En la actualidad se discute si la denominación correcta para designar a
nuestro idioma es castellano o español. Este artículo pretende hacer un
análisis sobre la cuestión, estudiando la aparición de uno y otro término en
nuestro idioma, sus empleos más comunes hoy en día y las distintas opiniones
de acreditados estudiosos del tema.
Movimientos Precursores de La Independencia en Venezuela
Español o Castellano
1. NÚMERO 18
SEPTIEMBRE DE 2005
ISSN 1696-7208
RESUMEN
En la actualidad se discute si la denominación correcta para designar a
nuestro idioma es castellano o español. Este artículo pretende hacer un
análisis sobre la cuestión, estudiando la aparición de uno y otro término en
nuestro idioma, sus empleos más comunes hoy en día y las distintas opiniones
de acreditados estudiosos del tema.
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2. ESPAÑOL O CASTELLANO
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua da las siguientes
definiciones de CASTELLANO y ESPAÑOL.
Castellano:
En su acepción 6: español, lengua española. En su acepción 7:
dialecto románico nacido en Castilla la Vieja, de l que tuvo su origen la
lengua española.
Español:
En su acepción 5 : lengua española.
La polémica sobre la denominación de nuestro idioma es
relativamente reciente. Y esta polémica rebasa los límites puramente
lingüísticos para abarcar, además, ciertas connotaciones políticas. Como
señalaba Francisco Rodríguez Adrados en un artículo de prensa,
“anteriormente no había conflicto lingüístico, lo ha habido con las
normalizaciones envueltas en palabras de bilingüísmo y respeto.”
De hecho, ya en el siglo XVII se emplean español y castellano como
sinónimos, tal como la hace Sebastián de Covarrubias en su obra Tesoro de
la lengua castellana o española. (1611).
Así pues, ambas voces han alternado sin problemas en el uso diario
de muchos hispanoparlantes hasta h ace poco cuando el asunto, en cierta
manera, se ha politizado.
A continuación, estudiaremos el origen de uno y otro término, su
historia, sus empleos, etc.
Empezaremos haciendo un breve repaso por las distintas
utilizaciones que se hace de uno y otro vocablo:
-El artículo 3.3 de la Constitución Española dice que “el castellano es
la lengua oficial del Estado español. Todos tienen el derecho de conocerla y
el derecho a usarla.”
-En las Escuelas Oficiales de Idiomas y Academias de Idiomas se
enseña, junto a otras idiomas, español.
-En los diccionarios bilingües se puede leer en sus portadas Francés-
Español, Inglés-Español, Latín-Español, etc.
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3. -Y el actual de la Real Academia de la Lengua se llama Diccionario
de la Lengua Española.
-En el sistema educativo la designación ha ido variando, así en la
desaparecida E.G.B. y B.U.P. se estudiaban Lengua Española y Literatura
Española, pero actualmente los alumnos reciben clases de Lengua
Castellana y Literatura.
-En la carrera de Filología Hispánica, se imparten Lengua Española
y Literatura Española.
-El Diccionario de Dificultades de Manuel Seco, por citar uno, se hace
llamar del español. Emilio Alarcos Llorach titula su obra Gramática de la
lengua española. Con el mismo calificativo Juan Luis Alborg lo hace en su
Historia de la literatura española. Y así un largo etcétera.
-En los DVD y Vídeos originales en otras lenguas se nos hace saber
en la portada que están subtitulados, unos en castellano, otros en español.
-En los Decretos de Enseñanza de la Comunidad de Andalucía se
señala como objetivo que se pretende que los alumnos alcancen:
Identificar la modalidad lingüística andaluza como una variedad de
la lengua española integrada en un amplio conjunto de variedades de esta
lengua que supera los límites del Estado Español.
-Se habla del español de América y del judeoespañol.
Esto sólo son algunos ejemplos y, como podemos ver, el término más
usado, al menos hoy en día, es el de ESPAÑOL.
