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FABULAS

  LA FÁBULA ES UN RELATO BREVE ESCRITO ES PROSA     O    VERSO    , DONDE LOS
PROTAGO- NISTAS SON ANIMALES QUE HABLAN.

   LAS FÁBULAS SE HACEN CON LA FINALIDAD DE EDUCAR , LO CUAL ES LA MORALEJA
ESTA NORMAL MENTE APARECE AL FINAL , AL PRINCIPIO O NO APARECE POR QUE SE
ENCUENTRA EN EL MISSMO CONTENIDO ESCRITO.




         PROFESORA: ALEJANDRINA AGUIRRE MARTINES




          ALUMNA: MITZI BETZABE CLEMENTE APARICIO




                                            Ometepec, Gro a 23 de Marzo del 2010.
La rana y el escorpión
Cuenta un relato popular africano que en las orillas del río Níger, vivía una rana muy generosa.

Cuando llegaba la época de las lluvias ella ayudaba a todos los animales que se encontraban
en problemas ante la crecida del rio.

Cruzaba sobre su espalda a los ratones, e incluso a alguna nutritiva mosca a la que se le
mojaban las alas impidiéndole volar. Pues su generosidad y nobleza no le permitían
aprovecharse de ellas en circunstancias tan desiguales.

También vivía por allí un escorpión, que cierto día le suplicó a la rana: "Deseo atravesar el
río, pero no estoy preparado para nadar. Por favor, hermana rana, llévame a la otra orilla
sobre tu espalda".

La rana, que había aprendido mucho durante su larga vida llena de privaciones y
desencantos, respondió enseguida: "¿Que te lleve sobre mi espalda? ¡Ni pensarlo! ¡Te
conozco lo suficiente para saber que si estoy cerca de tí, me inyectarás un veneno letal y
moriré!"

El escorpión le replicó: "No digas estupideces. Ten por seguro que no te picaré. Porque si
así lo hiciera, tú te hundirías en las aguas y yo, que no sé nadar, perecería ahogado."

La rana se negó al principio, pero la incuestionable lógica del escorpión fueron
convenciéndola... y finalmente aceptó. Lo cargó sobre su resbaladiza espalda, donde él se
agarró, y comenzaron la travesía del río Níger.

Todo iba bien. La rana nadaba con soltura a pesar de sostener sobre su espalda al escorpión.
Poco a poco fue perdiendo el miedo a aquel animal que llevaba sobre su espalda.

Llegaron a mitad del río. Atrás había quedado una orilla. Frente a ellos se divisaba la orilla
a la que debían llegar. La rana, hábilmente sorteó un remolino...

Fue aquí, y de repente, cuando el escorpión picó a la rana. Ella sintió un dolor agudo y
percibió cómo el veneno se extendía por todo su cuerpo. Comenzaron a fallarle las fuerzas
y su vista se nubló. Mientras se ahogaba, le quedaron fuerzas para gritarle al escorpión:

"¡Lo sabía!. Pero... ¿Por qué lo has hecho?"

El escorpión respondió: "No puedo evitarlo. Es mi naturaleza".

Y juntos desaparecieron en medio del remolino mientras se ahogaban en las profundas
aguas del río Níger.

¿Qué podemos aprender de esta historia?
¿Cual es la gente "escorpión"?

       Aquella gente que se le pasa hablando mal de los demás
       Aquella gente que está pensando como destruir la vida de los otros.
       Aquella gente a la que no te puedes acercar porque sabes que invariablemente recibirás
       una mala palabra, una mala acción, un desplante o un desprecio.

¿Cual es la gente "rana"?

       Aquella gente que ayuda a los demás.
       Aquella gente en la que puedes confiar.
       Aquella gente a la que invariablemente buscas porque deja una huella positiva en tí, ya
       sea una huella de cariño, amistad, lealtad, bondad, solidaridad.

¿Que tipo de gente eres?

Porque los escorpiones terminarán siempre solos, o rodeados de escorpiones o de otros
animales rastreros y ponzoñosos.

Las ranas podrán encontrarse con escorpiones, pero también con otras ranas, y cuando las
ranas se encuentran, existe la felicidad.

Aléjate de la gente ponzoñosa cuya "naturaleza" es estar escupiendo veneno y cuyas malas
intenciones te pueden afectar, e incluso, no te dejarán vivir.

Y algo muy importante: Los animales en la vida real no pueden decidir, por lo que actúan
conforme a lo que su naturaleza les dicta. Pero nosotros los humanos tenemos libertad, y
con esa libertad podemos decidir la moral con la que actuamos. Cada quien decide si se rige
por la moral de la rana o por la moral del escorpión; tú puedes escoger en que te conviertes
y como terminará tu vida.
El águila, el cuervo y el pastor
Lanzándose desde una cima, un águila arrebató a un corderito.

La vio un cuervo y tratando de imitar al águila, se lanzó sobre un carnero, pero con tan mal
conocimiento en el arte que sus garras se enredaron en la lana, y batiendo al máximo sus
alas no logró soltarse.

Viendo el pastor lo que sucedía, cogió al cuervo, y cortando las puntas de sus alas, se lo
llevó a sus niños.

Le preguntaron sus hijos acerca de que clase de ave era aquella, y les dijo:

- Para mí, sólo es un cuervo; pero él, se cree águila.

Moraleja:
Pon tu esfuerzo y dedicación para lo que realmente estás preparado, no en lo que no te
corresponde.
La zorra y los racimos de uvas




Estaba una zorra con mucha hambre, y al ver colgando de una parra unos deliciosos
racimos de uvas, quiso atraparlos con su boca.

