EL DERECHO DE ACCESO A LA INFORMACIÓN PÚBLICA Y EL NUEVO CONTROL POLÍTICO DE...
Pluralismo frente a culturalismo
1. Derecho de la Información
Comunicación y choque de culturas: pluralismo frente a
multiculturalismo
Fernando Ramos
Universidad de Vigo.
El concepto de inmersión cultural corresponde a la serie de elementos de los que
cualquier persona física o jurídica debe de proveerse a la hora de introducirse en un
espacio geográfico, socio-cultural o político diferente del suyo, donde los hábitos y
modos de comportamiento son distintos de los que corresponden a su cultura.
Pese a que avanzamos hacia la aldea global, uno de los principales problemas
con que nos encontramos en este sentido, radica en las colisiones que se producen
en la comunicación intercultural. Si aún dentro de un mismo espacio (americano o
europeo) existen diferencias notables entre países de un área geográfica, estas
diferencias se agudizan cuando el contacto se produce entre culturas separadas por
amplios abismos religiosos, políticos o socioculturales.
En Occidente, con independencia de hemisferios y países, somos esencialmente
subsidiarios de la herencia judeo-cristiana y de su sistema de valores, por lo que se
refiere a determinados principios éticos y religiosos. Pero tales principios se
inscriben dentro de una tradición más amplia, la cultura grecolatina que nos infunde
pautas y modelos en ámbitos tan diversos como los cánones de belleza, el derecho
privado o la ética y la filosofía.
Ese sustrato constituye el humus, la base nutriente sobre la que se desarrolla la
personalidad colectiva de los pueblos. Ese sustrato alimenta los modos de vivir y
relacionarse con los demás y de hacer vida social ordenada por esa herencia cultural.
De ese sustrato salen conceptos como la hospitalidad, el trato con los extranjeros, la
apertura a las nuevas ideas, los prejuicios, los estereotipos, los paradigmas, los
modelos de acción, las normas sociales, los tabúes, los hábitos e incluso
determinadas modas.
Pero es evidente que el valor civil esencial de las ciudades democráticas
occidentales trae causa de la Ilustración y la Revolución Francesa, con valores
indiscutibles (recogidos en las constituciones europeas) como la separación de la
iglesia y el Estado, la seguridad jurídica, la separación de poderes, la igualdad de los
ciudadanos ante la ley, los derechos que se corresponden con los deberes que poseen
u obligan a todos los ciudadanos sin excepciones.
Modelos y actitudes
Veamos algunos ejemplos prácticos:
China
2. Derecho de la Información
En Occidente, a la hora de plantear la disposición de los espacios en una
conferencia o reunión internacional, en el caso de dos delegaciones, lo usual es
colocarlas frente a frente en una mesa rectangular. El agente principal se sienta en el
centro frente a su homólogo, y el resto de los componentes del grupo se reparten por
orden decreciente de izquierda a derecha.
Pero cuando nuestros interlocutores son chinos, este esquema no sirve.
La delegación china coloca a su personaje más importante en un extremo. No
interviene en la negociación. Calla y observa. Los chinos se levantan repetidamente
y se consultan. El dirigente occidental se estará dirigiendo repetidamente a un
personaje secundario que recibe indicaciones del elemento realmente decisivo, quien
sólo al final se identifica y da el visto bueno.
Para negociar con un chino es preciso conocer previamente su psicología, sus
hábitos de relación social e incluso, si la experiencia lo permite, sus trucos.
Estados Unidos
Un europeo o un sudamericano no deben acudir a un desayuno de trabajo con un
norteamericano a desayunar, sino a negociar. Los ingleses dicen que cuando se
negocia en las antiguas colonias se debe ir desayunado para no perder tiempo y
conformarse, a lo sumo, con un café.
Cuidado con el calendario
En el Protocolo internacional conviene tener en cuenta un aspecto de enorme
relevancia que, con frecuencia se olvida a la hora de programas o realizar una acción
determinada.
