2. Consejo Editorial
P. José Antonio Balanguera Cepeda, O.P.
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Con la participación de
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Diseño y Diagramación
Javier Leonardo Trujillo Trujillo
Impresión
Universidad Santo Tomás
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Editorial y Publicaciones
Bogotá, D.C., Colombia
2009
Las ideas aquí expresadas son de
exclusiva responsabilidad de los autores
revistamovimiento@usantotomas.edu.co
revistamovimiento@hotmail.com
MOVIMIENTO
LIBERTAD DE LAS IDEAS
No. 5
3.
4. 4
6 Editorial
Estudiantes en Movimiento
8 Un giro tardo durkheimiano sobre la base de un código binario: una reflexión sobre
la disyuntiva de la narrativa histórica en el pensamiento latinoamericano de finales
del siglo diecinueve [Jaime Otavo]
12 La consolidación de Estado-Nación en Bolivia [Santiago Jiménez Mojica]
16 La liquidez posmoderna y el Movimiento Social Indígena Colombiano [Diana Caro-
lina Varón Castiblanco]
21 Una aproximación a la relación entre la sociedad civil y el Estado en América Latina
[Carlos Alfonso Laverde]
25 Los ecos del Sapucay. Consideraciones en torno a la devoción popular por Isidro
Velázquez [Juan Esteban Godoy]
Profesional Invitado
33 Lo social en la globalización de América Latina [Esaú Ricardo Páez Guzmán]
Entrega Especial
38 Sociólogas y sociólogos para el siglo XXI [Guillermo Páez Morales]
ENESTE
5. 5
Opinión en Movimiento
43 El Movimiento Estudiantil Venezolano. Caso Radio Caracas Televisión,
presente y futuro [Miguel Espino]
45 Las bases militares en Colombia: una mirada desde el concepto de sobe-
ranía [Diana Carolina Cadena Nieto - Gina Paola Forigua Ortiz]
48 Latinoamérica: “lucha tras lucha” [José Darío Patarroyo]
50 Latinoamérica unida: otro cliché [Johan Mendoza Torres]
53 Nacionalismo y Nación en América Latina [Fabián Andrés Capera Garzón]
57 Los centros de las ciudades latinoamericanas como museos vivientes a
propósito de los bicentenarios [Diego F. Morales C.]
Construcción Estudiantil en Movimiento
61 Identidades alternas. ¡Todas las voces, todos los temas, discusiones sin
límites!!! (Programa radial de la Facultad de Sociología)
62 A propósito del Cine Club [Cine Club Imago]
Expresión en Movimiento
65 Ensayo sobre el vivir y el sobrevivir [Luis Clavijo Moreno]
70 La señora que lucha sus penurias porque aún sigue viva [Juan Camilo
Laverde Moreno]
72 Devaneos [Sarai Andrea Gómez Cáceres]
73 Veinte casos en un solo escolio [Giovanny Jaramillo Rojas]
75 Un deseo [Pedro Nicolás Frega]
75 Una sola moneda [Pedro Nicolás Frega]
78 No hay razones [Pedro Cárdenas]
78 Costumbre [Pedro Cárdenas]
79 Te acuerdas... [María Alejandra Díaz Alvarado]
80 Terruño [Alejandro Penagos Díaz]
82 Clasificados
85 Para estar en Movimiento
6. 6
Empezando este quinto número la Revista Estu-
diantil Movimiento, quisiera, en primera instan-
cia, dar a conocer a ustedes todo un proceso de
construcción colectiva que durante más de dos
años y medio ha venido consolidándose y crecien-
do dentro de la comunidad académica, tanto en
espacios de la sociología, como en diversas disci-
plinas que construyen un pensamiento reflexivo y
propositivo dentro de Colombia y en todo el con-
tinente.
Es así como en este marco y dentro de un proce-
so de reflexión inesperada, nace como temática
para este número, el Pensamiento Social en Amé-
rica Latina, sentido como un espacio en el cual
se destaca la importancia del abordaje de dicha
temática, tanto por la coyuntura que atraviesa
actualmente en el continente (en aspectos eco-
nómicos, políticos, culturales y sociales), como
también por la necesidad de entrar a reflexionar
sobre el pasado, el presente y el futuro del mis-
mo, dejando abierto el espacio para que la comu-
nidad académica entre a jugar un papel decisivo
en la construcción de América Latina.
La importancia de pensarse, sentirse y ser latino-
americano no sólo se enmarca en las diversas cul-
turas, perspectivas, nacionalidades y pensamien-
tos que se denotan dentro de nuestro continente,
si no también, un pasado que puede tender a
repetirse en cuanto no se examine, un presente
que nos llama a ser cuestionantes, propositivos
y transformadores y un futuro en espera de ser
construido. Es en este punto, en el que la Revista
Movimiento le apuesta a la expresión libre de di-
ferentes perspectivas para la construcción en me-
dio del devenir contínuo de nuestro continente.
Es así como, en este número encontraremos di-
versas formas de expresión sobre la perspectiva
latinoamericana, así como la inclusión de una
entrega especial acerca de un acontecimiento de
gran importancia para la comunidad sociológica,
especialmente en Colombia, que es la conme-
moración de los cincuenta años de esta discipli-
na en nuestro país, teniendo como fin principal
el cuestionamiento de cuál ha sido el papel de la
sociología en este transcurso, y cómo los jóvenes
estamos tomando partido y participando en la
contribución de la cimentación activa de la rea-
lidad actual.
Queremos agradecer a todas y cada una de las
personas que, de una u otra manera, contribuyen
para que este esfuerzo se mantenga en pie y siga
generando frutos que promuevan la participa-
ción, la reflexión y la proposición, siendo fieles a
nuestro principal lema, la Libertad de las ideas.
Por ultimo, los invitamos a seguir participando
activamente en la conformación de espacios aca-
démicos que incentiven la reflexión y el debate,
pues son estos espacios los que finalmente pue-
den llevar a una reflexión sobre lo que somos, y
construir nuevas ideas para el futuro; reiterando
que esto sólo depende de cada uno los pensa-
mientos, opiniones, acciones que compartamos
en comunidad, para generar así una sociedad en
la cual la libertad de las ideas sea la premisa fun-
damental.
Editorial
7.
8. 8
MOVIMIENTO
Objeción posible: sería un error ver en la prolife-
ración de discursos sobre Latinoamérica a finales
del siglo XIX un simple fenómeno cuantitativo,
algo como puro crecimiento proscrito a los proce-
sos de independencia. Ya que el hecho de hablar
y de escribir y los imperativos que empiezan a ad-
quirir esos discursos, reflejo y a la vez parte de la
realidad, decantan una preocupación elemental:
organizar el “caos” poscolonial que definió nue-
vas reglas para el juego de los poderes y el arte de
gobernar. Lejos de realizar un minucioso resumen
de las principales corrientes literarias que carac-
terizan la experiencia de los pensadores america-
nos de fin de siglo, el tema que le compete a esta
reflexión es el de aproximarse al entendimiento
de la disyuntiva que caracteriza el pensamiento
latinoamericano del momento. Es decir, nos ubi-
camos en un plano de análisis en el que se bus-
ca identificar ciertos elementos que dan forma a
la estructura misma del pensamiento social que
caracteriza tal dualidad, como forma de enten-
der una realidad empírica local. En últimas, estos
párrafos a continuación podrían reducirse a algu-
nos bosquejos o pinceladas torpes que desnuden
algunos elementos analíticos, desde los cuales
emprenden el angustioso ejercicio de estudiar
la manera como se ha intentado comprender el
“nuevo mundo” poscolonial1
. Se sostendrá a lo
1 Y que vale la pena aclarar, no es propio solo de la época,
sino que es trasladable a la manera como se ha intentado
comprender en las teorías sociales el nuevo mundo de
nuestra época. Vease: Alexander, Jeffrey C. Sociología cul-
largo de esta reflexión que la manera de pensar
el momento por el que atraviesa América Latina
para fin de siglo, se entreteje por la relación entre
historia social y cultural y un distintivo del pensa-
miento religioso: el mito.
Emile Durkheim en las formas elementales de la
vida religiosa (1993) sostiene la importancia que
cumple el componente religioso en la edificación
de la organización social. Pues si bien, la creciente
especialización y desarrollo de la sociedad reduce
el dominio de la religión hasta quedar hacinada a
una de las varias representaciones colectivas de
la sociedad moderna. Se puede rastrar en los dis-
tintivos de lo sagrado y lo profano que continúan
estructurando la realidad social, la experiencia re-
ligiosa fundamental. De forma tal que, las creen-
cias, los mitos, los dogmas o las leyendas en tan-
to sistemas de representaciones de la realidad,
“expresan la naturaleza de las cosas sagradas, las
virtudes y poderes que se le atribuyen, su historia
y sus relaciones entre sí y con las cosas profanas”
(Durkheim, 1993, p. 82), pero sobre esto volvere-
mos más adelante.
Ahora bien, si partimos del hecho que todo pro-
ceso histórico necesita una narrativa que en-
tendida en términos estructuralistas organice la
experiencia en un sistema de signos cuyos signi-
ficados son una realidad empírica local. El cam-
tural. Formas de clasificación en las sociedades complejas.
Barcelona: Anthropos ED. 2000.
JAIME OTAVO
Sociología - VIII semestre
UNIVERSIDAD JAVERIANA
jotavo@javeriana.edu.co
UN GIRO TARDO DURKHEIMIANO
SOBRE LA BASE DE UN CÓDIGO BINARIO:
una reflexión sobre la disyuntiva de la narrativa histórica
en el pensamiento latinoamericano de finales del siglo diecinueve
9. 9
SOCIOLOGÍA
bio de panorama que trajo consigo los procesos
de independencia de la primera mitad del siglo
XIX, exige a los pensadores del momento producir
una estructura significante que erigida con base
en una identificación moral y cognitiva de ideas-
símbolos, organice la experiencia como un todo
significativo y coherente. Una visión geertziana
de la ideología, menos una perspectiva evaluativa
que un mapa de la realidad encargado de organi-
zar y dirigir procesos sociales y psicológicos. Pone
de relieve el lugar predominante que tanto el po-
sitivismo con sus exponentes más variados, como
el modernismo de “nuestra América”, ocupa en
la “encarnizada” búsqueda de significado. Desde
el cual, vale la pena mencionar, se pueda manio-
brar en ese lapso de tiempo de inestabilidad. Di-
rectamente, es esta inestabilidad en el ambiente
social de la época la que introduce la función mí-
tica a la manera de pensar sobre Latinoamérica y
da sentido a esas disyuntivas tan sobresalientes.
Entendámonos: sin duda, pues, es preciso hacer
énfasis en que los procesos de independencia ge-
neran cambios, tanto en el panorama como en
la sensibilidad de los pensadores del momento,
que ven la necesidad de organizar y dar sentido al
momento histórico en el que se encuentran me-
diante una narrativa moldeada por el ambiente
social. Y es en esa búsqueda de significado que un
sistema de representación como el mito permea
esas narrativas, precisamente para hallar la forma
de operar en ese escenario histórico. La relación
historia social-mito empieza a tomar forma.
Esta relación cobra aún más fuerza si se examina
al menos en un sobrevuelo general, la expresión
del espíritu científico que caracteriza al positivis-
mo y la lectura estética y política que propone el
modernismo. Y surgida de su frontera, la disyun-
tiva, cómplice de la incompatibilidad de sus diver-
gencias. Debe reconocerse, no obstante, que esta
dualidad se reproduce en varios niveles. Objeti-
vidad vs. Emoción, Ciencia vs. Arte, entre otras,
pero sin lugar a dudas, va a encontrar en el Ariel
su más clara expresión. Ariel se erige como res-
puesta emocional e intelectual del pensamien-
to y la espiritualidad latinoamericana frente al
crecimiento utilitario y la arrogancia imperial de
Norteamérica. De ahí que, la figura de Ariel repre-
sente los “más altos valores”, como la belleza y la
caridad, propios del pueblo latinoamericano y de
la cultura mediterránea que lo cobija. Mientras
que Caliban evoque la mediocridad y el utilitaris-
mo que caracteriza a Norteamérica. La atención
despierta Norteamérica se encuentra también en
10. 10
MOVIMIENTO
los discursos de José Marti, quien enfatiza en la
necesidad de desarrollar formas de organización
política, acordes con la naturaleza de la gente y la
situación particular del continente latinoamerica-
no. Un claro entendimiento de esta idea, parafra-
seando a Marti, es esencial para quienes gobier-
nen Latinoamérica. Precisamente, a partir de esta
concepción de buen gobierno, Marti condenó las
ambiciones de algunos poderes extranjeros (prin-
cipalmente los Estados Unidos) que amenazan
la soberanía de Latinoamérica, inclusive aunque
para ellos fuera remotamente imposible entender
la región y su gente. Volviendo a Marti, “el desden
del vecino formidable, que no lo conoce, es el pe-
ligro mayor de nuestra América, y urge, porque el
día de la visita está próximo, que el vecino la co-
nozca, la conozca pronto, para que no la desdeñe.
