1. La Montaña, 18 de junio de 2014.
Mis queridas semillas,
Una vez en una empresa, estaban todos los trabajadores y cuando
fue la hora salieron ya por la noche cada uno salió y se fue a su casa a
cenar, a descansar; y llegó el guardián de noche, al llegar su trabajo era
cerrar las luces, cerrar la puerta y vigilar al exterior que no hubiese nada
anormal, pero ese vigilante llegó cuando se iba el personal, observó que
todos salían y faltó uno y dijo: “¡Qué extraño, pero no ha salido Tomás!”
Y le preguntaron: “¿Cómo lo sabes?” “Os aseguro que no ha salido
Tomás”, se echaron a reír y se fueron.
El vigilante comprendió que había algo, y entró, fue puerta por
puerta y en ese lugar tenían una cámara fría que la conservaban para
poner ciertos productos que se tenían que conservar, esa cámara era como
un gran frigorífico, qué casualidad que Tomás había entrado y al darse
media vuelta la puerta se cerró detrás de él, no podía abrirla del interior,
llamó muy fuerte, pero como es una cámara acorazada no lo oían; y
pensó: “No podrán oírme ya es muy tarde, nadie me oirá, terminaré de
congelarme y mi vida se terminará aquí”.
Empezó a aceptarlo con una sonrisa y de pronto, apenas de lejos,
escuchó una voz “¡Tomás! ¡Tomás!” y un ruido que la puerta se abría, no
podía moverse porque ya estaba empezando a congelarse, pero tenía esa
sonrisa y los ojos medio abiertos. El guardián, el guarda, lo cogió en sus
brazos y lo sacó corriendo, le puso una manta y corriendo, corriendo, fue a
buscarle café caliente, le puso otra manta y le enchufó otra estufa que
estaba allí, enseguida entró en calor y lo primero que hizo Tomás fue
sonreír, estaba tan agradecido porque ya vio que para él era el final y el
guardián dio Gracias a Dios, llegó a tiempo.
Algunos obreros volvieron al oír unos gritos de alegría, y le dijeron
al guarda: “Pero oye ¿cómo es posible si somos más de tres mil obreros?
¿Cómo es posible que te acuerdes de todos? ¿Cómo es posible que sabías
que Tomás no había salido?”. Entonces el guarda los miró algo tímido y
les dijo: “¡Sí! Ya sé que sois tres mil porque aquí tengo mis hojas donde
están escritos, lo sé que sois tres mil, no, no conozco todos los nombres ni
2. a todas las caras no, solamente he retenido un detalle, de los tres mil que
trabajáis aquí, sólo uno me saluda, me da los buenos días por la mañana y
las buenas noches por la noche, y hoy me ha saludado, pero por la noche
me faltaba ese saludo, es muy importante para mí sentir que soy un ser
humano y que de los tres mil uno tiene un detalle para Servidor, por eso he
vuelto y lo he buscado”, el resto del personal bajó la cabeza, se fue. Tomás
estuvo muy agradecido y le dio las Gracias.
Mis semillas, mis estrellas, mis amadas semillas, tomar siempre
consciencia que una sonrisa, que un saludo, una caricia nunca os
olvidarán, recordar ese guarda de los tres mil, era el único que lo
saludaba, ¿qué nos cuesta un saludo? el tiempo de tomar esas cuatro o
cinco palabras, buenos días o buenas tardes, gracias a ese pequeño
detalle, la vida se le salvó.
Vosotros tenéis algo más grande que son los 5 minutos,
esos 5 minutos que dais cada día a las personas que vienen y que no
conocéis, ya le habéis transmitido esa semilla, esa Chispita de Dios para
toda la vida. Semillas os recuerdo que sois almas muy grandes.
Hoy especialmente
soy muy feliz, vienen de
pasar un curso especial
muy espiritual un grupo
de Cerdeña, se han ido
con el corazón lleno de
alegría, con el alma llena
de espiritualidad y el
espíritu lleno de Luz.
Somos un equipo
aquí en la Montaña y
todos unidos hemos transmitido ese saludo, hemos transmitido ese amor
para cada alma ¡Qué maravilla! ¡Qué ilusión tan grande! Servidora desea
compartirla con ustedes y que sea muy pronto.