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PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Plaza de San Pedro Miércoles 22 de mayo de 2013
El Espíritu Santo, es quien da la vida a la Iglesia, quien guía
sus pasos.
Nota: El color amarillo, es el texto oficial de la catequesis en esta dirección:
http://www.vatican.va/holy_father/francesco/audiences/2013/documents/papa-
francesco_20130522_udienza-generale_sp.html
Las imágenes, normalmente, hacen referencia a las frases resaltadas con negritas.
Las frases y numeraciones añadidas, al fragmentar el texto del Papa, se reconocen por estar entre
corchetes [ ].
Vinculo con restantes presentaciones del Año de la fe a través del: Índice Catequesis. Año de la fe.
Octubre 2012/13
Diseño diapositivas, 14 de junio de 2013. Emilio Perucha Herranz.
Si los dones caen en buena tierra, se
obtendrán los correspondientes frutos
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En el Credo, inmediatamente después de profesar la fe en el
Espíritu Santo, decimos: «Creo en la Iglesia una, santa, católica y
apostólica».
Existe un vínculo profundo entre estas dos realidades de fe: es el
Espíritu Santo, en efecto, quien da la vida a la Iglesia, quien guía
sus pasos.
Sin la presencia y la acción incesante del Espíritu Santo, la Iglesia
no podría vivir y no podría realizar la tarea que Jesús resucitado
le confió de ir y hacer discípulos a todos los pueblos (cf. Mt
28, 19).
Evangelizar es la misión de la Iglesia, no sólo de algunos, sino la
mía, la tuya, nuestra misión. El apóstol Pablo exclamaba: «¡Ay de
mí si no anuncio el Evangelio!» (1 Co 9, 16). Cada uno debe ser
evangelizador, sobre todo con la vida.
Pablo VI subrayaba que «evangelizar... es la dicha y vocación
propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para
evangelizar» (Exhort. ap. Evangelii nuntiandi, 14).
«Amemos a Dios hermanos míos, amemos a Dios, pero que sea a costa de nuestros
brazos, que sea con el sudor de nuestra frente… porque hay muchos que preocupados
de tener un aspecto externo de compostura y el interior lleno de gran-des
sentimientos de Dios, se detienen en esto; y cuando se llega a los hechos y se
presentan ocasiones de obrar, se quedan cortos.
Se muestran satisfechos de su imaginación calenturienta, contentos con los dulces
coloquios que tienen con Dios en la oración; hablan casi como ángeles; pero
luego, cuando se trata de trabajar por Dios, de sufrir, de mortificarse, de instruir a
los pobres, de ir a buscar a la oveja descarriada, de desear que les falte alguna cosa, de
aceptar las enfermedades o cualquier cosa agradable, ¡ay! Todo se viene abajo y les
fallan los ánimos. No nos engañemos».1
Más en: http://somos.vicencianos.org/blog/2013/02/28/una-mirada-lucida-sobre-el-
presente-nuestra-identidad-vicenciana-hoy/
Logo Congregación de la Misión fundada por San Vicente Paul.
¿Quién es el verdadero motor de la evangelización en nuestra vida y en la Iglesia? Pablo VI escribía con claridad: «Él es quien, hoy igual que en
los comienzos de la Iglesia, actúa en cada evangelizador que se deja poseer y conducir por Él, y pone en los labios las palabras que por sí solo no
podría hallar, predisponiendo también el alma del que escucha para hacerla abierta y acogedora de la Buena Nueva y del reino anunciado» (ibid.,
75).
Para evangelizar, entonces, es necesario una vez más abrirse al horizonte del Espíritu de Dios, sin tener miedo de lo que nos pida y dónde nos
guíe.
Símbolos
Al Espíritu Santo se le representa de diferentes formas:
Agua: El simbolismo del agua es significativo de la acción del Espíritu Santo en el Bautismo, ya
que el agua se convierte en el signo sacramental del nuevo nacimiento.
Unción: Simboliza la fuerza. La unción con el óleo es sinónima del Espíritu Santo. En el
sacramento de la Confirmación se unge al confirmado para prepararlo a ser testigo de Cristo.
Fuego: Simboliza la energía transformadora de los actos del Espíritu.