No todos los pueblos seguimos el mismo calendario.
Cierto que, para gran parte de la comunidad internacional, se sigue el llamado
Calendario Gregoriano, que el Papa Gregorio XIII impuso en 1582 y empieza el
primero de enero.
Los musulmanes siguen un calendario lunar de 354 días y su era comienza el 16
de julio de 662. El primer día del año cambia cada año en función de la luna.
Los judíos siguen asimismo un calendario lunar de 354 días, con siete años
bisiestos. El año comienza entre septiembre y octubre, según la luna.
Los chinos siguen un calendario cíclico de 19 años: doce tienen 354 ó 355 días
en doce meses. Siete años tienen 384 ó 383 días y 13 meses. El año se inicia en
primavera.
Los cristianos ortodoxos siguen el calendario Juliano, de Julio César. Empiezan
el año el 13 de enero.
3. Derecho de la Información
¡Cuidado con las fiestas y las efemérides!
¡Cuidado con los símbolos y los presentes!
Fraga y los hugonotes
En las relaciones internacionales hay que ser especialmente cuidadoso con los
símbolos culturales y religiosos, especialmente con respecto a los obsequios y los
presentes, ya que algunas iniciativas no adecuadamente documentadas pueden
acabar en un desastre.
Uno de estos casos se produjo hace unos años con ocasión de la visita del
entonces presidente de la Xunta de Galicia, Manuel Fraga, a la presidencia y sede
central del grupo automovilístico francés PSA-Peugeot-Citroën, uno de los más
importantes de Europa. Este grupo tiene en Vigo una de sus más importantes
fábricas que son la primera empresa industrial de la ciudad.
Los propietarios de la empresa son hugonotes; es decir, protestantes reformados,
muy rigurosos en cuanto a la no utilización de símbolos o imágenes. En su primera
visita oficial, los asesores de imagen del presidente Fraga entendieron que lo más
apropiado era llevar como obsequio el símbolo más representativo de Galicia: Una
imagen de Santiago, del apóstol Santiago a caballo. Se trataba de una escultura de
Sargadelos, de enorme belleza.
Cuando Fraga entregó el presente al presidente del grupo, las caras de asombro
de los franceses fueron evidentes. Pero como eran personas bien educadas, lo
recogieron sin hacer comentarios. La situación fue, de todos modos, harto
embarazosa. Por cortesía, los franceses colocaron el presente en una vitrina con
otros recuerdos. Pero según me contó el más tarde consejero delegado de la empresa
Citroën, poco a poco la imagen de Santiago fue sufriendo atentados hasta que
desapareció.
Al margen de lo que esta historia pueda tener de graciosa, lo cierto es que en las
relaciones internacionales, el Protocolo y el sentido común parecen aconsejar
documentarse adecuadamente sobre los referentes culturales y simbólicos que tienen
los diversos objetos, para nosotros familiares y queridos, pero que pueden resultar
impertinentemente inadecuados en otros contextos.
Lo políticamente correcto
En los años sesenta, los Estados Unidos hicieron dos aportaciones significativas
a la historia de la frivolidad humana. Inventaron dos expresiones que habrían de
circular ampliamente por el resto del mundo, dada la eficiencia con que, a causa del
espíritu imitativo de los humanos, o de la creencia de que todo lo que viene de
América del Norte en cosa buena, se reproducen estas cosas.
La primera fue la expresión “Mayoría silenciosa”. La inventó el vicepresidente
de Richard Nixon, llamado Spiro Agnew. En realidad, este caballero, de origen
griego, se llamaba Spiro Anagnostopoulos; pero para escarnio de sus mayores
sajonizó su nombre y lo convirtió en el apelativo con que lo conoce la historia.
4. Derecho de la Información
Agnew vino a decirnos que todos aquellos que no se pronunciaban ni a favor ni en
contra de la polémica política de Nixon y de su partido formaban una mayoría
silenciosa que no se pronunciaba porque no precisaba hacerlo y que su silencio era
una evidente confirmación de asentimiento. Es un útil recurso de los dirigentes
populistas.
