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Quizás usted se pregunte: 11 ¿Otra vez un
libro sobre este tema?" Sí, pero con un
enfoque y un sabor diferente. No para
abundar en datos estadísticos, ni para
considerar áridas teorías sobre el
comportamiento humanol ni tampoco
para mostrar un camino idealista de
felicidad imposible.
Cuando usted concluya la lectura
de esta obra, lo hará con la serena
alegría de haber transitado por una
senda confiable que conduce hacia
la plenitud de la vida.
El Dr. Enrique Chaij, ex orador y director de
los programas "Una Luz en el Camino" y
"Encuentro con la Vida",es un protifico
escritor y autor, entre otras obras,
de libros como A pesar de todo...
¡Qué linda es la vida!, Vivir con valor,
El poder del amor, Dicha y armonía
en el hogary 7500 ventanas de la vida.
,"l"-."-M-,
JV2~
".,Ediciones New Life ...
Apesar de todo...
¡Alégrese , 

)t~ ~l
tU1"Z0,0•
Una invitación a disfrutar de la
verdadera alegría de la vida
ENRIQUE CHAl]
~ 
~
Ediciones New Life
Dirección editorial: Enrique Chaij 

Diagramación: Néstor Rasi 

Tapa: Hugo O. Primucci 

Foto de tapa: PhotoDisc 

IMPRESO EN LA ARGENTINA 

Printed in Argentina 

Primera edición 

MMIll - 4M 

Es propiedad. © New Life (2003). 

Queda hecho el depósito que marca la. ley 11.723. 

ISBN 950-769-060-3 

159.98 	 Chaij, Enrique
A pesar de todo... iAlegrese tu corazón! - 1a. ed.- BuenosCHA
Aires: New Lile, 2003.
206 p. ; 20x14 cm.
ISBN 950-769-060-3
1. Titulo - 1. Comunicación social
Se terminó de imprimir el 26 de junio de 2003 en talleres propios
(Av. San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires).
Prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación (texto,
imágenes y diseño), su manipulación informática y transmisión ya
sea electrónica, mecánica, por fotocopia u otros medios, sin permiso
previo del editor.
- 36793­
ÍNDICE 

Prefacio .. . ....... . 6
Introducción .... _.......... . 8
1. Sombras que piden luz 11
2. El precio de la alegría ........ _. 23
3. El poder terapéutico de la alegría 37
4. Invasores del alma .. ... ..... . 53
5. Ingredientes de la alegría ...... . 71
6. La fragua de la alegría . ..... _. 89
7 Inseparables: Amor, gozo, paz 107
8. Paradojas de la felicidad . .... 123
9. La fórmula de las tres "e" .... 141
10. La llave maestra de la alegría .. ... . 159
11. Del comienzo al final de la carrera 175
12. Hacia la alegría suprema . ...... .... .. " 193
(3)
Dedicatoria:
A Nelda, mi amada esposa, 

quien con su sonrisa jiicil 

y su espíritu comunicativo 

adorna de alegría nuestro hogar.
PREFACIO 

Quizás usted se pregunte: "¿Otra vez un libro sobre este te­
ma?" Sí, pero con un enfoque y un sabor diferente. No para
abundar en datos estadísticos, ni para considerar áridas teorías
sobre el comportamiento humano, ni tampoco para mostrar
un camino idealista de felicidad imposible.
Cuando usted concluya la lectura de esta obra, lo hará
con la serena alegría de haber transitado por una senda con­
fiable que conduce hacia la plenitud de la vida.
No importa cómo haya llegado este libro a sus manos -si
comprado, obsequiado o prestado-, igualmente usted podrá
hacerlo su libro de cabecera, y querrá atesorarlo en su cora­
zón, como ha ocurrido con las obras anteriores del autor en
la experiencia de incontables lectores.
Dijo Carlos W. ElIiot: "Los buenos libros son los amigos
más silenciosos y constantes; son los consejeros más accesi­
bles y más sabios; y los maestros más pacientes". Estas pala­
bras pueden aplicarse apropiadamente a este volumen, por­
que en todas sus páginas usted encontrará la voz de un ami­
go, que le ofrecerá ideas provechosas y sugerencias adecua­
das para conquistar la alegría del corazón. Y al recibir este
valioso beneficio, usted terminará diciendo: "Me hacía fal­
ta leer un libro como éste. ¡SU contenido me ha hecho tan­
to bien! Me siento más fuerte, más radiante y más feliz".
Como resultado de este nuevo impulso interior, usted es­
tará mejor preparado o preparada para contribuir al bienes­
tar de su familia, elevará su autoestima, y gozará mucho más
de la convivencia con los demás. En otras palabras, este libro
se habrá convertido en un estímulo para cristalizar sus no­
bles aspiraciones. Muchas de sus preguntas habrán sido con­
testadas; y sus expectativas con respecto a la obra habrán si­
do ampliamente satisfechas.
El autor no necesita presentación. Conocido por su ex­
tensa labor de comunicador cristiano mediante la radio y la
televisión, y por su pluma de prolífico escritor, el Dr. Enri­
que Chaij desarrolla aquí un tema que toca los sentimientos
más hondos de la vida: la verdadera alegría del corazón. De­
tenerse reflexivamente en cada página de la obra será una ta­
rea tan agradable como edificante.
Cuando apareció el libro del autor A pesar de todo,... ¡qué
linda es la vida!, pronto se convirtió en un best-séller de
nuestra editorial. Y esta nueva producción de la serie "A pe­
sar de todo" promete igual aceptación, porque sus páginas
contienen un tema vital, expresado en lenguaje fácil yame­
no, y a la vez enriquecido con anécdotas que hacen más ví­
vidas las ideas.
Éste podría considerarse un libro de la vida, donde se ven
reflejadas las ansias más profundas del alma y el camino
cierto para hacerlas realidad. Disfrute de esta lectura. Des­
cubra en ella cómo añadir encanto a su vida; y podrá cam­
biar cada pena por una nota de alegría, y cada lágrima por
una sonrisa de felicidad.
Cordialmente, LOS EDTTC )IU ¡
6
INTRODUCCIÓN 

Igual que en tu caso, a mí también siempre me ha in­
quietado el tema de la felicidad humana. Multitud de ve­
ces me he preguntado: ¿Por qué tantos seres humanos, sin
merecerlo ni buscarlo, llevan en sus almas el peso del dolor
o del cansancio existencial? ¿Por qué hay tanta gente que
no ríe de verdad? ¿Es posible ser realmente feliz? Si es así,
¿de qué manera?
Yal meditar en estas preguntas, a menudo he madruga­
do y me he levantado por la noche, para incluir en estas pá­
ginas un determinado pensamiento que acudió a mi men­
te de modo repentino. Y cual inquietud recurrente, esta
materia me ha invadido una y otra vez. A lo largo de los
años, he visto con asombro a seres abatidos, que supieron
recuperar su alegría. y también he visto cómo otros seres
aventajados y promisorios, se hundieron sin embargo en el
desaliento. Unos en su triunfo, y otrOS en su fracaso, am­
bos son lección para el observador.
Elaborar esta obra me ha enseñado muchos pequeños y
grandes secretos de la vida. He escrito su contenido en las
circunstancias y los lugares más variados: desde mi habitual
mesa de trabajo, hasta en largos viajes de un país a otro; en
algún restaurante, a la espera del plato solicitado; en la tran­
quilidad de un paraje tural; en medio del bullicio de la gran
ciudad; luego de atender a un alma desconsolada por el do­
lor; o después de conversar con el amigo festivo... Todo mo­
mento y lugar fueron propicios para volver a esta importan­
te temática de la alegría de vivir. Allí nacieron y se acuna­
ron las ideas que gustosamente comparto ahora contigo.
y siendo que estas páginas han resultado de valiosa ayu­
da para mi propia vida, creo que también podrán serlo pa­
ra la tuya. Si ya posees un corazón alegre, encontrarás aquí
comentarios prácticos para afianzar tu felicidad. Y si estu­
vieras bregando para encender tu alma de alegría, descubri­
rás en este trabajo una fórmula útil para lograr tu objetivo,
o para acercarte mucho más a él. '
¿Quién no tiene conflictos íntimos y frustraciones que
quisiera resolver? ¿Quién no ha tenido intentos fallidos en
su búsqueda de paz y alegría? Y aunque la insistencia se­
guía probando, el sueño no se alcanzaba. ¿Por qué?Tal vez
por causa de una pretensión desmedida, tal vez por una
convivencia defectuosa, tal vez por una limitación congé­
nita, tal vez... tal vez... ¡Quién sabe qué debilidad emocio­
nal podría estar obstruyendo el camino hacia el pleno bie­
nestar personal!...
Estos obstáculos y muchos otros son las "sombras que
piden luz", como lo detalla nuestro primer capítulo. Som­
bras que pueden disiparse, para permitirnos gozar libremen­
te de la vida. La felicidad, pues, es alcanzable. Con tal con­
vicción he preparado esta obra; y te invito a recorrer sus pá­
ginas, destinadas al bien de tu corazón. Será una grata aven­
tura, que despertará tus mejores sentimientos y agitará tus
mejores dones para ser realmente feliz. Con sincero afecto,
ENRIQUE CHAl]
'1
8
Capítulo 1
SOMBRAS QUE
PIDEN LUZ
En la hora más sombría es posible
descubrir la luz de la alegría. Los
dolores del alma pueden dar paso
al gozo del corazón.
M e encontraba en el centro comercial de la gran ciu­
dad. Allí me detuve en varias de las esquinas más
populares. Quería observar a la gente en su incesante ir y
venir por las calles peatonales de mayor atracción.
Durante un rato permanecí frente a ese interminable
desfile de personas abstraídas en su carrera. Traté de des­
cubrir a alguien sonriente y tranquilo. Pero en ese torren­
te humano, todos estaban tan tensos... tan inexpresivos...
tan apurados... Excepto algún turista que avanzaba por la
calzada con visible despreocupación.
De repente, el cuadro cambió. Una madre joven lle­
vaba de la mano a su pequeño hijo, que no pasaría los
cinco años de edad. Por alguna razón estaba discutiendo
severamente con él. Los dos comenzaron a gritar en la
discusión. Y la madre empezó a zamarrear al niño, mien­
tras le seguía hablando con firmeza. Luego, lo inevita­
ble: ef chico se puso a llorar desconsoladamente. Y en su
dolor infantil, terminó abrazando a su mamá y apoyan­
do su cabecita sobre ella. Después siguieron su camino,
y los perdí de vista.
JI
A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZÓN!
1. LA SOMBRA UNIVERSAL DEL DOLOR
y tras esa observación, quedé pensando que tal escena
callejera era apenas un símbolo elocuente de la mucha
gente que, en la ciudad y en el campo, vive bajo la som­
bra del dolor.
Víctima de su propio descontrol emocional, de algún
maltrato familiar, de una desconsideración patronal, o de
la traición de un amigo, no falta quien tenga su alma
quebrantada. Muchos se sienten como aquel niño: grita­
dos, tironeados y amenazados, sometidos a un trato in­
merecido. Y como resultado, lloran por dentro sin ser
comprendidos ni atendidos.
y en su desamparo afectivo, ¡cuántos construyen sus
propios refugios mentales! Diversos escapismos de la vida
moderna no son otra cosa que un esfuerzo por huir del
desencanto y el pesar. Hasta los programas televisivos de
alto contenido emocional son buscados inconscientemen­
te por el televidente, a fin de llorar y así "aflojar" la ten­
sión de su propio dolOr. Con lo cual, más que llorar por
el drama que muestra la pantalla, el observador -sin ad­
vertirlo- está llorando por sí mismo. Un notable y fre­
cuente mecanismo mental de identificación, que sólo
puede ofrecer engañoso alivio al corazón.
Mientras no se transite un camino más acerta­
do, seguirá siendo cierto lo que nos decía una
mujer atribulada: uSon tan pocas nuestras ale­
grías, y tantas nuestras penas': .. Pero con es­
foerzo persistente, la sombra del dolor puede
terminar en la luz de la alegría.
SOMBRAS QUE PIDEN LUZ
2. LA SOMBRA DE LAS ALMAS GRISES
Esta sombra habita en las personas que carecen de bri­
llo interior. Es como si hubiesen perdido el tono radiante
que alguna vez iluminó sus almas; o como si nunca lo hu­
biesen tenido. Seres que se mueven con resignación entre
la apatía y el aburrimiento. Grises de alma, que no lloran
mi ríen, porque no saben hacer ni una cosa ni la otra. Des­
lucidos e inexpresivos. Si alguno de sus allegados derrama
una lágrima, "¡qué sentimental!" Y si se ríe abiertamente,
"¡qué exageración!"
¿Cómo eres en esta materia? Quizá te agrade analizar­
te a la luz de estas pocas preguntas:
1. ¿Sé reír con los que ríen, y llorar con los que
lloran?
2. ¿Me agrada, o me cuesta expresar misgenui­
nos sentimientos?
3. Con mi modo de ser, ¿soy capaz de alentar a
una persona desanimada?
4. 	Si tiendo a ser emocionalmente gris, ¿qué he
hecho hasta ahora para volverme alegrey ra­
diante?
El abuelo había llevado al circo a varios de sus nietos.
Por supuesto, la idea era que todos ellos pasaran un
buen momento de diversión. Sin embargo, ante uno de
los números del circo, el nietito menor se asustó y se pu­
so a llorar. Entonces el abuelo, tomando al niño del cue­
llo, le dijo: "Te he traído aquí para que te rías, para que
te diviertas. ¡Deja de llorar!" Pero nada pudo devolverle
la sonrisa al pequeño. Dejó de llorar, pero continuó tris­
te dentro del circo.
En el gran circo de la vida moderna, ¡cuántos se pare­
12
A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZÓNl
cen al niño del relato! No se saben alegrar aun delante de
lo festivo. Dejan de llorar y de quejarse frente al dolor y
la injusticia. Consideran que eso de llorar es debilidad o
cobardía. Pero aunque no gimen, tampoco ríen. Estas
personas, ¿no necesitan acaso descubrir la clave de la ver­
dadera alegría?
Cierto operario iba diariamente a su trabajo en bicicle­
ta, mientras silbaba sus melodías preferidas. Y cuando
uno de sus vecinos le preguntó por qué siempre iba sil­
bando, el hombre respondió: "Porque me ayuda a olvi­
darme de mis problemas". ¿No era ésta una buena idea?
El trabajador se tonificaba anímicamente
silbando por el camino. ¡Cuánto ayuda el te­
ner una melodía o un canto en el corazón!
Quien arranque de su pecho una música de
alegría, ¡cuánto mejor vivirá!
3. LA SOMBRA DEL ANTIFAZ 

Notemos esta otra sombra. 

Era una dama muy cordial, rebosante de alegría. Todo
parecía sonreírle en su vida. Pero cuando mencionó inad­
vertidamente a sus hijos, una expresión de pesar se dibu­
jó en su rostro. Su alegría se desvaneció. Y de allí en ade­
lante, con el deseo de explicar su inesperada reacción, ella
contó la cruz que llevaba en relación con algunos de sus
hijos. Un denso drama familiar para el cual parecía no ha­
ber remedio.
La experiencia de esta mujer ilustra cuán a menudo,
detrás de una sonrisa triunfadora, puede esconderse la
tristeza de una amarga realidad. ¿Quién no siente más de
una vez el peso de alguna agobiante desventura? Ysin em-
SOMBRAS QUE PIDEN LUZ
bargo, debe esforzarse para disimular su dolor, para repri­
mir sus lágrimas, e incluso para dar una falsa impresión
de bienestar. ¿No es esto llevar puesto el antifaz del fingi­
miento en el gran carnaval de la vida? Y mientras se ríe así
con el rostro, se sigue llorando con el alma. ¡Qué sombra
tan difícil de sobrellevar! Como le ocurrió a David Ga­
rrick, el célebre cómico inglés. He aquí algunos de los ver­
sos que lo describen:
Una vez ante un médico famoso 

flegóse un hombre de mirar sombrío: 

"Sufro -le dijo- un mal tan espantoso 

como esta palidez del rostro mío': 

"Viaje, y se distraerá': 'íTanto he viajado!" 

"Busque la lectura". 'í Tanto he leído!" 

"Que una mujer lo ame': 'íSi soy amado!" 

"Adquiera un título". 'íNoble he nacido!" 

"Me deja -agrega el médico-perplejo 

su mal, pero no debe acobardarse. 

Tome hoy por receta este consejo: 

Sólo viendo a Garrick podrá curarse': 

