2. EL VISITANTE MALIGNO
FERNANDO E .SOBENES
BUITRÓN
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República Bolivariana de Venezuela
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abr. 2011
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3. CAPÍTULO II
- ¿Has visto como está aclarando el cielo,
la tormenta se fue muy rápido, no te
parece Peter? qué extraño – comentó Jeff
-
- Si, en verdad, la luna está muy brillante.
Deberíamos de estar llegando ya al
puesto de los muchachos – respondió
Peter -
Siguieron avanzando por la carretera y el
lago ya no se divisaba, los árboles lo cubrían
haciendo la vía un poco más angosta.
Abruptamente de los matorrales, salió un venado
corriendo velozmente atravesándose por la
carretera. El reflejo de las luces de la patrulla hizo
que sus ojos se vieran brillantes, rojos, por un
segundo; a duras penas el vehículo dio un frenazo
y logro detenerse. El animal siguió su carrera a
toda velocidad y se estrelló de cabeza contra un
árbol.
- ¡Carajo! ¿Viste eso Jeff? – Exclamó Peter
- Parecía que quería embestirnos. ¿Pero
qué diantres le pasó a ese venado?
Descendieron del vehículo y se dirigieron al lugar
donde estaba el animal.
La luna, a pesar de que ahora estaba muy
clara, no permitía distinguir muy bien las
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condiciones del venado. Caminaron hacia éste
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4. que se encontraba a unos quince metros y Jeff
encendió la linterna.
- ¡Dios mío! - exclamó Peter -
Una de las astas del animal se había
partido producto del choque contra el árbol, la otra
se había introducido en la corteza. Sus patas
temblaban en un espasmo. La cabeza, del lado
en que faltaba parte de la cornamenta, manaba
abundante sangre brillando con el reflejo de la luz
de luna y emergía parte del cerebro, brotaba
sangre y espuma por su hocico: las sacudidas
incontrolables dominaban su cuerpo haciéndolo
emitir un horrible bramido de dolor. Su sufrimiento
era terrible.
- No podemos ayudarlo, Peter. – dijo Jeff -
- Tienes razón Jeff, no hay nada que hacer.
¿quieres que yo…? - señalando hacia su
pistola -
- No, gracias Jeff, yo lo hago.
Peter extrajo su pistola de la funda y se
acercó al venado que seguía sangrando y abría
los ojos desmesuradamente, la masa encefálica le
colgaba por un lado de la cabeza. El bramido se
hizo mayor; ahora no era la misma sensación, de
sufrimiento – podían sentirlo – se percibía su
furia, su rabia. El animal trataba
desesperadamente de desprenderse del árbol.
El Sheriff acercó la pistola a la cabeza del animal.
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Lo siento amiguito, es para que no sufras más.
5. Los bramidos se mezclaron con el disparo
que retumbó en la noche. El proyectil atravesó la
cabeza del venado lateralmente destrozándole lo
que le quedaba de cerebro. Pero el animal no
cayó. Seguía luchando por zafarse, ahora tenía
los ojos más abiertos e inyectados de sangre, su
mirada despedía odio.
Ambos estaban sorprendidos:
- ¿Cómo era posible que no haya caído? -
pensó Peter -, ¿habré fallado?
Alumbró hacia el lugar donde había
disparado. El orificio ensangrentado de entrada y
salida le daba la respuesta.
Volvió a apuntar a la cabeza al animal,
para darle el tiro de gracia, cuando
repentinamente una sombra enorme los
sobrevoló, solo fue un instante, pero todo se
oscureció por un par de segundos.
- ¿Qué fue eso Peter? ¿viste algo? –
preguntó Jeff.
- No pude ver nada. ¿qué pudo haber sido
eso? – contestó Peter -
El venado seguía frenéticamente tratando
de zafarse, y nuevamente apuntando ahora a la
base de la cabeza, Peter disparó.
El animal se quedó quieto por unos
instantes luego de recibir el segundo tiro, después,
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comenzó nuevamente a moverse, continuaba
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desesperadamente tratando de liberarse. Peter y
6. Jeff retrocedieron unos pasos sorprendidos, no
comprendían lo que pasaba, súbitamente el
venado logró zafarse dejando clavada su asta en
el árbol, volteó hacia donde estaban ambos
hombres con la mirada en blanco, bañado en
sangre, dio dos pasos y cayó fulminado.
Ambos se miraron confundidos a la vez
que sorprendidos. Allí estaba el animal tendido en
el piso. No salían de su asombro.
- ¿Oyes eso? - preguntó, Peter-
- No, no oigo nada – contestó Jeff -
- A eso me refiero, no hay ningún ruido,
todo está en silencio.
Era cierto. No solamente todo estaba en
calma; lo raro era que no se oía absolutamente
nada, ni el ruido de los grillos, ni el movimiento de
las hojas de los árboles al ser agitadas por el
viento, no. No había ningún tipo de ruido. Era
como si todo se hubiera paralizado. Igual que en
una fotografía, todo estaba inmóvil y no se
escuchaba ni un alma.