No obstante, el vocablo con el que en su origen se conocía a nuestro
idioma era el de CASTELLANO, ya que este, recordemos, es el nombre
derivado de la comunidad lingüística, el Reino de Castilla, que habló esta
modalidad románica en tiempos medievales; y precisamente fue esta
modalidad la que acabó imponiéndose a otras que surgieron tras la
fragmentación del latín: gallego-portugués, astur-leonés, navarro -
aragonés, catalán, etc. De estas, unas quedaron como dialectos, caso del
astur-leonés o navarro-aragonés, y otras se convirtieron también en
lenguas, pero con una extensión inferior al del castellano, caso del catalán o
del gallego.
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4. Así pues, se suele hablar del “castellano medieval”, pero, situándonos
en una época posterior, se menciona “el español de los siglos de oro” o “el
español moderno”.
En efecto, no es hasta el siglo XVI cuando se comienza a utilizar
ESPAÑOL, que aparece a la par que la unión de las coronas castellana y
aragonesa; por consiguiente, es un acontecimiento político el que provocó
el cambio de nombre. También se aduce como motivo de su aparición la
nueva conciencia surgida en la sociedad de este siglo de “nacionalidad”,
asociada a la idea de estado nacional..
Ya en el siglo XVIII, la Real Academia Española de la Lengua, que se
llama a sí misma “española”, publicó su primera y más grandiosa obra, el
diccionario llamado de “Autoridades”, con el título de Diccionario de la
lengua castellana (Madrid, 1726-1739).La elección de castellano es
explicada por distintas razones.
Para Amado Alonso se debió al afán uniformador y centralizador de
la administración borbónica que reconocía en Castilla “el solar del
idioma”, mientras que las creaciones lingüísticas de otros lugares se
consideraban “particularismos” sin validez extrarregional.
Sin embargo, Francisco Lázaro Carreter justifica su elección
acudiendo a la sinonimia, es decir, se optó por no repetir la palabra
“española”, utilizando un sinónimo, “castellano”: Diccionario de la lengua
castellana, de la Real Academia Española.
La RAE siguió usando los vocablos de Gramática de la lengua
castellana y Diccionario de la lengua castellana hasta 1924 y 1925
respectivamente, que es cuando la substituye por español. El cambio se
fraguó por mediación de Ramón Menéndez Pidal, para quien, en un
artículo publicado en 1918, era erróneo el título de castellano, ya que
inducía a creer que “ dado su valor geográfico restringido, fuera de
Castilla, no se halla la lengua literaria sino como una importación”
Este ha sido un resumido recorrido por el origen e historia de uno y
otro nombre, desde su aparición (Castellano en la Edad Media, Español en
el siglo XVI) hasta nuestros días, en los que muchos hablantes emplean al
azar ambas voces, como sinónimos, pero otros muchos, por diversos
motivos, quieren una denominación exclusiva y única, o español o
castellano, citando una serie de explicaciones para ello. Esto ha dado lugar
a un debate incesante en el que personas vinculadas al mundo de las letras
4
5. han aportado sus opiniones. Sería misión imposible exponer aquí cuáles
han sido todas estas opiniones de escritores, filólogos, historiadores, etc.,
pero sí podemos afirmar que la mayoría de ellos coinciden en que, aun
cuando se decanten por un término a otro, no ven , o no quieren ver, en
ello un motivo de polémica, pareciéndoles la cuestión trivial. (Aún así, a
continuación sí se intercalarán algunas opiniones que juzgamos
interesantes en los siguientes párrafos).
Veremos seguidamente las razones que alegan unos y otros para
defender una u otra expresión.
Quienes optan por CASTELLANO argumentan que:
-En primer lugar, unos por “razones históricas”, al ser este su
nombre original y al considerar a Castilla como “solar del idioma”.
En su contra, los detractores declaran que este vocablo es demasiado
reduccionista, dada la amplitud de espacio donde se habla y que desbordó
los límites de la Castilla histórica. Pero, según esta argumentación,
contrarrestan aquellos diciendo que deberían haber cambiado su
denominación todas aquellas lenguas que a lo largo de la historia se
expandieron más allá del territorio que les vio nacer, tales como el latín o el
árabe.