La segunda expresión fue el término “Políticamente correcto o incorrecto”,
según el caso. Lo “políticamente incorrecto” es, con frecuencia, lo que todo el
mundo opina realmente, pero que nadie se atreve a decir en público para no
desentonar.
En la historia de las relaciones humanas una expresión o una situación pueden
ser pertinentes o no, convenientes o no, prudentes o no, tempestivas o no. Pero son
apreciaciones diferentes. Pero “políticamente incorrecto” supone un elemento
limitativo que nada tiene que ver con la tempestividad, la prudencia, la pertinencia o
la conveniencia, sino con un determinado equilibrio de poderes o del poder, con
independencia de la verdad necesaria o de la oportunidad. Es la sublimación de la
hipocresía social; la perfección del eufemismo elevado al absurdo.
En los antiguos reinos españoles, se decía que la diferencia entre el súbdito leal y
el cortesano radicaba en que el cortesano solamente dice al Rey lo que este quiere
oír, mientras que el súbdito leal solamente dice al Rey lo que el Rey debe escuchar.
La imagen exterior y la comunicación global
Seguimos en este sentido, los consejos del profesor Hall, quien, hijo de inglés y
de gallega, posee una extraordinaria capacidad sintetizadora, luego de muchos años
de experiencia como asesor de comercio exterior. Hall ha elaborado un sencillo
prontuario de reglas, para “antes de Salir” o de preparar un lanzamiento
internacional:
1. Preparar la inmersión cultural
• Historia,
• geografía esencial
• Tradiciones, usos y costumbres
• Kinesia y proxemia
• Gestos, ademanes, distancia
• Movimiento de manos
2. Cuidado con las primeras impresiones
• Puntualidad
• Modos de presentación
• Forma de vestirse
• Lenguaje
3. Preparación de toda la actividad
• Contactos
• Logística
5. Derecho de la Información
4. Ritos sociales
• ¿Quién invita?
• Agasajos
• Obsequios
5. Previsión de conflictos
• Prever lo imprevisible
A propósito del conocimiento, Hall afirma que tampoco podemos acudir a otro país
pretendiendo saberlo todo. Hay que dejarse sorprender en algo.
En las relaciones internacionales hay que ser especialmente cuidadoso en los
contactos con aquellas sociedades o países, cuya cultura impone rígidas normas
sociales y protocolarias, derivadas de la religión o la costumbre.
Problemas con la dieta y la religión
En algunos actos de estado con invitados de determinadas confesiones religiosas
están surgiendo graves colisiones, cada vez con mayor frecuencia.
Invitar a marisco a un judío ortodoxo puede crear una violenta situación. Los
ultrareligiosos no admiten nada que no sea comida “Casher”. Hay muchas leyes de la
Torá que promueven la salud. El judaísmo prohibe comer animales que murieron solos
(sin que se las hay hecho la shejitá), así como también prohibe comer nada a base de la
sangre de los mismos.
Según el recetario ortodoxo, moluscos, almejas, langostas y cangrejos no están en la
dieta de la Torá. No comen leche y carne de un mismo animal. Pájaros de rapiña no son
casher, pues las hormonas producidas por la tensión de los mismos pueden hacer a la
carne no saludable para un judío. En este sentido, los dietistas hebreos afirman que el
pueblo judío tiene una misión de letakén et haolam (Reparar al mundo): Una dieta
especial nos recuerda nuestra misión y nos mantiene juntos como un solo pueblo para
poder realizar esto, afirman.
