“Es la historia de la humanidad, una reseña breve con salmos ocultos en la voz, a veces replegada en los confines del desierto. Un cantar de los cantares para los deshabitados del mundo, los que buscan justicia, los que claman por el dolor de los otros, por la piel lacerada de los crucificados.”
Stella Calloni, El Evangelio del Hombre
Leonardo Gastón Herrmann
Florencio Varela, 20/3/75; docente, escritor, artista plástico y titiritero argentino. Fue integrante del “Grupo la luna que” que coordina Ricardo Rubio y alumno de Marcos Silber. Organizador en el 2010 del ENCUENTRO NACIONAL DE ESCRITORES VOCES DEL VIENTO en Bahía Blanca y del ENCUENTRO INTERNACIONAL DE ESCRITORES LA LUNA CON GATILLO. Sus trabajos fueron traducidos al Inglés , Italiano, Catalán y árabe. Integrando numerosas antologías en la Argentina y el exterior. Su obra fue publicada en diferentes revistas del país y del extranjero. Participó en numerosos encuentros literarios dando conferencias relacionadas a literatura, filosofía e historia del arte. Gran parte de su obra literaria permanece inédita.
Contacto: caronteherrmann@gmail.com
2. El Evangelio del Hombre
Leonardo Herrmann
Bahía Blanca, Argentina, 2020
Leonardo Herrmann, Ediciones El ojo blindado, Argentina.
ISBN 990-990-600-090-1
Hecho el depósito que indica la ley.
Primera edición: mayo 2020.
Ilustración de cubierta e interior :
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3. Leonardo Herrmann.
Corrección: Natacha Mell.
Diseño: David Busto.
Se terminó de imprimir en mayo 2020.
Ediciones El Ojo blindado.
República Argentina.
Hermann, Leonardo
El Evangelio del Hombre
1° Edición
Buenos Aires, Argentina
Mayo 2020
ISBN 990-990-600-090-1
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su autoría original
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5. Prólogo | Salmos Ocultos del Caminante Eterno
por Stella Calloni
En este largo poema, de diáfana belleza, Leonardo Hermann se define
a sí mismo, se envuelve en el sudario que amparó el cuerpo
macerado, se erige en la voz del solitario que aúlla en el desierto, en
la eterna búsqueda del hombre por el hombre.
Es una poesía para todos los tiempos, como son los evangelios. Más
aún el Evangelio del Hombre: “En el desierto conocí la historia / de mi
pueblo, / aquella crónica de la revuelta Macabea/ las leyes de Yahad y
los manuscritos de Qumran/ Todo está escrito en las arenas/ 30
monedas erosionan los ojos de los esclavos/ 30 monedas que caen y
no alcanzan/ a cerrar la grieta de la sangre”.
Es la historia de la humanidad, una reseña breve con salmos ocultos
en la voz, a veces replegada en los confines del desierto. Un cantar de
los cantares para los deshabitados del mundo, los que buscan justicia,
los que claman por el dolor de los otros, por la piel lacerada de los
crucificados.
Hay un caminante eterno detrás del simbolismo de las palabras,
cuidadas figuras de la eternidad a lo largo del poema que puede
recitarse ante multitudes o solitarios que abundan en la oquedad
silenciosa de los desiertos urbanos.
Todo puede ser y aquello que marca a las sociedades y se repite en
cada época, aquello que nos reclama ante las injusticias, la miseria
extendida en un universo gris que en este Evangelio del Hombre se
ilumina, el poema reverbera hacia la esperanza. No hay resignación
en la sonoridad de esta poesía. “Vengo a traer la espada” dijo el Cristo
clandestino/ frente a los insultos de los doctores de la ley, / la turba
gritaba contra las tropas de ocupación romanas/ No hay nada
sagrado en la/ moneda, ni en su imperio sostenido/ por murallas de
cadáveres/ ni en la religión de los opresores/ es necesario romper
todo/ y que los templos de los especuladores ardan”.
Y más adelante el poeta profundo que es Leonardo Hermann como
Cristo o Cristo como Hermann le dicen al esclavo ciego y doblado su
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6. cuerpo castigado: “Uds. destruirán este templo piedra sobre piedra en
tres días”
El autor nos hace reconocernos en esta poesía cargada de símbolos:
“Entonces el Cristo de la intifada miró a los poderosos/ y dijo “De que
sirven las grandiosas fortificaciones de estos lupanares, / ellas se
derrumbaran junto a su águila. Donde esté el cuerpo estará mi lugar
sagrado”.
