía es su incapacidad de comprender
la estructura de la formación social como una totalidad, a causa de los desastrosos
efectos de la reificación. La reificación fragmenta y disloca nuestra experiencia social, de
modo tal que bajo su influencia olvidamos que la sociedad es un proceso colectivo, y
llegamos a verla en cambio como uno u otro objeto o institución aislados.” 1
Para Mannheim, la ideología es una creencia anticuada, un conjunto de
mitos, normas e ideales obsoletos, deslingados de la realidad. Y finalmente para
Gramsci la ideología se refiere específicamente a la forma en que las luchas de
poder se libran en el nivel de la significación; y aunque esa significación se
encuentra involucrada en todos los procesos hegemónicos, no es en todos los
casos mediante en nivel dominante que se sostiene el dominio. Por último para
Althusser, la ideología consiste en el conjunto de creencias y prácticas que me
centraliza en relación con el mundo. Se trata de algo mucho más sutil, penetrante
e inconsciente de doctrinas explícitas; es, precisamente, el medio en el cual vivo o
desarrollo mi relación con la sociedad, el reino de los signos y de las prácticas
sociales que me ligan con la estructura social proporcionándome un sentido
coherente y de identidad.
La definición quizá más importante de todas es la de Karl Marx que a
continuación expondré:
“Conocido como uno de los filósofos y pensadores más importantes e
influyentes de la historia, Karl Marx desarrolló su labor filosófica en torno de los
conceptos que luego formarían la base de las ideologías de izquierda como el
socialismo, el anarquismo o el comunismo, entre otras. Nacido en Alemania en el
seno de una familia judía, Karl Marx estudió filosofía y se mostró siempre
interesado por aquellas problemáticas relacionadas con lo social y la desigualdad
1 Terry Eagleton; capitulo nueve “Las ideologías y sus vicisitudes en el marxismo occidental” Pág.
201
7
económica que generaba cada vez a mayor escala el sistema capitalista. El aporte
de Karl Marx ha sido de gran importancia para las sociedades modernas en
numerosos sentidos.”
Con todas estas definiciones e ideas acerca de lo que realmente es la
ideología en sí, se puede observar que varía según el momento histórico en el
cual es desarrollada y según los teóricos que en ese momento la plantean. Pero
intentaremos relacionar la ideología Rosas-Rivera con la ideología marxista de
aquella época. Comenzaremos entonces por desentrañar este concepto en el
libro “El farmer” de Rivera.
En la literatura argentina contemporánea, la obra de Andrés Rivera se
define con unos rasgos bastante nítidos: una prosa concisa y repetitiva; un arte de
la novela basado en la referencia a la Historia; al lado del erotismo oscuro, un
repertorio temático relacionado con el poder político y las luchas sociales. En
relación con la persona de Rivera, se destacan su pasado militante y su estrecho
vínculo con el marxismo. Su identidad de escritor se apoya también en la postura
del intelectual que da a conocer sus diagnósticos sobre la actualidad social y el
poder establecido. Sus declaraciones llevan la marca del inconformismo frente a la
irrealización de la utopía socialista. “El farmer” se publicó en Argentina, en 1996.
Su autor declaró que había utilizado la primera persona para no juzgar, y para
"tratar de comprender".
En el siglo XIX Rivera encuentra algo más que héroes, orígenes o causas
históricas. Este siglo es para él un susurro histórico en el cual ha leído y sigue
leyendo el miedo como norma de disciplinamiento corporal y social, la muerte
como instrumento para ordenar la vida, y el poder como forma de gobierno.
Advierte también en ellos malentendidos de nuestra convicción revolucionaria, los
errores de nuestra experiencia nacional.
Rivera, en sus ficciones, nos muestra como la historia no deja de engendrar
violencia. Retoma el código de valores que la generación de 37 utilizó para erigir la
dimensión mítica del personaje histórico: obediencia, terror, exilio, aunque también
unificación institucional y prosperidad. Pero el Rosas de Rivera degradado por la
vejez y ejecutado políticamente, es un rústico e impotente campesino en tierra
extranjera. Su estatura mítica se fractura porque rivera abre paso a otros ejes que
complementan los pre-existentes. Se trata de la terrena vejez, de la carencia
material y del drama de haber sido y ya no ser. El dolor producido por la traición y
la impostura de sus seguidores marcan al mito como el signo de la pérdida
(verdadero ideologema riveriano).
8
El tema del poder sigue vigente hasta nuestros días. ‘El farmer’ es un
disparador que va más allá de un hombre: Rosas, y de su época.
Como una síntesis de lo que podremos encontrar en la obra de Rivera
acotaremos lo siguiente;
Invierno de 1871. Nieva sobre Gran Bretaña. En una granja del Condado de
Swanthling, un hombre de 78 años pregunta a ningún espejo: "¿Sabe alguien qué
es el destierro?" Ese hombre que es ahora granjero, un farmer, fue durante veinte
años, desde que en 1829 fuera elegido por primera vez gobernador de Buenos
Aires, el hombre más poderoso de Argentina: Juan Manuel de Rosas. Sentado
junto a un brasero, mira nevar en sus escasas tierras, a las que llegó, exiliado, en
1852, "y piensa en la muerte".
“¿Soy el nombre de la historia que se mira a ningún espejo, y habla con ningún
espejo?
¿Soy el nombre de un hombre viejo que, a la luz de unas velas, llora frente a
ningún espejo?”2
“El farmer” no es una novela histórica. Es otra cosa. Por supuesto que es
una novela (y una de las más grandes, aunque breve, de la literatura en castellano
de las últimas décadas), pero no histórica. A pesar de que el general Rosas narre
en ella parte de su vida. O por eso mismo: porque la narra Rosas y no un narrador
omnisciente. Y porque su relato se centra sobre todo en lo que tiene más que ver
con la vida que con la historia. No le interesan a Andrés Rivera ni la sucesión de
datos, ni los acontecimientos marcados en el almanaque como fundamentales, ni
la realidad. Sí le interesa la verdad, la que él mismo construye a partir de la
exploración de lo circundante. Aunque Rivera rechace la denominación de novela
histórica el uso de esta categoría puede justificarse como una manera de señalar
el cuidado con que su obra retoma la dimensión socioeconómica y política del
pasado.
