1. Textos lauderos
El famoso Chéjere conocido científicamente
como Centurus aurifrons o por su sinonímia
(Melanerpes aurifrons)
Aquí hay dos pláticas que realicé acerca de
mi actividad como laudero, ambos
documentos están en pdf: Una sobre
construcción de jaranas y requintos jarochos
por invitación de Escuela de Laudería del
INBA en Querétaro:
La jarana y el requinto jarochos pdf
Y la siguiente se relaciona con el desarrollo
de ideas matemáticas necesarias para la
construcción del dipasón entrastado de los
instrumentos de cuerda tañida tan necesaria
en los instrumentos jarochos:
El dipasón de los instrumentos pdf
Ambas son una aportación de un servidor a
que la música suene bien afinada aunque hay
que recordar que:
La gracia no está en cantar
ni en saber verso bastante,
es necesario llevar
la música en consonante.
El siguiente documento no es de conferencia alguna sino de la reflexión sobre las anteriores,
mismo que fue compartido con al Maestro A. Corona
Temperamentos Mesotónicos el y Son Jarocho pdf
Te invito a leerlos
2. Acerca del Taller
Pablera en el Taller de Laudería El Chéjere
Actualmente el Taller está saliendo del largo receso al que la enfermedad y el quehacer docente
me ha precisado. Construyo jaranas jarochas, requintos jarocho también conocidos como guitarras
de son y arpas. Actualmente estamos en una reelaboración del quehacer laudero debido a los
compromisos que dejé antes del receso obligatorio que la salud y la docencia me han llevado. Mi
tocayo el Maestro Pablo Pablito Campechano me pide que le enseñe a construir arpas al tiempo
que tengo que terminar dos arpas que tengo inconclusas además de 4 jaranas que quedaron
inacabadas.
Hasta no cubrir esos faltantes el Taller de Laudería El Chéjere podrá poner a su consideración los
instrumentos por un servidor fabricados. Mientras tanto si te interesa un buen instrumento jarocho
te recomiendo que te pongas en contacto con Rodrigo Arboleyda, Pablo Campechano, Tacho o su
hermano Camerino Utrera.
3. Historias del Taller
Pablera aprendiz
Un día siendo entrevistado para un programa de radio infantil del IVEC me preguntaron los niños
qué es la caja acústica a lo que conteste que es un espacio de aire que rodeamos de madera para
hacerlo vibrar. Un taller es exactamente lo mismo: un espacio de aire que rodeamos de trabajo
para hacer vibrar.
Para que vibre bonito debe haber armonía y limpieza aunque sea poca la herramienta pero bien
ordenada siempre. Y cordialidad en el trato. Cuando estaba en el IVEC el taller estaba a la vista de
todos e invariablemente tenía curiosos: unos con muy interesantes aportaciones o ideas y otros
casos de lamentar.
Para alejar esos personajes se pegó en la ventana la siguiente décima no espinela:
No te ofendas compañero,
no te quiero importunar
que sólo soy un laudero
y ya me puse a trabajar.
Y si quiere usté chismear
de unos pasos por ahí ,
pues de chamaco yo aprendí
que al estar en un taller
si no tiene na’ que hacer
no lo venga a hacer aquí.
4. Un acto de terrorismo temperamental muy común debido a las debilidades humanas fue
contrarrestado por la acción de las décimas no espinelas pegadas en la ventana:
Solamente la nobleza
es la madre del honor
y con ellas no hay temor
de enfrentar a la vileza:
lo diré con certeza
Causa es la hipocresía
del terrible mal que padecemos
mas con ella no entendemos
voz de Sabiduría
y hasta nos ensordecemos
No escuchamos la Verdad
sólo un eco de mentira,
el corazón se llena de ira
eclipsando la amistad:
Qué te acabes falsedad
deja al Corazón indicar
el camino que hay que andar
para que el odio no complique
y que no se perjudique
lo que debe continuar.
5. Estábamos en el aparador, pero la vibra era bonita. Ese aparador me permitió conocer a muchos
personajes, los más asombrosos que he visto. A veces nos sentíamos como en pasarela por eso
es que a veces trabajábamos de espalda a la ventana y evitar distracciones. Las distracciones en
un taller pueden ser muy peligrosas porque hay que recordar que los dedos no retoñan. Evitar la
distracción y pensar en la importancia de la seguridad.
