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Cenizas de Esplín
Diego Riofrío Vivanco
Cenizas de Esplín
(Antología)
Indice
Pórtico 6
La última rosa 7
La Muerte pasea conmigo 8
Las ruinas del hastío 9
Pensamiento I 10
Mi corazón se desmorona 11
Sobre tu lápida 12
Poesía invernal 13
Patología de errores 14
Canasta de pétalos para el corazón 15
Ilusiones deshechas 16
Velo rasgado en la ceniza 17
Muerte sin agonía 18
Lamento nocturno 19
Poema de Bécquer 20
Letanía de amor 21
El acto que se le olvidó a la función 22
In esse tenebris meum 23
El rosal en la tumba 24
Sueños en medio de la tristeza 25
Desgarramiento 26
Madre 27
Asfíxiame más fuerte corazón 28
Una carta romántica 29
Con amargo azufre 30
Funeral 31
Funeral II 32
Mi corazón es un ataúd 33
Ángel 34
Veneno 35
Sea este nuestro último instante 36
Tu octubre visto desde mi otoño 37
Monólogo escrito con tinta suicida 38
Corazón, corazón no tiembles tanto 39
Al ser que nunca estuvo a mi lado 40
Benditos sean los muertos 41
Aquello que olvide decirte 42
Sinfonía trágica 43
Las flores 44
Las aguas del hastío 45
Sombrío 46
La mortaja 47
Estropicio 48
Monólogo del pesimista 49
Oración fúnebre 50
Matadero existencial 51
Recuerdo de Los Campos Elíseos 52
Viejos puñales 53
La noche de Mortis 54
La noche en que las rosas olvidaron marchitar 55
Reflexión sombría 56
Lamento Nocturno 57
Siempre estuviste en mí 58
Desahucio Existencial 59
Escribiendo sobre tu cadáver 60
Advocación para un velatorio 61
Autobiografía 63
Diálogo con la Muerte 64
Maldita y bendita 65
Vampirum spectrum 66
Poeta Maldito 67
Acuérdate de mí 68
Los paños del desconsuelo 69
Introfilosofía 70
Manojos de soledad y desdicha 71
El jarrón de mis melancolías 72
Corazón trastocado 73
Balada para Lishelly 74
Te vestirás de blanco 75
Mi alma respira por la herida 76
El gobernante de las sombras 77
Vulnus lacrimarum 78
Yacer en agonía 79
Bella función para nadie 80
Soy 81
Votos de sangre 82
Bajo un frío cenotafio 83
Réquiem de penas 84
Laberintos de Ceniza 85
Cenizas de rosas 86
Cuando me toque partir 87
Homenaje a tu pequeñez 88
Sea tu mano mi camino 89
Poemas 90
Diálogo con la Muerte (versión original) 91
†6†
Pórtico
La presente obra es una recopilación que yo mismo realice sobre la poesía del ecuatoriano Diego Riofrío
Vivanco, que desde mi punto de vista es un gran poeta, lastimosamente infravalorado y, quizá, hasta ignorado. A
Diego lo encontré por casualidad —¡divino destino!— cuando me encontraba buscando información acerca de la
Generación Decapitada.
Si bien la obra de Diego se centra dentro de las escuelas simbolistas y parnasianistas francesas hoy a esa forma
maravillosa forma de hacer poesía se le denomina actualmente “poesía gótica” o también “poesía oscura”
—ambos nombres estúpidos, más el primero que el segundo, pero ambos estúpidos, a fin de cuentas— dentro de
la llamada “poesía oscura” encontré a otros autores que me impresionaron bastante y entre ellos están el
mexicano Francisco Jaymes Levi, el venezolano Eli Galindo y la paraguaya Celia Benfer, por nombrar algunos.
La obra de los cuales quizá recopile en un futuro, para deleite de todos, como lo hice ahora con la de Diego, que
es la que nos importa ahora.
Sus poemas, como lo había mencionado antes están influidos por el parnasianismo y el simbolismo, aunque debo
decir que también encuentro tintes de romanticismo y constantes menciones a Béquer en algunos de sus poemas.
También podemos encontrar una similitud de formas en sus versos, que van desde lo tradicional (sonetos,
sonetillos, pareados, etc.), hasta las formas más libres —libérrimas— de verso, a veces rima, a veces no, pero
con la inmensa belleza de sus versos qué más da si rima o no, si mide el verso o no.
Ah, casi lo olvido, el poeta también escribe en prosa, una prosa muy íntima, muy cuidada, muy fina. No puedo
decir si es mejor su prosa que su verso, o su verso que su prosa, ambos son hermosos y están cargados de una
armonía espléndida.
El orden de los poemas es totalmente aleatorio, no llevan ningún orden y si llevan alguno será el orden con que
los fui encontrando; por lo que pueden empezar a leer al final, a la mitad o al principio, y la experiencia será la
misma.
El poema Diálogo con la Muerte (pág. 64) fue el único poema que modifiqué, sólo le agregue unos guiones de
dialogo que, en mi opinión, faltaban. Lo hice sin ánimo de ofender al autor, y si eso sucede me disculpo por mi
corrección, que hice de buena fe. De cualquier forma dejo el poema original al final del libro para que pueda ser
leído como fue escrito.
Y como sé que cualquier cosa que diga yo es subjetiva le doy paso al tema de este libro: la poesía.
Los dejo en manos del poeta para que viajen en sus manos a través de sus propios miedos y fantasías.
Juzguen ustedes mismos cuanto yo he dicho.
Alexander Lumière
†7†
La última rosa
Sintiendo el final de mi vida
y con los remordimientos marchitando
quiero dejarte la última ofrenda
que ha compuesto mi triste corazón.
Porque más allá de los años
que no entendí como ganarme tu amor
quedan viejas palabras
arrugadas por el silencio.
De ti recibí el juego macabro
para enlutar los sentimientos,
pues si siempre fui nostálgico,
en tu honor estaqué mis lágrimas.
No me llevo nada de ti
porque mereces quedar en mis poemas
que duelen tanto como esta agonía
pues solo supe aferrarme a la ausencia.
Quisiera verte, estrecharte entre mis brazos
y contarte que sigues siendo mi musa,
pero ya olvide eso de entablar una conversación,
¡Ahora solo balbuceo con los muertos!
Me duele el alma
fruto de los sueños que se pudrieron
cuando te esperaba para que empujes
la silla de ruedas de mi vida.
Hoy he llegado al despeñadero,
no tendré que hacer mayor esfuerzo,
sólo dejar que las circunstancias instiguen
travesía abajo hasta el olvido.
†8†
La Muerte pasea conmigo
La Muerte pasea conmigo
en calles infestadas de soledad
va descalza y lleva vestido nuevo,
mi perfume le agrada
y suspira con los poemas que le dedico,
tiene una rosa entre sus senos
y en noches cuando la locura
y la melancolía destrozan mi corazón
ella entona para mí
el canto de los desahuciados.
— No estas solo —me dice y continúa—,
yo soy quién se rindió a tus penas
las veces cuando el amor te despreció,
no uso promesas ni ilusiones
pero soy la última esperanza
puesta en tu tragedia,
siempre te he visto en un lecho de sangre
con la sonrisa apagada
mientras los pensamientos
dibujan un cementerio marchito.
Y yo, caído en el éxtasis le respondo:
— De todas las mujeres
que se cruzaron en mi vida
¡tantas o tan pocas!
como la fugacidad de mi alegría,
sólo en ti la belleza
se convierte en bendición,
por eso te invoco desde el infinito
cuando mojo mis recuerdos
y sólo encuentro grandes abismos
que me hacen caer en tus pestañas.
†9†
Las ruinas del hastío
Y se hizo la muerte,
cuando las gotas de sangre
en mi corazón,
cubrieron tu último recuerdo,
la noche más negra,
hacía llover mansedumbre,
sobre las cicatrices
de mis ojeras,
restregadas desde siempre
en lágrimas venenosas,
que lentamente infectaban
esa imagen llamada: mañana,
así llegó el olvido
miserable, mezquino y traicionero,
para derrumbar mi ser
hasta un sombrío lugar,
donde los demonios temen entrar,
un sucio y solitario lugar,
donde las ruinas del hastío,
conciben sentimientos sombríos
que lloran sangre
sobre tu nombre.
†10†
Pensamiento I
¿Por qué pensar? ¿Por qué sentir? Difícil dilema que me hace encontrar con lo imbécil que muchas veces he sido
al lanzar a la basura todas las ilusiones y lo que es peor: intentar pasar por encima del amor.
De todos los caminos que se abrieron a mis pies sé que escogí el más tortuoso y no me arrepiento de ello, pues
incluso ahí las estrellas me sonreían. Iba por un sendero de espinas acompañado por el viento que me traía
bondadosas palabras, pero ingenuo de mí que terminé despreciándolas.
En momentos como estos cuando la melancolía se hace profunda creo que maldecir la vida es un capricho más,
pues no debo exigirle nada. Al contrario debo exigirme a mí mismo y ser más consciente de mi lado humano que
por desgracia nunca lo podré desaparecer.
¿Cuántas veces he tenido al amor en mis manos? Eso no importa. Lo cierto es que todas las veces lo he dejado
escapar para luego ponerme el traje de un marginado, cuando yo mismo me he provocado el exilio. Pues bien si
no puedo saborear las lágrimas, saborearé cada uno de los remordimientos que ahora me hacen escribir esto.
†11†
Mi corazón se desmorona
Cada día que pasa muero;
y hago del ajenjo el suero;
que inyectado en las venas
hace mas largas las penas.
En mi alma solo hay moscas
que engordan frívolas y toscas
con la carne podrida
de una ilusión perdida.
Pierdo la cordura y el sosiego
cual incauto labriego
cuyas ganas de vivir son pocas
luego de sembrar sobre las rocas.
Y así mi corazón se desmorona
al pie de una fúnebre corona.
†12†
Sobre tu lápida
Rose funeral de tus mañanas frías,
en la consumación y en el adiós
¿Por qué tan pronto partiste
a la tempestad infinita
donde las rosas también se sacrifican?
Ahora sólo platicas con la muerte
y con mi pesadumbre
que día a día deposita un quejido
en ese empolvado lienzo
donde aún no encuentro respuestas.
Y es que sólo sobre tu lápida
he podido tallar estos versos,
porque fui habitante en tu noche más triste
cuando los cuervos picoteaban el corazón
hasta dejarlo desnudo.
En tus caminos fangosos
encontré las entrañas de una ilusión,
que aunque llorosa y marchita
se convirtió en cadena
con la que algún día arrastraras mi ataúd.
†13†
Poesía Invernal
¡Escuchad!
Son las últimas campanas
de la vida que doblan
por tu soledad y la mía.
La nicotina te sirve de marco
para lanzar una mirada
hasta ese infinito
que guarda las palabras
que más tarde conseguirás arrancarme.
El manto nocturno
va debilitando sus alas
sobre las copas de ron y cerveza,
mientras los muertos bailan
encima de nuestra embriaguez.
Nos transportamos por cementerios
donde hadas hurañas
descomponen los huesos
de un corazón roto.
Las horas son simples gotas de agua
que se nos van de las manos
para formar un lago plañidero
en el que pescaremos una esperanza.
Tú sonríes con esa belleza
de una vida pasada
en un tiempo mejor
sobre esta misma ciudad.
†14†
Patología de errores
Desde que te fuiste
escapo del día y decapito ilusiones,
rehúyo de los sitios poblados con sonrisas.
Levanto un osario en torno a mi soledad
para ahogarme con aquellos fracasos
que se atravesaron en mi destino.
De cualquier fiesta armo un funeral,
tan deprimente y majestuoso
que hasta el vino se convierte en sangre.
Mi vida siempre fue una patología
sometida a tus labios prohibidos
que no terminan de torturarme.
Hoy camino hacia el infierno
donde las almas se rasgan unas a otras
hasta disipar los remordimientos.
Le ofrezco mi oración a la Muerte
y me uno a su olvido que es tan frío
como las palabras de nuestro adiós.
†15†
Canasta de pétalos para el corazón
El sol baña con su dermis a la intimidad del cementerio, hasta alumbrar mi propia decadencia que escapa por las
entrañas perforadas. Me convierto en un reguero para lágrimas y rosas.
He tomado un atajo para ganarles a todas las almas, para esperarte junto a mi tumba y brindar contigo en una cita
imaginaria, pues sólo serviré de expiación a la rutina y a esa vieja costumbre de llevar un recuerdo a los que
partieron.
El tiempo es corto para ti y no quieres ensuciarte las manos con la tierra que abona mi putrefacción. Mi refugio
te llena de penas que no comprendes, al fin y al cabo continuaste con tu vida, dejándome con un corazón que se
revuelca entre huesos porosos, pues sigue luchando para no ceder a los gusanos. Cada susurro que le entregaste
en el funeral ahora le da fuerza para latir.
Pronto te marcharás sin el mayor remordimiento, sabiendo que cumpliste con esa tarea tan fastidiosa y esperando
que algún momento te traicione los recuerdos para no tener que volver.
Lo sé y me aflige, pero ya no pasarás por esta tumba, ni siquiera la mirarás de lejos, yo tampoco volveré a ella y
tu olvido debilitaría más a mi corazón. Le haré una canasta tejida con pétalos y me lo llevaré al purgatorio de los
amores.
Sólo quiero dejarte mi otoño que nació un día como hoy en este valle de muertos donde incluso las espinas
perecen.
†16†
Ilusiones deshechas
Es la sentencia de gusanos,
dolor y melancolía
engendran pantanos de sangre
que hunden el último resquicio de ilusiones
donde el corazón se aferra
a un solitario pantano,
la luna pudre los rincones
donde se echan sus pinceladas,
mientras el torrente del alma
se arroja travesía abajo
por el crepúsculo de mis ojos
hasta mojar mis alas
y cobijar mi sepulcro
entre flores rotas
y velas apagadas
anhelando que mi dolor
apague la sarcástica sonrisa
en el eterno anochecer
donde me encuentro.
†17†
Velo rasgado en la ceniza
Es otra pesadilla
y sigo aquí entre estas líneas,
con el primer amor
que también fue el último.
¡OH santísima noche!
Tráeme la calma vestida de recuerdo.
Ahora sólo sé que no estoy,
porque mi paz se la llevó el viento,
orgías de versos dejé rasgadas
entre estas paredes más olvidadas
que las de mi propia tumba.
Y es que deseo amar y odiar,
tomar mi alma
entre los velos de la memoria
para ser hoja cremada que no vive
pero existe en las cenizas.
Beber vino en las calaveras,
todo se pintaba tan fácil,
el ataúd y las flores
dejando a un lado las pesadumbres.
Polvo fúnebre que cual veneno
hurga en mis entrañas
y acaricia la locura
hasta estrujar las pupilas.
No sé lo que queda de mí
sólo soy el grito extraño
que algún muerto depositó
en camino incierto.
Las campanas están sangrando
sobre sepulcros miserables
donde los días no tienen nombre
y las noches se llaman penas.
No puedo cobijar esperanzas,
soy: el tedio más enfermizo,
el miedo que niega la existencia
bajo la funesta laguna
que acompaña a los poetas.
†18†
Muerte sin agonía
Mi pesado lamento
deja caer entre tus huesos
los días grises cuando la locura
era un demonio que devoraba
a nuestras almas heridas,
toda la sangre que rebosante de belleza
cubría tus pupilas
era una excusa para amarte
sobre el fango de mis propios tormentos.
De un día marchito hice mi refugio
y me lancé a esperarte,
hasta que el tiempo se convirtió
en el juzgado que retendría tu ausencia,
ya hundido y sin vida
me llené con la pesadumbre
que dejan los ángeles
cuando juegan a ser humanos,
mientras se derrumban al sufrimiento.
En mi corazón encontré tu silencio
que más tarde se convirtió en grito
y en gemido agonizante
que derrumbó los cimientos
donde debían posarse otros labios,
así me fui acostumbrando al tiempo perdido,
a desconsuelo más infame
y al llanto que sin agonía
se transforma en muerte para el alma.
†19†
Lamento nocturno
La luz es mi infierno,
las sombras: mi paraíso,
el amor y el desamor
una metáfora de los primeros siglos
cuando las paredes de mi tumba
se empañaron con soledad y tristeza,
abandonado, bajo el velo de rosas muertas
encadené mi alma
a un lazo de lágrimas infinitas.
Todo el dolor que me faltaba llorar
se convirtió en veneno
para mis ilusiones,
mientras la copa se trisaba en mis labios
insensibles por falta de vida,
tras cada anochecer
dormían también mis miedos
y la tragedia inevitable
de no llevar sombra ni reflejo.
Y caía la noche
abrupta y misteriosa,
para levantarme del silencio,
me transportaba al bosque de la nada,
a los paisajes con flores dormidas,
a los manantiales del vino rojo
y al recuerdo de lo que un día fui
para observar con luto
lo que ya nunca sería para mi corazón.
†20†
Poema de Bécquer
(Visto desde mi atormentada alma)
Volverán los entristecidos cuervos
de tus labios sus lágrimas a enjugar
y otra vez con sus alas heridas
sangrando te hablarán.
Pero aquellos que en cansado vuelo
recogían tu belleza y mi melancolía,
aquellos que guardaban nuestro amor
esos ¡No volverán!
Volverán las negras rosas
de tu corazón las espinas a clavar
y otra vez al tedio, aún más marchitas
sus pétalos han de rasgar.
Pero aquellas gotas de sangre
cuyas muertes sentíamos palpitar
y caer al vacío de la vida
esas ¡No volverán!
Entonces un cariño bastardo
pondrá en tus labios un beso vulgar,
tu alma de mi epitafio
para siempre se alejará.
Pero, hastiado y suicida y sin plegarias
como se ama a la Muerte al anochecer,
como mi oscura alma te ha amado
¡Maldita: así no te amarán!
†21†
Letanía de amor
En la fría arboleda
donde se esparce mi quebranto,
tu mirada de geranios,
destaja en el ambiente
un miserere
de colores desflorados,
que pronuncian mi nombre,
como una aberración enramada
sobre un jardín de sepulturas,
que ansiosas desean acariciar tu cuerpo,
para luego estrechar sus lenguas
hasta el ocaso
donde descansa mi miserable alma,
tus labios semiabiertos
al destello de mis laceraciones,
los acaricio entre los negros espinos
de mi sangrante imaginación,
para tenerte sobre las siete lunas
de mi crepúsculo,
invocaré a la sangre,
para que arrastre por tus entrañas
la letanía de mi amor.