He leído otros poemas de Hermann, pero en este hay hallazgos en la
construcción poética y en repetir la historia de nuestros días en
aquellos orígenes de los ambulantes de los desiertos, de los hombres
donde anida la piedad o la ignominia, de los que reclaman a Dios en
sus ausencias. El Evangelio del Hombre, creo yo, no termina aquí, sino
que el poema queda abierto hasta el infinito, después de derribar
todas las compuertas y convocar a la belleza de los salmos justos y
humanísimos.
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7.
El Evangelio del Hombre
“El desierto no tiene ni lugar, ni tiempo, de su modo tan solo él sabe”
Meister Eckhart
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8. I
Solo el que creció en el desierto sabe que el silencio y la soledad
de las arenas son la génesis de las parábolas y la poesía.
Que los pájaros de la sed migran alrededor de las espinas del sol
que evaporan las sombras de los peregrinos.
Los pescadores bajan de sus barcas
los leprosos corren al encuentro del Cristo negro
el Jordán es un paisaje de aves revoloteando en círculos
sobre las redes.
30 monedas en el mercado
los maestros de la fe
cotizan el precio del traidor.
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9. II
Mi padre y mi madre eran Esenios
de la estirpe de los santos doctores
de las cuevas,
iniciados en el culto de la humildad.
En el desierto conocí la historia
de mi pueblo,
aquella crónica de la revuelta Macabea,
las leyes de Yahad y los manuscritos de Qumran,
todo esta escrito en las arenas.
30 monedas erosionan los ojos de los esclavos.
30 monedas que caen y no alcanzan
a cerrar la grieta de la sangre.
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11. III
“Multipliquemos los panes y los peces“ dijiste,
y las canastas se amontonaron
la multitud de marginados bajó hacia la costa
y comieron el pan de la vida hasta saciarse
en las márgenes los zelotes cuidan la seguridad del reparto.
Entonces el hijo del carpintero habló a la muchedumbre
“Bienaventurados los pobres” dijo y los pobres gritaron su nombre
fueron los que sólo tienen sus manos y el sudor
los que lo siguieron hasta las puertas del templo
los que junto al Cristo Palestino destrozaron el mercado
donde los fenicios tasaban el valor de sus Dioses.
30 monedas el traidor conjetura el sacrificio.
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13. IV
“Vengo a traer la espada” dijo el Cristo clandestino
frente a los insultos de los doctores de la ley,
la turba gritaba contra las tropas de ocupación romanas.
No hay nada sagrado en la moneda, ni en su imperio sostenido
por murallas de cadáveres,
ni en la religión de los opresores,
es necesario romper todo
y que los templos de los especuladores ardan.
Entonces el Cristo de la intifada miró a los poderosos
y dijo “de que sirven las grandiosas fortificaciones de estos lupanares,
ellas se derrumbaran junto a su águila. Donde este el cuerpo estará
mi lugar sagrado.
Dios no habita en un edificio, es un cuerpo de infinitos cuerpos, todo
es uno.
Uds. destruirán este templo piedra sobre piedra en tres días”
30 monedas
los gritos ciegos de los esclavos que levantan olivos
al paso del nazareno.
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15. V
Recuerdo el amanecer en el desierto
y María diciendo “ todo es sagrado”,
sus dedos señalaban el curso de las aves en el cielo
mis ojos escrutaban maravillados la infinita magia
que habita en las cosas.
Recuerdo el taller de mi padre
y aquella vez que me talló una cordero de madera.
Nací en medio de una masacre
la sangre de los inocentes se derramó en el río
las cuádrigas entraron a las aldeas,
los centuriones degollaron a los niños
frente a sus padres.
En las noches todavía se dibujan en mis pesadillas
los miles que murieron para que yo viva.
Cuando terminó la matanza
la fila de cadáveres de bebés
tapados por los sudarios,
los padres agarrando piedras,
echando a los soldados
y gritando entre alaridos
el nombre de sus hijos asesinados.
Dicen que soy el hijo de Dios
y ese Dios que no conozco
me habla en lenguas que no entiendo,
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16. cada mañana en el desierto
me pregunto
¿Dónde estaba Dios aquel día?
30 monedas… ¿Cuánto vale la vida de esos niños?
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18. VI
Han dicho que era puta Magdalena,
¿qué saben del amor los adoradores de la muerte?
El único pecado que existe es no jugarse
la vida por los pobres.
Me siguió y yo la seguí,
el primer acto de fe es el amor.
Aún mis discípulos la marginaron,
pero Dios habita en cada ser
y cada ser es territorio del amor.
El amanecer junto a ella era una celebración de la vida,
he hablado con ella de que me buscan
y que en su vientre lleva el cimiento de mi sangre,
aunque me espere la muerte
en ella continuará mi existencia.
30 monedas, sobre la mentira
se edificará mi iglesia.
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20. VII
Los maestros son astutos malabaristas de la ignorancia.