Ambos hombres estaban desconcertados,
extrañados por esa situación, cuando sonaron sus
receptores de radio sobresaltándolos.
- Jefe Donovan, jefe Donovan, aquí central.
- Adelante central, utilice los códigos –
contestó Peter -
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7. - Disculpe Tornado,- era la voz de Jack -.
aun continuamos sin contacto con
Relámpago 2. Los otros relámpagos no
reportan novedades.
- Está bien central – respondió Peter -
continúe tratando de comunicarse con
ellos, nosotros estamos llegando a la
zona.
- Comprendido Tornado, cambio y fuera.
Los policías retornaron al vehículo en
silencio, meditando sobre el momento que
acababan de vivir. La luna había descendido a la
mitad del cielo y se lucía rojiza.
- ¿Crees que les haya sucedido algo malo a
los muchachos? - preguntó Jeff -. Es raro
que no se hayan comunicado.
- Ya veremos lo que ha sucedido, sólo
faltan unos kilómetros para llegar a su
ubicación.- Respondió Peter -
Siguieron conduciendo por unos minutos
por la carretera en medio de los pinos y entraron a
una vía recta donde se podía ver nuevamente el
lago.
- ¡Qué olor tan horrible!, - exclamó Peter -
- Sí, es como de un zorrillo o algo así –
secundó Jeff -
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- ¡Pero qué demonios! - exclamó Peter -
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8. A lo lejos se podía divisar en el camino
unos bultos a ambos lados de la carretera. Se
acercaron más con el vehículo y por fin, les fue
posible ver lo que era. Venados muertos tirados
en el asfalto, con los hocicos y ojos muy abiertos
que expresaban terror, no menos de treinta
estaban dispuestos a lo largo del camino de esa
forma.
Descendieron del vehículo encendiendo
las luces más fuertes de los faros, con las
escopetas en mano y la otra cubriéndose la nariz y
la boca. Acercándose al cuerpo del primer animal,
la fetidez de la putrefacción les producía arcadas.
Las moscas revoloteaban el cadáver produciendo
un zumbido infernal; el vientre del animal estaba
abierto y todo su interior estaba esparcido en el
piso, parecía haber explotado, todos los cuerpos
se encontraban de ese modo, infestados por
larvas y gusanos.
No había signos de lucha, ni rastros de
algún otro animal. Tampoco hallaron huellas de
vehículos o algo que indicara que los animales
hubieran sido muertos en algún otro lugar y
trasladados allí; y por la putrefacción de los
cuerpos por lo menos debían de tener unas
veinticuatro horas de fallecidos.
- Jeff, aguantando las náuseas, tocó a uno
de los animales.
- Peter, todavía está caliente.
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- ¿Qué? - preguntó Peter -, ¿A qué te
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refieres?
9. - El cuerpo del venado aún está caliente.
- No puede ser, - dijo Peter - tocándolo
también -. ¡Mierda!, tienes razón, está
caliente, vamos a ver a los otros.
Fueron acercándose a los otros cuerpos y
constataron que todos conservaban el calor
corporal como si estuvieran vivos.
- ¡Esto no puede ser posible! – Peter
exclamó -. Por el estado de
descomposición ya deberían de llevar
unas cuantas horas muertos además, la
tormenta, la lluvia debería de haberlos
enfriado y por la fuerza de esta, los
órganos deberían de estar esparcidos, la
sangre….
- Pero, ¿si les cayó un rayo? - Interrumpió
Jeff -
Peter lo miró y dijo: no lo creo, no hay ningún
rastro de quemaduras, ni en los cuerpos, ni en a la
vegetación, tampoco en el asfalto. Vamos a
buscar a los muchachos.
Les era imposible seguir en el vehículo,
los cuerpos de los venados obstruían el paso así
que tuvieron que continuar a pie. La luz de los
faros de la camioneta los alumbraba desde atrás
mientras avanzaban por la carretera a través de
los cadáveres de los animales, las sombras de
ambos se proyectaban sobre los árboles y hacían
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que se vieran como dos gigantes que a medida
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que se acercaban hacia el otro lado, se hacían
más cortas.
10. En ese momento, escucharon un disparo,
luego otro, y otro más; sintieron el sonido
inconfundible de las balas volando sobre sus
cabezas.
¡Al suelo, nos están disparando!, - gritó Peter -
Se arrojaron al piso, mientras los disparos
continuaban. Pero ya no eran hacia la dirección
donde se encontraban.
- ¿Ves algo? - preguntó Peter -
- No, no veo nada,- respondió, Jeff -
Nuevamente los disparos y gritos de
desesperación.
- ¡NO!, ¡CARAJO!, ¡NO! ¡SOCORRO,
AYÚDENME!
