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Qué es la contemplación
                                         (Antífona de la II semana de adviento del
"Tú, que habitas en tinieblas,           antiguo breviario cisterciense)
alégrate en tu esperanza:
ha aparecido la estrella de la mañana,
y el sol no ha de tardar"
La contemplación es la más alta expresión de la vida intelectual y
espiritual del hombre. Es esa vida misma, plenamente despierta,
totalmente activa y completamente consciente de que está viva. Es
prodigio espiritual. Es espontáneo temor reverencial ante el carácter
sagrado de la vida, del ser.
Es gratitud por la vida, el conocimiento y el ser. Es una comprensión profunda del
hecho de que, en nosotros, la vida y el ser proceden de una Fuente invisible,
trascendente e infinitivamente abundante.
La contemplación es, por encima de todo, la conciencia de la realidad de esa
Fuente. conoce la Fuente de una manera oscura e inexplicable, pero con una
certeza que va más allá de la razón y de la simple fe. Pues la contemplación es
un género de división espiritual a la que aspiran la razón y la fe por su misma
naturaleza, porque sin ella ambas permanecen siempre necesariamente
incompletas.
No obstante la contemplación no es visión, porque ve (SIN VER) y conoce sin
(CONOCER). Es una profundidad de fe mas honda, un conocimiento tan profundo
que no puede ser captado en imágenes ni palabras, ni siquiera en conceptos claros.
Puede ser sugerida por palabras, por símbolos,
pero en el mismo momento en que la mente
contemplativa trata de indicar lo que conoce,
retira lo que ha dicho y niega lo que ha
afirmado. Pues en la contemplación conoceos
por (DESCONOCIMIENTO). O mejor dicho,
conocemos más allá de todo saber o NO
SABER.
La contemplación está siempre más alla de
nuestro conocimiento, más allá de nuestras
luces, más allá de los sistemas, más allá de las
explicaciones, más allá del discurso, más allá
del diálogo y más allá de nuestro propio yo.
Para entrar en el ámbito de la contemplación
debemos, en cierto sentido morir; pero esta
muerte es en realidad la entrada en una vida
más elevada. Es una muerte por amor a la
vida, que nos hace abandonar todo lo que
podemos conocer o atesorar como vida, como
pensamiento, como experiencia, como gozo
como ser.
Y por eso parece que la contemplación reemplaza y descarta cualquier otra forma de
intuición y experiencia -ya sea en el arte, en la filosofía, en la teología, en la liturgia o en los
niveles ordinarios del amor y la creencia.
La contemplación es y tiene que ser compatible con todas las cosas, ya que es su realización
más elevada. Pero en la experiencia real de la contemplación todas las demas experiencias
se pierden momentáneamente: <<mueren>> para nacer de nuevo en un nivel de vida mas
elevado.
Dicho de otro modo, la contemplación tiende hacia el conocimiento e incluso hacia
la experiencia del Dios transcendente e inexpresable.
La contemplación es también la respuesta a una llamada: una llamada de aquel que no tiene
voz y sin embargo, habla en todo lo que existe y, por encima de todo, habla en nuestras
profundidades de nuestro propio ser, ya que nosotros somos sus palabras. Pero somos
palabras destinadas a responderle a Él, a contestarle a Él, a ser su Eco e incluso, de alguna
manera a contenerlo y significarlo.
Por consiguiente, la contemplación es más
que una consideración de verdades
abstractas sobre Dios, más incluso que
una meditación afectiva sobre las cosas
que creemos. Es el despertar, la
iluminación y la asombrosa comprensión
intuitiva por los que el amor obtiene la
certeza de la intervención creadora y
dinámica de Dios en nuestra vida diaria.
Así pues la contemplación no
<<encuentra>> simplemente una idea
clara de Dios, Lo encierra dentro de los
límites de esta idea y lo mantiene allí
como un prisionero al que siempre quiere
volver. Todo lo contrario: La
contemplación es llevada por Dios a su
reino, su misterio y su libertad. Es un
conocimiento puro y virginal, pobre en
conceptos, más pobre todavía en
razonamientos, pero capaz, por su misma
pobreza y pureza, de seguir a la Palabra
<<dondequiera que vaya>>
Qué no es la contemplación
La única manera de librarse de concepciones erróneas sobre la contemplación es
experimentarla los que no ha experimentado en su propia vida la naturaleza de este
descubrimiento decisivo y de este despertar a un nuevo nivel de realidad,
necesariamente se veran confundidos por la mayoría de las cosas que se dicen sobre
la contemplación, que esta experiencia no se puede enseñar.