Mas no pudiendo alcanzarlos, se alejó diciéndose:

-- ¡ Ni me agradan, están tan verdes... !

Moraleja:
Nunca traslades la culpa a los demás de lo que no eres capaz de alcanzar.
La zorra y el leñador
Una zorra estaba siendo perseguida por unos cazadores cuando llegó al sitio de un leñador y le
suplicó que la escondiera. El hombre le aconsejó que ingresara a su cabaña.

Casi de inmediato llegaron los cazadores, y le preguntaron al leñador si había visto a la
zorra.

El leñador, con la voz les dijo que no, pero con su mano disimuladamente señalaba la
cabaña donde se había escondido.

Los cazadores no comprendieron la señas de la mano y se confiaron únicamente en lo dicho
con la palabra.

La zorra al verlos marcharse, salió sin decir nada.

Le reprochó el leñador por qué a pesar de haberla salvado, no le daba las gracias, a lo que la
zorra respondió:

--Te hubiera dado las gracias si tus manos y tu boca hubieran dicho lo mismo.

Moraleja:
No niegues con tus actos, lo que pregonas con tus palabras.
La zorra y el león anciano
Un anciano león, incapaz ya de obtener por su propia fuerza la comida, decidió hacerlo usando la
astucia. Para ello se dirigió a una cueva y se tendió en el suelo, gimiendo y fingiéndo que estaba
enfermo. De este modo, cuando los otros animales pasaban para visitarle, los atrapaba
inmediatamente para su comida.

Habían llegado y perecido ya bastantes animales, cuando la zorra, adivinando cuál era su
ardid, se presentó también, y deteniéndose a prudente distancia de la caverna, preguntó al
león cómo le iba con su salud.

-- Mal -- contestó el león, invitándole amablemente a entrar.

-- Claro que hubiera entrado -- le dijo la zorra -- si no viera que todas las huellas entran,
pero no hay ninguna que llegara a salir.

Moraleja:
Siempre advierte a tiempo los indicios del peligro, y así evitarás que te dañe.
El león y el ratón
Dormía tranquilamente un león, cuando un ratón empezó a juguetear encima de su cuerpo.
Despertó el león y rápidamente atrapó al ratón; y a punto de ser devorado, le pidió éste que le
perdonara, prometiéndole pagarle cumplidamente llegado el momento oportuno. El león echó a
reir y lo dejó marchar.

Pocos días después unos cazadores apresaron al rey de la selva y le ataron con una cuerda a
un frondoso árbol. Pasó por ahí el ratoncillo, quien al oir los lamentos del león, corrió al
lugar y royó la cuerda, dejándolo libre.

-- Días atrás -- le dijo --, te burlaste de mí pensando que nada podría hacer por tí en
agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones somos agradecidos y
cumplidos.

Moraleja:
Nunca desprecies las promesas de los pequeños honestos. Cuando llegue el momento
las cumplirán.
La liebre y la Tortuga




Cierto día una liebre se burlaba de las cortas patas y lentitud al caminar de una tortuga. Pero
ésta, riéndose, le replicó:

-Puede que seas veloz como el viento, pero yo te ganaría en una competencia.

Y la liebre, totalmente segura de que aquello era imposible, aceptó el reto, y propusieron a
la zorra que señalara el camino y la meta.

LLegado el día de la carrera, arrancaron ambas al mismo tiempo. La tortuga nunca dejó de
caminar y a su lento paso pero constante, avanzaba tranquila hacia la meta. En cambio, la
liebre, que a ratos se echaba a descansar en el camino, se quedó dormida. Cuando despertó,
y moviéndose lo más veloz que pudo, vió como la tortuga había llegado de primera al final
y obtenido la victoria.

Moraleja:
Con seguridad, constancia y paciencia, aunque a veces parezcamos lentos,
obtendremos siempre el éxito.
El granjero y la cigüeña
El sol llenaba el patio con el temprano resplandor matinal, suave y dorado, que se cernía sobre la
vieja granja, y los árboles proyectaban largas sombras a través de los campos donde el trigo
maduraba.

Se oyó un portazo, y el granjero salió de la casa. Descorrió el pestillo de la cerca y penetró
en el amplio patio. Luego, se acercó a grandes pasos a las redes que había colocado la
víspera para atrapar a las grullas que se comían su trigo. Con sorpresa encontró a una
cigüeña prendida en la red. Cuando lo vio llegar, el pájaro protestó ruidosamente:

- Soy inocente, buen granjero, alegó. No soy una grulla y, además, no he tocado tu cereal.
Sólo vine con esas aves y ahora me veo atrapada en tu red.

- Todo eso podrá ser muy cierto, respondió con tono severo el granjero. Pero como ibas en
compañía de los ladrones, tendrás que sufrir el castigo que a éstos corresponde.

Y después de estas palabras, sacó su cuchillo y degolló al pájaro.

"Dime con quién andas y te diré quién eres", fue su sabio comentario.

COMENTARIO:


La gente suele juzgar a otras personas por las amistades que tienen, sin ni siquiera conocer
primero como son realmente, piensan que si sus amigos se comportan de tal o cual forma, ellos
también                                        son                                       así.
Esto puede ser bueno, sobre todo cuando se eligen amistades sanas, pero muy malo en el caso
contrario, porque independientemente de que no sean o piensen como ellos, todos seran
juzgado iguales.
El águila y los gallos
Dos gallos reñían por la preferencia de las gallinas; y al fin uno puso en fuga al otro.