Por ignorancia llegaría, tal vez, a poner en ella la
codicia. Por el respeto, luego de que la conociese,
sacaría de ella sus manos” (Marti, 2005, p. 38).
Esta lectura americanista, como ella misma lo pro-
pone, se opone a los universales del pensamiento
ilustrado y moderno. A ese utilitarismo, a esa ra-
zón mediocre del “apetito de masas” encarnada
en el país vecino del norte. De ahí que, Rubén Da-
río, aunque envuelto en su desencanto al mejor
estilo de Baudelaire, sostenga que: “si hay poesía
en nuestra América, ella está en las cosas viejas:
en Palenke y Utatlan, en el indio legendario, y en
el inca sensual y fino, y en el gran Moctezuma de
la silla de oro. Lo demás es tuyo, demócrata Walt
Whitman” (Rubén Darío, 2002, p. 70).
Sin duda, es evidente la manera como en la na-
rrativa modernista se teje esa dualidad con las
premisas puramente científicas del método ra-
cional objetivo, y antepone una lectura estética y
política, cuyos basamentos son así denominados
como los “más altos valores”. Tal cual, la narrati-
va positivista reaccionó en su apogeo contra las
entidades metafísicas, anteriormente, principio y
fin último de la explicación de los hechos sociales.
Erigiendo en su contra el orden del método cien-
tífico. Pero, sobre todo, lo que quiero señalar es el
código binario (sagrado-profano) mítico-poético
que ilustra, da sentido e intención el uno al otro y
que absorbe por completo, pero en relación con el
punto histórico desde el que se enuncia, es decir,
la historia social y cultural, a la narrativa en cues-
tión. Y que vale la pena recordar, aparece en los
momentos de mayor saturación de inestabilidad.
Así, la disyuntiva, Ariel vs. Caliban, América Latina
vs. América Sajona, inscritas en un marco de refe-
rencia más amplio como lo es el del positivismo
vs. modernismo –y que como ya hemos dicho pa-
recen reproducirse en varios niveles– maniobran
dentro de un núcleo discursivo y mitológico cuya
articulación polo sagrado-polo profano reprodu-
cidas por el principio de la diferencia, da sentido
y organiza mapas de una realidad para lidiar con
ella, con esa “crisis” que en términos de Marti,
caracteriza el escenario socio-histórico por el que
pasa América Latina a finales del siglo diecinueve.
Con la preocupación de encarar la manera como
se estructura esta dualidad en el pensamiento y
condición de América Latina para finales del si-
glo XIX. Hemos señalado la función que cumple
un distintivo organizado de la religión, en una ar-
ticulación profano-sagrado, sobre la manera de
dar sentido a un proceso histórico particular, la
condición moderna. Entendida esta última más
como conciencia, que ser, pues hemos ingresado
inadvertidos y fortuitamente. Este mismo código
binario que hace las veces de función mitológica
que divide el mundo conocido entre lo profano
y lo sagrado, suministrando, así, un referente ní-
tido y convincente de cómo maniobrar a lo lar-
go y ancho de puntos históricos dramáticos y
bifurcadores, que demandan en los pensadores
del momento, la necesidad de interpretar las an-
gustias del presente y las posibilidades futuras
en relación con el pasado imaginado. Es la base
que sustenta y da sentido a las disyuntivas que
aquí livianamente hemos enunciado. Realmente,
de esta breve reflexión se induce que considere
necesario, antes que preguntarse por la posibili-
dad y peculiaridad de lo que podría denominar-
se una teoría social latinoamericana, situarse en
un punto de vista que insista tal y como advierte
Alexander (2000) en la relación ciencia-ideología,
entendida esta última en un sentido geertziano,
pues sólo así, se dejará de ver la teoría como un
programa netamente científico e inmanente a la
11. 11
SOCIOLOGÍA
contemplación trascendental del hombre. Y se
pasará a entenderle como un discurso generali-
zado, estructurado de forma existencial, del cual
hace parte la ideología, y que busca, ante todo,
ofrecer una respuesta moral al significado de su
tiempo.
BIBLIOGRAFÍA
JEFFREY C., Alexander. Formas de clasificación en
las sociedades complejas. Barcelona: Anthropos.
2000.
DURKHEIM, Emile. Las formas elementales de la
vida religiosa. Alianza Editorial. 1993.
GEERTZ, Clifford. La interpretación de las culturas.
Marti, José. Nuestra América. Achurar, Hugo
(Comp.). Caracas: Biblioteca Ayacucho. 1891.
Rodó, José E. Ariel. Caracas: Biblioteca Ayacucho.
1900.
Rubén Darío. Estética del modernismo latinoame-
ricano. Caracas: Biblioteca Ayacucho. 1896.
12. 12
MOVIMIENTO
Los fenómenos de la globalización han genera-
do el desmoronamiento de algunas de las con-
cepciones con respecto al Estado-Nación, por tal
razón “en la literatura sobre la globalización, una
preocupación fundamental es la de las repercu-
siones de la interconexión mundial en el futuro de
la soberanía basada en el territorio, es decir, en el
futuro del Estado moderno”1
. Esto se demuestra
debido a que “a lo largo de los últimos siglos las re-
des locales de interacción han mostrado una clara
disminución relativa, en tanto las redes a mayor
distancia –nacionales, internacionales y transna-
cionales– se han vuelto más densas, estructuran-
do en mayor grado la vida de las personas”2
.
Este fenómeno en el que la soberanía política del
pueblo, que se delimita en un espacio territorial
claramente definido, característico del Estado
moderno, se ha visto restringida en gran parte del
mundo por las redes internacionales y transnacio-
nales, las cuales atraviesan las fronteras locales y
nacionales, penetrando y envolviendo el globo.
De esta manera, es posible observar un vuelco
en el mundo contemporáneo sobre lo que se co-
noce como Estados-Nación, pues “el capitalismo
que ahora se ha convertido en global, transnacio-
1 KALDOR, Mary. Las nuevas guerras: la violencia organi-
zada en la era global. Traducción de María Luisa Rodrí-
guez Tapia. Barcelona: Kriterios Tusquets Editores. 2001.
p. 19.
2 MANN, Michael. El futuro global del Estado-Nación.
En: Análisis Político, Nro. 38. IEPRI, Instituto de Estudios
Políticos y Relaciones Internacionales. UN, Universidad
Nacional de Colombia, Bogotá, Antioquia, Colombia.
1999. p. 4.
nal, posindustrial, “informacional”, consumista,
neoliberal y “reestructurado”, está socavando el
Estado-Nación”3
.
Asimismo, este fenómeno global afecta directa-
mente la identidad nacional, pues a medida que el
mundo logra integrarse más por las redes globales
en relaciones tecnológicas, sociales y económicas
propias del capitalismo, los procesos de autode-
terminación de cada individuo toman fuerza y
hacen a un lado los procesos colectivos, logrando
a su vez que pierda fuerza la legitimidad susten-
tada en el pueblo y por tanto la construcción de
nación, pues “mediante la tendencia secular a la
individualización, se torna poroso el conglomera-
do social, la sociedad pierde conciencia colectiva
y, por ende, su capacidad de negociación política.
La búsqueda de respuestas políticas a las grandes
cuestiones del futuro se queda ya sin sujeto y sin
lugar”4
.
Es así como la pervivencia de los Estado-Nación
se muestra en decadencia en la gran mayoría del
globo, sin embargo, hay muy pocos Estados que a
pesar de lo que sucede globalmente siguen en la
construcción de Estado moderno, reivindicando
la idea de éste ante el mundo, pues fortalecen sus
redes locales, su identidad nacional, demuestran
una soberanía política sobre sus territorios y una
legitimidad sustentada en el pueblo que lo habi-
3 Ibíd. p. 2.
4 BECK, Ulrich. ¿Qué es la globalización? Falacias del glo-
balismo. Respuestas a la globalización. Traducción de Ber-
nardo Moreno y María Rosa Borrás. Barcelona: Editorial
Paidós. 1999. p. 25.
LA CONSOLIDACIÓN DE ESTADO-NACIÓN EN BOLIVIA
SANTIAGO JIMÉNEZ MOJICA
VII semestre
UNIVERSIDAD SANTO TOMÁS
mihijosanti@hotmail.com
13. 13
SOCIOLOGÍA
ta. Estos procesos que van a contracorriente de lo
que sucede globalmente, representan un asunto
de gran análisis, pues mientras gran parte de los
Estados se alejan de la idea de Estado moderno,
otros pocos reivindican la idea de éste.
Es por esto que el caso boliviano comienza a te-
ner particular interés, pues “desde que empezó
el siglo XXI, presenciamos a través de los medios
de comunicación cómo los movimientos sociales
bolivianos –compuestos mayoritariamente por
indígenas rurales y urbanos– bloquean las carre-
teras del país, protagonizan marchas multitudina-
rias, asedian los centros de poder, hostigan a las
empresas transnacionales e interpelan a la clase
política, demandando reformas estructurales en
la política y en la economía”5
. Es así que es posi-
ble dar cuenta de que en Bolivia no se ha perdido
la conciencia colectiva y que por el contrario, está
más viva que nunca, es así como desde la “guerra
del agua“ (2000) se vive un ciclo rebelde que se
presenta en torno a la lucha de un contexto neo-
liberal que ha producido empobrecimiento sobre
los sectores populares de Bolivia, lo que ha per-
mitido que la construcción de Nación no sea res-
tringida por el dominio de las élites mestizo-crio-
llas, las cuales han construido e inventado formas
de exterminio cultural, explotación económica y
exclusión política de los pueblos indígenas de Bo-
livia, relegando durante muchos años la legitimi-
dad que se sustenta en el pueblo.
De esta manera, frente a la crisis económica en
Bolivia y a las exclusiones étnicas, los movimien-
tos sociales en este país tomaron fuerza, derro-
cando a dos presidentes en menos de tres años
y permitiendo el surgimiento de un líder que es
la expresión de la clase social indígena, la cual se
encuentra representada por la clase urbana tra-
bajadora y por el campesinado y de esta manera
“las elecciones presidenciales de diciembre de
2005, tuvieron como principal resultado la victoria
5 CABEZAS Fernández, Marta. Bolivia: Tiempos rebeldes,
coyuntura y causas profundas de las movilizaciones indí-
genas populares. En: Revista de Antropología Iberoameri-
cana, Volumen 41, Madrid. 2005. p. 2.
14. 14
MOVIMIENTO
de Evo Morales por una mayoría absoluta que le
permitió acceder a la Presidencia sin negociacio-
nes parlamentarias. Como consecuencia, se han
producido cambios sustantivos en la política bo-
liviana, que no se limitan al ascenso del primer
presidente indígena al gobierno, ni al regreso de
la izquierda al poder, después de un cuarto de si-
glo, ni al retorno del fantasma del populismo”6
,
sino que a su vez en este país con el ascenso del
Movimiento al Socialismo al gobierno boliviano
se ha recompuesto el sistema de partidos, se ha
presentado una renovación generacional del lide-
razgo político en Bolivia y se han roto códigos es-
tablecidos con respecto a la exclusión étnica.
A partir del ascenso de Evo Morales a la presiden-
cia, y la conformación de su gabinete de gobierno,
se ha liderado un proceso de cambio caracteriza-
do por la fuerza que tiene su partido político el
MAS (Movimiento al Socialismo); por la naciona-
lización de los hidrocarburos, sin establecer una
ruptura total con las empresas extranjeras; por la
reivindicación de los sectores campesinos e indí-
genas. Pero estos acontecimientos y sus efectos
políticos han permitido establecer un nuevo prin-
cipio hegemónico en Bolivia, “capaz de articular
de otra manera las relaciones entre Estado, eco-
nomía, política y sociedad en torno de un proyec-
to de reforma estatal que cuenta con un innega-
ble protagonismo del movimiento campesino e
indígena”7
.
