1. Llegó lo que esperaba...
Era una tarde nevada, una tarde especial,
porque hoy... ¡era el día de Nochebuena!
Calvin y su tigre de peluche Hobbes se
divertían en la nieve tirando bolas a su gran
“archienemiga” Susie y haciendo muñecos de
nieve. Calvin tenía unas ganas terribles de que
llegara la noche, para que Santa Claus llegara
a su casa.
No había escrito la carta a Santa Claus, pero
confiaba en su “bondad” y pensaba que, si era
mágico, le traería lo que quisiera, y se
despreocupó por completo.
¿Qué era lo que quería? No se sabía.
¿Podría Santa Claus adivinar sus regalos tan
esperados...?
Él esperaba juguetes, y más juguetes, pero no
quiso hacer caso a su tigre. Aunque fuera
imaginario, Hobbes le aportaba la sensatez y
los sentimientos, pero Calvin sólo quería cosas
materiales.
Después de unas horas, Calvin se llevó una
gran sorpresa... Santa Claus... ¡NO HABÍA
VENIDO! Él estaba MUY disgustado. ¡Había
2. esperado todo un año para... ESTO! ¡Vaya
navidades...! Quería contarle a Hobbes todo
lo ocurrido...
-¡Ey! ¿Dónde está Hobbes?
-¡En el árbol de Navidad!
Tenía un papel escrito. ¿Qué será...?
Calvin le arrebató el papel de sus manos...
¡Era un cheque de un fuerte de nieve y
doscientas bolas!
-Gracias, viejo amigo, a ti siempre se te
ocurren los mejores regalos.
Y así, Calvin recibió su regalo más esperado,
JUGAR CON SU MEJOR AMIGO.
Iván M.