1. EL DEDO EN LA LLAGA | ESTEBAN FARFÁN ROMERO
Mi Mami t a
ESTEBAN FARFÁN ROMERO
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"Muchas mujeres hicieron el bien, mas tú sobrepasas a todas" Proverbios .31:29
Cursaba el segundo curso en la escuela Daniel Campos de Villamontes, tenía siete
años, mi profesora (Mary C. de Lea Plaza), le dijo a mi madre que su hijo tenía serios
problemas con la visión cuando tenía que copiar del pizarrón las instrucciones, por lo que
le pidió que me llevara con urgencia al oculista. Hacía mucho esfuerzo por descifrar lo que
estaba en el pizarrón a pesar de sentare en la segunda fila. El polvo de la tiza, irritaba aún
más mis ojos. Todo el tiempo estaba colorado. Ese año Villamontes no contaba con
especialistas, solo médicos generales, así que mi mamá tuvo que llevarme a Tarija.
Una madrugada, mi mamá me despertó y me dijo que me levantara y cambiara de
ropa sin hacer ruido para no despertar a mi hermana. Habían decidido llevarme a Tarija.
Con mi hermana éramos inseparables por lo que debíamos salir discretamente de la casa.
Mi papá nos acompañó hasta tomar el Bus. Uno viejo, muy incómodo, hediondo, que
bramaba más que un tractor viejo llevando latas, transportaba de todo. Salía una vez por
semana, los días jueves. No cambió mucho la calidad del servicio, ahora hay todos los
días, pero el servicio sigue siendo malísimo. Viajar a Tarija es una tortura china, uno llega
con los huesos desordenados a la capital, 8 a 10 horas de viaje cuando debía ser en 4.
Viajamos todo el día zangoloteando, pasamos Entre Ríos más o menos a las 5:00 de
la tarde, y al caer la noche en cierto lugar del trayecto se detuvo el Bus. Estaba todo
oscuro, nos quedamos detenidos. No sabía que pasaba, pero si hacía mucho frio, estaba
un poco asustado y confundido, mamá me dijo que debíamos esperar, que me
tranquilizara. Me quedé dormido por la espera. Amaneció y seguíamos en el mismo lugar.
Ella sentada, yo con la mitad de mi cuerpo en su falda, envuelto en una delgada frazada.
Nos encontramos con varios derrumbes enormes en el camino. Había una larga fila de
vehículos de todo tipo, varados. Mamá llevó unos panes para el camino, para el estribo,
como decimos aquí en el Chaco. Había tanta gente que parecía que estábamos de
campamento. El primer día fue emocionante, una aventura, para mi inquietante, porque el
lugar era totalmente extraño, los cerros pelados, el frio crudo, la gente diferente, muy
abrigada, todo desconocido. Lo primero que me llamó mucho la atención fueron las
polleras, nunca había visto una mujer con tantas faldas sobrepuestas. No había nada para
comer, estábamos en un desierto. El primer día los lugareños trajeron huevo duro con
papa para vender, desaparecía en cuanto asomaba porque una nube de compradores
manoteaban los huevos y las papas.
2. Mi mamá compró algo para comer. Todo era muy caro y nosotros teníamos el dinero
cabal para los gastos de mi atención en la capital, por lo que un gasto no programado
desequilibraba todo. El primer día comí poco, pero logre controlar el hambre, ayudando a
matar el hambre con el pan casero que habíamos traído. Pasamos todo el día en el lugar,
por la noche nuevamente el insoportable frio. No teníamos mucha ropa pesada porque no
estábamos acostumbrados a ese clima. Pasó pronto la emoción de lo nuevo y comencé a
desesperarme y aburrirme en el mismo lugar, muy accidentado. Recuerdo que en el día el
sol aparecía por ratos, lloviznaba, hacía mucho frio, un viento frio, el lugar deprimente
porque no había mucha vegetación como en casa, un páramo, todo muy feo. Pasamos una
noche más en el bus, mi mamá durmió sentada y yo recostado en su regazo.
Amaneció, nuevamente el frio, fuimos a una poco caudalosa quebrada para asearnos.
Mi mamá hizo algunos amigos con los que compartía las penas. El derrumbe seguía intacto
porque era fin de semana y los del Servicio Nacional de Caminos no trabajaban los días
inhábiles, había que esperar el lunes. Además los equipos pesados estaban en Tarija, por lo
que debíamos esperar el traslado.
El segundo día otra vez a buscar algo para comer. Lo único que hacía era comunicarle
a mamá que tenía mucha hambre. Consiguió/compró con mucho esfuerzo dos huevos
duros y un par de papas. Pasamos el segundo día. Otra vez la noche, el frio, el
aburrimiento, el cansancio. A medida que pasaba el tiempo más vehículos se embolsaban.
Imposible regresar porque no había transporte de retorno.
El tercer día, mi mamá ya no tenía dinero para comprar más comida por lo que tuvo
que buscar alguna solución creativa, estaba muy preocupada por mí. Se hizo amiga del
ayudante del bus. Mi mamá es una mujer de campo/campesina, nació y se crió en un
Rancho. De pronto ella sintió que una abejita señorita se asentó en su brazo, la miró,
después la siguió sin perder la pista y con mucho esfuerzo y cuidado logró que la misma la
llevara hasta su colmena. La abeja señorita (o angelita) es pequeña (tetragonisca angustula),
amarilla, no pica y normalmente hace su pequeña colmena en un palo caído o en la tierra o
en una roca deleznable. Acumula poca miel, pero es muy suave. Dicen que esta miel tiene
poderosas propiedades afrodisiacas. No sé. Gracias a su experiencia, pericia y táctica, mi
mamá logró localizar la colmena de la abejita en medio de la peña, en un lugar poco
accesible. Hizo la marca respectiva para no perder el rastro, regresó sin despertar
sospechas al bus, y le pidió al ayudante que era su amigo que le acompañara a sacar miel
de abeja, a medias. El ayudante se horrorizó al escuchar la propuesta, se negó, pues
pensaba que se trataba de una de abejas extranjeras que pica, y muy feo. Cuando son
muchas, la experiencia no es nada agradable. Yo lo sé.
Eran las 10:00 de la mañana. Mamá logró convencer al ayudante y los tres fuimos al
lugar. Yo seguía de lejos la operación por orden de mi mamá por los peligros que
conllevaba el lugar muy escabroso. Mamá con el ayudante hicieron el trabajo por turno.
Usaron una pata de cabra, un desarmador que hizo de punzón, un martillo, y mamá tenía
una bolsa de nylon en el bolsillo. Trabajaron cuidadosamente por casi dos horas hasta que
lograron dar con el tesoro, mientras las abejitas abandonaban su nido sin ofrecer
resistencia. Como mi mamá sabe muy bien este tipo de procedimientos, con mucho
cuidado sacó de en medio de la las rocas la bolsa natural que contiene la deliciosa miel.