Los animales carnívoros y aves de rapiña no son casher porque cazan y matan a otros
animales. Los judíos ortodoxos afirman: La Torá nos permite comer los animales cuya
naturaleza es más refinada y no son incompatibles con lo que nosotros tratamos de
alcanzar en nuestro desarrollo personal. La Torá no quiere que nosotros consumamos
la naturaleza cruel de los animales predadores. El distanciamiento de ese tipo de
animales nos da un constante mensaje de que el Judaísmo busca distanciarse del
comportamiento cruel y no refinado. El Judaísmo dice finalmente: quot;Tu eres lo que
comesquot;.
En algunos ámbitos de la vida pública se aprecian ya alarmantes advertencias de lo
que puede avecinarse. ¿Es admisible que las sociedades occidentales se plieguen ante
quienes no guardan correspondencia alguna y pretenden imponer su fuero allí donde
fueren. Las normas de cortesía y la tolerancia occidentales no pueden superar el límite
de su propio sistema de valores. Las normas de cortesía que obligan al anfitrión para
hacer más grata la estancia del visitante sin violentar sus propios principios no pueden
hacer dejación del deber de exigir, por el principio de reciprocidad, sus propios valores.
6. Derecho de la Información
A veces, la tolerancia llega a la hipocresía: en las cenas de Estado del Palacio Real
de Madrid, con visitantes del mundo musulmán, se ha llegado al extremo de no incluir
en las minutas, pero sí el servicio, vinos o licores. De todos modos, al hijo del profeta
que lo deseara igualmente se le servían nuestros excelentes Riojas, eso sí, disimulado en
jarras de loza blanca como si fueran agua o refrescos en vasos asimismo apropiados
para el engaño.
Algunos pretendidos expertos sugieren aplicar una fórmula transaccional para
superar los conflictos, cosa no siempre fácil. Sugieren integrar y acoplas los protocolos
del huésped y el anfitrión mediante una fórmula ecléctica que conserve lo esencial de
cada uno. Ese reajuste pragmático es, en ocasiones, una cesión extrema.
El pragmatismo de algunos sugiere considerar que todo depende de nuestro interés
en la gestión derivada de ser especialmente flexible y para medir hasta donde puede
llegar la tolerancia se formulan cinco reglas:
• Importancia o valor para nosotros de la visita o el contacto
• La propia importancia personal del huésped
• La imagen que deseamos proyectar de nuestra organización
• La naturaleza a importancia de las normas que exige el huésped
• El costo económico, simbólico o político que supone transgredir nuestro propio
protocolo.
Pluralismo frente a Multiculturalismo
Una buena reflexión sobre este problema lo constituye el libro quot;La sociedad
multiétnica. Pluralismo, multiculturalismo y extranjerosquot;, del que es autor el profesor
Giovanni Sartori, considerado internacionalmente como el mayor experto en los
problemas actuales de los sistemas democráticos de Occidente. Catedrático de la
Universidad de Florencia y de la Columbia University, de Nueva York, es una gran
autoridad muy respetada por la comunidad científica.
La pregunta que formula el doctor Sartori es si la sociedad occidental puede ser
tolerante con los intolerantes; o dicho de otro modo, si ha de defender y preservar su
propio sistema de valores frente a quienes, en nombre del llamado quot;multiculturalismoquot;
(que él considera cosa diferente del pluralismo), pueden ponerla en peligro.
Dice el profesor Sartori que el quot;multiculturalismoquot; no persigue la integración
diferenciada, sino la desintegración multiétnica. De ahí lo difícil que resulte que la
sociedad occidental, pluralista y laica, pueda acoger sin disolverse a los enemigos
potenciales que la rechazan. quot;Porque -dice Sartori- no todos los inmigrantes son
iguales. Y porque un inmigrante de cultura teocrática plantea problemas muy distintos
del inmigrante que acepta la separación entre religión y políticaquot;.
En este sentido, la diferencia radica en que una sociedad pluralista es abierta y se
enriquece con las aportaciones de todos, mientras que el multiculturalismo significa el
desmembramiento de la comunidad pluralista en subgrupos o comunidades cerradas y
homogéneas entre sí.