Ni siquiera se puede
explicar claramente.
Solo puede ser indicada,
sugerida, evocada,
expresada con
símbolos. Cuanto más
se intenta analizarla
objetiva y
científicamente, tanto
más se la vacía de su
contenio real, ya que
esta experiencia está
más allá del alcance de
las palabras y
razonamientos.
La contemplación no es ni
puede ser una función del yo
exterior. Existe una oposición
irreductible entre el yo
profundo y el trascendente que
despierta sólo en la
contemplación y el yo
superficial y exterior que
identificamos por lo general
con la primera persona del
singular. Debemos recordar
que este "YO" superficial no es
nuestro "YO" real. Es nuestra
"individualidad" y nuestro "YO
EMPIRICO", pero no es
realmente la persona
escondida y misteriosa en l
aque subsistimos a los ojos de
Dios.
La contemplación no
es trance ni éxtasis, ni audición
súbita de palabras
inexpresables, ni visión de
luces. Tampoco es el fuego y la
dulzura de las emociones que
acompañan a la exaltación
religiosa. No es entusiasmo, el
sentimiento de ser
"arrebatado" por una fuerza
elemental e introducirdo en la
liberación por el frenesí místico.
Naturalmente , tales
manifestaciones pueden
acompañar a una experiencia
religiosa profunda y autentica,
pero no corresponden a lo que
yo entiendo aquí por
contemplación.
Al final el contemplativo sufre la angustia de comprender que ya no sabe qué es Dios.
Tal vez entienda misericordiosamente, o tal vez no, que, después de todo, esto es un
gran benefico porque "Dios no es un qué", no es una "cosa".
Esta es precisamente una de las características esenciales de la experiencia
contemplativa: Ve que no hay un "qué" que pueda ser llamado Dios; no hay "ninguna
cosa" que sea Dios, porque Dios no es un "qué" ni una "cosa" sino un puro "Quien"*. Él
es el "Tú" ante el cual nuestro "yo" más íntimo despierta a la conciencia. Él es el YO
SOY ante el cual, con nuestra voz más personal e inalienable, respondemos: "YO SOY".
Qué es y qué no es la contemplación

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Qué es y qué no es la contemplación

  • 1.
  • 2. Qué es la contemplación (Antífona de la II semana de adviento del "Tú, que habitas en tinieblas, antiguo breviario cisterciense) alégrate en tu esperanza: ha aparecido la estrella de la mañana, y el sol no ha de tardar"
  • 3. La contemplación es la más alta expresión de la vida intelectual y espiritual del hombre. Es esa vida misma, plenamente despierta, totalmente activa y completamente consciente de que está viva. Es prodigio espiritual. Es espontáneo temor reverencial ante el carácter sagrado de la vida, del ser.
  • 4. Es gratitud por la vida, el conocimiento y el ser. Es una comprensión profunda del hecho de que, en nosotros, la vida y el ser proceden de una Fuente invisible, trascendente e infinitivamente abundante.
  • 5. La contemplación es, por encima de todo, la conciencia de la realidad de esa Fuente. conoce la Fuente de una manera oscura e inexplicable, pero con una certeza que va más allá de la razón y de la simple fe. Pues la contemplación es un género de división espiritual a la que aspiran la razón y la fe por su misma naturaleza, porque sin ella ambas permanecen siempre necesariamente incompletas.
  • 6. No obstante la contemplación no es visión, porque ve (SIN VER) y conoce sin (CONOCER). Es una profundidad de fe mas honda, un conocimiento tan profundo que no puede ser captado en imágenes ni palabras, ni siquiera en conceptos claros.
  • 7. Puede ser sugerida por palabras, por símbolos, pero en el mismo momento en que la mente contemplativa trata de indicar lo que conoce, retira lo que ha dicho y niega lo que ha afirmado. Pues en la contemplación conoceos por (DESCONOCIMIENTO). O mejor dicho, conocemos más allá de todo saber o NO SABER. La contemplación está siempre más alla de nuestro conocimiento, más allá de nuestras luces, más allá de los sistemas, más allá de las explicaciones, más allá del discurso, más allá del diálogo y más allá de nuestro propio yo. Para entrar en el ámbito de la contemplación debemos, en cierto sentido morir; pero esta muerte es en realidad la entrada en una vida más elevada. Es una muerte por amor a la vida, que nos hace abandonar todo lo que podemos conocer o atesorar como vida, como pensamiento, como experiencia, como gozo como ser.
