2. La
mayoría de las
estrellas tardan millones
de años en morir.
Cuando una estrella
como el Sol ha
consumido todo su
combustible de
hidrógeno, se expande
convirtiéndose en una
gigante roja.
3. Tras
desprenderse de
sus capas exteriores, la
estrella se comprime y
forma una enana blanca
muy densa. Una
cucharada de té de
materia proveniente de
una enana blanca
pesaría hasta 100
toneladas. A lo largo de
billones de años, la
enana blanca se enfría y
se vuelve invisible.
4.
Las estrellas más pesadas
(ocho veces la masa del Sol)
terminan sus vidas muy
repentinamente. Cuando se
les acaba el combustible, se
dilatan hasta convertirse en
supergigantes rojas. Tratan de
mantenerse vivas mediante
otros combustibles, pero esto
funciona sólo durante unos
cuantos millones de años.
Tras ello, producen una
explosión de supernova.
5.
Durante
aproximadamente una
semana, el brillo de la
supernova sobrepasa el
de todas las demás
estrellas de su galaxia.
Luego se desvanece
rápidamente. Todo lo que
queda es un objeto
minúsculo y denso (una
estrella de neutrones o
agujero negro), rodeado
por una creciente nube
de gas muy caliente.
6.
La explosión de supernova provoca
la expulsión de las capas externas
de la estrella por medio de
poderosas ondas de choque,
enriqueciendo el espacio que la
rodea con elementos pesados. Los
restos eventualmente
componen nubes de polvo y gas.
Cuando el frente de onda de la
explosión alcanza otras nubes de
gas y polvo cercanas, las comprime
y puede desencadenar la formación
de nuevas nebulosas solares que
originan, después de cierto tiempo,
nuevos sistemas estelares