Nube y luz: Símbolos inseparables en las manifestaciones del Espíritu Santo. Así desciende
sobre la Virgen María para "cubrirla con su sombra". En el Monte Tabor, en la Transfiguración, el
día de la Ascensión; aparece una sombra y una nube.
Sello: Es un símbolo cercano al de la unción. Indica el carácter indeleble de la unción del
Espíritu en los sacramentos y hablan de la consagración del cristiano.
La Mano: Mediante la imposición de manos los Apóstoles y ahora los Obispos, trasmiten el
"don del Espíritu".
La Paloma: En el Bautismo de Jesús, el Espíritu Santo aparece en forma de paloma y se posa
sobre Él.
¡Encomendémonos a Él! Él nos hará capaces de vivir y testimoniar nuestra fe, e iluminará el corazón de quien encontremos.
Esta fue la experiencia de Pentecostés: los Apóstoles, reunidos con María en el Cenáculo, «vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que
se dividían, posándose encima de cada uno de ellos.
Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse» (Hch 2, 3-4).
El Espíritu Santo, descendiendo sobre los Apóstoles, les hace salir de la sala en la que estaban encerrados por miedo, los hace salir de sí
mismos, y les transforma en anunciadores y testigos de las «grandezas de Dios» (v. 11).
Y esta transformación obrada por el Espíritu Santo se refleja en la multitud que acudió al lugar venida «de todos los pueblos que hay bajo el
cielo» (v. 5), porque cada uno escuchaba las palabras de los Apóstoles como si fueran pronunciadas en la propia lengua (cf. v. 6).
Aquí tenemos un primer efecto importante de la acción del Espíritu Santo que guía y anima el anuncio del Evangelio: la unidad, la comunión.
En Babel, según el relato bíblico, se inició la dispersión de los pueblos y la confusión de las lenguas, fruto del gesto de soberbia y de orgullo del
hombre que quería construir, sólo con las propias fuerzas, sin Dios, «una ciudad y una torre que alcance el cielo» (Gn 11, 4).
La
Torre
de
Babel
En Pentecostés se superan estas
divisiones.
Ya no hay más orgullo hacia Dios, ni la
cerrazón de unos con otros, sino que
está la apertura a Dios, está el salir para
anunciar su Palabra:
una lengua nueva, la del amor que el
Espíritu Santo derrama en los corazones
(cf. Rm 5, 5);
una lengua que todos pueden
comprender y que, acogida, se puede
expresar en toda existencia y en toda
cultura.
La lengua del Espíritu, la lengua del Evangelio es la lengua de la
comunión, que invita a superar cerrazones e indiferencias, divisiones y
contraposiciones.
Deberíamos preguntarnos todos:
¿cómo me dejo guiar por el Espíritu Santo de modo que mi vida y mi
testimonio de fe sea de unidad y comunión?
¿Llevo la palabra de reconciliación y de amor que es el Evangelio a los
ambientes en los que vivo?
Niños Mártires Martirologio Romano:
En Compluto (hoy Alcalá de Henares), en la Hispania Cartaginense, santos mártires Justo y
Pastor.
Todavía niños, corrieron voluntariamente al martirio, abandonando en la escuela sus
tablillas de escolar y, detenidos por orden del juez e inmediatamente azotados,
animándose y exhortándose mutuamente fueron degollados por su amor a Cristo (304).
A veces parece que se repite hoy lo que sucedió en Babel: divisiones, incapacidad de comprensión, rivalidad, envidias, egoísmo.
¿Qué hago con mi vida? ¿Creo unidad en mi entorno? ¿O divido, con las habladurías, las críticas, las envidias? ¿Qué hago?
Pensemos en esto.
Llevar el Evangelio es anunciar y vivir nosotros en primer lugar la reconciliación, el perdón, la paz, la unidad y el amor que el Espíritu Santo nos
dona. Recordemos las palabras de Jesús: «En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros» (Jn 13, 35).
Un segundo elemento: el día de Pentecostés, Pedro, lleno de Espíritu Santo, poniéndose en pie «con los Once» y «levantando la voz» (Hch 2,
14), anuncia «con franqueza» (v. 29) la buena noticia de Jesús, que dio su vida por nuestra salvación y que Dios resucitó de los muertos.