“Me llamarán y yo no volveré. […] Me llamarán para que salve a un país enfermo,
roído por la anarquía, devastado y empobrecido por putos y corruptos, y expuesto a los
probables furores que pueda provocar la diseminación de las proclamas de La
internacional de trabajadores.”3
La narración inconexa, y a ratos poética y turbia de Rosas, no trata de la
historia, sino más bien de otros temas, los que en realidad siempre han interesado
a Rivera: el sexo; “[…]Digo esto, y no digo más: yo sabía que el cura Elortondo
2 Andrés Rivera “El farmer” pág. 13
3 Andrés Rivera “El farmer” pág. 20
9
llegaba, de noche, emponchado, a Las Encadenadas, la estancia de la Gómez, y
que ella le desnudaba la verga, y lo llevaba a la cama, tirando de la piola a la
verga del cura, como si sacara a pasear a un perro , y ataba manos y pies del cura
a la cama, y lo jineteaba.”4 La muerte; “No importa lo que digas, no importa lo que
calles, la vejez es una, la muerte también”5 Argentina y los argentinos ("Quien
gobierne", escribe Rosas-Rivera, "podrá contar, siempre, con la cobardía
incondicional de los argentinos"); la Internacional de Trabajadores y un Marx,
aunque innombrado, que vive en la misma Inglaterra que Rosas; y la propia
escritura, es decir, la novela: "El señor Sarmiento y yo somos los dos mejores
novelistas modernos de este tiempo", proclama el farmer, que a lo largo de su
relato convocará varias veces al autor del Facundo, escrita igualmente en el exilio,
como contrapunto de su propia historia, como narrador de otra historia que
también, de algún modo, protagoniza Rosas. Si Sarmiento escribe su obra "para
no morir", como interpreta el propio Rosas, éste nos cuenta la suya como si
pretendiera ajustar cuentas con el pasado. No para pedir perdón, lo que hace su
relato aún más interesante: no hay lugar aquí para el patetismo.
“El señor Sarmiento y yo somos los dos mejores novelitas modernos de este
tiempo. Él y yo somos los dueños de los mismos silencios. De las mismas ambigüedades,
de las mismas certezas.
El señor Sarmiento publica. Yo, no.” 4
“Inteligencias como las del señor Sarmiento, que se dan pocas en la tierra de Dios,
no pueden responder a la pregunta de qué es Rosas para hombres que mueren al grito de
Viva Rosas. No podrán nunca responder a esa pregunta. Y, entonces, se impacientan. Y,
entonces, el señor Sarmiento, que quiere la cultura de la Francia para las ciudades
argentinas, y que quiere sembrar de granjas norteamericanas el campo argentino, exige,
para expiar el pecado de ser hijos de España, que se derrame la sangre barata de los
gauchos… ¿Misterios de la naturaleza humana?”5
La tradición de personajes revolucionarios pone de manifiesto el sustrato
autobiográfico de la obra. Rivera pertenece a una generación que abrazó la
esperanza de un cambio a través de la acción política, y que poco a poco, acorde
se fueron revelando las verdaderas dimensiones de lo bárbaro (el capitalismo, la
sociedad de mercado, los mecanismos silenciosos del poder), desarrolló una
conciencia más modesta sobre las posibilidades de un cambio social, que por
momentos exhibe los aspectos de la sospecha y la desesperanza. La caída del
comunismo, los logros limitados del socialismo en América Latina, que en el caso
argentino vienen a agregarse a la dictadura militar de 1976-1983, todos estos
procesos históricos están entre las motivaciones que Rivera pudo haber tenido
4 Andrés Rivera “El farmer” pág. 12
5 Andrés Rivera “El farmer” pág. 20
10
para reorientar su preocupación social, y también, los principios de su práctica
literaria, sobre todo en el sentido de un alejamiento de los estereotipos; no
obstante, esos procesos son también la base real de donde Rivera extrae una
conciencia de la historia, y una filosofía sobre la revolución que elabora en su
literatura.
“También les es indiferente quién gobierna en Buenos Aires. Venden lo que sea
que salga de sus fábricas, y compran, ovejas, tasajos, tierras en Santa Fe, en el litoral, en
Buenos Aires y en el sur, y el señor Domingo Faustino Sarmiento, y los doctores, Nicolás
Avellaneda y Valentín Alsina y el general Bartolomé Mitre les son indiferentes si no se
oponen a que las mujeres criollas cumplan sus deberes de sirvientas, de amantes
ocasionales, y si cuadra, por especulación y cálculo, de esposas. Compran vacas, tierras
y mujeres. Y venden el humo de sus fábricas.”6
De sus anteriores novelas a “El farmer” algo, sin embargo, ha cambiado:
Rivera ha adelgazado su prosa (no su discurso). Cada vez más, se ha acercado a
una especie de síntesis entre novela y poema, y ha hecho del uso de la elipsis eje
fundamental de su modo de narrar, de su "proyecto narrativo", proyecto que
comenzó a construir a finales de los años cincuenta sobre las bases de dos
novelas, “El precio” y “Los que no mueren”, más cercanas a lo que se llamó
realismo social, y que constituirían, junto a tres libros de cuentos que publicó antes
de 1968, su primera etapa. En realidad, leídos hoy uno tras otro todos esos libros,
seguidos de los que forman la supuesta segunda etapa de Rivera (que empezaría
con la novela de 1972 “Ajuste de cuentas”), se observa claramente que no existe
tal división, o que ésta es, de tipo formal, ya que la esencia de los textos de Rivera
sigue siendo la misma, sólo que la acción, y con ello parte del lenguaje que la
narra, se ha trasladado del mundo proletario hacia otros mundos (en ocasiones
también marginales, sobre la pobreza actual de algunas provincias argentinas),
pero con el mismo programa marxista detrás, y con una atención al lenguaje,
como centro de la literatura, que lo hace más preciso aún. Pero las historias,
siguen siendo las mismas: ondean entre el procedimiento del reverso de la historia
y el de la propia autobiografía. Sus últimas novelas casi todas, como El farmer,
muy breves, y siempre, desde la madurez de su autor, enfocadas a un tema
fundamental: el exilio. Un exilio, en el cual se ve reflejado el autoexilio de Rivera.
“¿Qué fui yo para ellos?
¿Qué fui yo de ellos?
6 Andrés Rivera “El farmer” pág. 30
11
Mis opositores, que querían tierras, fueron o son propietarios de tierras y, como muchos,
aprendieron de Rosas: expropiaron mis estancias, unas 136 leguas cuadradas de tierra, y
me expropiaron tres o cuatro casas, de las que soy único dueño, en la ciudad de Buenos
Aires.”7
“El señor Domingo Faustino Sarmiento dijo, con un laconismo que celebro, que las
vacas dirigen la política argentina.
Yo digo: la política es otro de los nombres de la deslealtad.