  • 8. Y por eso parece que la contemplación reemplaza y descarta cualquier otra forma de intuición y experiencia -ya sea en el arte, en la filosofía, en la teología, en la liturgia o en los niveles ordinarios del amor y la creencia. La contemplación es y tiene que ser compatible con todas las cosas, ya que es su realización más elevada. Pero en la experiencia real de la contemplación todas las demas experiencias se pierden momentáneamente: <<mueren>> para nacer de nuevo en un nivel de vida mas elevado.
  • 9. Dicho de otro modo, la contemplación tiende hacia el conocimiento e incluso hacia la experiencia del Dios transcendente e inexpresable. La contemplación es también la respuesta a una llamada: una llamada de aquel que no tiene voz y sin embargo, habla en todo lo que existe y, por encima de todo, habla en nuestras profundidades de nuestro propio ser, ya que nosotros somos sus palabras. Pero somos palabras destinadas a responderle a Él, a contestarle a Él, a ser su Eco e incluso, de alguna manera a contenerlo y significarlo.
  • 10. Por consiguiente, la contemplación es más que una consideración de verdades abstractas sobre Dios, más incluso que una meditación afectiva sobre las cosas que creemos. Es el despertar, la iluminación y la asombrosa comprensión intuitiva por los que el amor obtiene la certeza de la intervención creadora y dinámica de Dios en nuestra vida diaria. Así pues la contemplación no <<encuentra>> simplemente una idea clara de Dios, Lo encierra dentro de los límites de esta idea y lo mantiene allí como un prisionero al que siempre quiere volver. Todo lo contrario: La contemplación es llevada por Dios a su reino, su misterio y su libertad. Es un conocimiento puro y virginal, pobre en conceptos, más pobre todavía en razonamientos, pero capaz, por su misma pobreza y pureza, de seguir a la Palabra <<dondequiera que vaya>>
  • 11. Qué no es la contemplación La única manera de librarse de concepciones erróneas sobre la contemplación es experimentarla los que no ha experimentado en su propia vida la naturaleza de este descubrimiento decisivo y de este despertar a un nuevo nivel de realidad, necesariamente se veran confundidos por la mayoría de las cosas que se dicen sobre la contemplación, que esta experiencia no se puede enseñar.
  • 12. Ni siquiera se puede explicar claramente. Solo puede ser indicada, sugerida, evocada, expresada con símbolos. Cuanto más se intenta analizarla objetiva y científicamente, tanto más se la vacía de su contenio real, ya que esta experiencia está más allá del alcance de las palabras y razonamientos.
  • 13. La contemplación no es ni puede ser una función del yo exterior. Existe una oposición irreductible entre el yo profundo y el trascendente que despierta sólo en la contemplación y el yo superficial y exterior que identificamos por lo general con la primera persona del singular. Debemos recordar que este "YO" superficial no es nuestro "YO" real. Es nuestra "individualidad" y nuestro "YO EMPIRICO", pero no es realmente la persona escondida y misteriosa en l aque subsistimos a los ojos de Dios.
  • 14. La contemplación no es trance ni éxtasis, ni audición súbita de palabras inexpresables, ni visión de luces. Tampoco es el fuego y la dulzura de las emociones que acompañan a la exaltación religiosa. No es entusiasmo, el sentimiento de ser "arrebatado" por una fuerza elemental e introducirdo en la liberación por el frenesí místico. Naturalmente , tales manifestaciones pueden acompañar a una experiencia religiosa profunda y autentica, pero no corresponden a lo que yo entiendo aquí por contemplación.
  • 15. Al final el contemplativo sufre la angustia de comprender que ya no sabe qué es Dios. Tal vez entienda misericordiosamente, o tal vez no, que, después de todo, esto es un gran benefico porque "Dios no es un qué", no es una "cosa".
  • 16. Esta es precisamente una de las características esenciales de la experiencia contemplativa: Ve que no hay un "qué" que pueda ser llamado Dios; no hay "ninguna cosa" que sea Dios, porque Dios no es un "qué" ni una "cosa" sino un puro "Quien"*. Él es el "Tú" ante el cual nuestro "yo" más íntimo despierta a la conciencia. Él es el YO SOY ante el cual, con nuestra voz más personal e inalienable, respondemos: "YO SOY".