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MEMORABLES




Muchas veces me pregunté con sorpresa con
qué razones convencieron a los atenienses los
que acusaron a Sócrates de que era digno de
muerte para la ciudad. Pues la acusación
pública contra el era una de esta clase:
“Sócrates es culpable por que no cree en los
dioses en los que la ciudad cree y también por
que introduce , en cambio, otras divinidades
nuevas Y es culpable también por que
corrompe e a los jóvenes.” Por lo tanto en
cuento al primer punto de que no creía en los
dioses en los que la ciudad cree, ¿De qué
prueba se valieron entonces? Por que era
evidente que hacía michos sacrificios muchas
veces en su casa y muchas veces también
sobre los altares públicos de la ciudad, y no
era un secreto que utilizaba la adivinación.
I 1,16 Sócrates siempre conversaba sobre temas
humanos


Él mismo siempre conversaba sobre temas
humanos, examinando qué es piadoso, qué es
impío, qué es bello, qué feo,(vergonzoso), qué
es justo, cuál injusto, qué es la prudencia, cuál
la locura, qué es la valentía, cuál la cobardía,
qué es la ciudad, qué es un político(hombre de
estado), qué es un gobierno de hombres y cuál
un gobernante de ellos, y sobre las demás
cosas, a los que las sabían pensaba que eran
hombres de bien, en cambio a los que las
desconocían creía que con razón deberían ser
llamados esclavos.

I 2, 1 También es sorprendente que Sócrates fuera
acusado de corromper a los jóvenes , pues era una
persona austera frente a los placeres



Y sorprendente también me parece el hecho de
que algunos se dejasen convencer (fueran
persuadidos) de que Sócrates corrompía a los
jóvenes , el cual, además de lo que ya se ha
dicho, era en primer lugar el más austero de
todos los hombres en cuanto a los placeres
amorosos y de la comida,, y en segundo lugar
era durísimo frente al frío y al calor y a todas
las fatigas, por último también estaba educado
de tal manera para estar necesitado de lo
justo, que a pesar de haber adquirido una
pequeñísima fortuna , le bastaba para vivir con
mucha facilidad.

I, 2 62 Sócrates era digno del mayor honor y no merecía
la pena de muerte, ya que no había hecho nada malo.



Por una parte me parece que Sócrates siendo
de tal condición era más digno de respeto para
la ciudad más que de muerte, y con relación a
las leyes, en cambio, si alguien examinara esto
lo descubriría. En efecto en relación a las
leyes, si alguien resulta evidente que es un
patente ladrón , un robador de vestidos,
cortador de bolsas, o rompe paredes,
traficante de esclavos o saqueador de templos,
para estos la pena es la muerte, pero aquél
estaba muy alejado de aquellos delitos de entre
todos los hombres.
I 6 14 Sócrates explica a Antifonte que el mayor
beneficio de las conversaciones con sus discípulos
es hacer amigos



Y yo mismo, por tanto, ¡oh Antifonte! lo
mismo que cualquier otro se siente a gusto
con un caballo un perro o un pájaro, así
también aún más me siento a gusto con los
buenos amigos, y si sé algo bueno, se los
enseño y a los demás los pongo en relación
con aquellos que pienso que ellos mismos
podrán sacar algún provecho para su virtud,
y a los tesoros de los hombres sabios de
antaño, los que aquellos dejaron escritos en
libros, desenrollando en común con mis
amigos los escritos en los libros,
desenrollándolos en común con mis amigos los
recorro y si vemos algo bueno , lo
seleccionamos y consideramos que es una
gran ganancia si nos hacemos amigos unos de
otros.




II, 1 13 Sócrates y Aristipo discuten sobre la vida de
libres y esclavos, sobre el abuso de la fuerza por
parte de los fuertes




¿O te pasan desapercibidos los que cortan el
trigo y los árboles, cuando otros los
siembran y los plantan y los que asedian de
todas maneras a los más débiles y que no
quieren servirles, hasta que los convencen de
elegir ser esclavos en lugar de hacer la
guerra a los más poderosos? Y en su vida
privada en cambio ¿No sabes que los
valientes y los poderosos sacan provecho y
esclavizan a los cobardes y a los débiles?
II 4,4 Sócrates expone variados argumentos sobre
el valor de la amistad y la pondera por encima de
cualquier otra adquisición



Y aún además de estas cosas, dijo que veía que
muchos sabían el número del resto de sus bienes,
aunque fueran muy numerosos para ellos, en cambio
de los amigos aunque fueran pocos, que no solo
desconocían su número, sino que además intentaban
registrarlos los para los que les preguntaban esto, y
a los que pusieron entre sus amigos , de nuevo a
estos los cambiaban de sitio.