'¿A Garrick?" "Sí, a Garrick, la más remisa
y austera sociedad lo busca ansiosa;
todo aquel que lo ve muere de risa;
tiene una gracia artística asombrosa':
"Y , h' ''''''S' ,¿ a mt me ara retr; t, se ¿o aseguro:
él sí, y nadie más... ¿Qué lo inquieta?"
"Así -dijo el enfermo- no me curo:
Yo soy Garrick... cámbieme la receta':
14 15
A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN!
¡Ay!¡Cudntas veces al reír se llora!
Nadie en lo alegre de la risa se fíe:
porque en los seres que el dolor devora
el alma llora cuando el rostro ríe.
Podrá considerarse extrema la angustia que vivió Ga­
rrick. Sin embargo, ¿no refleja la condición contradicto­
ria entre la apariencia y la realidad que viven muchísi­
mos seres humanos? Pero la alegría sin antifaz puede es­
tar al alcance de todos, como lo veremos en el transcurso
de la obra.
4. LA SOMBRA DEL DISGUSTO
Todos los vecinos del barrio coincidían en que don Jo­
sé había muerto "de disgusto". Su familia no lo había apo­
yado en el crecimiento de su pequeña empresa. Durante
años había tenido que luchar solo, sin la comprensión de
los suyos. Para peor, su único hijo varón se había mostra­
do siempre rebelde y haragán. Y tal comportamiento de
fracaso fue el gran dolor de su padre. Entonces éste, amar­
gado y angustiado, se dio por vencido. Se echó a morir.
Descuidó su trabajo, y se sumió en una prolongada y si­
lenciosa melancolía. Hasta que por fin su dolido corazón
dejó de latir.
Todos los días se producen casos parecidos al de don
José. Hombres y mujeres que sucumben en medio del dis­
gusto y la mala sangre que les provoca el ambiente adver­
so donde se desenvuelven. No tienen paz, ni mucho me­
nos alegría de vivir. ¿No conoces a personas de esta clase?
Tal vez haya alguna en tu propia parentela. O quizá por
tu propia mente hayan pasado alguna vez sentimientos de
SOMBRAS QUE PIDEN LUZ
esta índole. Nuestra frágil naturaleza puede quebrarse tan
fácilmente...
¡Sombras que piden urgentemente luz! El triste ansía
alegría. El angustiado necesita paz. El despreciado busca
comprensión. El alma disgustada lucha por encontrar
satisfacción...
La experiencia del alma quebrantada no es
nueva. Ya el antiguo rey David había escrito
de sí mismo: "Me he consumido a fuerza de
gemir; todas las noches inundo de llanto mi
lecho, riego mi cama con mis lágrimas... Fue­
ron mis lágrimas mi pan de día y de noche"
(Salmo 6:6; 42:3). El mismo que muchos
años antes había vencido con valor al gigante
Goliat; el mismo que había derrotado a pode­
rosos ejércitos enemigos; el mismo que había
construido la notable prosperidad de su na­
ción, ahora no vacilaba en confesar que esta­
ba profundamente triste y angustiado.
Pero tan ciertamente como David reveló su hondo do­
lor, en seguida se exhortó tres veces a sí mismo con estas
palabras: "¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas
dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
salvación mía y Dios mío" (Salmo 42:5, 11; 43:5). Es de­
cir, el gran rey hebreo padeció en su alma la angustia del
sufrimiento. Pero pronto reconoció que el Creador de la
vida era también su Restaurador y Consolador. Por eso re­
chazó su propio abatimiento, y lo superó mediante la
fuerza divina.
Si, al igual que David, recurriéramos más a menudo a
Dios, ¿no tendríamos mayor capacidad para dominar
16 17
A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN!
nuestros abatimientos? Y como consecuencia, ¿no ten­
dríamos más fácil acceso a una experiencia de alegría?
5. LA SOMBRA DEL VACÍO INTERIOR
Esta sombra, como las otras, también conspira contra
el bienestar personal. El vacío interior se ha apoderado de
tanta gente, que se ha convertido en una endemia espiri­
tual de nuestra sociedad.
El psicólogo suizo Carlos Jung (1875-1961) declaró ya
en sus días que "la mayor neurosis de nuestro tiempo es
el vacío". Y transcurridos los años, su declaración no ha
perdido vigencia. Todavía abunda la gente aburrida, en­
ferma de rutina, carente de ideales e incapaz para la nor­
mal convivencia.
Se trata de jóvenes y adultos que viven sin motivación
ni alegría. Ycon su mente despoblada de ideas, no tienen
iniciativa ni entusiasmo para nada. Avanzan por inercia,
sólo porque la obligación los empuja. Otros deben pensar
y decidir por ellos. Son los pequeños "inválidos emocio­
nales" típicos de esta era masificada, en la cual domina
más la publicidad que la convicción personal, con el con­
siguiente deterioro para la salud del espíritu.
Cierto grupo de jóvenes debió comparecer ante la au­
toridad policial. Los muchachos habían cometido diver­
sas fechorías en el barrio donde vivían, y los vecinos afec­
tados los habían denunciado. Y cuando se les preguntó
por qué habían actuado así, el grupo respondió: "No sa­
bíamos qué hacer. Queríamos entretenernos con algo
'fuerte'. Y el efecto del alcohol complicó las cosas". "¡No
sabíamos qué hacer!" Y con su alma vacía y su cuerpo al­
coholizado, los muchachos casi terminaron en la cárcel.
SOMBRAS QUE PIDEN LUZ
Felizmente, a tiempo aprendieron la lección y cambiaron
de conducta.
Tener vacío el espíritu equivale a divagar, a
ser juguete de las circunstancias.
¿Qué le pasa a una lata en la cual produci­
mos el vacío? Al quitarle el aire que hay den­
tro de ella, la presión exterior de la atmósfe­
ra -equivalente a un kilogramo por centí­
metro cuadrado- termina por arrugar y
arruinar la lata.
Así también, cuando el alma se queda vacía,
sucumbe bajo la presión exterior del am­
biente, sin poder oponer resistencia.
Quien desee ser feliz, procurará disipar la sombra del
vacío y transitar el camino de la plenitud espiritual. ¿De
qué modo? Llenando su mente con buenas ideas y sanos
propósitos. Ocupando provechosamente su tiempo con
acciones correctas, y brindándose con afecto a los demás.
Por algo San Pablo exhorta al verdadero amor, "para que
seáis llenos de toda la plenitud de Dios" (Efesios 3:19).
6. LA SOMBRA DE LA SOLEDAD
Ésta es otra de las grandes sombras que eclipsan la luz
de la alegría. Es el flagelo que mantiene aislada y afligida
a muchísima gente, con una tendencia creciente. Es el
sentimiento opresivo de orfandad que clama por un poco
de amistad y compañía.
Los niños padecen a menudo esta carencia. Y como re­
sultado, tienen su alma triste y sufren problemas de salud
y de aprendizaje. Un ejemplo patético de esta realidad es
el caso de aquel pequeño hijo único, cuyos padres traba­
18 19
A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN'
jan de noche, y que durante esas horas dejan al chico sin
más compañía que ¡una radio encendida!, "para que no se
sienta tan solo". ¿Sabrán estos padres qué daño indeleble
le están provocando a esa pobre criatura?
Están también aquellos otros niños, que deben perma­
necer solos en su casa cada mañana o cada tarde, y cuya
fría compañía es sólo la pantalla televisiva, con imágenes
de objetable valor. ¿Puede un televisor reemplazar inofen­
sivamente el calor de la familia o el afecto de los padres?
El chico que deba pasar tres o cuatro horas diarias frente
al televisor para "matar" su soledad, no podrá desarrollar­
se adecuadamente ni menos ser un niño feliz.
Pero la sombra de la soledad no sólo afecta a los niños.
También envuelve a muchos jóvenes, quienes carecen de
buena compañía y viven anímicamente aislados. Se sien­
ten incomunicados, y les falta la bondad de una amistad
sincera. La escuela, la empresa y la sociedad están carga­
das de estos jóvenes solitarios.
y lo que decimos de los niños y los jóvenes no es me­
nos cierto entre los adultos. Aun en los hogares, ¡cuántos
esposos sufren el drama de la soledad! Un vínculo matri­
monial que se desenvuelve en el silencio, sin la alegría
propia del verdadero amor y el compañerismo. Marido y
mujer compartiendo la misma vivienda, el mismo lecho,
pero cada cual encerrado en su mundo interior, padecien­
do los males de la soledad y la falta de diálogo.
1. ¿Vives en soledad? ¿Por qué?
2. ¿Cuánto te brindas a los demás, en tu casa,
en tu trabajo, o entre tus allegados?
3. ¿Predomina el clima del diálogo en tu ma­
trimonio? ¿Qué haces para cultivarlo?
SOMBRAS QUE PIDEN LUZ
4. ¿Comprendes que la verdadera alegría del
coraz6n exige un mínimo de comunicaci6n
cordial con elpr6jimo?
La persona introvertida o tímida por naturaleza, pue­
de cambiar. Puede mejorar su comunicación y atenuar su
posible soledad, con lo cual despertará la alegría de su al­
ma. Requerirá empeño y disciplina, constancia y valor.
Pero el vencer la desagradable sombra de la soledad, ¿no
justifica cualquier esfuerzo de la voluntad?
El que tiene a Dios por amigo, no se siente so­
lo en ninguna parte. "Amístate con Dios, y ten­
drás paz; y por ello te vendrá bien" Qob
22:21).
HACIA EL FIN DE LAS SOMBRAS
Las pocas "sombras" que acabamos de señalar, y "que
piden luz", están lejos de ser las únicas que atentan con­
tra nuestra felicidad. Podríamos añadir el sentimiento de
culpa, la ansiedad, el pesimismo, el egoísmo, el temor, el
desamor, la ausencia de propósito en la vida, y tantas
otras condiciones negativas que enferman el alma de pe­
sadumbre.
Pero la gran nota alentadora es que todos estos enemi­
gos están condenados a la derrota, si adoptamos una ac­
titud resuelta y sensata hacia la conquista de la alegría.
Todos podemos reducir nuestros pesares y aumentar
nuestra dicha. Las páginas que siguen compartirán con­
tigo las ideas más probadas y exitosas para el logro del
bienestar y la alegría.
Entretanto, convengamos en que la verdadera alegría
20 21
A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZ6N!
es mucho más que el placer pasajero. Es el estado de sa­
tisfacción que renueva la vida, que mejora la salud, que
enriquece la convivencia, que acerca más a Dios... Es el
bienestar del alma que nunca quisiéramos perder. Por­
que la alegría abre puertas, despierta el entusiasmo, ga­
na amigos, embellece a la familia, y conserva un canto
de alabanza en el corazón.
y para alcanzar esta codiciable experiencia, nada mejor
que entender la vida con sus necesidades, aceptarla con
sus luchas, y dominarla con la firme voluntad y la fuerza
del amor. Como lo dicen las siguientes palabras:
La vida es un desafío. Aft6ntalo. 

La vida es un don. Acéptalo. 

La vida es una aventura. Ponla a prueba. 

La vida es un deber. Cúmplelo. 

La vida es una oportunidad. Aprovéchala. 

La vida es un viaje. Eftctúalo. 

La vida es una promesa. Cúmplela. 

La vida es una belleza. Alábala. 

La vida es una lucha. Empréndela. 

La vida es una meta. Alcánzala. 

La vida es una canción. Interprétala con alegría. 

Cerramos este primer capítulo, extendiendo afectuosa­
mente la invitación central de la obra:
'A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZÓNf"
Sonríele a la vida. 

Canta una canción de gratitud. 

Conserva el optimismo. 

Desarrolla la fe. 

Cultiva y comparte lo mejor que hay en ti. 

22
Capítulo 2
EL PRECIO
DE LA
ALEGRÍA
La alegría es accesible a todos. Es
propia de una vida normal. Pero
hay un precio que pagar...
Alo largo de los años, nuestros televidentes y radioyen­
tes nos han escrito para describir su estado emocio­
nal, en busca de alivio y comprensión. Y con frecuencia,
sus historias contienen dramas que conmueven el cora­
zón, dramas que reflejan frustraciones, luchas y afliccio­
nes; dramas que muestran cuánto cuesta ser feliz...
Notemos la síntesis de algunos de esos testimonios:
• "Vivo sola. 	Mi único hijo me ha abandonado. Tengo
una honda depresión. ¿Para qué seguir viviendo?"
• "El alcoholismo de mi marido ha matado la alegría de
nuestro hogar."
• "Mi esposa me ha sido infiel, y se fue del hogar. Estoy
solo para criar a mis seis pequeños hijos".
• "Nuestra casa es un infierno. Pasamos todo el día discu­
tiendo".
• "Nuestro matrimonio ha ido empeorando con el tiem­
po. Mi esposo ha dejado de quererme, y mantiene una
relación extramatrimonial".
23
A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZ6N!
• "Mis padres 	no me comprenden. Me llevo mal con
ellos. Quisiera irme de mi casa".
• ''Antes yo era una persona alegre. Ahora he perdido la
costumbre de sonreír".
• "En mi desesperación, he intentado tres veces quitarme la vida".
• "Por lo general, comienzo anímicamente bien el día; pe­
ro a las pocas horas'mi temperamento me traiciona y
tengo roces con los demás".
• "Soy una persona depresiva. ¿Qué puedo hacer para sa­
lir de este pozo?"
• "Estoy luchando para concluir mi carrera universitaria.
Pero a veces me pregunto para qué. ¿Conseguiré traba­
jo, o terminaré manejando un taxi?"
• "Estoy tan apenada por las cosas que pasan en el mun­
do, que ya ni escucho los informativos de la radio".
• "Nuestra hija es madre soltera. Debemos mantenerla a
ella y a su hijito, y no sabemos cómo. Carecemos de re-
I 	 • "
cursos economlCOS .
• "Hace seis meses que estoy sin trabajo. 	Es una terrible
angustia. Aunque nuestros hijos comen tres veces al
día, mi esposa y yo sólo tenemos una comida diaria".
• "Mi marido era un gran fumador, y falleció de cáncer de
pulmón. Mi gran dolor ahora es ver que mi hijo no
aprendió la lección, y sigue el mismo camino que su
padre".
• "Envidio la alegria de los demás, y no sé cómo ser alegre
yo mismo".
Estos testimonios verídicos son apenas una pequeña
muestra de los mil problemas que abaten el espíritu de la
gente. y así anda el mundo: con una pesada carga para lle-
EL PRECIO DE LA ALEGRÍA
var, y con un hondo anhelo de alegría y bienestar. Desde
que el hombre ha derramado su primera lágrima y ha su­
frido su primer dolor, ha estado buscando ardientemente
la auténtica felicidad. Pero, ¿ha sido fácil esta búsqueda?
CONSTRUCTORES DE LA ALEGRÍA
No siempre es fácil descubrir y retener el secreto de la
alegría. Pero siempre existe el modo de acercarnos a ella.
Aun en los momentos de mayor tensión y dificultad, es
posible conservar una dosis de buen humor o de fuerza
para evitar el abatimiento.
Al respecto, es ejemplar la actitud que supo mantener
Abraham Lincoln durante los difíciles años de la guerra
civil norteamericana, entre 1861 y 1865. En septiembre
de 1862 convocó con urgencia a su gabinete para una
sesión especial. Y cuando se reunieron todos sus miem­
bros, Lincoln les leyó el capítulo entero de un libro más
bien cómico, que nada tenía que ver con la índole de
aquella reunión.
Al término de la lectura, Lincoln se echó a reír abier­
tamente frente a la extrañeza y la molestia de sus minis­
tros allí presentes. Entonces les dijo: "¿Por qué no se ríen
ustedes también? Yo me moriría de tensión nerviosa si en
medio de esta guerra no supiera reír. Y ustedes necesitan
de esta medicina tanto como yo".
¿No hay en estas palabras sensatez y sentido común?
En toda ocasión, pero especialmente en los momentos de
mayor tensión y perplejidad, todos necesitamos ver la
parte feliz de la vida. Y la persona que lo consigue, siem­
pre lo pasa mejor y asegura más fácilmente su éxito social
y laboral. Por eso, ningún empresario emplearía como
24 25
A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZ6N!
ejecutivo de su empresa a alguien apático y melancólico;
y ningún joven elegiría como compañera de la vida a una
muchacha triste y negativa. Y si lo hicieran, cosecharían
las consecuencias de tal error: el empresario arruinaría sus
negocios, y el joven malograría su porvenir.
La sociedad y la familia necesitan, pues, hombres y
mujeres gue tengan la virtud de la simple alegría de vivir.
y esta cualidad tan valiosa no proviene de afuera como un
regalo. Comienza adentro. Se gesta, se anida y se reprodu­
ce en la mente, mediante el esfuerzo de la voluntad y la
resistencia hacia todo pensamiento sombrío. El sabio Sa­
lomón afirma gue una persona llega a ser según la índole
de los pensamientos gue cultiva (Proverbios 23:7).
Sí, somos lo gue pensamos. Por eso San Pablo declara:
"Todo lo gue es verdadero, todo lo honesto, todo lo jus­
to, todo lo puro, todo lo amable, todo lo gue es de buen
nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza,
en esto pensad" (Filipenses 4:8).
¿Queremos ser íntegros? Alberguemos enton­
ces pensamientos de justicia y honradez.
¿Queremos ser puros y amables? Cultivemos
pensamientos sólo de esa índole. ¿Queremos
disfrutar de alegría? Entonces atesoremos
sentimientos de gozo, de satisfacción y con­
formidad. Y nos asombraremos de los resul­
tados. La batalla de la alegría se gana dentro
del corazón.
CUÁNTO CUESTA LA ALEGRÍA
No cuesta nada. Es gratuita. Como el agua, el aire y el
sol. Pero para beber el agua, se necesita una cañería; pa-
EL PRECIO DE LA ALEGRiA
ra gue el aire sea saludable, debe evitarse su contamina­
ción; y para beneficiarnos con el sol, debemos exponer­
nos juiciosamente a sus benéficos rayos. Siempre hay gue
hacer algo.
Lo mismo ocurre con la alegría de la vida. Es gratui­
ta. No hay nada gue pagar por ella. Sin embargo, tiene
un precio, tal como lo veremos en el resto del presente
capítulo.
1. El control del temperamento
Éste es parte del precio. Muchos se sienten víctimas de
su propia carga genética. Y consideran gue es de balde lu­
char contra sus inclinaciones naturales. Tales personas di­
cen: "No puedo dominar mi genio; ése es mi modo de ser.
Soy flemático [o colérico, o sanguíneo]; y esto malogra mi
convivencia y mi felicidad".
En realidad, el temperamento gobierna mayormente la
vida de guien así lo permite. Pero guien no busca excusa
para sus defectos, y hace algo para combatirlos, descubre
gue es posible crecer y mejorar. Y mientras crece y mejo­
ra, la alegría se instala en el alma. Un aire de victoria do­
mina su ser, y el reconocimiento a Dios aflora en sus la­
bios. En la tal persona, elprecio de la alegría no es otro que
el dominio de su temperamento.
El reconocimiento del vencedor
"Cuando comprendí gue mi temperamento
me dominaba y me causaba frecuentes pro­
blemas, me dije a mí mismo: 'Así no puedo
ser feliz. Debo cambiar'.
2726
A pesar de todo... ¡ALEGRESE TU CORAZÓNI
"Entonces hice mi parte: me esforcé cuanto
pude. Pero especialmente pedí la ayuda de
Dios, y él me cambió. Como fruto de ello,
hoy tengo paz y alegría en mi corazón".
2. Un buen enfoque de la vida
¿Surge la felicidad por generación espontánea? ¿De­
pende del azar, del ambiente circundante, o de los vaive­
nes anímicos? No. Depende más bien de una correcta
decisión personal, acompañada de una conducta conse­
cuente.
Un enfoque acertado de la vida consiste, por ejemplo,
en adoptar una actitud mental positiva, en la cual se apro­
veche todo lo bueno y constructivo que nos rodea. El re- .
sultado de tal modalidad será una mayor fortaleza emocio­
nal y espiritual. Entonces, aun frente a los diversos reveses
diarios, sabremos conservar la calma y el buen ánimo.
Otro "buen enfoque de la vida" es la firme determina­
ción para cultivar el hábito de la alegría. Algo tan impor­
tante como el bienestar del espíritu sólo se logra median­
te tenaz insistencia. Cuando a un exitoso industrial le pre­
guntaron cómo había alcanzado ese elevado grado de
prosperidad, él respondió: "Fracasando". Quien había
aprendido de sus propios fracasos, terminó siendo un em­
presario de marcado éxito. ¿No ocurrirá otro tanto en la
búsqueda esmerada de la alegría? Sí. Hoy podemos fraca­
sar elaborando nuestra dicha; pero con perseverancia ma­
ñana podemos conseguirla.
En conclusión, la verdadera alegría requiere un enfoque
inteligente de la vida.
28
EL PRECIO DE LA ALEGRÍA
3. El orden general
Numerosas personas afirman: "Cada uno es feliz a su
manera". Y con ello dan a entender que no existe norma
o principio para regular la felicidad. Equivaldría a decir
que cada uno viva como mejor le plazca, con tal de ser fe­
liz. Pero en realidad, ¿sería esto posible? ¿No se advierte en
este pensamiento una actitud egoísta? Nadie podría vivir
según su antojo personal, y a la vez sentirse bien consigo
mismo y con los demás.
Por cierto, el camino hacia la satisfacción personal
puede ser muy variado. Uno puede disfrutar cultivando
algún deporte, mientras que el otro disfruta leyendo un
buen libro. Uno se goza viajando y conociendo el mun­
do, en tanto que el otro es feliz en su casa cuidando las
plantas del jardín. Uno es amante del estudio; el otro es
amante de la vida social. Uno se deleita escuchando mú­
sica clásica, mientras que el otro gusta de la música popu­
lar. Uno goza con su profesión intelectual; el otro es feliz
con su trabajo artesanal. Uno vive tranquilo con su sala­
rio mensual, mientras que el otro prefiere su actividad in­
dependiente. En este sentido, sí podría decirse que "cada
uno es feliz a su manera" . Sin embargo...
...existen ciertos reqUIsitos básicos, sin los
cuales la alegría no podría permanecer. Allí
está, por ejemplo, el orden mental, que evi­
ta la confusión; el orden laboral, que evita
la ansiedad; el orden moral, que evita la
culpa interior; el orden económico, que
evita el despilfarro; el orden familiar, que
evita los roces y los mutuos reproches. Tal
ordenamiento de la vida propende al bie­
nestar y la alegría.
29
A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZ6N!
Cierto hombre de negocios, agobiado por sus preocu­
paciones de trabajo, fue a consultar al destacado psiquia­
tra Guillermo Sadler. y mientras hablaba de su problema
con el médico, en los primeros diez minutos éste tuvo tres
llamados telefónicos, a los cuales atendió hasta dar solu­
ción a los problemas que le presentaban.
Al finalizar la tercera conversación telefónica, el pa­
ciente dijo: "Doctor, en estos pocos minutos creo que he
adivinado lo que anda mal en mi vida. El dar por termi­
nado cada asunto que se presenta, como lo he visto en us­
ted, y el tener ordenado el escritorio, es lo que yo necesi­
to aprender".
A las seis semanas, el mismo hombre volvió a ver al
Dr. Sadler, y le dijo: ''Antes tenía tres mesas de trabajo
en dos oficinas diferentes, y siempre estaba sobrecarga­
do de tareas. Ordené todas mis cosas, y ahora tengo una·
sola mesa. Además, arreglo los asuntos ni bien se me
presentan; y lo maravilloso es que no observo la menor
falla en mi salud".
Gracias al ordenamiento de su vida y de su trabajo, es­
te hombre recuperó su salud mental y su bienestar gene­
ral. Y sólo así llegó a ser una persona tranquila y feliz.
Conclusión: elprecio de la genuina alegría es una vida or­
denada y organizada.
4. Más comprensión
Con frecuencia escuchamos expresiones como éstas:
"La gente no me comprende". "Mis padres no me com­
prenden". "Los profesores no comprenden a sus alum­
nos". y la persona que tiene esta convicción vive descon­
tenta y tiende a sentirse víctima del maltrato de los de­
30
EL PRECIO DE LA ALEGRÍA
más. ¿Cómo podría sentirse feliz, por ejemplo, la mujer
incomprendida por su marido; o bien el hombre incom­
prendido por su esposa?
La incomprensión es una de las peores trabas para la
buena convivencia. Porque "incomprensión" es sinónimo
de incapacidad para colocarse en el lugar del prójimo; es
ausencia de simpatía o de sensibilidad humana. Y de estas
características está lleno nuestro mundo. ¿Podríamos en­
tonces asombrarnos de la indiferencia, la hostilidad y la
agresividad que se advierten en nuestros días?
Un niño de pésima conducta en la escuela había ago­
tado la paciencia de su maestra. Un día ella lo llevó apar­
te, y le habló de esta manera: "¿Por qué te comportas tan
mal?" A lo que el chico contestó: "Yo sé que soy malo.
Pero a veces trato de hacer las cosas bien; sólo que nadie
lo nota". Al escuchar estas palabras de su alumno, la
maestra quedó pensativa y se propuso hacer algo por él.
Entonces le dijo: "Tú no eres un niño malo. Tengo con­
fianza de que cambiarás, y yo te ayudaré". Al poco tiem­
po el niño cambió por completo. Las palabras compren­
sivas de su maestra habían dado excelente resultado. A
partir de entonces hubo alegría en el corazón del niño y
de su maestra.
Muchos niños y adultos se sienten tristes por falta de
apoyo y comprensión. Pero su estado emocional y su
comportamiento podrían cambiar -como en el caso na­
rrado-, si tan sólo fueran comprendidos, y si a su vez
ellos mismos supieran comprender a los demás. Entonces,
los tales aumentarían en madurez y alegría de vivir. La ge­
nerosa comprensión es clave en la buena convivencia, y es
también elprecio de la dicha individual.
31
A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZ6N!
5. Un corazón agradecido
A una ancianita le preguntaron cómo se sentía. Y su
respuesta fue: "Tengo muy pocas fuerzas, y ni siquiera
tengo dientes para masticar. Pero gracias a Dios los dos
únicos dientes que me han quedado están uno debajo del
otro, y así algo puedo masticar". ¡Admirable espíritu de
resignación, y también de gratitud! Por eso la ancianita no
se quejaba, aceptaba su suerte con valor, e incluso daba
gracias a Dios. Quizá sin advertirlo, ella había descubier­
to parte de la fórmula del corazón contento.
La persona ingrata tiende a ser insensible y orgullosa.
Incapaz de valorar cualquier favor o apoyo recibido, no sa­
be agradecerlo como corresponde. Y en su egoísmo siste­
mático, termina siendo un ser insatisfecho y descontento.
¡Cuánto mejor se siente la persona agradecida, que
sabe pronunciar la palabra oportuna de valoración! Gra­
titud hacia los padres, hacia los hijos, hacia los amigos,
los maestros, los familiares, los vecinos, los colegas... Y
sobre todo a Dios, de quien recibimos numerosas ben­
diciones cada día, sin las cuales la vida no sería posible.
Hace bien, mucho bien al alma cultivar el espíritu de
agradecimiento. Con razón San Pablo aconseja: "Dad
gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios" (1
Tesalonicenses 5:18).
Expresar gratitud es como obsequiar un regalo. Produ­
ce alegría en quien lo recibe, pero igualmente en quien lo
da por amor. Aparece la sonrisa en el receptor, pero tam­
bién en el dador. Por eso, podemos afirmar que el precio
de un espíritu alegre y maduro es el coraz6n agradecido.
6. Ambiciones correctas
Cierto estanciero, dueño de grandes extensiones de
EL PRECIO DE LA ALEGRÍA
tierra, colocó junto a la ruta un cartel de buen tamaño,
con esta extraña leyenda: "Regalaré este campo al hom­
bre que demuestre estar satisfecho en su vida". A las po­
cas horas un forastero se detuvo en el lugar, leyó deteni­
damente el curioso cartel, y llamó a la puerta del gran
benefactor. "Señor -le dijo-, ya que usted quiere re­
galar este campo a una persona que viva satisfecha, pue­
de regalármelo a mí. Yo tengo un buen pasar. Tengo sa­
lud y vivo contento". Entonces el sagaz hombre de cam­
po le preguntó: "¿De veras que usted vive satisfecho?" Y
ante la respuesta afirmativa del forastero, el hacendado
le dijo: "Si de veras usted está satisfecho, ¿para qué quie­
re entonces este campo.,"
¡Cuántos se parecen al viajero del relato! Tienen de
todo. Nada les falta. Pero quieren más. Y en lugar de dis­
frutar con lo que tienen, se llenan de una necia ambi­
ción material que los consume. Con lo cual arruinan su
alegría, y se vuelven seres insatisfechos y codiciosos.
¡Cuán fácilmente se puede perder la cabeza por la exce­
siva ambición!
Dijo San Pablo: "He aprendido a contentarme, cual­
quiera que sea mi situación" (Filipenses 4:11). Estaba
contento cuando tenía abundancia, pero también en su
hora de necesidad. Emprendedor y progresista como era,
e! apóstol no se dejó marear por e! materialismo ni se de­
salentó en sus días de escasez. Lo que sí cultivó en todo
momento fue la riqueza de su espíritu, y así fue feliz.
y lo que experimentó San Pablo, lo puede experimen­
tar todo cristiano en la actualidad: e! encuentro del gozo
por vía de! alma, y no del dinero. El precio de la verdade­
ra alegría es, pues, la riqueza espiritual como meta superior
de la vida.
32 33
A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓNI
7. 	Armoníafamiliar
Éste es un aspecto de primordial importancia. Forma
parte ineludible del precio de la verdadera alegría.
•Hijo excelente
Una señora radiante de alegría, me pasó un sobre y me
dijo: "Por favor, lea esta carta que acabo de recibir de mi
hijo". Y al leerla, me encontré con las expresiones más ca­
riñosas que un hijo podría escribirle a su madre. Allí ha­
bía palabras de gratitud, de amor filial y de sentida nos­
talgia. ¿Qué más podía pedir esa mujer de su hijo, mien­
tras él permaneciera por un tiempo en el extranjero?
•Pareja feliz
Un hombre cuenta: "Mi esposa y yo vivimos con ar­
monía. Nos amamos y nos ayudamos mutuamente. Eso
es lo que más nos mantiene unidos como esposos y co­
mo padres."
•Matrimonio con problemas
Dos esposos de mi conocimiento discuten y pelean
con frecuencia. Les cuesta ponerse de acuerdo. Hoyes él,
y mañana es ella quien desea imponer obstinadamente su
voluntad. Con semejante inmadurez, casi siempre viven
tensos e incomunicados.
De los tres casos mencionados, los dos primeros reve­
lan cómo el cariño de un hijo yel amor entre los esposos
pueden hacer feliz un hogar. En cambio, la obstinación y
la falta de armonía conyugal-que se advierten en el ter­
cer caso-, son causa frecuente de hogares divididos. ¿Por
qué? Porque en tales casos lo que prevalece es el egoísmo,
el cáncer mortal de la felicidad humana.
La armonía familiar, esencial como es, se construye ca-
EL PRECIO DE LA ALEGRÍA
da día mediante actitudes maduras de afecto, generosi­
dad, comprensión y buena voluntad. Lo contrario de es­
to, que es ausencia de verdadero amor, siempre da origen
a insatisfacción, incomunicación y desavenencias en la
convivencia familiar.
Como se ve, entonces, el precio de la alegría individual
y familiar es la armonía del hogar.
Para el autoexamen
l. 	Por mi modo de ser y de actuar, ¿contribu­
yo a la armonía y la alegría de mi familia?
¿Qué influencia ejerzo dentro de mi hogar?
2. ¿Sé demostrar a los miembros de mifamilia
el mismo afecto que deseo recibir de ellos?
3. ¿En 	qué radica mi mayor dificultad (como
padre, madre o hijo) para comprender a mis
seres queridos?
Resumiendo...
Alguien que atravesaba diversos problemas y tenía su
alma apenada, preguntaba con ansiedad: "¿Puede decirme
dónde se vende ese bendito producto, que se llama felici­
dad?" De algún modo, este capítulo ha intentado ofrecer
una respuesta a esta pregunta.
La alegría de la vida no se compra: es gratuita. No se
mendiga: se la consigue con tesón y constancia. Tampoco
es un bien que se estanca: es un estado radiante que crece
a medida que se expresa. Y para alcanzar este grato bienes­
tar, aquí está el "precio" a modo de resumen:
l. 	El dominio del temperamento y el control de los sentimien­
34 35
A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZ6N'
tos. Cambiar es crecer; y crecer es alegrarse de veras.
2. Un enfoque sensato de la vida, con la actitud positiva de
aquel que valora las bellezas que le rodean. También la
insistencia tenaz produce buenos resultados.
3. 	La vida ordenada y organizada: orden en la mente, en
el trabajo, en la moral, en la economía, en la familia.
El desorden produce confusión e intranquilidad, e im­
pide la sana alegría de vivir.
4. 	 La comprensión. Éste es otro requisito de la alegría.
Cuando sabemos ponernos en el lugar de los demás,
nos sentimos mejor de ánimo. Y cuando los demás
proceden así con nosotros, experimentamos placer y
bienestar.
5. 	El espíritu agradecido también forma parte de este pre­
cio. "Dad gracias en todo", aconseja San Pablo. Expre­
sar agradecimiento es como entregar un regalo. Produ­
ce alegría en quien lo recibe, pero también en quien lo
da.
6 	 La superación del espíritu. Mientras la actitud materia­
lista crea insatisfacción, la riqueza del alma produce
alegría genuina.
7. 	Finalmente, la armonía familiar, basada en el amor de­
sinteresado, es un factor vital de felicidad. Un hogar
unido y armonioso produce corazones alegres.
y tras este multifacético precio de la alegría de vivir,
cabe que nos preguntemos: ¿Bastará esto, o habrá que ha­
cer algo más? Lo que falte, ciertamente lo podrá suplir el
divino Autor de la alegría. Con él, el alma vibra de con­
tentamiento. ¡Vale la pena probarlo!
36
Capítulo 3
EL PODER
TERAPÉUTICO DE 