Ahora aquí en el condado de Swanthling, reino de la Gran Bretaña, digo:
Los argentinos darán mi nombre a su destino.”8
Resulta difícil empezar por el referente sociopolítico de las ficciones de
Rivera, sin tocar, al mismo tiempo, lo que podríamos llamar su visión del mundo.
Esto se debe a que el sistema de pensamiento con base en el cual organiza sus
juicios sobre el pasado y el presente también impregna los mundos ficcionales que
construye. Y si a esa impregnabilidad le agregamos la esencia autobiográfico, la
obra de Rivera no parece demasiado librada contra uno de los riesgos para el
núcleo formal de lo artístico: el de la perspectiva hermenéutica (Paul Ricoeur9) que
consulta la filosofía del escritor para tratar de hallarla en su literatura, como si ésta
no fuera más que el antifaz convincente o la ilustración de una elaboración
conceptual que la precede.
7 Andrés Rivera “El farmer” pág. 22
8 Óp. Cita 8
9Paul Ricoeur, filósofo que nos dejó hace relativamente poco tiempo, el 20 de mayo de 2005 a la
edad de 92 años, ha sido uno de los grandes representantes de la hermenéutica. A lo largo de su
recorrido intelectual se aprecia la defensa del diálogo como exigencia de vida, la búsqueda de
sentido y de esperanza reafirmada por su condición de cristiano creyente (calvinista). Su búsqueda
infatigable por la comprensión del hombre le llevó al rechazo de ciertas actitudes superficiales
asentadas en la cultura contemporánea. En muchas ocasiones decía que se daban al mismo
tiempo el progreso de la racionalidad y el retroceso del sentido. Para ello, convencido, exhortaba a
tener una actitud realista ante el mundo y a apreciar la compatibilidad entre la fe y la razón. En este
sentido, advertía que la autonomía de la racionalidad no negaba el espacio de la revelación, ni
como verdad ni como incitación para pensar, pues la razón que obvia este dato es una razón
segada que pone topes al pensamiento y se niega a ir hasta el final.
Por lo general toda filosofía hermenéutica parte de la advertencia de que el sentido del ser se ha
manifestado, de algún modo, en la existencia misma cuando aflora la palabra filosófica. Podemos
decir que la filosofía es, para el hombre, un pensamiento segundo que debe formar el sentido del
ser como tal. En este sentido, para Ricoeur es de capital importancia mostrar que el lenguaje tiene
alcance ontológico, pues si éste se constituye como una estructura subsistente sin ninguna
referencia fuera de ella misma y en la que el sujeto aparece como mera función, entonces es
imposible elaborar un lenguaje en el que se forme, de modo explícito, el ser como tal, es decir, es
imposible la filosofía.
12
Aunque el mayor peso de su argumentación yace sobre el aspecto del
estilo, deja un amplio margen para buscar la filosofía literaria en todo lo que
constituye la función poética del lenguaje, en los “recursos” propios del teatro, la
novela, y la poesía. Ya que, la mayoría de sus obras fueron llevadas al teatro. Y
en las cuales se observa estos recursos.
Por otro lado la violencia instalada en El farmer se ve en muchas, quizá la
mayoría, del relato;
“Yo al frente de mis ejércitos, conquisto las tierras que se extienden desde la
cordillera de los Andes a las aguas que pulen las angosturas del estrecho de Magallanes.
Las tribus indias se someten en presencia de las banderas y de las armas de mis
ejércitos, y los caciques indios dicen que Juan Manuel de Rosas nu8nca los engañó, y
que morirán, con los indios a su mando, por Juan Manuel de Rosas y la palabra de Juan
Manuel de Rosas.
Ni ellos, ni yo, creemos en esas promesas. Mando degollar a los indios más
ariscos, y escucho los gritos de muerte de las indias en pelotas por los indios que
decapitan mis soldados. Es la histeria de rigor. No conozco otro recurso que discipline con
mayor rapidez al salvaje (y al blanco, y al paisanaje alzado).”10
Si hablamos acerca de la lucha de clases sus referencias parecen sugerir
que es éste el terreno en el que dicha interacción puede tener lugar. Las clases
sociales derivan de la división social del trabajo impuesta por la estructura
económica, y en función de tal división participan distintamente del conjunto de
derechos, creencias y formas de organización política de la sociedad,
objetivándose en ellas, pues, tanto la estructura económica como las
superestructuras jurídico-política e ideológica. En la lucha de clases
encontraríamos, así, el terreno favorable para esta interacción. En el capitalismo,
a pesar de que Marx reconoce la existencia de otras clases sociales, la lucha de
clases se da entre la burguesía y el proletariado. Ahora bien, el proletariado está
sometido a los elementos ideológicos, no teniendo, pues, conciencia de su
situación real. El desarrollo de una conciencia de clase le librará del dominio de la
ideología y le llevará a reivindicar el fin de la alineación y de la explotación en el
trabajo. Como este claro ejemplo en el libro en cuestión:
“Los señores Representantes se palmean las espaldas: van arrendar o comprar,
en la tierra que conquisto para ellos, sus hijos y sus nietos, estancias de tres leguas de
frente por tres de fondo. Diez mil cabezas de ganado por estancia: no hay zonzos entre
10 Andrés Rivera “El farmer” pág. 52
13
los señores Representantes de la Legislatura, entre los coroneles de mis ejércitos, entre
los apellidos que valen en Buenos Aires. Les viene en la sangre el gusto por la tierra.”11
Desde la perspectiva marxista, lo que más se ve representado en la obra de
Rivera es la lucha de clases, la lucha por el poder como por ejemplo entre
paisanos e indios, argentinos contra ingleses, etc.
Con respecto al materialismo histórico Andrés Rivera intenta reproducir la
voz y la letra de un retrospectivo Juan Manuel de Rosas que, desde la campesina
Inglaterra del exilio, lleva a cabo un reduccionista análisis del pasado. La
repetición de su propia fórmula transformó la prosa detenida y espiralada de
Rivera en una prosa morosa y reiterativa. Ya que, todos los acontecimientos
históricos, se han producido por causa de factores económicos. Como por ejemplo
en este fragmento del libro:
“Los acreedores ingleses deberían rezar para que Rosas permanezca en el poder.
Es un administrador honesto y prudente de los fondos públicos.