†22†
El acto que se le olvidó a la función
Mírame bien: soy “Lo que pudo ser”
también me llaman: “Nunca más”
“Demasiado tarde” “Adiós”
Dante Gabriel Rosseti
Mírame bien,
escucha estas palabras
de lo que pudo ser
en la función de sentimientos,
donde nunca más nos presentaremos,
mi dolor aún sostiene el acto
en el que tú y yo no aparecimos juntos,
las triste escena
que recogía nuestras vidas
y no pudo mostrar
en el mismo tiempo
y en el mismo lugar a los dos,
siempre fue demasiado tarde
para escribir el cuento final,
donde tú y yo
debíamos vagar juntos,
sólo se dio la hora exacta
parea cerrar el telón del adiós.
†23†
In esse tenebris meum
Por aquella soledad de nuestros primeros días, por aquel abandono que ahora perfuma la desgracia, por ti y por
mí que con pesadas lágrimas construimos un camino hacia lo inevitable, donde sólo la oscuridad podía sostener a
nuestros corazones cansados de la vida.
Más triste que de costumbre comienzo aquí mi dolorosa letanía mientras el llanto rasga la tierra como signo
desesperante que pronto ha de precipitarse hacía la nada.
Dentro de mi inconsciencia puedo escuchar como tus manos se compenetran con los montones de rosas hasta
quebrantar la tranquilidad que encontré en este abismo de tres metros: ¡Tan corto y a la vez tan profundo!
Pero es difícil escapar de los remordimientos cuando tus palpitantes lágrimas caen sobre mi último recuerdo
hasta asfixiarme dentro de la maloliente envoltura donde ahora agonizan mis esperanzas.
Pues ya no tengo ilusiones que me permitan forjar un sendero para que tus frescos labios se vuelvan a posar
sobre mi fétido destino hasta olvidarme del día en que no pude cargar con la existencia.
Hoy, la muerte divide mi absurdo en cientos de espinas que se clavan en los pasos que nunca más volveremos a
dar juntos y es que yazgo tendido en la orilla de la desolación porque aún acá el mundo continúa insípido y
todavía no consigo la forma de domesticar mis instintos.
Mientras tanto el dolor continúa desfilando por el espacio marchito donde ahora sólo espero a la putrefacción o
al olvido: El que llegue primero a cobijar estas lentas palpitaciones.
†24†
El rosal en la tumba
I
Hoy pongo mi vida en una balanza
que se inclina a tu ayer
y a ese rosal nocturno
donde compartimos las desgracias.
II
Bajo el letargo
tu corazón hechicero me hizo desvanecer
todos los pasos que labré
en un sendero de espinas.
III
Hiel y veneno: Bonita conjugación,
cuando en mis días cansados
tejí un sentimiento
que sólo debía cobijarte a ti.
IV
Ya no puedo sentir los hilos de tu boca
remendando mi alma
hasta levantarla de los escombros
donde se automutilaba.
V
Tampoco siento tu desventura
en la que posé mis huesos
cual signo no correspondido,
que se adelantó a la horca.
†25†
Sueños en medio de la tristeza
Es media noche al filo
de mis tristes circunstancias,
las rosas cubren de pretextos
el aroma de soledad,
donde la vida se recoge
en un frasco imposible de abrir,
pero, que con facilidad
puede llegar a romperse,
perfumes se confunden con venenos,
venenos se confunden con gloria,
gloria que en realidad no existe
ante los ojos de la nada,
porque el dolor lo consume todo:
amor, ilusiones y sentimientos,
dejando lamentos arropados
en pálidos versos,
que sólo pueden subsistir,
con la esperanza de llegar a la orilla,
donde piadosos brazo nos abracen,
y así poder derramar lágrimas
en aquellos silenciosos labios,
que logren sostener
nuestra miserable alma.
†26†
Desgarramiento
Ahora que la absenta y el tabaco
han cubierto mi destierro
hasta hacerme perder en la añoranza,
trato inútilmente de cubrir tu misterio
con polvos marchitos
y con las migajas de mis lamentos,
pues sólo tú y yo conocimos
el dolor de la carne
cuando el alma la corrompe,
con esos sentimientos sangrantes
que nos guardamos
para la última función
en ese teatro donde cada pesadumbre
ocupaba su asiento,
mientras la desesperanza
escondida en un rincón
aguardaba para barrer con abrojos
la basura de los recuerdos,
hoy, cerrado ya el telón
comienzo a dibujarte desnuda
sobre una cruz invertida
que se clava en la mitad del camino
que tendré que atravesarlo solo.
†27†
Madre
Madre, sé que no he sido un buen hijo
y que aún no descifro el acertijo
que dotó a mi alma con grandes alas
para volar lejos de las mujeres malas.
Cuando partí con la venia del amor
no imaginé descender hasta el dolor,
para posarme en labios contagiados
por la fiebre gris de los agobiados.
Quise ser héroe y terminé rendido
con el alma triste y el corazón herido,
pasé por alto los mares de tu llanto.
Y me entregué al solitario canto
en un nicho sangrante y rugoso
que todavía me sirve de reposo.
†28†
Asfíxiame más fuerte corazón
Antes de irnos mi siniestro corazón
recuerda cuando viste
por última vez la luna,
tus ojos parecían encadenados
a la excitante noche,
las palabras fluían suavemente
sobre el cementerio de nuestros amores.
Disfrutabas, si disfrutabas
de esos bellos momentos
cuando el viento te robaba una lágrima,
lo poco que suspirabas
era motivo de tranquilidad.
El sonar de las campanas
se convertía en la morfina más pura
hasta calmar ese terrible sufrimiento,
el ser que en tus labios se dibujaba
era un terco pretexto
para descubrir la vida.
Tras enredaderas y ciénagas
te levantabas en un nuevo día
que se mostraba abrazador y sereno,
propicio para rezarle
a nuestro señor Ángel Decapitado
en ese templo de locura y tristeza
donde nadie nos visitaba.
Figuras fúnebres y cuadros con sangre,
imágenes que para el mundo eran grotescas
para ti resultaban sublime inspiración,
ahora tienes dos copas en la mano:
la una es vida, la otras es Muerte,
dejas caer con odio la primera
y bebes a tragos largos de la otra,
Asfíxiame más fuerte corazón
hasta que marchites dentro de mí,
tú y yo haremos de la podredumbre una poesía
para que los gusanos fallezcan junto a nosotros,
después la Muerte pondrá una rosa
en nuestra tumba
nos cobijará en su pecho y partiremos.
†29†
Una carta romántica
Era grande el camino y la voluntad tan corta. Sin embargo en mi corazón encontré la fuerza necesaria para
acostumbrarme a depender de ti, para verte todos los días y no aburrirme con tu maquillaje y tu perfume.
Aquella rutina sólo era un hermoso pretexto para mentirle a mi soledad y agrandar en algo tu ego con mis
visiones enfermizas y mi obsesión por la muerte.
Ahora comprendo que jamás me escuchaste pues si lo hubieras hecho aún seguirías aquí o yo seguiría a tu lado,
ya que sólo por ti yo salía al mundo. Pero ya ves continúo saliendo a la cotidianidad, no en busca de algo sino
porque la vida me obliga.
Ya no visto de luto, ahora el único luto es la rosa negra en mi corazón y los cientos de otoños que debo tragar en
silencio.
†30†
Con amargo azufre
Fui bautizado con agua de espanto,
carcajada siniestra
se volvió mi noche,
hoy lavo el remordimiento
con amargo azufre
y diluyo las penas
entre la sangre de una dama
que se retuerce en el ataúd,
flores muertas cobijan mi soledad
cuando los recuerdos me torturan,
recuerdos de un viejo amor
sacrificado en la luz de la mentira
y sepultado en el cementerio
de lo que nunca será para mí,
sólo soy dueño de la oscuridad,
amigo de los ángeles caídos
y de todos los demonios
que rasgaron el signo virginal
de alguna desgraciada mujer.
†31†
Funeral
Una dama hermosa
vino a visitarme
su nombre es la muerte
y con ella me ha llevado.
Ni con el llanto me puedes devolver
la vida que ya no me pertenece,
en una caja yace mi cuerpo inerte
rodeado de sollozos y gemidos.
La triste luz de los cirios
refleja mi pálido rostro yerto,
he visto tu farsante pena
disfrazada en sufrimiento.
Aunque ahora esté muerto
quisiera que sepas lo que siento.
Dijiste que no te volvería a ver
y hoy a mi funeral
has sido la primera en llegar.
Una flor jamás me recibiste
sin embargo has traído un lindo ramo,
nunca aceptaste pasar juntos
ahora pasaremos los dos toda la noche.
Tus ojos nunca por mí se preocuparon
hoy todas tus lágrimas me pertenecen,
un día te quise ver desnuda
ahora te veo vestida de negro.
Un abrazo sincero nunca me lo diste
hoy tus brazos calientan mi ataúd,
pero lo que en tus labios un día murió
no podrá resucitar jamás.
Ahora dices que me quieres
cuando ya las palabras no tienen sentido.
†32†
Funeral II
(La respuesta de ella)
Para tu corazón
que se hunde en una lluvia de rosas,
tras la puerta que se cierra
con el gemido de los que te amaron,
hoy todos los golpes
se posan en tu lápida
hasta marchitar la cara del destino.
Yo quedaré con tus poemas
intentando encadenarlos a la ausencia
para hacer más liviano el sufrimiento
que nadie podrá arrancar,
porque sólo tú fuiste en las agónicas noches:
el demonio que levantaba mis alas.
Hoy grabo en tu epitafio
las palabras que nunca te dije
y lo decoro con las amargas flores
que una vez te desprecie
por miedo a la funesta invitación
hacia el paraíso perdido.
Hoy pondría mi sangre en tus labios
hasta que embriagues las penas,
porque hiciste mi vida menos miserable,
sólo un poco de comprensión te pido
mientras el llanto hilvana los recuerdos
de aquellos días grises que eran tus favoritos.
Este vestido negro
lo pondré en las puertas del cementerio
para marchar desnuda
entre los rimeros de nichos
y con una copa de vino
intentaré despertar tus deseos.
Todo el tiempo que no te quise compartir
ahora está rasgando mis velos de pureza
mientras el luto en mi corazón
se transforma en hiriente gemido
que hace derrumbar la voluntad
de todos los otros difuntos.
†33†
Mi corazón es un ataúd
Mi corazón es un ataúd, ya no sé si late o tan solo simula latir para no parecer indiferente a las absurdas
comparsas.
Recuerdos, tengo muchos, pero están varados en el otoño cuando mis alas sincronizaron su agonía para caer en
la barrera del remordimiento entre heridas salpicadas de lágrimas.
Estoy condenado a contemplar como llueve en mi inconsciencia y en los cientos de fantasmas que arrastran a lo
poco que me queda de alma.
Resulta difícil comprender cómo todos los hilos que se escapan de mi boca llevan el color de la tristeza mientras
la enfermiza tempestad va cubriendo a las ilusiones que una vez me acompañaron.
Ahora mastico la dura pena que es sustento del olvido hasta convertirme en argumento de un poema trágico,
pues este grillete existencial que cargo entre mis lagrímales poco a poco va ganando terreno.
†34†
Ángel
Eres ángel que en mi tarde de hastío
me cubre con besos y me guarda del frío,
perfumes y rosas pasaron sobre mi muerte
para limpiar con tus alas mi mala suerte.
Era negro el camino que puse en el alma
sin conocer el amor, sin encontrar la calma,
mi corazón erraba como alimaña herida
para hacer del dolor su mustia guarida.
Así apareciste tú, cuando la angustia y la pena
me obligaban a arrastrar una gruesa cadena
hecha de espinas y labrada en pensamientos
que hacían desangrar mis remordimientos.
Bien sé que sobre mi pecho mortuorio
tu paraíso ha marchitado al purgatorio,
y que te aventuras sonriente a mi lado
sin importar que sea un atormentado.
†35†
Veneno
Sobre mi frío ataúd
escucho tu llegada,
unas lágrimas resbalan
por mi pálida mejilla,
siento tus abrazos
siento tu tristeza
deseaba verte
aunque no de esta forma,
gracias por venir
a éste mi funeral,
te escucho, te veo,
tan bella como la primera vez
pero ahora es la última,
me llevo tu sangre
tan dulce como el vino
y tan amarga como el veneno
que me tiene aquí.
†36†
Sea este nuestro último instante
Vieja rosa, sangrienta hiel,
recuerdo de tu pecho florido,
donde un día sembré miel
y hoy sólo cosecho el olvido.
Me queda lo que puse en tu piel
cuando mi corazón afligido,
te prometió serte siempre fiel
aunque del mundo haya partido.
Sea este nuestro último instante
para empañar la alegría
y enlutar mi condición de amante
más allá de la penosa agonía.
Ya todo es cariño distante:
cementerio vestido con melancolía
donde un cuervo errante
me dice que ya nunca serás mía.
†37†
Tu octubre visto desde mi otoño
I
Sobre un templo de huesos
levanto la cruz invertida
para dejarte los besos
mas amargos de mi vida.
II
La noche está contagiada
con sangre y con vino,
pues mi ilusión desgraciada
no manchará a tu destino.
III
Cuando la hermosa Muerte
te diga que soy ajeno,
no reces por mi suerte
ni endulces el veneno.
IV
En cada lugar triste
mi desgarrado corazón
sangra y se reviste
de angustia y desazón.
V
Cuando en las negras cortinas
se marchita el viento,
quedan solo las espinas
y un pesado sufrimiento.
VI
Tú y yo fuimos un retoño
surgido en la rivera de la vida,
pero llegó el otoño
y todo se volvió herida.
VII
Esta es la huella de Medardo Ángel:
Dios que en mis últimas depresiones
me convertirá en su único arcángel
para juntar nuestras oscuras ilusiones.
†38†
Monólogo escrito con tinta suicida
Es esta mi pobre y decadente vida:
monólogo escrito con tinta suicida,
para dibujar en los ojos de la muerte
el sentimiento que me hace quererte.
Enfermo y triste recorro el infinito
llevando un corazón viejo y marchito,
no soy más que un fantasma otoñal
que convierte toda rosa en puñal.
He sentido como sangra el rocío
sobre la noche de mi existir vacío,
mientras la luna herida, gotea hiel
que se convierte en alimento cruel.
†39†
Corazón, corazón no tiembles tanto
Te dije: corazón, corazón no tiembles tanto,
no recojas la ilusión, ni te cubras con su manto,
una y mil veces te repetía que todo era quimera
y que nunca saldría para nosotros la primavera.
No quisiste escuchar y bastante embriagado
te fuiste a estrechar ese destino desgraciado,
todo lo dejaste por tentar a la miserable vida
y sólo encontraste una amarga y fría herida.
Hoy eres brisa enferma que la noche marchita
tan deprisa, que toda plegaria se hace maldita,
y así vamos con triste secreto y mueca falsa
para aceptar el decreto de partir en fúnebre balsa.
†40†
Al ser que nunca estuvo a mi lado…
Nunca te maldeciré, mi distante padre,
pues lo que tú no hiciste, lo hizo mi madre,
tampoco pediré el arrullo de tus brazos
porque ella ya calmó mi miedo con abrazos.
De ella fueron todas las fechas, y los días,
las negras lágrimas y las turbias melancolías,
cuando en lo profundo de la noche oscura
su leche materna me sabía a amargura.
Hacía frío cuando murió la última estrella,
entonces comprendí que la soledad era bella,
y que nunca, pero nunca estarías a mi lado,
porque ya todo era triste cariño consumado.
¿Reír o llorar? ¿Dime cuál es la diferencia?
Cuando llevo podrida toda la existencia,
y mi alma hacia el sepulcro se precipita
sin esperar la hora de tu lágrima infinita.
†41†
Benditos sean los muertos
Benditos sean los muertos
que posan su melancolía
sobre ataúdes inciertos.
Un ramo de mustia agonía
los mantiene despiertos
cuando fallece la luz del día.
Lejos muy lejos de la vida
ellos recogen flores
para sanar la sangrante herida.
Y entre tantos dolores
con la pena hendida,
recuerdan a sus amores.
Oscuro cariño putrefacto
entre llanto se vierte
por su huesudo tacto.
Esa será también mi suerte
al firmar con sangre el pacto
que me llevará a la muerte.
†42†
Aquello que olvide decirte
Bajo el altar de tu mirada
celebro la misa pagana
y levanto mi alma torturada.
Mi amor pierde, tu orgullo gana,
pero en mi pena enlutada:
arrastro también a tu mañana.
Sublime dolor y dulce tristeza
hoy se vierten por mis ojos
para rezarle a tu belleza.
Así entre espinas y abrojos
voy desnudando mi torpeza
hasta dejarte los despojos.
Cuando le hables a la luna
buscando mi ser atormentado,
estaré lejos, en la fúnebre laguna.
Luego recordarás cuánto te he amado,
tal vez como a nadie, como a ninguna,
mas todo será: sentimiento sepultado.
†43†
Sinfonía trágica
Mis lágrimas se convirtieron en lodo,
mis sentimientos y amor en abrojos,
ahora sólo existen sangrantes despojos
sobre la angustia que lo consume todo.
Mi corazón cuelga en la triste esperanza
anhelando la hora de ser recogido
por el poeta del lago del olvido
para pesar mi tristeza en su balanza.
†44†
Las flores
Flores y más flores,
las hay de todos los colores.
Esas que para una persona son todo
y otras que nacen solitarias en el lodo.
Unas son adorno matrimonial
y otras protocolo de un funeral.
Algunas tienen punzantes espinas,
otras: polvo que enloquece las retinas.
Las consiente el jardinero
igual que el sepulturero.
La mano vieja que muere
y corazón que siempre hiere.
Están sobre un templo de plegaria maldita
pero también en la tumba marchita.
Y aunque algunas sean mente que no razona
todas nos sirven de fúnebre corona.
Algunas alivianan las partidas
otras cavan más hondo las heridas,
yo prefiero las que tienen color de noche
porque hurgan mi sangre sin reproche.
Las del lodo: con espinas que hieren la sepultura
hasta llenarse con mi enferma amargura.
†45†
Las aguas del hastío
Fui capitán de un barco, que temprano
naufragó en las turbias aguas del hastío,
intentaron salvarme, pero todo fue en vano,
pues mi alma se antojó de quedarse en el vacío.
Todas las damas que conocieron mi clamor
quejumbrosas entrelazaban sus lamentos
para ayudarme con los hilos de su amor,
mientras yo reía con sus inútiles intentos.
