1. Julio 16 de 2014
Hola Mi Marce, quiero aprovechar esta oportunidad que me brinda pastoral para decirte las
cosas que uno por lo general da por sentado como amigo.
Quiero que sepas que veo en ti una alma gigante y muy hermosa, entregada con el corazón a
la vida, siendo un pilar muy importante para tu familia, y estoy seguro que tus papas sienten
además de un inmenso amor y agradecimiento por ser una hija maravillosa, un gran orgullo de
ver como la luz de sus ojos a llegado a convertirse en una mujer llena de éxitos y valores.
Igual, me atrevo a hablar por Nosotros, tus amigos desparchados, quienes vemos en ti la amiga
incondicional, tierna y loca a la vez, que nos haces reír, pero que a la vez nos haces sentir
importantes.
Es por ello que quiero que sepas que para mi eres muy especial, una amiga como ninguna, con
la que se pueden compartir los momentos más felices y con la que el cariño es tan profundo
que solo verte es ya de por si la más grande alegría. Sabes que te quiero mucho, con tus
locuras, tus acelerados momentos de estrés y con la calma con la que disfrutas de un cigarrillo,
una copa de vino y de un instante con tus amigos. Admiro tu capacidad de correr y entregar
todo por las causas, de no rendirte y ser tan fuerte como débil al mismo tiempo, pero que no
te ahogas porque tienes el temple de un puente que une los extremos tan disímiles que somos
los desparchados, que te queremos y te adoramos pronfundamente.
Adoro compartir una copa de vino contigo, adoro verte sonreír, adoro compartir una taza de
tinto y adoro abrazarte, pues eres la más grande amiga que tengo en mi vida, te quiero
profundamente y siempre estaré deseando que las mejores cosas de la vida te pasen a ti, pues
mereces que la vida misma te llene sueños cumplidos, amores encontrados y los mejores
momentos vividos, mereces que todos tus deseos se hagan realidad.