Yo trace los planes de la Campaña del Desierto y, al frente de mis ejércitos,
arrebaté al indio miles de cabezas de ganados, centenares de cautivos y centenares y
centenares de leguas de tierra.”12
Para finalizar este desarrollo puede decirse que, según Marx, a lo largo de
la historia de la humanidad se han sucedido varios modos de producción que, de
acuerdo con las tesis del materialismo histórico, son los auténticos determinantes
de la evolución histórica de la humanidad, por lo que la historia debería ser
explicada en función de ellos, y no de acontecimientos externos, como la sucesión
de dinastías o los dramatizados en el culto a los "héroes". Esa evolución histórica,
de la que son protagonistas los seres humanos en su actividad cotidiana, partiría
del comunismo tribal primitivo y, pasando por el modo de producción antiguo y el
feudal, llegaría al modo de producción capitalista, (en plena expansión en la
segunda mitad del siglo XIX), por lo que respecta a la historia de Occidente; y al
modo de producción asiático, respecto a la historia de Oriente. Desde los inicios,
nuestra sociedad se ha visto envuelta en una lucha del proletariado y el
capitalismo.
11 Andrés Rivera “El farmer” pág. 53
12 Andrés Rivera “El farmer” pág. 41
14
Nieva.
Hiela.
El día se fue.
Miro a Rosas.
Es triste todo.13
13 Andrés Rivera “El farmer” pág. 65
15
CONCLUSIÓN
Desde mi punto de vista, aceptar que lo vivido por un autor determina la
salida de su creación hacia ciertos ejes temáticos, no es hacer una modificación
de su personalidad, y en el caso de Rivera, hay que decir, además, que lo
autobiográfico está al servicio de la imaginación de lo que la Historia fue, el hecho
de sostener con los aprendizajes de su propia experiencia política el mundo
interior de sus héroes revolucionarios, es un indicio de que estamos frente a un
autor que vincula el pasado y el presente no sólo apuntando a las diferencias que
la positividad exige reconocer, sino también a lo que es posible atribuir a ambos.
Pero tener en cuenta el fundamento autobiográfico de la obra no es la única
manera de salvar la idea de característica personal que parece tan necesaria para
el arte moderno. Cuando las variadas referencias a ese fundamento despiertan la
sospecha de que la obra está siendo considerada como un pálido reflejo de las
revelaciones personales o las opiniones del autor, es conveniente preguntar la
ironización, es decir, el conjunto de prácticas formales que median entre sus
vivencias y el pensamiento literario que su obra genera.
Por otro lado, el paso del tema de la revolución en Rivera a la
representación de la subjetividad de sus novelas intenta imponer este alejamiento.
Es necesario partir de aquellas zonas de sentido que nos envían de una manera
directa a su recorrido vivencial y a sus preferencias ideológicas, para comprender
en aquellas otras zonas de sentido que tienen que ver con otros modos de
determinación, más moderados o silenciosos, pero no menos eficaces dentro de la
distribución de su identidad de escritor.
En Rivera se puede reconocer una forma de oposición al discurso “inmóvil”
del autoritarismo, una representación de la subjetividad que tiende a relativizar el
nivel individual de la experiencia. Quizás pensar en el autor como conciencia que
interroga las formas abra el camino para que lo autobiográfico sea considerado
como una entre las diversas fuentes de la imaginación literaria.
16
BIBLIOGRAFÍA
Terry Eagleton. “Las ideologías y sus vicisitudes en el marxismo occidental”
Real Academia Española © Todos los derechos reservados
http://www.monografias.com/trabajos33/el-campesino/el-
campesino.shtml#ixzz42YkGonux
lirico.revues.org › Números › 1 › Andrés Rivera
Rivera, Andrés. El farmer. Madrid, Suma de Letras, 2002 (1ª ed. 1996).
scriptor.typepad.com/scriptorg/files/ric-roma.doc
www.webdianoia.com/contemporanea/marx/marx_fli_mat_his.htm
sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/.../Documento_completo.pdf
http://www.definicionabc.com/social/ideologia.php
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Análisis de El farmer de Andrés Rivera y sus marcas ideológicas

  • 2. 1 INSTITUTO SUPERIOR DE FORMACIÓN DOCENTE y TÉCNICA N° 139 PROFESORADO EN LENGUA Y LITERATURA 4° AÑO TEORÍA LITERARIA IV ANÁLISIS LITERARIO EL FARMER ANDRÉS RIVERA AÑO 2016 Profesora CORONEL MIRIAM Alumna NICOLA CINTIA
  • 4. 3 INTRODUCCIÓN El presente trabajo está destinado a analizar las marcas ideológicas que contiene “El farmer” de Andrés Rivera, en base a la teoría de Marx siendo sus características fundamentales; · Materialismo histórico: puesto que, todos los acontecimientos históricos, se han producido por causa de factores económicos. · Lucha de clases: desde los inicios, nuestra sociedad se ha visto envuelta en una lucha del proletariado y el capitalismo. Marx creía que esto podía cambiar y que todos podrían llegar a ser iguales. · Plusvalía: plantea que solo el trabajo crea riqueza, por ende genera capital. Por cuanto, el obrero recibe menos de lo que produce quedándose con la diferencia el capitalista. · Transformación social: los capitalistas son cada vez más ricos, pero su número disminuye, mientras que el proletariado aumenta, al igual que su pobreza. En este trabajo se intentará demostrar dónde podemos encontrar las diferentes frases que representan, en la novela, lo que Andrés Rivera quiere transmitir con estas palabras y por qué las utiliza con personajes históricos. A su vez se planteará la postura de Rivera con respecto a la situación ideológica del estado argentino en el siglo XIX. Como base para este trabajo utilizaré el capítulo nueve del libro de Terry Eagleton “Las ideologías y sus vicisitudes en el marxismo occidental”. En el mismo se plantean las diferentes posturas ideológicas que tienen los teóricos más reconocidos como; Lukács, Kosch, Mannheim, Gramsci entre otros. Sobre el autor que elegí analizar en este trabajo podemos decir que: Rivera antes que sacrificar la independencia de su obra a las exigencias del mercado, optó por desempeñar oficios paralelos a la literatura para derivar su sustento; fue sucesivamente obrero textil, periodista y corrector de estilo. Su faceta de animador de actividades culturales (cine y literatura) dirigidas a los jóvenes de su barrio también nos parece relevante en la medida en que ese campo de acción parece haber absorbido una parte de su iniciativa de participación en la praxis. Si en el caso de Rivera puede hablarse de una disociación paulatina entre arte y compromiso político, que probablemente ha fortalecido su concepción de la literatura como un orden autónomo de la creación, esta adhesión al “régimen de la autonomía artística” está muy lejos de implicar la renuncia al proyecto de hacer una literatura que remita a lo social y a algunos sectores amplios de la experiencia humana, como la revolución.