LA ALEGRÍA
La mente ejerce una influencia
poderosa sobre el cuerpo. La
alegría contribuye al bienestar
físico y mental. Diversos ejemplos
así lo confirman.
Con frecuencia, los verdaderos motivos por los cuales
la gente recurre al médico, obedecen a los sentimien­
tos de soledad, de tristeza, de culpa, de angustia, de aba­
timiento, de frustración y de temor. Sin embargo, por lo
general estos sentimientos permanecen encubiertos bajo
los más diversos síntomas que suele relatar el paciente.
En el terreno físico, tales síntomas pueden ser dolor de
cabeza, de espalda o de estómago, como también insom­
nio, mala digestión, alergias, problemas de la pie! Yotros
trastornos mayores. Y en el terreno emocional podrá apa­
recer la falta de iniciativa, e! desgano para el trabajo, o un
estado dominante de disconformidad.
El siguiente ejemplo resulta muy ilustrativo sobre e!
particular. María, una muchacha de 25 años de edad, co­
menzó a sentir fuertes dolores en el abdomen. Así que fue
a ver al médico en busca de alivio. Y en la conversación
que mantuvieron, María no pudo disimular el odio que
sentía hacia una de sus compañeras de trabajo, y lo difícil
37
A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZÓNI
que se le hacía trabajar con ella en la misma oficina.
Entonces el médico, comprendiendo la situación, le
habló a la joven con total franqueza, y le hizo ver la ver- .
dadera causa de su problema de salud. La tranquilizó di­
ciéndole que físicamente estaba bien, y que ni pensara en
operación. Luego el médico le explicó que su odio, unido
a su angustia y amargura, era la causa real de sus intensos
dolores abdominales. y cuando María modificó sus senti­
mientos, desaparecieron sus temibles dolores.
Sus síntomas y malestares físicos tenían una causa
emocional. Y cuando ésta desapareció, la joven se recupe­
ró. Enterró su odio y su angustia, y en reemplazo emer­
gieron la salud y la tranquilidad. Y con esa sensación de
bienestar aumentó aún más su vitalidad orgánica.
Esta poderosa influencia de la mente sobre
el cuerpo se destaca también en aquel niño
pobre, quien yacía enfermo en la cama. El
Dr. Ricardo Gutiérrez, que le tenía especial
afecto, examinó detenidamente al pequeño
y descubrió la raíz de su enfermedad. Enton­
ces, casi sin hacer comentario, salió de la hu­
milde vivienda, y a las pocas horas regresó
trayendo los remedios. Y los "remedios" eran
mayormente juguetes, muchos juguetes para
el niño. Cuando el buen médico se despedía
de su pequeño paciente, que ya tenía su ros­
tro iluminado por la alegría, le dijo a su ma­
dre: "Señora, su hijo, más que enfermo, es­
taba triste".
Cuando la alegría invadió aquel corazón infantil, cesó
38
EL PODER TERAPÉUTICO DE LA ALEGRÍA
la enfermedad. ¡Cuán notable es la capacidad terapéutica
de la alegría! Ahuyenta los malestares del cuerpo y los do­
lores del alma. Tiene la admirable fuerza inmunológica y
preventiva que prolonga la salud. ¿No lo has notado en
tu propia experiencia? Sí, cuando por alguna razón tú te
sentiste abatido, aparecieron diversas molestias en tu or­
ganismo. Pero por el contrario, cuando una ráfaga de fe­
licidad se metió en tu corazón, te sentiste sano y fuerte.
El "medicamento" de la alegría realizó esa cura milagro­
sa. A todos nos pasa lo mismo, por más fríos y raciona­
les que parezcamos ser.
REMEDIO EFECTN O
Desde la antigüedad, el sabio Salomón escribió: ceEI co­
razón alegre constituye buen remedio; mas el espíritu triste
seca los huesos" (Proverbios 17:22). Otras versiones de es­
ta declaración dicen:
"El estar alegre conserva la salud. Es una muerte lenta es­
tar triste todo el tiempo" (Good News Bible).
"El corazón alegre sana como medicina, pero el espíritu
abatido enferma" (La Biblia al día; paráfrasis).
Siendo que la experiencia individual y la ciencia médi­
ca confirman esta antigua declaración, ¿no debería existir
en todos un especial empeño para conservar la alegría del
espíritu? Pero ¡qué extraño! En general, preferimos ingerir
medicamentos para sentirnos físicamente bien, en lugar
de utilizar la terapia gratuita y efectiva de la simple alegría
de vivir. De hecho, no estamos en contra de los fármacos
adecuados, salvadores de tantas vidas humanas. Pero de
manera particular, ¿por qué no utilizar ese otro remedio y
preventivo de muchas dolencias, que embellece la vida, y
que se llama Corazón Alegre?
39
A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZ6N!
Fue también el rey Salomón, quien escribió: "El cora­
zón alegre hermosea el rostro; mas por el dolor del corazón
el espíritu se abate" (Proverbios 15:13). Ésta es otra ver­
dad digna del mayor énfasis. ¡Cuántos productos de la
cosmética moderna se utilizan para embellecer el rostro!
Sin embargo, un corazón radiante de alegría hermosea
más el rostro que el mejor maquillaje. La mirada se vuel­
ve transparente, los labios transmiten una cálida sontisa,
y la expresión general denota belleza interior.
l. ¿Tienes tú un corazón alegre?
2. ¿Te esfoerzas por cultivarlo en todo momento?
3. ¿Has comprobado en tu vida que la alegría pro­
mueve la salud?
4. ¿Cómo te ves cuando sonríes frente a un espe­
jo?
5. Cuando te sientes abrumado por un problema,
¿recuerdas que lo puedes resolver mejor si retie­
nes la alegría?
Una señora amiga nos decía: "Me gusta vivir con ni!
marido, porque a su lado siempre hay alegría. Es una per­
sona feliz, y nos alegra a todos en el hogar". ¿No es éste
un testimonio revelador? Sí, todos funcionamos mucho
mejor, dentro y fuera del hogar, cuando damos y recibi­
mos muestras de alegría. El espíritu alegre, con la risa que
le acompaña, es un importante factor de salud. Combate
la tensión emocional, mejora la digestión, reduce las úlce­
ras de estómago y tonifica todo el organismo. Es señal de
inteligencia, pues, conservar contento el corazón.
Por eso San Pablo aconseja: "Regocijaos en el Señor
40
EL PODER TERAPÉUTICO DE LA ALEGRÍA
siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!" (Filipenses 4:4).
"Estad siempre gozosos" (1 Tesalonicenses 5: 16). Quien
tuvo razones para vivir sufriendo y penando, cultivó sin
embargo la alegría, y desafió a los cristianos a vivir con
gozo y contentamiento. Tú y yo podemos tener motivos
para sentirnos tristes más de una vez. Pero sobre todo po­
demos descubrir buenas razones para disfrutar de alegría.
Todo dependerá de nuestra propia decisión.
LAS HORMONAS DE LA FELICIDAD
Nuestro organismo tiene la admirable capacidad de
producir hormonas estimulantes, que contribuyen al bie­
nestar general de la persona. Estas sustancias reciben el
nombre genérico de "endorfinas" que, entre otras funcio­
nes, promueven la salud, fortalecen el sistema inmunoló­
gico y producen la agradable sensación de sentirnos bien.
Las endorfinas se desarrollan en el cerebro, como
asombroso resultado de los sentimientos positivos, tales
como el gozo, el amor, la gratitud y la fe. Inversamente,
los sentimientos negativos, como el desánimo, el temor, el
odio, el resentimiento y la ira, cuando son prolongados
impiden la producción de endorfinas, y consecuentemen­
te aumenta la aparición de la enfermedad.
Es evidente, entonces, que una actitud emocional po­
sitiva es garantía de salud y bienestar. Al punto de que po­
dría decirse: "Dime qué sentimientos abrigas en tu alma,
y te diré cuál será tu salud". Este mismo concepto ya ha­
bía sido destacado muchas décadas atrás por Elena de
White quien, como precursora en la materia, escribió:
"Las penas, la ansiedad, el descontento, el re­
mordimiento, el sentimiento de culpabili­
41
A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓNI
dad y de desconfianza menoscaban las fuer­
zas vitales, y llevan al decaimiento y a la
muerte". Pero en contraste, la misma autora
añadió: "El valor, la esperanza, la fe, la sim­
patía y el amor fomentan la salud y prolon­
gan la vida. Un espíritu satisfecho y alegre es
como salud para el cuerpo y fuerza para el al­
ma" (El ministerio de curación, pág. 185).
Frente a esta declaración, corroborada por los moder­
nos estudios científicos, ¿no debería ejercerse una mayor
disciplina mental, a fin de asegurar una mejor salud? Los
sentimientos constructivos, la alegre convivencia con los
demás, la estima propia y el valor ante las pruebas de la
vida son productores de las maravillosas endorfinas, que
dan felicidad al alma y salud al cuerpo.
• Como ilustración de los párrafos anteriores, podría­
mos recordar lo que narra E. S. Jones en una de sus obras.
Cuenta él que un hombre comenzó a sentirse muy mal
mientras hacía su primer viaje en avión: su corazón le fa­
llaba, le faltaba el aliento, la altura era demasiado elevada
para él. Entonces el médico que lo asistía, le preguntó
dónde vivía. Y el hombre contestó que vivía en la ciudad
de Méjico. Cuando el médico le informó que sólo estaban
volando a 700 metros de altura, y que la ciudad de Méji­
co estaba a más de 2.000 metros, el hombre se recuperó
inmediatamente. Su terrible pánico lo había llevado al
borde de la muerte. Pero luego su tranquilidad le devol­
vió la salud.
• Otro caso parecido, narrado por el mismo autor, es
el de aquella enfermera que solicitó en su hospital que le
permitieran trabajar de noche, a fin de poder asistir a la
EL PODER TERAPÉUTICO DE LA ALEGRÍA
universidad durante el día. Pero la solicitud le fue dene­
gada. A los pocos días debió ser internada en el hospital
con un fuerte dolor en el costado, imposibilitada de co­
mer, y con una fiebre que llegaba a los 41 grados. Sin em­
bargo, no se le encontró ninguna enfermedad.
Luego de unos días de descanso, por fin se le otorgó
a la enfermera el turno de la noche que había pedido. Y
casi instantáneamente se sanó. Pudo entonces estudiar
de día y trabajar durante la noche, como había sido su
deseo. La alegría de haber conseguido lo que había soli­
citado la curó de todos sus males. ¡El poder terapéutico
de la alegría! ¿Quién lo podría negar?
EL BUEN HUMOR Y LA TRANQUILIDAD
"¡Mis nervios me dominan!" "¡Ando muy mal de mis
nervios!" Tales son las expresiones de numerosas mujeres
que carecen de dominio propio o de autocontrol. Y vícti­
mas de su propia debilidad emocional, viven insatisfechas
consigo mismas, afligidas y disminuidas en su conviven­
cia con los demás. Carecen de buen humor. La ansiedad
las consume, y la tensión emocional las quebranta.
Ya los hombres no suele irles mejor. Un elevado por­
centaje de ellos sufre de constante preocupación y de es­
trés laboral. Su mente está obsesionada y perturbada por
diversos problemas. Por lo tanto, los tales también care­
cen de buen humor. Tal vez, sus expresiones más comu­
nes sean: "¡Cuánta mala sangre debo hacerme en el traba­
jo!" "¡Qué difícil está todo!"
Como resultado de esta condición típica de
quejas, cuando no de inmadurez, a menudo
42
43
A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓNI
surgirán los desencuentros y las desavenen­
cias en e! vínculo matrimonial. Ella se senti­
rá sola e incomprendida, sin e! afecto y e!
apoyo de su marido. Y en su soledad, quizá
sufra de amargura y desaliento bajo e! peso
de su carga familiar.
En cuanto al hombre, su experiencia será
parecida. No encontrará afecto en su espo­
sa ansiosa y afligida. Y frente a tal insufi­
ciencia afectiva, ese esposo agobiado man­
tendrá su mal humor y no se sentirá a gus­
to en su casa. Como consecuencia, podrá
surgir en él un amor extramatrimonial. y
de allí al rompimiento del hogar podrá ha­
ber apenas un paso.
A esta dase de fracaso se puede llegar cuando el descon­
trol emocional, e! mal humor y el desamor dominan la vi­
da de una persona, o de ambos cónyuges dentro de! hogar.
UN CASO REVELADOR
En contraste, el buen humor y el espíritu sereno afian­
zan e! bienestar y mejoran la salud de todo e! grupo fami,..
liar. El Sr. Haney, según cuenta Dale Carnegie, sufría de
úlcera duodenal. Siempre vivía preocupado y malhumo­
rado. De acuerdo con la opinión de los médicos, e! avan­
zado estado de su dolencia era incurable. Así que junto
con la nueva dieta y e! reposo absoluto que le prescribie­
ron, también le aconsejaron que hiciera su testamento.
Viéndose así desahuciado, e! Sr. Haney decidió hacer
otra cosa: invertir sus ahorros realizando un viaje en barco
alrededor del mundo. Los médicos le advirtieron que en
EL PODER TERAPÉUTICO DE LA ALEGRÍA
tal caso lo tendrían que sepultar en e! mar. Sin embargo,
en prevención de lo que podría sucederle, e! Sr. Haney ob­
tuvo el permiso de la compañía naviera para llevar su pro­
pio ataúd. ¿Y qué talle fue al viajero? Disfrutó tanto de su
paseo, y se olvidó tanto de sus dolencias y sus preocupa­
ciones, que al finalizar el viaje tenía ¡cuarenta kilos más de
peso! Por supuesto, se curó de su úlcera y debió deshacer­
se de su ataúd. Al poco tiempo, el Sr. Haney volvía a ocu~
parse de sus negocios y a vivir en paz con su familia.
Cuando él reemplazó su preocupación por la alegría y la
tranquilidad del viaje, su grave dolencia desapareció. ¿No se
advierte aquí una elocuente lección? ¡Qué poder tiene el es­
píritu alegre y satisfecho! Calma los nervios, mejora la sa­
lud general, y asegura la buena convivencia familiar.
La alegría de vivir ahuyenta la enfermedad
mental. El alienista Isidro Más de Ayala es­
cribió: "No conozco un solo caso de una perso­
na feliz que haya enloquecido':
LA POSICIÓN DE LOS LABIOS
A esta altura de nuestras consideraciones, cuando ad­
vertimos la enorme importancia de un espíritu alegre ­
y también la necesidad de poseerlo-, es útil que nos
preguntemos cómo conseguir esta virtud. Veamos esta
simple receta.
Un psiquiatra del estado de California parece haber
descubierto un método sencillo pero efectivo para mejo­
rar la salud emocional. Su prescripción es la siguiente:
"Sonría, mantenga la sonrisa, nunca deje de sonreír. Si us­
ted mantiene hacia arriba las comisuras de los labios, no
puede sentirse melancólico". Quizá esta indicación parez­
44
45
A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZÓN!
ca infantil y hasta ridícula. Pero antes de rechazarla, ¿no
valdría la pena probarla? Muchos se han sorprendido al
seguir esta simple receta. El persistir con los extremos de
los labios hacia arriba, esbozando una sonrisa natural, me­
jora el tono emocional de la persona.
Interrumpe la lectura y haz la prueba. Al principio
cuesta un poco, ¿verdad? Pero al insistir se nota el buen
resultado. Lo difícil de la receta consiste en practicarla de
manera continuada. Pero es efectiva, porque responde al
principio psicológico de que el cambio del comporta­
miento modifica los sentimientos. Y a su vez, el cambio
de los sentimientos mejora el comportamiento general.
De este modo, se potencian entre sí la acción y el senti­
miento, lo cual redunda en un mayor bienestar personal.
y cuando finalmente aparece la alegría -con la ayuda
del método comentado-, es imposible disimularla. Co­
mo les ocurrió a aquellos dos hombres que acababan de
descubrir oro en una región desolada. Cuando regresaron
al pueblo para organizar la explotación del precioso metal
recién descubierto, los dos compañeros juraron no decir
el secreto a nadie. Sin embargo, el día cuando emprendie­
ron el viaje hacia la zona del oro, se les sumaron nada me­
nos que ¡trescientas personas! ¿Cómo se habían enterado
del "gran secreto"? Simplemente, por el rostro feliz y ra­
diante de los dos descubridores.
El gozo del corazón no se puede esconder. El
rostro y la mirada lo revelan claramente.
EL HOMBRE QUE RECUPERÓ LA ALEGRÍA
Debido a una seria enfermedad de su esposa, un ope-
EL PODER TERAPÉUTICO DE LA ALEGRÍA
rario metalúrgico había gastado ya todos sus ahorros y se
había endeudado en varios sueldos. Sus acreedores no só­
lo no le fiaban más, sino que lo habían amenazado con
embargarle sus bienes personales. Y entretanto su mujer
seguía enferma, el hombre no tenía con qué hacer frente
a su abultada deuda.
Para entonces, el capataz de la fábrica donde trabajaba
notó que este operario ya no rendía como antes. Más aún,
sus manos le temblaban y hasta con frecuencia se le caían
las herramientas. Yel pobre hombre, con la idea de aliviar
su angustia, solía emborracharse.
Cuando el capataz se enteró de la desgracia de su su­
balterno, simpatizó con él. Ese mismo día habló con el
gerente de la fábrica. Y tras considerar el problema y re­
pasar los buenos antecedentes del operario, lo llamaron y
le informaron que la empresa se haría cargo de todas sus
deudas. ¡El hombre no podía creer la noticia! Le parecía
mentira lo que estaba oyendo. Enjugó sus lágrimas, y su
rostro quedó iluminado por la alegría que hada tiempo
había perdido.
Lo notable fue que a partir de ese momento, el hom­
bre recobró su vigor físico y sus manos dejaron de tem­
blar. Volvió a rendir en el trabajo como en sus mejores
tiempos. Hasta su esposa sanó de su enfermedad, y su
hogar volvió a conocer la felicidad. El buen estado aní­
mico les cambió la vida.
¿Estás pasando por un momento difícil o penoso? No
permitas que el dolor te consuma o que tu salud se dete­
riore por ese motivo. Dibuja en tu rostro un matiz de ale­
gría; arranca de tu alma una nota de confianza en Dios.
Cuando en medio de la noche aprendemos a observar las
estrellas, la noche no parece tan oscura.
4746
A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN!
Dijo Nehemías, el gobernador y dirigente
religioso de su pueblo: "El gozo del Señor es
vuestra fortaleza" (Nehemías 8: 10, NRV
2000). La alegría profunda que da Dios ase­
gura la "fortaleza" del cuerpo y del alma del
creyente.
EN LA HORA DE LA PRUEBA
Se encontraban encerrados en el calabozo de mayor se­
guridad, con los pies en el cepo, como criminales de gran
peligrosidad. Pero en realidad eran inocentes. Y allí esta­
ban, en esa inmovilidad y en ese encierro insoportables:
con dolor, con hambre y en completa oscuridad. Eran el
apóstol San Pablo y su compañero Silas. En su lugar, otros
presos habrían clamado, gritado y maldecido. Pero ellos,
en cambio, se pusieron a cantar. Y en la hora del canto y
del espíritu positivo llegó la liberación.
Mientras estos dos valientes cristianos entonaban sus
canciones de fe, un terrible terremoto sacudió la cárcel y
se abrieron todas las celdas. Providencialmente, recupera­
ron así la libertad, y terminaron siendo honrados como
personas inocentes. y esto que relata la historia bíblica
acerca de Pablo y Silas (Hechos de los Apóstoles, capítu­
lo 16), es un notable ejemplo para todos los tiempos.
Quien conserve fuerte su ánimo y se apoye en el Altísimo,
comprobará de veras "el poder terapéutico de la alegría" y
de la confianza en Dios.
En su encierro carcelario, Pablo y Silas no se dejaron
aplastar. Consideraron que era mejor cantar que llorar, y
orar que maldecir su suerte. Y su valerosa actitud fue al­
tamente recompensada: fueron sacados de la cárcel y su
corazón se llenó de gozo. Hasta hoy pasa 10 mismo. En la
EL PODER TERAPÉUTICO DE LA ALEGRÍA
hora de la prueba, la aflicción o el infortunio, siempre es
mejor el valor que la cobardía, el gozo anticipado del al­
ma que la inútil autocompasión. Siempre es mejor, mu­
cho mejor confiar en Dios y pedir su fuerza que abando­
narse en medio de la dificultad. En la cárcel del dolor,
¿quién mejor que nuestro Padre para infundimos gozo y
asegurarnos plena libertad del mal?
CLAVES PRÁCTICAS
El D r. Carlos Iacovone ofrece los siguientes consejos
para disfrutar de la vida con alegría. Adaptados como es­
tán, pueden muy bien Sllmarse a las páginas previas de es­
te capítulo, a fin de señalar mejor el bienestar del corazón.
l. 	No magnifique sus problemas.
2. 	Desarrolle el sentido del humor.
3. 	No se preocupe demasiado por usted mismo.
4. 	No viva apurado, ni sea obsesivo. Sea más sonriente y
reflexivo.
5. 	Acepte los cambios naturales e inevitables de la vida.
6. Evite todo pensamiento negativo o deprimente.
7. 	 Bríndese al prójimo y establezca lazos de amistad.
8. 	 Sea usted mismo. No viva de acuerdo con el libreto de otro.
9. 	 No se idealice como persona, ni idealice a los demás.
10. Controle sus temores y sus ambiciones desmedidas.
11. No se exceda en su importancia propia.
12. Acepte sus fracasos sin perder la autoestima.
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48
A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN!
Condensando lo dicho...
1. Detrás de ciertos síntomas físicos que parecen reve­
lar una enfermedad, a menudo se esconden estados emo­
cionales negativos que alteran la salud general. Éstos son
los verdaderos responsables de muchas dolencias. Por eso,
ni bien se superan las fallas emocionales desaparecen los
trastornos físicos. Recuerda: (A) el caso de María, quien
desterró el odio de su corazón, y se liberó de sus temibles
dolores; y (B) la experiencia del niño que se curó de su en­
fermedad cuando su tristeza dio paso a la alegría.
2. El sabio Salomón tenía razón: "El corazón alegre
constituye buen remedio; mas el espíritu triste seca los
huesos" (Proverbios 17:22). Realmente, la alegría de vi­
vir encierra un poder terapéutico para sanar y prevenir
la enfermedad. De ahí que San Pablo aconseje lo que él
mismo practicó: "Estad siempre gozosos" (1 Tesaloni­
censes 5: 16).
3. Las endorfinas son las "hormonas de la felicidad".
Promueven la salud, y crean la agradable sensación de
sentirnos bien. El cerebro las produce, como resultado de
los sentimientos positivos, tales como el gozo, el amor, la
gratitud, la fe y la paz interior.
4. El buen humor y el espíritu tranquilo afianzan el .
bienestar. Así lo demuestra la experiencia vivida por el Sr.
Haney, quien se libró de la muerte gracias al viaje de pla­
cer y despreocupación que realizó alrededor del mundo.
5. La sonrisa, aun forzada en un comienzo, puede des­
pertar la alegría y la salud emocional. Un cambio en el
comportamiento modifica los sentimientos. También, un
cambio en los sentimientos mejora el comportamiento
general. ¡Vale la pena mantener las comisuras de los labios
hacia arriba!
50
EL PODER TERAPÉUTICO DE LA ALEGRÍA
6. El caso del operario abatido y enfermo que recupe­
ró su salud, muestra la importancia de la alegría como
fuerza curativa del cuerpo y del alma.
7. La valiente actitud de Pablo y Silas es un admirable
ejemplo para los creyentes de todos los tiempos. Mientras
soportaban aquel horrible encarcelamiento, se pusieron a
entonar canciones de alabanza al Creador. No pronuncia­
ron palabras de queja o maldición. y mediante un provi­
dencial terremoto, pronto recuperaron su libertad. Así
también, Dios nos libra hoy de penas y quebrantos cuan­
do nos gozamos en él y honramos su nombre.
Cerramos este capítulo, recordando la máxima que afirma:
"Perdedor no es quien llega en último Lugar,
sino quien no se atreve a competir':
En la carrera de la alegría, todos los competidores sa­
len ganadores. Unos antes, otros después, en mayor o me­
nor medida, todos llegan a la meta si perseveran. y como
resultado, mejoran su salud física, acrecientan su rendi­
miento laboral, y refuerzan su convivencia general. ¿Có­
mo entonces alguien podría dejar de competir en la fasci­
nante conquista de la alegría? ¡Participa tú también! ¡Te
espera una gran ganancia!
51
Capítulo 4
INVASORES
DEL ALMA
Las actitudes erradas del alma
impiden el desarrollo de la alegría.
Invaden sutilmente el corazón con
indeseados resultados.
Cierto clérigo acababa de hacerse cargo de su nueva
parroquia. Y por esos días fue a visitar a una conoci­
da anciana de su feligresía, a quien le preguntó: "Si usted
tl~viera que darme un consejo antes de pronunciar mi pri­
mer sermón en la iglesia, ¿qué me diría?" Y la anciana le
respondió: "Sólo recuerde que cada persona que asista a la
iglesia para escucharlo, estará sentada junto a su propio
charco de lágrimas".
El clérigo entendió el consejo recibido. Él debía hablar
para infundir aliento, consuelo y esperanza a sus oyentes,
quienes en un sentido u otro, todos por igual, estarían
aquejados de algún dolor. Tal es, fue y será la condición
del espíritu humano. Todos tenemos nuestro propio
"charco de lágrimas". A veces disimulado, otras veces ex­
presado, allí está el dolor que lacera el corazón y que de­
manda un sorbo de alegría.
Con mayor o menor intensidad, tarde o temprano, to­
dos derramamos nuestras lágrimas, con las cuales inunda­
mos las cámaras de nuestro corazón. Y en tal estado, sole­
mos preguntarnos qué mal hemos hecho, por qué nos to­
ca sufrir así, y cómo podemos superar esa hora de pesar.
53
A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZ6N!
¿No te has formulado estas preguntas más de una vez?
¿y cuáles fueron tus respuestas? Quizá no pudiste encon­
trar ninguna, ¿verdad? Y así seguiste con tu alma acongo­
jada y con tu mente nublada, buscando el modo de no
naufragar en medio de la contrariedad. Sin embargo, en
un análisis sereno y sincero de las circunstancias, todos
podemos reconocer que muchos de nuestros padecimien­
tos son el resultado de nuestras propias actitudes equivo­
cadas, que invaden nuestras almas y a veces hasta domi­
nan nuestra voluntad y nuestra conducta habitual.
El presente capítulo estará dedicado a señalar estas ac­
ti[lldes erróneas o "invasores" del espíritu, para descubrir
luego la manera de dominarlos y así disfrutar de alegría.
PRIMER INVASOR: EL EGOíSMO
No podría haber peor invasor que éste. Dondequiera
penetra, destruye la felicidad. Mientras el reconocido
psiquiatra Guillermo Sadler estaba atendiendo a una de
sus pacientes; ésta le dijo: "Sabe doctor, yo soy muy sen­
sible". A lo cual el médico respondió: "No, señora, lo
que tiene usted es que es muy egoísta". Ante tal declara­
ción, la mujer abandonó enojada el consultorio. Pero a
los diez días regresó. Y esta vez, con tono humilde le
confesó al Dr. Sadler: "Usted tenía razón. La causa de
toda mi enfermedad radicaba en mi manera egocéntrica
de encarar la vida".
Bien podría decirse que la mayor causa de las desgra­
cias humanas es el egoísmo, y que mientras este invasor
no sea desalojado del alma, la alegría no podrá florecer. El
egoísmo es mezquindad, inmadurez, egolatría. Es la con­
tracara del amor. Es el veneno desintegrador del alma... El
egoísta no sirve a su prójimo; se sirve de él para escalar.
INVASORES DEL ALMA
No tiende su mano para dar, sino para recoger. Todo lo
que busca en la vida es su beneficio personal. No sabe de
abnegación ni de buena voluntad. Y así vive tristemente
enquistado en su propio yo.
¿Cómo podría tener verdadera alegría una persona con
semejante mentalidad? Quien vive sólo para sí termina en
el desprecio y la soledad. Lo que no tiene, lo codicia; lo
que tiene, no lo comparte. ¡Pobre desdichado el hombre
o 	la mujer egoísta! Está de más en el mundo. No ha
aprendido a vivir... La verdadera felicidad demanda la vic­
toria sobre el egoísmo. 