Sócrates refiere a Critóbulo que la amistad es
necesaria por naturaleza y que disipa todo mal



Por naturaleza , en efecto tienen los hombres unas
partes amistosas: Pues necesitan unos de otros y se
compadecen y colaboran entre sí y se ayudan y
conscientes de esto están agradecidos unos con
otros. Pero tienen otra parte belicosa: pues cuando
creen que las mismas cosas son            hermosas y
agradables luchan por estas cosas y cuando son de
diferente opinión se enfrentan entre sí y también
es cosas de guerra la discordia y la ira.



II 7, 13 LA fábula del perro y las ovejas



Y Sócrates dijo: “¿Por qué no les cuentas a ellas la
fábula del perro? Pues dicen que cuando los animales
estaban hablando, que la oveja dijo a su amo: “Es
extraño lo que haces porque a nosotras que te
proporcionamos lana , corderos y queso, no nos das
nada que no tomemos nosotras de la tierra, y en
cambio al perro, que no te procura nada parecido, le
haces partícipe de tu propia comida. Y que el perro al
oírlo dijo: ¡Sí por Zeus!
LA fábula del perro y las ovejas (continuación)




pues soy yo el que os salva a vosotras para que
no seáis robadas por los hombres ni arrebatadas
por lobos, pues vosotras, al menos, si yo no os
protegiera,      no podríais pastar, estaríais
temerosas de que os mataran, Y así se dice que
también los rebaños de ovejas estuvieron de
acuerdo en que el perro fuera el preferido. Y
tú, por lo tanto, diles a aquellas que en lugar del
perro eres su guardián y cuidador, y que gracias
a ti sin ser agraviadas por alguien viven
trabajando con seguridad y a gusto”.

III, 1, 7-9 Un ejército bien ordenado es muy diferente
de otro muy desordenado

Mucho se diferencia en efecto un ejército
ordenado de otro desordenado, lo mismo que las
piedras, ladrillos y maderas y tejas arrojados
desordenadamente no son nada útiles; pero en
cambio cuando se ordenan debajo y en la parte
de arriba los materiales que no se pudren y no
se estropean, las piedras y las tejas, y en medio
los ladrillos y la madera, como están colocados
unos con otros en la construcción, entonces
resulta de mucho valor la propiedad, la casa.
Pero, perfectamente, dijo el joven, ¡oh Sócrates!
Has dicho lo mismo, pues también en la guerra
es preciso que los mejores se ordenen los
primeros y en retaguardia(los últimos), y en
medio se coloquen los peores, para que sean
guiados por los primeros y en cambio sean
empujados por los últimos.

III 5, 1-2 Sócrates conversa con Pericles sobre el cargo
de estratego



Y dijo Sócrates: ¡Oh Pericles! Yo ciertamente
tengo la esperanza de que siendo tú general la
ciudad será mejor y más famosa en las artes de
la guerra y que dominará a sus enemigos. Y
Pericles dijo: Ya me gustaría ¡Oh Sócrates! lo
que dices, y cómo pudiera ocurrir esto, no puedo
llegar a comprenderlo.
¿Quieres por tanto , dijo Sócrates, que conversemos
sobre estos mismos asuntos y examinemos dónde está
ya la posibilidad?-Quiero, dijo.



III 7-9 Sócrates aconseja a su interlocutor inspeccionarse
mejor a sí mismo y servir a la ciudad




¡Oh buen amigo!, no te desconozcas a ti mismo, ni te
equivoques en aquellas cosas en las que la mayoría se
equivoca, pues muchos cuando se lanzan a examinar los
asuntos de los demás no se vuelven sobre si mismos a
examinarse. Por lo tanto no te dejes arrastrar por
esta molicie, sino que esfuérzate más en poner
atención a ti mismo y no te descuides de los asuntos
de la ciudad, si hay alguna posibilidad de que vayan
mejor , gracias a ti, pues si estos asuntos van bien, no
sólo los demás ciudadanos, sino también tus amigos y
tú mismo no poquísimo provecho sacaréis.



