La mayordomía integral se refiere al hecho de que, todo lo que tenemos, lo hemos recibido de Dios, por tanto no es nuestro, sino que deberemos rendir cuentas a Dios de cómo administramos lo que nos fue dado.
Podemos observar distintos aspectos sobre los que debemos ser mayordomos, y uno de esos es la vida espiritual.
En este ensayo planteo algunos aspectos a tomar en cuenta de cómo ser un buen mayordomo de la vida espiritual.
GUIA DE NUTRICION Y ENTRENAMIENTO para principiantes
Ensayo de mayordomía integral.pdf
1. SEMINARIO TEOLÓGICO BAUTISTA DE VENEZUELA
Asignatura: Mayordomía
Reggie Coronado
CI: 16.314.465
Mayordomía integral:
Mayordomía de la vida espiritual
La mayordomía se refiere a una persona que administra los recursos pertenecientes a
alguien más, ya sea bienes materiales o inmateriales, lo relevante es que el administrador no
es el dueño sino que es responsable del correcto empleo de lo que el dueño le ha
encomendado. En el caso de la mayordomía cristiana, el dueño es el Creador y Salvador,
Dios, y el mayordomo es el cristiano propiamente, el hijo de Dios por confesar el señorío de
Cristo. Esta mayordomía está claramente expresada en 1 Pedro 4:10 que dice “Cada uno
según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la
multiforme gracia de Dios”, de entre lo que se quiere resaltar 3 aspectos:
1) Lo que tiene el cristiano es porque lo ha recibido, y además no lo recibió por
haberlo comprado o merecido en alguna forma, sino que es un don de Dios, un
regalo.
2) La palabra “minístrelo” (“ponga al servicio” NVI, “úsenlos para servir” NTV)
está en imperativo, es una orden dada al cristiano, no es opcional, es una
obligación. Además, dicho don debe ser administrado o empleado de la manera
correcta (buenos administradores).
3) La frase “multiforme gracia de Dios” refleja que la gracia de Dios se presenta en
variadas maneras, que Dios da diversos dones según su sabiduría, así que hay que
reconocer lo que se tiene para poder emplearlo correctamente.
Por tanto, queda claro que desde el punto de vista bíblico no se puede hablar de
mayordomía sin hablar de “mayordomía integral”, es decir, que hay que administrar
correctamente cada aspecto de la vida, recordando que “todo lo que tengo lo he recibido”
2. como enseña 1 Corintios 4:7. Entre tales manifestaciones de la multiforme Gracia de Dios,
pueden agruparse en ocho ramas o rasgos de la vida:
Mayordomía del mundo físico.
Mayordomía del tiempo.
Mayordomía del trabajo.
Mayordomía de las posesiones materiales.
Mayordomía de la vida espiritual.
Mayordomía de los dones.
Mayordomía del cuerpo.
Mayordomía de la familia.
De entre todas estas ramas, la más fundamental, la prioritaria debe ser la mayordomía
de la vida espiritual. Se explicará lo concerniente a ella y luego se expondrá el porqué de
dicha afirmación.
Dice el proverbio 4:23 “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él
mana la vida”, este corazón no se refiere al físico (que obviamente también hay que cuidar),
sino que se refiere a la mente, los pensamientos.
Cuando se habla de guardar, cuidar, administrar los pensamientos, lo que podría
llamarse “pensar cristianamente”, un pasaje que resalta es Filipenses 4:8, donde dice que se
debe pensar en “todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo
lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza”,
es decir, hay que mantener una mente pura, inclinada hacia Dios y no hacia el pecado ¿pero
cómo se logra esto? Pues mediante la práctica de disciplinas espirituales (podría llamarse
“entrenamiento espiritual”), de las cuales se tienen dos disciplinas fundamentales (hay otras
que tienen cierta dependencia de estas dos): la oración y el estudio de la Palabra de Dios.
La oración es tan necesaria para el cristiano que Pablo dice “oren sin cesar” ” (1
Tesalonicenses 5:17, NVI) ¿cómo es posible orar sin cesar? Pues porque la vida debe ser una
perenne comunión entre Dios y sus hijos, es decir, una perenne oración, un diálogo
3. ininterrumpido; en este sentido, alguien comparó la oración sin cesar con la acción de
respirar, es algo que se hace constantemente y la persona racional no quiere dejar de hacer.