Examínate con estas preguntas:
1. 	¿Cuán a menudo pienso en el bienestar de los
demás?
2. ¿Me considero una persona solidaria y generosa?
3. ¿Me siento feliz cuando puedo hacerle un favor
a alguien, o más bien rehúso hacerlo?
SEGUNDO INVASOR: EL ORGULLO
Éste es otro de los invasores que hacen estragos en el
alma. Hijo mimado del egoísmo, el orgullo es otra forma
de egocentrismo. El orgulloso siempre piensa y habla bien
de sí mismo. Se siente superior a los demás. Enfermo de
agrandamiento e importantismo, el orgulloso es arrogan­
te y vanidoso. Se goza contando su última conquista o su
más reciente adquisición. Amante de la ostentación, y
enemigo de la humildad, incurrirá en falsa modestia para
disimular su engreimiento.
Con una desmedida autoestima, el orgulloso se mueve
55
54
A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓNI
con ridículo narcisismo, esperando el reconocimiento de
los demás. Pero como posiblemente no reciba alabanza al­
guna, su orgullo herido lo hará sentir mal querido y des­
preciado. Como resultado, su alma se cargará de disgusto
y pesar. Quebrará su paz interior, y se quedará sin la ale­
gría de vivir que tanto buscaba.
¡Cuán diferente es la experiencia de la persona genui­
namente virtuosa! No necesitará agrandarse para nada, ni
buscará el elogio ajeno. Elegirá la sencillez y el bajo perfil
como su forma natural de comportarse y de convivir. Sin
ínfulas ni pretensiones de grandeza, será feliz con su equi­
librio y moderación. Desde la antigüedad, el apóstol San­
tiago afirma: "Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los
humildes" (Santiago 4:6).
El orgullo conduce a la desdicha y a la autodestruc­
ción. Como lo ilustra la fábula de la rana yel buey. Vien­
do la imponencia del buey, la rana quiso ser igual a él. Y
comenzó a tragar aire y a inflarse. Y en su sed de agranda­
miento, siguió inflándose hasta que su cuerpo reventó. A
semejanza de la rana, ¡cuántos seres humanos se amargan
y revientan fatalmente porque viven enfermos de necio
importantismo y orgullo! Es como si necesitaran sentirse
grandes para ufanarse de ello, cuando en verdad son sólo 

pigmeos espirituales. ¡Cuánta pequeñez y estupidez den­

tro del pobre corazón humano! 

1. 	¿Sientes que a veces te invade una corriente de 

arrogancia y vanidad? 

2. ¿Crees que es posible gozar de alegría teniendo 

orgullo en el corazón? 

3. 	¿Te agrada cultivar la virtud de la humildad? 

En tal caso, ¿cómo la cultivas? 

INVASORES DEL ALMA
TERCER INVASOR: LA ENVIDIA
Éste es un astuto y sutil invasor, que logra penetrar en
el corazón desprevenido. Cuando otros vicios del alma
fracasan en su intento destructor, la envidia entrará sola­
padamente para arruinar el bienestar y la alegría de la víc­
tima. Cuenta una historia de la Edad Media que el tenta­
dor deseaba hacer caer a un famoso santo. Para ello, le fue
presentando las tentaciones más seductoras, pero sin ob­
tener éxito. Hasta que por fin el tentador se acercó al san­
to, y le susurró al oído: "¿Supiste que tu hermano fue
nombrado obispo de Alejandría?" Y esta sola pregunta en­
cendió la envidia del santo y lo llenó de amargura.
¡Cuán fácilmente puede enfermarnos y envenenarnos
la envidia! Basta que el prójimo cercano obtenga alguna
medida de éxito o de prosperidad, para que surja el envi­
dioso que no podrá admitir que él se ha quedado atrás.
Entonces resentido y disminuido, comenzará a desmere­
cer y calumniar al triunfador. En lugar de esforzarse para
superarse él también, se limitará a rebajar a quien lo supe­
ró. ¡Qué mecanismo vil e inútil para contrarrestar la su­
perioridad del prójimo, en lugar de imitarla! Sin embar­
go, ¡cuántos corazones pierden su alegría por causa de es­
te vicio descomponedor de la vida!
Alguien decía: "No me envidies por mi progreso sin
conocer mi sacrificio". Y desde aquí añadimos: "No envi­
dies a tu prójimo, sino más bien imita su esfuerzo si quie­
res triunfar como él". El envidioso siempre sale perdedor
en la carrera de la vida. Su mezquindad lo trastorna y lo
estanca. Quiere ser feliz, pero no puede. Su necia amargu­
ra lo tiene aprisionado en prolongada tristeza. Pero seme­
jante patología puede desaparecer con la dirección del Al­
tísimo. Con él es posible amar, en lugar de envidiar. Y
57
56
A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN!
vencida la envidia, nace la alegría de vivir.
1. ¿Te gozas con el éxito de tu prójimo cercano, sea
tu colega, o tu amigo?
2. 	¿Qué haces cuando alguna sombra de envidia
quiere posarse sobre tu corazón?
3. ¿Qué consejo le darías a una persona amargada
por la envidia?
CUARTO INVASOR: EL PESIMISMO
Aquí estamos frente a la mente negativa y derrotista.
Es la persona que nada intenta porque teme fracasar. To­
do 	lo ve difícil y complicado. Se concentra en las som­
bras sin ver la luz. Descubre problemas en las solucio­
nes, en lugar de soluciones para los problemas. Se aflige
por las espinas, en vez de alegrarse con las rosas. Siem­
pre ve el vaso medio vacío, sin advertir que también es­
tá medio lleno.
Este espíritu pesimista es el espíritu del estancamiento,
de la falta de voluntad para el esfuerzo. y sin esfuerzo ni
voluntad no puede existir la alegría del éxito. El pesimis­
mo termina en fracaso y frustración. Sin embargo, mu­
chos se estancan en él, sin saber la insatisfacción y la des­
dicha que les espera.
Imaginemos a un hombre pesimista. Está conforme
como está; carece de iniciativa. Su esposa le sugiere hacer
un viaje, pintar la casa, cambiar los muebles, o realizar un
curso de cierto perfeccionamiento profesional. Pero él res­
ponde: "¿Para qué? Si estamos bien así. No nos compli­
quemos la vida. Además, en un viaje podemos accidentar-
INVASORES DEL ALMA
nos; si pintamos la casa, gastamos nuestros ahorros; si
cambiamos los muebles, ¿qué hacemos con éstos que te­
nemos? Y el curso de perfeccionamiento, no lo necesito
para mi trabajo". Y así, con su espíritu irresoluto y nega­
tivo, este esposo y padre no disfruta de la vida ni tampo­
co hace feliz a su familia.
La alegria siempre requiere una actitud positiva y opti­
mista ante la vida. De lo contrario, el espíritu se repliega
y desaparece el vigor radiante del alma. Cuando esto ocu­
rre, es porque el invasor del pesimismo ha tomado pose­
sión del corazón. Es entonces cuando el optimismo debe
realizar su acción dominante y correctora.
1. ¿Eres una persona negativa, opositiva?
2. 	¿Gozas de tu espíritu emprendedor, o a veces te 

extralimitas y te metes en problemas? 

3. ¿Estimulas el espíritu optimista en tu grupo fa­
miliar? ¿Te siguen los demds? 