7. Derecho de la Información
Sin ningún complejo, el profesor Sartori advierte de lo que puede ocurrir a
medio plazo en Occidente si determinados grupos se instalan, pero no se integran,
dentro de la sociedad pluralista y su sistema de valores, ya que aspiran a vivir dentro de
ella. Lo menos que puede pedírseles, si quieren ser ciudadanos, es que acepten las
obligaciones de tal ciudadanía.
Y eso no significa que tengan que perder su propia identidad personal. Dice
Sartori que conceder la ciudadanía no equivale a integrar, máxime, cuando
determinados colectivos, como los mulsulmanes, solamente reconocen quot;su ciudadaníaquot;
quot;optimo iurequot;; es decir, únicamente a los fieles de su religión. En cambio, en el
ordenamiento de la sociedad Occidental se adquiere la ciudadanía por descedencia (ius
sanguinis) o por el lugar donde se nace (ius soli), o por naturalización, obviamente.
¿Podemos convertir en ciudadanos a quienes se resisten a serlo? Porque conviene no
olvidar que para un occidental, mismo que religioso, un musulmán no es un infiel; pero
si lo somos nosotros para los islamistas, nos advierte el autor citado.
Si las actuales oleadas de inmigrantes de determinadas culturas que están
llegando a Occidente siguen integrándose en redes étnicas y cerradas de mutua
asistencia y defensa, haciendo solamente un uso funcional de las ventajas del modelo
occidental, a medio plazo puede ocurrir lo que el reconocido maestro italiano nos
previene: quot;La perspectiva es que, cuando estos grupos alcancen una masa crítica
comiencen a reivindicar -multiculturalismo iuvante como ayuda- los derechos de su
propia identidad ético-religiosa y que acaben por pasar al asalto de sus presuntos
opresores (los nativos)quot;.
Es previsible, según el autor citado, que las comunidades islámicas puedan
utilizar el voto para quot;hacerse intocables en las aceras, para imponer sus fiestas religiosas
(el viernes) e incluso (son problemas de ebullición en Francia), el quot;chadorquot; a las
mujeres, la poligamia y la ablación del clítorisquot;. Esta última práctica la realizan en la
civilizada Francia doscientas mil familias islámicas.
Veamos estas afirmaciones que cualquiera puede leer en las páginas de las
comunidades musulmanas en España:
“Sólo los musulmanes forman una comunidad. No existe semejante cosa como
la comunidad internacional. La ley internacional es una ilusión. Las constituciones
no tienen ni justicia ni poder. El poder únicamente pertenece a Allah”.
(Addalqadir As-Sufi Al-Murabit en “´País islámico”)
A
“Los derechos humanos son un engaño. Es una obligación, con excusas
condicionantes, luchar Yihad (guerra santa) bajo el mando de un jefe legítimo. A los
otros se les hará la guerra hasta que acepten la unidad de Allah. Se previene a los
musulmanes de tomar a judíos y cristianos como amigos, puesto que son enemigos”.
“Se reemplazarán las vergonzosas formas de la ley romana, revisadas y
corrompidas, primero por célibes sacerdotes cristianos con inclinaciones sádicas,
después por modernistas judeo-laicos. El Islam vivo está en vía de destruir el
esclavizante mito de la democracia.”
(Addalqadir As-Sufi Al-Murabit )
8. Derecho de la Información
Alí Kettani, rector de la Universidad Islámica Internacional Averroes de
Córdoba afirma: “¿Qué es el pueblo andaluz? Para mí, el pueblo andaluz son todos los
ciudadanos musulmanes del Estado español”.
Este delicado asunto es ya un problema en España. Insólitamente, alguna ONG
ha llegado a defender que se respeten quot;todasquot; (¿ésta también?) las particularidadades
culturales de algunos pueblos, incluido, por lo que se ve, la mutilación y la tortura.Ese
respeto a su cultura a costa de la nuestra puede producir situaciones sin salida. ¿Se
aplicará el agrupamiento familiar sin más a un musulmán que tenga media docena de
esposas y veinte hijos? En algún país sudamericano se ha despenalizado la bigamia. Si
estos casos llegan a Europa, ¿les aplicaremos nuestros Códigos Civil y Penal o el suyo?