III, 9, 8 Sócrates reflexiona sobre la envidia



Y al examinar la envidia, en qué consiste, descubrió que
era un mismo dolor, producido, sin embargo, no por las
desgracias de los amigos, ni por la felicidad de los
enemigos, sino que dijo que los únicos que tenían
envidia eran los que se afligían por la prosperidad de
los amigos. Y como algunos se admiraban de que alguien
pudiera afligirse por la felicidad de alguno de los
amigos de uno mismo, les recordaba que muchos, así
tienen envidia hacia algunos de tal manera que cuando
les van mal las cosas no pueden mirar con indiferencia,
pero que les ayudan cuando son desgraciados, pero , en
cambio, cuando son felices se afligen.
III 12, 4-5 Sócrates describe la ventaja de estar en buen forma
física



Y ciertamente a los que tienen el cuerpo bien les
ocurre todo lo contario que a los que lo tienen mal.
Y en efecto tienen salud y son fuertes los que
tienen el cuerpo bien, y muchos por este motivo se
salvan honorablemente de los combates bélicos y
escapan de todos los peligros, y muchos ayudan a
sus amigos y hacen el bien a su patria y por estas
causas    son    considerados     merecedores    de
agradecimiento y adquieren una gran fama y
alcanzan los más hermosos honores y por estos
motivos pasan el resto de su vida más agradable y
mejor y dejan a sus hijos los mejores medios para
la vida.




IV 2, 39.40 Eutidemo reconoce su propia estupidez y
que si quiere ser digno de consideración debe tratar a
Sócrates.




Y dijo Eutidemo: “es evidente que mi propia
estupidez me obliga a reconocer esto y pienso que
sea par mi lo mejor callarme, pues corro el peligro
de no saber nada simplemente, y se marchó muy
desanimado y despreciándose a sí mismo y creyendo
que en realidad era un esclavo. Por lo tanto muchos
de los que habían sido puestos así en esa situación
por Sócrates, ya no se acercaban más a él, a los
cuales les consideraba bastante torpes. Eutidemo,
sin embargo, comprendió que no podría llegar a ser
un hombre digno de consideración de otra manera
si no trataba lo más posible con Sócrates.



IV 3, 15-16 Eutidemo y Sócrates debaten sobre la
conveniencia de honrar a los dioses




Yo, oh Sócrates, dijo Eutidemo, sé claramente que
no me descuidaré ni un poco de la divinidad, pero
estoy desanimado por aquello, de que me parece que
no hay un solo hombre
que   pueda   corresponder     con   el   merecido
agradecimiento a los favores de los dioses; pero
esto no te desaliente, dijo, ¡oh Eutidemo!, pues
ves que el dios de Delfos, cuando alguien le
pregunta cómo podría dar gracias a los dioses les
responde : con la ley de la ciudad. Y la ley es sin
duda , en todos los sitios en la medida de las
fuerzas de cada uno el agradar a los dioses con
ofrendas.




IV, 4,6-7 Sócrates defiende ante Hipias que sigue hablando de
los mismos tópicos



Y dijo Hipias: ¡oh Sócrates!¿Pues aún tu dices
aquellas mismas cosas que yo hace mucho tiempo
te escuché? Y Sócrates dijo: ¡oh Hipias! y lo que
es más sorprendente que esto es que no sólo
siempre digo las mismas cosas, sino que además
hablo de las mismas cosas: en cambio, tú , por el
hecho de ser un erudito nunca dices lo mismo
sobre los mismos temas. Descuida, dijo, intento
siempre decir algo nuevo. ¿Y cual de las dos cosas,
dijo Sócrates, sobre aquellas que conoces? Como
por ejemplo, sobre las letras, ¿Si alguien te
pregunta que cuántas y cuáles son las letras de la
palabra Sócrates, primero intentas unas veces una
cosa y ahora otras veces otras?



IV 4, 15-16 Sócrates intenta convencer a Hipias
de la importancia de obedecer a las leyes




¿No te has enterado, dijo Sócrates, de que
Licurgo, el lacedemonio, no habría hecho a Esparta
nada distinta de las otras ciudades si no le hubiera
infundido el obedecer a las leyes por encima de
todo? ¿ Y de entre los gobernantes que hay en las
ciudades, no sabes que algunos podrían ser los
responsables para los ciudadanos de que obedezcan
a las leyes, estos son los mejores, y también la
ciudad en la cual los ciudadanos más obedecen a
las leyes, y que en tiempos de paz viven lo mejor
posible, y en la guerra es una ciudad irresistible?
Y en efecto me parece que la Concordia es el bien
más grande para las ciudades.
IV 6, 2-3 Sócrates y Eutidemo examinan el concepto de piedad



En primer lugar examinaba el concepto de piedad, así
poco más o menos : Dime, ¡ oh Eutidemo!, ¿de qué clase
crees que es la piedad? Y aquel dijo: ¡Sí. Por Zeus!, es
lo más hermoso. Por tanto , puedes decirme de qué
clase es el hombre piadoso?. A mi me parece, dijo, que
es el que honra a los dioses. ¿ Es posible que alguien
quiera honrar a los dioses de cualquier manera? No;
sino que hay leyes , según las cuales es preciso honrar
a los dioses. ¿Por lo tanto el que conoce estas leyes
sabría que es preciso honrar a los dioses? . Yo creo
que sí, dijo.