Un día trabajando de espaldas a la ventana sentí una energía muy fuerte atrás de mí por lo que
volteé hacia la ventana y cuál fue mi sorpresa al ver a un negro chaparrón muy fuerte de apariencia
pigmea. Creo que tenía rato observándome y aunque no quiso distraerme lo sentí: era un Músico
tradicional brasileño conocedor a profundidad de su tradición con conocimiento de rítmicas
africanas y brasileñas además de ritmos caribeños. Tenía una conversa muy profunda. Me permitió
tocar su birimbao y saber cuales rítmicas africanas usamos en nuestros sones.
El aspecto de una buena relación es importante para que un taller funcione. Trabajar en armonía
hace que los corazones latan al unísono y así es más fácil oír a la madera. Había veces que
estábamos varios trabajando y nos daba al mismo tiempo la necesidad de un sonecito y después
otra vez a la madera. Estábamos todos en un mismo canal. Esa intimidad que genera el trabajo
estimula el aprendizaje y el autoaprendizaje.
Pablera arpero
Cuando ingresé de aprendiz conocí a Ramón Gutiérrez Hernández quien todavía no dominaba las
artes de la laudería ni llegaba a su actual virtuosismo en el requinto (guitarra de son, como él le
llama). Terminaba su adolescencia y era como muchos hemos sido a esa edad; me tocó el honor
de presentarle a J.S. Bach, a Moody Waters y John Lee Hooker quienes lo influenciaron mucho. El
Moncho, como le decimos los que lo conocemos desde hace más de 20 años nos hablaba de un
ser mágico que habita en su natal Tres Zapotes y sus sabias frases célebres. En aquel tiempo me
comentó que iba a hace una antología de la sabiduría que El Gran Chacalalpoli, como llamaba al
mítico personaje, le había heredado.
6. Ramón Gutiérrez aprendiz
Trabajaba la laudería también Ticho, Patricio Hidalgo Belli, quien me enseñó a tocar por variación.
Probablemente su influencia haya sido muy fuerte en mí al igual que Octavio Vega quien fue el que
empezó a decirme Pablera. Tacho y Camerino Utrera de entrañable amistad. Ellos aparecían los
sábados y luego nos íbamos al rancho de Santa Isabel del Hato a tocar con Don Esteban Utrera. El
son en su esencia y en su medio.
Octavio Vega aprendiz
Una de las influencias más fuertes fue la de Don Andrés Güero Vega Delfín aunque no me haya
enseñado nada de laudería; y es que tocar junto a él además de ser un gran honor es sentir como
su energía te jala y te lleva a hacer música tan bien como si hubieras tocado bien siempre.
7. Dos Andreses famosos: El Maestro Don Andrés Alfonso Vergara y Don Andrés Güero Vega Delfín
Como decía arriba el taller estaba en la pasarela y un sábado llegábamos al taller de XEU, la
estación de radio donde teníamos un programita. Estábamos Güero Vega y don Andrés Alfonso
Vergara quien me estaba instruyendo en la construcción de arpas jarochas cuando apareció un
muchacho joven a preguntarme qué medidas le daba a la caja acústica de las jaranas; le indiqué
como lo hace el que escribe. En una caja acústica que estaba lista la toqué con los nudillos para
indicarle el sonido que debe tener, le dije las medidas de la tapa, del diapasón y la calibración de
las cuerdas. Al irse el joven de apariencia hipiosa el maestro Andrés Alfonso me hizo la
observación de no andar divulgando mis secretos con tanta facilidad, a lo cuál Güero Vega le
respondió:
- Mira tocayo: nunca he construido un instrumento pero creo que esto es como la cocina: cada
cuál tiene su sazón. ¿Cuánta gente le ha tomado medidas a tus instrumentos? y sólo los tuyos
suenan a tí.
En otra ocasión lo entrevistaban para la radio y le hicieron la pregunta sobre las medidas de sus
arpas a lo que respondió:
- Pregúntenle a Pablo Arboleyda, él sabe cómo se hacen.
Pero no dio las medidas.
8. Don Andrés Alfonso Vergara
Y como dijo Gilberto Gutiérrez que enseñaba Tío Quiri – de quien aprendimos la laudería-:
El Maestro es Maestro porque tiene la medida en el ojo.