Resignadamente se retiró el vencido a un matorral, ocultándose allí. En cambio el vencedor
orgulloso se subió a una tapia alta dándose a cantar con gran estruendo.

Mas no tardó un águila en caerle y raptarlo. Desde entonces el gallo que había perdido la
riña se quedo con todo el gallinero.

Moraleja:
A quien hace alarde de sus propios éxitos, no tarda en aparecerle quien se los
arrebate.
La zorra y la pantera
Discutían otro día la zorra y la pantera acerca de su belleza.

La pantera presumia muy especialmente los especiales pintados de su piel.

Replicó entonces la zorra diciendo:

-- ¡ Mucho más hermosa me considero yo, no por las apariencias de mi cuerpo, sino más
bien por mi espíritu !

Moraleja:
Las cualidades del espíritu son preferibles a las del cuerpo.
La zorra, el oso y el león
Habiendo encontrado un león y un oso al mismo tiempo a un cervatillo, se retaron en combate a
ver cual de los dos se quedaba con la presa.

Una zorra que por allí pasaba, viéndolos extenuados por la lucha y con el cervatillo al
medio, se apoderó de éste y corrió pasando tranquilamente entre ellos.

Y tanto el oso como el león, agotados y sin fuerzas para levantarse, murmuraron:

-- ¡ Desdichados nosotros ! ¡ Tanto esfuerzo y tanta lucha hicimos para que todo quedara
para la zorra !

Moraleja:
Por empeñarnos en no querer compartir, podemos perderlo todo.
El lobo y la cabra


Encontró un lobo a una cabra que pastaba a la orilla de un precipicio. Como no podía llegar a
donde estaba ella le dijo:

-- Oye amiga, mejor baja pues ahí te puedes caer. Además, mira este prado donde estoy yo,
está bien verde y crecido.

Pero la cabra le dijo:

-- Bien sé que no me invitas a comer a mí, sino a tí mismo, siendo yo tu plato.

Moraleja:
Conoce siempre a los malvados, para que no te atrapen con sus engaños.
El gusano y el escarabajo


Había una vez un gusano y un escarabajo que eran amigos, pasaban charlando horas y horas. El
escarabajo estaba consciente de que su amigo era muy limitado en movilidad, tenía una visibilidad
muy restringida y era muy tranquilo comparado con los de su especie. El gusano estaba muy
consciente de que su amigo venía de otro ambiente, comía cosas que le parecían desagradables y
era muy acelerado para su estándar de vida, tenía una imagen grotesca y hablaba con mucha
rapidez.

Un día, la compañera del escarabajo le cuestionó la amistad hacia el gusano. ¿Cómo era
posible que caminara tanto para ir al encuentro del gusano? A lo que él respondió que el
gusano estaba limitado en sus movimientos. ¿Por qué seguía siendo amigo de un insecto
que no le regresaba los saludos efusivos que el escarabajo hacía desde lejos? Esto era
entendido por él, ya que sabía de su limitada visión, muchas veces ni siquiera sabía que
alguien lo saludaba y cuando se daba cuenta, no distinguía si se trataba de él para contestar
el saludo, sin embargo calló para no discutir. Fueron muchas las respuestas que en el
escarabajo buscaron para cuestionar la amistad con el gusano, que al final, éste decidió
poner a prueba la amistad alejándose un tiempo para esperar que el gusano lo buscara.

Pasó el tiempo y la noticia llegó: el gusano estaba muriendo, pues su organismo lo
traicionaba por tanto esfuerzo, cada día emprendía el camino para llegar hasta su amigo y la
noche lo obligaba a retornar hasta su lugar de origen. El escarabajo decidió ir a ver sin
preguntar a su compañera qué opinaba.

En el camino varios insectos le contaron las peripecias del gusano por saber qué le había
pasado a su amigo. Le contaron de cómo se exponía día a día para ir a dónde él se
encontraba, pasando cerca del nido de los pájaros. De cómo sobrevivió al ataque de las
hormigas y así sucesivamente.

Llegó el escarabajo hasta el árbol en que yacía el gusano esperando pasar a mejor vida. Al
verlo acercarse, con las últimas fuerzas que la vida te da, le dijo cuánto le alegraba que se
encontrara bien. Sonrió por última vez y se despidió de su amigo sabiendo que nada malo le
había pasado.

El escarabajo avergonzado de sí mismo, por haber confiado su amistad en otros oídos que
no eran los suyos, había perdido muchas horas de regocijo que las pláticas con su amigo le
proporcionaban. Al final entendió que el gusano, siendo tan diferente, tan limitado y tan
distinto de lo que él era, era su amigo, a quien respetaba y quería no tanto por la especie a la
que pertenecía sino porque le ofreció su amistad.

El escarabajo aprendió varias lecciones ese día: La amistad está en ti y no en los demás, si
la cultivas en tu propio ser, encontrarás el gozo del amigo. También entendió que el tiempo
no delimita las amistades, tampoco las razas o las limitantes propias ni las ajenas. Lo que
más le impactó fue que el tiempo y la distancia no destruyen una amistad, son las dudas y
nuestros temores los que más nos afectan. Y cuando pierdes un amigo una parte de ti se va
con él. Las frases, los gestos, los temores, las alegrías e ilusiones compartidas en el capullo
de la confianza se van con él.

El escarabajo murió después de un tiempo. Nunca se le escuchó quejarse de quien mal le
aconsejó, pues fue decisión propia el poner en manos extrañas su amistad, solo para verla
escurrirse como agua entre los dedos.

