El documento explica que la luz se propaga en forma de ondas electromagnéticas y que la exposición excesiva a la radiación ultravioleta del sol puede dañar la piel y causar cáncer. La melanina en la piel absorbe la energía de los fotones UV para proteger la piel, y los bloqueadores solares contienen sustancias químicas que imitan esta función de la melanina absorbiendo la radiación UV.
1. BLOQUEADORES DE SOL
Imagínese usted, que salió bien librado de la temporada escolar. Imagine que no hay crisis, que.
Imagine, entonces, que el aire es transparente, que el pavimento es arena blanca, que la acera de
enfrente es el mar y -¿por qué no?- que, en lo alto, resplandece un sol brillante. Extienda su toalla
sobre la arena y dispóngase a tomar un relajante baño de sol. Pero... ¡un momento! ¿Trae usted
bronceador? Recuerde que la sobre exposición a la radiación solar puede causar serias lesiones.
La luz se propaga en forma de ondas
¿Por qué es dañina la luz? Veamos primero qué es la luz. La luz es energía que se transmite debido
a la vibración de una carga eléctrica. Al vibrar una carga, se perturban el campo eléctrico y el
campo magnético en todos los puntos que la rodean. Esta perturbación viaja, con un movimiento
ondulatorio, desde las regiones más cercanas -a la carga oscilante- hasta las más alejadas. De este
modo, una inocente carga que se encuentre a cientos de miles de kilómetros de otra que vibra, de
pronto, sin previo aviso, va a sentir una fuerza que la hace vibrar, también. Es decir, moviendo una
carga desde aquí se puede provocar el movimiento de otra que se encuentre muy lejos. O sea que
mediante la propagación de esta perturbación de los campos eléctrico y magnético se puede
transmitir energía de un lugar a otro. Estas ondas, llamadas con toda propiedad
electromagnéticas, viajan a la velocidad más grande conocida: 300,000 Km/s. Además, son las
únicas ondas que se pueden propagar en el vacío, es decir, en ausencia de un medio material.
Para comprender el alcance de estas radiaciones electromagnéticas piense en lo siguiente. Allá
mismo, en la playa, espere la noche y observe las estrellas. En ese momento, por fin, luego de una
larga travesía de cientos de millones de años luz, la perturbación, provocada por ciertas cargas
vibrantes en aquel lejano astro, hará vibrar a otras cargas, éstas alojadas en su retina. Luego, estas
vibraciones se convierten en una corriente eléctrica a través del nervio óptico que su cerebro
interpretará como el evento "ver una estrella". Claro, que lo que usted está viendo ocurrió hace
muchos años. Hace tantos, que quizá esa estrella, la que más le gusta, hace mucho que dejó de
existir. Nadie puede ver el futuro. Pero, el pasado, ese sí se puede ver directamente.
La energía de la luz se transmite en pequeñas unidades
La energía que transmiten las ondas electromagnéticas no fluye en forma continua sino por
pulsos. Estos pulsos, por su naturaleza discontinua, se asemejan a las partículas. Se puede
considerar, entonces, que la energía radiante está atomizada, es decir, formada por pequeños
paquetes de energía. Por analogía con las partículas comunes y corrientes, a estos conjuntos
discretos de energía se les ha denominado fotones, cuyo significado literal es partículas de luz. La
cantidad de energía de los fotones es menor o mayor según la longitud de la onda
electromagnética. La energía de los fotones de las ondas largas (como las de radio y televisión) es
muy pequeña. En cambio, la energía de los fotones de las ondas súper cortas (como los rayos X) es
grandísima.
El daño en la piel
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2. Cuando nos exponemos a la radiación solar, el daño en la piel puede ser tan leve como una simple
quemadura. O de tal gravedad que desencadene un cáncer de piel. En cualquier caso, lo que
ocurre es una reacción química: algunas sustancias de nuestra piel se transforman en otras. En el
caso de las quemaduras de piel, el daño es temporal. Las células de la piel dañadas se caen y son
sustituidas por otras nuevas. Se regenera la piel. En el caso del cáncer, la sustancia que se
descompone es el ADN, alterándose así la información genética que contiene.
Como las reacciones químicas se dan a nivel molecular, se requiere que cada molécula tenga la
energía suficiente para que se lleve a cabo la reacción. Por esta razón, no todas las radiaciones
electromagnéticas son capaces de causar daño a la piel. Depende de la energía de sus fotones. Si
la energía del fotón es menor a la que se necesita, simplemente no hay reacción y, por lo tanto,
tampoco hay daño.
Los fotones de la luz ultravioleta (UV) poseen la energía necesaria para que ocurran las reacciones
fotoquímicas que provocan las lesiones de la piel. Por eso, para evitar el efecto nocivo de la luz, se
requieren sustancias que puedan absorber la energía de este tipo de fotones. De hecho, el
mecanismo de protección natural de la piel implica la acción de una sustancia con tal capacidad.
Cuando la piel es irritada por la incidencia de luz ultravioleta, unas células -los melanocitos-
producen un pigmento negro llamado melanina y lo distribuyen por toda la piel. El color negro de
la melanina produce el oscurecimiento de la piel que conocemos como bronceado.
La forma como funciona la melanina es la siguiente. Cada molécula absorbe un fotón de luz UV y,
en consecuencia, pasa de su estado de menor energía a otro de mayor energía. Luego, a través de
una serie de cambios vibracionales, regresa a su estado basal emitiendo el exceso de energía en
forma de calor. Es decir, se estabiliza sin emitir luz. De este modo, la energía de los fotones UV, en
vez de provocar la destrucción de las células de la piel, sólo sirve para aumentar,
momentáneamente, la energía de las moléculas de melanina. Luego, se disipa calentando los
alrededores.
En realidad, cualquier molécula que se estabilice mediante este proceso puede actuar como un
bloqueador solar. Por eso, los bloqueadores contienen sustancias con esta misma capacidad.
Históricamente, la primera sustancia comercial, bloqueadora de la radiación solar, fue el
ácido para-aminobenzoico (PABA), el cual absorbe fuertemente en la región ultravioleta. En la
actualidad, se utilizan catorce diferentes sustancias en la formulación de los bloqueadores solares.
Todas ellas tienen una estructura química similar. Se trata de compuestos aromáticos (es decir, de
la familia del benceno) capaces de absorber los peligrosos paquetitos de energía de la luz
ultravioleta.
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