He aquí otro efecto de la acción del Espíritu Santo: la valentía, de anunciar la novedad del Evangelio de Jesús a todos, con franqueza (parresia), en
voz alta, en todo tiempo y lugar.
Y esto sucede también hoy para la Iglesia y para cada uno de nosotros:
del fuego de Pentecostés, de la acción del Espíritu Santo, se irradian
siempre nuevas energías de misión, nuevos caminos por los cuales
anunciar el mensaje de salvación, nueva valentía para evangelizar.
¡No nos cerremos nunca a esta acción! ¡Vivamos con humildad y
valentía el Evangelio!
Testimoniemos la novedad, la esperanza, la alegría que el Señor trae a
la vida.
Sintamos en nosotros «la dulce y confortadora alegría de evangelizar»
(Pablo VI, Exhort. ap. Evangelii nuntiandi, 80).
Porque evangelizar, anunciar a Jesús, nos da alegría; en cambio, el
egoísmo nos trae amargura, tristeza, tira de nosotros hacia abajo;
evangelizar nos lleva arriba.
Indico solamente un tercer elemento, que, sin embargo, es particularmente importante: una nueva evangelización, una Iglesia que evangeliza
debe partir siempre de la oración, de pedir, como los Apóstoles en el Cenáculo, el fuego del Espíritu Santo.
Sólo la relación fiel e intensa con Dios permite salir de las propias cerrazones y anunciar con parresia el Evangelio.
Sin la oración nuestro obrar se vuelve vacío y nuestro anuncio no tiene alma, ni está animado por el Espíritu.
Queridos amigos, como afirmó Benedicto XVI, hoy la Iglesia «siente sobre todo el viento del Espíritu
Santo que nos ayuda, nos muestra el camino justo; y así, con nuevo entusiasmo, me parece, estamos
en camino y damos gracias al Señor» (Discurso en la Asamblea general ordinaria del Sínodo de los
obispos, 27 de octubre de 2012: L’Osservatore Romano, edición en lengua española, 4 de noviembre
de 2012, p. 2).
Renovemos cada día la confianza
en la acción del Espíritu Santo, la
confianza en que Él actúa en
nosotros, Él está dentro de
nosotros, nos da el fervor
apostólico, nos da la paz, nos da
la alegría.
Dejémonos guiar por Él, seamos
hombres y mujeres de
oración, que testimonian con
valentía el Evangelio, siendo en
nuestro mundo instrumentos de
la unidad y de la comunión con
Dios.
Gracias.
Saludos
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española,
en particular a los venidos de España, Argentina, Chile,
Ecuador, Guatemala, México, Perú y otros países
latinoamericanos.
Que todos nos dejemos guiar por el Espíritu Santo,
para ser verdaderos discípulos y misioneros de Cristo
en la Iglesia.
Muchas gracias.
Os invito a orar conmigo por las víctimas,
especialmente los niños, del desastre en Oklahoma.
Que el Señor consuele a todos, en particular a los
padres que han perdido tan trágicamente a un hijo.
LLAMAMIENTO
El viernes 24 de mayo es el día dedicado a la memoria litúrgica de la Santísima
Virgen María, Auxilio de los cristianos, venerada con gran devoción en el
Santuario de Sheshan en Shanghai.
Invito a todos los católicos del mundo a unirse en oración con los hermanos y las
hermanas que están en China, a fin de implorar de Dios la gracia de anunciar con
humildad y con alegría a Cristo muerto y resucitado, de ser fieles a su Iglesia y al
Sucesor de Pedro y de vivir la cotidianidad en el servicio a su país y a sus
conciudadanos de manera coherente con la fe que profesan.
Haciendo nuestras algunas palabras de la oración de la Virgen de Sheshan,
desearía junto a vosotros invocar a María así: “Nuestra Señora de Sheshan, sostén
el compromiso de cuantos en China, entre las fatigas diarias, siguen creyendo,
esperando, amando, para que nunca teman hablar de Jesús al mundo y del
mundo a Jesús”.
Que María, Virgen fiel, sostenga a los católicos chinos, haga sus no fáciles
compromisos cada vez más preciosos a los ojos del Señor, y haga crecer el afecto
y la participación de la Iglesia que está en China en el camino de la Iglesia
universal.