Adicionalmente, Evo Morales ha llevado a cabo
algunas acciones que dan cuenta de la ruptura
con el neoliberalismo y neocolonialismo, creando
“una revuelta simbólica en las mentes y las per-
cepciones de las personas, mucho más visible en
el significado que tiene Evo Morales en las con-
centraciones indígenas (…) es impresionante lo
que pasa ahí, no tiene explicación clásica, el tipo
6 MAYORGA, Fernando. El gobierno de Evo Morales: en-
tre nacionalismo e indigenismo. En: Revista Nueva Socie-
dad, Nro. 206. www.nuso.org/upload/artículos/3390_1.
pdf, noviembre- diciembre 2006. p. 5.
7 Ibíd.
de adhesión, apego y sostenimiento histórico que
le dan, los niños, los jóvenes, las abuelas (…) Evo
simboliza el quiebre de un imaginario y un hori-
zonte de posibilidades restringido a la subalter-
nidad de los indígenas”8
. A su vez, con acciones
concretas como la creación de una nueva Cons-
titución Política, Bolivia le otorgó a los indígenas
una serie de reconocimientos que nunca antes
habían tenido; además de esto, se generó la pro-
tección de la hoja de coca originaria y ancestral
como patrimonio cultural y como factor de cohe-
sión social, pues en su estado natural no es estu-
pefaciente; prohíbe la instalación de bases milita-
res extranjeras, entre otras leyes aprobadas que
buscan el respeto a la soberanía del país.
Otros hechos que marcan una posición en defen-
sa del Estado-Nación en Bolivia, se han dado de
manera concreta con la culminación del largo pe-
riodo de intervención política y de dominación de
los Estados Unidos sobre su territorio, por lo cual
fueron expulsados los agentes de la CIA del Pala-
cio del Gobierno; el Embajador de Estados Uni-
dos en la Paz, los agentes de la DEA, debido a que
ellos penetraban las instituciones y agencias de
seguridad y monopolizaban los servicios de inte-
ligencia del Gobierno nacional, y adicionalmente
expulsaron a los funcionarios de USAID, porque
estaban actuando contra el gobierno nacional. De
esta manera, estas medidas llevadas a cabo por el
gobierno de Evo Morales se enfocaron en la pro-
tección de la soberanía boliviana.
En conclusión, es posible afirmar que el caso bo-
liviano como el de otros pocos países en el mun-
do reivindica globalmente la concepción frente al
Estado moderno, sin embargo, cabe aclarar que
para Bolivia este es un proceso nuevo en el que
definitivamente para ellos no se reivindica la idea
Estado-Nación, simplemente, porque ellos nunca
antes habían logrado afianzar uno, pero donde
los sectores populares de la clase boliviana com-
8 SVAMPA, Maristella y STEFANONI, Pablo. Memoria,
insurgencia y movimientos sociales en Bolivia. Miradas
desde la “memoria corta”, las luchas anti-neoliberales.
Buenos Aires:. Editorial El Colectivo. 2007. p. 76.
15. 15
SOCIOLOGÍA
BIBLIOGRAFÍA
BARBOSA, Octavio. Globalización y desmedro de
la soberanía de los Estados periféricos: el impacto
de los males globales. Bogotá: ESAP. 2008.
BECK, Ulrich. ¿Qué es la globalización? Falacias
del globalismo, respuestas a la globalización. Bar-
celona: Paidós. 1998.
CABEZAS FERNÁNDEZ, Marta. Bolivia: Tiempos
rebeldes, coyuntura y causas profundas de las
movilizaciones indígenas populares. Revista de
Antropología Iberoamericana. Madrid. 2005.
KALDOR, Mary. Las nuevas guerras: La violencia
organizada en la era global. Barcelona: Kriterios
Tusquets Editores. 2001.
MANN, Michael. El futuro global del Estado-Na-
ción. En: Análisis político, Nro. 38. IEPRI, Instituto
de Estudios Políticos y Relaciones Internaciona-
les. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá,
Antioquia. 1999.
MAYORGA, Fernando. El gobierno de Evo Mora-
les: entre nacionalismo e indigenismo. Revista
Nueva Sociedad Nro. 206. 2006.
SVAMPA, Maristella y STEFANONI, Pablo. Memo-
ria, insurgencia y movimientos sociales en Bolivia.
Miradas desde la “memoria corta”, las luchas an-
ti-neoliberales. Buenos Aires: El Colectivo. 2007.
puestos en su mayoría por indígenas y campesi-
nos, han permitido que se inicie un proceso de
consolidación de Nación que ha contribuido a su
vez a la construcción de Estado. Por tanto, mien-
tras “el ejercicio de la soberanía, último reducto
del Estado-Nación, padece los efectos de accio-
nes depredadoras de distinto orden en la arena
de la Globalización, por cuenta de las formas de
poder y regulación del nuevo orden económico
mundial (…)”9
. Hay Estados que aún con el pro-
tagonismo de su pueblo y de los poderes nacio-
nales, manejan y direccionan asuntos en defensa
de su soberanía y de su identidad, tratando de ir
a contracorriente del ritmo de la economía y po-
lítica globales, que buscan incubar una nueva he-
gemonía mundial. Tal es el caso de la República
de Bolivia.
9 BARBOSA, Octavio. Globalización y desmedro de la so-
beranía de los Estados periféricos: El impacto de los males
globales. Bogotá: ESAP - Escuela Superior de Adminis-
tración Pública. 2008. p. 65.
16. 16
MOVIMIENTO
El siguiente artículo tiene como objetivo central
analizar el proceso de consolidación de los grupos
indígenas como movimiento social en Colombia,
a partir de un breve recuento histórico que nos
lleve a centrarnos en la última minga nacional in-
dígena, realizada el mes de octubre del año ante-
rior. Analizaré bajo la mirada teórica de Bauman
qué tanta incidencia tiene este tipo de moviliza-
ciones dentro de un contexto en los que la mun-
dialización y la globalización han transformado
drásticamente varios órdenes establecidos a nivel
social, político y económico.
Poder establecer claramente cuál es el cuerpo
teórico de Bauman distinguiendo todas sus ca-
tegorías, no es un ejercicio sencillo, ya que este
sociólogo no teoriza como los clásicos y proba-
blemente como ningún otro, pero de todas ma-
neras la sociología que propone este autor en las
obras que tomé como referencia para la realiza-
ción de estas páginas, giran en torno al análisis de
la modernidad (que en cierta medida mantenía
la ilusión de una solución permanente, estable y
definitiva de los problemas) y la posmodernidad
que se estructura dentro de un marco en el que la
inmediatez y la incertidumbre se inscriben en un
proceso globalizante que pasa por encima de los
gobiernos y de la soberanía de los estados, a su
vez el autor también trabaja la inclinación ética o
el compromiso moral de la sociedad frente a este
nuevo tipo de órdenes.
Antes de iniciar con el análisis más detallado so-
bre el tema, creo conveniente hacer una pequeña
contextualización del fenómeno a exponer:
LA LIQUIDEZ POSMODERNA
Y EL MOVIMIENTO SOCIAL INDÍGENA COLOMBIANO
DIANA CAROLINA VARÓN CASTIBLANCO
Sociología - IX semestre
UNIVERSIDAD SANTO TOMÁS
sociolugus11@hotmail.com
Las acciones colectivas de los pueblos indígenas
han venido consolidándose desde la década de
1970, posicionándolos como actores políticos
que tienen inferencia en las esferas nacionales e
internacionales. Los movimientos indígenas tam-
bién han contribuido a modificar las concepciones
relacionadas con discusiones contemporáneas en
torno a derechos, economía, política, desarrollo,
participación y democratización, temas de los
cuales inicialmente fueron excluidos los indígenas
en América Latina y en Colombia.
La primera organización indígena, Consejo Regio-
nal Indígena del Cauca - CRIC surge en el año de
1971, convirtiéndose en una señal del auge de la
participación política de los pueblos indígenas en
la política nacional, por medio de sus propias or-
ganizaciones y fundamentándose en un discurso
étnico que demandó el reconocimiento no sólo
de sus derechos, sino también de sus diferencias
y cuya finalidad era insertarse en el Estado y la so-
ciedad nacional. Durante estos años, los pueblos
indígenas lucharon por los derechos históricos
sobre sus territorios ancestrales y por la defensa
de su herencia cultural. Estas acciones políticas,
permitieron que los movimientos indígenas cons-
truyeran nuevas relaciones políticas con mayor
capacidad de negociación frente al Estado, los
sectores privados, movimientos sociales, y los
grupos armados1
.
1 VASCO Uribe, Luis Guillermo. Entre Selva y Páramo: vi-
viendo y pensando la lucha India. Bogotá. ICAH. 2002.
17. 17
SOCIOLOGÍA
Luego del surgimiento de otras organizaciones lo-
cales y regionales, se realizó en el año de 1974,
el I Encuentro Regional Indígena en el departa-
mento del Tolima. Después, en 1980, se llevó a
cabo el I Encuentro Nacional, en Lomas de Hilarco
(Tolima), donde nació la idea de crear una orga-
nización indígena de carácter nacional. Pero sólo
hasta 1982 se presentó ante la opinión pública
nacional la Organización Nacional Indígena Co-
lombiana - ONIC. En este contexto, los pueblos in-
dígenas y sus organizaciones lograron consolidar
un movimiento social “basado en sus demandas
por el reconocimiento de su diversidad étnica y
cultural en el Estado colombiano, la autonomía y
el control de los territorios y recursos naturales, y
la defensa de sus tradiciones”2
.
A partir de estas acciones colectivas, el movi-
miento indígena ha seguido construyendo espa-
cios en donde buscan consolidarse cada vez más
como agentes de cambio importantes, para lograr
ser reconocidos como un pueblo que exige que
le sean respetadas sus tradiciones ancestrales y,
sobre todo, su derecho a la vida. En busca de tal
reivindicación, los indígenas han realizado varias
movilizaciones en el territorio nacional, una de
las más representativas fue la minga nacional in-
dígena que se convocó el mes de octubre del año
anterior.
Las razones de la movilización respondían a cinco
puntos fundamentales: el primero, hace referen-
cia al número de homicidios de indígenas. Según
la ONIC: “Durante los últimos seis años han sido
asesinados 1.253 indígenas en todo el país […]
cada 53 horas un indígena es asesinado […] y por
lo menos 54.000 han sido expulsados de sus terri-
torios ancestrales”. Sólo en los primeros 15 días
de movilización fueron asesinados 19 indígenas3
.
2 ULLOA, Astrid. La Construcción del Nativo Ecológico:
Complejidades, paradojas y dilemas de la relación entre los
movimientos indígenas y el ambientalismo en Colombia.
Bogotá. ICAH/COLCIENCIAS, 2004, p. 45.
3 “Minga nacional de resistencia indígena y popular”. pu-
blicado por: Autoridad nacional de gobierno indígena
-Organización Nacional Indígena de Colombia. www.
Otra razón es el incumplimiento del Estado con
los acuerdos firmados con las comunidades. Un
ejemplo representativo es el del pueblo Nasa. El
21 de diciembre de 1991, 20 indígenas, incluidos
mujeres y niños, fueron masacrados con la com-
plicidad de la fuerza pública en lo que se conoce
como la masacre del Nilo. El Estado fue respon-
sable de esta masacre y así lo reconoció interna-
cionalmente y se comprometió a cumplir con las
recomendaciones de la CIDH (Comisión Interame-
ricana de Derechos Humanos), en materia de jus-
ticia, reparación individual y colectiva4
.
Los indígenas se oponen también a una serie de
leyes como el Estatuto Rural, el Código de Minas,
Leyes y planes de aguas, la Ley de Bosques, im-
pulsadas por el gobierno de Uribe, que “optan
por favorecer los intereses económicos de entes
estatales y multinacionales que contribuyen al
despojo territorial”, según la ONIC, estas leyes se
oponen al artículo 120 de la Constitución del 1991
que señala: “el aprovechamiento de los recursos
onic.org/comunicados.html? =823 octubre 2008.
