El Evangelio de San Lucas nos presenta la clara figura de Dios misericordioso en “La Parábola del Hijo Prodigo”, que para muchos ya es llamada, y con más acierto, “La Parábola del Padre Misericordioso”. Hemos escuchado continuamente por qué ese Padre representa a Dios: Porque está listo y pronto a recibir y acoger al hijo que retorna, porque no le recrimina sobre su pasado y su pecado, porque le escucha su petición de perdón, pero no le pide explicaciones, porque le manifiesta afecto y cariño al abrazarlo, porque manifiesta la alegría por la recuperación de ese hijo perdido, porque le devuelve la dignidad ordenando que lo vistan apropiadamente para la fiesta, porque ordena una fiesta grande y suntuosa para celebrar el tener nuevamente a ese hijo amado.