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  • 3. I 1,16 Sócrates siempre conversaba sobre temas humanos Él mismo siempre conversaba sobre temas humanos, examinando qué es piadoso, qué es impío, qué es bello, qué feo,(vergonzoso), qué es justo, cuál injusto, qué es la prudencia, cuál la locura, qué es la valentía, cuál la cobardía, qué es la ciudad, qué es un político(hombre de estado), qué es un gobierno de hombres y cuál un gobernante de ellos, y sobre las demás cosas, a los que las sabían pensaba que eran hombres de bien, en cambio a los que las desconocían creía que con razón deberían ser llamados esclavos. I 2, 1 También es sorprendente que Sócrates fuera acusado de corromper a los jóvenes , pues era una persona austera frente a los placeres Y sorprendente también me parece el hecho de que algunos se dejasen convencer (fueran persuadidos) de que Sócrates corrompía a los jóvenes , el cual, además de lo que ya se ha dicho, era en primer lugar el más austero de todos los hombres en cuanto a los placeres amorosos y de la comida,, y en segundo lugar era durísimo frente al frío y al calor y a todas las fatigas, por último también estaba educado de tal manera para estar necesitado de lo justo, que a pesar de haber adquirido una pequeñísima fortuna , le bastaba para vivir con mucha facilidad. I, 2 62 Sócrates era digno del mayor honor y no merecía la pena de muerte, ya que no había hecho nada malo. Por una parte me parece que Sócrates siendo de tal condición era más digno de respeto para la ciudad más que de muerte, y con relación a las leyes, en cambio, si alguien examinara esto lo descubriría. En efecto en relación a las leyes, si alguien resulta evidente que es un patente ladrón , un robador de vestidos, cortador de bolsas, o rompe paredes, traficante de esclavos o saqueador de templos, para estos la pena es la muerte, pero aquél estaba muy alejado de aquellos delitos de entre todos los hombres.
  • 4. I 6 14 Sócrates explica a Antifonte que el mayor beneficio de las conversaciones con sus discípulos es hacer amigos Y yo mismo, por tanto, ¡oh Antifonte! lo mismo que cualquier otro se siente a gusto con un caballo un perro o un pájaro, así también aún más me siento a gusto con los buenos amigos, y si sé algo bueno, se los enseño y a los demás los pongo en relación con aquellos que pienso que ellos mismos podrán sacar algún provecho para su virtud, y a los tesoros de los hombres sabios de antaño, los que aquellos dejaron escritos en libros, desenrollando en común con mis amigos los escritos en los libros, desenrollándolos en común con mis amigos los recorro y si vemos algo bueno , lo seleccionamos y consideramos que es una gran ganancia si nos hacemos amigos unos de otros. II, 1 13 Sócrates y Aristipo discuten sobre la vida de libres y esclavos, sobre el abuso de la fuerza por parte de los fuertes ¿O te pasan desapercibidos los que cortan el trigo y los árboles, cuando otros los siembran y los plantan y los que asedian de todas maneras a los más débiles y que no quieren servirles, hasta que los convencen de elegir ser esclavos en lugar de hacer la guerra a los más poderosos? Y en su vida privada en cambio ¿No sabes que los valientes y los poderosos sacan provecho y esclavizan a los cobardes y a los débiles?
  • 5. II 4,4 Sócrates expone variados argumentos sobre el valor de la amistad y la pondera por encima de cualquier otra adquisición Y aún además de estas cosas, dijo que veía que muchos sabían el número del resto de sus bienes, aunque fueran muy numerosos para ellos, en cambio de los amigos aunque fueran pocos, que no solo desconocían su número, sino que además intentaban registrarlos los para los que les preguntaban esto, y a los que pusieron entre sus amigos , de nuevo a estos los cambiaban de sitio. Sócrates refiere a Critóbulo que la amistad es necesaria por naturaleza y que disipa todo mal Por naturaleza , en efecto tienen los hombres unas partes amistosas: Pues necesitan unos de otros y se compadecen y colaboran entre sí y se ayudan y conscientes de esto