4 Tejido de comunicación y relaciones externas para la
verdad y la vida, Asociación de Cabildos Indígenas del
Norte del Cauca – ACIN. www.nasaacin.org.
18. 18
MOVIMIENTO
naturales en los hábitats indígenas por parte del
Estado se hará sin lesionar la integridad cultural,
social y económica de los mismos e, igualmente,
está sujeto a previa información y consulta de las
comunidades indígenas respectivas. Los bene-
ficios de este aprovechamiento por parte de los
pueblos indígenas están sujetos a la Constitución
y a la Ley”.
A su vez rechazan la política de seguridad demo-
crática, el Plan Colombia, la parapolítica, la guerra
sucia, la represión, la militarización de la vida so-
cial y la criminalización de la protesta. Exigiendo
verdad, justicia y reparación integral frente a los
crímenes cometidos.
Como último punto, pedían la derogación de toda
la legislación de despojo. Las reformas consti-
tucionales y legales y las leyes que privan a los
pueblos de sus derechos y libertades, siendo re-
emplazadas por leyes para la vida y defensa de
la soberanía y de los derechos y bienestar de los
pueblos. En particular, exigen urgentemente la
derogación del Estatuto Rural, Ley 1152 de 2007
que viola abiertamente el Convenio 169 de la OIT,
que desconoce los derechos fundamentales indí-
genas, destruyendo los derechos campesinos y
legaliza los robos de tierras mediante la violencia.
Estos derechos a la tierra y a la vida están con-
tenidos en la Declaración de las Naciones Uni-
das sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas,
aprobada en septiembre de 2007, firmada por to-
dos los países latinoamericanos con excepción de
Colombia. Hoy los indígenas también se movilizan
por su aprobación en nuestro país5
.
En relación con los planteamientos teóricos de
Bauman, podemos resaltar varios puntos impor-
tantes: el primero de ellos hace referencia a cómo
esta movilización nacional de los indígenas se ins-
cribe dentro de un contexto en el que la globali-
zación y la mundialización de los mercados han
hecho que las estructuras sociales que antes se
inscribían dentro de un estado sólido ahora sean
líquidas, en donde estas ya no perduran en el
tiempo y no sirven de marcos de referencia para
los actos humanos. En este sentido, lo fluido o lo
líquido es una sustancia que no puede mantener
su forma a lo largo del tiempo6
.
Este tipo de movilizaciones está inscrito en un
contexto en el que la globalización y la individua-
5 “La propuesta de los pueblos”. Publicado por: Minga de
los Pueblos Territorio de Diálogo, Convivencia y Paz. La
María, Piendamó. Octubre 16 de 2008. http://www.na-
saacin.org/noticias.htm?x=8925.
6 BAUMAN, Zygmunt. Modernidad líquida. México: Fon-
do de Cultura Económica. 2001.
19. 19
SOCIOLOGÍA
lización se instauran como pilares esenciales de
las nuevas dinámicas que transforman estructu-
ras sociales, políticas y económicas en las que los
acuerdos económicos pasan por encima de las
fronteras y de la soberanía de los estados, hacien-
do que, en el caso de los indígenas, las leyes del
Estatuto Rural que contempla el Código de Minas,
las Leyes y planes de aguas y la Ley de bosques,
impulsadas por el gobierno colombiano, favorez-
can los intereses económicos de terceros contri-
buyendo al despojo territorial del país.
En este sentido, vemos cómo se aniquila la capa-
cidad protectora del espacio de estas comunida-
des, haciendo que fenómenos como el conflicto
armado y los intereses de la élite colombiana en
estos territorios generen una “guerra asimétrica,
que está hecha a la medida del espacio global,
en donde no es el territorio lo que está en jue-
go sino el principio mismo de territorialidad y su
abolición, a pesar de que por propia voluntad o
por omisión, todas las partes ayudan a consoli-
dar la nueva extraterritorialidad de la condición
humana”7
.
Cuando los indígenas o cualquier movimiento
social se moviliza alzando su voz de protesta, en
Colombia la represión de las luchas sociales se
hace evidente, las manifestaciones y las marchas
son el medio proverbial de la protesta ciudadana
y, sin embargo, son objeto de restricciones que
no siempre son justificadas. Las secretarías de go-
bierno niegan permisos por un excesivo celo en
la defensa del espacio público o por no efectuar
los sencillos arreglos alternativos. En otros casos
son demasiado visibles los “robocops” (policías
antimotines) y las máscaras antigás. O, aún, en
ocasiones también se inducen o toleran actos de
provocación u hostilidad contra los marchantes8
.
7 BAUMAN, Zygmunt. La sociedad sitiada. México. Fondo
de Cultura Económica.2002
8 PNUD. El conflicto, callejón con salida. Informe nacional
de desarrollo humano Colombia - 2003. Cap. 16: Redes-
cubrir la política: votos en vez de balas. 2003 p. 379.
Otro punto que debemos tener en cuenta es
cómo los medios de comunicación hicieron el cu-
brimiento de la minga indígena, en este sentido,
también encontramos relación con la teoría de
Bauman, en la medida en que como bien lo plan-
teaba en su libro La sociedad sitiada: “El mundo
es como se ve en tv” porque si la televisión guía al
mundo es porque lo sigue y si es capaz de disemi-
nar nuevos patrones de vida, es porque reprodu-
ce esos patrones según su modo de ser”9
.
Los medios de comunicación empezaron a registrar
la minga como una movilización que con los días
iba creciendo en cuanto al número de participan-
tes, alarmando a las autoridades que esperaban
que no se presentaran bloqueos en las vías que
perjudicaran la “seguridad” y la movilidad de los
colombianos, y para evitar que esto sucediera, la
fuerza pública intervino y los principales medios de
comunicación registraban la noticia de los enfrenta-
mientosentrelosindígenasylafuerzapública,“mos-
trando” cómo los indígenas atacaban a los policías.
Cuando la realidad del asunto para los indígenas
era totalmente diferente, y era la fuerza pública la
que atacaba de una manera inconmesurada a es-
tas personas, quienes estaban defendiendo unas
propuestas que la gran mayoría no conoce, por-
que lo medios de comunicación parecen trans-
mitir una sola versión de los hechos. Lo que sí se
mostraba era cómo el Estado acusaba a los indí-
genas de ser “terroristas” y de atentar contra la
seguridad de los colombianos, muchos ejemplos
de estas acusaciones las pudimos ver en varias
declaraciones hechas por el Presidente y sus mi-
nistros, en las cuales denominaban las acciones
de los indígenas como terroristas.
Respecto a esta situación lo que vemos es cómo
en términos de Bauman los políticos no pueden
correr el riesgo de aventurarse bajo la” superfi-
cie” de los asuntos en los que se encuentra la raíz
principal de la situación. Si no que por lo general:
9 BAUMAN, Zygmunt. La sociedad sitiada. México. Fondo
de Cultura Económica. 2002.
20. 20
MOVIMIENTO
La doxa, el credo común sobre el que no se re-
flexiona, pero que dé color a toda reflexión, es la
situación en donde los políticos se sienten a salvo
cuando mantienen su discurso público al nivel de lo
que Nick Lee llamó recientemente la “inescrutable
claridad”: Una certeza que pasa como tal, siempre
y cuando se la anuncie lo suficientemente rápido
como para escapar de todo análisis10
.
El cubrimiento de los medios de comunicación
frente a esta situación nos corrobora, en términos
de Bauman, que los acontecimientos sirven para
demostrar que la escena pública es para mirar
y disfrutar, no para actuar, ya que nosotros nos
constituimos en los espectadores de lo que ve-
mos, más no en actores y, aunque probablemen-
te podamos sentir algún tipo de culpabilidad al no
involucrarnos en una situación como la que he-
mos planteado en estas páginas, la misma estruc-
tura social nos brinda dos elementos para liberar
al sujeto de la carga de la responsabilidad moral:
el mercado y el Estado, donde el primero promue-
ve la visión de que la elección del consumidor es
la única elección que cuenta, ya que sólo ésta po-
dría acumularse para lograr la felicidad humana. Y
el segundo tiene como responsabilidad socorrer,
de esta manera el Estado y el gobierno nublan la
realidad de la condición moral de la sociedad11
.
Para concluir, sólo me resta decir que al estar vi-
viendo en una sociedad líquida, que no presta
atención a este tipo de fenómenos y donde “el
mundo es como se ve en Tv”, no sólo los indíge-
nas, sino muchos movimientos sociales luchan
por que sus voces y sus pasos no queden en el
olvido. Toda esta apatía que genera este tipo de
movilizaciones en algunos sectores, no es culpa
solamente de los medios de comunicación o del
gobierno, la sociedad civil, el colombiano de a
pie y nosotros mismos, también, a veces somos
responsables de dejar que las cosas pasen como
vienen porque no nos afectan directamente. Pero
los indígenas han demostrado que a pesar de ser
10 Ibíd., p. 203.
11 BAUMAN, Zygmunt. Ética posmoderna. Argentina: Si-
glo Veintiuno Editores. 2006.
unos de los más afectados por las dinámicas que
se imponen en esta estructura, ellos se conjugan
como una fuerza importante para mostrarnos de
diferentes maneras, que a pesar de todo, no todo
está perdido y que seguirán defendiendo sus de-
rechos a pesar de toda la adversidad.
BIBLIOGRAFÍA
ASOCIACIÓN DE CABILDOS INDÍGENAS DEL NOR-
TE DEL CAUCA - ACIN. La propuesta de los pueblos.
Publicado por: Minga de los Pueblos Territorio de
Diálogo, Convivencia y Paz La María, Piendamó.
http://www.nasaacin.org/noticias.htm?x=8925
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BAUMAN, Zygmunt. Modernidad líquida. México:
Fondo de Cultura Económica. 2001.
BAUMAN, Zygmunt. La sociedad sitiada. México:
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na: Siglo Veintiuno Editores. 2006.
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LOMBIA - ONIC. “Minga nacional de resistencia
indígena y popular”. Publicado por: Autoridad
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PNUD. El conflicto, callejón con salida. Informe
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Cap.16: Redescubrir la política: votos en vez de
balas. 2003.
ULLOA, Astrid. La construcción del nativo ecológi-
co: complejidades, paradojas y dilemas de la rela-
ción entre los movimientos indígenas y el ambien-
talismo en Colombia. Bogotá: ICAH/COLCIENCIAS.
2004.
VASCO, Uribe, Luis Guillermo. Entre Selva y Pára-
mo: viviendo y pensando la lucha india. Bogotá:
ICAH. 2002.
21. 21
SOCIOLOGÍA
América Latina se puede definir como una com-
binación de experiencias en lo referente al desa-
rrollo de la democracia que ha estado dramática-
mente interrumpida por diversas coyunturas en
el orden de lo político, económico y social, de tal
manera, puede ser difícil e inconveniente intentar
realizar un panorama que intente homogenizar
las particularidades que han caracterizado a cada
Estado latinoamericano, en cuanto al proceso de
consolidación democrática se refiere, pero si algo
es necesario tomar en cuenta como puente de
conexión en la región, es el pasado con una dolo-
rosa historia de conquista que rompió el proceso
histórico y que se mantiene con las intervencio-
nes al servicio del mundo occidental, lanzados a
la modernidad europea. Desde este momento
los estados latinoamericanos han perseguido los
ideales de la modernidad, siguiendo la visión del
mundo desarrollado como marco de referencia.
Después del periodo de la Conquista en todo el
territorio de América Latina se han propuesto di-
ferentes alternativas políticas, pero ninguna pa-
rece orientada hacia un proceso democrático, si
bien es cierto que las pesadas dictaduras parecen
haber acabado, el pueblo de América Latina tiene
una fuerte persistencia institucional, anclada en
una sociedad machista y autoritaria que se ha in-
tegrado de esta forma al mercado mundial.
La solidificación de la democracia en América Lati-
na no se puede basar sólo en procesos netamen-
te burocráticos, se deben abrir los espacios para
que los actores sociales participen tanto a modo
UNA APROXIMACIÓN A LA RELACIÓN ENTRE LA
SOCIEDAD CIVIL Y EL ESTADO EN AMÉRICA LATINA
CARLOS ALFONSO LAVERDE
Sociología - X semestre
UNIVERSIDAD SANTO TOMÁS
de fiscalización como de oposición. Ésta sería la
forma de legitimar un orden democrático en un
momento en el que las leyes del capitalismo se
han impuesto con gran intensidad.