  • 5. 4 ¿Escribo de causas y no describo los efectos? Escribo la historia de una carencia, no la carencia de una historia. Andrés Rivera
  • 6. 5 DESARROLLO ¿Qué pensaba Andrés Rivera acerca de Rosas? Esta pregunta se responde en la mayoría de sus obras en las cuales habla del prócer. Este autor trato de plasmar en cada una de ellas un poco de la vida de Rosas, quizá dándole su propia versión y marcando cada texto con su propia ideología. Primero daré la definición de ideología (en este caso usaremos dos de ellas la ideología en sí y la ideología socialista, para más adelante conectarla con el marxismo); “La ideología es definida como un conjunto de creencias e ideas individuales, grupales o sociales que determinan al sujeto poseedor y que lo colocan en la realidad existente de manera particular. Si bien por un lado una ideología es entendida como un modo de pensar individual en el cual se hacen presentes diferentes preferencias, elecciones, creencias e ideas, también puede ser comprendida como el sistema de ideas de un grupo social que se expresa a través de él en el conjunto social todo.” Ideología socialista: “Por lo general se define como socialista a toda doctrina o movimiento que protege por su implantación. Frecuentemente existen diferentes movimientos políticos que adoptan el título de Socialismo: desde aquella fecha existen ideas de búsqueda del bien común e igualdad social, hasta los proyectos reformistas de construcción progresiva de un Estado socialista en términos marxistas, o las variantes pre y post-marxistas de socialismo (sean obreristas o nacionalistas), o al intervencionismo, definiciones de socialismo o de sus métodos que pueden variar drásticamente según varíen los interlocutores políticos y que algunas veces se distancian en mayor o menor medida de su etimología: estatistas, nacionalistas, marxistas, cooperativistas, corporativistas gremiales clásicos, corporativistas de Estado o fascistas, socialistas de renta, socialistas de mercado, mutualistas, socialdemócratas modernos, etc. El socialismo continúa siendo un término de fuerte impacto político, que permanece vinculado con el establecimiento de un orden socioeconómico construido por, para, o en función de, una clase trabajadora organizada originariamente sin un orden económico propio, y para el cual debe crearse uno público (por vía del Estado o no), ya sea mediante revolución o evolución social o mediante reformas institucionales, con el propósito de construir una sociedad sin clases estratificadas o subordinadas unas a otras; idea esta última que no era originaria del ideario socialista sino del comunista y cuya asociación es deudora
  • 7. 6 del marxismo-leninismo. La radicalidad del pensamiento socialista no se refiere tanto a los métodos para lograrlo sino más bien a los principios que se persiguen. Pero para ampliar más la idea de ideología debemos consultar las siguientes fuentes trabajadas; los siguientes pensadores y teóricos nos pueden dar diferentes conceptos de ideología, uno de ellos es Lukács, para quien el concepto de ideología surgió en el momento histórico en el que los sistemas de ideas tomaron conciencia de su propia parcialidad y esto a su vez ocurrió cuando estas ideas fueron obligadas a enfrentarse a formas de discursos extraños o alternativos. Otro es Kosch quien nos dice que la ideología es un tipo de sinécdoque, la figura del discurso en que la parte figura por el todo. En sus palabras: “Lo específicamente ideológico de la burguesía es su incapacidad de comprender la estructura de la formación social como una totalidad, a causa de los desastrosos efectos de la reificación. La reificación fragmenta y disloca nuestra experiencia social, de modo tal que bajo su influencia olvidamos que la sociedad es un proceso colectivo, y llegamos a verla en cambio como uno u otro objeto o institución aislados.” 1 Para Mannheim, la ideología es una creencia anticuada, un conjunto de mitos, normas e ideales obsoletos, deslingados de la realidad. Y finalmente para Gramsci la ideología se refiere específicamente a la forma en que las luchas de poder se libran en el nivel de la significación; y aunque esa significación se encuentra involucrada en todos los procesos hegemónicos, no es en todos los casos mediante en nivel dominante que se sostiene el dominio. Por último para Althusser, la ideología consiste en el conjunto de creencias y prácticas que me centraliza en relación con el mundo. Se trata de algo mucho más sutil, penetrante e inconsciente de doctrinas explícitas; es, precisamente, el medio en el cual vivo o desarrollo mi relación con la sociedad, el reino de los signos y de las prácticas sociales que me ligan con la estructura social proporcionándome un sentido coherente y de identidad. La definición quizá más importante de todas es la de Karl Marx que a continuación expondré: “Conocido como uno de los filósofos y pensadores más importantes e influyentes de la historia, Karl Marx desarrolló su labor filosófica en torno de los conceptos que luego formarían la base de las ideologías de izquierda como el socialismo, el anarquismo o el comunismo, entre otras. Nacido en Alemania en el seno de una familia judía, Karl Marx estudió filosofía y se mostró siempre interesado por aquellas problemáticas relacionadas con lo social y la desigualdad 1 Terry Eagleton; capitulo nueve “Las ideologías y sus vicisitudes en el marxismo occidental” Pág. 201
  • 8. 7 económica que generaba cada vez a mayor escala el sistema capitalista. El aporte de Karl Marx ha sido de gran importancia para las sociedades modernas en numerosos sentidos.” Con todas estas definiciones e ideas acerca de lo que realmente es la ideología en sí, se puede observar que varía según el momento histórico en el cual es desarrollada y según los teóricos que en ese momento la plantean. Pero intentaremos relacionar la ideología Rosas-Rivera con la ideología marxista de aquella época. Comenzaremos entonces por desentrañar este concepto en el libro “El farmer” de Rivera. En la literatura argentina contemporánea, la obra de Andrés Rivera se define con unos rasgos bastante nítidos: una prosa concisa y repetitiva; un arte de la novela basado en la referencia a la Historia; al lado del erotismo oscuro, un repertorio temático relacionado con el poder político y las luchas sociales. En relación con la persona de Rivera, se destacan su pasado militante y su estrecho vínculo con el marxismo. Su identidad de escritor se apoya también en la postura del intelectual que da a conocer sus diagnósticos sobre la actualidad social y el poder establecido. Sus declaraciones llevan la marca del inconformismo frente a la irrealización de la utopía socialista. “El farmer” se publicó en Argentina, en 1996. Su autor declaró que había utilizado la primera persona para no juzgar, y para "tratar de comprender". En el siglo XIX Rivera encuentra algo más que héroes, orígenes o causas históricas. Este siglo es para él un susurro histórico en el cual ha leído y sigue leyendo el miedo como norma de disciplinamiento corporal y social, la muerte como instrumento para ordenar la vida, y el poder como forma de gobierno. Advierte también en ellos malentendidos de nuestra convicción revolucionaria, los errores de nuestra experiencia nacional. Rivera, en sus ficciones, nos muestra como la historia no deja de engendrar violencia. Retoma el código de valores que la generación de 37 utilizó para erigir la dimensión mítica del personaje histórico: obediencia, terror, exilio, aunque también unificación institucional y prosperidad. Pero el Rosas de Rivera degradado por la vejez y ejecutado políticamente, es un rústico e impotente campesino en tierra extranjera. Su estatura mítica se fractura porque rivera abre paso a otros ejes que complementan los pre-existentes. Se trata de la terrena vejez, de la carencia material y del drama de haber sido y ya no ser. El dolor producido por la traición y la impostura de sus seguidores marcan al mito como el signo de la pérdida (verdadero ideologema riveriano).
