1. Violencia Partidista en Colombia Siglo XX2011Daniel Fernando Bautista ArrublaUniversidad de Antioquia01/01/201127197203814873<br />“Lo importante no es cambiar de amo, sino dejar de ser perro”Manuel Jesús Clouthier del Rincón.<br />Desde sus inicios como república, Colombia ha sido epicentro de grandes y marcadas diferencias culturales, sociales e ideológicas que son producto de su diversidad en regiones y de lo extenso de su territorio, que genera la poca integración nacional. Se ha llegado incluso a definir a Colombia como una simple unión formal de impares departamentos, como aglomeración de muchas culturas en un territorio determinado, como un Estado más no como una nación. <br />Se deriva entonces de lo anterior, la disparidad presente en las formas de acción y concepción política en la Colombia post-colonial y agregando la tradición violenta y poco abierta con la que cuenta este país latinoamericano, da como resultado la sangrienta confrontación armada que se desató desde finales del siglo XIX (la llamada guerra de los mil días, ver RUBIANO, RAFAEL. Élites, clases y poder político a 110 años de la guerra de los Mil Días.) y que se extiende hasta la primera década del siglo XXI, sin mostrar aún pasos hacia su pacificación.<br />La violencia partidista en Colombia, no es pues cosa única y singular de los siglos 40s y 50s del siglo XX - con el Bogotazo como punto culmen -; se remonta hasta los tiempos después de la independencia, comenzando con los choques entre centralistas y federalistas, continuando con las disputas entre los hacendados aristocráticos y los comerciantes, entre otros encuentros que pasan de lo ideológico a lo programático.<br />Sin embargo, y teniendo en cuenta procesos previos, el presente ensayo buscará aclarar y exponer los orígenes y desenlaces de la contienda entre liberales y conservadores, “chusma” y “godos” como frentes armados de choque respectivamente, conflicto bélico que estancó en Colombia a mediados del siglo XX, que como testamento dejó el gran éxodo de comunidades agrarias a la ciudad, la conformación de los cinturones de miseria que rodean a todas las ciudades colombianas y, se verá porqué, el inesperado éxito del mercado de las drogas en la economía nacional.<br />El siglo XIX fueron años de mucha algidez en el diario vivir colombiano. Fue a principios de este siglo cuando se proclama la independencia de la Madre Patria española, tema de extenso contenido que no es del caso mencionar en el presente trabajo. Cabe aquí destacar mayormente los últimos cuarenta años citado siglo, caracterizados por profundos rompimientos en la “unidad” tan anhelada por Bolívar, constantes guerras civiles y por los ires y venires del poder entre los siempre sólidos conservadores y los entusiastas liberales. <br />Precisamente en el año 1863 se dio arribo a las propuestas liberales tan en boga por esos días en Europa, con la firma de una constitución que actualizaba las ya obsoletas normas colonialistas que cundían el ordenamiento por esos días, haciendo énfasis en la urgencia de poner al día los códigos mercantiles y del comercio, como también los cobros de impuestos, que eran en su mayoría legados de las antiguas tácticas españolas. <br />Como es casi obligado en cada sociedad en donde se hable de modernización, la nueva constitución no cayó para nada bien entre las élites dominantes, por aquellos días hacendarios aristocráticos y terratenientes, empeñados en mantener el status quo y que veían amenazados sus intereses por las nuevas propuestas de apertura económica y de más oportunidades para los comerciantes.<br />A partir de 1875 comienza entonces un consecutivo de uniones y empresas en pro del desmonte de lo propuesto por la constitución, proceso bautizado como Regeneración, con la Iglesia católica como aliada y con los hoy en día reconocidos políticos colombianos, como Rafael Núñez y Rafael Reyes en escena.<br />Es precisamente con la llegada de Núñez al poder en el año de 1875, que pasó de ser el más enérgico liberal a ser un poderoso conservador, que desde el ejecutivo se vislumbran políticas “sucias” como el cierre de periódicos de casa liberales, la represión policial en contra de aglutinaciones obreras y el monopolio azul en los altos e influyentes órganos gubernamentales. Y como estocada final, después de tres periodos de guerras entra simpatizantes, se promulga la constitución de 1886 con la que los pasos dados hacia la modernización industrial y comercial de país , así como su secularización, se desaceleran con la nueva aparición de principios ultra católicos, con fines oligárquicos que ponían en pié la visión paternalista entre ciudadano-estado.