Aquellas aguas bullían por la sangre
hasta juntar a las funestas criaturas
que tampoco querían perderse mi desangre.
Así me aparté del miserable mundo
para beber veneno filtrado en amarguras
y aprender a existir con el dolor profundo.
†46†
Sombrío
Nunca probé mejor vino que el de tu indiferencia,
ni labios más dulces que los de tu propia ausencia,
yo, sólo un estúpido echado a los pies de la angustia
esperando a que sosiegues mi pobre alma mustia.
Hoy quiero hundir mis penas en una copa trizada,
hasta que la noche se vista con su traje de enlutada,
después abriré mis lágrimas con el doliente puñal
para adornar con espesa sangre la última señal.
Bajo tu sombra como esclavo caminaba siempre fiel,
y a cambio de mi amor tú solo me pagaste con hiel
que dulce o amarga es lo único que llevaré en la partida.
Pues un día me largaré definitivamente de tu vida,
para esconderlo muy lejos a mi corazón despedazado
que nunca más podrá sentirse amado o torturado…
†47†
La mortaja
Tendré que romper la mortaja
donde aguardaba tu suspiro,
que sin ser amor: fue migaja
puesta en mi fúnebre retiro.
Todas mis voces se han suicidado
entre llorosas letanías
donde se enluta el pasado
y se fermentan las agonías.
¡Cuan grave es mi enfermedad!
Vivir, sí, vivir
hasta ofrendarle a la oscuridad
lo que mejor hago: sufrir.
†48†
Estropicio
Mi nombre no importa,
tampoco importan las insinuaciones
que mi alma le hace a la tuya,
para que esta noche juegues
a ser la sirena que se baña con mi sangre.
Las lágrimas han quedado esparcidas
bajo la suciedad de esta tarde
que no me conduce a ningún lugar
más que al infinito
donde reposan todos los trastornos
que me hacen diferente a tus alegrías.
Tengo en las manos el puñal y la rosa,
como signo de mi comunión
con la locura y con el tiempo
al cual manipulo a mi antojo
en este frío sanatorio
donde purgo la pena
que no me correspondía.
Restriego en mi boca la cicuta
y reafirmo la llaga,
para hacerme invulnerable
al encanto que filtra la inexistencia
sobre girasoles escuálidos
que ya no verán otro amanecer
porque me los llevaré lejos
a un infierno donde las huellas
se borrarán con el fango del sepulturero.
†49†
Monólogo del pesimista
I
Repaso los cuadernos de mi vida y sólo encuentro tachones y palabras esquivas sobre las que adormezco mi
soledad. Cada rincón de mi mente se ha llenado de amargura en estos veintisiete años que parecen infiernos por
alguna culpa que mi razón no alcanza a comprender. No vivo, sólo vegeto en las circunstancias que sostienen la
poca humanidad de la cual no he conseguido desprenderme.
El hueco que comencé a cavar en los primeros años de mi adolescencia ahora es tan profundo que ya no podré
salir, si bien jamás lo he intentado estoy completamente seguro de que el mundo es poca cosa. Todo lo que hago
se resume en una actuación junto a otros que actúan mejor que yo, pues ya he olvidado cómo se debe mover la
cara para mostrar una sonrisa.
Las pocas mujeres con las que aún puedo mantener un diálogo caen rendidas con mis versos, pero no busco
relacionarme con ninguna, eso del amor ya no tiene sentido, pues lo perdí en una causa ilusoria que me dejó más
desgraciado de lo que siempre fui. Tampoco espero el día en que aprenda a sobrellevar mis crisis depresivas.
Cada vez que es posible me hundo en la nostalgia, la disfruto y me autodestruyo. Por eso me hice viejo antes de
tiempo y sepulté el verano con todas las flores secas que el destino puso sobre mis hombros.
Hoy ha sido un día fenomenal de trabajo, he dado la mejor lección de optimismo aunque por dentro la pena me
ahorcaba, mientras mis pensamientos se revolvían con la muerte. Si bien no he sido firme en mis convicciones
de desaparecer, sé que sólo es cuestión de tiempo, los años pasan a la misma velocidad de los amores, mi
hermosa madre se irá y ya no habrá nadie que me retenga.
†50†
Oración fúnebre
Búscame en noviembre
cuando cambies las flores
a mitad del silencio,
que el vino de las velas
se riegue en todos los matices
que cubren mis huesos.
Regálame la prudencia
para tratar con los demonios
que hicieron su hogar
en el bosque de mi egolatría,
donde aún beben el rocío de mi sangre.
Santifica la pena
y tenme presente en tus equivocaciones
cuando levantes las manos
para tocar la llaga
que se infecta sin remedio
en el centro de mi corazón.
Practica todas las muertes posibles
sobre el cansancio
hasta que mi decepción te aburra,
luego fórjate un camino
lejos de la oscuridad
y lejos de los macabros antojos
que alteran mi alma.
†51†
Matadero existencial
Has vuelto ave de mi juventud
para batir tus alas junto al pozo,
donde ahogo la inquietud
y busco el fúnebre reposo.
Me dejaste níveos rosales
para adornar el desencanto,
pero fueron tantos mis males
que todo se convirtió en llanto.
No preguntes ¿Cómo me hice viejo?
en este luctuoso bebedero
que va empañando mi reflejo.
Y que sea este el último aguacero
antes de atravesar el espejo
que conduce al matadero.
†52†
Recuerdo de Los Campos Elíseos
Nunca entendí eso de amarte un poco menos
y comprenderte un poco mejor.
Alejandro Dumas
Y bien, emprenderé el último paseo
por las calles de la ciudad romántica
en el mismo carruaje donde te desnudaste.
El paso de los caballos
es ahora la sombra de los muertos
que quieren romper mi corazón.
Es primavera en Los Campos Elíseos
que guardan tu perfume entre los relicarios
de mi amor infortunado.
El teatro y el cabaret
donde lucías tu hermosura
hoy son funerarias para tus viejos clientes.
Todos tus amantes han muerto
con la misma hilera de sangre
que amortajó a tus camelias.
Yo, envejecí junto a tu tumba,
calentando tus huesos
con botellas de absenta.
Porque de todas las flores
que adornaban tu pecho
sólo yo comprendí a las rojas.
Cinco días de luto para el placer,
cinco días para sentirte limpia
y ser la meretriz de mi romanticismo.
†53†
Viejos puñales
Sobre un ataúd feo y estrecho
algún día te llamaré amada
aunque tenga que abrirte el pecho.
Gozaré con tu figura agusanada
y beberé de tu corazón deshecho
hasta saciar mi alma torturada.
No serán rosas, si no viejos puñales
los que clave en tu hermosura
para tatuar amargas señales,
pues junto a mí siempre serás impura.
Y si quieres salir de los infiernos,
yo esperaré borracho en mi abandono
para calmar tus últimos inviernos
y hacer con tu cuerpo un rancio abono.
†54†
La noche de Mortis
Cuervos reptantes
están picoteando mi corazón,
la sangre llora
como vela de funeral,
mientras un deseo irremediable
mece mis manos y mi locura
entre los sueños malditos
del mañana al que nunca llegaré,
Mortis interrumpe desde el espejo
donde mi congoja se nubla
hasta convertirse en penumbra,
ahora que mi retorcida conciencia
sucumbe ante el frío
de los miserables recuerdos,
dejo caer todo mi sufrimiento
para convertirlo en gotas de soledad,
en gotas de desprecio
para contaminar los ojos
de los que aún me recuerdan.
†55†
La noche en que las rosas olvidaron marchitar
Un poema sin tintes oscuros pero que nació una
noche en que mi alma respiraba por la herida.
Era una noche normal,
como de aquellas que no se arrastran recuerdos.
O como aquella sombría noche
que desde la profundidad de la tristeza
mi soledad había deseado
para eternizarte junto a este frío poema.
Percibí como el aliento pálido de tu voz
se escurría entre la espesa niebla,
para recoger las gotas de dolor
que se escapaban de mi melancolía,
las explicaciones sólo las encontraste tú,
porque lograste intuir mi oscura depresión.
Conseguiste levantarme del perdido cementerio,
acariciando con tu existencia
esa temblorosa tumba de mi corazón.
Mi vida es liviana cuando tu mano la sostiene,
mientras tu alma acaricia con pétalos
de dolorosas flores a mis lágrimas.
Ahora he dejado que los sentimientos
se traguen los hilos que cocían mi boca,
para decirte: lo hermoso que es el sueño
de tenerte para siempre a mi lado,
para juntos disfrutar
las arrugas oscuras de la luna.
Siempre necesité de los bellos instantes
que supiste ofrecerme.
Día a día disfruté del concierto de palabras
que tus labios entonaban para mi soledad,
haciendo que tu existencia de hada
irradie en los fúnebres bosques de mi alma.
Nunca imaginé que un ser como tú
terminaría enredando su blonda cabellera
en mis letras maltrechas y agónicas.
Pero, tú, tú perteneces a otro lugar
más allá del tiempo irreal,
pues el cielo y el infierno son simple confusión,
comparada únicamente a la de esta tierra.
†56†
Reflexión sombría
Porque al final y ya con la estaca en el corazón me vengo a dar cuenta que de todos los caminos donde arrastré
mi sombra el tuyo fue el más doloroso, pero también del que más disfrutó mi maldición, pues fueron tus labios
los que me ayudaron a acostumbrarme a la penumbra y al sufrimiento.
Junto a ti la nada se trasformaba en un sepulcro para guardar los secretos más enfermizos. Diariamente
asistíamos al drama humano para saciar los deseos impuros que nadie pudo borrar.
Tu dolor y el mío cubiertos con la sangre de nuestras heridas y es que sin darnos cuenta fuimos alimentándonos
mutuamente hasta ser dos almas dependientes del crepúsculo pero ansiosas de esos minúsculos rayos de luz que
cobijaban a eso que inútilmente yo llamaba ilusión.
Hoy me he quedado a la rivera de la vida y de tu alma que en constante melancolía te hará recordar que
únicamente yo tenía la gracia para limpiar esas lágrimas que tatuaban tus párpados.
No necesitabas de nadie más, sólo bastaba con invocarme y yo acudía a tu plegaria sin importar el festín
sangriento que mis víctimas hacían con sus sentimientos.
¡Ah, mis víctimas! Jóvenes ingenuas despreciadas por el amor y que preferían el abrazo sombrío y la perdición
antes que continuar con su patética vida.
Mis víctimas… ingenuas y bellas como tú, pero a diferencia de ellas, a ti te puse el nombre de esperanza, pues
no fue tu sangre la que me sedujo sino aquella tristeza que escondías en lo profundo de la mirada. El mismo mal
que yo sentía en los primeros años pero que con el paso del tiempo se fue acrecentando.
¿Recuerdas la noche cuando nos conocimos? Cielo lluvioso y calles vacías, patéticos humanos corriendo sin
dirección alguna. Mi corazón intentando latir y tú deseando estar en cualquier lugar donde no seas asechada por
mi presencia.
La forma en que comenzamos a conocernos no tiene por qué saberla nadie y menos ahora que la extinción se
acerca. Sólo me quedan fuerzas para clavar mis ojos en tu tumba y hacer más estrecha esa distancia.
†57†
Lamento nocturno
La luz es mi infierno,
las sombras: mi paraíso,
el amor y el desamor
una metáfora de los primeros siglos
cuando las paredes de mi tumba
se empañaron con soledad y tristeza,
abandonado, bajo el velo de rosas muertas
encadené mi alma
a un lazo de lágrimas infinitas.
Todo el dolor que me faltaba llorar
se convirtió en veneno
para mis ilusiones,
mientras la copa se trizaba en mis labios
insensibles por falta de vida,
tras cada anochecer
dormían también mis miedos
y la tragedia inevitable
de no llevar sombra ni reflejo.
Y caía la noche
abrupta y misteriosa,
para levantarme del silencio,
me transportaba al bosque de la nada,
a los paisajes con flores dormidas,
a los manantiales del vino rojo
y al recuerdo de lo que un día fui
para observar con luto
lo que ya nunca sería para mi corazón.
†58†
Siempre estuviste en mí
Cuando la lluvia por casualidad se hizo gris,
en tus ojos manchados de agonía.
Cuando en mis versos sangraron
mensajes subliminales para llamarte “Amada Mía”.
Cuando incliné mi corazón, para que tus latidos
pongan melodía a la soledad de mi vida.
Cuando la taza de café se convirtió
en el vino de la sinceridad.
Cuando tus dudas y las mías se aliaron
para buscar una respuesta a la existencia.
Cuando me dijiste que al pasado
no hay que enterrarlo, sino olvidarlo.
Cuando pensé en ti, y por primera vez
dejé de pensar en mí mismo.
Cuando la vida nos puso en el mismo camino,
aunque con filosofías diferentes.
Cuando a tus pies lloré y no preguntaste ¿por qué?,
pues antes que saberlo preferiste sentirlo.
Cuando te ofrecí lo más preciado que tenía (mi poesía)
y la cubriste del frío.
Cuando lo discontinuo se hizo continuo
en hilos de espesas palabras.
Cuando logramos construir con tu luz y mi oscuridad
un perfecto claroscuro.
†59†
Desahucio Existencial
Pensé que con el tiempo llegarías,
que el cartero de Bécquer
limpiaría la hojarasca,
para mostrarte el camino
hacia el cementerio de mi soledad,
pero entre tú magia y mi desesperanza
todo fue un retraso infinito,
todo, hasta las palabras
que ahora truncan mi existencia.
No habrá otro campo de flores
para esperarte,
No habrá otro libro de versos
para honrarte,
sólo cientos de litros de alcohol
para ponerle un pretexto
a mi mala suerte.
†60†
Escribiendo sobre tu cadáver
Me he quedado solo
con el hedor y los remordimientos,
escribiendo sobre tu cadáver.
Viendo como la sangre
se mezcla con mis esquizofrenias,
un poco más tarde ha de fundirse
con la pila de secretos
que estoy amontonando
sobre los labios de la muerte.
Afuera el viento comienza a golpear
como si se tratara de dos manos,
pero bien sé que las almas no pueden vengarse,
a lo mucho: gritos funestos
seguidos de un llanto estremecedor
que se ahoga en la locura…
La noche ha llegado con su manto devorador
para ver como desmiembro tu cuerpo,
mientras la última sangre acumulada en el pecho
parece bullir al ritmo de los huesos
que suenan como hoja arrugada.
Pero es verdad la culpa me invade
al ver desperdiciada tanta belleza,
¿Veinte años? Tal vez menos,
perdóname, ya no hay tiempo para lamentaciones,
debo seguir con el trabajo sucio:
sacar tus órganos para mañana alimentar
a los gallinazos que rondan mi casa,
todos excepto tu corazón,
de ese me encargaré yo…
†61†
Advocación para un velatorio
Elegía I
Heme aquí, arribando desde puertos lejanos
para anclar mi introspección
a las orillas de tu funeraria,
los llantos semejan una ola furiosa
que derrumba mis emociones
hasta convertirme en un maldito más
que pasará sobre tu muerte.
Siento como los gritos
se envuelven con telones negros
donde las rosas son faros
que se llevan un pedazo de tu alma,
sufro y razono: en si tenderme a tu lado
o quedarme en la fila del olvido
junto a cada uno de tus amantes.
No he traído flores ni plegarias
y nunca he aprendido a rezar,
mi única ofrenda será quedarme contigo
cuando todos cierren tu última puerta,
tampoco lloraré, pues todas mis lágrimas
se marchitaron en ese ayer
que dejaste en mi soledad.
Elegía II
Las campanas entonan su réquiem,
mientras las cuerdas de tu cuerpo
se rompen en largas cadencias,
ya no intuyes mis sentimientos,
ni contienes los miedos,
la insólita imagen que guardarás
será la de tu cuerpo agusanado.
Ha llegado la hora que todos temían,
levantan con estupor tu caja
pero hay cierta malicia en sus gestos,
pues fuiste perdición de almas ingenuas,
†62†
pequeño fruto: seductor y peligroso
donde yo también até mis labios
para recoger dolientes astillas.
No habrá regreso a la casa que blasfemaste,
sólo te espera este largo camino
que yace roído por sollozos,
la procesión avanza entre la lluvia
y la queja de mis versos:
sombríos como el jardín
donde servirás de inspiración a los muertos.
Elegía III
Hemos llegado a la ciudad dormida,
las flores que una vez competían a tu lado
hoy sirven para esconder la congoja
y cada pétalo pasa sobre ti
con esa arrogancia que consiguieron quitarte,
¡Descubro que lo inevitable
sólo es una sombra de lo que ambos perdimos!
Pero no tienes por qué atormentarte,
yo seré tu sepulturero, tu tribunal,
tu inquisidor, tu expiación y tu castigo,
luego de la tediosa ceremonia
frotaré tu alma con mi sangre
hasta que germines en la ilusión
de ser hoja para mis versos desahuciados.
Mi corazón se revela crepuscular,
mientras a nuestro alrededor los difuntos
hacen un gesto de repugnancia,
estoy tendido sobre tu tumba
buscando el aroma de la obsesión
para nunca dejarte descansar en paz,
¡Serás el precio con que sobornaré a Caronte!
†63†
Autobiografía
En esta noche, tal vez ya próximo al fin,
el dolor me brinda su inspiración ruin,
para dejar en tu corazón las palabras
de mis horas abatidas de tristezas macabras.
Nací igual que todos: por hecho involuntario,
sobre un cáliz trisado en el rojo sudario,
sin pena y sin gloria escaparon mis sentimientos
como la crujiente sangre de lúgubres lamentos.
Una negra enredadera de hirientes abrojos
manchó con fatalidad mis inocentes ojos,
desde el primer instante, momento aquel
en que la existencia me recubrió de hiel.
Mi vida siempre fue una poética alimaña,
con triste principio y barbaridad extraña,
donde sólo la oscuridad me brindó amparo
volviéndome misántropo y sin ningún reparo.
Y esa tonta complicidad de los florales años
que trajeron más lágrimas y nuevos desengaños,
¡Mi corazón regaba un crujido en el espejo
que opacaba al niño, para mostrar al viejo!
†64†
Diálogo con la Muerte
Y me preguntó la muerte:
— ¿De qué están hechas las estrellas?
Tú que haces del dolor humano
una noche atada a las palabras.
— Las estrellas están hechas de penas
por cada resplandor una lágrima,
por cada gota de su luz:
un mar oscuro
donde estimulo mi pesimismo.