Si tienes un amigo no pongas en tela de duda lo que es, pues sembrando dudas cosecharás
temores. No te fijes demasiado en cómo habla, cuánto tiene, qué come o qué hace, pues
estarás poniendo en una vasija rota tu confianza. Reconoce la riqueza de quien es diferente
de ti y está dispuesto a compartir sus ideales y temores, pues esto alimenta el espíritu de
supervivencia más que un buen platillo.

La esencia del gusano y el escarabajo se volvió una en el plano que se encuentra más allá
de este mundo, volviendo al regocijo que en esta vida habían encontrado. Este es el final de
mi historia, pues siendo TÚ mi amigo no te puedo exponer a una tristeza que no quisiera
para mí. No sé si tú seas el gusano o yo el escarabajo, pero seguro que somos distintos y en
planos ajenos nos movemos. Yo, como gusano, te seguiré buscando día a día, y como
escarabajo, no me fijaré en limitaciones. Como gusano, omitiré lo grotesco que me puedas
parecer. Como escarabajo, haré uso de mis habilidades para servirte.

Dijo la madre Teresa: "Voy a pasar por la vida una sola vez, cualquier cosa buena que yo
pueda hacer o alguna amabilidad que pueda hacer a algún humano, debo hacerlo ahora,
porque no pasaré de nuevo por ahí".
La víbora y la luciérnaga




Cuentan por ahí que cierto día una serpiente empezó a perseguir a una Luciérnaga.

La pobre luciérnaga trataba de escapar rápidamente, tenía bastante miedo; pero la feroz
serpiente que la perseguía no estaba dispuesta a dejarla vivir.

Voló velozmente por un día, pero atrás de ella seguía la serpiente. Voló rápido otro día, y la
continuaban persiguiendo. Otró día más, y ahí estaba su perseguidora.

Ya cansadísima, la luciérnaga se detuvo y le preguntó a la serpiente:

¿Acaso te alimentas de luciérnagas?
No

¿Hice acaso algo que te lastimara?
No

Entonces, ¿Por qué deseas terminar conmigo?
- Porque no soporto ver que brilles.....SssSsSsSsSsS!!

Moralejas:

   1. Aprovechar tus talentos naturales te harán brillar. No necesitas iluminación artificial
      (Fingir ser lo que no eres, presumir, etc)
   2. Vuela alto y brilla como una luciérnaga.
   3. Siempre, siempre habrá víboras. Cuídate de ellas, que querrán destruirte por envidia.
   4. No seas víbora, respeta, valora y alégrate de los triunfos y brillos ajenos. Trata a los demás
      como quieres ser tratado.
La zorra y el leñador


Una zorra estaba siendo perseguida por unos cazadores cuando llegó al sitio de un leñador y le
suplicó que la escondiera. El hombre le aconsejó que ingresara a su cabaña.

Casi de inmediato llegaron los cazadores, y le preguntaron al leñador si había visto a la
zorra.

El leñador, con la voz les dijo que no, pero con su mano disimuladamente señalaba la
cabaña donde se había escondido.

Los cazadores no comprendieron la señas de la mano y se confiaron únicamente en lo dicho
con la palabra.

La zorra al verlos marcharse, salió sin decir nada.

Le reprochó el leñador por qué a pesar de haberla salvado, no le daba las gracias, a lo que la
zorra respondió:

--Te hubiera dado las gracias si tus manos y tu boca hubieran dicho lo mismo.

Moraleja:
No niegues con tus actos, lo que pregonas con tus palabras.
La zorra y la leona


Reprochaba una zorra a una leona el hecho de que siempre sólo pariese a un pequeñuelo. Y le
contestó la leona:

-- Sí, uno solo, tienes razón, ¡ pero un señor león !

Moraleja:
No midas el valor de las cosas por su cantidad, sino por su virtud.
El león, la zorra y el lobo


Cansado y viejo el rey león, se quedó enfermo en su cueva, y los demás animales, excepto la zorra,
lo fueron a visitar.

Aprovechando la ocasión de la visita, acusó el lobo a la zorra expresando lo siguiente:

-- Ella no tiene por nuestra alteza ningún respeto, y por eso ni siquiera se ha acercado a
saludar o preguntar por su salud.

En ese preciso instante llegó la zorra, justo a tiempo para oír lo dicho por el lobo. Entonces
el león, furioso al verla, lanzó un feroz grito contra la zorra; pero ella, pidió la palabra para
justificarse, y dijo:

-- Dime, de entre todas las visitas que aquí tenéis, ¿ quién te ha dado tan especial servicio
como el que he hecho yo, que busqué por todas partes médicos que con su sabiduría te
recetaran un remedio ideal para curarte, encontrándolo por fin ?

-- ¿ Y cuál es ese remedio ?, dímelo inmediatamente. -- Ordenó el león.

-- Debes sacrificar a un lobo y ponerte su piel como abrigo -- respondió la zorra.

Inmediatamente el lobo fue condenado a muerte, y la zorra, riéndose exclamó:

-- Al patrón no hay que llevarlo hacia el rencor, sino hacia la benevolencia.

Moraleja:
Quien tiende trampas para los inocentes, es el primero en caer en ellas.
El lobo flautista y el cabrito


Un cabrito se resagó en el rebaño y fue alcanzado por un lobo que lo perseguía. Se volvió hacia
éste y le dijo:

-- Ya sé, señor lobo, que estoy condenado a ser tu almuerzo. Pero para no morir sin honor,
toca la flauta y yo bailaré por última vez.

Y así lo hicieron, pero los perros, que no estaban lejos, oyeron el ruido y salieron a
perseguir al lobo. Viendo la mala pasada, se dijo el lobo:

-- Con sobrada razón me ha sucedido esto, porque siendo yo cazador, no debí meterme a
flautista.