Después de las dictaduras, en los ochenta en
América Latina surgió un nuevo aire en búsque-
da de la democracia, pero ya para este momento
los conflictos sociales se habían agudizado, por un
problema nuevo: la deuda externa que había aco-
rralado a los países de América Latina.
La implantación de regimenes democráticos en
América Latina surge con el desmantelamiento
de la propuesta de Estados desarrollistas que se
habían planeado como un proceso de moderni-
zación para la región, con la capacidad de planea-
22. 22
MOVIMIENTO
ción en una industrialización tardía. Este modelo
no fue capaz de romper con las clases dominantes
tradicionales, con teorías económicas orientadas
por la CEPAL que alinearon gobiernos democráti-
cos y autoritarios, sustentando un imaginario de
progreso y democracia:
Se trataba de un proceso de desarrollo que bus-
caba absorber las diferentes tensiones por medio
del progreso industrial y de la promesa de garantía
de movilidad social ascendente para los sectores
urbanos, manteniendo intocable la estructura de
explotación de la tierra y del trabajo en el campo
(Fleury, 2004, p. 63).
Esta inclusión política de los trabajadores generó
alienación a esta clase impidiendo la formación
de autonomía e identidad, desarticulando los
procesos de asociación y de auto-reconocimiento,
como clase portadora de intereses homogéneos.
Esta política transformó los beneficios sociales en
privilegios, desarrollando una política clientelista
y aumentando el fenómeno de exclusión social. El
periodo caracterizado como desarrollista afectó
gravemente la gobernabilidad, entendida como
la eficiencia institucional con la articulación de
intereses sociales (Fleury, 2004). Estos problemas
trajeron como consecuencia nuevos movimientos
sociales, ONG y demás formas de asociación, que
buscan autonomía y menor control estatal.
En América Latina existe una desarticulación y
fragmentación social, política y cultural, impidien-
do una identidad histórica, sin una ética propia de
los actores sociales. Las asociaciones gremiales
subalternas carecen de reconocimiento, se les ve
con temor y en muchas ocasiones son víctimas
del uso de la fuerza del Estado. “En América La-
tina, particularmente, las clases dirigentes, los
partidos y el Estado utilizan todos los medios a
su alcance para lograr la subordinación política de
los gremios o de los trabajadores o si esto no fue-
ra posible, para dividirlos y destruirlos” (Restrepo,
2004, p. 8).
La cooptación por parte del Estado de estos acto-
res sociales promueve las acciones al margen de
la institucionalidad, buscando participación direc-
ta en la vida pública, siendo la forma como sur-
gen los movimientos sociales que según Restrepo
(2004) son gremios en formación, pero que aún
carecen de una identidad propia, que expresan
una necesidad común no reconocida. Estos han
sido considerados transitorios, poco duraderos,
sin embargo, en América Latina se puede hablar
de una institucionalización de la para-institucio-
nalidad de los movimientos sociales, debido a su
persistencia por el profundo desgaste de los par-
tidos políticos, en los que se busca una actuación
en la escena pública.
23. 23
SOCIOLOGÍA
La creación de movimientos sociales en América
Latina es relevante debido a que la búsqueda de
la democracia no sólo puede venir del Estado y de
los partidos políticos, siendo a su vez la expresión
de una participación más activa en la sociedad civil.
El surgimiento de este fenómeno tiene fuertes
causas históricas, teniendo en cuenta que el pue-
blo de América Latina ha sido heredero de una
cultura autoritaria, surgiendo los movimientos en
contribución al desdibujamiento de esta cultura
popular, naciendo actores sociales autónomos,
con poder propio, que tienen una forma más de-
mocrática, expresado por las necesidades direc-
tas de las clases subalternas.
Los movimientos sociales son fundamentales en
la consolidación de la sociedad civil, ya que junto
a los gremios constituyen una identidad de clase
y en los partidos pluriclasistas consolidan su pro-
yecto. Esta relación entre gremios, movimientos y
partidos vincula a la sociedad civil y al Estado, una
relación que sólo escucha actores sociales, los in-
dividuos sólo sirven como aporte a la legitimidad
del Estado, podríamos decir de esta forma que el
ciudadano moderno es un ciudadano colectivo,
actuando por la satisfacción de sus demandas.
La democracia en América Latina ha sido contra-
dictoria: con un modelo capitalista que promueve
la desigualdad y excluye a una parte de la pobla-
ción. Una región paradójica en la que convive la
democracia, la pobreza y la desigualdad, lo cual
cuestiona el papel del ciudadano, o mejor, de
quien puede ser ciudadano, dentro de este siste-
ma orientado por el mercado, como lo dice Fleury
“La ciudadanía es un presupuesto, una hipótesis
jurídico-políticaigualitariainscritacomonecesaria
en una sociedad, pero su concretización material
es producto de las relaciones de lucha entre las
diferentes clases y actores sociales” (2004). Den-
tro de este marco de paradojas, la democracia y
en sí la gobernabilidad se sustenta en los resulta-
dos macroeconómicos, presentándose como una
opción viable en el desarrollo, asimismo, como se
da una incorporación de la ciudadanía a la comu-
nidad política y al mercado, pero se mantiene la
alta concentración de la riqueza y como conse-
cuencia de la exclusión social, existe legitimidad
de los gobernantes, mediante un acuerdo nacio-
nal, pero se mantiene dependencia de actores ex-
ternos, especialmente por la financiación externa
que limita la autonomía de los Estados.
El desarrollo y las políticas que se han tomado en
América Latina desde los ochenta, han lastimado
fuertemente la democracia, siendo la deuda ex-
terna el más grande obstáculo que ha impedido
el progreso económico y con esto el proceso de
redistribución, en términos de Boron en América
Latina “…los pobres se convierten en indigentes
y los ricos en magnates, sucumbe la libertad y la
democracia” (Boron, p. 234).
La democracia en América Latina sigue con el
mismo dilema que se ha planteado en el mundo
desde la creación de los Estados nacionales. Es la
contradicción y a la vez la convivencia con el siste-
ma capitalista. Sin duda, las reformas sociales en
América Latina han traído grandes cambios, pero
con el tiempo han caído de nuevo en la rutina, en
la cotidianidad de la reproducción del capital.
El Estado en América Latina requiere de grandes
reformas sociales, bajo el manto institucional,
con una fuerte participación ciudadana, pero esta
reforma requiere además capital para promover
esta distribución, pero no está disponible por
cuenta de la deuda externa que mantiene sub-
yugados a los países latinoamericanos, limitan-
do sus políticas internas y dificultando aún más
el proceso de democratización. Es necesaria una
desprivatización del Estado, en la cual la sociedad
civil tenga más protagonismo e impulse las refor-
mas sociales.
Si bien, América Latina atraviesa por una fuerte
crisis que se plasma en todas las esferas de la so-
ciedad, se suma a esto que los partidos políticos
y el Estado atraviesan por una crisis de represen-
tatividad y legitimización, los movimientos socia-
les y las organizaciones de la sociedad civil toman
fuerza, “Es como si la sociedad, no suficiente-
mente representada en los partidos o demasiado
24. 24
MOVIMIENTO
absorbida por los Estados, se levantara y quisiera
representarse directamente a sí misma” (Restre-
po, 2004, p. 1). La unión entre movimientos socia-
les, partidos políticos y Estado es necesaria para
que no se desvanezca la idea de transformación
política democrática, incorporando todos los sec-
tores de la sociedad civil como representante de
los intereses particulares, procurando defender
y reivindicar los derechos colectivos, evitando
la individualización de intereses y procurando la
participación social, de esta manera la práctica
democrática en América Latina debe darse como
la canalización de intereses de la sociedad civil,
creándose un puente entre Estado y sociedad.
Es este un momento decisivo en el proyecto histó-
rico de América Latina, el cual puede tomar otro
rumbo si se lucha por el proceso constructivo de
la democracia, buscando la verdadera revolución
que está en el reconocimiento político y social
conquistado por el ciudadano colectivo de las cla-
ses subalternas.
BIBLIOGRAFÍA
ARAUJO, Cicero. Civilización y ciudadanía. En pu-
blicación: Filosofía política contemporánea. Con-
troversias sobre civilización, imperio y ciudadanía.
Atilio A. Boron. CLACSO Consejo Latinoamericano
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2003. Consultado en: www.clacso.org.ar/biblio-
teca.
BORON, Atilio. Estado, capitalismo y democracia
en América Latina. Colección Secretaría Ejecutiva,
FLACSO. Buenos Aires, Argentina: Consejo Latino-
americano de Ciencias Sociales, agosto 2003.
CRUZ, Álvaro. Violencia, democracia y cultura po-
lítica. Nueva sociedad. Vol. 160, 1999. Consultado
en: www.nuso.org/upload/articulos/2856_1.pdf.
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cia. Nueva sociedad. Volumen 193. Consultado
en: www.nuso.org/upload/articulos/3219_1.pdf.
RESTREPO, Luis Alberto. Relación entre la socie-
dad civil y el Estado. Análisis político. Vol. 9. Con-
sultado en: www.lablaa.org/blaavirtual/revistas/
analisispolitico/relacion_sociedad.htm.
25. 25
SOCIOLOGÍA
Si optáramos por descartar el mito como figura disonante del conocer,
que le pone a la práctica humana los inadecuados añadidos de la mistificación
y la quimera, no podríamos alcanzar el verdadero corazón de las luchas sociales
de esta época y acaso de las que vengan. Porque las luchas son para
definir el sentido construtivo de emancipación del mito.
González, Horacio. (1999). Restos Pampeanos.
Ciencia, Ensayo y Política en la Cultura Argentina del Siglo
XX. Buenos Aires: Colihue, p. 425
El tema de Isidro vos podes pensar qué pasó, pero no….
El tema de Isidro está, está todo el tiempo acá.
Testimonio de poblador de Machagai
Isidro Velázquez vive, donde descansan los sueños,
donde se pisa la tierra, de aquellos montes chaqueños.
Chamamé en homenaje a Isidro Velázquez, sin datos
1. Un poco de historia
Para comenzar realizaremos unas breves con-
sideraciones acerca de algunos temas que son
ineludibles al tratar el tema de Isidro Velázquez.
Éstos son: primero, la cuestión de los pueblos ori-
ginarios, profundamente ligada a la denominada
masacre de Napalpí, recordemos que a Isidro Ve-
lázquez, uno de los lugares geográficos y de las
comunidades que lo ayudan en su escondite es
Colonia aborigen, donde habitan las comunida-
des Qom (tobas) y Moqoit (mocovíes), y que el 9
de julio de 1924 aconteció la brutal masacre1
. En
* El presente trabajo es un extracto de “Los Ecos del Sapu-
cay. La Construcción de Identidad Popular en torno a Isidro
Velázquez”, por Juan Esteban Godoy.
1 Información recolectada de http://www.elortiba.org/na-
palpi.html en donde hay varios artículos muy buenos so-
bre el tema. También se puede consultar el reciente libro
del periodista y escritor chaqueño Pedro Solans “Críme-
segundo lugar tenemos al desplazamiento de las
poblaciones rurales por parte de los grandes te-
rratenientes y últimamente de los pooles sojeros,
que sumado al cierre del ferrocarril incrementan
las migraciones del campo a la ciudad, se pueden
observar “pueblos fantasma”, totalmente aban-
donados, lo que genera un fuerte desarraigo a las
personas, y deja al pueblo con rupturas particula-
res, lo cual hace más difícil la construcción de una
identidad colectiva. Por último, tenemos al pero-
nismo (tema en el que habría que ahondar mucho
más) pues uno nota que al hablar del tema de Isi-
dro Velázquez y de otros temas hay una referencia
constante al fenómeno del peronismo, podemos
resaltar que la Provincia de Chaco entre los años
51 y 55 se llamó Presidente Perón2
.
nes de Sangre” de la Editorial Librería de la Paz, y el libro
de Mercedes Silva Memorias de Chaco.
2 Galasso, Norberto (2006). Perón: formación, ascenso y
caída (1983-1955). Tomo 1, Buenos Aires: Colihue.