— Te quedarás solo —insistió
mientras pasaba sus manos
por mis labios
humedecidos en la copa de ajenjo.
— Siempre lo he estado —respondí—.
El abandono con que ahora te recibo
es el mismo de los años
cuando revolcaba mi corazón
en almas que se aferraban a la vida.
— ¿Entonces jamás amaste? —infirió
con un gesto sutil
tratando de esconder su simpatía
por mi soberbia.
— Amar o no amar —contesté—.
Entregar todo a una causa perdida.
Lo hice cuando el artilugio de Eros
insufló su veneno en mi camino.
— Todo te sabe a odio —exclamó—.
Esperanzas, sueños, sentimientos,
rencor que mancilla
hasta el lugar donde naciste.
— Parece que ya me conoces —sentencié—.
Soy aquello que nadie será
y me irrita el buitre de grandes alas,
pues no como carroña
¡Vuelo sobre ella!
†65†
Maldita y bendita
Maldita tu sonrisa
y maldita tu existencia
que por ser como eres
haces que te ame.
Bendita mi penumbra,
y bendito mi corazón
llagado en el ocaso
donde aún te espero.
Bendita la noche
revestida con mi melancolía
donde tus labios perfectos
le hablaron a lo imperfecto.
Benditos mis sentimientos
que con sus lagrimas negras
acechan el abismo
donde yacen tus ilusiones.
Maldita tu alma
que se atravesó en mi vida,
y maldito el amor
que me condenó a ti.
Maldito el más allá
en el que no crees,
y que por ser maldito
me volverás a ver.
†66†
Vampirum spectrum
Soy el ser que sepultó la verdad humana
para hundirse en los pantanos venenosos
donde yacía su propia alma,
cuando las lágrimas más turbias
se convirtieron en suspiros de tumbas,
en abrojos ensangrentados para los seres
que negaron la oscuridad más pura
vertida en manantiales de tristeza,
la noche se manchó con la sangre de mi llanto
para arroparme entre poesías muertas,
en el espejo, donde sólo tu conseguiste observar
a mi sombra arrasada por la marchita primavera,
me encontraste en un anochecer nublado
cuando la sed de sangre afligía mis entrañas,
sin pensar que te convertirías
en alimento para mi alma
al borrar la angustia de estos siglos infernales,
ahora que he alcanzado a besar tu cuello
siénteme, abrázame, guíame, acompáñame...
con la luna redentora de tu amor,
que yo sostendré tu alma y sanaré tus heridas
cuando el dolor nos persiga,
porque, antes que beber de ti,
desearía que tus brazos
sostengan mis cenizas al amanecer.
†67†
Poeta Maldito
Eres caminante de todas las constelaciones
donde el cielo impío
no mancha alas corazones.
Puedes levantarte en el vacío
y guiar a los muertos en oscuras procesiones,
para que aspiren el último rocío.
Tu condición de espíritu superdotado
abona con hiel a esas malditas bellas
y convierte en héroe al ahorcado.
Pues a ti se rinden todas las doncellas
que no quieren verte amortajado
con el lienzo de las agónicas estrellas.
†68†
Acuérdate de mí
Sobre la fría tumba lastimada en belleza
deja que tu tristeza me acaricie,
cuando todos me abandonen
recuéstate a mi lado, no seques tus lágrimas,
ni limpies el traslúcido maquillaje,
se parte de mi pútrida agonía
y del viento nocturno que desollará las rosas,
¡Acuérdate de mí! Cuando la cobardía
haya ganado su última batalla,
escarba la tierra con palabras de amor
y llantos de redención para mi oscura alma,
desnuda tu fragilidad en el lago de mis huesos
donde el destino cruel no cicatrizó las heridas,
hoy, quiero regalarte una flor y una calavera
para comprometerte a la inevitable despedida,
para tenerte por siempre en mi condena,
la noche caerá como el recuerdo
de las tarjetas fúnebres que abrazaron mi soledad,
después de fastidioso protocolo,
cuando el tiempo sea pasado inerte,
carente de respuestas y sonrisas,
deja que nuestros silencios se besen,
así podré marchitar tranquilo
entre gusanos astillados por el dolor
del taciturno velo que cubrirá mis ojos,
hasta ocultar la gracia de contemplarte,
¡Acuérdate de mí! Cuando en lo absurdo
desdobles los cuadros de mis poemas.
Y sobretodo, ¡Acuérdate de mí!
Cuando tú también decidas atar la lluvia
a la cuerda de un sepulcro.
†69†
Los paños del desconsuelo
Me tiendo sobre una tumba de espinas
por donde pasaron infaustas mujeres:
unas malditas y otras peregrinas,
pero todas prestas a los placeres.
Con sus almas ajenas a mi alma
levanto en el recuerdo una ponzoña
para clavarla a su patética calma
y alimentarlas con la más fina carroña.
En sus paños ajustan el desconsuelo
de mi corazón lleno de hastío,
que jamás alzará la vista al cielo
sin antes revolcarse en el vacío.
†70†
Introfilosofía
I
Mas no he de temer
que si en arrojado vuelo
se cubre con sangre el cielo
hasta hacerme desaparecer.
II
Descubriré bajo la fuente
veneno, rosa y nido
para recordar lo que he sido
y aprender a cruzar el puente
III
Al igual que don Juan Tenorio
de Byron o de Zorrilla
tengo en el pecho una astilla
y en la pena un purgatorio.
IV
Tras la luz: la calma
y con ella el camino
que es sepulcro del alma
y autopsia del destino.
V
No conozco el tiempo
mas que el vivido,
si fue gozado o sufrido
solo lo sabré a destiempo.
VI
Si huyes o si te acercas
tampoco tiene sentido
pues solo me queda el olvido
bajo mis ilusiones tercas.
†71†
Manojos de soledad y desdicha
El sol ya se oculta divina mujer
y las sombras me devuelven a la realidad,
para recorrer el sendero
que antaño fue nuestro lúgubre paraíso,
los ángeles sentados
entorno a las tumbas
contemplan el desangre de mis ojos,
mientras la torpeza va desbaratando
todas las horas sobre el reloj oxidado
que marcaba tus sonrisas,
sobre el decreto doloroso del sueño muerto
evoco los abrazos perdidos
en el ayer que mi corazón se saltó,
la soledad va creciendo
conforme las horas tejen mi sufrimiento
hasta convertirte en bello recuerdo,
mientras una lluvia de sangre
borra el camino al cementerio
donde aún te espero
†72†
El jarrón de mis melancolías
Amainados los suspiros
veo transcurrir el tiempo
sentado junto al retrato
que ahora le pertenece al polvo.
Con cientos de telarañas
saliendo desde los ojos
deposito en el jarrón de mis melancolías
las horas en que flagelé al optimismo.
Papeles y cartas rotas
alimentan el fuego
donde consumo toda la nicotina
que el vicio y la tristeza no alcanzan a discernir.
Pienso en los caminos
que me negué a recorrer
y en los jóvenes labios que desprecié
por miedo al amor.
De todas las soledades,
la mía empuja espinas
que nadie logrará sacar
ni en el día de mi muerte.
Vestido tengo el ataúd
con seda labrada en poesía
y en rosas negras
que no marchitarán jamás.
†73†
Corazón trastocado
Quiero dejarte mi último aleteo,
si bien no es bastante,
es lo único que poseo
pues a mi poesía sangrente
me la llevaré al Letheo.
Será para ti la pena
que saldrá desde la fosa
cuando ya seas ajena
y los gusanos muerdan la rosa.
No habrá otro verso
para desfragmentar tus lamentos,
pues mi corazón disperso
buscará nuevos tormentos
y olvidará tu universo.
†74†
Balada para Lishelly
Alguna vez conocí un alma loca
que vagaba entristecida
y que dejaba resurgir de su boca
las palabras del suicida.
Lishelly era su nombre
y en la febril oscuridad existe,
lejos de todo hombre
y con el semblante triste.
Juntos probamos el vino
en una copa imaginaria
que la llenaba el destino.
Ella era atractiva y solitaria,
apta para mi ser mezquino
y para mis noches en la funeraria.
†75†
Te vestirás de blanco
Para mí,
por el peso de mi nombre
en tus amores infortunados,
por esa fúnebre tierra
que nunca ha de servirse de tus huellas,
te vestirás de blanco en el anochecer
para contentar a un muerto
que jamás existió en tu camino.
†76†
Mi alma respira por la herida
Mi alma es una alegoría
revestida con oscuros pensamientos
que hacen brotar de la fatalidad
unas rosas anémicas
que ya no pueden alimentarse de mentiras.
Todos los juegos que mi corazón ha practicado
me han puesto en la horca de los vencidos
por no comprender la vida,
que mis padres me obsequiaron
sin pensar en el mal que me hacían.
Crecí y viví en una sociedad estúpida,
alimentado de decepciones
y borracho con la hiel del hastío,
contando todos los sentimientos muertos
que debía velar en soledad.
Sé bien que he perdido la confianza
para esperar otro amanecer,
sólo me queda esta tierra fangosa
que llena de recuerdos
se abruma junto a la nostalgia.
Ahora juego a ser el panteonero
de todas las voces que me dijeron adiós,
cada tumba que cavo es una endecha
para atraer a la muerte
y suplicar una migaja de su boca.
†77†
El gobernante de las sombras
Estoy más cerca de tu miedo,
más cerca de la tristeza
que deseas poner en unos labios frescos.
Sólo puedo ofrecerte el horror eterno
y los sentimientos que agonizantes
te hacen maldecir los recuerdos.
No tienes nada que sujete tu vida,
pero te aferras al rostro devastado
que te muestra el espejo.
El sufrimiento ha sido espantoso
entre las sombras que sembraste en soledad
y el amor que terminó traicionándote.
Ahora se triza el viento
para herir tu corazón
conectado a mi lento razonar.
Los gruñidos en tu sangre
reafirman mi existencia
hasta hacerme visible en tu pupila.
†78†
Vulnus lacrimarum
Desde esta soledad estrecha y apocada
conseguí ganar tu sonrisa
con la mejor de mis lágrimas.
junto a ti hasta la nada florecía,
el cementerio de mis amores
arrojaba sublimes fragancias
para cubrir tu figura egipcia,
muchos retazos de brisa me regalaste
bajo la tarde que moría,
mientras la belleza de tu alma
anclaba en mi lago quejumbroso,
¿Recuerdas todo lo que nuestras almas callaron?
para escuchar el gemido del silencio,
mientras mi dolor le componía sueños
a los treinta rocíos de tu existencia,
pasaban los años,
y con ellos imagine que mi odio del mundo
terminaría consumiendo tu alma.
no comprendí como hacerte feliz
y tu mirada se fue de mi muerte,
ahora. estoy al borde del averno
buscándote en el espejismo
para dejarte este sepulcro de versos.
siempre te amé y seguiré amándote
cerca o lejos de mi congoja,
enlutaré la sangre
y sembraré rosas negras
hasta que llegues para dejarme morir en paz.
†79†
Yacer en agonía
Cuando la oscuridad sangra,
cuando la soledad espina,
cuando el dolor marchita,
cuando la esperanza muere,
el silencio se hace canción,
la noche: un cabaret de penas,
recostadas sobre el corazón hastiado,
princesas desnudas
se derrumban por los ojos,
hasta fallecer
con el último orgasmo
que guardaban los recuerdos,
se hace visible el cansancio,
se hace espesa la miseria
de sentirme desgraciado.
†80†
Bella función para nadie
Es en sí la existencia un teatro
donde las ilusiones comparten
su múltiple suicidio,
ahí todos los fantasmas se presentan:
Lágrimas tambaleando
en el trapecio de una horca,
sentimientos que supieron
como domesticar el dolor,
mientras tristezas y desdichas
llevan en su rostro
el bufonesco sabor de la derrota,
el pesimismo equilibra en el aire
tres copas de veneno,
de un sucio rincón surge la culpa
para danzar descalza
sobre los vidrios que rompió
el deseo inalcanzable,
los sufrimientos cual banda sonora
de ultratumba
rasgan tristemente sus violines,
bella función que hoy pudre mi alma,
bella función en agónica letanía
y dedicada a nadie.
†81†
Soy
Soy la nota de tu réquiem.
El clavo oxidado que sostiene
las paredes del ataúd.
El rosal sangrante que acaricia tu alma
con oscuros espinos.
El cáliz invertido
donde se posan tus lágrimas.
El tiempo que la nada te brinda
para que seas feliz.
La sangre que baña tus labios
y te incita al deseo.
La sepultura destinada para ti
desde el día en que naciste.
La noche fría y densa
que las estrellas temen.
El frío que siempre te atormenta,
pero que te hace recordar que no estas sola.
La sombra que a tus espaldas
conmemora tu existencia.
El verso escrito en tarjeta luctuosa
para alivianar la despedida.
†82†
Votos de sangre
Votos de sangre,
letra muerta
en la que tu olvido
y mi recuerdo
han de vagar entre las flores marchitas
de algún cementerio.
Tus labios sabor a niebla
se caerán sobre mis lágrimas
como navajas restregadas
en los labios de las hadas
que me brindaron un sorbo de nicotina.
Votos de sangre,
aroma de la carne
que hace con el deseo una poesía
para ser declamada
la noche del funeral
cuando desnudes mi calvario.
†83†
Bajo un frío cenotafio
¡Aquí yazgo!
Apartado del sucio mundo,
recluido por mi propia voluntad,
el reloj ha traspasado
los criterios humanos
para marcar los seiscientos sesenta y seis
instantes de agonía,
todo cuento es estúpido
bajo mi nombre
que ya nada dice
porque la vida ha terminado,
hoy los gusanos traspasan silencios
y encadenan calaveras
para adornar las paredes de la niebla,
ya ninguna flor me conmueve,
sólo aspiro el pútrido desaliento
mientras siento pasar sobre mis huesos
la carreta del demonio.
†84†
Réquiem de penas
Fingida la calma,
fingida la caricia,
para que el beso no duela,
retoño cruel de tu corazón y el mío
que se abrieron paso por un absurdo camino
donde los cadáveres halaban tus cabellos
hasta enterrarte en el ayer
y es que nunca existió un mañana,
sólo frágiles momentos,
oscuros como el polvo de mis lágrimas,
quisiera encontrarte en el réquiem
que sirve de expiación a mis penas
y confesarte que subí a los infiernos
para quemar tu última promesa,
pero todo fue en vano,
tus labios siguen mordiendo mi existencia
y aún contemplo las huellas
que tu cuerpo dejó en el cementerio
donde fingimos nuestra muerte,
afanados en burlarnos del tiempo y de la vida,
el primero se ha marchitado ya,
sólo quedan cientos de espinas
que me sirven para revolcar el alma,
pero la vida no se va,
sus flores duelen,
su sonrisa asquea…
†85†
Laberintos de ceniza
I
Siento mi sangre escapar
en carrera presurosa hacia la nada,
y en cada lágrima que se lleva
deja lamentos que desgarran He
los silencios de la ausencia
donde ayer perdí una esperanza.
II
No hay plegaria que sirva
ni amor que sostenga a un corazón
tan torturado como el mío
que se arrastra en laberintos de ceniza,
porque la vida me enferma
con su mueca repugnante.
III
Estoy cavando con rosas muertas
el abismo de mi propia tumba
para escapar a todo sentimiento frágil
y ser el verdugo de mi alma entristecida,
así, cuando los cuervos picoteen las entrañas
solo conocerán el maldito rencor.
IV
Ahora que la lluvia se suicida
quiero acompañarla en su dolor,
para vestirla con mi sangre
y llenar su llanto vacío
hasta que la tierra duplique
mi depresión y mi dolor
†86†
Cenizas de rosas
En la noche de gusanos carcomida
pagamos muy caro la triste herida.
El mundo sobre nuestras almas sonreía
sepultando lo que a morir se resistía.
Pedazos de luna para tu corazón
y una rosa llagada en desazón.
Doblaban las fúnebres campanas
para rasgar nuestras ilusiones lejanas.
Así separados cada uno perforó su sepultura
y la cubrió con tierra de llanto y de amargura
†87†
Cuando me toque partir
Cuando me toque partir
deja que las coronas fúnebres
se vuelvan sangre llorosa
para cubrir mi amor agonizante,
que la poesía me devuelva la
comprensión
que no conseguí de tu alma,
con hilos de lágrimas
levántame del ataúd
para no ser marioneta invalida
y llévame siempre al altar de tus pecados
para que el agua sucia
disfrace mi pena.
†88†
Homenaje a tu pequeñez
Cuando pienso en ti
y en lo estúpida que fuiste
una bilis teñida con el hedor de tu carne
brota desde el suelo
para aplastarse entre la basura
que mis pasos forjaron
en cada camino
donde solía buscarte,
sonrío y expelo grumos de nicotina
al pensar en lo estúpido
que yo también fui
por dejarme manipular de esa belleza
con la que conseguías vaciar mi corazón,
pero bien sé que ahora yo soy el distante
y que los muertos escuchan black metal
al pie de sus tumbas
mientras empalan los ramos de rosas
que un día yo puse en tu virginidad.
†89†
Sea tu mano mi camino
Al viento lancé mi poesía
en una noche de invierno
cuando el cielo y el infierno
no alumbraban mi melancolía.
Así quiso la vida que te halle
con una sonrisa dulce y abierta
para mi pobre alma, que despierta
se aventuraba en tu radiante valle.
Que este poema oscuro y extraño
sea la lustración de mi destino
para olvidar un viejo desengaño.
Y que tu mano sea mi camino
en este universo algo huraño
para mi corazón de peregrino.
†90†
Poemas
***
De todos los muertos,
yo soy el más ebrio,
cada dos de noviembre
regreso para brindar con mis amantes.
De sus viejos pensamientos
absorbo el rocío
y hago de sus labios
una trampa para la ilusión.
***
Hoy no tentaré a la suerte,
más bien blasfemaré a tu corazón
que como pútrido artilugio
moldeado por los ángeles de otro tiempo
hace retumbar las campanas del cementerio
donde mi alma: maltrecha y sangrante
no pudo vagar en el paraíso de tu mirada.
***
A la ventana al igual que al corazón
se lo puede ver desde los dos lados
de igual forma se la puede limpiar
pero solo desde adentro se ven las flores que crecen en el jardín.
***
En la rutina menos insospechada hoy he podido encontrar una imagen que me precipite a los recuerdos que tenía
olvidados. Nada mejor que subido en la última fila de un autobús que en su lento transitar por las calles del
centro me mostraba el vuelo de las palomas en una plaza colonial y su cortejo de deseo y libertad...