Moraleja:
Cuando vayas a efectuar una nueva actividad, antes ten en cuenta tus capacidades y
las circunstancias, para valorar si podrías salir adelante.

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Fabulas

  • 1. FABULAS LA FÁBULA ES UN RELATO BREVE ESCRITO ES PROSA O VERSO , DONDE LOS PROTAGO- NISTAS SON ANIMALES QUE HABLAN. LAS FÁBULAS SE HACEN CON LA FINALIDAD DE EDUCAR , LO CUAL ES LA MORALEJA ESTA NORMAL MENTE APARECE AL FINAL , AL PRINCIPIO O NO APARECE POR QUE SE ENCUENTRA EN EL MISSMO CONTENIDO ESCRITO. PROFESORA: ALEJANDRINA AGUIRRE MARTINES ALUMNA: MITZI BETZABE CLEMENTE APARICIO Ometepec, Gro a 23 de Marzo del 2010.
  • 2. La rana y el escorpión Cuenta un relato popular africano que en las orillas del río Níger, vivía una rana muy generosa. Cuando llegaba la época de las lluvias ella ayudaba a todos los animales que se encontraban en problemas ante la crecida del rio. Cruzaba sobre su espalda a los ratones, e incluso a alguna nutritiva mosca a la que se le mojaban las alas impidiéndole volar. Pues su generosidad y nobleza no le permitían aprovecharse de ellas en circunstancias tan desiguales. También vivía por allí un escorpión, que cierto día le suplicó a la rana: "Deseo atravesar el río, pero no estoy preparado para nadar. Por favor, hermana rana, llévame a la otra orilla sobre tu espalda". La rana, que había aprendido mucho durante su larga vida llena de privaciones y desencantos, respondió enseguida: "¿Que te lleve sobre mi espalda? ¡Ni pensarlo! ¡Te conozco lo suficiente para saber que si estoy cerca de tí, me inyectarás un veneno letal y moriré!" El escorpión le replicó: "No digas estupideces. Ten por seguro que no te picaré. Porque si así lo hiciera, tú te hundirías en las aguas y yo, que no sé nadar, perecería ahogado." La rana se negó al principio, pero la incuestionable lógica del escorpión fueron convenciéndola... y finalmente aceptó. Lo cargó sobre su resbaladiza espalda, donde él se agarró, y comenzaron la travesía del río Níger. Todo iba bien. La rana nadaba con soltura a pesar de sostener sobre su espalda al escorpión. Poco a poco fue perdiendo el miedo a aquel animal que llevaba sobre su espalda. Llegaron a mitad del río. Atrás había quedado una orilla. Frente a ellos se divisaba la orilla a la que debían llegar. La rana, hábilmente sorteó un remolino... Fue aquí, y de repente, cuando el escorpión picó a la rana. Ella sintió un dolor agudo y percibió cómo el veneno se extendía por todo su cuerpo. Comenzaron a fallarle las fuerzas y su vista se nubló. Mientras se ahogaba, le quedaron fuerzas para gritarle al escorpión: "¡Lo sabía!. Pero... ¿Por qué lo has hecho?" El escorpión respondió: "No puedo evitarlo. Es mi naturaleza". Y juntos desaparecieron en medio del remolino mientras se ahogaban en las profundas aguas del río Níger. ¿Qué podemos aprender de esta historia?
  • 3. ¿Cual es la gente "escorpión"? Aquella gente que se le pasa hablando mal de los demás Aquella gente que está pensando como destruir la vida de los otros. Aquella gente a la que no te puedes acercar porque sabes que invariablemente recibirás una mala palabra, una mala acción, un desplante o un desprecio. ¿Cual es la gente "rana"? Aquella gente que ayuda a los demás. Aquella gente en la que puedes confiar. Aquella gente a la que invariablemente buscas porque deja una huella positiva en tí, ya sea una huella de cariño, amistad, lealtad, bondad, solidaridad. ¿Que tipo de gente eres? Porque los escorpiones terminarán siempre solos, o rodeados de escorpiones o de otros animales rastreros y ponzoñosos. Las ranas podrán encontrarse con escorpiones, pero también con otras ranas, y cuando las ranas se encuentran, existe la felicidad. Aléjate de la gente ponzoñosa cuya "naturaleza" es estar escupiendo veneno y cuyas malas intenciones te pueden afectar, e incluso, no te dejarán vivir. Y algo muy importante: Los animales en la vida real no pueden decidir, por lo que actúan conforme a lo que su naturaleza les dicta. Pero nosotros los humanos tenemos libertad, y con esa libertad podemos decidir la moral con la que actuamos. Cada quien decide si se rige por la moral de la rana o por la moral del escorpión; tú puedes escoger en que te conviertes y como terminará tu vida.
  • 4. El águila, el cuervo y el pastor Lanzándose desde una cima, un águila arrebató a un corderito. La vio un cuervo y tratando de imitar al águila, se lanzó sobre un carnero, pero con tan mal conocimiento en el arte que sus garras se enredaron en la lana, y batiendo al máximo sus alas no logró soltarse. Viendo el pastor lo que sucedía, cogió al cuervo, y cortando las puntas de sus alas, se lo llevó a sus niños. Le preguntaron sus hijos acerca de que clase de ave era aquella, y les dijo: - Para mí, sólo es un cuervo; pero él, se cree águila. Moraleja: Pon tu esfuerzo y dedicación para lo que realmente estás preparado, no en lo que no te corresponde.
  • 5. La zorra y los racimos de uvas Estaba una zorra con mucha hambre, y al ver colgando de una parra unos deliciosos racimos de uvas, quiso atraparlos con su boca. Mas no pudiendo alcanzarlos, se alejó diciéndose: -- ¡ Ni me agradan, están tan verdes... ! Moraleja: Nunca traslades la culpa a los demás de lo que no eres capaz de alcanzar.