De suyo, ilustres juristas musulmanes sugieren que los países occidentales deben
hacerse a la idea de la perentoria necesidad de ajustar sus legislaciones civiles a la
realidad de la inmigración e incorporen la figura del matrimonio plural.
Choque de culturas
Es evidente que uno de los más serios problemas a los que se enfrenta la sociedad
globalizada es la colisión de culturas, que tanto afecta al protocolo como expresión
pública de cada modo de entender y vivir la vida. Existen, como hemos visto, puntos de
contacto, espacios donde es posible la transacción y la cesión y otros, absolutamente
ámbitos absolutamente irrenunciables porque constituyen la substancian y no el
accidente de la vida social, política y cultural y está marcada por la propia Constitución
y la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Resulta especialmente esclarecedora sobre este conflicto, la figura de una intelectual
y política musulmana, la parlamentaria holandesa de origen somalí Ayaan Iris Alí,
autora del impresionante libro “Yo acuso. Defensa de la emancipación de las mujeres
musulmanas”.
Ayaan clama por una época ilustrada para el Islam y porque Occidente contribuya a
la generación del Voltaire del mundo musulmán. Por esa misma razón, se opone a toda
política de integración de los inmigrantes basada en los principios del
multiculturalismo, que a su juicio permite la permanencia de normas culturales y
religiosas que frenan el proceso de emancipación de los musulmanes.El discurso de
Ayaan es tan lúcido como contundente y tiene un objetivo claro: liberar a las mujeres
musulmanas de la opresión a que las somete el Islam y su cultura.
Hay que insistir que el mundo occidental moderno, su estilo de vida, sus libertades,
son consecuencia del sistema de valores de la Ilustración y la Revolución Francesa que
estableció el valor supremo de la Ley, los derechos del Hombre (los Derechos Humanos
que posee toda persona por el hecho mismo de serlo) y los Derechos del Ciudadano
(que supone asumir Deberes como contraprestación obligada al disfrute de derechos
civiles y políticos), así como la separación rigurosa entre la religión y el Estado.
El profesor Giovanni Sartori postula los principios de la sociedad pluralista. Frente a
una sociedad formada por guetos aislados, que sólo se relacionan funcionalmente en
aquellos aspectos que les conviene, ha de propugnarse una sociedad plural, donde
9. Derecho de la Información
quepan todos, cada uno con sus particularidades, pero asumiendo una cultura cívica y
una lealtad irrenunciable a sus propios valores comunes. La sociedad fragmentada que
no asume el mismo conjunto de valores está predestinada a la colisión, porque cuando
los grupos radicales adquieren dimensión de masa crítica, inevitablemente tratarán de
imponer sus propios criterios al resto de la sociedad.
Por ello, la sociedad pluralista debe construirse a partir del sistema de principios que
se fundamentan en el respeto riguroso a la Declaración Universal de los Derechos
Humanos hasta cuya consecución la Humanidad ha recorrido un largo y doloroso
camino. En la sociedad pluralista todos ejercemos derechos porque asumimos los
mismos deberes, empezando por el respeto a la dignidad del hombre, que no es distinto
de cualquier otro hombre, sea de la religión o la cultura que sea. La base del sistema es
la lealtad que como ciudadanos debemos al conjunto de la sociedad de la que formamos
parte, y que está por encima de la lealtad que privadamente uno quiera dedicar a un
credo o una ideología.
Estos principios, este sistema de valores, no pueden ser ignorados, adulterados,
reducidos o resignados sin que se resienta la sociedad toda. El protocolo no puede
ignorarlo. Mantener y respetar esos principios es la mejor manera de defender la imagen
y la sociedad del mundo que creemos, en que queremos vivir y legar a quienes nos
sucedan.