2. Antiguamente había un cazador que usaba trampas, abriendo
cuevas en el suelo. El tenía una mujer que era ciega y con la que
tuvo tres hijos.
Un día, cuando visitaba sus trampas, se encontró con el león:
3. -¡Buen día señor! ¿Qué haces por aquí en mi territorio?
– Ando viendo si mis trampas atraparon alguna cosa, respondió el
hombre.
- Tú tienes que pagar un tributo, pues esta región me pertenece. El
primer animal que agarres, es tuyo, el segundo es mío, y así
sucesivamente.
4. El hombre concordó y
convidó al león a visitar
las trampas, uno de los
cuales tenía una presa:
una gacela. Conforme lo
acordado, el animal
quedó para el dueño de
las trampas.
5. Pasado algún tiempo, la mujer de cazador necesitaba comida, por lo
que decidió ir a ver si alguna de las trampas si tenía alguna presa. Al
intentar encontrar las trampas, cayó en una de ellas con el hijo que traía
en los brazos.
El león que estaba espiando de entre los arbustos, vio que la presa era
una persona y quedó a la espera de que el cazador viniese para
entregarle el animal, según el contrato.
6. Al día siguiente, el hombre llegó a su casa y no encontró ni a la mujer, ni a
su hijo más pequeño. Decidió entonces seguir las pisadas que la mujer
había dejado, que lo guiaron hasta la zona de las trampas. Cuando llegó
allí, vio que la presa del día era su mujer y su hijo. El león de lejos,
exclamó al ver al hombre aproximarse:
-¡Buen día amigo! ¡Hoy es mi turno! Tu trampa agarró dos animales al
mismo tiempo. ¡Ya tengo los dientes afilados para comerlos!
7. – Amigo león-dijo el hombre- conversemos
sentados. La presa es mi mujer y mi hijo.
– No quiero saber nada- protestó el león- Hoy
la caza es mía, como rey de la selva y según
lo que hemos acordado.
De súbito apareció el ratón
-¡Buen día! ¿Qué sucede?, dijo el pequeño
animal.
– Este hombre se rehúsa a pagar su tributo
que habíamos acordado.
-Hombre, si acordaron eso, entonces ¿por qué
no cumples? Puede ser tu mujer o tu hijo,
pero debes entregarlos. Deja eso y
márchate- dijo el ratón al hombre.
Muy confundido, el cazador se retiró de la
conversación, quedando el ratón, la mujer, el
hijo y el león.
8. -Oiga tío león, nosotros ya convencimos al hombre de darte las presas.
Ahora debes explicarme cómo es que la mujer fue atrapada. Tenemos
que recrear como es que esta mujer cayó en la trampa (y llevó al león
cerca de otra trampa)
Al recrear la experiencia, el león cayó en la trampa.
9. Entonces, el ratón salvó a la mujer y al hijo, mandándolos a casa.
La mujer, viéndose fuera de peligro, invitó al ratón a vivir en su casa y
comer todo lo que ella y su familia comían. Fue a partir de ese
momento, que el ratón pasó a vivir en la casa del hombre, royendo todo
lo que existe…