2. Biografía
Descendía de una familia aristocrática,
oriunda de España, según se cree,
establecida en los Países Bajos cuando estos
formaban parte de los dominios de la
Corona de España. Era hijo del séptimo
barón de Ripperdá, señor de Winseun y
gobernador de la fortaleza de Namur, que
había alcanzado el grado de general del
ejército holandés. Estudió en el Colegio de
los Jesuitas de Colonia, y con posterioridad
ingresó en el Ejército, donde llegó a
coronel.
3. A la muerte de sus padres abjuró del catolicismo y
se hizo calvinista para mejorar sus perspectivas en
su país. En 1715 estableció su residencia
en Madrid como embajador; su viveza y facilidad
para los idiomas, que le permitían hablar
fluidamente el español, le granjearon el apoyo del
Cardenal Giulio Alberoni. Ripperdá se convirtió
al catolicismo de nuevo y se puso al servicio de
España, entonces bajo el gobierno del primer
Borbón, Felipe V. Bajo las órdenes de Alberoni, se
encargó de la dirección de la fábrica de tejidos
de Guadalajara, donde realizó una labor digna de
encomio, lo que unido a su don de gentes aumentó
su influencia en perjuicio de Alberoni, quien,
temeroso del ascendiente que empezaba a tener, le
destituyó de sus cargos. No tardó en declararse
enemigo de Alberoni, a cuya caída contribuyó.
4. Viudo entonces de su primera esposa, Alida Schellingnov, en
1721 volvió a contraer matrimonio, en esta ocasión con la
dama española doña Francisca Eusebia Jaraba del Castillo. A
la caída de Alberoni, fue nombrado superintendente general
de todas las fábricas de España, siendo considerado en ese
momento favorito de la nueva consorte real, Isabel de
Farnesio. En 1724 retomó su carrera como embajador,
aunque en esta ocasión actuó bajo secreto. Participó en la
negociación de los tratados de Viena, que establecían una
alianza entre Felipe V y Carlos VI. Por esta gestión le
recompensaron con un Ducado y el título de Grande de
España y poco después le fue conferida la Secretaría de
Estado. Sin embargo, su ambición y ligereza terminaron por
perderlo, ya que se comprobó que el Tratado no era favorable
para España y la obligaba a entregar al emperador una
astronómica cantidad de dinero a cambio de imprecisos e
inconcretos compromisos del emperador para ayudar a Felipe
V en la recuperación de Gibraltar y Menorca. Esto, y los
enemigos que se había creado, entre los que
destacaban Grimaldo y Patiño, unido a su insostenible
situación personal (se le acusaba de malversación), llevó a
Ripperdá a renunciar en mayo de 1726 a todos sus cargos.
Como quiera que sus enemigos consiguieron del rey una
orden de prisión contra él, se refugió en la embajada
británica, de donde fue sacado por la fuerza y trasladado
5. El 30 de agosto de 1728,
con ayuda de una doncella
de la alcaidesa llamada
Josefa Ramos que se había
enamorado del exministro,
se fugó y huyó a Portugal,
para después marchar
a Inglaterra, donde fue
bien recibido por el rey y su
corte. Sin embargo, Felipe
V, temeroso de que
Ripperdá pudiese cometer
alguna indiscreción, ya
que había poseído todos los
secretos de Estado, forzó
tras mediar con la corte
británica su salida del
país. Se trasladó entonces Escudo de armas
a los Países Bajos, donde
por segunda vez abrazó de la familia
el calvinismo; aunque allí Ripperdá
no sufrió hostilidad
alguna, decidió partir
hacia Marruecos con ayuda
de un almirante marroquí
llamado Pérez que
6. Tras un último intento de
reconciliación con Felipe V,
quien ni siquiera contestó
a su petición, marchó a
Marruecos y llegó a Tánger
junto a Josefa Ramos en
noviembre de 1731.
Recibido cariñosamente por
el sultán Abdallah II de
Marruecos, parece que
Ripperdá no tardó en
comenzar a intrigar. Todo
ello condujo, al parecer, a
que tras un intento de
complot con el bey
de Túnez, y algunas
deslealtades, Ripperdá
perdiera toda influencia, y
acabara sus días en la
miseria y olvidado. Se ha
afirmado que se convirtió
al Islam y que dirigió un
fracasado asedio Juan Guillermo de
sobre Ceuta, pero esto no ha Ripperdá, VIII barón de
sido probado
documentalmente. Ripperdá, I duque de