están agradecidos unos con otros. Pero tienen otra parte belicosa: pues cuando creen que las mismas cosas son hermosas y agradables luchan por estas cosas y cuando son de diferente opinión se enfrentan entre sí y también es cosas de guerra la discordia y la ira. II 7, 13 LA fábula del perro y las ovejas Y Sócrates dijo: “¿Por qué no les cuentas a ellas la fábula del perro? Pues dicen que cuando los animales estaban hablando, que la oveja dijo a su amo: “Es extraño lo que haces porque a nosotras que te proporcionamos lana , corderos y queso, no nos das nada que no tomemos nosotras de la tierra, y en cambio al perro, que no te procura nada parecido, le haces partícipe de tu propia comida. Y que el perro al oírlo dijo: ¡Sí por Zeus!
  • 6. LA fábula del perro y las ovejas (continuación) pues soy yo el que os salva a vosotras para que no seáis robadas por los hombres ni arrebatadas por lobos, pues vosotras, al menos, si yo no os protegiera, no podríais pastar, estaríais temerosas de que os mataran, Y así se dice que también los rebaños de ovejas estuvieron de acuerdo en que el perro fuera el preferido. Y tú, por lo tanto, diles a aquellas que en lugar del perro eres su guardián y cuidador, y que gracias a ti sin ser agraviadas por alguien viven trabajando con seguridad y a gusto”. III, 1, 7-9 Un ejército bien ordenado es muy diferente de otro muy desordenado Mucho se diferencia en efecto un ejército ordenado de otro desordenado, lo mismo que las piedras, ladrillos y maderas y tejas arrojados desordenadamente no son nada útiles; pero en cambio cuando se ordenan debajo y en la parte de arriba los materiales que no se pudren y no se estropean, las piedras y las tejas, y en medio los ladrillos y la madera, como están colocados unos con otros en la construcción, entonces resulta de mucho valor la propiedad, la casa. Pero, perfectamente, dijo el joven, ¡oh Sócrates! Has dicho lo mismo, pues también en la guerra es preciso que los mejores se ordenen los primeros y en retaguardia(los últimos), y en medio se coloquen los peores, para que sean guiados por los primeros y en cambio sean empujados por los últimos. III 5, 1-2 Sócrates conversa con Pericles sobre el cargo de estratego Y dijo Sócrates: ¡Oh Pericles! Yo ciertamente tengo la esperanza de que siendo tú general la ciudad será mejor y más famosa en las artes de la guerra y que dominará a sus enemigos. Y Pericles dijo: Ya me gustaría ¡Oh Sócrates! lo que dices, y cómo pudiera ocurrir esto, no puedo llegar a comprenderlo.
  • 7. ¿Quieres por tanto , dijo Sócrates, que conversemos sobre estos mismos asuntos y examinemos dónde está ya la posibilidad?-Quiero, dijo. III 7-9 Sócrates aconseja a su interlocutor inspeccionarse mejor a sí mismo y servir a la ciudad ¡Oh buen amigo!, no te desconozcas a ti mismo, ni te equivoques en aquellas cosas en las que la mayoría se equivoca, pues muchos cuando se lanzan a examinar los asuntos de los demás no se vuelven sobre si mismos a examinarse. Por lo tanto no te dejes arrastrar por esta molicie, sino que esfuérzate más en poner atención a ti mismo y no te descuides de los asuntos de la ciudad, si hay alguna posibilidad de que vayan mejor , gracias a ti, pues si estos asuntos van bien, no sólo los demás ciudadanos, sino también tus amigos y tú mismo no poquísimo provecho sacaréis. III, 9, 8 Sócrates reflexiona sobre la envidia Y al examinar la envidia, en qué consiste, descubrió que era un mismo dolor, producido, sin embargo, no por las desgracias de los amigos, ni por la felicidad de los enemigos, sino que dijo que los únicos que tenían envidia eran los que se afligían por la prosperidad de los amigos. Y como algunos se admiraban de que alguien pudiera afligirse por la felicidad de alguno de los amigos de uno mismo, les recordaba que muchos, así tienen envidia hacia algunos de tal manera que cuando les van mal las cosas no pueden mirar con indiferencia, pero que les ayudan cuando son desgraciados, pero , en cambio, cuando son felices se afligen.
