La autora justifica su selección de dos láminas para ilustrar una fábula: la primera muestra a un duende sentado en un hongo para resaltar al personaje principal, y la segunda muestra a una niña en el bosque encontrándose con el duende para resaltar una escena clave. Explica que usó colores apagados y realistas para el duende y el bosque para que sean identificables para la audiencia mayor de 70 años a la que van dirigidas las imágenes.