Ah, me pregunto cuantas veces les llevé alimento a esas palomas ¿Por qué dejé de hacerlo? Como tantas otras
cosas gratas que pasaron por mi vida...
†91†
Diálogo con la Muerte (versión original)
-Y me preguntó la muerte-
¿De qué están hechas las estrellas?
Tú que haces del dolor humano
una noche atada a las palabras.
Las estrellas están hechas de penas
por cada resplandor una lágrima,
por cada gota de su luz:
un mar oscuro
donde estimulo mi pesimismo.
Te quedarás solo –insistió-.
Mientras pasaba sus manos
por mis labios
humedecidos en la copa de ajenjo.
Siempre lo he estado -respondí-.
El abandono con que ahora te recibo
es el mismo de los años
cuando revolcaba mi corazón
en almas que se aferraban a la vida.
¿Entonces jamás amaste? –infirió-.
Con un gesto sutil
tratando de esconder su simpatía
por mi soberbia.
Amar o no amar -contesté-.
Entregar todo a una causa perdida.
Lo hice cuando el artilugio de Eros
insufló su veneno en mi camino.
Todo te sabe a odio -exclamó-.
Esperanzas, sueños, sentimientos,
rencor que mancilla
hasta el lugar donde naciste.
Parece que ya me conoces –sentencié-.
Soy aquello que nadie será
y me irrita el buitre de grandes alas,
pues no como carroña
¡Vuelo sobre ella!
†92†
© Diego Riofrío Vivanco
Todas las obras aquí mostradas son obra de Diego Riofrío Vivanco, la presente sólo es una recopilación de su
poesía, si se quiere reproducir un poema en cualquier otro medio favor ponerse en contacto con el autor.

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Cenizas de esplin

  • 2. Diego Riofrío Vivanco Cenizas de Esplín (Antología)
  • 4. Pórtico 6 La última rosa 7 La Muerte pasea conmigo 8 Las ruinas del hastío 9 Pensamiento I 10 Mi corazón se desmorona 11 Sobre tu lápida 12 Poesía invernal 13 Patología de errores 14 Canasta de pétalos para el corazón 15 Ilusiones deshechas 16 Velo rasgado en la ceniza 17 Muerte sin agonía 18 Lamento nocturno 19 Poema de Bécquer 20 Letanía de amor 21 El acto que se le olvidó a la función 22 In esse tenebris meum 23 El rosal en la tumba 24 Sueños en medio de la tristeza 25 Desgarramiento 26 Madre 27 Asfíxiame más fuerte corazón 28 Una carta romántica 29 Con amargo azufre 30 Funeral 31 Funeral II 32 Mi corazón es un ataúd 33 Ángel 34 Veneno 35 Sea este nuestro último instante 36 Tu octubre visto desde mi otoño 37 Monólogo escrito con tinta suicida 38 Corazón, corazón no tiembles tanto 39 Al ser que nunca estuvo a mi lado 40 Benditos sean los muertos 41 Aquello que olvide decirte 42 Sinfonía trágica 43 Las flores 44 Las aguas del hastío 45 Sombrío 46 La mortaja 47 Estropicio 48 Monólogo del pesimista 49 Oración fúnebre 50 Matadero existencial 51 Recuerdo de Los Campos Elíseos 52 Viejos puñales 53 La noche de Mortis 54
  • 5. La noche en que las rosas olvidaron marchitar 55 Reflexión sombría 56 Lamento Nocturno 57 Siempre estuviste en mí 58 Desahucio Existencial 59 Escribiendo sobre tu cadáver 60 Advocación para un velatorio 61 Autobiografía 63 Diálogo con la Muerte 64 Maldita y bendita 65 Vampirum spectrum 66 Poeta Maldito 67 Acuérdate de mí 68 Los paños del desconsuelo 69 Introfilosofía 70 Manojos de soledad y desdicha 71 El jarrón de mis melancolías 72 Corazón trastocado 73 Balada para Lishelly 74 Te vestirás de blanco 75 Mi alma respira por la herida 76 El gobernante de las sombras 77 Vulnus lacrimarum 78 Yacer en agonía 79 Bella función para nadie 80 Soy 81 Votos de sangre 82 Bajo un frío cenotafio 83 Réquiem de penas 84 Laberintos de Ceniza 85 Cenizas de rosas 86 Cuando me toque partir 87 Homenaje a tu pequeñez 88 Sea tu mano mi camino 89 Poemas 90 Diálogo con la Muerte (versión original) 91
  • 6. †6† Pórtico La presente obra es una recopilación que yo mismo realice sobre la poesía del ecuatoriano Diego Riofrío Vivanco, que desde mi punto de vista es un gran poeta, lastimosamente infravalorado y, quizá, hasta ignorado. A Diego lo encontré por casualidad —¡divino destino!— cuando me encontraba buscando información acerca de la Generación Decapitada. Si bien la obra de Diego se centra dentro de las escuelas simbolistas y parnasianistas francesas hoy a esa forma maravillosa forma de hacer poesía se le denomina actualmente “poesía gótica” o también “poesía oscura” —ambos nombres estúpidos, más el primero que el segundo, pero ambos estúpidos, a fin de cuentas— dentro de la llamada “poesía oscura” encontré a otros autores que me impresionaron bastante y entre ellos están el mexicano Francisco Jaymes Levi, el venezolano Eli Galindo y la paraguaya Celia Benfer, por nombrar algunos. La obra de los cuales quizá recopile en un futuro, para deleite de todos, como lo hice ahora con la de Diego, que es la que nos importa ahora. Sus poemas, como lo había mencionado antes están influidos por el parnasianismo y el simbolismo, aunque debo decir que también encuentro tintes de romanticismo y constantes menciones a Béquer en algunos de sus poemas. También podemos encontrar una similitud de formas en sus versos, que van desde lo tradicional (sonetos, sonetillos, pareados, etc.), hasta las formas más libres —libérrimas— de verso, a veces rima, a veces no, pero con la inmensa belleza de sus versos qué más da si rima o no, si mide el verso o no. Ah, casi lo olvido, el poeta también escribe en prosa, una prosa muy íntima, muy cuidada, muy fina. No puedo decir si es mejor su prosa que su verso, o su verso que su prosa, ambos son hermosos y están cargados de una armonía espléndida. El orden de los poemas es totalmente aleatorio, no llevan ningún orden y si llevan alguno será el orden con que los fui encontrando; por lo que pueden empezar a leer al final, a la mitad o al principio, y la experiencia será la misma. El poema Diálogo con la Muerte (pág. 64) fue el único poema que modifiqué, sólo le agregue unos guiones de dialogo que, en mi opinión, faltaban. Lo hice sin ánimo de ofender al autor, y si eso sucede me disculpo por mi corrección, que hice de buena fe. De cualquier forma dejo el poema original al final del libro para que pueda ser leído como fue escrito. Y como sé que cualquier cosa que diga yo es subjetiva le doy paso al tema de este libro: la poesía. Los dejo en manos del poeta para que viajen en sus manos a través de sus propios miedos y fantasías. Juzguen ustedes mismos cuanto yo he dicho. Alexander Lumière
  • 7. †7† La última rosa Sintiendo el final de mi vida y con los remordimientos marchitando quiero dejarte la última ofrenda que ha compuesto mi triste corazón. Porque más allá de los años que no entendí como ganarme tu amor quedan viejas palabras arrugadas por el silencio. De ti recibí el juego macabro para enlutar los sentimientos, pues si siempre fui nostálgico, en tu honor estaqué mis lágrimas. No me llevo nada de ti porque mereces quedar en mis poemas que duelen tanto como esta agonía pues solo supe aferrarme a la ausencia. Quisiera verte, estrecharte entre mis brazos y contarte que sigues siendo mi musa, pero ya olvide eso de entablar una conversación, ¡Ahora solo balbuceo con los muertos! Me duele el alma fruto de los sueños que se pudrieron cuando te esperaba para que empujes la silla de ruedas de mi vida. Hoy he llegado al despeñadero, no tendré que hacer mayor esfuerzo, sólo dejar que las circunstancias instiguen travesía abajo hasta el olvido.
  • 8. †8† La Muerte pasea conmigo La Muerte pasea conmigo en calles infestadas de soledad va descalza y lleva vestido nuevo, mi perfume le agrada y suspira con los poemas que le dedico, tiene una rosa entre sus senos y en noches cuando la locura y la melancolía destrozan mi corazón ella entona para mí el canto de los desahuciados. — No estas solo —me dice y continúa—, yo soy quién se rindió a tus penas las veces cuando el amor te despreció, no uso promesas ni ilusiones pero soy la última esperanza puesta en tu tragedia, siempre te he visto en un lecho de sangre con la sonrisa apagada mientras los pensamientos dibujan un cementerio marchito. Y yo, caído en el éxtasis le respondo: — De todas las mujeres que se cruzaron en mi vida ¡tantas o tan pocas! como la fugacidad de mi alegría, sólo en ti la belleza se convierte en bendición, por eso te invoco desde el infinito cuando mojo mis recuerdos y sólo encuentro grandes abismos que me hacen caer en tus pestañas.
  • 9. †9† Las ruinas del hastío Y se hizo la muerte, cuando las gotas de sangre en mi corazón, cubrieron tu último recuerdo, la noche más negra, hacía llover mansedumbre, sobre las cicatrices de mis ojeras, restregadas desde siempre en lágrimas venenosas, que lentamente infectaban esa imagen llamada: mañana, así llegó el olvido miserable, mezquino y traicionero, para derrumbar mi ser hasta un sombrío lugar, donde los demonios temen entrar, un sucio y solitario lugar, donde las ruinas del hastío, conciben sentimientos sombríos que lloran sangre sobre tu nombre.
  • 10. †10† Pensamiento I ¿Por qué pensar? ¿Por qué sentir? Difícil dilema que me hace encontrar con lo imbécil que muchas veces he sido al lanzar a la basura todas las ilusiones y lo que es peor: intentar pasar por encima del amor. De todos los caminos que se abrieron a mis pies sé que escogí el más tortuoso y no me arrepiento de ello, pues incluso ahí las estrellas me sonreían. Iba por un sendero de espinas acompañado por el viento que me traía bondadosas palabras, pero ingenuo de mí que terminé despreciándolas. En momentos como estos cuando la melancolía se hace profunda creo que maldecir la vida es un capricho más, pues no debo exigirle nada. Al contrario debo exigirme a mí mismo y ser más consciente de mi lado humano que por desgracia nunca lo podré desaparecer. ¿Cuántas veces he tenido al amor en mis manos? Eso no importa. Lo cierto es que todas las veces lo he dejado escapar para luego ponerme el traje de un marginado, cuando yo mismo me he provocado el exilio. Pues bien si no puedo saborear las lágrimas, saborearé cada uno de los remordimientos que ahora me hacen escribir esto.
  • 11. †11† Mi corazón se desmorona Cada día que pasa muero; y hago del ajenjo el suero; que inyectado en las venas hace mas largas las penas. En mi alma solo hay moscas que engordan frívolas y toscas con la carne podrida de una ilusión perdida. Pierdo la cordura y el sosiego cual incauto labriego cuyas ganas de vivir son pocas luego de sembrar sobre las rocas. Y así mi corazón se desmorona al pie de una fúnebre corona.
  • 12. †12† Sobre tu lápida Rose funeral de tus mañanas frías, en la consumación y en el adiós ¿Por qué tan pronto partiste a la tempestad infinita donde las rosas también se sacrifican? Ahora sólo platicas con la muerte y con mi pesadumbre que día a día deposita un quejido en ese empolvado lienzo donde aún no encuentro respuestas. Y es que sólo sobre tu lápida he podido tallar estos versos, porque fui habitante en tu noche más triste cuando los cuervos picoteaban el corazón hasta dejarlo desnudo. En tus caminos fangosos encontré las entrañas de una ilusión, que aunque llorosa y marchita se convirtió en cadena con la que algún día arrastraras mi ataúd.
  • 13. †13† Poesía Invernal ¡Escuchad! Son las últimas campanas de la vida que doblan por tu soledad y la mía. La nicotina te sirve de marco para lanzar una mirada hasta ese infinito que guarda las palabras que más tarde conseguirás arrancarme. El manto nocturno va debilitando sus alas sobre las copas de ron y cerveza, mientras los muertos bailan encima de nuestra embriaguez. Nos transportamos por cementerios donde hadas hurañas descomponen los huesos de un corazón roto. Las horas son simples gotas de agua que se nos van de las manos para formar un lago plañidero en el que pescaremos una esperanza. Tú sonríes con esa belleza de una vida pasada en un tiempo mejor sobre esta misma ciudad.
  • 14. †14† Patología de errores Desde que te fuiste escapo del día y decapito ilusiones, rehúyo de los sitios poblados con sonrisas. Levanto un osario en torno a mi soledad para ahogarme con aquellos fracasos que se atravesaron en mi destino. De cualquier fiesta armo un funeral, tan deprimente y majestuoso que hasta el vino se convierte en sangre. Mi vida siempre fue una patología sometida a tus labios prohibidos que no terminan de torturarme. Hoy camino hacia el infierno donde las almas se rasgan unas a otras hasta disipar los remordimientos. Le ofrezco mi oración a la Muerte y me uno a su olvido que es tan frío como las palabras de nuestro adiós.
  • 15. †15† Canasta de pétalos para el corazón El sol baña con su dermis a la intimidad del cementerio, hasta alumbrar mi propia decadencia que escapa por las entrañas perforadas. Me convierto en un reguero para lágrimas y rosas. He tomado un atajo para ganarles a todas las almas, para esperarte junto a mi tumba y brindar contigo en una cita imaginaria, pues sólo serviré de expiación a la rutina y a esa vieja costumbre de llevar un recuerdo a los que partieron. El tiempo es corto para ti y no quieres ensuciarte las manos con la tierra que abona mi putrefacción. Mi refugio te llena de penas que no comprendes, al fin y al cabo continuaste con tu vida, dejándome con un corazón que se revuelca entre huesos porosos, pues sigue luchando para no ceder a los gusanos. Cada susurro que le entregaste en el funeral ahora le da fuerza para latir. Pronto te marcharás sin el mayor remordimiento, sabiendo que cumpliste con esa tarea tan fastidiosa y esperando que algún momento te traicione los recuerdos para no tener que volver. Lo sé y me aflige, pero ya no pasarás por esta tumba, ni siquiera la mirarás de lejos, yo tampoco volveré a ella y tu olvido debilitaría más a mi corazón. Le haré una canasta tejida con pétalos y me lo llevaré al purgatorio de los amores. Sólo quiero dejarte mi otoño que nació un día como hoy en este valle de muertos donde incluso las espinas perecen.
  • 16. †16† Ilusiones deshechas Es la sentencia de gusanos, dolor y melancolía engendran pantanos de sangre que hunden el último resquicio de ilusiones donde el corazón se aferra a un solitario pantano, la luna pudre los rincones donde se echan sus pinceladas, mientras el torrente del alma se arroja travesía abajo por el crepúsculo de mis ojos hasta mojar mis alas y cobijar mi sepulcro entre flores rotas y velas apagadas anhelando que mi dolor apague la sarcástica sonrisa en el eterno anochecer donde me encuentro.
  • 17. †17† Velo rasgado en la ceniza Es otra pesadilla y sigo aquí entre estas líneas, con el primer amor que también fue el último. ¡OH santísima noche! Tráeme la calma vestida de recuerdo. Ahora sólo sé que no estoy, porque mi paz se la llevó el viento, orgías de versos dejé rasgadas entre estas paredes más olvidadas que las de mi propia tumba. Y es que deseo amar y odiar, tomar mi alma entre los velos de la memoria para ser hoja cremada que no vive pero existe en las cenizas. Beber vino en las calaveras, todo se pintaba tan fácil, el ataúd y las flores dejando a un lado las pesadumbres. Polvo fúnebre que cual veneno hurga en mis entrañas y acaricia la locura hasta estrujar las pupilas. No sé lo que queda de mí sólo soy el grito extraño que algún muerto depositó en camino incierto. Las campanas están sangrando sobre sepulcros miserables donde los días no tienen nombre y las noches se llaman penas. No puedo cobijar esperanzas, soy: el tedio más enfermizo, el miedo que niega la existencia bajo la funesta laguna que acompaña a los poetas.
  • 18. †18† Muerte sin agonía Mi pesado lamento deja caer entre tus huesos los días grises cuando la locura era un demonio que devoraba a nuestras almas heridas, toda la sangre que rebosante de belleza cubría tus pupilas era una excusa para amarte sobre el fango de mis propios tormentos. De un día marchito hice mi refugio y me lancé a esperarte, hasta que el tiempo se convirtió en el juzgado que retendría tu ausencia, ya hundido y sin vida me llené con la pesadumbre que dejan los ángeles cuando juegan a ser humanos, mientras se derrumban al sufrimiento. En mi corazón encontré tu silencio que más tarde se convirtió en grito y en gemido agonizante que derrumbó los cimientos donde debían posarse otros labios, así me fui acostumbrando al tiempo perdido, a desconsuelo más infame y al llanto que sin agonía se transforma en muerte para el alma.
  • 19. †19† Lamento nocturno La luz es mi infierno, las sombras: mi paraíso, el amor y el desamor una metáfora de los primeros siglos cuando las paredes de mi tumba se empañaron con soledad y tristeza, abandonado, bajo el velo de rosas muertas encadené mi alma a un lazo de lágrimas infinitas. Todo el dolor que me faltaba llorar se convirtió en veneno para mis ilusiones, mientras la copa se trisaba en mis labios insensibles por falta de vida, tras cada anochecer dormían también mis miedos y la tragedia inevitable de no llevar sombra ni reflejo. Y caía la noche abrupta y misteriosa, para levantarme del silencio, me transportaba al bosque de la nada, a los paisajes con flores dormidas, a los manantiales del vino rojo y al recuerdo de lo que un día fui para observar con luto lo que ya nunca sería para mi corazón.