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Papa.fancisco añofe27.el espíritu santo, es quien da la vida a la iglesia

  • 1. PAPA FRANCISCO AUDIENCIA GENERAL Plaza de San Pedro Miércoles 22 de mayo de 2013 El Espíritu Santo, es quien da la vida a la Iglesia, quien guía sus pasos. Nota: El color amarillo, es el texto oficial de la catequesis en esta dirección: http://www.vatican.va/holy_father/francesco/audiences/2013/documents/papa- francesco_20130522_udienza-generale_sp.html Las imágenes, normalmente, hacen referencia a las frases resaltadas con negritas. Las frases y numeraciones añadidas, al fragmentar el texto del Papa, se reconocen por estar entre corchetes [ ]. Vinculo con restantes presentaciones del Año de la fe a través del: Índice Catequesis. Año de la fe. Octubre 2012/13 Diseño diapositivas, 14 de junio de 2013. Emilio Perucha Herranz. Si los dones caen en buena tierra, se obtendrán los correspondientes frutos
  • 2. Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! En el Credo, inmediatamente después de profesar la fe en el Espíritu Santo, decimos: «Creo en la Iglesia una, santa, católica y apostólica». Existe un vínculo profundo entre estas dos realidades de fe: es el Espíritu Santo, en efecto, quien da la vida a la Iglesia, quien guía sus pasos. Sin la presencia y la acción incesante del Espíritu Santo, la Iglesia no podría vivir y no podría realizar la tarea que Jesús resucitado le confió de ir y hacer discípulos a todos los pueblos (cf. Mt 28, 19). Evangelizar es la misión de la Iglesia, no sólo de algunos, sino la mía, la tuya, nuestra misión. El apóstol Pablo exclamaba: «¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!» (1 Co 9, 16). Cada uno debe ser evangelizador, sobre todo con la vida. Pablo VI subrayaba que «evangelizar... es la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar» (Exhort. ap. Evangelii nuntiandi, 14). «Amemos a Dios hermanos míos, amemos a Dios, pero que sea a costa de nuestros brazos, que sea con el sudor de nuestra frente… porque hay muchos que preocupados de tener un aspecto externo de compostura y el interior lleno de gran-des sentimientos de Dios, se detienen en esto; y cuando se llega a los hechos y se presentan ocasiones de obrar, se quedan cortos. Se muestran satisfechos de su imaginación calenturienta, contentos con los dulces coloquios que tienen con Dios en la oración; hablan casi como ángeles; pero luego, cuando se trata de trabajar por Dios, de sufrir, de mortificarse, de instruir a los pobres, de ir a buscar a la oveja descarriada, de desear que les falte alguna cosa, de aceptar las enfermedades o cualquier cosa agradable, ¡ay! Todo se viene abajo y les fallan los ánimos. No nos engañemos».1 Más en: http://somos.vicencianos.org/blog/2013/02/28/una-mirada-lucida-sobre-el- presente-nuestra-identidad-vicenciana-hoy/ Logo Congregación de la Misión fundada por San Vicente Paul.
  • 3. ¿Quién es el verdadero motor de la evangelización en nuestra vida y en la Iglesia? Pablo VI escribía con claridad: «Él es quien, hoy igual que en los comienzos de la Iglesia, actúa en cada evangelizador que se deja poseer y conducir por Él, y pone en los labios las palabras que por sí solo no podría hallar, predisponiendo también el alma del que escucha para hacerla abierta y acogedora de la Buena Nueva y del reino anunciado» (ibid., 75). Para evangelizar, entonces, es necesario una vez más abrirse al horizonte del Espíritu de Dios, sin tener miedo de lo que nos pida y dónde nos guíe. Símbolos Al Espíritu Santo se le representa de diferentes formas: Agua: El simbolismo del agua es significativo de la acción del Espíritu Santo en el Bautismo, ya que el agua se convierte en el signo sacramental del nuevo nacimiento. Unción: Simboliza la fuerza. La unción con el óleo es sinónima del Espíritu Santo. En el sacramento de la Confirmación se unge al confirmado para prepararlo a ser testigo de Cristo. Fuego: Simboliza la energía transformadora de los actos del Espíritu. Nube y luz: Símbolos inseparables en las manifestaciones del Espíritu Santo. Así desciende sobre la Virgen María para "cubrirla con su sombra". En el Monte Tabor, en la Transfiguración, el día de la Ascensión; aparece una sombra y una nube. Sello: Es un símbolo cercano al de la unción. Indica el carácter indeleble de la unción del Espíritu en los sacramentos y hablan de la consagración del cristiano. La Mano: Mediante la imposición de manos los Apóstoles y ahora los Obispos, trasmiten el "don del Espíritu". La Paloma: En el Bautismo de Jesús, el Espíritu Santo aparece en forma de paloma y se posa sobre Él.
