8. El Espíritu Santo nos asiste a cada uno de nosotros en nuestro peregrinar hacia la meta a la cual hemos sido llamados: el Cielo prometido a aquéllos que cumplan la Voluntad de Dios. Al Espíritu Santo se le atribuyen muchas funciones para con nosotros los seres humanos, siendo tal vez la principal, la de nuestra santificación. Es Él quien, con sus suaves inspiraciones, nos va sugiriendo cómo transitar por el camino de la santidad. Se ha comparado el Espíritu Santo con el viento. El es como una suave brisa que sopla donde quiere.