Yo soy alpha y omega
¿Qué saben ellos del universo y su génesis,
del cifrado alfabeto escatológico ?
Dos más dos no es cuatro,
no son lineales las conjeturas de mi padre,
son fragmentos de un todo incomprensible.
Los maestros inútilmente buscan dimensionar
un pobre lenguaje apenas construido de palabras
¿Acaso alcanzan las palabras para definir
aquella alquimia que nace del sudor de los pescadores,
el único milagro
que existe es contemplar la paleta cósmica de colores,
la perfecta consonancia de tonos de los montes,
la arena y el rio,
ver la sinfonía de barcas en fuga hacia el horizonte,
sentir las corrientes de aire que arrastran el perfume de los olivos.
¿Cuáles son los números que explican el infinito?
30 monedas construyen el silencio.
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22. VIII
Toda historia se transforma en mito,
vendrán los escribas para contar la magia,
dirán los embusteros que caminé sobre las aguas,
que hablé con los muertos,
que expulsé demonios,
pero atrás de cada engaño de la palabra
se esconde la verdadera magia,
la de un hombre que trajo la espada,
la de un hombre que amo de la única forma
que se puede amar
con toda la vida.
30 monedas es el precio
del dogma que crucifica la verdad.
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23. IX
El camino al Gólgota es una metáfora,
la última parábola de un acto que se repite
desde el inicio de los tiempos,
no voy a hablar de que me torturaron,
mi camino es el mismo que recorrió Espartaco,
es el camino de los esclavos que se levantan
una y otra vez frente al imperio de la muerte
y una y otra vez son masacrados
y una y otra vez persisten en ese digno ritual de la rebelión.
La muerte y el martirio son las únicas monedas de los Dioses
de barro,
mi carne es apenas uno de los campos de batalla
de esta guerra eterna,
por eso no voy a hablar desde la lástima,
yo elegí este camino entre los montes de olivo
con todos mis hermanos zelotes combatiendo,
no soy un profeta, soy un hombre que empuña la espada,
alguien que maldice a los ricos y sus templos
por eso cargo este madero,
mientras los centuriones me empujan , me golpean,
se ríen y me escupen.
Soy el que soy, el que fue bautizado en las aguas,
el que vivió junto a los pobres.
Fueron los días donde apresaron al Bautista
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24. fui clandestino desde mi nacimiento,
sin embargo
a partir de este momento en que comenzó la cacería
lo arrastraron a aquel que acusaban de loco comedor de langostas,
al mismo que me vio y dijo mi nombre,
luego de atormentarlo le cortaron la cabeza
y la sirvieron en un bestial banquete.
Desde ese día me oculté de casa en casa,
mis discípulos cambiaron sus nombres
rompí los vínculos con mi familia,
he sido ese fantasma que anuncia la tormenta
he sido al que persiguen las hienas
y buscan despedazar el recuerdo,
pero ya es tarde, para ellos es tarde
aunque mi cuerpo se extinga en la cruz
ya soy un signo.
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26.
Tercer Día
“Enterrad, oh muertos, a vuestros muertos, celebrad la labor del hombre,
e insultadme”
Fiedrich
Holderlin
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27. El burro sacude rítmicamente el cadáver que transporta en su lomo.
En la bóveda de la noche se incendian estrellas muertas hace siglos. El
viejo que conduce al animal con una rienda, canta una antigua
canción en arameo. Los olivos se levantan a su paso. La tierra es el
silencioso territorio del espanto.
Cuando descolgaron su cuerpo la muchedumbre ya se había
marchado. Sólo quedaban dos o tres testigos. Su cadáver lacerado
cayó inerte al pasto. Todavía de sus costados brotaban las rojas
ramificaciones de una existencia que ya se había desvanecido en el
tiempo.
Ahora el trote de la bestia se hace más cansino. Las superficies
irregulares de las piedras que se siembran en el camino vuelven difícil
su desplazamiento. A los costados en las canteras salen de sus
cuevas los leprosos para despedir al sagrado muerto. Surgen los
harapientos del mundo con antorchas iluminando el paso de su rey ,
las montañas y sus huecos en la piedra se encienden como miles de
ojos de fuego abiertos y sus lágrimas son algunas de las formas del
milagro. El amor a veces es un llanto oculto en la oscuridad.
Cayó así con sus brazos abiertos, casi rígidos. Con su cuerpo rasgado
por las espinas entre las cuales arrastraba la cruz. Con los
verdeazulados moretones de los golpes que recibió en su calvario.
María se abalanza sobre el cadáver torturado y lo abraza con toda la
fuerza y la dulzura que pueda existir en la humanidad. Empapa una
esponja en un líquido y recorre la cara del muerto lavando sus
heridas.