  • 4. ¡Encomendémonos a Él! Él nos hará capaces de vivir y testimoniar nuestra fe, e iluminará el corazón de quien encontremos. Esta fue la experiencia de Pentecostés: los Apóstoles, reunidos con María en el Cenáculo, «vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se dividían, posándose encima de cada uno de ellos. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse» (Hch 2, 3-4).
  • 5. El Espíritu Santo, descendiendo sobre los Apóstoles, les hace salir de la sala en la que estaban encerrados por miedo, los hace salir de sí mismos, y les transforma en anunciadores y testigos de las «grandezas de Dios» (v. 11). Y esta transformación obrada por el Espíritu Santo se refleja en la multitud que acudió al lugar venida «de todos los pueblos que hay bajo el cielo» (v. 5), porque cada uno escuchaba las palabras de los Apóstoles como si fueran pronunciadas en la propia lengua (cf. v. 6).
  • 6. Aquí tenemos un primer efecto importante de la acción del Espíritu Santo que guía y anima el anuncio del Evangelio: la unidad, la comunión. En Babel, según el relato bíblico, se inició la dispersión de los pueblos y la confusión de las lenguas, fruto del gesto de soberbia y de orgullo del hombre que quería construir, sólo con las propias fuerzas, sin Dios, «una ciudad y una torre que alcance el cielo» (Gn 11, 4). La Torre de Babel En Pentecostés se superan estas divisiones. Ya no hay más orgullo hacia Dios, ni la cerrazón de unos con otros, sino que está la apertura a Dios, está el salir para anunciar su Palabra: una lengua nueva, la del amor que el Espíritu Santo derrama en los corazones (cf. Rm 5, 5); una lengua que todos pueden comprender y que, acogida, se puede expresar en toda existencia y en toda cultura.
  • 7. La lengua del Espíritu, la lengua del Evangelio es la lengua de la comunión, que invita a superar cerrazones e indiferencias, divisiones y contraposiciones. Deberíamos preguntarnos todos: ¿cómo me dejo guiar por el Espíritu Santo de modo que mi vida y mi testimonio de fe sea de unidad y comunión? ¿Llevo la palabra de reconciliación y de amor que es el Evangelio a los ambientes en los que vivo? Niños Mártires Martirologio Romano: En Compluto (hoy Alcalá de Henares), en la Hispania Cartaginense, santos mártires Justo y Pastor. Todavía niños, corrieron voluntariamente al martirio, abandonando en la escuela sus tablillas de escolar y, detenidos por orden del juez e inmediatamente azotados, animándose y exhortándose mutuamente fueron degollados por su amor a Cristo (304).
  • 8. A veces parece que se repite hoy lo que sucedió en Babel: divisiones, incapacidad de comprensión, rivalidad, envidias, egoísmo. ¿Qué hago con mi vida? ¿Creo unidad en mi entorno? ¿O divido, con las habladurías, las críticas, las envidias? ¿Qué hago? Pensemos en esto. Llevar el Evangelio es anunciar y vivir nosotros en primer lugar la reconciliación, el perdón, la paz, la unidad y el amor que el Espíritu Santo nos dona. Recordemos las palabras de Jesús: «En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros» (Jn 13, 35).
