1. FERNANDO DE ROJAS
Nació en Puebla de
Montalbán (Toledo) hacia
1476;
estudió
leyes
en
Salamanca y se estableció en
Talavera de la Reina, donde
ejerció como alcalde mayor
durante unos meses, muriendo
en
1541.
También
hay
coincidencia en aceptar su
origen converso, pero no al
explicar tal fe: para unos vivió
secretamente
su
religión
prohibida (judaísmo) o, al
menos, se sintió escéptico ante
la religión cristiana y, para
otros, vivió como un auténtico
cristiano.
2. LA CELESTINA
El texto que publica no es obra
exclusiva de su pluma. Él es el
continuador del primer acto, que
encontró abandonado y sin firma.
En unas coplas iniciales justifica la
necesidad de su obra y explica los
motivos que le condujeron a
componerla. Asimismo, insiste en
manifestar
su
propósito
moralizante.
Recordemos
que
uniendo las letras iniciales de cada
verso, podemos leer:
“El bachiller Fernando de
Rojas acabó la comedia de
Calisto y Melibea, y fue
nacido en la Puebla de Montalbán”
10. LA CELESTINA: formas teatrales
EL
MONÓLOGO
: Son
normalmente
extensas y
sirven para
poner de
manifiesto la
conflictividad
interior de los
personajes.
EL APARTE: En
general son
percibidos por
personajes que no
estaban
destinados a
escucharlos; se
hallan con
frecuencia en boca
de los criados y
son sus víctimas
más frecuentes
Calisto, Melibea y
Celestina.
ACOTACIONES:
Pueden ser:
enunciativas,
descriptivas e
implícitas. Sólo hay
una acotación
externa, en la
entrada de Calisto
en el huerto de
Melibea al principio
del acto I; en los
demás casos, las
indicaciones de
lugar, tiempo,
gestos o
movimientos vienen
sugeridos por las
intervenciones de
los distintos
personajes
DIÁLOGO variado
y humano. Los
personajes apenas si
reciben una
caracterización
inicial; se van
desvelando según
hablan. Tenemos un
diálogo oratorio
(intervenciones y
réplicas extensas),
diálogo
conversacional
(réplicas breves) y
diálogo de largos
parlamentos y
réplicas breves.
11. LA CELESTINA: el lenguaje
HABLA ampulosa, retórica y
culta de sus personajes: todos los
personajes se expresan con un
lenguaje elevado, que puede
degenerar en cursilería. el
personajes que sobresale por la
carga retórica de sus palabras es
Calisto
Junto al lenguaje elevado, culto y
retórico, encontramos
manifestaciones del habla popular
de la época: criados, prostitutas y,
en ocasiones, los señores se
encargan de dar testimonio de
dicha realidad lingüística. Destaca
el uso de refranes y falsos
refranes.