El animal sigue su camino con el muerto y el viejo que los guía. Sobre
las rocas hay cursos de agua que se filtran horadando el espiral
eterno. Los arbustos salvajes crecen persistentes entre las piedras
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28. que circundan el río. Las barcas duermen amarradas en las costas.
Las redes recogidas y estiradas están sostenidas por puntales de
madera que se extienden a lo largo del paisaje. Donde muere la arena
todavía se dibujan las huellas de los ausentes. Ahora los hombres de
las mareas, aquellos que descienden de las estrellas se levantan de su
sueño en la entrañas de madera de sus embarcaciones, despiertan
ante el paso de aquel pescador de hombres. En el silencio de los
fogones extintos entonan los salmos del Qumran agregando el
nombre del Nazareno a cada oración, gritando vivas a su hermano
muerto. Pronunciando el nombre secreto del caído. Levantan sus
herramientas como una promesa de rebelión.
María llora abrazando al hijo del mundo. La Magdalena lava los
orificios de los pies quebrados por los clavos. Como lo hizo mucho
tiempo antes aquel hombre que fue su amor. Recuerda cuando lo
conoció predicando. Cuando abandonó todo para vivir clandestina a
su lado. Los viajes de aldea en aldea donde ella bajaba entre la
multitud y organizaba las redes de apoyo para que luego el Cristo y
los demás discípulos irrumpieran en los poblados. En la infinita
conspiración del silencio la Magdalena tejió una estructura del amor
que sublevaba a los pobres.
El viejo atraviesa con su bestia las regiones desoladas que alguna vez
habitó el Bautista. Aquel que pagó con su cabeza la osadía de llamar a
levantarse frente a los tiranos. El mismo que tenía un manto de pelo
de camello. El que gritaba a la muchedumbre en el desierto. El que se
alimentaba de langostas y miel. “Eres tu el que ha de venir o tenemos
que esperar a otro” le dijo al Nazareno cuando lo vio entrar al Jordán.
Y ahora el ungido por el agua y el fuego descansa rumbo a su
sepulcro. La profecía es el grito insurgente de los esclavos.
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29. Simón cuyo nombre clandestino era Pedro trata de contener a María
y a la Magdalena. Ya no hay gallo que cante en el crepúsculo del
tiempo. El pescador hijo de Juan, al que llamaban Cefas porque era
tan rígido como una piedra. Otros le atribuían este nombre porque en
las emboscadas a las tropas Romanas les arrojaban piedras desde
diferentes lugares y se dice que creció en aquella profesión de la
rebeldía. Pedro, hermano de Andrés, acompañó a este por los
caminos del Bautista. Cuando los ojos del profeta fueron cegados por
el hacha del verdugo se unió al Cristo y ambos predicaron la revuelta.
Ahora Pedro y los discípulos comenzarán un largo exilio. La sabiduría
del conspirador consiste en comprender que el destierro, las
mazmorras y el martirio son accidentes naturales de su existencia.
Que ninguna muerte es lo suficientemente duradera para detener su
éxodo.
Unos pocos metros separan del sepulcro a la bestia fatigada por el
viaje. En algún otro monte de olivos está el cuerpo colgando del
traidor. El Dios del Cesar se desparrama a los pies de cadáver de
Judas. Ahora el animal se detiene en la entrada del territorio de los
muertos. Envuelto en un sudario, con las manos ahuecadas
descubiertas que juegan con el aire está el Nazareno. De la oscura
abertura de la roca emergen dos mujeres que ayudan a levantar al
muerto. “El Cristo no tiene cuerpo” dicen las mujeres. “El Cristo es la
idea perpetua de la revolución. De un pueblo que resucita luego de
cada masacre. Esconderemos su cuerpo para que su idea
permanezca.”
Amanece en Nazaret, el prodigio más conmovedor es el amor al
pueblo.
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31. Leonardo Gastón Herrmann
Florencio Varela, 20/3/75; docente, escritor, artista plástico y titiritero argentino. Fue
integrante del “Grupo la luna que” que coordina Ricardo Rubio y alumno de Marcos Silber.
Organizador en el 2010 del ENCUENTRO NACIONAL DE ESCRITORES VOCES DEL VIENTO en
Bahía Blanca y del ENCUENTRO INTERNACIONAL DE ESCRITORES LA LUNA CON GATILLO.
Sus trabajos fueron traducidos al Inglés , Italiano, Catalán y árabe. Integrando numerosas
antologías en la Argentina y el exterior. Su obra fue publicada en diferentes revistas del
país y del extranjero. Participó en numerosos encuentros literarios dando conferencias
relacionadas a literatura, filosofía e historia del arte. Gran parte de su obra literaria
permanece inédita.
Contacto: caronteherrmann@gmail.com
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