QUINTO INVASOR: LA DISCONFORMIDAD
Quien se muestra desconforme no puede ser alegre al
mismo tiempo. La persona que desee sentirse bien inte­
riormente deberá cultivar un espíritu satisfecho. Esto no
quiere decir que aprobará todas las acciones humanas, o
que apañará la maldad que le rodee. Tal actitud seria una
ingenuidad o una peligrosa alianza con el mal. Peto lo
cierto es que el desconforme, el quejoso y el criticón no
pueden ser personas felices.
El que tiene una modalidad quejumbrosa le ha abierto
la puerta de su corazón a un repudiable invasor. Y mien­
59
58
A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓNI
tras éste domine la vida, la alegría permanecerá ausente y
sin retorno. ¡Cuánta gente malogra sus mejores años por­
que en este sentido todavía no ha aprendido a vivir! Son
desconformes de alma. Se quejan del estado del tiempo,
de la índole de su trabajo, de los inconvenientes de su sa­
lud, del trato de sus vecinos, y hasta del accionar de Dios.
Son un permanente día nublado, una protesta y un la­
mento con una lágrima a flor de piel.
jDeja de quejarte! No hagas un drama de cada proble­
ma. Aprovecha las cosas buenas de la vida y disfrútalas.
De 10 contrario, te consumirán el mal humor y la amar­
gura. Siempre hay sobrados motivos para estar satisfechos
y agradecidos. Tiempo atrás me encontré con un linyera,
quien estaba calentando un poco de agua en una lata su­
cia, tal vez para beber algo caliente en esa fría mañana de
invierno. El hombre estaba solo, pobremente vestido, sin
ninguna comodidad. Yal pasar junto a él, lo saludé y le
pregunte:, "Q'¡ ue ta.l' ¿C6mo esta.'?" y e'1 me contesto:'
"¡Muy bien, gracias a Dios!"
Esas palabras tocaron mi sensibilidad. y pensé: 

"¡Cuántos tienen de todo, y viven quejándose! y aquí es­

te pobre hombre, sin ningún bien terrenal, me dice enfá­

ticamente que gracias a Dios está muy bien". Linyeras de 

la vida, gracias por enseñarnos a vivir satisfechos y agra­

decidos, aunque no poseamos más que lo necesario. Eso 

basta para tener un corazón contento. 

l. ¿Eres una persona desconforme, o satisfecha?
2. ¿Sabes alegrarte por las pequeñas bellezas de
la vida, o más bien te amargaspor la maldad
circundante?
INVASORES DEL ALMA
3. ¿Le das cada día gracias a Dios por sus ben­
diciones?
SEXTO INVASOR: LA ANSIEDAD
¿Quién no ha sido invadido por este enemigo de la ale­
gría de vivir? Es la preocupación que consume, la intran­
quilidad que desencaja el espíritu, la incertidumbre acer­
ca del mañana. No hay paz para el alma preocupada, ni
tampoco salud y alegría. Vivir ansiosos y enfermos hoy
por lo que pueda pasarnos mañana, es restarle bienestar al
día presente, sin que por eso podamos modificar de ante­
mano ese mañana que tememos.
La preocupaci6n nos hace ver el futuro como un temi­
ble fantasma. Y esto produce confusión mental y toda cla­
se de malestares psicosomáticos. Si tú estás preocupado
por alguna raz6n, esfuérzate por vivir día por día, y pro­
cura cumplir ordenadamente tus deberes cotidianos. El
desorden mental es enfermizo y produce ansiedad. No de­
jes, pues, que tus trabajos y problemas controlen y asfi­
xien tu vida. Bien enseñaba Jesús: "No os afanéis por el
día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán.
Basta a cada día su propio mal" (S. Mateo 6:34).
Un antiguo rey oriental vivía siempre preocupado.
Hasta que su hija le obsequió una preciosa esmeralda, so­
bre la cual estaban grabadas estas palabras: ''Esto también
pasará". La intención de este regalo era que el rey com­
prendiera que en la vida todo es pasajero. Por lo tanto,
¿por qué permitiría que la preocupación o la ansiedad lo
afligiera o enfermara?
San Pedro insta a colocar toda nuestra ansiedad sobre
Dios, "porque él tiene cuidado de vosotros" (1 S. Pedro
61
60
A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZÓN'
5:7). Sí, la confianza en Dios yen su cuidado protector
proporciona seguridad al alma, ahuyenta la ansiedad yen­
ciende la alegría de vivir. ¿No encontramos aquí un rum­
bo cierto hacia la felicidad?
1. ¿Cuáles son las cosas que más te preocupan?
2. ¿'Has experimentado cuán perjudiciales son pa­
ra la salud la ansiedady la preocupación?
3. 	¿Qué sueles hacer para librarte de estos invaso­
res del alma?·
SÉPTIMO INVASOR: EL TEMOR
Éste es un invasor que no perdona vidas. Se mueve en
todo corazón humano, y aflige aun a los más valientes.
Los miedos, las fobias y los temores inhiben la iniciativa
y destruyen la alegria. Afligen durante el día y no dejan
descansar durante la noche. Las personas que los padecen
no pueden pensar con objetividad ni actuar con libertad.
N aturalmente, existen los temores moderados y ra­

cionales, que nos vuelven cuidadosos y precavidos con­

tra los peligros. Pero aquí nos referimos a los temores in­

fundados y exagerados, que se cuentan entre los peores 

enemigos del alma. Éstos son el temor a la soledad, a la 

noche, a la enfermedad, al dolor, al fracaso, a la vejez, a 

la muerte... y muchísimos más. ¿Cómo podría sentirse 

feliz una persona que viva obsesionada con alguno de es­

tos temores? 

Para ilustrar cuán destructivo puede ser el temor, bas­
te recordar a aquel obrero ferroviario que limpiaba los va­
gones de los trenes. Un día quedó encerrado en un vagón
frigorífico, y fue encontrado sin vida después de un reco-
INVASORES DEL ALMA
rrido de 30 km. Antes de morir alcanzó a escribir: "El frío
aumenta. Temo que nadie vendrá a salvarme. Me enfrío
lentamente y me muero. Ya me estoy adormeciendo. Ya
estoy sin fuerzas para seguir escribiendo". Pero curiosa­
mente, el pobre hombre no murió por la acción del frío,
porque el equipo de refrigeración de ese vagón ¡estaba
descompuesto! Se murió por causa del miedo.
Así es como actúa este terrible invasor. Asusta, parali­
za y aniquila. Con razón Jesús aconseja: "No se turbe
vuestro corazón, ni tenga miedo" (S. Juan 14:27). Yel sal­
mista David confiesa: "Busqué a Jehová, y él me oyó, y
me libró de todos mis temores" (Salmo 34:4). Éste sigue
siendo el camino de la liberación del temor: la dependen­
cia de D ios y su divina protección. Y como resultado, el
alma se llena de seguridad, de valor, de paz y de alegría.
1. ¿Tienes alguna clase de temor? ¿Es sólo timidez
o indecisión? ¿Qué es realmente?
2. ¿Notas que alguno de tus temores te impide dis­
ftutar plenamente de la vida? 

3. ¿Qué haces para vencer tus miedos y temores?
OCTAVO INVASOR: EL DESALIENTO
Este octavo invasor suele penetrar en el alma cuando se
produce alguna frustración o alguna pérdida de impor­
tancia. La deslealtad de un amigo, la imposibilidad de al­
canzar cierta meta, un gran revés financiero, el falleci­
miento de un ser querido... Éstos y otros factores, a veces
menos importantes, dan lugar al desaliento del espíritu.
Todos podemos ser víctimas de este cruel enemigo de la
63
62
A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZÓNI
alegría de vivir.
¿Quién no ha sentido en algún momento de su vida el
ataque de este artero invasor? y el desaliento trajo consi­
go tristeza y depresión. Y este decaimiento quizá anuló
temporariamente nuestra voluntad y nos llevó a la auto­
compasión. El espíritu abatido es una debilidad emocio­
nal que requiere una decisión de cambio: es la melancolía
que ansía alegría; es el corazón desamparado que necesita
apoyo; y a menudo es el clamor interior que pide un po­
co de comprensión.
El Creador promete: "No desmayes, porque yo soy tu
Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sus­
tentaré con la diestra de mi justicia" (Isaías 41:10). Ante
la seguridad de esta promesa, ¿cómo podría desmayar el
corazón? Si recordamos que frente a los momentos más
desalentadores de la vida Dios nos brinda su fuerza y su
amor, ¿no deberíamos entonces llenarnos de ánimo y de
alegría radiante? Donde está el desaliento hay dolor; pero
donde está Dios hay alegría y bendición.
1. ¿Sueles desanimarte fácilmente?
2. 	¿Has notado cómo el desaliento mata la ale­
gría del corazón?
3. ¿Cómo sueles vencer tus "bajones» anímicos?
Fuera de pedir la ayuda divina, ¿qué más
haces?
NOVENO INVASOR: LA IRA
¡Cuán difícil es mantener la calma frente a la provoca­
ción o al insulto! ¡Cuánto cuesta dominar la reacción co-
INVASORES DEL ALMA
lérica! Sí, es muy fácil ser invadidos por la ira y el enojo.
Como resultado, el espíritu se descontrola y la lengua
pierde la mesura. Y ese comportamiento desatinado abre
heridas dolorosas y ahuyenta la alegría. El sabio Salomón
escribió con acierto: "El que tarda en airarse es grande de
entendimiento; mas el que es impaciente de espíritu enal­
tece la necedad" (Proverbios 14:29).
La ira es una expresión del temperamento colérico y
sanguíneo. Media humanidad sufre los estragos de este
invasor implacable. Y dondequiera actúa, allí hay agresi­
vidad, violencia y amenazas. Se trata de un desborde emo­
cional tan patológico, que no se puede convivir con él. La
ira ha desatado guerras, sigue destruyendo hogares, y ma­
ta cada día la alegría de miles de personas.
Por eso el rey David aconsejó: "Deja la ira, y desecha
el enojo" (Salmo 37:8). Y San Pablo dijo que el verdade­
ro amor "no se irrita", es decir, no se aíra, no se enfurece,
porque es respetuoso y considerado. ¡Cuánto gana enton­
ces en felicidad la persona que sabe controlarse por amor
a su prójimo! ¡Qué fuerza irresistible tiene el amor frater­
nal! Genera paciencia y moderación, sujeta los impulsos
negativos, y produce armonía en la convivencia. Y lo que
es más, garantiza la alegría de la vida.
1. 	¿Pierdes a veces el control sobre tus palabras
por causa de la ira?
2. ¿Recuerdas cuánto pesar te produjo la última
vez que te enfureciste?
3. ¿Sabes rechazar al invasor de la ira con la
fuerza de la paciencia y el amor?
65
64
A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZÓN!
DÉCIMO INVASOR: EL VICIO
Los malos hábitos de vida constituyen otro terrible in­
vasor del alma. Deterioran el cuerpo, pero comienzan do­
blegando el alma. Llegan a ejercer tanto dominio sobre su
víctima, que terminan por quitarle la alegría y hasta la vida
misma. ¿No conoces a más de un fumador que prefiere
morirse antes que abandonar el tabaco? ¿No has visto a al­
gún drogadicto consumirse por causa de la droga maldita?
¡Cuánta miseria lleva el vicio a los hogares y a la socie­
dad! Un amigo mío fue en lo pasado un alcohólico incorre­
gible. Solía tomar varios litros de vino por día, a los cuales,
durante los fines de semana, les añadía uno o dos litros de
bebida blanca. Con frecuencia estaba ebrio y se volvía agre­
sivo. Todavía conserva en su torso las cicatrices derivadas de
sus antiguas peleas. Era un pobre desdichado. Hasta que su
última pelea lo dejó casi muerto sobre el suelo.
¡Cuánto quisiera que conocieras hoya este amigo mío!
Hace años que ha dejado de beber. Y desde entonces es un
hombre nuevo, pacífico y feliz. Su historia concluye en el
capítulo 10 de esta obra. ¡Qué contraste entre su antigua
vida de tristeza y su actual alegría! Y lo mismo ocurre con
el ex fumador. He tenido el gusto de ayudar a miles de fu­
madores para que dejaran su hábito tabáquico. ¡Qué ros­
tro radiante el de esos triunfadores! Siempre hay alegría
en la victoria sobre el vicio.
y como existen el alcoholismo y el tabaquismo, tam­
bién existen la drogadependencia, la lujuria, la adicción a
diversos juegos de azar y otros vicios que, en mayor o me­
nor medida, esclavizan y arruinan la vida de sus víctimas.
¡Cuánta desgracia y miseria debe sufrir el vicioso! ¡Y cuán­
to dolor ocasiona a su familia! Vencer el vicio y cultivar la
virtud: eso es gozar de una vida sana, próspera y feliz.
INVASORES DEL ALMA
1. ¿Tienes algún vicio? ¿Has notado cuánto domi­
na tu vida? 

2. ¿Has intentado abandonar tu vicio, o te some­
tes dócilmente a ély a sus penosos resultados? 

3. Si has vencido algún malhábito en tu vida, ¿no 

te sientes alegre y triunfador por ello? 

En síntesis...
Apenas hemos considerado diez de los "invasores" más
comunes. ¡Existen tantos otros!... Yen todos los casos se
trata de enemigos aborrecibles, por más sutil y solapada
que sea su acción destructiva. No dejan vivir en paz, y ro­
ban la alegría del corazón. Repasemos estos invasores de
la vida y sus negras consecuencias.
1. 	 El egoísmo, como rancio caldo de cultivo 

donde se gestan todas las miserias humanas. 

2. 	 El orgullo, el necio engreimiento del corazón 

que siempre termina en triste derrota. 

3. 	 La envidia, que sufre con el éxito ajeno y
pierde el tiempo profiriendo calumnias ve­
nenosas.
4. 	 El pesimismo, que vuelve negativo el pensa­
miento y estanca la voluntad para todo.
5. 	 La disconformidad, el repudiable invasor del
alma que torna quejosa a la gente, yamarga­
da en lugar de agradecida.
67
66
A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN'
6. 	 La ansiedad, esa intranquilidad interior que 

crea preocupación y desgasta inútilmente la 

vida. 

7. 	 El temor, el enemigo que irrumpe y se insta­

la, para crear cobardía y robar la alegría. 

8. 	 El desaliento, que debilita el espíritu, y lo en­

ferma de penosa melancolía. 

9. 	 La ira, el arrebato descontrolado que pierde 

la calma frente a la menor contrariedad. 

10. 	 El vicio, que esclaviza y degrada, hasta con­

sumir la vida de su víctima. 

Éstos y muchos otros "invasores" igualmente peligro­
sos, destruyen la felicidad y devoran la salud. Son la rui­
na del alma. Evitarlos y vencerlos, debería ser la consigna
de toda persona espiritualmente madura.
y ahora, concéntrate en las siguientes palabras de la
Madre Teresa de Calcuta (1910-1997), que señalan indi­
rectamente un camino de alegría:
¿CUÁLES...
El día más bello? Hoy.
El obstáculo más grande? El miedo.
El mayor error? Abandonarse.
La raíz de todos los males? El egoísmo.
La distracción más bella? El trabajo.
La peor derrota? El desaliento.
La primera necesidad? Comunicarse.
~-----1P¡
INVASORES DEL ALMA
11.!"
Lo que más hace feliz? Ser útiles a los demds. ,1r11,1

El peor defecto? El mal humor. 

El sentimiento más ruin? El rencor. Ir 

El regalo más hermoso? El perdón. 

La sensación más grata? La paz interior. 

El resguardo más eficaz? La sonrisa. 

El mejor remedio? El optimismo. 

La mayor satisfacción? El deber cumplido. 

11
La fuerza más potente del mundo? Lafe·

La cosa más preciosa de todas? ¡EL AMOR! 

¡il
69
I
1
1
111
68
Capítulo 5
INGREDIENTES 

DE LA ALEGRÍA 

Los mejores alimentos requieren
buenos ingredientes. Así también,
la genuina alegría de la vida
demanda ingredientes saludables:
simples y sencillos, pero efectivos.
Después de un día de escasa venta en el mercado, un
pescador regresaba cansado a su casa. Cargaba de
vuelta una buena parte de su mercadería. Y en el trayec­
to, a la caída de la noche fue sorprendido por una tor­
menta tan furiosa, que debió buscar refugio en la casa de
un amigo floricultor que vivía a la vera del camino.
El floricultor le ofreció entonces al pescador lugar pa­
ra pasar la noche, y lo hospedó en la habitación que daba
hacia el jardín. Allí, curiosamente, la fragancia de las flo­
res era tan diferente del aroma al cual el pescador estaba
acostumbrado, que no podía conciliar el sueño. Hasta
que finalmente el hombre se levantó, tomó su canasta de
pescados, la roció con bastante agua para que diera más
olor, y la colocó junto a la cabecera de la cama. Un ins­
tante después estaba profundamente dormido. Le había
resultado más favorable el fuerte olor a pescado que el de­
licado perfume de las flores.
y lo que le ocurrió a este hombre en esa ocasión parti­
cular, a menudo nos sucede a todos dentro de nuestro
ambiente habitual. Nos parece que sólo en esa atmósfera
71
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Alégrese tu corazón, Enrique Chaij