  • 20. †20† Poema de Bécquer (Visto desde mi atormentada alma) Volverán los entristecidos cuervos de tus labios sus lágrimas a enjugar y otra vez con sus alas heridas sangrando te hablarán. Pero aquellos que en cansado vuelo recogían tu belleza y mi melancolía, aquellos que guardaban nuestro amor esos ¡No volverán! Volverán las negras rosas de tu corazón las espinas a clavar y otra vez al tedio, aún más marchitas sus pétalos han de rasgar. Pero aquellas gotas de sangre cuyas muertes sentíamos palpitar y caer al vacío de la vida esas ¡No volverán! Entonces un cariño bastardo pondrá en tus labios un beso vulgar, tu alma de mi epitafio para siempre se alejará. Pero, hastiado y suicida y sin plegarias como se ama a la Muerte al anochecer, como mi oscura alma te ha amado ¡Maldita: así no te amarán!
  • 21. †21† Letanía de amor En la fría arboleda donde se esparce mi quebranto, tu mirada de geranios, destaja en el ambiente un miserere de colores desflorados, que pronuncian mi nombre, como una aberración enramada sobre un jardín de sepulturas, que ansiosas desean acariciar tu cuerpo, para luego estrechar sus lenguas hasta el ocaso donde descansa mi miserable alma, tus labios semiabiertos al destello de mis laceraciones, los acaricio entre los negros espinos de mi sangrante imaginación, para tenerte sobre las siete lunas de mi crepúsculo, invocaré a la sangre, para que arrastre por tus entrañas la letanía de mi amor.
  • 22. †22† El acto que se le olvidó a la función Mírame bien: soy “Lo que pudo ser” también me llaman: “Nunca más” “Demasiado tarde” “Adiós” Dante Gabriel Rosseti Mírame bien, escucha estas palabras de lo que pudo ser en la función de sentimientos, donde nunca más nos presentaremos, mi dolor aún sostiene el acto en el que tú y yo no aparecimos juntos, las triste escena que recogía nuestras vidas y no pudo mostrar en el mismo tiempo y en el mismo lugar a los dos, siempre fue demasiado tarde para escribir el cuento final, donde tú y yo debíamos vagar juntos, sólo se dio la hora exacta parea cerrar el telón del adiós.
  • 23. †23† In esse tenebris meum Por aquella soledad de nuestros primeros días, por aquel abandono que ahora perfuma la desgracia, por ti y por mí que con pesadas lágrimas construimos un camino hacia lo inevitable, donde sólo la oscuridad podía sostener a nuestros corazones cansados de la vida. Más triste que de costumbre comienzo aquí mi dolorosa letanía mientras el llanto rasga la tierra como signo desesperante que pronto ha de precipitarse hacía la nada. Dentro de mi inconsciencia puedo escuchar como tus manos se compenetran con los montones de rosas hasta quebrantar la tranquilidad que encontré en este abismo de tres metros: ¡Tan corto y a la vez tan profundo! Pero es difícil escapar de los remordimientos cuando tus palpitantes lágrimas caen sobre mi último recuerdo hasta asfixiarme dentro de la maloliente envoltura donde ahora agonizan mis esperanzas. Pues ya no tengo ilusiones que me permitan forjar un sendero para que tus frescos labios se vuelvan a posar sobre mi fétido destino hasta olvidarme del día en que no pude cargar con la existencia. Hoy, la muerte divide mi absurdo en cientos de espinas que se clavan en los pasos que nunca más volveremos a dar juntos y es que yazgo tendido en la orilla de la desolación porque aún acá el mundo continúa insípido y todavía no consigo la forma de domesticar mis instintos. Mientras tanto el dolor continúa desfilando por el espacio marchito donde ahora sólo espero a la putrefacción o al olvido: El que llegue primero a cobijar estas lentas palpitaciones.
  • 24. †24† El rosal en la tumba I Hoy pongo mi vida en una balanza que se inclina a tu ayer y a ese rosal nocturno donde compartimos las desgracias. II Bajo el letargo tu corazón hechicero me hizo desvanecer todos los pasos que labré en un sendero de espinas. III Hiel y veneno: Bonita conjugación, cuando en mis días cansados tejí un sentimiento que sólo debía cobijarte a ti. IV Ya no puedo sentir los hilos de tu boca remendando mi alma hasta levantarla de los escombros donde se automutilaba. V Tampoco siento tu desventura en la que posé mis huesos cual signo no correspondido, que se adelantó a la horca.
  • 25. †25† Sueños en medio de la tristeza Es media noche al filo de mis tristes circunstancias, las rosas cubren de pretextos el aroma de soledad, donde la vida se recoge en un frasco imposible de abrir, pero, que con facilidad puede llegar a romperse, perfumes se confunden con venenos, venenos se confunden con gloria, gloria que en realidad no existe ante los ojos de la nada, porque el dolor lo consume todo: amor, ilusiones y sentimientos, dejando lamentos arropados en pálidos versos, que sólo pueden subsistir, con la esperanza de llegar a la orilla, donde piadosos brazo nos abracen, y así poder derramar lágrimas en aquellos silenciosos labios, que logren sostener nuestra miserable alma.
  • 26. †26† Desgarramiento Ahora que la absenta y el tabaco han cubierto mi destierro hasta hacerme perder en la añoranza, trato inútilmente de cubrir tu misterio con polvos marchitos y con las migajas de mis lamentos, pues sólo tú y yo conocimos el dolor de la carne cuando el alma la corrompe, con esos sentimientos sangrantes que nos guardamos para la última función en ese teatro donde cada pesadumbre ocupaba su asiento, mientras la desesperanza escondida en un rincón aguardaba para barrer con abrojos la basura de los recuerdos, hoy, cerrado ya el telón comienzo a dibujarte desnuda sobre una cruz invertida que se clava en la mitad del camino que tendré que atravesarlo solo.
  • 27. †27† Madre Madre, sé que no he sido un buen hijo y que aún no descifro el acertijo que dotó a mi alma con grandes alas para volar lejos de las mujeres malas. Cuando partí con la venia del amor no imaginé descender hasta el dolor, para posarme en labios contagiados por la fiebre gris de los agobiados. Quise ser héroe y terminé rendido con el alma triste y el corazón herido, pasé por alto los mares de tu llanto. Y me entregué al solitario canto en un nicho sangrante y rugoso que todavía me sirve de reposo.
  • 28. †28† Asfíxiame más fuerte corazón Antes de irnos mi siniestro corazón recuerda cuando viste por última vez la luna, tus ojos parecían encadenados a la excitante noche, las palabras fluían suavemente sobre el cementerio de nuestros amores. Disfrutabas, si disfrutabas de esos bellos momentos cuando el viento te robaba una lágrima, lo poco que suspirabas era motivo de tranquilidad. El sonar de las campanas se convertía en la morfina más pura hasta calmar ese terrible sufrimiento, el ser que en tus labios se dibujaba era un terco pretexto para descubrir la vida. Tras enredaderas y ciénagas te levantabas en un nuevo día que se mostraba abrazador y sereno, propicio para rezarle a nuestro señor Ángel Decapitado en ese templo de locura y tristeza donde nadie nos visitaba. Figuras fúnebres y cuadros con sangre, imágenes que para el mundo eran grotescas para ti resultaban sublime inspiración, ahora tienes dos copas en la mano: la una es vida, la otras es Muerte, dejas caer con odio la primera y bebes a tragos largos de la otra, Asfíxiame más fuerte corazón hasta que marchites dentro de mí, tú y yo haremos de la podredumbre una poesía para que los gusanos fallezcan junto a nosotros, después la Muerte pondrá una rosa en nuestra tumba nos cobijará en su pecho y partiremos.
  • 29. †29† Una carta romántica Era grande el camino y la voluntad tan corta. Sin embargo en mi corazón encontré la fuerza necesaria para acostumbrarme a depender de ti, para verte todos los días y no aburrirme con tu maquillaje y tu perfume. Aquella rutina sólo era un hermoso pretexto para mentirle a mi soledad y agrandar en algo tu ego con mis visiones enfermizas y mi obsesión por la muerte. Ahora comprendo que jamás me escuchaste pues si lo hubieras hecho aún seguirías aquí o yo seguiría a tu lado, ya que sólo por ti yo salía al mundo. Pero ya ves continúo saliendo a la cotidianidad, no en busca de algo sino porque la vida me obliga. Ya no visto de luto, ahora el único luto es la rosa negra en mi corazón y los cientos de otoños que debo tragar en silencio.
  • 30. †30† Con amargo azufre Fui bautizado con agua de espanto, carcajada siniestra se volvió mi noche, hoy lavo el remordimiento con amargo azufre y diluyo las penas entre la sangre de una dama que se retuerce en el ataúd, flores muertas cobijan mi soledad cuando los recuerdos me torturan, recuerdos de un viejo amor sacrificado en la luz de la mentira y sepultado en el cementerio de lo que nunca será para mí, sólo soy dueño de la oscuridad, amigo de los ángeles caídos y de todos los demonios que rasgaron el signo virginal de alguna desgraciada mujer.
  • 31. †31† Funeral Una dama hermosa vino a visitarme su nombre es la muerte y con ella me ha llevado. Ni con el llanto me puedes devolver la vida que ya no me pertenece, en una caja yace mi cuerpo inerte rodeado de sollozos y gemidos. La triste luz de los cirios refleja mi pálido rostro yerto, he visto tu farsante pena disfrazada en sufrimiento. Aunque ahora esté muerto quisiera que sepas lo que siento. Dijiste que no te volvería a ver y hoy a mi funeral has sido la primera en llegar. Una flor jamás me recibiste sin embargo has traído un lindo ramo, nunca aceptaste pasar juntos ahora pasaremos los dos toda la noche. Tus ojos nunca por mí se preocuparon hoy todas tus lágrimas me pertenecen, un día te quise ver desnuda ahora te veo vestida de negro. Un abrazo sincero nunca me lo diste hoy tus brazos calientan mi ataúd, pero lo que en tus labios un día murió no podrá resucitar jamás. Ahora dices que me quieres cuando ya las palabras no tienen sentido.
  • 32. †32† Funeral II (La respuesta de ella) Para tu corazón que se hunde en una lluvia de rosas, tras la puerta que se cierra con el gemido de los que te amaron, hoy todos los golpes se posan en tu lápida hasta marchitar la cara del destino. Yo quedaré con tus poemas intentando encadenarlos a la ausencia para hacer más liviano el sufrimiento que nadie podrá arrancar, porque sólo tú fuiste en las agónicas noches: el demonio que levantaba mis alas. Hoy grabo en tu epitafio las palabras que nunca te dije y lo decoro con las amargas flores que una vez te desprecie por miedo a la funesta invitación hacia el paraíso perdido. Hoy pondría mi sangre en tus labios hasta que embriagues las penas, porque hiciste mi vida menos miserable, sólo un poco de comprensión te pido mientras el llanto hilvana los recuerdos de aquellos días grises que eran tus favoritos. Este vestido negro lo pondré en las puertas del cementerio para marchar desnuda entre los rimeros de nichos y con una copa de vino intentaré despertar tus deseos. Todo el tiempo que no te quise compartir ahora está rasgando mis velos de pureza mientras el luto en mi corazón se transforma en hiriente gemido que hace derrumbar la voluntad de todos los otros difuntos.
  • 33. †33† Mi corazón es un ataúd Mi corazón es un ataúd, ya no sé si late o tan solo simula latir para no parecer indiferente a las absurdas comparsas. Recuerdos, tengo muchos, pero están varados en el otoño cuando mis alas sincronizaron su agonía para caer en la barrera del remordimiento entre heridas salpicadas de lágrimas. Estoy condenado a contemplar como llueve en mi inconsciencia y en los cientos de fantasmas que arrastran a lo poco que me queda de alma. Resulta difícil comprender cómo todos los hilos que se escapan de mi boca llevan el color de la tristeza mientras la enfermiza tempestad va cubriendo a las ilusiones que una vez me acompañaron. Ahora mastico la dura pena que es sustento del olvido hasta convertirme en argumento de un poema trágico, pues este grillete existencial que cargo entre mis lagrímales poco a poco va ganando terreno.
  • 34. †34† Ángel Eres ángel que en mi tarde de hastío me cubre con besos y me guarda del frío, perfumes y rosas pasaron sobre mi muerte para limpiar con tus alas mi mala suerte. Era negro el camino que puse en el alma sin conocer el amor, sin encontrar la calma, mi corazón erraba como alimaña herida para hacer del dolor su mustia guarida. Así apareciste tú, cuando la angustia y la pena me obligaban a arrastrar una gruesa cadena hecha de espinas y labrada en pensamientos que hacían desangrar mis remordimientos. Bien sé que sobre mi pecho mortuorio tu paraíso ha marchitado al purgatorio, y que te aventuras sonriente a mi lado sin importar que sea un atormentado.
  • 35. †35† Veneno Sobre mi frío ataúd escucho tu llegada, unas lágrimas resbalan por mi pálida mejilla, siento tus abrazos siento tu tristeza deseaba verte aunque no de esta forma, gracias por venir a éste mi funeral, te escucho, te veo, tan bella como la primera vez pero ahora es la última, me llevo tu sangre tan dulce como el vino y tan amarga como el veneno que me tiene aquí.
  • 36. †36† Sea este nuestro último instante Vieja rosa, sangrienta hiel, recuerdo de tu pecho florido, donde un día sembré miel y hoy sólo cosecho el olvido. Me queda lo que puse en tu piel cuando mi corazón afligido, te prometió serte siempre fiel aunque del mundo haya partido. Sea este nuestro último instante para empañar la alegría y enlutar mi condición de amante más allá de la penosa agonía. Ya todo es cariño distante: cementerio vestido con melancolía donde un cuervo errante me dice que ya nunca serás mía.
  • 37. †37† Tu octubre visto desde mi otoño I Sobre un templo de huesos levanto la cruz invertida para dejarte los besos mas amargos de mi vida. II La noche está contagiada con sangre y con vino, pues mi ilusión desgraciada no manchará a tu destino. III Cuando la hermosa Muerte te diga que soy ajeno, no reces por mi suerte ni endulces el veneno. IV En cada lugar triste mi desgarrado corazón sangra y se reviste de angustia y desazón. V Cuando en las negras cortinas se marchita el viento, quedan solo las espinas y un pesado sufrimiento. VI Tú y yo fuimos un retoño surgido en la rivera de la vida, pero llegó el otoño y todo se volvió herida. VII Esta es la huella de Medardo Ángel: Dios que en mis últimas depresiones me convertirá en su único arcángel para juntar nuestras oscuras ilusiones.
  • 38. †38† Monólogo escrito con tinta suicida Es esta mi pobre y decadente vida: monólogo escrito con tinta suicida, para dibujar en los ojos de la muerte el sentimiento que me hace quererte. Enfermo y triste recorro el infinito llevando un corazón viejo y marchito, no soy más que un fantasma otoñal que convierte toda rosa en puñal. He sentido como sangra el rocío sobre la noche de mi existir vacío, mientras la luna herida, gotea hiel que se convierte en alimento cruel.
  • 39. †39† Corazón, corazón no tiembles tanto Te dije: corazón, corazón no tiembles tanto, no recojas la ilusión, ni te cubras con su manto, una y mil veces te repetía que todo era quimera y que nunca saldría para nosotros la primavera. No quisiste escuchar y bastante embriagado te fuiste a estrechar ese destino desgraciado, todo lo dejaste por tentar a la miserable vida y sólo encontraste una amarga y fría herida. Hoy eres brisa enferma que la noche marchita tan deprisa, que toda plegaria se hace maldita, y así vamos con triste secreto y mueca falsa para aceptar el decreto de partir en fúnebre balsa.
  • 40. †40† Al ser que nunca estuvo a mi lado… Nunca te maldeciré, mi distante padre, pues lo que tú no hiciste, lo hizo mi madre, tampoco pediré el arrullo de tus brazos porque ella ya calmó mi miedo con abrazos. De ella fueron todas las fechas, y los días, las negras lágrimas y las turbias melancolías, cuando en lo profundo de la noche oscura su leche materna me sabía a amargura. Hacía frío cuando murió la última estrella, entonces comprendí que la soledad era bella, y que nunca, pero nunca estarías a mi lado, porque ya todo era triste cariño consumado. ¿Reír o llorar? ¿Dime cuál es la diferencia? Cuando llevo podrida toda la existencia, y mi alma hacia el sepulcro se precipita sin esperar la hora de tu lágrima infinita.
  • 41. †41† Benditos sean los muertos Benditos sean los muertos que posan su melancolía sobre ataúdes inciertos. Un ramo de mustia agonía los mantiene despiertos cuando fallece la luz del día. Lejos muy lejos de la vida ellos recogen flores para sanar la sangrante herida. Y entre tantos dolores con la pena hendida, recuerdan a sus amores. Oscuro cariño putrefacto entre llanto se vierte por su huesudo tacto. Esa será también mi suerte al firmar con sangre el pacto que me llevará a la muerte.
  • 42. †42† Aquello que olvide decirte Bajo el altar de tu mirada celebro la misa pagana y levanto mi alma torturada. Mi amor pierde, tu orgullo gana, pero en mi pena enlutada: arrastro también a tu mañana. Sublime dolor y dulce tristeza hoy se vierten por mis ojos para rezarle a tu belleza. Así entre espinas y abrojos voy desnudando mi torpeza hasta dejarte los despojos. Cuando le hables a la luna buscando mi ser atormentado, estaré lejos, en la fúnebre laguna. Luego recordarás cuánto te he amado, tal vez como a nadie, como a ninguna, mas todo será: sentimiento sepultado.
  • 43. †43† Sinfonía trágica Mis lágrimas se convirtieron en lodo, mis sentimientos y amor en abrojos, ahora sólo existen sangrantes despojos sobre la angustia que lo consume todo. Mi corazón cuelga en la triste esperanza anhelando la hora de ser recogido por el poeta del lago del olvido para pesar mi tristeza en su balanza.
  • 44. †44† Las flores Flores y más flores, las hay de todos los colores. Esas que para una persona son todo y otras que nacen solitarias en el lodo. Unas son adorno matrimonial y otras protocolo de un funeral. Algunas tienen punzantes espinas, otras: polvo que enloquece las retinas. Las consiente el jardinero igual que el sepulturero. La mano vieja que muere y corazón que siempre hiere. Están sobre un templo de plegaria maldita pero también en la tumba marchita. Y aunque algunas sean mente que no razona todas nos sirven de fúnebre corona. Algunas alivianan las partidas otras cavan más hondo las heridas, yo prefiero las que tienen color de noche porque hurgan mi sangre sin reproche. Las del lodo: con espinas que hieren la sepultura hasta llenarse con mi enferma amargura.