JUAN ESTEBAN GODOY*
juanestebangodoy@hotmail.com
LOS ECOS DEL SAPUCAY
Consideraciones en torno a la devoción popular por Isidro Velázquez
26. 26
MOVIMIENTO
Isidro Velázquez nació en Mburucuyá, Corrientes,
su actividad se desarrolló en el Chaco (Colonia Eli-
sa, Laguna Limpia, Laguna Blanca, La Verde, entre
otras), según testimonios de la época, para sus
devotos era buen pagador de sus deudas, trabaja-
dor cumplidor, hasta que tuvo un entredicho con
un policía de su pueblo y comenzaron a padecerle
sin que haya cometido delito alguno.
Así pasa a la clandestinidad (queda “fuera de la
ley”) y comienza a “delinquir”, roba bancos, co-
mercios, secuestra a estancieros adinerados, ma-
ta solamente en pelea (sólo para poder huir), el
monte es el lugar mítico en el cual se esconde3
.
Su fama traspasaba las fronteras provinciales, su
historia se comentaba en todo el norte chaqueño
hasta Paraguay, Formosa y Corrientes. El dinero,
objetos, etc. que él conseguía, fruto de su activi-
dad, los repartía entre los campesinos colonos, y
demás sectores desposeídos. Éstos le daban a Isi-
dro Velázquez protección, por ejemplo no lo de-
lataban (aunque a veces eran torturados por las
“fuerzas del orden”).
Así, aproximadamente entre 1961-1967 Isidro
Velázquez tuvo a maltraer a la policía del Chaco,
con un intervalo entre mayo de 1963 luego de
que matan a su hermano Claudio y el año 1964
(se cree que pudo estar un tiempo en Formosa o
en Paraguay). Inclusive pudo sortear un gran ope-
rativo en que más de 800 policías salieron en su
búsqueda, dándole nombre propio a éste, a sa-
ber, “Fracaso”.
Lo matan exactamente el primero de diciembre
en un gran operativo, el “Operativo Silencio” ¡qué
nombre! Nos preguntamos ¿qué querrían silen-
3 Gómez Lestáni, Eduardo. (2005). Isidro Velázquez. En
Amarilla Roxana (Compiladora), Bandoleros Rurales
Correntinos (pp. 53-57), La Plata-Buenos Aires: Edicio-
nes Al Margen.
ciar?, seguramente a las masas oprimidas que
primeramente se vieron identificadas con el ac-
cionar de Isidro Velázquez y luego lo convertirán
en santo. Las autoridades hicieron talar y quemar
el árbol que servía de señal, también pusieron
vigilancia en el cementerio de Machagai para
impedir una devoción por éste, durante la dicta-
dura de Onganía se prohíbe el chamamé de Ós-
car Valles “El Último Sapucay” que versa sobre la
historia de Velázquez; sin embargo, no pudieron
frenar el suceso, el pueblo ya había decidido. Al
día siguiente el diario porteño La Razón titula en
primera plana: “LA MUERTE DE VELÁZQUEZ PRO-
VOCÓ EN EL CHACO UN FORMIDABLE IMPACTO
EMOCIONAL”4
.
El asesinato a manos de la policía dará lugar a un
doble proceso: primero la instauración del día de
la policía en chaco; y, en segundo lugar, un pro-
ceso de santificación popular. En este último nos
detendremos.
4 Citado en Devicenzi, Jorge. Isidro y Claudio Velázquez –
Los Vengadores. En www.lagazeta.com.ar.
27. 27
SOCIOLOGÍA
Consideramos que el tema de Isidro Velázquez
nos interpela de una forma particular, forma un
laberinto en el cual se entrecruzan diferentes ca-
minos, o si se quiere “historias mínimas” que se
contornean en una historia más amplia, se cruzan
y entrecruzan diferentes aspectos que parecieran
muy divergentes pero que culminan en ser par-
te de la misma historia… la larga y dolorosa lucha
por la conformación de la identidad como pueblo.
Se nos presenta como un instante efímero, como
un proyectil, pero avizoramos que tiene ramifica-
ciones diversas que se pueden trazar tanto en lo
anterior como en lo posterior, aparecen momen-
tos de revelaciones inesperadas. Es una historia,
que como parte de la historia Argentina, Latinoa-
mericana (y de los pueblos oprimidos) está pro-
fundamente cargada de tragedia, tensión, lucha,
nombres, de nacimiento y re-nacimiento. Por
enumerar unos acontecimientos: el hermano de
Velázquez muere, es asesinado como también lo
será Isidro Velázquez y su lugarteniente Gauna,
desaparecerán al joven sociólogo Roberto Carri
(con su mujer, Ana María Caruso) quien había es-
crito sobre Isidro, posteriormente su hija Alber-
tina Carri dirigirá “Los Rubios” que trata sobre la
vida y desaparición de sus padres, asimismo algu-
nas versiones señalan que Velázquez y Gauna ha-
bían entablado relación con las Fuerzas Armadas
Peronistas (FAP), Pablo Szir quien dirigiera una
película en los setenta desaparecerá y no queda-
rán rastros de su película (otra copia es rota por
el editor, por miedo, y algunas versiones señalan
que podría haber una copia en Cuba), en la ac-
tualidad otro director está filmando una nueva
película, diferentes cantantes relatarán su histo-
ria, Isidro Velázquez será santificado y todos los
primero de diciembre los devotos se acercarán al
santuario, que al mismo tiempo es el día de la po-
licía del Chaco.
Así observamos una historia (quizás como muchas
más) que se dibuja y desdibuja una y otra vez, se
dirige al pasado, al presente, al futuro. Irrumpe el
“sentimiento de que estamos en un “presente del
pasado” (en que) todo se transforma en una apa-
rición súbita”5
. Es un instante, un punto remoto
en el mapa, pero que se proyecta mucho más allá
de ello y nos atraviesa como argentinos, latinoa-
mericanos comprometidos con la realidad nacio-
nal y continental (de los pueblos de Abya Yala).
2. La identidad colectiva en los devotos. La
muerte invertida en vida
La pregunta por el pasado, por la historia, surge
en tiempo presente, indaga el pasado, se dirige al
futuro como un horizonte utópico y se plasma en
un proyecto. Así sostenemos que no hay proyecto
orientado a una utopía como horizonte utópico
de realización posible sin memoria histórica. Aquí
aparecen los mitos dadores de sentido y sin la
memoria no hay identidad posible. El mantenerla
es una lucha contra la desintegración6
.
Aquí aparece uno de los motivos por los cuales
es importante, y es más, se hace necesario el in-
dagar en nuestro pasado, pero no como si este
fuera un “resto fósil” sino indagando en aquellas
corrientes profundas de nuestro pueblo, en sus
vivencias, anhelos, miedos, ilusiones, sueños, etc.
Así, “La memoria, tal como es vivida por el pue-
blo, posibilita la re-construcción del tejido social,
su historia, la posibilidad de construir muchos có-
5 González, Horacio. (1999). Restos Pampeanos. Cien-
cia, Ensayo y Política en la Cultura Argentina del Siglo XX.
Buenos Aires: Colihue, página 156.
6 Dri, Rubén, Identidad, Memoria y Utopía. Estado, Legiti-
mación y Sentido, publicado por la Secretaría Académica
de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de
Buenos Aires, sin mención de año.
28. 28
MOVIMIENTO
digos que unifiquen una comunidad y que resig-
nifiquen el pasado y el futuro”7
, la reconstrucción
de ese lazo social que en la sociedad neoliberal se
halla sumamente debilitado, en la que lo colecti-
vo se diluye en lo individual.
Aquí el sujeto es considerado como un ser esen-
cialmente simbólico. El sujeto se proyecta en
símbolos, sin hacerlo no puede ser. El sujeto se
desdobla en el símbolo, se ve a él en éste, así el
símbolo halla una tendencia a independizarse del
sujeto y dominarlo. De esta forma el símbolo se
transforma en fetiche, siempre existe el riesgo de
que eso suceda8
.
Sostenemos aquí la idea de que no sólo es posible
pensar dentro del mito, sino que no hay posibi-
lidad del desarrollo de un pensamiento crítico si
éste es dejado a un lado, “es que no es posible
pensar sin el mito (o sin los mitos). Es decir, un
momento de recalque, de fijeza (…)”9
. Además es
lo que nos moviliza, lo científico por lo científico
mismo no moviliza al hombre, éste se mueve en
la historia, halla la posibilidad de transformar su
realidad y la de los demás a través o a partir de su
relación con el mito10
.
En el “caso” Isidro Velázquez podemos ver cómo
en el momento de su muerte comienzan a hacer-
7 BERGALLO, Graciela Elizabeth. (2005). Legalidades, Sa-
cralidades y Significados de la Muerte. En: AMARILLA,
Roxana (Compiladora), Bandoleros Rurales Correntinos.
(pp. 11-19), La Plata, Buenos Aires: Ediciones Al Margen.
8 DRI, Rubén. (2005). Símbolos de identificación popu-
lar. En: AMARILLA, Roxana (Compiladora), Bandoleros
Rurales Correntinos. (pp. 31-45), La Plata, Buenos Aires:
Ediciones Al Margen.
9 GONZÁLEZ, Horacio. (1999). Restos Pampeanos. Cien-
cia, Ensayo y Política en la Cultura Argentina del Siglo XX.
Buenos Aires: Colihue, página 156.
10 MARIÁTEGUI, José Carlos. El Hombre y el Mito. En
http://mareasdesdemasalla.blogspot.com/2006/12/po-
dra-repetir-la-ltima-parte-hoy.html
le al “proto-santo” (¿o santo?) pedidos, por enfer-
medad, amores, ofrendas, etc. Es una forma en
la cual “el ritual invierte el significado oficia de la
muerte, resignifica esa muerte como vida”11
.
Tenemos una santificación popular espontánea,
en relación al no análisis de la conveniencia de
si tal personaje nos conviene, porque de hecho
no hay un colectivo hasta que se santifica y se re-
conocen a sí mismos y a los otros como devotos.
Sostenemos que esta santificación viene a legiti-
mar la lucha, la rebelión de los sectores domina-
dos.
En un comienzo el santuario de Isidro en Pampa
Bandera, como ya sabemos, era tan sólo una cruz.
Luego se convirtió en una ermita con una tacuara
con banderas rojas. En la actualidad ya se ha le-
vantado una construcción de mampostería, revo-
ques con una imagen de la virgen de Itatí dentro.
A un costado tenemos una “casita” pequeña de
colores verde y rojo, donde se prenden las velas al
santo, siempre hay muchas velas derretidas y al-
gunas encendidas (la “casita” al costado de la er-
mita fue construida para que se prendan las velas
allí y no directamente en la ermita pues una vez
se pendió “todo fuego”). Sobre la ermita pueden
observarse banderas rojas colocadas en tacuaras,
flores rojas. En el interior del santuario tenemos
muchas banderas rojas (casi en su totalidad) con
agradecimientos, otras con la fecha de nacimien-
to y la muerte, flores naturales y artificiales, pla-
cas de metal con agradecimientos por favores
concedidos, fotos de Isidro Velázquez, de Claudio
Velázquez, y de Vicente Gauna, por todos lados
estampillas, almanaques del “gauchito gil”, car-
tas, billetes de lotería, botellas de vino, alcohol,
11 BERGALLO, Graciela Elizabeth. (2005). Legalidades, Sa-
cralidades y Significados de la Muerte. En: AMARILLA,
Roxana (Compiladora), Bandoleros Rurales Correntinos.
(pp. 11-19), La Plata, Buenos Aires: Ediciones Al Margen.
29. 29
SOCIOLOGÍA
paquetes de cigarrillos (algunos cigarrillos son
encendidos para que se consuman o para que se
los fume el alma del difunto). En Pampa Bandera
claramente predomina el color rojo.
3. El símbolo Isidro Velázquez como pro-
blema, el opio y la alienación como obs-
táculo
Pero se nos podría preguntar: ¿por qué hoy; ya en-
trado el siglo XXI, en pleno proceso globalizador,
neoliberal; llamar a escena a un fenómeno que
pareciera tan lejano, arcaico? Y además indagar
en la devoción; concebida a partir del desarrollo
de la ilustración, de la racionalidad instrumental
como irracional, oscurantista, opio e ¡incluso alie-
nante!; por un símbolo religioso, más específica-
mente un “Jinete Rebelde” Isidro Velázquez.