Valga acotar a manera de reflexión que pareciera que el cristiano (aun a sabiendas de la
necesidad de la oración) a veces pareciera querer “aguantar la respiración espiritual”.
Pero, a pesar de que la oración debe ser en todo momento, no niega el hecho y
necesidad de dedicar tiempo a solas con Dios, dónde las únicas personas sean Dios y su hijo,
como dijo Jesús en Mateo 6:6 “cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a
tu Padre que está en secreto”, así que se evidencia la necesidad de este tiempo “en lo secreto”.
Además, no hay que pasar por alto la orden de orar, pues dice “entra… y... ora”, así mismo,
en muchos pasajes de la escritura existe la orden de orar: Filipenses 4:6 (NVI) dice “No se
inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones
a Dios y denle gracias”
Tres aspectos más presentados de forma resumida:
Humildad: La biblia enseña que “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los
humildes” (Santiago 4:6), es decir, en la oración se necesita humildad para reconocer la
grandeza y soberanía de Dios, así como la pecaminosidad propia.
Justicia/santidad: 1 Pedro 3:12 “Porque los ojos del Señor están sobre los justos, Y
sus oídos atentos a sus oraciones; Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el
mal” es necesario una vida en santidad, andando rectamente delante de Dios y, en caso de
haber pecado, el arrepentimiento y la confesión de los pecados. Es importante recordar que
“si alguno ha pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1 Juan 2:1).
Fortaleza: Cristo dijo “Estén alerta y oren para que no caigan en tentación” (Mateo
26:41, NVI). En la oración está la fuerza del cristiano contra las tentaciones.
Con todo lo anterior dicho, es claro que la Biblia establece la oración como una
necesidad y un mandamiento, además de establecer ciertos requisitos para ser hijos
agradables a Dios a los cuales Él escuche al orar.
4. Por otro lado y no menos importante está la disciplina espiritual del estudio de la
Biblia, la Palabra de Dios. La Biblia nos enseña su propia importancia, 2 Timoteo 3:16-17
enseña que “toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para
corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente
preparado para toda buena obra”, el Salmo 19:7 dice que “la ley de Jehová es perfecta, que
convierte el alma” (nótese esta última frase “convierte el alma” ¡cuánto poder hay en la
Palabra de Dios!) y así otros pasajes hablan del poder y belleza de la Palabra de Dios.
El escritor del Salmo 119 entendió esta grandeza de la Palabra y todo el salmo en sí
es una alabanza a la Palabra de Dios por tal grandeza, por eso escribió en el versículo 11 “en
mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti”, el salmista reconoció la
necesidad de andar en obediencia a Dios y cómo solamente mediante el estudio diligente de
la Escritura podía entender cómo vivir una vida agradable a Dios.
Así que el estudio de la Biblia se refleja también como una necesidad en las escrituras,
pero esta va íntimamente ligada a la oración. La Biblia (Dios hablando al hombre) enseña la
forma en que Dios quiere que viva el hombre y la oración (el hombre hablando a Dios) se
humilla ante la voluntad de Dios y busca de Él la fuerza para poder llevar esa vida.
Entonces, para ser buenos administradores de la vida espiritual es necesario aplicarse
es estas dos disciplinas, y esto requiere diligencia, dedicar tiempo, establecerse un horario de
“entrenamiento espiritual”, como quien se establece un horario para entrenar los músculos
físicos.
La buena administración de la vida espiritual es la base para ser buenos
administradores en cualquier otro aspecto de la vida, pues aunque uno piense que es muy
bueno en lo demás, si los demás aspectos (o ramas) no están basados en una correcta vida
espiritual, en una correcta relación con Dios, entonces tienen propósitos desviados, están
errados en alguna u otra manera y tienen fines temporales, pero cuando están correctamente
enfocados (en la Gloria de Dios, en vivir para Dios) entonces tienen metas eternas.
5. Para terminar, un pasaje esencial para una correcta vida espiritual: La palabra de
Cristo more en abundancia en vosotros (Colosenses 3:6a).