  • 45. †45† Las aguas del hastío Fui capitán de un barco, que temprano naufragó en las turbias aguas del hastío, intentaron salvarme, pero todo fue en vano, pues mi alma se antojó de quedarse en el vacío. Todas las damas que conocieron mi clamor quejumbrosas entrelazaban sus lamentos para ayudarme con los hilos de su amor, mientras yo reía con sus inútiles intentos. Aquellas aguas bullían por la sangre hasta juntar a las funestas criaturas que tampoco querían perderse mi desangre. Así me aparté del miserable mundo para beber veneno filtrado en amarguras y aprender a existir con el dolor profundo.
  • 46. †46† Sombrío Nunca probé mejor vino que el de tu indiferencia, ni labios más dulces que los de tu propia ausencia, yo, sólo un estúpido echado a los pies de la angustia esperando a que sosiegues mi pobre alma mustia. Hoy quiero hundir mis penas en una copa trizada, hasta que la noche se vista con su traje de enlutada, después abriré mis lágrimas con el doliente puñal para adornar con espesa sangre la última señal. Bajo tu sombra como esclavo caminaba siempre fiel, y a cambio de mi amor tú solo me pagaste con hiel que dulce o amarga es lo único que llevaré en la partida. Pues un día me largaré definitivamente de tu vida, para esconderlo muy lejos a mi corazón despedazado que nunca más podrá sentirse amado o torturado…
  • 47. †47† La mortaja Tendré que romper la mortaja donde aguardaba tu suspiro, que sin ser amor: fue migaja puesta en mi fúnebre retiro. Todas mis voces se han suicidado entre llorosas letanías donde se enluta el pasado y se fermentan las agonías. ¡Cuan grave es mi enfermedad! Vivir, sí, vivir hasta ofrendarle a la oscuridad lo que mejor hago: sufrir.
  • 48. †48† Estropicio Mi nombre no importa, tampoco importan las insinuaciones que mi alma le hace a la tuya, para que esta noche juegues a ser la sirena que se baña con mi sangre. Las lágrimas han quedado esparcidas bajo la suciedad de esta tarde que no me conduce a ningún lugar más que al infinito donde reposan todos los trastornos que me hacen diferente a tus alegrías. Tengo en las manos el puñal y la rosa, como signo de mi comunión con la locura y con el tiempo al cual manipulo a mi antojo en este frío sanatorio donde purgo la pena que no me correspondía. Restriego en mi boca la cicuta y reafirmo la llaga, para hacerme invulnerable al encanto que filtra la inexistencia sobre girasoles escuálidos que ya no verán otro amanecer porque me los llevaré lejos a un infierno donde las huellas se borrarán con el fango del sepulturero.
  • 49. †49† Monólogo del pesimista I Repaso los cuadernos de mi vida y sólo encuentro tachones y palabras esquivas sobre las que adormezco mi soledad. Cada rincón de mi mente se ha llenado de amargura en estos veintisiete años que parecen infiernos por alguna culpa que mi razón no alcanza a comprender. No vivo, sólo vegeto en las circunstancias que sostienen la poca humanidad de la cual no he conseguido desprenderme. El hueco que comencé a cavar en los primeros años de mi adolescencia ahora es tan profundo que ya no podré salir, si bien jamás lo he intentado estoy completamente seguro de que el mundo es poca cosa. Todo lo que hago se resume en una actuación junto a otros que actúan mejor que yo, pues ya he olvidado cómo se debe mover la cara para mostrar una sonrisa. Las pocas mujeres con las que aún puedo mantener un diálogo caen rendidas con mis versos, pero no busco relacionarme con ninguna, eso del amor ya no tiene sentido, pues lo perdí en una causa ilusoria que me dejó más desgraciado de lo que siempre fui. Tampoco espero el día en que aprenda a sobrellevar mis crisis depresivas. Cada vez que es posible me hundo en la nostalgia, la disfruto y me autodestruyo. Por eso me hice viejo antes de tiempo y sepulté el verano con todas las flores secas que el destino puso sobre mis hombros. Hoy ha sido un día fenomenal de trabajo, he dado la mejor lección de optimismo aunque por dentro la pena me ahorcaba, mientras mis pensamientos se revolvían con la muerte. Si bien no he sido firme en mis convicciones de desaparecer, sé que sólo es cuestión de tiempo, los años pasan a la misma velocidad de los amores, mi hermosa madre se irá y ya no habrá nadie que me retenga.
  • 50. †50† Oración fúnebre Búscame en noviembre cuando cambies las flores a mitad del silencio, que el vino de las velas se riegue en todos los matices que cubren mis huesos. Regálame la prudencia para tratar con los demonios que hicieron su hogar en el bosque de mi egolatría, donde aún beben el rocío de mi sangre. Santifica la pena y tenme presente en tus equivocaciones cuando levantes las manos para tocar la llaga que se infecta sin remedio en el centro de mi corazón. Practica todas las muertes posibles sobre el cansancio hasta que mi decepción te aburra, luego fórjate un camino lejos de la oscuridad y lejos de los macabros antojos que alteran mi alma.
  • 51. †51† Matadero existencial Has vuelto ave de mi juventud para batir tus alas junto al pozo, donde ahogo la inquietud y busco el fúnebre reposo. Me dejaste níveos rosales para adornar el desencanto, pero fueron tantos mis males que todo se convirtió en llanto. No preguntes ¿Cómo me hice viejo? en este luctuoso bebedero que va empañando mi reflejo. Y que sea este el último aguacero antes de atravesar el espejo que conduce al matadero.
  • 52. †52† Recuerdo de Los Campos Elíseos Nunca entendí eso de amarte un poco menos y comprenderte un poco mejor. Alejandro Dumas Y bien, emprenderé el último paseo por las calles de la ciudad romántica en el mismo carruaje donde te desnudaste. El paso de los caballos es ahora la sombra de los muertos que quieren romper mi corazón. Es primavera en Los Campos Elíseos que guardan tu perfume entre los relicarios de mi amor infortunado. El teatro y el cabaret donde lucías tu hermosura hoy son funerarias para tus viejos clientes. Todos tus amantes han muerto con la misma hilera de sangre que amortajó a tus camelias. Yo, envejecí junto a tu tumba, calentando tus huesos con botellas de absenta. Porque de todas las flores que adornaban tu pecho sólo yo comprendí a las rojas. Cinco días de luto para el placer, cinco días para sentirte limpia y ser la meretriz de mi romanticismo.
  • 53. †53† Viejos puñales Sobre un ataúd feo y estrecho algún día te llamaré amada aunque tenga que abrirte el pecho. Gozaré con tu figura agusanada y beberé de tu corazón deshecho hasta saciar mi alma torturada. No serán rosas, si no viejos puñales los que clave en tu hermosura para tatuar amargas señales, pues junto a mí siempre serás impura. Y si quieres salir de los infiernos, yo esperaré borracho en mi abandono para calmar tus últimos inviernos y hacer con tu cuerpo un rancio abono.
  • 54. †54† La noche de Mortis Cuervos reptantes están picoteando mi corazón, la sangre llora como vela de funeral, mientras un deseo irremediable mece mis manos y mi locura entre los sueños malditos del mañana al que nunca llegaré, Mortis interrumpe desde el espejo donde mi congoja se nubla hasta convertirse en penumbra, ahora que mi retorcida conciencia sucumbe ante el frío de los miserables recuerdos, dejo caer todo mi sufrimiento para convertirlo en gotas de soledad, en gotas de desprecio para contaminar los ojos de los que aún me recuerdan.
  • 55. †55† La noche en que las rosas olvidaron marchitar Un poema sin tintes oscuros pero que nació una noche en que mi alma respiraba por la herida. Era una noche normal, como de aquellas que no se arrastran recuerdos. O como aquella sombría noche que desde la profundidad de la tristeza mi soledad había deseado para eternizarte junto a este frío poema. Percibí como el aliento pálido de tu voz se escurría entre la espesa niebla, para recoger las gotas de dolor que se escapaban de mi melancolía, las explicaciones sólo las encontraste tú, porque lograste intuir mi oscura depresión. Conseguiste levantarme del perdido cementerio, acariciando con tu existencia esa temblorosa tumba de mi corazón. Mi vida es liviana cuando tu mano la sostiene, mientras tu alma acaricia con pétalos de dolorosas flores a mis lágrimas. Ahora he dejado que los sentimientos se traguen los hilos que cocían mi boca, para decirte: lo hermoso que es el sueño de tenerte para siempre a mi lado, para juntos disfrutar las arrugas oscuras de la luna. Siempre necesité de los bellos instantes que supiste ofrecerme. Día a día disfruté del concierto de palabras que tus labios entonaban para mi soledad, haciendo que tu existencia de hada irradie en los fúnebres bosques de mi alma. Nunca imaginé que un ser como tú terminaría enredando su blonda cabellera en mis letras maltrechas y agónicas. Pero, tú, tú perteneces a otro lugar más allá del tiempo irreal, pues el cielo y el infierno son simple confusión, comparada únicamente a la de esta tierra.
  • 56. †56† Reflexión sombría Porque al final y ya con la estaca en el corazón me vengo a dar cuenta que de todos los caminos donde arrastré mi sombra el tuyo fue el más doloroso, pero también del que más disfrutó mi maldición, pues fueron tus labios los que me ayudaron a acostumbrarme a la penumbra y al sufrimiento. Junto a ti la nada se trasformaba en un sepulcro para guardar los secretos más enfermizos. Diariamente asistíamos al drama humano para saciar los deseos impuros que nadie pudo borrar. Tu dolor y el mío cubiertos con la sangre de nuestras heridas y es que sin darnos cuenta fuimos alimentándonos mutuamente hasta ser dos almas dependientes del crepúsculo pero ansiosas de esos minúsculos rayos de luz que cobijaban a eso que inútilmente yo llamaba ilusión. Hoy me he quedado a la rivera de la vida y de tu alma que en constante melancolía te hará recordar que únicamente yo tenía la gracia para limpiar esas lágrimas que tatuaban tus párpados. No necesitabas de nadie más, sólo bastaba con invocarme y yo acudía a tu plegaria sin importar el festín sangriento que mis víctimas hacían con sus sentimientos. ¡Ah, mis víctimas! Jóvenes ingenuas despreciadas por el amor y que preferían el abrazo sombrío y la perdición antes que continuar con su patética vida. Mis víctimas… ingenuas y bellas como tú, pero a diferencia de ellas, a ti te puse el nombre de esperanza, pues no fue tu sangre la que me sedujo sino aquella tristeza que escondías en lo profundo de la mirada. El mismo mal que yo sentía en los primeros años pero que con el paso del tiempo se fue acrecentando. ¿Recuerdas la noche cuando nos conocimos? Cielo lluvioso y calles vacías, patéticos humanos corriendo sin dirección alguna. Mi corazón intentando latir y tú deseando estar en cualquier lugar donde no seas asechada por mi presencia. La forma en que comenzamos a conocernos no tiene por qué saberla nadie y menos ahora que la extinción se acerca. Sólo me quedan fuerzas para clavar mis ojos en tu tumba y hacer más estrecha esa distancia.
  • 57. †57† Lamento nocturno La luz es mi infierno, las sombras: mi paraíso, el amor y el desamor una metáfora de los primeros siglos cuando las paredes de mi tumba se empañaron con soledad y tristeza, abandonado, bajo el velo de rosas muertas encadené mi alma a un lazo de lágrimas infinitas. Todo el dolor que me faltaba llorar se convirtió en veneno para mis ilusiones, mientras la copa se trizaba en mis labios insensibles por falta de vida, tras cada anochecer dormían también mis miedos y la tragedia inevitable de no llevar sombra ni reflejo. Y caía la noche abrupta y misteriosa, para levantarme del silencio, me transportaba al bosque de la nada, a los paisajes con flores dormidas, a los manantiales del vino rojo y al recuerdo de lo que un día fui para observar con luto lo que ya nunca sería para mi corazón.
  • 58. †58† Siempre estuviste en mí Cuando la lluvia por casualidad se hizo gris, en tus ojos manchados de agonía. Cuando en mis versos sangraron mensajes subliminales para llamarte “Amada Mía”. Cuando incliné mi corazón, para que tus latidos pongan melodía a la soledad de mi vida. Cuando la taza de café se convirtió en el vino de la sinceridad. Cuando tus dudas y las mías se aliaron para buscar una respuesta a la existencia. Cuando me dijiste que al pasado no hay que enterrarlo, sino olvidarlo. Cuando pensé en ti, y por primera vez dejé de pensar en mí mismo. Cuando la vida nos puso en el mismo camino, aunque con filosofías diferentes. Cuando a tus pies lloré y no preguntaste ¿por qué?, pues antes que saberlo preferiste sentirlo. Cuando te ofrecí lo más preciado que tenía (mi poesía) y la cubriste del frío. Cuando lo discontinuo se hizo continuo en hilos de espesas palabras. Cuando logramos construir con tu luz y mi oscuridad un perfecto claroscuro.
  • 59. †59† Desahucio Existencial Pensé que con el tiempo llegarías, que el cartero de Bécquer limpiaría la hojarasca, para mostrarte el camino hacia el cementerio de mi soledad, pero entre tú magia y mi desesperanza todo fue un retraso infinito, todo, hasta las palabras que ahora truncan mi existencia. No habrá otro campo de flores para esperarte, No habrá otro libro de versos para honrarte, sólo cientos de litros de alcohol para ponerle un pretexto a mi mala suerte.
  • 60. †60† Escribiendo sobre tu cadáver Me he quedado solo con el hedor y los remordimientos, escribiendo sobre tu cadáver. Viendo como la sangre se mezcla con mis esquizofrenias, un poco más tarde ha de fundirse con la pila de secretos que estoy amontonando sobre los labios de la muerte. Afuera el viento comienza a golpear como si se tratara de dos manos, pero bien sé que las almas no pueden vengarse, a lo mucho: gritos funestos seguidos de un llanto estremecedor que se ahoga en la locura… La noche ha llegado con su manto devorador para ver como desmiembro tu cuerpo, mientras la última sangre acumulada en el pecho parece bullir al ritmo de los huesos que suenan como hoja arrugada. Pero es verdad la culpa me invade al ver desperdiciada tanta belleza, ¿Veinte años? Tal vez menos, perdóname, ya no hay tiempo para lamentaciones, debo seguir con el trabajo sucio: sacar tus órganos para mañana alimentar a los gallinazos que rondan mi casa, todos excepto tu corazón, de ese me encargaré yo…
  • 61. †61† Advocación para un velatorio Elegía I Heme aquí, arribando desde puertos lejanos para anclar mi introspección a las orillas de tu funeraria, los llantos semejan una ola furiosa que derrumba mis emociones hasta convertirme en un maldito más que pasará sobre tu muerte. Siento como los gritos se envuelven con telones negros donde las rosas son faros que se llevan un pedazo de tu alma, sufro y razono: en si tenderme a tu lado o quedarme en la fila del olvido junto a cada uno de tus amantes. No he traído flores ni plegarias y nunca he aprendido a rezar, mi única ofrenda será quedarme contigo cuando todos cierren tu última puerta, tampoco lloraré, pues todas mis lágrimas se marchitaron en ese ayer que dejaste en mi soledad. Elegía II Las campanas entonan su réquiem, mientras las cuerdas de tu cuerpo se rompen en largas cadencias, ya no intuyes mis sentimientos, ni contienes los miedos, la insólita imagen que guardarás será la de tu cuerpo agusanado. Ha llegado la hora que todos temían, levantan con estupor tu caja pero hay cierta malicia en sus gestos, pues fuiste perdición de almas ingenuas,
  • 62. †62† pequeño fruto: seductor y peligroso donde yo también até mis labios para recoger dolientes astillas. No habrá regreso a la casa que blasfemaste, sólo te espera este largo camino que yace roído por sollozos, la procesión avanza entre la lluvia y la queja de mis versos: sombríos como el jardín donde servirás de inspiración a los muertos. Elegía III Hemos llegado a la ciudad dormida, las flores que una vez competían a tu lado hoy sirven para esconder la congoja y cada pétalo pasa sobre ti con esa arrogancia que consiguieron quitarte, ¡Descubro que lo inevitable sólo es una sombra de lo que ambos perdimos! Pero no tienes por qué atormentarte, yo seré tu sepulturero, tu tribunal, tu inquisidor, tu expiación y tu castigo, luego de la tediosa ceremonia frotaré tu alma con mi sangre hasta que germines en la ilusión de ser hoja para mis versos desahuciados. Mi corazón se revela crepuscular, mientras a nuestro alrededor los difuntos hacen un gesto de repugnancia, estoy tendido sobre tu tumba buscando el aroma de la obsesión para nunca dejarte descansar en paz, ¡Serás el precio con que sobornaré a Caronte!
  • 63. †63† Autobiografía En esta noche, tal vez ya próximo al fin, el dolor me brinda su inspiración ruin, para dejar en tu corazón las palabras de mis horas abatidas de tristezas macabras. Nací igual que todos: por hecho involuntario, sobre un cáliz trisado en el rojo sudario, sin pena y sin gloria escaparon mis sentimientos como la crujiente sangre de lúgubres lamentos. Una negra enredadera de hirientes abrojos manchó con fatalidad mis inocentes ojos, desde el primer instante, momento aquel en que la existencia me recubrió de hiel. Mi vida siempre fue una poética alimaña, con triste principio y barbaridad extraña, donde sólo la oscuridad me brindó amparo volviéndome misántropo y sin ningún reparo. Y esa tonta complicidad de los florales años que trajeron más lágrimas y nuevos desengaños, ¡Mi corazón regaba un crujido en el espejo que opacaba al niño, para mostrar al viejo!
  • 64. †64† Diálogo con la Muerte Y me preguntó la muerte: — ¿De qué están hechas las estrellas? Tú que haces del dolor humano una noche atada a las palabras. — Las estrellas están hechas de penas por cada resplandor una lágrima, por cada gota de su luz: un mar oscuro donde estimulo mi pesimismo. — Te quedarás solo —insistió mientras pasaba sus manos por mis labios humedecidos en la copa de ajenjo. — Siempre lo he estado —respondí—. El abandono con que ahora te recibo es el mismo de los años cuando revolcaba mi corazón en almas que se aferraban a la vida. — ¿Entonces jamás amaste? —infirió con un gesto sutil tratando de esconder su simpatía por mi soberbia. — Amar o no amar —contesté—. Entregar todo a una causa perdida. Lo hice cuando el artilugio de Eros insufló su veneno en mi camino. — Todo te sabe a odio —exclamó—. Esperanzas, sueños, sentimientos, rencor que mancilla hasta el lugar donde naciste. — Parece que ya me conoces —sentencié—. Soy aquello que nadie será y me irrita el buitre de grandes alas, pues no como carroña ¡Vuelo sobre ella!