  • 9. Un segundo elemento: el día de Pentecostés, Pedro, lleno de Espíritu Santo, poniéndose en pie «con los Once» y «levantando la voz» (Hch 2, 14), anuncia «con franqueza» (v. 29) la buena noticia de Jesús, que dio su vida por nuestra salvación y que Dios resucitó de los muertos. He aquí otro efecto de la acción del Espíritu Santo: la valentía, de anunciar la novedad del Evangelio de Jesús a todos, con franqueza (parresia), en voz alta, en todo tiempo y lugar. Y esto sucede también hoy para la Iglesia y para cada uno de nosotros: del fuego de Pentecostés, de la acción del Espíritu Santo, se irradian siempre nuevas energías de misión, nuevos caminos por los cuales anunciar el mensaje de salvación, nueva valentía para evangelizar.
  • 10. ¡No nos cerremos nunca a esta acción! ¡Vivamos con humildad y valentía el Evangelio! Testimoniemos la novedad, la esperanza, la alegría que el Señor trae a la vida. Sintamos en nosotros «la dulce y confortadora alegría de evangelizar» (Pablo VI, Exhort. ap. Evangelii nuntiandi, 80). Porque evangelizar, anunciar a Jesús, nos da alegría; en cambio, el egoísmo nos trae amargura, tristeza, tira de nosotros hacia abajo; evangelizar nos lleva arriba.
  • 11. Indico solamente un tercer elemento, que, sin embargo, es particularmente importante: una nueva evangelización, una Iglesia que evangeliza debe partir siempre de la oración, de pedir, como los Apóstoles en el Cenáculo, el fuego del Espíritu Santo. Sólo la relación fiel e intensa con Dios permite salir de las propias cerrazones y anunciar con parresia el Evangelio. Sin la oración nuestro obrar se vuelve vacío y nuestro anuncio no tiene alma, ni está animado por el Espíritu.
  • 12. Queridos amigos, como afirmó Benedicto XVI, hoy la Iglesia «siente sobre todo el viento del Espíritu Santo que nos ayuda, nos muestra el camino justo; y así, con nuevo entusiasmo, me parece, estamos en camino y damos gracias al Señor» (Discurso en la Asamblea general ordinaria del Sínodo de los obispos, 27 de octubre de 2012: L’Osservatore Romano, edición en lengua española, 4 de noviembre de 2012, p. 2). Renovemos cada día la confianza en la acción del Espíritu Santo, la confianza en que Él actúa en nosotros, Él está dentro de nosotros, nos da el fervor apostólico, nos da la paz, nos da la alegría. Dejémonos guiar por Él, seamos hombres y mujeres de oración, que testimonian con valentía el Evangelio, siendo en nuestro mundo instrumentos de la unidad y de la comunión con Dios. Gracias.
  • 13. Saludos Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de España, Argentina, Chile, Ecuador, Guatemala, México, Perú y otros países latinoamericanos. Que todos nos dejemos guiar por el Espíritu Santo, para ser verdaderos discípulos y misioneros de Cristo en la Iglesia. Muchas gracias. Os invito a orar conmigo por las víctimas, especialmente los niños, del desastre en Oklahoma. Que el Señor consuele a todos, en particular a los padres que han perdido tan trágicamente a un hijo.
  • 14. LLAMAMIENTO El viernes 24 de mayo es el día dedicado a la memoria litúrgica de la Santísima Virgen María, Auxilio de los cristianos, venerada con gran devoción en el Santuario de Sheshan en Shanghai. Invito a todos los católicos del mundo a unirse en oración con los hermanos y las hermanas que están en China, a fin de implorar de Dios la gracia de anunciar con humildad y con alegría a Cristo muerto y resucitado, de ser fieles a su Iglesia y al Sucesor de Pedro y de vivir la cotidianidad en el servicio a su país y a sus conciudadanos de manera coherente con la fe que profesan. Haciendo nuestras algunas palabras de la oración de la Virgen de Sheshan, desearía junto a vosotros invocar a María así: “Nuestra Señora de Sheshan, sostén el compromiso de cuantos en China, entre las fatigas diarias, siguen creyendo, esperando, amando, para que nunca teman hablar de Jesús al mundo y del mundo a Jesús”. Que María, Virgen fiel, sostenga a los católicos chinos, haga sus no fáciles compromisos cada vez más preciosos a los ojos del Señor, y haga crecer el afecto y la participación de la Iglesia que está en China en el camino de la Iglesia universal.