  • 6. La zorra y el leñador Una zorra estaba siendo perseguida por unos cazadores cuando llegó al sitio de un leñador y le suplicó que la escondiera. El hombre le aconsejó que ingresara a su cabaña. Casi de inmediato llegaron los cazadores, y le preguntaron al leñador si había visto a la zorra. El leñador, con la voz les dijo que no, pero con su mano disimuladamente señalaba la cabaña donde se había escondido. Los cazadores no comprendieron la señas de la mano y se confiaron únicamente en lo dicho con la palabra. La zorra al verlos marcharse, salió sin decir nada. Le reprochó el leñador por qué a pesar de haberla salvado, no le daba las gracias, a lo que la zorra respondió: --Te hubiera dado las gracias si tus manos y tu boca hubieran dicho lo mismo. Moraleja: No niegues con tus actos, lo que pregonas con tus palabras.
  • 7. La zorra y el león anciano Un anciano león, incapaz ya de obtener por su propia fuerza la comida, decidió hacerlo usando la astucia. Para ello se dirigió a una cueva y se tendió en el suelo, gimiendo y fingiéndo que estaba enfermo. De este modo, cuando los otros animales pasaban para visitarle, los atrapaba inmediatamente para su comida. Habían llegado y perecido ya bastantes animales, cuando la zorra, adivinando cuál era su ardid, se presentó también, y deteniéndose a prudente distancia de la caverna, preguntó al león cómo le iba con su salud. -- Mal -- contestó el león, invitándole amablemente a entrar. -- Claro que hubiera entrado -- le dijo la zorra -- si no viera que todas las huellas entran, pero no hay ninguna que llegara a salir. Moraleja: Siempre advierte a tiempo los indicios del peligro, y así evitarás que te dañe.
  • 8. El león y el ratón Dormía tranquilamente un león, cuando un ratón empezó a juguetear encima de su cuerpo. Despertó el león y rápidamente atrapó al ratón; y a punto de ser devorado, le pidió éste que le perdonara, prometiéndole pagarle cumplidamente llegado el momento oportuno. El león echó a reir y lo dejó marchar. Pocos días después unos cazadores apresaron al rey de la selva y le ataron con una cuerda a un frondoso árbol. Pasó por ahí el ratoncillo, quien al oir los lamentos del león, corrió al lugar y royó la cuerda, dejándolo libre. -- Días atrás -- le dijo --, te burlaste de mí pensando que nada podría hacer por tí en agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones somos agradecidos y cumplidos. Moraleja: Nunca desprecies las promesas de los pequeños honestos. Cuando llegue el momento las cumplirán.
  • 9. La liebre y la Tortuga Cierto día una liebre se burlaba de las cortas patas y lentitud al caminar de una tortuga. Pero ésta, riéndose, le replicó: -Puede que seas veloz como el viento, pero yo te ganaría en una competencia. Y la liebre, totalmente segura de que aquello era imposible, aceptó el reto, y propusieron a la zorra que señalara el camino y la meta. LLegado el día de la carrera, arrancaron ambas al mismo tiempo. La tortuga nunca dejó de caminar y a su lento paso pero constante, avanzaba tranquila hacia la meta. En cambio, la liebre, que a ratos se echaba a descansar en el camino, se quedó dormida. Cuando despertó, y moviéndose lo más veloz que pudo, vió como la tortuga había llegado de primera al final y obtenido la victoria. Moraleja: Con seguridad, constancia y paciencia, aunque a veces parezcamos lentos, obtendremos siempre el éxito.
  • 10. El granjero y la cigüeña El sol llenaba el patio con el temprano resplandor matinal, suave y dorado, que se cernía sobre la vieja granja, y los árboles proyectaban largas sombras a través de los campos donde el trigo maduraba. Se oyó un portazo, y el granjero salió de la casa. Descorrió el pestillo de la cerca y penetró en el amplio patio. Luego, se acercó a grandes pasos a las redes que había colocado la víspera para atrapar a las grullas que se comían su trigo. Con sorpresa encontró a una cigüeña prendida en la red. Cuando lo vio llegar, el pájaro protestó ruidosamente: - Soy inocente, buen granjero, alegó. No soy una grulla y, además, no he tocado tu cereal. Sólo vine con esas aves y ahora me veo atrapada en tu red. - Todo eso podrá ser muy cierto, respondió con tono severo el granjero. Pero como ibas en compañía de los ladrones, tendrás que sufrir el castigo que a éstos corresponde. Y después de estas palabras, sacó su cuchillo y degolló al pájaro. "Dime con quién andas y te diré quién eres", fue su sabio comentario. COMENTARIO: La gente suele juzgar a otras personas por las amistades que tienen, sin ni siquiera conocer primero como son realmente, piensan que si sus amigos se comportan de tal o cual forma, ellos también son así. Esto puede ser bueno, sobre todo cuando se eligen amistades sanas, pero muy malo en el caso contrario, porque independientemente de que no sean o piensen como ellos, todos seran juzgado iguales.
  • 11. El águila y los gallos Dos gallos reñían por la preferencia de las gallinas; y al fin uno puso en fuga al otro. Resignadamente se retiró el vencido a un matorral, ocultándose allí. En cambio el vencedor orgulloso se subió a una tapia alta dándose a cantar con gran estruendo. Mas no tardó un águila en caerle y raptarlo. Desde entonces el gallo que había perdido la riña se quedo con todo el gallinero. Moraleja: A quien hace alarde de sus propios éxitos, no tarda en aparecerle quien se los arrebate.
