El documento propone dos opciones para la formación permanente de sacerdotes con más de 8 años de ministerio en la Diócesis de San Cristóbal: A) Un encuentro de un mes dedicado a la formación de manera integral o B) Cuatro encuentros al año de tres días cada uno centrados en diferentes aspectos de la identidad sacerdotal. El objetivo es ayudar a los sacerdotes a profundizar constantemente su formación humana, espiritual, intelectual y pastoral para ser más eficaces en su ministerio.
2. • El sacerdote necesita profundizar constantemente su
formación. Aunque el día de su ordenación recibiera el
sello permanente que lo configuró in æternum con Cristo
Cabeza y Pastor, está llamado a mejorar continuamente, a
fin de ser más eficaz en su ministerio. En este sentido, es
fundamental que los sacerdotes sean conscientes del
hecho que su formación no acaba en los años del
seminario. Al contrario, desde el día de su ordenación, el
sacerdote debe sentir la necesidad de perfeccionarse
continuamente, para ser cada vez más de Cristo Señor.
Directorio
3. • La formación permanente es una exigencia, que nace
y se desarrolla a partir de la recepción del sacramento
del Orden, con el cual el sacerdote no es sólo
«consagrado» por el Padre, «enviado» por el Hijo, sino
también «animado» por el Espíritu Santo. Esta
exigencia está destinada a asimilar progresivamente y
de modo siempre más amplio y profundo toda la vida
y la acción del presbítero en la fidelidad al don
recibido: «Por esta razón te recuerdo que reavives el
don de Dios que hay en ti» (2Tim 1, 6).
Directorio 87
4. • La formación permanente es un derecho y un deber del
presbítero e impartirla es un derecho y un deber de la Iglesia. Por
tanto, así lo establece la ley universal. En efecto, como la
vocación al ministerio sagrado se recibe en la Iglesia, solamente
a Ella le compete impartir la específica formación, según la
responsabilidad propia de tal ministerio. La formación
permanente, por tanto, al ser una actividad unida al ejercicio del
sacerdocio ministerial, pertenece a la responsabilidad del Papa y
de los Obispos. La Iglesia tiene, por tanto, el deber y el derecho
de continuar formando a sus ministros, ayudándolos a progresar
en la respuesta generosa al don que Dios les ha concedido.
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5. • Dicha formación debe comprender y armonizar todas las
dimensiones de la vida sacerdotal; es decir, debe tender a ayudar a
cada presbítero: a desarrollar una personalidad humana madurada
en el espíritu de servicio a los demás, cualquiera que sea el encargo
recibido; a estar intelectualmente preparado en las ciencias
teológicas en armonía con el Magisterio de la Iglesia y también en
las humanas en cuanto relacionadas con el propio ministerio, de
manera que desempeñe con mayor eficacia su función de testigo de
la fe; a poseer una vida espiritual sólida, nutrida por la intimidad con
Jesucristo y del amor por la Iglesia; a ejercer su ministerio pastoral
con empeño y dedicación.
• En definitiva, tal formación debe ser completa: humana, espiritual,
intelectual, pastoral, sistemática y personalizada.
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7. • Aunque se imparta a todos, la formación permanente tiene como objetivo
directo el servicio a cada uno de aquellos que la reciben. De este modo,
junto con los medios colectivos o comunes, deben existir todos los demás
medios que tienden a personalizar la formación de cada uno.
• Por esta razón se debe favorecer, sobre todo entre los responsables
directos, la conciencia de tener que llegar a cada sacerdote personalmente,
haciéndose cargo de cada uno, no contentándose con poner a disposición
de todos las distintas oportunidades.
• A su vez, cada presbítero debe sentirse animado, con la palabra y el ejemplo
de su Obispo y de sus hermanos en el sacerdocio, a asumir la
responsabilidad de la propia formación, a ser el primer formador de sí
mismo.
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8. ∗ Hay dos posibilidades, presentadas en el Consejo
Presbiteral:
∗ A) Un mes completo dedicado a un encuentro
formativo.
∗ B) Cuatro encuentros al año para grupos (entre 25 y
35 sacerdotes) de tres días cada semana.
Propuesta desde la Diócesis
9. ∗ Un Mes completo, con régimen de internado, durante
el cual se tendrían, con metodología especial,
encuentros formativos de carácter humano,
teológico, espiritual y pastoral. Quienes participen en
este no dejarían de ser párrocos, pero estarían fuera
de la parroquia durante un mes para el encuentro.
Habría un director y un equipo de apoyo.
Propuesta A
10. ∗ Cuatro encuentros al año, de tres días cada uno
(internos).
∗ Los encuentros serían dedicados a diversas facetas de
la Identidad del sacerdote: la salud corporal y
espiritual, al área de formación teológica, espiritual y
pastoral.
∗ Se requeriría perseverancia y el compromiso de
asistencia.
Propuesta B
11. • Los encuentros se realizarían en Casas adecuadas.
• Quienes se comprometan no deben fallar, a menos
que haya una causa justificada.
• Se trata de un proceso formativo.
• Al finalizar ésta (o la Propuesta A): habría la
posibilidad de organizar la Formación permanente del
grupo, junto con las otras experiencias en curso
Propuesta B
12. ∗ 1) Si estamos o no de acuerdo: ¿Por qué?
∗ 2) Cuál modalidad o Propuesta se escogería como
viable.
∗ 3) Sugerencias para la organización: participantes,
lugares, temas….
APORTES DE GRUPOS