La respuesta a este interrogante, sin intentar
agotarlas, sostenemos que la encontramos: en
primer lugar, paradójicamente en la pregunta
misma, dado que es en este contexto, en el cual
la identidad se halla debilitada, el sujeto se halla
perdido, ha perdido el centro, ya no encuentra
sentido a su vida, en resumen un contexto en el
cual “la desestructuración social (…) ha devenido
en pérdida de identidad”12
, consideramos que re-
sulta relevante indagar acerca de un fenómeno
que genera identidad tanto individual como co-
lectiva. En segundo lugar, la respuesta la hallamos
en que concebimos, basándonos en algunas con-
sideraciones de Horacio González, que en la obra
de Marx si bien en algunos escritos se encuentra
la idea de que la nación aparece como la “ven-
cedora” de las formas culturales arcaicas (éstas
12 DRI, Rubén (coordinador). (2003). Símbolos y fetiches re-
ligiosos en la construcción de la identidad popular. Tomo
1. Buenos Aires: Biblos, p. 9.
30. 30
MOVIMIENTO
llan otro conocimiento disonante del dominante,
otra historia (en contraposición a la “oficial” que
los niega) que atraviesa los cuerpos, que es emo-
cional, que no posee grandes medios de difusión,
pero es parte de un “subsuelo” que quiere rebe-
larse una y otra vez ante la opresión. Hay una idea
de que ellos deben “cuidar”, “proteger”, “custo-
diar” la historia.
Tomamos a Isidro Velázquez pero no como “caso”
en sí mismo, sino inserto en las muchas luchas
por la conformación de un colectivo pueblo que
pueda desenvolver-se en un proyecto común.
Adquiere relevancia con respecto a esto mismo
el tomar justamente un símbolo religioso pues lo
religioso, el mito, la utopía ha sido vilipendiada no
solo por los sectores dominantes que han querido
acallar cualquier tipo de manifestación popular,
sino también por sectores que podríamos consi-
derar inmersos en un proyecto de liberación.
Hemos visto, escuchado numerosos pensamien-
tos que pretenden construir pensamiento crítico
exorcizando al mito, a lo religioso, aquí sostene-
mos la imposibilidad de encarar un proyecto de
liberación para los pueblos marginando estos ele-
mentos.
Se nos podría decir que tal vez no sean hoy bando-
leros solitarios los que luchan contra la opresión,
pero si organizaciones sociales; de todas formas
si resulta relevante indagar en la devoción por es-
tos de parte de los sectores populares, dado que
ésta es una práctica vital que realizan éstos y si
no se indaga acerca de su significado estaríamos
dejando de lado un aspecto importante de la vida
social, de las vivencias y creencias de los sectores
populares.
Algunas cuestiones que dan cuenta de esto último
que sostenemos son que los sectores populares
se hallan íntimamente ligados a estas prácticas,
aparecen como la caricatura, lo malo); en otros
se considera a lo arcaico, tradicional como lo que
se resiste a disolverse en el ritmo de la moder-
nidad y nos da una “oportunidad de pensar otro
punto de partida para el “rumor de cencerro” de
la revolución”13
.
4. Apuntes finales
Damos cuenta de un crecimiento del fenómeno a
partir del primero de diciembre de 1967, a pesar
de la sistemática preocupación de las autoridades,
de los sectores dominantes para borrar las huellas
de Isidro Velázquez. Además los identificados con
el símbolo religioso son sobre todo los sectores
golpeados de la sociedad por el voraz neolibera-
lismo implantado en el país que no sólo apunta
a una destrucción económica y política sino tam-
bién social, cultural y específicamente apunta a
quebrar las identidades colectivas a partir de las
cuales se pueden construir proyectos conjuntos.
De esta forma fenómenos como Isidro Velázquez
se revelan constructores de la identidad colectiva
de los sectores pobres, marginados, oprimidos.
Esa devoción que comenzó inmediatamente lue-
go del asesinato de Isidro Velázquez ha sido ob-
jeto de una gran opresión, hostigamiento por
los sectores dominantes que han querido por
diferentes métodos (en general sin escatimar en
violencia) acallar las voces de esos otros que han
sido silenciados muchas veces, esos rostros que
han querido ser ocultados. Los sectores dominan-
tes conscientes que quebrando la identidad tanto
individual como colectiva, no hay posibilidad del
desarrollo de un proyecto. Esos sectores desarro-
13 GONZÁLEZ, Horacio. (1999). Restos Pampeanos. Cien-
cia, Ensayo y Política en la Cultura Argentina del Siglo XX.
Buenos Aires: Colihue, p. 262.
31. 31
SOCIOLOGÍA
y si pretendemos construir conjuntamente con
ellos no podemos hacer a un lado estas cuestio-
nes, y ¡menos considerarlos alienados, atrasados!
Otra es que el ser humano como ser social es sim-
bólico, se proyecta en éstos. Aquí entramos en
el riesgo de la tendencia a la independencia del
símbolo y de la inversión de la relación entre éste
y el ser humano, transformándose en fetiche que
lo pasa a dominar, aparecería así el creador como
el creado y viceversa, es decir, el sujeto se trans-
forma en objeto y el objeto que lo pasa a dominar
en sujeto.
Es Isidro quien resuena en esas voces que le van
a pedir ya sea por salud, por trabajo, etc; son los
movimientos sociales mismos que resuenan no
sólo en Argentina, sino también en Latinoaméri-
ca, son los Ecos del Sapucay como grito de gue-
rra, alegría, muerte, tristeza, desesperación, dra-
matismo, tragedia, liberación, etc. que ya se han
lanzado al aire y no habrá que ni quién los pueda
detener.
BIBIOGRAFÍA
BERGALLO, Graciela Elizabeth (2005). Legalida-
des, Sacralidades y Significados de la Muerte. En:
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Vengadores. En www.lagazeta.com.ar
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de la Universidad de Buenos Aires, sin mención
de año.
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GALASSO, Norberto. (2006). Perón: formación,
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GONZÁLEZ, Horacio. (1999). Restos Pampeanos.
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del Siglo XX. Buenos Aires: Colihue.
MARIÁTEGUI, José Carlos. El Hombre y el Mito.
En:http://mareasdesdemasalla.blogspot.
com/2006/12/podra-repetir-la-ltima-parte-hoy.
html.
32.
33. 33
SOCIOLOGÍA
Se me ha invitado a que escriba algunas líneas
sobre el pensamiento social en América Latina
(AL). En principio, el tema parece claro e inmedia-
tamente se cruzan algunas ideas que se piensan
obvias y necesarias: América Latina se ha consi-
derado tradicionalmente como el patio trasero de
los distintos imperios que han echado raíces en la
región, que es dependiente, subdesarrollada, pe-
riférica, atrasada, sin voz propia, explotada y sa-
queada. Su cultura, sus pueblos, sus lenguas, sus
religiones, sus sabios, sus colores y riquezas han
sido sometidas al saqueo, al dominio, al silencio y
la desaparición. Su historia es un juego de entrega
y asalto a plena luz del día. Entonces, lo primero
que pasa, como idea, es volver sobre la historia
de las resistencias y luchas contra esa condición
de América Latina. Recordar nombres y aconteci-
mientos que muestran que la historia de Améri-
ca Latina, es también historia de resistencias, de
pensamiento propio. Que no somos sólo geogra-
fía, como alguna vez lo dijera un filósofo alemán.
Que hablamos con voces singulares, que ahí está
Bolívar y San Martín, Martí y Benito Juárez, Rodó
y Sarmiento, Mariátegui y Vallejo. Emiliano Zapa-
ta y Sandino. García Márquez, Cortázar y Borges.
Nombres que al azar hablan de una historia con
lenguaje universal.
Esdecir,elprimerimpulsoeshacerhistoria.Volver
sobre la memoria para de ella sacar argumentos
para mostrar que el poder y la resistencia tienen
fechas y nombres en América Latina. Pero no. No
se trata de señalar un discurso de contestación.
Por lo menos no en esta oportunidad.
ESAÚ RICARDO PÁEZ GUZMÁN
UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA Y TECNOLÓGICA DE COLOMBIA, UPTC
LO SOCIAL EN LA GLOBALIZACIÓN
DE AMÉRICA LATINA
En el fútbol de hoy hay equipos más bonitos y espectaculares,
pero menos ganadores. Y en este deporte
lo que vale es ganar y clasificar…Lo otros es carreta.
Mejía Álvarez, Iván. El fútbol de hoy, en el diario EL ESPECTADOR,
Bogotá, domingo 20 de septiembre de 2009, pág. 75
Así que sólo voy a hacer alusiones sobre las con-
diciones en las que América Latina se debate hoy.
Frente a sí misma. Frente al mundo. Pues América
Latina siempre ha estado de una u otra forma arti-
culada a los sistemas mundiales y de cierto modo,
ella es el resultado de un mundo que de pronto
se descubrió redondo y que desde entonces, no
ha dejado de globalizarse, bien sea por efectos
de los mercados, de la circulación de los lengua-
jes, del intercambio de culturas o de las guerras,
las apuestas geopolíticas y ahora, de las nuevas
tecnologías de la comunicación y del control y la
vigilancia mundializada.
Pensamiento social o pensar socialmente
Desde cierto punto de vista, era aceptado que
pensar la sociedad no era posible al margen de
un pensamiento político. Y que no era posible un
pensamiento político al margen de la discusión
inaugurada en la modernidad en relación con la
libertad y la igualdad. Y a falta de un instrumento
distinto, la Ley se convirtió en el medio por el que
se aspiraba a la igualdad y se garantizaba la liber-
tad. El Derecho, el discurso y las prácticas del de-
recho pretendieron darle legitimidad a las nuevas
sociedades. Sobre estos presupuestos se levanta-
ron muchas de las utopías y contra-utopías mo-
dernas. El Estado, como era de esperarse, se con-
virtió en el espacio de disputa de la lucha política
y social, pues se consideraba que en él estaba la
llave que permitiría la emancipación o era la cau-
sa de la dominación y la opresión. El resultado en
34. 34
MOVIMIENTO
la mayoría de los casos, con respecto a lo social,
es que quedó supeditado a las luchas políticas, en
el plano de la política y con los instrumentos que
la política se había dado a partir de los modelos
surgidos en la modernidad: los espacios abiertos
por el Estado y los instrumentos que se suponían
propios de la lucha política: las organizaciones po-
líticas, los partidos, por ejemplo, y la libertad de
expresión, que principalmente tenía que ver con
los medios escritos, los periódicos y las gacetas.
La politización de lo social, en el sentido de ligado
o subordinado a la política, facilitó la fragmenta-
ción y radicalización de las expresiones sociales
convertidas en luchas partidistas o, como bien lo
insinuara Clausewitz1
, cuando la política se agota,
se abrían las puertas a la guerra, que no es más
que la política por otros medios. Y cuando lo so-
cial agotaba lo político, el lenguaje de la guerra
tomaba su lugar (el uso del verbo en pasado, no
indica que hoy necesariamente las cosas sean dis-
tintas).
En este sentido, lo social adquiría una existencia
difusa, pues la subordinación al lenguaje y a las
prácticas y los instrumentos de la política, hacía
que lo social no tuviera otro camino que hablar y
manifestarse políticamente. Pero su voz era mino-
ritaria2
y terminaba como un murmullo de fondo
de los discursos partidistas y como un objetivo
más de las estrategias de la guerra y el poder. Es
decir, para dar ejemplos, las mujeres, los gitanos,
los indígenas, los especiales y raros, los negros y
amarillos, los del sur y los de la esquina, los del
peinado morado, los de la música de arrabal, los
locos y los enfermos, en fin, la gente, la montone-
ra, sus preocupaciones y silencios, sus palabras y
deseos sólo tenían, si al caso, un lugar simbólico
y subordinado en los lenguajes mayoritarios, los
1 Clausewitz, Karl von. (1780–1831), General prusiano
y teórico militar. Escribío, Sobre la Guerra, (1833) y se
convirtió en un clásico de la estrategia y de la teoría de la
guerra en el siglo XIX y XX.
