la Eucaristia es una Fiesta-Explicación para niños
Compartiendo el pan
1. Compartiendo el pan…
Escritura: 2ª. Reyes 7:1-20
Introducción.
Cada hijo de Dios, hemos sido llamados con propósito, debemos reconocer que si no
hubiera sido porque Dios llego a tiempo a nuestra vida, muchos de nosotros ya no
existiríamos, o nuestros matrimonios, nuestras familias estarían deshechos, esto es algo
que debemos de agradecer de por vida, lo que Dios ha hecho con nosotros, es digno de
agradecer.
Pero en ocasiones nos sucede lo que aquellos diez leprosos, ¿Qué hicieron? Veamos:
11. Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea.
12. Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales
se pararon de lejos.
13. y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros!
14. Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras
iban, fueron limpiados.
15. Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a
gran voz,
16. y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano.
17. Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve,
¿dónde están?
18. ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero?
19. Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado. (Lucas 17:11-19).
2. Es decir, nos olvidamos de agradecer a Dios por su bondad.
Hermano mío, las bendiciones que Dios derrama diariamente sobre nuestras vidas, ¿No
serán dignas de hacerlas conocer?
En la Escritura que leímos (2ª. Reyes 7:1-20), podemos notar que nos habla acerca de 4
leprosos que estaban destinados a morir apartados de todo lo que ellos habían
conocido, es decir, su familia, sus amigos, sus hijos, su trabajo, todo, ellos ya no tenían
derecho a nada, tenían que permanecer alejados del campamento, alejados de la gente,
alejados de todo, estaban destinados a vivir y morir completamente solos.
Imagine un momento, y póngase en los zapatos de estos hombres, después de haber
tenido todo, ahora ya no tenían nada, ¿quizá alguno de ellos era un empresario, a lo
mejor otro era un rico hacendado, quizá el otro era un abogado muy famoso, y quizá el
otro era un médico? Pero de todo lo que habían poseído, ahora ya no tenían nada
porque por causa de su enfermedad, habían perdido todo.
La Escritura es clara cuando habla acerca de la actitud que deberían de tomar el pueblo
de Dios cuando un leproso era encontrado en el campamento, la Biblia dice: “Jehová
habló a Moisés, diciendo: Manda a los hijos de Israel que echen del campamento a todo
leproso, y a todos los que padecen flujo de semen, y a todo contaminado con muerto.
Así a hombres como a mujeres echaréis; fuera del campamento los echaréis, para que
no contaminen el campamento de aquellos entre los cuales yo habito. Y lo hicieron así
los hijos de Israel, y los echaron fuera del campamento; como Jehová dijo a Moisés, así
lo hicieron los hijos de Israel.” (Números 5:1-4).
Había razones de sobra para hacer esto, echar fuera del campamento al leproso, esto
era porque Dios que es Santo, habitaba en medio de ellos y Dios no puede habitar en
donde hay suciedad, y en este caso, la lepra era considerada como una suciedad.
3. Hermano mío, la lepra era en su tiempo una enfermedad que no tenía cura, nada podía
sanarla, hoy día, esa lepra representa el pecado, el pecado es una enfermedad que nada
ni nadie en este planeta tierra puede sanar, podemos buscar la sanidad de la
enfermedad del pecado en muchos lugares pero solo gastaremos nuestro tiempo,
podemos buscarlo en los ídolos, podemos buscarlo en muchas maneras pero lo único
que podremos conseguir será simplemente darnos cuenta que nada en este mundo
puede sanarnos de esta terrible enfermedad.
La lepra era una enfermedad que poco a poco iba acabando con la vida de la persona, la
carne se iba poco a poco llenando de esta enfermedad, la lepra iba poco a poco
apoderándose, llenando ese cuerpo, hasta que, por dicha enfermedad, la persona moría
sola, tirada en medio quizá del campo, sin nadie que le ayudase.
La enfermedad del pecado es similar, hay personas que dicen ser nuestros amigos pero
cuando nos ven pasar por situaciones terribles, pocos son aquellos que quedan a
nuestro lado, no hay gente sincera que nos ayude de su corazón, no hay gente que se
compadezca, son amigos mientras saben que podemos corresponder de alguna manera
a esa amistad. Pero pocos son los verdaderos amigos. En cierto modo, la enfermedad
del pecado tiene otra similitud con la lepra ya que, como vimos, el leproso tenía que
permanecer fuera de la ciudad y la enfermedad del pecado nos deja fuera de la ciudad
celestial como lo dice el apóstol Pablo a los romanos: “por cuanto todos pecaron, y
están destituidos de la gloria de Dios.” (Romanos 3:23)
En nuestra Escritura base encontramos a cuatro leprosos, no tenían esperanza, ellos
decían, si nos quedamos aquí, vamos a morir, si vamos allá, vamos a morir pero quizá,
esta gente-nuestros enemigos- tienen misericordia de nosotros y nos avientan un
pedazo de pan, quizá nos den un poco de agua, vamos allá y veamos si acaso
encontramos algo que comer.
Y encontraron, no poco, la Biblia dice que encontraron y en abundancia, porque ¡así es
Dios! Hermano, Dios nos ama y nos da mucho más de lo que usted pueda necesitar,
pero esto no es para nosotros solos.
4. Estos hombres se saciaron, comieron todo pero al final recordaron, allá hay gente
muriendo, niños hambrientos, personas enfermas que necesitan alimentarse, nosotros
tenemos aquí en abundancia, no dejemos que ellos mueran por causa nuestra, por falta
de alimentos, vamos al campamento y demos a conocer las buenas nuevas.
Usted y yo tenemos bendiciones, tenemos a Cristo, estamos salvos pero, ¿qué de la
gente allá fuera? Hay gente muriendo sin salvación, hay gente que, como el hijo
prodigo, muere sola, sin familia, sin amigos, sin nadie a su lado, usted y yo tenemos la
mesa lista, tenemos la mesa servida, tenemos el alimento, no seamos nosotros egoístas,
vayamos y compartamos el pan de Dios con los necesitados.
Tenemos un gran trabajo por delante, no nos cansemos, no nos callemos, hablemos,
demos a conocer las maravillas de nuestro Dios, demos testimonio, usted y yo somos
quienes debemos de testificar, de hablar.
Conclusión y llamado.
El tiempo se está cumpliendo, el tiempo se está acortando, tenemos una gran
responsabilidad, debemos de avisar a la gente que aquí hay alimento suficiente para
cada uno de ellos, que aquí hay alimento para suplir toda necesidad, alimento para
todas sus familias, no esperemos más, mañana puede ser demasiado tarde. Recordemos
también que la mejor manera de mostrar gratitud a Dios es precisamente dando a
conocer lo que Él ha hecho por nosotros… No seamos como los 10 leprosos que
únicamente uno regreso a dar gracias a Dios o como los 4 leprosos que mientras ellos
recibían alimento se olvidaban de la necesidad de otros…