  • 65. †65† Maldita y bendita Maldita tu sonrisa y maldita tu existencia que por ser como eres haces que te ame. Bendita mi penumbra, y bendito mi corazón llagado en el ocaso donde aún te espero. Bendita la noche revestida con mi melancolía donde tus labios perfectos le hablaron a lo imperfecto. Benditos mis sentimientos que con sus lagrimas negras acechan el abismo donde yacen tus ilusiones. Maldita tu alma que se atravesó en mi vida, y maldito el amor que me condenó a ti. Maldito el más allá en el que no crees, y que por ser maldito me volverás a ver.
  • 66. †66† Vampirum spectrum Soy el ser que sepultó la verdad humana para hundirse en los pantanos venenosos donde yacía su propia alma, cuando las lágrimas más turbias se convirtieron en suspiros de tumbas, en abrojos ensangrentados para los seres que negaron la oscuridad más pura vertida en manantiales de tristeza, la noche se manchó con la sangre de mi llanto para arroparme entre poesías muertas, en el espejo, donde sólo tu conseguiste observar a mi sombra arrasada por la marchita primavera, me encontraste en un anochecer nublado cuando la sed de sangre afligía mis entrañas, sin pensar que te convertirías en alimento para mi alma al borrar la angustia de estos siglos infernales, ahora que he alcanzado a besar tu cuello siénteme, abrázame, guíame, acompáñame... con la luna redentora de tu amor, que yo sostendré tu alma y sanaré tus heridas cuando el dolor nos persiga, porque, antes que beber de ti, desearía que tus brazos sostengan mis cenizas al amanecer.
  • 67. †67† Poeta Maldito Eres caminante de todas las constelaciones donde el cielo impío no mancha alas corazones. Puedes levantarte en el vacío y guiar a los muertos en oscuras procesiones, para que aspiren el último rocío. Tu condición de espíritu superdotado abona con hiel a esas malditas bellas y convierte en héroe al ahorcado. Pues a ti se rinden todas las doncellas que no quieren verte amortajado con el lienzo de las agónicas estrellas.
  • 68. †68† Acuérdate de mí Sobre la fría tumba lastimada en belleza deja que tu tristeza me acaricie, cuando todos me abandonen recuéstate a mi lado, no seques tus lágrimas, ni limpies el traslúcido maquillaje, se parte de mi pútrida agonía y del viento nocturno que desollará las rosas, ¡Acuérdate de mí! Cuando la cobardía haya ganado su última batalla, escarba la tierra con palabras de amor y llantos de redención para mi oscura alma, desnuda tu fragilidad en el lago de mis huesos donde el destino cruel no cicatrizó las heridas, hoy, quiero regalarte una flor y una calavera para comprometerte a la inevitable despedida, para tenerte por siempre en mi condena, la noche caerá como el recuerdo de las tarjetas fúnebres que abrazaron mi soledad, después de fastidioso protocolo, cuando el tiempo sea pasado inerte, carente de respuestas y sonrisas, deja que nuestros silencios se besen, así podré marchitar tranquilo entre gusanos astillados por el dolor del taciturno velo que cubrirá mis ojos, hasta ocultar la gracia de contemplarte, ¡Acuérdate de mí! Cuando en lo absurdo desdobles los cuadros de mis poemas. Y sobretodo, ¡Acuérdate de mí! Cuando tú también decidas atar la lluvia a la cuerda de un sepulcro.
  • 69. †69† Los paños del desconsuelo Me tiendo sobre una tumba de espinas por donde pasaron infaustas mujeres: unas malditas y otras peregrinas, pero todas prestas a los placeres. Con sus almas ajenas a mi alma levanto en el recuerdo una ponzoña para clavarla a su patética calma y alimentarlas con la más fina carroña. En sus paños ajustan el desconsuelo de mi corazón lleno de hastío, que jamás alzará la vista al cielo sin antes revolcarse en el vacío.
  • 70. †70† Introfilosofía I Mas no he de temer que si en arrojado vuelo se cubre con sangre el cielo hasta hacerme desaparecer. II Descubriré bajo la fuente veneno, rosa y nido para recordar lo que he sido y aprender a cruzar el puente III Al igual que don Juan Tenorio de Byron o de Zorrilla tengo en el pecho una astilla y en la pena un purgatorio. IV Tras la luz: la calma y con ella el camino que es sepulcro del alma y autopsia del destino. V No conozco el tiempo mas que el vivido, si fue gozado o sufrido solo lo sabré a destiempo. VI Si huyes o si te acercas tampoco tiene sentido pues solo me queda el olvido bajo mis ilusiones tercas.
  • 71. †71† Manojos de soledad y desdicha El sol ya se oculta divina mujer y las sombras me devuelven a la realidad, para recorrer el sendero que antaño fue nuestro lúgubre paraíso, los ángeles sentados entorno a las tumbas contemplan el desangre de mis ojos, mientras la torpeza va desbaratando todas las horas sobre el reloj oxidado que marcaba tus sonrisas, sobre el decreto doloroso del sueño muerto evoco los abrazos perdidos en el ayer que mi corazón se saltó, la soledad va creciendo conforme las horas tejen mi sufrimiento hasta convertirte en bello recuerdo, mientras una lluvia de sangre borra el camino al cementerio donde aún te espero
  • 72. †72† El jarrón de mis melancolías Amainados los suspiros veo transcurrir el tiempo sentado junto al retrato que ahora le pertenece al polvo. Con cientos de telarañas saliendo desde los ojos deposito en el jarrón de mis melancolías las horas en que flagelé al optimismo. Papeles y cartas rotas alimentan el fuego donde consumo toda la nicotina que el vicio y la tristeza no alcanzan a discernir. Pienso en los caminos que me negué a recorrer y en los jóvenes labios que desprecié por miedo al amor. De todas las soledades, la mía empuja espinas que nadie logrará sacar ni en el día de mi muerte. Vestido tengo el ataúd con seda labrada en poesía y en rosas negras que no marchitarán jamás.
  • 73. †73† Corazón trastocado Quiero dejarte mi último aleteo, si bien no es bastante, es lo único que poseo pues a mi poesía sangrente me la llevaré al Letheo. Será para ti la pena que saldrá desde la fosa cuando ya seas ajena y los gusanos muerdan la rosa. No habrá otro verso para desfragmentar tus lamentos, pues mi corazón disperso buscará nuevos tormentos y olvidará tu universo.
  • 74. †74† Balada para Lishelly Alguna vez conocí un alma loca que vagaba entristecida y que dejaba resurgir de su boca las palabras del suicida. Lishelly era su nombre y en la febril oscuridad existe, lejos de todo hombre y con el semblante triste. Juntos probamos el vino en una copa imaginaria que la llenaba el destino. Ella era atractiva y solitaria, apta para mi ser mezquino y para mis noches en la funeraria.
  • 75. †75† Te vestirás de blanco Para mí, por el peso de mi nombre en tus amores infortunados, por esa fúnebre tierra que nunca ha de servirse de tus huellas, te vestirás de blanco en el anochecer para contentar a un muerto que jamás existió en tu camino.
  • 76. †76† Mi alma respira por la herida Mi alma es una alegoría revestida con oscuros pensamientos que hacen brotar de la fatalidad unas rosas anémicas que ya no pueden alimentarse de mentiras. Todos los juegos que mi corazón ha practicado me han puesto en la horca de los vencidos por no comprender la vida, que mis padres me obsequiaron sin pensar en el mal que me hacían. Crecí y viví en una sociedad estúpida, alimentado de decepciones y borracho con la hiel del hastío, contando todos los sentimientos muertos que debía velar en soledad. Sé bien que he perdido la confianza para esperar otro amanecer, sólo me queda esta tierra fangosa que llena de recuerdos se abruma junto a la nostalgia. Ahora juego a ser el panteonero de todas las voces que me dijeron adiós, cada tumba que cavo es una endecha para atraer a la muerte y suplicar una migaja de su boca.
  • 77. †77† El gobernante de las sombras Estoy más cerca de tu miedo, más cerca de la tristeza que deseas poner en unos labios frescos. Sólo puedo ofrecerte el horror eterno y los sentimientos que agonizantes te hacen maldecir los recuerdos. No tienes nada que sujete tu vida, pero te aferras al rostro devastado que te muestra el espejo. El sufrimiento ha sido espantoso entre las sombras que sembraste en soledad y el amor que terminó traicionándote. Ahora se triza el viento para herir tu corazón conectado a mi lento razonar. Los gruñidos en tu sangre reafirman mi existencia hasta hacerme visible en tu pupila.
  • 78. †78† Vulnus lacrimarum Desde esta soledad estrecha y apocada conseguí ganar tu sonrisa con la mejor de mis lágrimas. junto a ti hasta la nada florecía, el cementerio de mis amores arrojaba sublimes fragancias para cubrir tu figura egipcia, muchos retazos de brisa me regalaste bajo la tarde que moría, mientras la belleza de tu alma anclaba en mi lago quejumbroso, ¿Recuerdas todo lo que nuestras almas callaron? para escuchar el gemido del silencio, mientras mi dolor le componía sueños a los treinta rocíos de tu existencia, pasaban los años, y con ellos imagine que mi odio del mundo terminaría consumiendo tu alma. no comprendí como hacerte feliz y tu mirada se fue de mi muerte, ahora. estoy al borde del averno buscándote en el espejismo para dejarte este sepulcro de versos. siempre te amé y seguiré amándote cerca o lejos de mi congoja, enlutaré la sangre y sembraré rosas negras hasta que llegues para dejarme morir en paz.
  • 79. †79† Yacer en agonía Cuando la oscuridad sangra, cuando la soledad espina, cuando el dolor marchita, cuando la esperanza muere, el silencio se hace canción, la noche: un cabaret de penas, recostadas sobre el corazón hastiado, princesas desnudas se derrumban por los ojos, hasta fallecer con el último orgasmo que guardaban los recuerdos, se hace visible el cansancio, se hace espesa la miseria de sentirme desgraciado.
  • 80. †80† Bella función para nadie Es en sí la existencia un teatro donde las ilusiones comparten su múltiple suicidio, ahí todos los fantasmas se presentan: Lágrimas tambaleando en el trapecio de una horca, sentimientos que supieron como domesticar el dolor, mientras tristezas y desdichas llevan en su rostro el bufonesco sabor de la derrota, el pesimismo equilibra en el aire tres copas de veneno, de un sucio rincón surge la culpa para danzar descalza sobre los vidrios que rompió el deseo inalcanzable, los sufrimientos cual banda sonora de ultratumba rasgan tristemente sus violines, bella función que hoy pudre mi alma, bella función en agónica letanía y dedicada a nadie.
  • 81. †81† Soy Soy la nota de tu réquiem. El clavo oxidado que sostiene las paredes del ataúd. El rosal sangrante que acaricia tu alma con oscuros espinos. El cáliz invertido donde se posan tus lágrimas. El tiempo que la nada te brinda para que seas feliz. La sangre que baña tus labios y te incita al deseo. La sepultura destinada para ti desde el día en que naciste. La noche fría y densa que las estrellas temen. El frío que siempre te atormenta, pero que te hace recordar que no estas sola. La sombra que a tus espaldas conmemora tu existencia. El verso escrito en tarjeta luctuosa para alivianar la despedida.
  • 82. †82† Votos de sangre Votos de sangre, letra muerta en la que tu olvido y mi recuerdo han de vagar entre las flores marchitas de algún cementerio. Tus labios sabor a niebla se caerán sobre mis lágrimas como navajas restregadas en los labios de las hadas que me brindaron un sorbo de nicotina. Votos de sangre, aroma de la carne que hace con el deseo una poesía para ser declamada la noche del funeral cuando desnudes mi calvario.
  • 83. †83† Bajo un frío cenotafio ¡Aquí yazgo! Apartado del sucio mundo, recluido por mi propia voluntad, el reloj ha traspasado los criterios humanos para marcar los seiscientos sesenta y seis instantes de agonía, todo cuento es estúpido bajo mi nombre que ya nada dice porque la vida ha terminado, hoy los gusanos traspasan silencios y encadenan calaveras para adornar las paredes de la niebla, ya ninguna flor me conmueve, sólo aspiro el pútrido desaliento mientras siento pasar sobre mis huesos la carreta del demonio.
  • 84. †84† Réquiem de penas Fingida la calma, fingida la caricia, para que el beso no duela, retoño cruel de tu corazón y el mío que se abrieron paso por un absurdo camino donde los cadáveres halaban tus cabellos hasta enterrarte en el ayer y es que nunca existió un mañana, sólo frágiles momentos, oscuros como el polvo de mis lágrimas, quisiera encontrarte en el réquiem que sirve de expiación a mis penas y confesarte que subí a los infiernos para quemar tu última promesa, pero todo fue en vano, tus labios siguen mordiendo mi existencia y aún contemplo las huellas que tu cuerpo dejó en el cementerio donde fingimos nuestra muerte, afanados en burlarnos del tiempo y de la vida, el primero se ha marchitado ya, sólo quedan cientos de espinas que me sirven para revolcar el alma, pero la vida no se va, sus flores duelen, su sonrisa asquea…
  • 85. †85† Laberintos de ceniza I Siento mi sangre escapar en carrera presurosa hacia la nada, y en cada lágrima que se lleva deja lamentos que desgarran He los silencios de la ausencia donde ayer perdí una esperanza. II No hay plegaria que sirva ni amor que sostenga a un corazón tan torturado como el mío que se arrastra en laberintos de ceniza, porque la vida me enferma con su mueca repugnante. III Estoy cavando con rosas muertas el abismo de mi propia tumba para escapar a todo sentimiento frágil y ser el verdugo de mi alma entristecida, así, cuando los cuervos picoteen las entrañas solo conocerán el maldito rencor. IV Ahora que la lluvia se suicida quiero acompañarla en su dolor, para vestirla con mi sangre y llenar su llanto vacío hasta que la tierra duplique mi depresión y mi dolor
  • 86. †86† Cenizas de rosas En la noche de gusanos carcomida pagamos muy caro la triste herida. El mundo sobre nuestras almas sonreía sepultando lo que a morir se resistía. Pedazos de luna para tu corazón y una rosa llagada en desazón. Doblaban las fúnebres campanas para rasgar nuestras ilusiones lejanas. Así separados cada uno perforó su sepultura y la cubrió con tierra de llanto y de amargura
  • 87. †87† Cuando me toque partir Cuando me toque partir deja que las coronas fúnebres se vuelvan sangre llorosa para cubrir mi amor agonizante, que la poesía me devuelva la comprensión que no conseguí de tu alma, con hilos de lágrimas levántame del ataúd para no ser marioneta invalida y llévame siempre al altar de tus pecados para que el agua sucia disfrace mi pena.
  • 88. †88† Homenaje a tu pequeñez Cuando pienso en ti y en lo estúpida que fuiste una bilis teñida con el hedor de tu carne brota desde el suelo para aplastarse entre la basura que mis pasos forjaron en cada camino donde solía buscarte, sonrío y expelo grumos de nicotina al pensar en lo estúpido que yo también fui por dejarme manipular de esa belleza con la que conseguías vaciar mi corazón, pero bien sé que ahora yo soy el distante y que los muertos escuchan black metal al pie de sus tumbas mientras empalan los ramos de rosas que un día yo puse en tu virginidad.
  • 89. †89† Sea tu mano mi camino Al viento lancé mi poesía en una noche de invierno cuando el cielo y el infierno no alumbraban mi melancolía. Así quiso la vida que te halle con una sonrisa dulce y abierta para mi pobre alma, que despierta se aventuraba en tu radiante valle. Que este poema oscuro y extraño sea la lustración de mi destino para olvidar un viejo desengaño. Y que tu mano sea mi camino en este universo algo huraño para mi corazón de peregrino.
  • 90. †90† Poemas *** De todos los muertos, yo soy el más ebrio, cada dos de noviembre regreso para brindar con mis amantes. De sus viejos pensamientos absorbo el rocío y hago de sus labios una trampa para la ilusión. *** Hoy no tentaré a la suerte, más bien blasfemaré a tu corazón que como pútrido artilugio moldeado por los ángeles de otro tiempo hace retumbar las campanas del cementerio donde mi alma: maltrecha y sangrante no pudo vagar en el paraíso de tu mirada. *** A la ventana al igual que al corazón se lo puede ver desde los dos lados de igual forma se la puede limpiar pero solo desde adentro se ven las flores que crecen en el jardín. *** En la rutina menos insospechada hoy he podido encontrar una imagen que me precipite a los recuerdos que tenía olvidados. Nada mejor que subido en la última fila de un autobús que en su lento transitar por las calles del centro me mostraba el vuelo de las palomas en una plaza colonial y su cortejo de deseo y libertad... Ah, me pregunto cuantas veces les llevé alimento a esas palomas ¿Por qué dejé de hacerlo? Como tantas otras cosas gratas que pasaron por mi vida...
  • 91. †91† Diálogo con la Muerte (versión original) -Y me preguntó la muerte- ¿De qué están hechas las estrellas? Tú que haces del dolor humano una noche atada a las palabras. Las estrellas están hechas de penas por cada resplandor una lágrima, por cada gota de su luz: un mar oscuro donde estimulo mi pesimismo. Te quedarás solo –insistió-. Mientras pasaba sus manos por mis labios humedecidos en la copa de ajenjo. Siempre lo he estado -respondí-. El abandono con que ahora te recibo es el mismo de los años cuando revolcaba mi corazón en almas que se aferraban a la vida. ¿Entonces jamás amaste? –infirió-. Con un gesto sutil tratando de esconder su simpatía por mi soberbia. Amar o no amar -contesté-. Entregar todo a una causa perdida. Lo hice cuando el artilugio de Eros insufló su veneno en mi camino. Todo te sabe a odio -exclamó-. Esperanzas, sueños, sentimientos, rencor que mancilla hasta el lugar donde naciste. Parece que ya me conoces –sentencié-. Soy aquello que nadie será y me irrita el buitre de grandes alas, pues no como carroña ¡Vuelo sobre ella!
  • 92. †92† © Diego Riofrío Vivanco Todas las obras aquí mostradas son obra de Diego Riofrío Vivanco, la presente sólo es una recopilación de su poesía, si se quiere reproducir un poema en cualquier otro medio favor ponerse en contacto con el autor.