  • 1. Quizás usted se pregunte: 11 ¿Otra vez un libro sobre este tema?" Sí, pero con un enfoque y un sabor diferente. No para abundar en datos estadísticos, ni para considerar áridas teorías sobre el comportamiento humanol ni tampoco para mostrar un camino idealista de felicidad imposible. Cuando usted concluya la lectura de esta obra, lo hará con la serena alegría de haber transitado por una senda confiable que conduce hacia la plenitud de la vida. El Dr. Enrique Chaij, ex orador y director de los programas "Una Luz en el Camino" y "Encuentro con la Vida",es un protifico escritor y autor, entre otras obras, de libros como A pesar de todo... ¡Qué linda es la vida!, Vivir con valor, El poder del amor, Dicha y armonía en el hogary 7500 ventanas de la vida. ,"l"-."-M-, JV2~ ".,Ediciones New Life ...
  • 2. Apesar de todo... ¡Alégrese , )t~ ~l tU1"Z0,0• Una invitación a disfrutar de la verdadera alegría de la vida ENRIQUE CHAl] ~ ~ Ediciones New Life
  • 3. Dirección editorial: Enrique Chaij Diagramación: Néstor Rasi Tapa: Hugo O. Primucci Foto de tapa: PhotoDisc IMPRESO EN LA ARGENTINA Printed in Argentina Primera edición MMIll - 4M Es propiedad. © New Life (2003). Queda hecho el depósito que marca la. ley 11.723. ISBN 950-769-060-3 159.98 Chaij, Enrique A pesar de todo... iAlegrese tu corazón! - 1a. ed.- BuenosCHA Aires: New Lile, 2003. 206 p. ; 20x14 cm. ISBN 950-769-060-3 1. Titulo - 1. Comunicación social Se terminó de imprimir el 26 de junio de 2003 en talleres propios (Av. San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires). Prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación (texto, imágenes y diseño), su manipulación informática y transmisión ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia u otros medios, sin permiso previo del editor. - 36793­ ÍNDICE Prefacio .. . ....... . 6 Introducción .... _.......... . 8 1. Sombras que piden luz 11 2. El precio de la alegría ........ _. 23 3. El poder terapéutico de la alegría 37 4. Invasores del alma .. ... ..... . 53 5. Ingredientes de la alegría ...... . 71 6. La fragua de la alegría . ..... _. 89 7 Inseparables: Amor, gozo, paz 107 8. Paradojas de la felicidad . .... 123 9. La fórmula de las tres "e" .... 141 10. La llave maestra de la alegría .. ... . 159 11. Del comienzo al final de la carrera 175 12. Hacia la alegría suprema . ...... .... .. " 193 (3)
  • 4. Dedicatoria: A Nelda, mi amada esposa, quien con su sonrisa jiicil y su espíritu comunicativo adorna de alegría nuestro hogar.
  • 5. PREFACIO Quizás usted se pregunte: "¿Otra vez un libro sobre este te­ ma?" Sí, pero con un enfoque y un sabor diferente. No para abundar en datos estadísticos, ni para considerar áridas teorías sobre el comportamiento humano, ni tampoco para mostrar un camino idealista de felicidad imposible. Cuando usted concluya la lectura de esta obra, lo hará con la serena alegría de haber transitado por una senda con­ fiable que conduce hacia la plenitud de la vida. No importa cómo haya llegado este libro a sus manos -si comprado, obsequiado o prestado-, igualmente usted podrá hacerlo su libro de cabecera, y querrá atesorarlo en su cora­ zón, como ha ocurrido con las obras anteriores del autor en la experiencia de incontables lectores. Dijo Carlos W. ElIiot: "Los buenos libros son los amigos más silenciosos y constantes; son los consejeros más accesi­ bles y más sabios; y los maestros más pacientes". Estas pala­ bras pueden aplicarse apropiadamente a este volumen, por­ que en todas sus páginas usted encontrará la voz de un ami­ go, que le ofrecerá ideas provechosas y sugerencias adecua­ das para conquistar la alegría del corazón. Y al recibir este valioso beneficio, usted terminará diciendo: "Me hacía fal­ ta leer un libro como éste. ¡SU contenido me ha hecho tan­ to bien! Me siento más fuerte, más radiante y más feliz". Como resultado de este nuevo impulso interior, usted es­ tará mejor preparado o preparada para contribuir al bienes­ tar de su familia, elevará su autoestima, y gozará mucho más de la convivencia con los demás. En otras palabras, este libro se habrá convertido en un estímulo para cristalizar sus no­ bles aspiraciones. Muchas de sus preguntas habrán sido con­ testadas; y sus expectativas con respecto a la obra habrán si­ do ampliamente satisfechas. El autor no necesita presentación. Conocido por su ex­ tensa labor de comunicador cristiano mediante la radio y la televisión, y por su pluma de prolífico escritor, el Dr. Enri­ que Chaij desarrolla aquí un tema que toca los sentimientos más hondos de la vida: la verdadera alegría del corazón. De­ tenerse reflexivamente en cada página de la obra será una ta­ rea tan agradable como edificante. Cuando apareció el libro del autor A pesar de todo,... ¡qué linda es la vida!, pronto se convirtió en un best-séller de nuestra editorial. Y esta nueva producción de la serie "A pe­ sar de todo" promete igual aceptación, porque sus páginas contienen un tema vital, expresado en lenguaje fácil yame­ no, y a la vez enriquecido con anécdotas que hacen más ví­ vidas las ideas. Éste podría considerarse un libro de la vida, donde se ven reflejadas las ansias más profundas del alma y el camino cierto para hacerlas realidad. Disfrute de esta lectura. Des­ cubra en ella cómo añadir encanto a su vida; y podrá cam­ biar cada pena por una nota de alegría, y cada lágrima por una sonrisa de felicidad. Cordialmente, LOS EDTTC )IU ¡ 6
  • 6. INTRODUCCIÓN Igual que en tu caso, a mí también siempre me ha in­ quietado el tema de la felicidad humana. Multitud de ve­ ces me he preguntado: ¿Por qué tantos seres humanos, sin merecerlo ni buscarlo, llevan en sus almas el peso del dolor o del cansancio existencial? ¿Por qué hay tanta gente que no ríe de verdad? ¿Es posible ser realmente feliz? Si es así, ¿de qué manera? Yal meditar en estas preguntas, a menudo he madruga­ do y me he levantado por la noche, para incluir en estas pá­ ginas un determinado pensamiento que acudió a mi men­ te de modo repentino. Y cual inquietud recurrente, esta materia me ha invadido una y otra vez. A lo largo de los años, he visto con asombro a seres abatidos, que supieron recuperar su alegría. y también he visto cómo otros seres aventajados y promisorios, se hundieron sin embargo en el desaliento. Unos en su triunfo, y otrOS en su fracaso, am­ bos son lección para el observador. Elaborar esta obra me ha enseñado muchos pequeños y grandes secretos de la vida. He escrito su contenido en las circunstancias y los lugares más variados: desde mi habitual mesa de trabajo, hasta en largos viajes de un país a otro; en algún restaurante, a la espera del plato solicitado; en la tran­ quilidad de un paraje tural; en medio del bullicio de la gran ciudad; luego de atender a un alma desconsolada por el do­ lor; o después de conversar con el amigo festivo... Todo mo­ mento y lugar fueron propicios para volver a esta importan­ te temática de la alegría de vivir. Allí nacieron y se acuna­ ron las ideas que gustosamente comparto ahora contigo. y siendo que estas páginas han resultado de valiosa ayu­ da para mi propia vida, creo que también podrán serlo pa­ ra la tuya. Si ya posees un corazón alegre, encontrarás aquí comentarios prácticos para afianzar tu felicidad. Y si estu­ vieras bregando para encender tu alma de alegría, descubri­ rás en este trabajo una fórmula útil para lograr tu objetivo, o para acercarte mucho más a él. ' ¿Quién no tiene conflictos íntimos y frustraciones que quisiera resolver? ¿Quién no ha tenido intentos fallidos en su búsqueda de paz y alegría? Y aunque la insistencia se­ guía probando, el sueño no se alcanzaba. ¿Por qué?Tal vez por causa de una pretensión desmedida, tal vez por una convivencia defectuosa, tal vez por una limitación congé­ nita, tal vez... tal vez... ¡Quién sabe qué debilidad emocio­ nal podría estar obstruyendo el camino hacia el pleno bie­ nestar personal!... Estos obstáculos y muchos otros son las "sombras que piden luz", como lo detalla nuestro primer capítulo. Som­ bras que pueden disiparse, para permitirnos gozar libremen­ te de la vida. La felicidad, pues, es alcanzable. Con tal con­ vicción he preparado esta obra; y te invito a recorrer sus pá­ ginas, destinadas al bien de tu corazón. Será una grata aven­ tura, que despertará tus mejores sentimientos y agitará tus mejores dones para ser realmente feliz. Con sincero afecto, ENRIQUE CHAl] '1 8
  • 7. Capítulo 1 SOMBRAS QUE PIDEN LUZ En la hora más sombría es posible descubrir la luz de la alegría. Los dolores del alma pueden dar paso al gozo del corazón. M e encontraba en el centro comercial de la gran ciu­ dad. Allí me detuve en varias de las esquinas más populares. Quería observar a la gente en su incesante ir y venir por las calles peatonales de mayor atracción. Durante un rato permanecí frente a ese interminable desfile de personas abstraídas en su carrera. Traté de des­ cubrir a alguien sonriente y tranquilo. Pero en ese torren­ te humano, todos estaban tan tensos... tan inexpresivos... tan apurados... Excepto algún turista que avanzaba por la calzada con visible despreocupación. De repente, el cuadro cambió. Una madre joven lle­ vaba de la mano a su pequeño hijo, que no pasaría los cinco años de edad. Por alguna razón estaba discutiendo severamente con él. Los dos comenzaron a gritar en la discusión. Y la madre empezó a zamarrear al niño, mien­ tras le seguía hablando con firmeza. Luego, lo inevita­ ble: ef chico se puso a llorar desconsoladamente. Y en su dolor infantil, terminó abrazando a su mamá y apoyan­ do su cabecita sobre ella. Después siguieron su camino, y los perdí de vista. JI
  • 8. A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZÓN! 1. LA SOMBRA UNIVERSAL DEL DOLOR y tras esa observación, quedé pensando que tal escena callejera era apenas un símbolo elocuente de la mucha gente que, en la ciudad y en el campo, vive bajo la som­ bra del dolor. Víctima de su propio descontrol emocional, de algún maltrato familiar, de una desconsideración patronal, o de la traición de un amigo, no falta quien tenga su alma quebrantada. Muchos se sienten como aquel niño: grita­ dos, tironeados y amenazados, sometidos a un trato in­ merecido. Y como resultado, lloran por dentro sin ser comprendidos ni atendidos. y en su desamparo afectivo, ¡cuántos construyen sus propios refugios mentales! Diversos escapismos de la vida moderna no son otra cosa que un esfuerzo por huir del desencanto y el pesar. Hasta los programas televisivos de alto contenido emocional son buscados inconscientemen­ te por el televidente, a fin de llorar y así "aflojar" la ten­ sión de su propio dolOr. Con lo cual, más que llorar por el drama que muestra la pantalla, el observador -sin ad­ vertirlo- está llorando por sí mismo. Un notable y fre­ cuente mecanismo mental de identificación, que sólo puede ofrecer engañoso alivio al corazón. Mientras no se transite un camino más acerta­ do, seguirá siendo cierto lo que nos decía una mujer atribulada: uSon tan pocas nuestras ale­ grías, y tantas nuestras penas': .. Pero con es­ foerzo persistente, la sombra del dolor puede terminar en la luz de la alegría. SOMBRAS QUE PIDEN LUZ 2. LA SOMBRA DE LAS ALMAS GRISES Esta sombra habita en las personas que carecen de bri­ llo interior. Es como si hubiesen perdido el tono radiante que alguna vez iluminó sus almas; o como si nunca lo hu­ biesen tenido. Seres que se mueven con resignación entre la apatía y el aburrimiento. Grises de alma, que no lloran mi ríen, porque no saben hacer ni una cosa ni la otra. Des­ lucidos e inexpresivos. Si alguno de sus allegados derrama una lágrima, "¡qué sentimental!" Y si se ríe abiertamente, "¡qué exageración!" ¿Cómo eres en esta materia? Quizá te agrade analizar­ te a la luz de estas pocas preguntas: 1. ¿Sé reír con los que ríen, y llorar con los que lloran? 2. ¿Me agrada, o me cuesta expresar misgenui­ nos sentimientos? 3. Con mi modo de ser, ¿soy capaz de alentar a una persona desanimada? 4. Si tiendo a ser emocionalmente gris, ¿qué he hecho hasta ahora para volverme alegrey ra­ diante? El abuelo había llevado al circo a varios de sus nietos. Por supuesto, la idea era que todos ellos pasaran un buen momento de diversión. Sin embargo, ante uno de los números del circo, el nietito menor se asustó y se pu­ so a llorar. Entonces el abuelo, tomando al niño del cue­ llo, le dijo: "Te he traído aquí para que te rías, para que te diviertas. ¡Deja de llorar!" Pero nada pudo devolverle la sonrisa al pequeño. Dejó de llorar, pero continuó tris­ te dentro del circo. En el gran circo de la vida moderna, ¡cuántos se pare­ 12
  • 9. A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZÓNl cen al niño del relato! No se saben alegrar aun delante de lo festivo. Dejan de llorar y de quejarse frente al dolor y la injusticia. Consideran que eso de llorar es debilidad o cobardía. Pero aunque no gimen, tampoco ríen. Estas personas, ¿no necesitan acaso descubrir la clave de la ver­ dadera alegría? Cierto operario iba diariamente a su trabajo en bicicle­ ta, mientras silbaba sus melodías preferidas. Y cuando uno de sus vecinos le preguntó por qué siempre iba sil­ bando, el hombre respondió: "Porque me ayuda a olvi­ darme de mis problemas". ¿No era ésta una buena idea? El trabajador se tonificaba anímicamente silbando por el camino. ¡Cuánto ayuda el te­ ner una melodía o un canto en el corazón! Quien arranque de su pecho una música de alegría, ¡cuánto mejor vivirá! 3. LA SOMBRA DEL ANTIFAZ Notemos esta otra sombra. Era una dama muy cordial, rebosante de alegría. Todo parecía sonreírle en su vida. Pero cuando mencionó inad­ vertidamente a sus hijos, una expresión de pesar se dibu­ jó en su rostro. Su alegría se desvaneció. Y de allí en ade­ lante, con el deseo de explicar su inesperada reacción, ella contó la cruz que llevaba en relación con algunos de sus hijos. Un denso drama familiar para el cual parecía no ha­ ber remedio. La experiencia de esta mujer ilustra cuán a menudo, detrás de una sonrisa triunfadora, puede esconderse la tristeza de una amarga realidad. ¿Quién no siente más de una vez el peso de alguna agobiante desventura? Ysin em- SOMBRAS QUE PIDEN LUZ bargo, debe esforzarse para disimular su dolor, para repri­ mir sus lágrimas, e incluso para dar una falsa impresión de bienestar. ¿No es esto llevar puesto el antifaz del fingi­ miento en el gran carnaval de la vida? Y mientras se ríe así con el rostro, se sigue llorando con el alma. ¡Qué sombra tan difícil de sobrellevar! Como le ocurrió a David Ga­ rrick, el célebre cómico inglés. He aquí algunos de los ver­ sos que lo describen: Una vez ante un médico famoso flegóse un hombre de mirar sombrío: "Sufro -le dijo- un mal tan espantoso como esta palidez del rostro mío': "Viaje, y se distraerá': 'íTanto he viajado!" "Busque la lectura". 'í Tanto he leído!" "Que una mujer lo ame': 'íSi soy amado!" "Adquiera un título". 'íNoble he nacido!" "Me deja -agrega el médico-perplejo su mal, pero no debe acobardarse. Tome hoy por receta este consejo: Sólo viendo a Garrick podrá curarse': '¿A Garrick?" "Sí, a Garrick, la más remisa y austera sociedad lo busca ansiosa; todo aquel que lo ve muere de risa; tiene una gracia artística asombrosa': "Y , h' ''''''S' ,¿ a mt me ara retr; t, se ¿o aseguro: él sí, y nadie más... ¿Qué lo inquieta?" "Así -dijo el enfermo- no me curo: Yo soy Garrick... cámbieme la receta': 14 15
  • 10. A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN! ¡Ay!¡Cudntas veces al reír se llora! Nadie en lo alegre de la risa se fíe: porque en los seres que el dolor devora el alma llora cuando el rostro ríe. Podrá considerarse extrema la angustia que vivió Ga­ rrick. Sin embargo, ¿no refleja la condición contradicto­ ria entre la apariencia y la realidad que viven muchísi­ mos seres humanos? Pero la alegría sin antifaz puede es­ tar al alcance de todos, como lo veremos en el transcurso de la obra. 4. LA SOMBRA DEL DISGUSTO Todos los vecinos del barrio coincidían en que don Jo­ sé había muerto "de disgusto". Su familia no lo había apo­ yado en el crecimiento de su pequeña empresa. Durante años había tenido que luchar solo, sin la comprensión de los suyos. Para peor, su único hijo varón se había mostra­ do siempre rebelde y haragán. Y tal comportamiento de fracaso fue el gran dolor de su padre. Entonces éste, amar­ gado y angustiado, se dio por vencido. Se echó a morir. Descuidó su trabajo, y se sumió en una prolongada y si­ lenciosa melancolía. Hasta que por fin su dolido corazón dejó de latir. Todos los días se producen casos parecidos al de don José. Hombres y mujeres que sucumben en medio del dis­ gusto y la mala sangre que les provoca el ambiente adver­ so donde se desenvuelven. No tienen paz, ni mucho me­ nos alegría de vivir. ¿No conoces a personas de esta clase? Tal vez haya alguna en tu propia parentela. O quizá por tu propia mente hayan pasado alguna vez sentimientos de SOMBRAS QUE PIDEN LUZ esta índole. Nuestra frágil naturaleza puede quebrarse tan fácilmente... ¡Sombras que piden urgentemente luz! El triste ansía alegría. El angustiado necesita paz. El despreciado busca comprensión. El alma disgustada lucha por encontrar satisfacción... La experiencia del alma quebrantada no es nueva. Ya el antiguo rey David había escrito de sí mismo: "Me he consumido a fuerza de gemir; todas las noches inundo de llanto mi lecho, riego mi cama con mis lágrimas... Fue­ ron mis lágrimas mi pan de día y de noche" (Salmo 6:6; 42:3). El mismo que muchos años antes había vencido con valor al gigante Goliat; el mismo que había derrotado a pode­ rosos ejércitos enemigos; el mismo que había construido la notable prosperidad de su na­ ción, ahora no vacilaba en confesar que esta­ ba profundamente triste y angustiado. Pero tan ciertamente como David reveló su hondo do­ lor, en seguida se exhortó tres veces a sí mismo con estas palabras: "¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío" (Salmo 42:5, 11; 43:5). Es de­ cir, el gran rey hebreo padeció en su alma la angustia del sufrimiento. Pero pronto reconoció que el Creador de la vida era también su Restaurador y Consolador. Por eso re­ chazó su propio abatimiento, y lo superó mediante la fuerza divina. Si, al igual que David, recurriéramos más a menudo a Dios, ¿no tendríamos mayor capacidad para dominar 16 17
  • 11. A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN! nuestros abatimientos? Y como consecuencia, ¿no ten­ dríamos más fácil acceso a una experiencia de alegría? 5. LA SOMBRA DEL VACÍO INTERIOR Esta sombra, como las otras, también conspira contra el bienestar personal. El vacío interior se ha apoderado de tanta gente, que se ha convertido en una endemia espiri­ tual de nuestra sociedad. El psicólogo suizo Carlos Jung (1875-1961) declaró ya en sus días que "la mayor neurosis de nuestro tiempo es el vacío". Y transcurridos los años, su declaración no ha perdido vigencia. Todavía abunda la gente aburrida, en­ ferma de rutina, carente de ideales e incapaz para la nor­ mal convivencia. Se trata de jóvenes y adultos que viven sin motivación ni alegría. Ycon su mente despoblada de ideas, no tienen iniciativa ni entusiasmo para nada. Avanzan por inercia, sólo porque la obligación los empuja. Otros deben pensar y decidir por ellos. Son los pequeños "inválidos emocio­ nales" típicos de esta era masificada, en la cual domina más la publicidad que la convicción personal, con el con­ siguiente deterioro para la salud del espíritu. Cierto grupo de jóvenes debió comparecer ante la au­ toridad policial. Los muchachos habían cometido diver­ sas fechorías en el barrio donde vivían, y los vecinos afec­ tados los habían denunciado. Y cuando se les preguntó por qué habían actuado así, el grupo respondió: "No sa­ bíamos qué hacer. Queríamos entretenernos con algo 'fuerte'. Y el efecto del alcohol complicó las cosas". "¡No sabíamos qué hacer!" Y con su alma vacía y su cuerpo al­ coholizado, los muchachos casi terminaron en la cárcel. SOMBRAS QUE PIDEN LUZ Felizmente, a tiempo aprendieron la lección y cambiaron de conducta. Tener vacío el espíritu equivale a divagar, a ser juguete de las circunstancias. ¿Qué le pasa a una lata en la cual produci­ mos el vacío? Al quitarle el aire que hay den­ tro de ella, la presión exterior de la atmósfe­ ra -equivalente a un kilogramo por centí­ metro cuadrado- termina por arrugar y arruinar la lata. Así también, cuando el alma se queda vacía, sucumbe bajo la presión exterior del am­ biente, sin poder oponer resistencia. Quien desee ser feliz, procurará disipar la sombra del vacío y transitar el camino de la plenitud espiritual. ¿De qué modo? Llenando su mente con buenas ideas y sanos propósitos. Ocupando provechosamente su tiempo con acciones correctas, y brindándose con afecto a los demás. Por algo San Pablo exhorta al verdadero amor, "para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios" (Efesios 3:19). 6. LA SOMBRA DE LA SOLEDAD Ésta es otra de las grandes sombras que eclipsan la luz de la alegría. Es el flagelo que mantiene aislada y afligida a muchísima gente, con una tendencia creciente. Es el sentimiento opresivo de orfandad que clama por un poco de amistad y compañía. Los niños padecen a menudo esta carencia. Y como re­ sultado, tienen su alma triste y sufren problemas de salud y de aprendizaje. Un ejemplo patético de esta realidad es el caso de aquel pequeño hijo único, cuyos padres traba­ 18 19
