1. A micrófono cerrado
Mi pretensión es contar cosas que puedan interesar al Pozo,
con la plena confianza y libertad de quien se sabe fuera de
micrófono
El pregón que leí en la pasada Feria me colocó en el umbral de la
nostalgia. No suelo dejarme influir por ella a pesar de tener un fondo
profundamente humano. Para mí, la nostalgia, tiene mucho de
autoflagelación; no en vano, ya desde los primeros pensadores
griegos, se le dedica definiciones que en nada invitan a cultivarla: “la
antesala de la tristeza”, “camino seguro para convertirse en estatua
de sal”… y otras lindezas por el estilo. A veces suele uno caer en la
tentación de ponderar el pasado hasta convertirlo en modelo a seguir
para las acciones del presente, sin tener en cuenta que la historia no
se repite (por suerte ¿o por desgracia?) y acontece de manera
imprevista, espontánea y como fruto de unas circunstancias
irrepetibles.
Digo todo esto porque es notable la diferencia, en la forma, de cómo
transcurrían las fiestas de hace más de veinte años a como lo hacen
en estos tiempos. ¿Mejor antes? ¿Mejor ahora? No voy a entrar en
disquisiciones, simplemente decir que son diferentes porque la
evolución no tiene marcha atrás y la comparación puede llegar a ser
absurda.
Sí quiero referirme al lamento, bastante generalizado en la
ciudadanía, por la poca participación del gran público en los actos
festivos de la Feria; y mi rechazo a que esta afluencia, más o menos
notoria, se quiera coger como indicativo para tener un baremo que
medir el grado de aceptación o rechazo ya sea de la Feria o de
cualquier otro acontecimiento de masas. La disponibilidad de medios
para participar cómodamente desde nuestro ordenador a todo tipo de
información, acceso a redes sociales y participación virtual a cualquier
suceso, ha dejado casi vacío el espacio destinado a una presencia
física. Todo lo que acontece en nuestro pueblo sigue interesando a la
gente, y mucho; pero es demasiado pedir que deje la comodidad de
su casa: las zapatillas, la bata (es una metáfora porque luego cada
uno está como le da la gana), el sofá y la cerveza con tapas, para irse
a la calle en busca de acontecimiento alguno, prefiere buscarlo y
participar activamente desde la pantalla. La tendencia es hacer
factible que todo suceso, de la índole que sea, tenga su reflejo virtual
en la red.
2. El otro día me invitó nuestro amigo Luís Gámez Iruela a colaborar con
una periodicidad determinada en esta página web; pues bien, aquí
tenemos el primer artículo, al que irá sucediendo otros con una
periodicidad mensual. Mi pretensión es contar cosas que puedan
interesar al Pozo, con libertad, sin remilgos ni tapujos y con la plena
confianza de quien se sabe que está fuera de micrófono. De ahí el
epígrafe bajo el cual sale esta publicación: A micrófono cerrado
Manuel Almagro.