  • 9. 8 El tema del poder sigue vigente hasta nuestros días. ‘El farmer’ es un disparador que va más allá de un hombre: Rosas, y de su época. Como una síntesis de lo que podremos encontrar en la obra de Rivera acotaremos lo siguiente; Invierno de 1871. Nieva sobre Gran Bretaña. En una granja del Condado de Swanthling, un hombre de 78 años pregunta a ningún espejo: "¿Sabe alguien qué es el destierro?" Ese hombre que es ahora granjero, un farmer, fue durante veinte años, desde que en 1829 fuera elegido por primera vez gobernador de Buenos Aires, el hombre más poderoso de Argentina: Juan Manuel de Rosas. Sentado junto a un brasero, mira nevar en sus escasas tierras, a las que llegó, exiliado, en 1852, "y piensa en la muerte". “¿Soy el nombre de la historia que se mira a ningún espejo, y habla con ningún espejo? ¿Soy el nombre de un hombre viejo que, a la luz de unas velas, llora frente a ningún espejo?”2 “El farmer” no es una novela histórica. Es otra cosa. Por supuesto que es una novela (y una de las más grandes, aunque breve, de la literatura en castellano de las últimas décadas), pero no histórica. A pesar de que el general Rosas narre en ella parte de su vida. O por eso mismo: porque la narra Rosas y no un narrador omnisciente. Y porque su relato se centra sobre todo en lo que tiene más que ver con la vida que con la historia. No le interesan a Andrés Rivera ni la sucesión de datos, ni los acontecimientos marcados en el almanaque como fundamentales, ni la realidad. Sí le interesa la verdad, la que él mismo construye a partir de la exploración de lo circundante. Aunque Rivera rechace la denominación de novela histórica el uso de esta categoría puede justificarse como una manera de señalar el cuidado con que su obra retoma la dimensión socioeconómica y política del pasado. “Me llamarán y yo no volveré. […] Me llamarán para que salve a un país enfermo, roído por la anarquía, devastado y empobrecido por putos y corruptos, y expuesto a los probables furores que pueda provocar la diseminación de las proclamas de La internacional de trabajadores.”3 La narración inconexa, y a ratos poética y turbia de Rosas, no trata de la historia, sino más bien de otros temas, los que en realidad siempre han interesado a Rivera: el sexo; “[…]Digo esto, y no digo más: yo sabía que el cura Elortondo 2 Andrés Rivera “El farmer” pág. 13 3 Andrés Rivera “El farmer” pág. 20
  • 10. 9 llegaba, de noche, emponchado, a Las Encadenadas, la estancia de la Gómez, y que ella le desnudaba la verga, y lo llevaba a la cama, tirando de la piola a la verga del cura, como si sacara a pasear a un perro , y ataba manos y pies del cura a la cama, y lo jineteaba.”4 La muerte; “No importa lo que digas, no importa lo que calles, la vejez es una, la muerte también”5 Argentina y los argentinos ("Quien gobierne", escribe Rosas-Rivera, "podrá contar, siempre, con la cobardía incondicional de los argentinos"); la Internacional de Trabajadores y un Marx, aunque innombrado, que vive en la misma Inglaterra que Rosas; y la propia escritura, es decir, la novela: "El señor Sarmiento y yo somos los dos mejores novelistas modernos de este tiempo", proclama el farmer, que a lo largo de su relato convocará varias veces al autor del Facundo, escrita igualmente en el exilio, como contrapunto de su propia historia, como narrador de otra historia que también, de algún modo, protagoniza Rosas. Si Sarmiento escribe su obra "para no morir", como interpreta el propio Rosas, éste nos cuenta la suya como si pretendiera ajustar cuentas con el pasado. No para pedir perdón, lo que hace su relato aún más interesante: no hay lugar aquí para el patetismo. “El señor Sarmiento y yo somos los dos mejores novelitas modernos de este tiempo. Él y yo somos los dueños de los mismos silencios. De las mismas ambigüedades, de las mismas certezas. El señor Sarmiento publica. Yo, no.” 4 “Inteligencias como las del señor Sarmiento, que se dan pocas en la tierra de Dios, no pueden responder a la pregunta de qué es Rosas para hombres que mueren al grito de Viva Rosas. No podrán nunca responder a esa pregunta. Y, entonces, se impacientan. Y, entonces, el señor Sarmiento, que quiere la cultura de la Francia para las ciudades argentinas, y que quiere sembrar de granjas norteamericanas el campo argentino, exige, para expiar el pecado de ser hijos de España, que se derrame la sangre barata de los gauchos… ¿Misterios de la naturaleza humana?”5 La tradición de personajes revolucionarios pone de manifiesto el sustrato autobiográfico de la obra. Rivera pertenece a una generación que abrazó la esperanza de un cambio a través de la acción política, y que poco a poco, acorde se fueron revelando las verdaderas dimensiones de lo bárbaro (el capitalismo, la sociedad de mercado, los mecanismos silenciosos del poder), desarrolló una conciencia más modesta sobre las posibilidades de un cambio social, que por momentos exhibe los aspectos de la sospecha y la desesperanza. La caída del comunismo, los logros limitados del socialismo en América Latina, que en el caso argentino vienen a agregarse a la dictadura militar de 1976-1983, todos estos procesos históricos están entre las motivaciones que Rivera pudo haber tenido 4 Andrés Rivera “El farmer” pág. 12 5 Andrés Rivera “El farmer” pág. 20