  • 12. A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN' jan de noche, y que durante esas horas dejan al chico sin más compañía que ¡una radio encendida!, "para que no se sienta tan solo". ¿Sabrán estos padres qué daño indeleble le están provocando a esa pobre criatura? Están también aquellos otros niños, que deben perma­ necer solos en su casa cada mañana o cada tarde, y cuya fría compañía es sólo la pantalla televisiva, con imágenes de objetable valor. ¿Puede un televisor reemplazar inofen­ sivamente el calor de la familia o el afecto de los padres? El chico que deba pasar tres o cuatro horas diarias frente al televisor para "matar" su soledad, no podrá desarrollar­ se adecuadamente ni menos ser un niño feliz. Pero la sombra de la soledad no sólo afecta a los niños. También envuelve a muchos jóvenes, quienes carecen de buena compañía y viven anímicamente aislados. Se sien­ ten incomunicados, y les falta la bondad de una amistad sincera. La escuela, la empresa y la sociedad están carga­ das de estos jóvenes solitarios. y lo que decimos de los niños y los jóvenes no es me­ nos cierto entre los adultos. Aun en los hogares, ¡cuántos esposos sufren el drama de la soledad! Un vínculo matri­ monial que se desenvuelve en el silencio, sin la alegría propia del verdadero amor y el compañerismo. Marido y mujer compartiendo la misma vivienda, el mismo lecho, pero cada cual encerrado en su mundo interior, padecien­ do los males de la soledad y la falta de diálogo. 1. ¿Vives en soledad? ¿Por qué? 2. ¿Cuánto te brindas a los demás, en tu casa, en tu trabajo, o entre tus allegados? 3. ¿Predomina el clima del diálogo en tu ma­ trimonio? ¿Qué haces para cultivarlo? SOMBRAS QUE PIDEN LUZ 4. ¿Comprendes que la verdadera alegría del coraz6n exige un mínimo de comunicaci6n cordial con elpr6jimo? La persona introvertida o tímida por naturaleza, pue­ de cambiar. Puede mejorar su comunicación y atenuar su posible soledad, con lo cual despertará la alegría de su al­ ma. Requerirá empeño y disciplina, constancia y valor. Pero el vencer la desagradable sombra de la soledad, ¿no justifica cualquier esfuerzo de la voluntad? El que tiene a Dios por amigo, no se siente so­ lo en ninguna parte. "Amístate con Dios, y ten­ drás paz; y por ello te vendrá bien" Qob 22:21). HACIA EL FIN DE LAS SOMBRAS Las pocas "sombras" que acabamos de señalar, y "que piden luz", están lejos de ser las únicas que atentan con­ tra nuestra felicidad. Podríamos añadir el sentimiento de culpa, la ansiedad, el pesimismo, el egoísmo, el temor, el desamor, la ausencia de propósito en la vida, y tantas otras condiciones negativas que enferman el alma de pe­ sadumbre. Pero la gran nota alentadora es que todos estos enemi­ gos están condenados a la derrota, si adoptamos una ac­ titud resuelta y sensata hacia la conquista de la alegría. Todos podemos reducir nuestros pesares y aumentar nuestra dicha. Las páginas que siguen compartirán con­ tigo las ideas más probadas y exitosas para el logro del bienestar y la alegría. Entretanto, convengamos en que la verdadera alegría 20 21
  • 13. A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZ6N! es mucho más que el placer pasajero. Es el estado de sa­ tisfacción que renueva la vida, que mejora la salud, que enriquece la convivencia, que acerca más a Dios... Es el bienestar del alma que nunca quisiéramos perder. Por­ que la alegría abre puertas, despierta el entusiasmo, ga­ na amigos, embellece a la familia, y conserva un canto de alabanza en el corazón. y para alcanzar esta codiciable experiencia, nada mejor que entender la vida con sus necesidades, aceptarla con sus luchas, y dominarla con la firme voluntad y la fuerza del amor. Como lo dicen las siguientes palabras: La vida es un desafío. Aft6ntalo. La vida es un don. Acéptalo. La vida es una aventura. Ponla a prueba. La vida es un deber. Cúmplelo. La vida es una oportunidad. Aprovéchala. La vida es un viaje. Eftctúalo. La vida es una promesa. Cúmplela. La vida es una belleza. Alábala. La vida es una lucha. Empréndela. La vida es una meta. Alcánzala. La vida es una canción. Interprétala con alegría. Cerramos este primer capítulo, extendiendo afectuosa­ mente la invitación central de la obra: 'A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZÓNf" Sonríele a la vida. Canta una canción de gratitud. Conserva el optimismo. Desarrolla la fe. Cultiva y comparte lo mejor que hay en ti. 22 Capítulo 2 EL PRECIO DE LA ALEGRÍA La alegría es accesible a todos. Es propia de una vida normal. Pero hay un precio que pagar... Alo largo de los años, nuestros televidentes y radioyen­ tes nos han escrito para describir su estado emocio­ nal, en busca de alivio y comprensión. Y con frecuencia, sus historias contienen dramas que conmueven el cora­ zón, dramas que reflejan frustraciones, luchas y afliccio­ nes; dramas que muestran cuánto cuesta ser feliz... Notemos la síntesis de algunos de esos testimonios: • "Vivo sola. Mi único hijo me ha abandonado. Tengo una honda depresión. ¿Para qué seguir viviendo?" • "El alcoholismo de mi marido ha matado la alegría de nuestro hogar." • "Mi esposa me ha sido infiel, y se fue del hogar. Estoy solo para criar a mis seis pequeños hijos". • "Nuestra casa es un infierno. Pasamos todo el día discu­ tiendo". • "Nuestro matrimonio ha ido empeorando con el tiem­ po. Mi esposo ha dejado de quererme, y mantiene una relación extramatrimonial". 23
  • 14. A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZ6N! • "Mis padres no me comprenden. Me llevo mal con ellos. Quisiera irme de mi casa". • ''Antes yo era una persona alegre. Ahora he perdido la costumbre de sonreír". • "En mi desesperación, he intentado tres veces quitarme la vida". • "Por lo general, comienzo anímicamente bien el día; pe­ ro a las pocas horas'mi temperamento me traiciona y tengo roces con los demás". • "Soy una persona depresiva. ¿Qué puedo hacer para sa­ lir de este pozo?" • "Estoy luchando para concluir mi carrera universitaria. Pero a veces me pregunto para qué. ¿Conseguiré traba­ jo, o terminaré manejando un taxi?" • "Estoy tan apenada por las cosas que pasan en el mun­ do, que ya ni escucho los informativos de la radio". • "Nuestra hija es madre soltera. Debemos mantenerla a ella y a su hijito, y no sabemos cómo. Carecemos de re- I • " cursos economlCOS . • "Hace seis meses que estoy sin trabajo. Es una terrible angustia. Aunque nuestros hijos comen tres veces al día, mi esposa y yo sólo tenemos una comida diaria". • "Mi marido era un gran fumador, y falleció de cáncer de pulmón. Mi gran dolor ahora es ver que mi hijo no aprendió la lección, y sigue el mismo camino que su padre". • "Envidio la alegria de los demás, y no sé cómo ser alegre yo mismo". Estos testimonios verídicos son apenas una pequeña muestra de los mil problemas que abaten el espíritu de la gente. y así anda el mundo: con una pesada carga para lle- EL PRECIO DE LA ALEGRÍA var, y con un hondo anhelo de alegría y bienestar. Desde que el hombre ha derramado su primera lágrima y ha su­ frido su primer dolor, ha estado buscando ardientemente la auténtica felicidad. Pero, ¿ha sido fácil esta búsqueda? CONSTRUCTORES DE LA ALEGRÍA No siempre es fácil descubrir y retener el secreto de la alegría. Pero siempre existe el modo de acercarnos a ella. Aun en los momentos de mayor tensión y dificultad, es posible conservar una dosis de buen humor o de fuerza para evitar el abatimiento. Al respecto, es ejemplar la actitud que supo mantener Abraham Lincoln durante los difíciles años de la guerra civil norteamericana, entre 1861 y 1865. En septiembre de 1862 convocó con urgencia a su gabinete para una sesión especial. Y cuando se reunieron todos sus miem­ bros, Lincoln les leyó el capítulo entero de un libro más bien cómico, que nada tenía que ver con la índole de aquella reunión. Al término de la lectura, Lincoln se echó a reír abier­ tamente frente a la extrañeza y la molestia de sus minis­ tros allí presentes. Entonces les dijo: "¿Por qué no se ríen ustedes también? Yo me moriría de tensión nerviosa si en medio de esta guerra no supiera reír. Y ustedes necesitan de esta medicina tanto como yo". ¿No hay en estas palabras sensatez y sentido común? En toda ocasión, pero especialmente en los momentos de mayor tensión y perplejidad, todos necesitamos ver la parte feliz de la vida. Y la persona que lo consigue, siem­ pre lo pasa mejor y asegura más fácilmente su éxito social y laboral. Por eso, ningún empresario emplearía como 24 25
  • 15. A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZ6N! ejecutivo de su empresa a alguien apático y melancólico; y ningún joven elegiría como compañera de la vida a una muchacha triste y negativa. Y si lo hicieran, cosecharían las consecuencias de tal error: el empresario arruinaría sus negocios, y el joven malograría su porvenir. La sociedad y la familia necesitan, pues, hombres y mujeres gue tengan la virtud de la simple alegría de vivir. y esta cualidad tan valiosa no proviene de afuera como un regalo. Comienza adentro. Se gesta, se anida y se reprodu­ ce en la mente, mediante el esfuerzo de la voluntad y la resistencia hacia todo pensamiento sombrío. El sabio Sa­ lomón afirma gue una persona llega a ser según la índole de los pensamientos gue cultiva (Proverbios 23:7). Sí, somos lo gue pensamos. Por eso San Pablo declara: "Todo lo gue es verdadero, todo lo honesto, todo lo jus­ to, todo lo puro, todo lo amable, todo lo gue es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad" (Filipenses 4:8). ¿Queremos ser íntegros? Alberguemos enton­ ces pensamientos de justicia y honradez. ¿Queremos ser puros y amables? Cultivemos pensamientos sólo de esa índole. ¿Queremos disfrutar de alegría? Entonces atesoremos sentimientos de gozo, de satisfacción y con­ formidad. Y nos asombraremos de los resul­ tados. La batalla de la alegría se gana dentro del corazón. CUÁNTO CUESTA LA ALEGRÍA No cuesta nada. Es gratuita. Como el agua, el aire y el sol. Pero para beber el agua, se necesita una cañería; pa- EL PRECIO DE LA ALEGRiA ra gue el aire sea saludable, debe evitarse su contamina­ ción; y para beneficiarnos con el sol, debemos exponer­ nos juiciosamente a sus benéficos rayos. Siempre hay gue hacer algo. Lo mismo ocurre con la alegría de la vida. Es gratui­ ta. No hay nada gue pagar por ella. Sin embargo, tiene un precio, tal como lo veremos en el resto del presente capítulo. 1. El control del temperamento Éste es parte del precio. Muchos se sienten víctimas de su propia carga genética. Y consideran gue es de balde lu­ char contra sus inclinaciones naturales. Tales personas di­ cen: "No puedo dominar mi genio; ése es mi modo de ser. Soy flemático [o colérico, o sanguíneo]; y esto malogra mi convivencia y mi felicidad". En realidad, el temperamento gobierna mayormente la vida de guien así lo permite. Pero guien no busca excusa para sus defectos, y hace algo para combatirlos, descubre gue es posible crecer y mejorar. Y mientras crece y mejo­ ra, la alegría se instala en el alma. Un aire de victoria do­ mina su ser, y el reconocimiento a Dios aflora en sus la­ bios. En la tal persona, elprecio de la alegría no es otro que el dominio de su temperamento. El reconocimiento del vencedor "Cuando comprendí gue mi temperamento me dominaba y me causaba frecuentes pro­ blemas, me dije a mí mismo: 'Así no puedo ser feliz. Debo cambiar'. 2726
  • 16. A pesar de todo... ¡ALEGRESE TU CORAZÓNI "Entonces hice mi parte: me esforcé cuanto pude. Pero especialmente pedí la ayuda de Dios, y él me cambió. Como fruto de ello, hoy tengo paz y alegría en mi corazón". 2. Un buen enfoque de la vida ¿Surge la felicidad por generación espontánea? ¿De­ pende del azar, del ambiente circundante, o de los vaive­ nes anímicos? No. Depende más bien de una correcta decisión personal, acompañada de una conducta conse­ cuente. Un enfoque acertado de la vida consiste, por ejemplo, en adoptar una actitud mental positiva, en la cual se apro­ veche todo lo bueno y constructivo que nos rodea. El re- . sultado de tal modalidad será una mayor fortaleza emocio­ nal y espiritual. Entonces, aun frente a los diversos reveses diarios, sabremos conservar la calma y el buen ánimo. Otro "buen enfoque de la vida" es la firme determina­ ción para cultivar el hábito de la alegría. Algo tan impor­ tante como el bienestar del espíritu sólo se logra median­ te tenaz insistencia. Cuando a un exitoso industrial le pre­ guntaron cómo había alcanzado ese elevado grado de prosperidad, él respondió: "Fracasando". Quien había aprendido de sus propios fracasos, terminó siendo un em­ presario de marcado éxito. ¿No ocurrirá otro tanto en la búsqueda esmerada de la alegría? Sí. Hoy podemos fraca­ sar elaborando nuestra dicha; pero con perseverancia ma­ ñana podemos conseguirla. En conclusión, la verdadera alegría requiere un enfoque inteligente de la vida. 28 EL PRECIO DE LA ALEGRÍA 3. El orden general Numerosas personas afirman: "Cada uno es feliz a su manera". Y con ello dan a entender que no existe norma o principio para regular la felicidad. Equivaldría a decir que cada uno viva como mejor le plazca, con tal de ser fe­ liz. Pero en realidad, ¿sería esto posible? ¿No se advierte en este pensamiento una actitud egoísta? Nadie podría vivir según su antojo personal, y a la vez sentirse bien consigo mismo y con los demás. Por cierto, el camino hacia la satisfacción personal puede ser muy variado. Uno puede disfrutar cultivando algún deporte, mientras que el otro disfruta leyendo un buen libro. Uno se goza viajando y conociendo el mun­ do, en tanto que el otro es feliz en su casa cuidando las plantas del jardín. Uno es amante del estudio; el otro es amante de la vida social. Uno se deleita escuchando mú­ sica clásica, mientras que el otro gusta de la música popu­ lar. Uno goza con su profesión intelectual; el otro es feliz con su trabajo artesanal. Uno vive tranquilo con su sala­ rio mensual, mientras que el otro prefiere su actividad in­ dependiente. En este sentido, sí podría decirse que "cada uno es feliz a su manera" . Sin embargo... ...existen ciertos reqUIsitos básicos, sin los cuales la alegría no podría permanecer. Allí está, por ejemplo, el orden mental, que evi­ ta la confusión; el orden laboral, que evita la ansiedad; el orden moral, que evita la culpa interior; el orden económico, que evita el despilfarro; el orden familiar, que evita los roces y los mutuos reproches. Tal ordenamiento de la vida propende al bie­ nestar y la alegría. 29
  • 17. A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZ6N! Cierto hombre de negocios, agobiado por sus preocu­ paciones de trabajo, fue a consultar al destacado psiquia­ tra Guillermo Sadler. y mientras hablaba de su problema con el médico, en los primeros diez minutos éste tuvo tres llamados telefónicos, a los cuales atendió hasta dar solu­ ción a los problemas que le presentaban. Al finalizar la tercera conversación telefónica, el pa­ ciente dijo: "Doctor, en estos pocos minutos creo que he adivinado lo que anda mal en mi vida. El dar por termi­ nado cada asunto que se presenta, como lo he visto en us­ ted, y el tener ordenado el escritorio, es lo que yo necesi­ to aprender". A las seis semanas, el mismo hombre volvió a ver al Dr. Sadler, y le dijo: ''Antes tenía tres mesas de trabajo en dos oficinas diferentes, y siempre estaba sobrecarga­ do de tareas. Ordené todas mis cosas, y ahora tengo una· sola mesa. Además, arreglo los asuntos ni bien se me presentan; y lo maravilloso es que no observo la menor falla en mi salud". Gracias al ordenamiento de su vida y de su trabajo, es­ te hombre recuperó su salud mental y su bienestar gene­ ral. Y sólo así llegó a ser una persona tranquila y feliz. Conclusión: elprecio de la genuina alegría es una vida or­ denada y organizada. 4. Más comprensión Con frecuencia escuchamos expresiones como éstas: "La gente no me comprende". "Mis padres no me com­ prenden". "Los profesores no comprenden a sus alum­ nos". y la persona que tiene esta convicción vive descon­ tenta y tiende a sentirse víctima del maltrato de los de­ 30 EL PRECIO DE LA ALEGRÍA más. ¿Cómo podría sentirse feliz, por ejemplo, la mujer incomprendida por su marido; o bien el hombre incom­ prendido por su esposa? La incomprensión es una de las peores trabas para la buena convivencia. Porque "incomprensión" es sinónimo de incapacidad para colocarse en el lugar del prójimo; es ausencia de simpatía o de sensibilidad humana. Y de estas características está lleno nuestro mundo. ¿Podríamos en­ tonces asombrarnos de la indiferencia, la hostilidad y la agresividad que se advierten en nuestros días? Un niño de pésima conducta en la escuela había ago­ tado la paciencia de su maestra. Un día ella lo llevó apar­ te, y le habló de esta manera: "¿Por qué te comportas tan mal?" A lo que el chico contestó: "Yo sé que soy malo. Pero a veces trato de hacer las cosas bien; sólo que nadie lo nota". Al escuchar estas palabras de su alumno, la maestra quedó pensativa y se propuso hacer algo por él. Entonces le dijo: "Tú no eres un niño malo. Tengo con­ fianza de que cambiarás, y yo te ayudaré". Al poco tiem­ po el niño cambió por completo. Las palabras compren­ sivas de su maestra habían dado excelente resultado. A partir de entonces hubo alegría en el corazón del niño y de su maestra. Muchos niños y adultos se sienten tristes por falta de apoyo y comprensión. Pero su estado emocional y su comportamiento podrían cambiar -como en el caso na­ rrado-, si tan sólo fueran comprendidos, y si a su vez ellos mismos supieran comprender a los demás. Entonces, los tales aumentarían en madurez y alegría de vivir. La ge­ nerosa comprensión es clave en la buena convivencia, y es también elprecio de la dicha individual. 31
  • 18. A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZ6N! 5. Un corazón agradecido A una ancianita le preguntaron cómo se sentía. Y su respuesta fue: "Tengo muy pocas fuerzas, y ni siquiera tengo dientes para masticar. Pero gracias a Dios los dos únicos dientes que me han quedado están uno debajo del otro, y así algo puedo masticar". ¡Admirable espíritu de resignación, y también de gratitud! Por eso la ancianita no se quejaba, aceptaba su suerte con valor, e incluso daba gracias a Dios. Quizá sin advertirlo, ella había descubier­ to parte de la fórmula del corazón contento. La persona ingrata tiende a ser insensible y orgullosa. Incapaz de valorar cualquier favor o apoyo recibido, no sa­ be agradecerlo como corresponde. Y en su egoísmo siste­ mático, termina siendo un ser insatisfecho y descontento. ¡Cuánto mejor se siente la persona agradecida, que sabe pronunciar la palabra oportuna de valoración! Gra­ titud hacia los padres, hacia los hijos, hacia los amigos, los maestros, los familiares, los vecinos, los colegas... Y sobre todo a Dios, de quien recibimos numerosas ben­ diciones cada día, sin las cuales la vida no sería posible. Hace bien, mucho bien al alma cultivar el espíritu de agradecimiento. Con razón San Pablo aconseja: "Dad gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios" (1 Tesalonicenses 5:18). Expresar gratitud es como obsequiar un regalo. Produ­ ce alegría en quien lo recibe, pero igualmente en quien lo da por amor. Aparece la sonrisa en el receptor, pero tam­ bién en el dador. Por eso, podemos afirmar que el precio de un espíritu alegre y maduro es el coraz6n agradecido. 6. Ambiciones correctas Cierto estanciero, dueño de grandes extensiones de EL PRECIO DE LA ALEGRÍA tierra, colocó junto a la ruta un cartel de buen tamaño, con esta extraña leyenda: "Regalaré este campo al hom­ bre que demuestre estar satisfecho en su vida". A las po­ cas horas un forastero se detuvo en el lugar, leyó deteni­ damente el curioso cartel, y llamó a la puerta del gran benefactor. "Señor -le dijo-, ya que usted quiere re­ galar este campo a una persona que viva satisfecha, pue­ de regalármelo a mí. Yo tengo un buen pasar. Tengo sa­ lud y vivo contento". Entonces el sagaz hombre de cam­ po le preguntó: "¿De veras que usted vive satisfecho?" Y ante la respuesta afirmativa del forastero, el hacendado le dijo: "Si de veras usted está satisfecho, ¿para qué quie­ re entonces este campo.," ¡Cuántos se parecen al viajero del relato! Tienen de todo. Nada les falta. Pero quieren más. Y en lugar de dis­ frutar con lo que tienen, se llenan de una necia ambi­ ción material que los consume. Con lo cual arruinan su alegría, y se vuelven seres insatisfechos y codiciosos. ¡Cuán fácilmente se puede perder la cabeza por la exce­ siva ambición! Dijo San Pablo: "He aprendido a contentarme, cual­ quiera que sea mi situación" (Filipenses 4:11). Estaba contento cuando tenía abundancia, pero también en su hora de necesidad. Emprendedor y progresista como era, e! apóstol no se dejó marear por e! materialismo ni se de­ salentó en sus días de escasez. Lo que sí cultivó en todo momento fue la riqueza de su espíritu, y así fue feliz. y lo que experimentó San Pablo, lo puede experimen­ tar todo cristiano en la actualidad: e! encuentro del gozo por vía de! alma, y no del dinero. El precio de la verdade­ ra alegría es, pues, la riqueza espiritual como meta superior de la vida. 32 33
  • 19. A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓNI 7. Armoníafamiliar Éste es un aspecto de primordial importancia. Forma parte ineludible del precio de la verdadera alegría. •Hijo excelente Una señora radiante de alegría, me pasó un sobre y me dijo: "Por favor, lea esta carta que acabo de recibir de mi hijo". Y al leerla, me encontré con las expresiones más ca­ riñosas que un hijo podría escribirle a su madre. Allí ha­ bía palabras de gratitud, de amor filial y de sentida nos­ talgia. ¿Qué más podía pedir esa mujer de su hijo, mien­ tras él permaneciera por un tiempo en el extranjero? •Pareja feliz Un hombre cuenta: "Mi esposa y yo vivimos con ar­ monía. Nos amamos y nos ayudamos mutuamente. Eso es lo que más nos mantiene unidos como esposos y co­ mo padres." •Matrimonio con problemas Dos esposos de mi conocimiento discuten y pelean con frecuencia. Les cuesta ponerse de acuerdo. Hoyes él, y mañana es ella quien desea imponer obstinadamente su voluntad. Con semejante inmadurez, casi siempre viven tensos e incomunicados. De los tres casos mencionados, los dos primeros reve­ lan cómo el cariño de un hijo yel amor entre los esposos pueden hacer feliz un hogar. En cambio, la obstinación y la falta de armonía conyugal-que se advierten en el ter­ cer caso-, son causa frecuente de hogares divididos. ¿Por qué? Porque en tales casos lo que prevalece es el egoísmo, el cáncer mortal de la felicidad humana. La armonía familiar, esencial como es, se construye ca- EL PRECIO DE LA ALEGRÍA da día mediante actitudes maduras de afecto, generosi­ dad, comprensión y buena voluntad. Lo contrario de es­ to, que es ausencia de verdadero amor, siempre da origen a insatisfacción, incomunicación y desavenencias en la convivencia familiar. Como se ve, entonces, el precio de la alegría individual y familiar es la armonía del hogar. Para el autoexamen l. Por mi modo de ser y de actuar, ¿contribu­ yo a la armonía y la alegría de mi familia? ¿Qué influencia ejerzo dentro de mi hogar? 2. ¿Sé demostrar a los miembros de mifamilia el mismo afecto que deseo recibir de ellos? 3. ¿En qué radica mi mayor dificultad (como padre, madre o hijo) para comprender a mis seres queridos? Resumiendo... Alguien que atravesaba diversos problemas y tenía su alma apenada, preguntaba con ansiedad: "¿Puede decirme dónde se vende ese bendito producto, que se llama felici­ dad?" De algún modo, este capítulo ha intentado ofrecer una respuesta a esta pregunta. La alegría de la vida no se compra: es gratuita. No se mendiga: se la consigue con tesón y constancia. Tampoco es un bien que se estanca: es un estado radiante que crece a medida que se expresa. Y para alcanzar este grato bienes­ tar, aquí está el "precio" a modo de resumen: l. El dominio del temperamento y el control de los sentimien­ 34 35