  • 12. La zorra y la pantera Discutían otro día la zorra y la pantera acerca de su belleza. La pantera presumia muy especialmente los especiales pintados de su piel. Replicó entonces la zorra diciendo: -- ¡ Mucho más hermosa me considero yo, no por las apariencias de mi cuerpo, sino más bien por mi espíritu ! Moraleja: Las cualidades del espíritu son preferibles a las del cuerpo.
  • 13. La zorra, el oso y el león Habiendo encontrado un león y un oso al mismo tiempo a un cervatillo, se retaron en combate a ver cual de los dos se quedaba con la presa. Una zorra que por allí pasaba, viéndolos extenuados por la lucha y con el cervatillo al medio, se apoderó de éste y corrió pasando tranquilamente entre ellos. Y tanto el oso como el león, agotados y sin fuerzas para levantarse, murmuraron: -- ¡ Desdichados nosotros ! ¡ Tanto esfuerzo y tanta lucha hicimos para que todo quedara para la zorra ! Moraleja: Por empeñarnos en no querer compartir, podemos perderlo todo.
  • 14. El lobo y la cabra Encontró un lobo a una cabra que pastaba a la orilla de un precipicio. Como no podía llegar a donde estaba ella le dijo: -- Oye amiga, mejor baja pues ahí te puedes caer. Además, mira este prado donde estoy yo, está bien verde y crecido. Pero la cabra le dijo: -- Bien sé que no me invitas a comer a mí, sino a tí mismo, siendo yo tu plato. Moraleja: Conoce siempre a los malvados, para que no te atrapen con sus engaños.
  • 15. El gusano y el escarabajo Había una vez un gusano y un escarabajo que eran amigos, pasaban charlando horas y horas. El escarabajo estaba consciente de que su amigo era muy limitado en movilidad, tenía una visibilidad muy restringida y era muy tranquilo comparado con los de su especie. El gusano estaba muy consciente de que su amigo venía de otro ambiente, comía cosas que le parecían desagradables y era muy acelerado para su estándar de vida, tenía una imagen grotesca y hablaba con mucha rapidez. Un día, la compañera del escarabajo le cuestionó la amistad hacia el gusano. ¿Cómo era posible que caminara tanto para ir al encuentro del gusano? A lo que él respondió que el gusano estaba limitado en sus movimientos. ¿Por qué seguía siendo amigo de un insecto que no le regresaba los saludos efusivos que el escarabajo hacía desde lejos? Esto era entendido por él, ya que sabía de su limitada visión, muchas veces ni siquiera sabía que alguien lo saludaba y cuando se daba cuenta, no distinguía si se trataba de él para contestar el saludo, sin embargo calló para no discutir. Fueron muchas las respuestas que en el escarabajo buscaron para cuestionar la amistad con el gusano, que al final, éste decidió poner a prueba la amistad alejándose un tiempo para esperar que el gusano lo buscara. Pasó el tiempo y la noticia llegó: el gusano estaba muriendo, pues su organismo lo traicionaba por tanto esfuerzo, cada día emprendía el camino para llegar hasta su amigo y la noche lo obligaba a retornar hasta su lugar de origen. El escarabajo decidió ir a ver sin preguntar a su compañera qué opinaba. En el camino varios insectos le contaron las peripecias del gusano por saber qué le había pasado a su amigo. Le contaron de cómo se exponía día a día para ir a dónde él se encontraba, pasando cerca del nido de los pájaros. De cómo sobrevivió al ataque de las hormigas y así sucesivamente. Llegó el escarabajo hasta el árbol en que yacía el gusano esperando pasar a mejor vida. Al verlo acercarse, con las últimas fuerzas que la vida te da, le dijo cuánto le alegraba que se encontrara bien. Sonrió por última vez y se despidió de su amigo sabiendo que nada malo le había pasado. El escarabajo avergonzado de sí mismo, por haber confiado su amistad en otros oídos que no eran los suyos, había perdido muchas horas de regocijo que las pláticas con su amigo le proporcionaban. Al final entendió que el gusano, siendo tan diferente, tan limitado y tan distinto de lo que él era, era su amigo, a quien respetaba y quería no tanto por la especie a la que pertenecía sino porque le ofreció su amistad. El escarabajo aprendió varias lecciones ese día: La amistad está en ti y no en los demás, si la cultivas en tu propio ser, encontrarás el gozo del amigo. También entendió que el tiempo no delimita las amistades, tampoco las razas o las limitantes propias ni las ajenas. Lo que más le impactó fue que el tiempo y la distancia no destruyen una amistad, son las dudas y