- ¡Es la voz de Franklin!, - dijo Jeff -
- Vamos a ayudarlo, - intervino Peter -
Las detonaciones proseguían y en ese
instante vieron a Franklin que salió corriendo de
espaldas de entre los arbustos, disparando hacia
los árboles.
¡Franklin, Franklin!, ¿qué sucede? ¿A quién
disparas? - le pregunto Peter -
El policía estaba pálido, el terror lo hacía
temblar, los ojos los tenía muy abiertos, la pistola
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en sus manos se encontraba con el conjunto móvil
hacia atrás sin proyectiles, pero él trataba de
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seguir disparando en vano.
11. Peter y Jeff levantaron sus escopetas apuntando
hacia los árboles y se acercaron a Franklin.
- ¿Qué hay allí? ¿Qué te estaba atacando?
¿Dónde está Michael? - le pregunto Jeff -
- ¡Allí vienen, allí vienen!, - respondió
Franklin sudando, y temblando -. ¡Allí
están!
Primero escucharon chillidos similares a
cerdos, luego se multiplicaron transformándose en
gritos de personas y lamentos. Luego voces claras
de hombres y mujeres, suplicando por ayuda y
profiriendo insultos. Era el sonido de un tumulto de
personas. Los gritos se hicieron desgarradores,
escalofriantes y venían de allí, del lugar donde
hacía unos instantes, el policía había estado
disparando.
Los arbustos empezaron a moverse y
entonces, aparecieron de la nada, una manada de
animales, negros, peludos, enormes, con cuerpo
de jabalí, colmillos y rostros humanos con ojos de
fuego que los sorprendieron lanzándose sobre
ellos, gruñendo y riéndose.
Peter y Jeff dispararon sus escopetas sin
éxito. Las bestias los arrojaron al piso mientras
los hombres trataban de protegerse cubriendo sus
cabezas con los brazos. Empezaron a morderlos
por todas partes; los gritos de dolor de los policías
se oían retumbar en el bosque mientras las
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bestias reían y gruñían. Hasta que se fueron
corriendo hacia el lago y desaparecieron en el
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agua.
12. Jeff y Peter se levantaron del piso
espantados por lo que había sucedido, las
cabezas les estallaban de dolor y se sentían
mareados. Franklin estaba todavía en el suelo,
vomitando. Poco a poco fueron reponiéndose y
comenzaron a correr en dirección al vehículo que
estaba más allá con las luces encendidas.
Llegaron al lugar donde estaban los
venados muertos, los tres se encontraban sin
respiración, proseguían espantados por lo que
había sucedido.
- ¿Qué fue eso? carajo ¿Qué mierda fue
eso? - preguntó Jeff -, casi sin aliento
- ¡Nos estaban persiguiendo!, ¡querían
matarnos! - dijo Franklin -
Recobrando la respiración, e
incorporándose, Peter miró a sus hombres y se
comenzó a palpar el cuerpo, comprobando que no
tenía ningún tipo de herida, tan solo su ropa
estaba sucia, inmunda, por haberse revolcado en
la vegetación. Se hallaba cubierto de barro, las
huellas de pezuñas de animal estaban por toda su
ropa al igual que Jeff y Franklin, pero no estaban
heridos.
- Vamos a calmarnos – dijo Peter -
- ¿Qué fue lo que pasó? - preguntó Jeff -.
¿Qué mierda fue eso?
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Franklin se encontraba aún en estado de shock y
no profería palabra.
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13. - Franklin, ¿qué pasó? - le preguntó Peter -
El policía no contestaba y continuaba mirando con
terror hacia atrás.
Peter lo sujetó de los hombros con fuerza
sacudiéndolo.
- Franklin ¿Qué pasó allí atrás?
contéstame, tienes que sobreponerte.
Franklin miró a Peter, luego a Jeff y empezó a
balbucear.
- Noso… Nosotros, Michael yo estábamos
yendo hacia el lago, revisando por si
había alguna persona bañándose y
advertirlos de la tormenta.
Peter se percató que se habían olvidado de
Michael.
- ¿Dónde está Michael? ¿Dónde lo dejaste?
- preguntó Jeff -
- No sé, - respondió Franklin -, estábamos
corriendo juntos y nos separamos al llegar
al camino. No sé en dónde está.
- Tenemos que ir a buscarlo. - dijo Peter -
Hay que encontrarlo.
- ¡NO!, - gritó Franklin -, ¡no quiero volver
allí!
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- Tiene razón jefe, no podemos hacer nada,
al menos solos. Volver allá sería un
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suicidio. – dijo Jeff -
14. Peter permaneció en silencio meditando.
- Tienes razón Jeff, pide refuerzos, que
despierten a todo el personal que está
durmiendo, dejen solamente dos puestos
cubriendo el pueblo y la entrada, que el
resto venga acá de inmediato. - ordenó
Peter -
- Si, jefe. - contestó Jeff - y se comunicó
con la central. La pestilencia y los insectos
revoloteando los cadáveres de los
venados aumentaba.
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