  • 8. III 12, 4-5 Sócrates describe la ventaja de estar en buen forma física Y ciertamente a los que tienen el cuerpo bien les ocurre todo lo contario que a los que lo tienen mal. Y en efecto tienen salud y son fuertes los que tienen el cuerpo bien, y muchos por este motivo se salvan honorablemente de los combates bélicos y escapan de todos los peligros, y muchos ayudan a sus amigos y hacen el bien a su patria y por estas causas son considerados merecedores de agradecimiento y adquieren una gran fama y alcanzan los más hermosos honores y por estos motivos pasan el resto de su vida más agradable y mejor y dejan a sus hijos los mejores medios para la vida. IV 2, 39.40 Eutidemo reconoce su propia estupidez y que si quiere ser digno de consideración debe tratar a Sócrates. Y dijo Eutidemo: “es evidente que mi propia estupidez me obliga a reconocer esto y pienso que sea par mi lo mejor callarme, pues corro el peligro de no saber nada simplemente, y se marchó muy desanimado y despreciándose a sí mismo y creyendo que en realidad era un esclavo. Por lo tanto muchos de los que habían sido puestos así en esa situación por Sócrates, ya no se acercaban más a él, a los cuales les consideraba bastante torpes. Eutidemo, sin embargo, comprendió que no podría llegar a ser un hombre digno de consideración de otra manera si no trataba lo más posible con Sócrates. IV 3, 15-16 Eutidemo y Sócrates debaten sobre la conveniencia de honrar a los dioses Yo, oh Sócrates, dijo Eutidemo, sé claramente que no me descuidaré ni un poco de la divinidad, pero estoy desanimado por aquello, de que me parece que no hay un solo hombre
  • 9. que pueda corresponder con el merecido agradecimiento a los favores de los dioses; pero esto no te desaliente, dijo, ¡oh Eutidemo!, pues ves que el dios de Delfos, cuando alguien le pregunta cómo podría dar gracias a los dioses les responde : con la ley de la ciudad. Y la ley es sin duda , en todos los sitios en la medida de las fuerzas de cada uno el agradar a los dioses con ofrendas. IV, 4,6-7 Sócrates defiende ante Hipias que sigue hablando de los mismos tópicos Y dijo Hipias: ¡oh Sócrates!¿Pues aún tu dices aquellas mismas cosas que yo hace mucho tiempo te escuché? Y Sócrates dijo: ¡oh Hipias! y lo que es más sorprendente que esto es que no sólo siempre digo las mismas cosas, sino que además hablo de las mismas cosas: en cambio, tú , por el hecho de ser un erudito nunca dices lo mismo sobre los mismos temas. Descuida, dijo, intento siempre decir algo nuevo. ¿Y cual de las dos cosas, dijo Sócrates, sobre aquellas que conoces? Como por ejemplo, sobre las letras, ¿Si alguien te pregunta que cuántas y cuáles son las letras de la palabra Sócrates, primero intentas unas veces una cosa y ahora otras veces otras? IV 4, 15-16 Sócrates intenta convencer a Hipias de la importancia de obedecer a las leyes ¿No te has enterado, dijo Sócrates, de que Licurgo, el lacedemonio, no habría hecho a Esparta nada distinta de las otras ciudades si no le hubiera infundido el obedecer a las leyes por encima de todo? ¿ Y de entre los gobernantes que hay en las ciudades, no sabes que algunos podrían ser los responsables para los ciudadanos de que obedezcan a las leyes, estos son los mejores, y también la ciudad en la cual los ciudadanos más obedecen a las leyes, y que en tiempos de paz viven lo mejor posible, y en la guerra es una ciudad irresistible? Y en efecto me parece que la Concordia es el bien más grande para las ciudades.
  • 10. IV 6, 2-3 Sócrates y Eutidemo examinan el concepto de piedad En primer lugar examinaba el concepto de piedad, así poco más o menos : Dime, ¡ oh Eutidemo!, ¿de qué clase crees que es la piedad? Y aquel dijo: ¡Sí. Por Zeus!, es lo más hermoso. Por tanto , puedes decirme de qué clase es el hombre piadoso?. A mi me parece, dijo, que es el que honra a los dioses. ¿ Es posible que alguien quiera honrar a los dioses de cualquier manera? No; sino que hay leyes , según las cuales es preciso honrar a los dioses. ¿Por lo tanto el que conoce estas leyes sabría que es preciso honrar a los dioses? . Yo creo que sí, dijo.