  • 11. 10 para reorientar su preocupación social, y también, los principios de su práctica literaria, sobre todo en el sentido de un alejamiento de los estereotipos; no obstante, esos procesos son también la base real de donde Rivera extrae una conciencia de la historia, y una filosofía sobre la revolución que elabora en su literatura. “También les es indiferente quién gobierna en Buenos Aires. Venden lo que sea que salga de sus fábricas, y compran, ovejas, tasajos, tierras en Santa Fe, en el litoral, en Buenos Aires y en el sur, y el señor Domingo Faustino Sarmiento, y los doctores, Nicolás Avellaneda y Valentín Alsina y el general Bartolomé Mitre les son indiferentes si no se oponen a que las mujeres criollas cumplan sus deberes de sirvientas, de amantes ocasionales, y si cuadra, por especulación y cálculo, de esposas. Compran vacas, tierras y mujeres. Y venden el humo de sus fábricas.”6 De sus anteriores novelas a “El farmer” algo, sin embargo, ha cambiado: Rivera ha adelgazado su prosa (no su discurso). Cada vez más, se ha acercado a una especie de síntesis entre novela y poema, y ha hecho del uso de la elipsis eje fundamental de su modo de narrar, de su "proyecto narrativo", proyecto que comenzó a construir a finales de los años cincuenta sobre las bases de dos novelas, “El precio” y “Los que no mueren”, más cercanas a lo que se llamó realismo social, y que constituirían, junto a tres libros de cuentos que publicó antes de 1968, su primera etapa. En realidad, leídos hoy uno tras otro todos esos libros, seguidos de los que forman la supuesta segunda etapa de Rivera (que empezaría con la novela de 1972 “Ajuste de cuentas”), se observa claramente que no existe tal división, o que ésta es, de tipo formal, ya que la esencia de los textos de Rivera sigue siendo la misma, sólo que la acción, y con ello parte del lenguaje que la narra, se ha trasladado del mundo proletario hacia otros mundos (en ocasiones también marginales, sobre la pobreza actual de algunas provincias argentinas), pero con el mismo programa marxista detrás, y con una atención al lenguaje, como centro de la literatura, que lo hace más preciso aún. Pero las historias, siguen siendo las mismas: ondean entre el procedimiento del reverso de la historia y el de la propia autobiografía. Sus últimas novelas casi todas, como El farmer, muy breves, y siempre, desde la madurez de su autor, enfocadas a un tema fundamental: el exilio. Un exilio, en el cual se ve reflejado el autoexilio de Rivera. “¿Qué fui yo para ellos? ¿Qué fui yo de ellos? 6 Andrés Rivera “El farmer” pág. 30
  • 12. 11 Mis opositores, que querían tierras, fueron o son propietarios de tierras y, como muchos, aprendieron de Rosas: expropiaron mis estancias, unas 136 leguas cuadradas de tierra, y me expropiaron tres o cuatro casas, de las que soy único dueño, en la ciudad de Buenos Aires.”7 “El señor Domingo Faustino Sarmiento dijo, con un laconismo que celebro, que las vacas dirigen la política argentina. Yo digo: la política es otro de los nombres de la deslealtad. Ahora aquí en el condado de Swanthling, reino de la Gran Bretaña, digo: Los argentinos darán mi nombre a su destino.”8 Resulta difícil empezar por el referente sociopolítico de las ficciones de Rivera, sin tocar, al mismo tiempo, lo que podríamos llamar su visión del mundo. Esto se debe a que el sistema de pensamiento con base en el cual organiza sus juicios sobre el pasado y el presente también impregna los mundos ficcionales que construye. Y si a esa impregnabilidad le agregamos la esencia autobiográfico, la obra de Rivera no parece demasiado librada contra uno de los riesgos para el núcleo formal de lo artístico: el de la perspectiva hermenéutica (Paul Ricoeur9) que consulta la filosofía del escritor para tratar de hallarla en su literatura, como si ésta no fuera más que el antifaz convincente o la ilustración de una elaboración conceptual que la precede. 7 Andrés Rivera “El farmer” pág. 22 8 Óp. Cita 8 9Paul Ricoeur, filósofo que nos dejó hace relativamente poco tiempo, el 20 de mayo de 2005 a la edad de 92 años, ha sido uno de los grandes representantes de la hermenéutica. A lo largo de su recorrido intelectual se aprecia la defensa del diálogo como exigencia de vida, la búsqueda de sentido y de esperanza reafirmada por su condición de cristiano creyente (calvinista). Su búsqueda infatigable por la comprensión del hombre le llevó al rechazo de ciertas actitudes superficiales asentadas en la cultura contemporánea. En muchas ocasiones decía que se daban al mismo tiempo el progreso de la racionalidad y el retroceso del sentido. Para ello, convencido, exhortaba a tener una actitud realista ante el mundo y a apreciar la compatibilidad entre la fe y la razón. En este sentido, advertía que la autonomía de la racionalidad no negaba el espacio de la revelación, ni como verdad ni como incitación para pensar, pues la razón que obvia este dato es una razón segada que pone topes al pensamiento y se niega a ir hasta el final. Por lo general toda filosofía hermenéutica parte de la advertencia de que el sentido del ser se ha manifestado, de algún modo, en la existencia misma cuando aflora la palabra filosófica. Podemos decir que la filosofía es, para el hombre, un pensamiento segundo que debe formar el sentido del ser como tal. En este sentido, para Ricoeur es de capital importancia mostrar que el lenguaje tiene alcance ontológico, pues si éste se constituye como una estructura subsistente sin ninguna referencia fuera de ella misma y en la que el sujeto aparece como mera función, entonces es imposible elaborar un lenguaje en el que se forme, de modo explícito, el ser como tal, es decir, es imposible la filosofía.