En su contra se sitúa también el estudioso Juan M. Lope Blanch, el
cual arguye que “lo que hoy llamamos castellano es el dialecto que norma
el habla de Castilla, pero no el sistema lingüístico general, cuyo nombre es
español”. En esta idea coincide con Ramón Menéndez Pidal quien, en cita
recogida por Amado Alonso, dice que “puesto a escoger, prefiero español,
pues todas las regiones colaboraron en el perfeccionamiento de la lengua;
castellano quedaría bien para la lengua del Poema del Cid, cuando la
unidad nacional no se había consumado y cuando el leonés y el aragonés
eran lenguas literarias; castellano suena geográficamente restringido y es
bueno para los particularismos de Castilla”. Si recordamos, esta última
teoría está acorde con una de las acepciones, concretamente la 7, que nos
da el Diccionario de la Real Academia y que expusimos al inicio de este
estudio (dialecto románico nacido ...).
Y, por último, Manuel Seco sostiene que hablar de castellano por
motivos históricos implica una inexactitud, y citamos textualmente,
“porque supone creer que la lengua general o común, no ya de toda
España, sino de todas las naciones hispanoamericanas, es patrimonio de
una sola región, Castilla. Y esto es falso, pues la lengua castellana hoy no es
propiedad de Castilla, sino de todas las regiones y naciones en que es
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6. hablada, las cuales, además de tenerla como suya, colaboran todas en su
conservación y enriquecimiento. Lo exacto sería emplear el nombre
castellano solamente para designar la lengua que durante la Edad Media
fue privativa del reino de Castilla, o las modalidades particulares que
presenta el habla de Castilla en los tiempos modernos frente al español
general.”
-En segundo lugar, otros, principalmente quienes viven en las
regiones españolas en las que se habla un segundo idioma, defienden el
título de castellano, pues consideran que sus lenguas, catalán, gallego o
vasco son las lenguas españolas y, de esta manera, además, tratan de
equiparar las lenguas para que parezca que la suya correspondiente tiene
la misma importancia.
De hecho, es cierto que castellano se emplea más en las citadas
comunidades de España con lengua propia.
En el lado opuesto, quienes optan por ESPAÑOL opinan que :
Con él se designa nuestra lengua general, aunque las demás
regionales sean también lenguas españolas. Otros creen darles, al
calificarla así, un rango más universal, haciéndola sentir más propia al
conjunto de los españoles.
Asimismo apuntan que fuera de España es español la palabra con la
que es conocido nuestro idioma y, en este sentido, argumentan que,
considerando nuestra lengua en contraste con otras, es este término el
utilizado, que, además, es la forma usual del nombre del idioma en las
otras lenguas, y así se dice spanish, spagnolo, espagnol, etc.
Partidario de este vocablo es Francisco Rodríguez Adrados, al que
citamos al comienzo de este artículo, ya que sostiene que “castellano es el
arranque del español”, palabra que considera más amplia,” pues, dice, se
habla, con variantes, en todo el mundo hispánico.”
En Hispanoamérica ocurre una situación parecida a la de España, es
decir, alternancia de los dos términos como sinónimos, pero, en general, se
prefiere la forma de castellano debido al recelo patriótico que les causa la
voz español, pues existe para ellos un estado, el español, que fue la
metrópolis de donde surgieron los distintos estados hispanoamericanos.
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7. A esta idea se opone Manuel Seco afirmando que “los
norteamericanos no se consideran en modo alguno colonizados por
Inglaterra por decir que ellos hablan inglés.”
Y concluyendo ya, pues, creemos que las dos expresiones, español y
castellano, son completamente valederas. Cada hablante debería usar
aquella que le sea más de su agrado, pero siempre respetando cualquier
elección de otras personas. Pensamos que lo lógico sería poder usarlas
como sinónimos, para evitar la repetición de la misma palabra. Y, por
último, defendemos que la elección por una u otra denominación no se
convierta en un motivo de discusión continua, a la que “ arrastren” a
filólogos, historiadores, académicos, etc., cuando son los políticos los que,
en cierta manera, han originado o avivado dicha polémica.
BIBLIOGRAFÍA:
Alonso, A. (1943). Castellano, español, idioma nacional .Historia
espiritual de tres nombres. Buenos Aires: Losada.
Lázaro, F. (1997). El dardo en la palabra. Barcelona: Galaxia
Gutenberg.
Seco, M. (2004). Diccionario de dificultades del español. España:
Espasa_Calpe.
DATOS PERSONALES
Nombre y apellidos: Amparo Torres Panchón.
Título del trabajo: ESPAÑOL O CASTELLANO
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