  • 16. nuestros temores los que más nos afectan. Y cuando pierdes un amigo una parte de ti se va con él. Las frases, los gestos, los temores, las alegrías e ilusiones compartidas en el capullo de la confianza se van con él. El escarabajo murió después de un tiempo. Nunca se le escuchó quejarse de quien mal le aconsejó, pues fue decisión propia el poner en manos extrañas su amistad, solo para verla escurrirse como agua entre los dedos. Si tienes un amigo no pongas en tela de duda lo que es, pues sembrando dudas cosecharás temores. No te fijes demasiado en cómo habla, cuánto tiene, qué come o qué hace, pues estarás poniendo en una vasija rota tu confianza. Reconoce la riqueza de quien es diferente de ti y está dispuesto a compartir sus ideales y temores, pues esto alimenta el espíritu de supervivencia más que un buen platillo. La esencia del gusano y el escarabajo se volvió una en el plano que se encuentra más allá de este mundo, volviendo al regocijo que en esta vida habían encontrado. Este es el final de mi historia, pues siendo TÚ mi amigo no te puedo exponer a una tristeza que no quisiera para mí. No sé si tú seas el gusano o yo el escarabajo, pero seguro que somos distintos y en planos ajenos nos movemos. Yo, como gusano, te seguiré buscando día a día, y como escarabajo, no me fijaré en limitaciones. Como gusano, omitiré lo grotesco que me puedas parecer. Como escarabajo, haré uso de mis habilidades para servirte. Dijo la madre Teresa: "Voy a pasar por la vida una sola vez, cualquier cosa buena que yo pueda hacer o alguna amabilidad que pueda hacer a algún humano, debo hacerlo ahora, porque no pasaré de nuevo por ahí".
  • 17. La víbora y la luciérnaga Cuentan por ahí que cierto día una serpiente empezó a perseguir a una Luciérnaga. La pobre luciérnaga trataba de escapar rápidamente, tenía bastante miedo; pero la feroz serpiente que la perseguía no estaba dispuesta a dejarla vivir. Voló velozmente por un día, pero atrás de ella seguía la serpiente. Voló rápido otro día, y la continuaban persiguiendo. Otró día más, y ahí estaba su perseguidora. Ya cansadísima, la luciérnaga se detuvo y le preguntó a la serpiente: ¿Acaso te alimentas de luciérnagas? No ¿Hice acaso algo que te lastimara? No Entonces, ¿Por qué deseas terminar conmigo? - Porque no soporto ver que brilles.....SssSsSsSsSsS!! Moralejas: 1. Aprovechar tus talentos naturales te harán brillar. No necesitas iluminación artificial (Fingir ser lo que no eres, presumir, etc) 2. Vuela alto y brilla como una luciérnaga. 3. Siempre, siempre habrá víboras. Cuídate de ellas, que querrán destruirte por envidia. 4. No seas víbora, respeta, valora y alégrate de los triunfos y brillos ajenos. Trata a los demás como quieres ser tratado.
  • 18. La zorra y el leñador Una zorra estaba siendo perseguida por unos cazadores cuando llegó al sitio de un leñador y le suplicó que la escondiera. El hombre le aconsejó que ingresara a su cabaña. Casi de inmediato llegaron los cazadores, y le preguntaron al leñador si había visto a la zorra. El leñador, con la voz les dijo que no, pero con su mano disimuladamente señalaba la cabaña donde se había escondido. Los cazadores no comprendieron la señas de la mano y se confiaron únicamente en lo dicho con la palabra. La zorra al verlos marcharse, salió sin decir nada. Le reprochó el leñador por qué a pesar de haberla salvado, no le daba las gracias, a lo que la zorra respondió: --Te hubiera dado las gracias si tus manos y tu boca hubieran dicho lo mismo. Moraleja: No niegues con tus actos, lo que pregonas con tus palabras.
  • 19. La zorra y la leona Reprochaba una zorra a una leona el hecho de que siempre sólo pariese a un pequeñuelo. Y le contestó la leona: -- Sí, uno solo, tienes razón, ¡ pero un señor león ! Moraleja: No midas el valor de las cosas por su cantidad, sino por su virtud.
  • 20. El león, la zorra y el lobo Cansado y viejo el rey león, se quedó enfermo en su cueva, y los demás animales, excepto la zorra, lo fueron a visitar. Aprovechando la ocasión de la visita, acusó el lobo a la zorra expresando lo siguiente: -- Ella no tiene por nuestra alteza ningún respeto, y por eso ni siquiera se ha acercado a saludar o preguntar por su salud. En ese preciso instante llegó la zorra, justo a tiempo para oír lo dicho por el lobo. Entonces el león, furioso al verla, lanzó un feroz grito contra la zorra; pero ella, pidió la palabra para justificarse, y dijo: -- Dime, de entre todas las visitas que aquí tenéis, ¿ quién te ha dado tan especial servicio como el que he hecho yo, que busqué por todas partes médicos que con su sabiduría te recetaran un remedio ideal para curarte, encontrándolo por fin ? -- ¿ Y cuál es ese remedio ?, dímelo inmediatamente. -- Ordenó el león. -- Debes sacrificar a un lobo y ponerte su piel como abrigo -- respondió la zorra. Inmediatamente el lobo fue condenado a muerte, y la zorra, riéndose exclamó: -- Al patrón no hay que llevarlo hacia el rencor, sino hacia la benevolencia. Moraleja: Quien tiende trampas para los inocentes, es el primero en caer en ellas.
  • 21. El lobo flautista y el cabrito Un cabrito se resagó en el rebaño y fue alcanzado por un lobo que lo perseguía. Se volvió hacia éste y le dijo: -- Ya sé, señor lobo, que estoy condenado a ser tu almuerzo. Pero para no morir sin honor, toca la flauta y yo bailaré por última vez. Y así lo hicieron, pero los perros, que no estaban lejos, oyeron el ruido y salieron a perseguir al lobo. Viendo la mala pasada, se dijo el lobo: -- Con sobrada razón me ha sucedido esto, porque siendo yo cazador, no debí meterme a flautista. Moraleja: Cuando vayas a efectuar una nueva actividad, antes ten en cuenta tus capacidades y las circunstancias, para valorar si podrías salir adelante.