  • 13. 12 Aunque el mayor peso de su argumentación yace sobre el aspecto del estilo, deja un amplio margen para buscar la filosofía literaria en todo lo que constituye la función poética del lenguaje, en los “recursos” propios del teatro, la novela, y la poesía. Ya que, la mayoría de sus obras fueron llevadas al teatro. Y en las cuales se observa estos recursos. Por otro lado la violencia instalada en El farmer se ve en muchas, quizá la mayoría, del relato; “Yo al frente de mis ejércitos, conquisto las tierras que se extienden desde la cordillera de los Andes a las aguas que pulen las angosturas del estrecho de Magallanes. Las tribus indias se someten en presencia de las banderas y de las armas de mis ejércitos, y los caciques indios dicen que Juan Manuel de Rosas nu8nca los engañó, y que morirán, con los indios a su mando, por Juan Manuel de Rosas y la palabra de Juan Manuel de Rosas. Ni ellos, ni yo, creemos en esas promesas. Mando degollar a los indios más ariscos, y escucho los gritos de muerte de las indias en pelotas por los indios que decapitan mis soldados. Es la histeria de rigor. No conozco otro recurso que discipline con mayor rapidez al salvaje (y al blanco, y al paisanaje alzado).”10 Si hablamos acerca de la lucha de clases sus referencias parecen sugerir que es éste el terreno en el que dicha interacción puede tener lugar. Las clases sociales derivan de la división social del trabajo impuesta por la estructura económica, y en función de tal división participan distintamente del conjunto de derechos, creencias y formas de organización política de la sociedad, objetivándose en ellas, pues, tanto la estructura económica como las superestructuras jurídico-política e ideológica. En la lucha de clases encontraríamos, así, el terreno favorable para esta interacción. En el capitalismo, a pesar de que Marx reconoce la existencia de otras clases sociales, la lucha de clases se da entre la burguesía y el proletariado. Ahora bien, el proletariado está sometido a los elementos ideológicos, no teniendo, pues, conciencia de su situación real. El desarrollo de una conciencia de clase le librará del dominio de la ideología y le llevará a reivindicar el fin de la alineación y de la explotación en el trabajo. Como este claro ejemplo en el libro en cuestión: “Los señores Representantes se palmean las espaldas: van arrendar o comprar, en la tierra que conquisto para ellos, sus hijos y sus nietos, estancias de tres leguas de frente por tres de fondo. Diez mil cabezas de ganado por estancia: no hay zonzos entre 10 Andrés Rivera “El farmer” pág. 52
  • 14. 13 los señores Representantes de la Legislatura, entre los coroneles de mis ejércitos, entre los apellidos que valen en Buenos Aires. Les viene en la sangre el gusto por la tierra.”11 Desde la perspectiva marxista, lo que más se ve representado en la obra de Rivera es la lucha de clases, la lucha por el poder como por ejemplo entre paisanos e indios, argentinos contra ingleses, etc. Con respecto al materialismo histórico Andrés Rivera intenta reproducir la voz y la letra de un retrospectivo Juan Manuel de Rosas que, desde la campesina Inglaterra del exilio, lleva a cabo un reduccionista análisis del pasado. La repetición de su propia fórmula transformó la prosa detenida y espiralada de Rivera en una prosa morosa y reiterativa. Ya que, todos los acontecimientos históricos, se han producido por causa de factores económicos. Como por ejemplo en este fragmento del libro: “Los acreedores ingleses deberían rezar para que Rosas permanezca en el poder. Es un administrador honesto y prudente de los fondos públicos. Yo trace los planes de la Campaña del Desierto y, al frente de mis ejércitos, arrebaté al indio miles de cabezas de ganados, centenares de cautivos y centenares y centenares de leguas de tierra.”12 Para finalizar este desarrollo puede decirse que, según Marx, a lo largo de la historia de la humanidad se han sucedido varios modos de producción que, de acuerdo con las tesis del materialismo histórico, son los auténticos determinantes de la evolución histórica de la humanidad, por lo que la historia debería ser explicada en función de ellos, y no de acontecimientos externos, como la sucesión de dinastías o los dramatizados en el culto a los "héroes". Esa evolución histórica, de la que son protagonistas los seres humanos en su actividad cotidiana, partiría del comunismo tribal primitivo y, pasando por el modo de producción antiguo y el feudal, llegaría al modo de producción capitalista, (en plena expansión en la segunda mitad del siglo XIX), por lo que respecta a la historia de Occidente; y al modo de producción asiático, respecto a la historia de Oriente. Desde los inicios, nuestra sociedad se ha visto envuelta en una lucha del proletariado y el capitalismo. 11 Andrés Rivera “El farmer” pág. 53 12 Andrés Rivera “El farmer” pág. 41
  • 15. 14 Nieva. Hiela. El día se fue. Miro a Rosas. Es triste todo.13 13 Andrés Rivera “El farmer” pág. 65
  • 16. 15 CONCLUSIÓN Desde mi punto de vista, aceptar que lo vivido por un autor determina la salida de su creación hacia ciertos ejes temáticos, no es hacer una modificación de su personalidad, y en el caso de Rivera, hay que decir, además, que lo autobiográfico está al servicio de la imaginación de lo que la Historia fue, el hecho de sostener con los aprendizajes de su propia experiencia política el mundo interior de sus héroes revolucionarios, es un indicio de que estamos frente a un autor que vincula el pasado y el presente no sólo apuntando a las diferencias que la positividad exige reconocer, sino también a lo que es posible atribuir a ambos. Pero tener en cuenta el fundamento autobiográfico de la obra no es la única manera de salvar la idea de característica personal que parece tan necesaria para el arte moderno. Cuando las variadas referencias a ese fundamento despiertan la sospecha de que la obra está siendo considerada como un pálido reflejo de las revelaciones personales o las opiniones del autor, es conveniente preguntar la ironización, es decir, el conjunto de prácticas formales que median entre sus vivencias y el pensamiento literario que su obra genera. Por otro lado, el paso del tema de la revolución en Rivera a la representación de la subjetividad de sus novelas intenta imponer este alejamiento. Es necesario partir de aquellas zonas de sentido que nos envían de una manera directa a su recorrido vivencial y a sus preferencias ideológicas, para comprender en aquellas otras zonas de sentido que tienen que ver con otros modos de determinación, más moderados o silenciosos, pero no menos eficaces dentro de la distribución de su identidad de escritor. En Rivera se puede reconocer una forma de oposición al discurso “inmóvil” del autoritarismo, una representación de la subjetividad que tiende a relativizar el nivel individual de la experiencia. Quizás pensar en el autor como conciencia que interroga las formas abra el camino para que lo autobiográfico sea considerado como una entre las diversas fuentes de la imaginación literaria.
  • 17. 16 BIBLIOGRAFÍA Terry Eagleton. “Las ideologías y sus vicisitudes en el marxismo occidental” Real Academia Española © Todos los derechos reservados http://www.monografias.com/trabajos33/el-campesino/el- campesino.shtml#ixzz42YkGonux lirico.revues.org › Números › 1 › Andrés Rivera Rivera, Andrés. El farmer. Madrid, Suma de Letras, 2002 (1ª ed. 1996). scriptor.typepad.com/scriptorg/files/ric-roma.doc www.webdianoia.com/contemporanea/marx/marx_fli_mat_his.htm sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/.../Documento_completo.pdf http://www.definicionabc.com/social/ideologia.php http://www.definicionabc.com/historia/marx.php