2 Minoritaria, en el sentido que le da G. Deleuze y F. Gua-
tari y que no tiene nada que ver con alguna relación arit-
mética.
del partido, los del Estado, los de la institución.
Se podría decir que el pensamiento de lo social,
las prácticas sociales y sus luchas, terminaron su-
bordinadas y hablando el mismo lenguaje de la
política: pensamiento cuya forma se expresa de
manera disyuntiva y dicotómica. Forma binaria
que procede por oposición y por negación: o esto
o lo otro. O amigos o enemigos. O burgueses o
proletarios. O comunismo o mundo libre. O el sur
o el norte. O los hombres o las mujeres, o lo fe-
menino o lo masculino, o los niños o los adultos,
o la izquierda o la derecha. O la paz o la guerra. O
las masas o el partido. O los obreros o los campe-
sinos. O blanco o negro. O esta conmigo o contra
mi. O revolución o caricatura de revolución.
En fin, se constituye un pensamiento y una prácti-
ca de lo social que no admite la diferencia, el gris
y los matices. Pensamiento acuñado en los cen-
tros de poder, Europa y los Estados Unidos, y que
terminamos en América Latina hablándolo como
si fuera propio. Esquematización de la política,
politización de lo social. Invisibilización de lo es-
pecífico de lo social. De los lazos y las relaciones
singulares que adquiere lo social y que escapa al
ojo dicotómico de la política de o lo uno o lo otro.
Lo grave es que en nuestra América Latina, el pre-
cio de esta simplificación y sobrepolitización de
lo social, llevó a que las expresiones sociales fue-
ran tratadas como si fueran expresiones enemi-
gas del Estado, o como si fueran manifestaciones
de fuerzas movilizadas en una guerra. En América
Latina, la apuesta de la modernidad por el ejer-
cicio de la libertad, la igualdad y la ley, terminó
convirtiéndose en luchas de carácter estratégico,
en la que se dirimían concepciones de mundo
completamente diferentes y opuestos. Enemigos
cuya salida no podía ser sino la derrota de uno de
los dos. Se imponía en lo social el lenguaje sec-
tario de la política y la práctica irreductible de la
guerra. Hasta bien entrado el siglo XX, esta fue la
manera como en América Latina, lo social tuvo un
lugar.
Sin embargo, al final del siglo XX se conocieron
una serie de transformaciones que hicieron que
este modelo entrara en estado de obsolescencia.
35. 35
SOCIOLOGÍA
Efecto de la llamada globalización. Del surgimien-
to de las nuevas tecnologías de la comunicación
y el control, las transformaciones sustanciales de
la economía y el monolitismo del mundo. Con la
caída del muro de Berlín, por ejemplo, el mundo
paradójicamente en lugar de abrazar la multipli-
cidad de la diferencia planetaria, pareció inaugu-
rar un mundo de la homogenización. Ya no era la
disyunción polarizada entre amigos o enemigos,
sino la funcionalidad homogenizada impuesta por
los modelos sistémicos. Los modelos de sistema
cerrado que han excluido el lenguaje de la exclu-
sión y han convertido la tecnología del control,
el modelo normalizado y estandarizado de la in-
clusión. No hay ni debe haber nada por fuera del
sistema. “Control” es el nombre que Burroughs
propone para designar al nuevo monstruo, y que
Foucault reconocía como nuestro futuro próximo.
Paul Virilio3
no deja de analizar las formas ultra-
rrápidas de control al aire libre, que reemplazan a
las viejas disciplinas que operan en la duración de
un sistema cerrado”4
.
El enemigo ya no está afuera. La guerra hace rato
dejó de ser una estrategia entre dos fuerzas que
se enfrentaban y cuyo objetivo era la del triunfo
o la derrota. Vivimos la guerra generalizada, los
frentes de guerra se han pluralizado, el enemigo
se ha simplificado y vuelto anónimo e inubicable.
Vivimos la proliferación del enemigo y la pérdida
de la línea de diferenciación que hacía posible al
menos saber dónde y quién era el enemigo5
.
3 VIRILIO, Paul. La bomba informática, Madrid: Cátedra,
1998. Ver en particular el Capítulo 7 en el que el autor se
refiere a la noción de la “industrialización de la denuncia
y la delación de masas” (pág. 75)
4 DELEUZE, Gilles. Posdata sobre las sociedades de con-
trol, en FERRER, Christian. (Comp.) El lenguaje literario,
T. 2, Montevideo: Ed. Nordan, 1991.
5 Ver, BAUDRILLARD, Jean. Las Estrategias Fatales, Bar-
celona: Anagrama, 1984. En el texto que le dedica al tema
del rehén, (pág. 35) el autor desarrolla una tesis bastante
sugestiva de un caso de aplanamiento del mundo y de
la pérdida de las líneas de diferenciación: la tecnología
blanda de la manipulación y del chantaje generalizado.
Homogenización que abarca la geografía, la eco-
nomía, las culturas, las políticas, las poblaciones.
Que hace que el lenguaje de lo social haya cam-
biado sustancialmente. La aspiración de la igual-
dad, la libertad y la universalización de la ley, as-
piraciones de la llamada modernidad, también
han sido simplificados y homogenizados: un viejo
principio de la economía, con nueva máscara, ha
venido a ocupar el lugar vacío de los fundamentos
y como la metáfora aristotélica del motor inmóvil,
ha venido a o llenar el lugar de las justificaciones
y las explicaciones de lo social: las tecnologías de
la eficiencia.
Las tecnologías de la eficiencia son el vector que
ha inducido la homogenización de los discursos
y las prácticas de lo social en las sociedades con-
36. 36
MOVIMIENTO
temporáneas. Procesos de aplanamiento, que
transforma los derechos en servicios y los servi-
cios en empresas y las empresas en iniciativas pri-
vadas, mediatizadas por la forma más directa del
interés económico: como hacer menos con más,
hacerlo mejor y más rápido. La eficiencia6
. Los dis-
cursos mediadores, surgidos en el siglo XIX, como
los discursos de la igualdad, de los derechos, del
humanismo social, del bienestar de las personas,
de la salud, la educación, la cultura o los discur-
sos del saber y del conocimiento en tanto que
tal, han sido reemplazados por el objetivo directo
de la funcionalidad económica: la rentabilidad,
la iniciativa privada y la eficiencia. Los modelos
organizacionales y la seudo filosofía del Manage-
ment7
. Y la Ética de la competitividad y el éxito.
Que, como un esquema, son los tres vértices del
triángulo que constituyen las tecnologías de la
eficiencia.
A manera de Conclusión
Las palabras señaladas arriba, en el epígrafe son
ejemplo de cierta manera generalizada de pensar
en nuestras sociedades actuales: la competencia
y la apuesta, el afán por el éxito. Por el resulta-
do. No importa que se sacrifique el espectáculo,
la fiesta, el divertimento, la alegría, la estética. Lo
que vale es ganar. Lo que vale…Lo otro es carreta.
Lo otro, y qué es lo otro? Lo contrario de ganar, lo
contrario de un equipo bonito y espectacular. No
es del fútbol de lo que hablan estos señores que
así piensan, hablan de una manera de ver el jue-
go. Del juego mismo. De la destitución del juego
de la alegría, de la jugada adornada, de la gracia y
la travesura del jugador de barrio. De lo que habla
este señor es de una manera de ver el mundo. Es
6 Para el tema de fondo relacionado con las transformacio-
nes y el sentido del punto de vista de la nueva economía,
ver FOUCAULT, Michel. El nacimiento de la biopolítica,
Fondo de Cultura Económico, México, 2007. En particu-
lar los textos de los cursos del 14 de febrero de 1979 y del
21 de marzo de 1979.
7 DELEUZE. Op. cit. “El marketing es ahora el instrumen-
to del control social, y forma la raza impúdica de nues-
tros amos”.
la manera de ver impuesta por las tecnologías de
la eficiencia: Lo que vale es el resultado y éste no
puede ser más que ganar o perder. El resultado
vuelto valor. En los dos sentidos: valor, en rela-
ción con la bolsa de valores, el espectáculo vuel-
to mercado. Y valor en relación con una postura
frente al mundo, frente al otro y frente a sí mismo.
Que algunos llaman ética: El éxito, la competen-
cia, el resultado como valores. Es un pensamiento
que ha devenido mayoritario en el mundo actual.
Y que como la proliferación cancerígena amenaza
con hacer metástasis en todos los órdenes de la
sociedad.
Esa es la orientación del pensamiento social hoy
en el mundo. Es el punto de vista de lo que en los
discursos se llama el neoliberalismo. Y que, desde
hace algunas décadas, es el pensamiento mayori-
tario en América Latina. Por lo menos de quienes
deciden y se benefician de la empresa América
Latina8
. Es el peligro, pero nada dice que sea un
destino.
8 Como cuando en algunas familias, los niños peque-
ños heredaban la ropa de los hermanos mayores, y por
más que se la ajustaran, siempre terminaba por quedarle
grande a pesar de los recortes y remiendos. Así, ha sido
en América Latina, la herencia de las maneras de ajus-
tar nuestra cultura y nuestro “vestido propio”. Tenemos
“vestido propio”, pero inicialmente no está hecho para
nuestra medida.
37.
38. 38
MOVIMIENTO
En el marco de la celebración de los cincuenta
años del establecimiento de la Sociología como
disciplina académica y profesional en el país, una
joven colega que hace sus estudios en la Facultad
me propuso que escribiera algo relacionado con
la historia de esta disciplina en el país. No me con-
sidero la persona más indicada para este encargo,
cuando además eminentes sociólogos han hecho
ya análisis muy serios y profundos al respecto.
Para no decepcionarla, me propongo hacer una
breve reflexión sobre los sociólogos que se están
formando para este siglo que comienza. Me cen-
traré en tres aspectos (luego de una síntesis de
la historia de la profesión en el país y la región):
¿quiénes son los jóvenes que hoy se preparan
para ser los sociólogos y las sociólogas que en
el país y en los tiempos presentes se están for-
mando?, ¿qué ocurre hoy en la sociedad y en la
universidad que los prepara? Y finalmente, ¿qué
podemos esperar de ellos?
Algunos antecedentes de sociología
colombiana
Comobiensesabe,laSociologíaapareceenelpaís
a finales del siglo XIX cuando tanto don Salvador
Camacho Roldán, como en su momento don Ra-
fael Núñez proponen su implantación y elogian la
necesidad de la misma para comprender esta so-
ciedad cambiante y conflictiva. Pasarían muchos
años antes de ver su formalización académica, a
pesar de la insistencia de muchos e importantes
pensadores que en la primera mitad del siglo XX
creen que con su estudio se podría comprender
y construir una sociedad mejor. Igual ocurre en
GUILLERMO PÁEZ MORALES
Sociólogo
Profesor de la Facultad de Sociología
UNIVERSIDAD SANTO TOMÁS
gpaezm@hotmail.com
SOCIÓLOGAS Y SOCIÓLOGOS PARA EL SIGLO XXI
toda América Latina, aunque haya diferencias de
años.
A nivel latinoamericano, podría decirse, surgen
varias preocupaciones en la primera mitad del si-
glo XX, las cuales seguirán estando presentes, con
diverso énfasis durante el resto del siglo. Estas
pueden resumirse en:
◆ La necesidad de llegar a comprender quién y
cómo es el pueblo latinoamericano en conjun-
to y por países.
◆ El énfasis en la normatividad, como forma de
dar una identidad nacional para poder cons-
truir nación.
◆ El interés por la solución de los problemas
sociales aparece a nivel de cada país y de la
región.
Estos aspectos mencionados, aunque merecerían
un análisis más profundo, tienen en el caso co-
lombiano claros elementos históricos que marca-
rían el desarrollo de la disciplina, aún antes de su
aparición formal, así como a lo largo de su desa-
rrollo y seguirán teniéndolos, con modificaciones,
en el nuevo siglo que hemos comenzado.
La comprensión de cómo somos y qué nos carac-
teriza como pueblo, tuvo su momento más desco-
llante en los años veinte del siglo pasado, cuando
un grupo de estudiantes promovió un resonado
debate público, en el cual se discutió si la raza co-
lombiana era inferior, igual o superior a la europea
y cuáles eran sus características (Jiménez, 1920).
Entre las grandes conclusiones del debate, en el
cual participaron intelectuales de mucho presti-