<br />Se convierten entonces los últimos quince años del siglo XIX en violentas turbas ideologizadas, enfrascadas en asesinatos selectivos de visibles partidistas de ambas toldas, desorden interior que conlleva al ensimismamiento propio de las guerras civiles y al olvido de las relaciones exteriores. Esta proceso bélico como era de esperarse, permeó las cancillerías internacionales, generando la atención exterior y fundándose en el proyecto estadounidense de creación del canal de Panamá (territorio colombiano por aquellos días), que llegaría a ser la más ingenua pérdida de extensión territorial dada por un país cualquiera en el siglo XX.<br />Así el siglo pasado llegó al país entre tensas relaciones institucionales y políticas, tanto así que para el año 1901 se daba nombre al enfrentamiento armado – civil más cruento de la historia de este país suramericano: la Guerra de los Mil días.<br />Los focos violentos más álgidos de esta fueron los departamentos de Cundinamarca, Antioquia, Santander, Tolima Grande y porción de Boyacá y los Llanos Orientales. Los magnicidios, masacres y desplazamientos fueron pan de cada día durante cerca de 2 años y no solo se remitía a las calles y las balaceras, se trataba de una guerra también política, también económica. Los puestos del poder legal eran tan cambiantes como las muertes en combate. Colombia se ve sumida en una crisis separatista que propicia la Independencia de Panamá hacia el año 1903 y su posterior pacto con EEUU para la construcción del mega proyecto transoceánico llamado el canal de Panamá. <br />Las tres décadas posteriores a la Guerra de los Mil días no fueron para nada prometedoras para Colombia, la crisis cafetera de los años 20 y la crisis económica mundial del 29 dejaron una deuda externa amplísima que pondría a los Estados Unidos y sus organizaciones monetarias como copartícipes de los proyectos nacionales y su directa influencia en la designación de miembros del Estado afines a sus metas de imperialismo cultural y económico, de dependencia a la exportación de productos a tierras gringas y el afincamiento de las multinacionales norteamericanas en la expropiación de los recursos naturales criollos. <br />Las guerrillas partidistas que fueron patrimonio heredado de la guerra de 1901, continuaron su accionar sangriento, pero perdiendo de vista los valores de la denominada guerra de caballeros y trayendo consigo las matanzas indiscriminadas de familias, el desplazamiento forzado masivo y el abandono del campo para la conformación de los cinturones urbanos de miseria hoy arraigados y en expansión en todas las ciudades colombianas.<br />La Violencia, denominación de este enfrentamiento entre liberales y conservadores en los 40´s y 50´s, dio comienzo a la crisis humanitaria presente en Colombia aún hasta los primeros 10 años del segundo milenio. 300.000 son las cifras de muertos manejadas por las precarias formas de contabilizar estos actos por estos días, pero sin embargo se estima que podría hasta duplicarse la cifra y sin tener en cuenta el abandono del sector rural y la pobreza extrema que vive más de la mitad de los 44 millones de colombianos, en sitios tan cercanos al lugar donde se escriben estas letras, al aula donde se presentarán, por no decir que el entorno que a todos nos rodea, no solo económicamente sino también cultural y académicamente.<br />Esas mismas comunas que se visualizan con solo alzar la cabeza en cualquier punto de Medellín, calles por donde el narcotráfico permeó casi todas las casas y familias, edificios que se construyeron muchos por el impulso económico clandestino que dio, sigue y seguirá dando el comercio ilegal de sustancias para la alteración deseada de el estado de conciencia, instituciones políticas con las manos sucias de dineros calientes, de asesinatos, de pactos con sectores al margen de la ley y grupos armados que siguen dejando su estepa de terror en muchas poblaciones, que camuflan en sus orígenes de sublevación civil contra el sistema sus fines narco económicos.<br />La Violencia como comienzo de los males contemporáneos que enfrenta el país, como cuna de la pobreza que genera desigualdad, que conlleva a la delincuencia, que es reducible a guerra, que es sinónimo de Colombia.<br />