  • 20. A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZ6N' tos. Cambiar es crecer; y crecer es alegrarse de veras. 2. Un enfoque sensato de la vida, con la actitud positiva de aquel que valora las bellezas que le rodean. También la insistencia tenaz produce buenos resultados. 3. La vida ordenada y organizada: orden en la mente, en el trabajo, en la moral, en la economía, en la familia. El desorden produce confusión e intranquilidad, e im­ pide la sana alegría de vivir. 4. La comprensión. Éste es otro requisito de la alegría. Cuando sabemos ponernos en el lugar de los demás, nos sentimos mejor de ánimo. Y cuando los demás proceden así con nosotros, experimentamos placer y bienestar. 5. El espíritu agradecido también forma parte de este pre­ cio. "Dad gracias en todo", aconseja San Pablo. Expre­ sar agradecimiento es como entregar un regalo. Produ­ ce alegría en quien lo recibe, pero también en quien lo da. 6 La superación del espíritu. Mientras la actitud materia­ lista crea insatisfacción, la riqueza del alma produce alegría genuina. 7. Finalmente, la armonía familiar, basada en el amor de­ sinteresado, es un factor vital de felicidad. Un hogar unido y armonioso produce corazones alegres. y tras este multifacético precio de la alegría de vivir, cabe que nos preguntemos: ¿Bastará esto, o habrá que ha­ cer algo más? Lo que falte, ciertamente lo podrá suplir el divino Autor de la alegría. Con él, el alma vibra de con­ tentamiento. ¡Vale la pena probarlo! 36 Capítulo 3 EL PODER TERAPÉUTICO DE LA ALEGRÍA La mente ejerce una influencia poderosa sobre el cuerpo. La alegría contribuye al bienestar físico y mental. Diversos ejemplos así lo confirman. Con frecuencia, los verdaderos motivos por los cuales la gente recurre al médico, obedecen a los sentimien­ tos de soledad, de tristeza, de culpa, de angustia, de aba­ timiento, de frustración y de temor. Sin embargo, por lo general estos sentimientos permanecen encubiertos bajo los más diversos síntomas que suele relatar el paciente. En el terreno físico, tales síntomas pueden ser dolor de cabeza, de espalda o de estómago, como también insom­ nio, mala digestión, alergias, problemas de la pie! Yotros trastornos mayores. Y en el terreno emocional podrá apa­ recer la falta de iniciativa, e! desgano para el trabajo, o un estado dominante de disconformidad. El siguiente ejemplo resulta muy ilustrativo sobre e! particular. María, una muchacha de 25 años de edad, co­ menzó a sentir fuertes dolores en el abdomen. Así que fue a ver al médico en busca de alivio. Y en la conversación que mantuvieron, María no pudo disimular el odio que sentía hacia una de sus compañeras de trabajo, y lo difícil 37
  • 21. A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZÓNI que se le hacía trabajar con ella en la misma oficina. Entonces el médico, comprendiendo la situación, le habló a la joven con total franqueza, y le hizo ver la ver- . dadera causa de su problema de salud. La tranquilizó di­ ciéndole que físicamente estaba bien, y que ni pensara en operación. Luego el médico le explicó que su odio, unido a su angustia y amargura, era la causa real de sus intensos dolores abdominales. y cuando María modificó sus senti­ mientos, desaparecieron sus temibles dolores. Sus síntomas y malestares físicos tenían una causa emocional. Y cuando ésta desapareció, la joven se recupe­ ró. Enterró su odio y su angustia, y en reemplazo emer­ gieron la salud y la tranquilidad. Y con esa sensación de bienestar aumentó aún más su vitalidad orgánica. Esta poderosa influencia de la mente sobre el cuerpo se destaca también en aquel niño pobre, quien yacía enfermo en la cama. El Dr. Ricardo Gutiérrez, que le tenía especial afecto, examinó detenidamente al pequeño y descubrió la raíz de su enfermedad. Enton­ ces, casi sin hacer comentario, salió de la hu­ milde vivienda, y a las pocas horas regresó trayendo los remedios. Y los "remedios" eran mayormente juguetes, muchos juguetes para el niño. Cuando el buen médico se despedía de su pequeño paciente, que ya tenía su ros­ tro iluminado por la alegría, le dijo a su ma­ dre: "Señora, su hijo, más que enfermo, es­ taba triste". Cuando la alegría invadió aquel corazón infantil, cesó 38 EL PODER TERAPÉUTICO DE LA ALEGRÍA la enfermedad. ¡Cuán notable es la capacidad terapéutica de la alegría! Ahuyenta los malestares del cuerpo y los do­ lores del alma. Tiene la admirable fuerza inmunológica y preventiva que prolonga la salud. ¿No lo has notado en tu propia experiencia? Sí, cuando por alguna razón tú te sentiste abatido, aparecieron diversas molestias en tu or­ ganismo. Pero por el contrario, cuando una ráfaga de fe­ licidad se metió en tu corazón, te sentiste sano y fuerte. El "medicamento" de la alegría realizó esa cura milagro­ sa. A todos nos pasa lo mismo, por más fríos y raciona­ les que parezcamos ser. REMEDIO EFECTN O Desde la antigüedad, el sabio Salomón escribió: ceEI co­ razón alegre constituye buen remedio; mas el espíritu triste seca los huesos" (Proverbios 17:22). Otras versiones de es­ ta declaración dicen: "El estar alegre conserva la salud. Es una muerte lenta es­ tar triste todo el tiempo" (Good News Bible). "El corazón alegre sana como medicina, pero el espíritu abatido enferma" (La Biblia al día; paráfrasis). Siendo que la experiencia individual y la ciencia médi­ ca confirman esta antigua declaración, ¿no debería existir en todos un especial empeño para conservar la alegría del espíritu? Pero ¡qué extraño! En general, preferimos ingerir medicamentos para sentirnos físicamente bien, en lugar de utilizar la terapia gratuita y efectiva de la simple alegría de vivir. De hecho, no estamos en contra de los fármacos adecuados, salvadores de tantas vidas humanas. Pero de manera particular, ¿por qué no utilizar ese otro remedio y preventivo de muchas dolencias, que embellece la vida, y que se llama Corazón Alegre? 39
  • 22. A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZ6N! Fue también el rey Salomón, quien escribió: "El cora­ zón alegre hermosea el rostro; mas por el dolor del corazón el espíritu se abate" (Proverbios 15:13). Ésta es otra ver­ dad digna del mayor énfasis. ¡Cuántos productos de la cosmética moderna se utilizan para embellecer el rostro! Sin embargo, un corazón radiante de alegría hermosea más el rostro que el mejor maquillaje. La mirada se vuel­ ve transparente, los labios transmiten una cálida sontisa, y la expresión general denota belleza interior. l. ¿Tienes tú un corazón alegre? 2. ¿Te esfoerzas por cultivarlo en todo momento? 3. ¿Has comprobado en tu vida que la alegría pro­ mueve la salud? 4. ¿Cómo te ves cuando sonríes frente a un espe­ jo? 5. Cuando te sientes abrumado por un problema, ¿recuerdas que lo puedes resolver mejor si retie­ nes la alegría? Una señora amiga nos decía: "Me gusta vivir con ni! marido, porque a su lado siempre hay alegría. Es una per­ sona feliz, y nos alegra a todos en el hogar". ¿No es éste un testimonio revelador? Sí, todos funcionamos mucho mejor, dentro y fuera del hogar, cuando damos y recibi­ mos muestras de alegría. El espíritu alegre, con la risa que le acompaña, es un importante factor de salud. Combate la tensión emocional, mejora la digestión, reduce las úlce­ ras de estómago y tonifica todo el organismo. Es señal de inteligencia, pues, conservar contento el corazón. Por eso San Pablo aconseja: "Regocijaos en el Señor 40 EL PODER TERAPÉUTICO DE LA ALEGRÍA siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!" (Filipenses 4:4). "Estad siempre gozosos" (1 Tesalonicenses 5: 16). Quien tuvo razones para vivir sufriendo y penando, cultivó sin embargo la alegría, y desafió a los cristianos a vivir con gozo y contentamiento. Tú y yo podemos tener motivos para sentirnos tristes más de una vez. Pero sobre todo po­ demos descubrir buenas razones para disfrutar de alegría. Todo dependerá de nuestra propia decisión. LAS HORMONAS DE LA FELICIDAD Nuestro organismo tiene la admirable capacidad de producir hormonas estimulantes, que contribuyen al bie­ nestar general de la persona. Estas sustancias reciben el nombre genérico de "endorfinas" que, entre otras funcio­ nes, promueven la salud, fortalecen el sistema inmunoló­ gico y producen la agradable sensación de sentirnos bien. Las endorfinas se desarrollan en el cerebro, como asombroso resultado de los sentimientos positivos, tales como el gozo, el amor, la gratitud y la fe. Inversamente, los sentimientos negativos, como el desánimo, el temor, el odio, el resentimiento y la ira, cuando son prolongados impiden la producción de endorfinas, y consecuentemen­ te aumenta la aparición de la enfermedad. Es evidente, entonces, que una actitud emocional po­ sitiva es garantía de salud y bienestar. Al punto de que po­ dría decirse: "Dime qué sentimientos abrigas en tu alma, y te diré cuál será tu salud". Este mismo concepto ya ha­ bía sido destacado muchas décadas atrás por Elena de White quien, como precursora en la materia, escribió: "Las penas, la ansiedad, el descontento, el re­ mordimiento, el sentimiento de culpabili­ 41
  • 23. A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓNI dad y de desconfianza menoscaban las fuer­ zas vitales, y llevan al decaimiento y a la muerte". Pero en contraste, la misma autora añadió: "El valor, la esperanza, la fe, la sim­ patía y el amor fomentan la salud y prolon­ gan la vida. Un espíritu satisfecho y alegre es como salud para el cuerpo y fuerza para el al­ ma" (El ministerio de curación, pág. 185). Frente a esta declaración, corroborada por los moder­ nos estudios científicos, ¿no debería ejercerse una mayor disciplina mental, a fin de asegurar una mejor salud? Los sentimientos constructivos, la alegre convivencia con los demás, la estima propia y el valor ante las pruebas de la vida son productores de las maravillosas endorfinas, que dan felicidad al alma y salud al cuerpo. • Como ilustración de los párrafos anteriores, podría­ mos recordar lo que narra E. S. Jones en una de sus obras. Cuenta él que un hombre comenzó a sentirse muy mal mientras hacía su primer viaje en avión: su corazón le fa­ llaba, le faltaba el aliento, la altura era demasiado elevada para él. Entonces el médico que lo asistía, le preguntó dónde vivía. Y el hombre contestó que vivía en la ciudad de Méjico. Cuando el médico le informó que sólo estaban volando a 700 metros de altura, y que la ciudad de Méji­ co estaba a más de 2.000 metros, el hombre se recuperó inmediatamente. Su terrible pánico lo había llevado al borde de la muerte. Pero luego su tranquilidad le devol­ vió la salud. • Otro caso parecido, narrado por el mismo autor, es el de aquella enfermera que solicitó en su hospital que le permitieran trabajar de noche, a fin de poder asistir a la EL PODER TERAPÉUTICO DE LA ALEGRÍA universidad durante el día. Pero la solicitud le fue dene­ gada. A los pocos días debió ser internada en el hospital con un fuerte dolor en el costado, imposibilitada de co­ mer, y con una fiebre que llegaba a los 41 grados. Sin em­ bargo, no se le encontró ninguna enfermedad. Luego de unos días de descanso, por fin se le otorgó a la enfermera el turno de la noche que había pedido. Y casi instantáneamente se sanó. Pudo entonces estudiar de día y trabajar durante la noche, como había sido su deseo. La alegría de haber conseguido lo que había soli­ citado la curó de todos sus males. ¡El poder terapéutico de la alegría! ¿Quién lo podría negar? EL BUEN HUMOR Y LA TRANQUILIDAD "¡Mis nervios me dominan!" "¡Ando muy mal de mis nervios!" Tales son las expresiones de numerosas mujeres que carecen de dominio propio o de autocontrol. Y vícti­ mas de su propia debilidad emocional, viven insatisfechas consigo mismas, afligidas y disminuidas en su conviven­ cia con los demás. Carecen de buen humor. La ansiedad las consume, y la tensión emocional las quebranta. Ya los hombres no suele irles mejor. Un elevado por­ centaje de ellos sufre de constante preocupación y de es­ trés laboral. Su mente está obsesionada y perturbada por diversos problemas. Por lo tanto, los tales también care­ cen de buen humor. Tal vez, sus expresiones más comu­ nes sean: "¡Cuánta mala sangre debo hacerme en el traba­ jo!" "¡Qué difícil está todo!" Como resultado de esta condición típica de quejas, cuando no de inmadurez, a menudo 42 43
  • 24. A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓNI surgirán los desencuentros y las desavenen­ cias en e! vínculo matrimonial. Ella se senti­ rá sola e incomprendida, sin e! afecto y e! apoyo de su marido. Y en su soledad, quizá sufra de amargura y desaliento bajo e! peso de su carga familiar. En cuanto al hombre, su experiencia será parecida. No encontrará afecto en su espo­ sa ansiosa y afligida. Y frente a tal insufi­ ciencia afectiva, ese esposo agobiado man­ tendrá su mal humor y no se sentirá a gus­ to en su casa. Como consecuencia, podrá surgir en él un amor extramatrimonial. y de allí al rompimiento del hogar podrá ha­ ber apenas un paso. A esta dase de fracaso se puede llegar cuando el descon­ trol emocional, e! mal humor y el desamor dominan la vi­ da de una persona, o de ambos cónyuges dentro de! hogar. UN CASO REVELADOR En contraste, el buen humor y el espíritu sereno afian­ zan e! bienestar y mejoran la salud de todo e! grupo fami,.. liar. El Sr. Haney, según cuenta Dale Carnegie, sufría de úlcera duodenal. Siempre vivía preocupado y malhumo­ rado. De acuerdo con la opinión de los médicos, e! avan­ zado estado de su dolencia era incurable. Así que junto con la nueva dieta y e! reposo absoluto que le prescribie­ ron, también le aconsejaron que hiciera su testamento. Viéndose así desahuciado, e! Sr. Haney decidió hacer otra cosa: invertir sus ahorros realizando un viaje en barco alrededor del mundo. Los médicos le advirtieron que en EL PODER TERAPÉUTICO DE LA ALEGRÍA tal caso lo tendrían que sepultar en e! mar. Sin embargo, en prevención de lo que podría sucederle, e! Sr. Haney ob­ tuvo el permiso de la compañía naviera para llevar su pro­ pio ataúd. ¿Y qué talle fue al viajero? Disfrutó tanto de su paseo, y se olvidó tanto de sus dolencias y sus preocupa­ ciones, que al finalizar el viaje tenía ¡cuarenta kilos más de peso! Por supuesto, se curó de su úlcera y debió deshacer­ se de su ataúd. Al poco tiempo, el Sr. Haney volvía a ocu~ parse de sus negocios y a vivir en paz con su familia. Cuando él reemplazó su preocupación por la alegría y la tranquilidad del viaje, su grave dolencia desapareció. ¿No se advierte aquí una elocuente lección? ¡Qué poder tiene el es­ píritu alegre y satisfecho! Calma los nervios, mejora la sa­ lud general, y asegura la buena convivencia familiar. La alegría de vivir ahuyenta la enfermedad mental. El alienista Isidro Más de Ayala es­ cribió: "No conozco un solo caso de una perso­ na feliz que haya enloquecido': LA POSICIÓN DE LOS LABIOS A esta altura de nuestras consideraciones, cuando ad­ vertimos la enorme importancia de un espíritu alegre ­ y también la necesidad de poseerlo-, es útil que nos preguntemos cómo conseguir esta virtud. Veamos esta simple receta. Un psiquiatra del estado de California parece haber descubierto un método sencillo pero efectivo para mejo­ rar la salud emocional. Su prescripción es la siguiente: "Sonría, mantenga la sonrisa, nunca deje de sonreír. Si us­ ted mantiene hacia arriba las comisuras de los labios, no puede sentirse melancólico". Quizá esta indicación parez­ 44 45
  • 25. A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZÓN! ca infantil y hasta ridícula. Pero antes de rechazarla, ¿no valdría la pena probarla? Muchos se han sorprendido al seguir esta simple receta. El persistir con los extremos de los labios hacia arriba, esbozando una sonrisa natural, me­ jora el tono emocional de la persona. Interrumpe la lectura y haz la prueba. Al principio cuesta un poco, ¿verdad? Pero al insistir se nota el buen resultado. Lo difícil de la receta consiste en practicarla de manera continuada. Pero es efectiva, porque responde al principio psicológico de que el cambio del comporta­ miento modifica los sentimientos. Y a su vez, el cambio de los sentimientos mejora el comportamiento general. De este modo, se potencian entre sí la acción y el senti­ miento, lo cual redunda en un mayor bienestar personal. y cuando finalmente aparece la alegría -con la ayuda del método comentado-, es imposible disimularla. Co­ mo les ocurrió a aquellos dos hombres que acababan de descubrir oro en una región desolada. Cuando regresaron al pueblo para organizar la explotación del precioso metal recién descubierto, los dos compañeros juraron no decir el secreto a nadie. Sin embargo, el día cuando emprendie­ ron el viaje hacia la zona del oro, se les sumaron nada me­ nos que ¡trescientas personas! ¿Cómo se habían enterado del "gran secreto"? Simplemente, por el rostro feliz y ra­ diante de los dos descubridores. El gozo del corazón no se puede esconder. El rostro y la mirada lo revelan claramente. EL HOMBRE QUE RECUPERÓ LA ALEGRÍA Debido a una seria enfermedad de su esposa, un ope- EL PODER TERAPÉUTICO DE LA ALEGRÍA rario metalúrgico había gastado ya todos sus ahorros y se había endeudado en varios sueldos. Sus acreedores no só­ lo no le fiaban más, sino que lo habían amenazado con embargarle sus bienes personales. Y entretanto su mujer seguía enferma, el hombre no tenía con qué hacer frente a su abultada deuda. Para entonces, el capataz de la fábrica donde trabajaba notó que este operario ya no rendía como antes. Más aún, sus manos le temblaban y hasta con frecuencia se le caían las herramientas. Yel pobre hombre, con la idea de aliviar su angustia, solía emborracharse. Cuando el capataz se enteró de la desgracia de su su­ balterno, simpatizó con él. Ese mismo día habló con el gerente de la fábrica. Y tras considerar el problema y re­ pasar los buenos antecedentes del operario, lo llamaron y le informaron que la empresa se haría cargo de todas sus deudas. ¡El hombre no podía creer la noticia! Le parecía mentira lo que estaba oyendo. Enjugó sus lágrimas, y su rostro quedó iluminado por la alegría que hada tiempo había perdido. Lo notable fue que a partir de ese momento, el hom­ bre recobró su vigor físico y sus manos dejaron de tem­ blar. Volvió a rendir en el trabajo como en sus mejores tiempos. Hasta su esposa sanó de su enfermedad, y su hogar volvió a conocer la felicidad. El buen estado aní­ mico les cambió la vida. ¿Estás pasando por un momento difícil o penoso? No permitas que el dolor te consuma o que tu salud se dete­ riore por ese motivo. Dibuja en tu rostro un matiz de ale­ gría; arranca de tu alma una nota de confianza en Dios. Cuando en medio de la noche aprendemos a observar las estrellas, la noche no parece tan oscura. 4746
  • 26. A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN! Dijo Nehemías, el gobernador y dirigente religioso de su pueblo: "El gozo del Señor es vuestra fortaleza" (Nehemías 8: 10, NRV 2000). La alegría profunda que da Dios ase­ gura la "fortaleza" del cuerpo y del alma del creyente. EN LA HORA DE LA PRUEBA Se encontraban encerrados en el calabozo de mayor se­ guridad, con los pies en el cepo, como criminales de gran peligrosidad. Pero en realidad eran inocentes. Y allí esta­ ban, en esa inmovilidad y en ese encierro insoportables: con dolor, con hambre y en completa oscuridad. Eran el apóstol San Pablo y su compañero Silas. En su lugar, otros presos habrían clamado, gritado y maldecido. Pero ellos, en cambio, se pusieron a cantar. Y en la hora del canto y del espíritu positivo llegó la liberación. Mientras estos dos valientes cristianos entonaban sus canciones de fe, un terrible terremoto sacudió la cárcel y se abrieron todas las celdas. Providencialmente, recupera­ ron así la libertad, y terminaron siendo honrados como personas inocentes. y esto que relata la historia bíblica acerca de Pablo y Silas (Hechos de los Apóstoles, capítu­ lo 16), es un notable ejemplo para todos los tiempos. Quien conserve fuerte su ánimo y se apoye en el Altísimo, comprobará de veras "el poder terapéutico de la alegría" y de la confianza en Dios. En su encierro carcelario, Pablo y Silas no se dejaron aplastar. Consideraron que era mejor cantar que llorar, y orar que maldecir su suerte. Y su valerosa actitud fue al­ tamente recompensada: fueron sacados de la cárcel y su corazón se llenó de gozo. Hasta hoy pasa 10 mismo. En la EL PODER TERAPÉUTICO DE LA ALEGRÍA hora de la prueba, la aflicción o el infortunio, siempre es mejor el valor que la cobardía, el gozo anticipado del al­ ma que la inútil autocompasión. Siempre es mejor, mu­ cho mejor confiar en Dios y pedir su fuerza que abando­ narse en medio de la dificultad. En la cárcel del dolor, ¿quién mejor que nuestro Padre para infundimos gozo y asegurarnos plena libertad del mal? CLAVES PRÁCTICAS El D r. Carlos Iacovone ofrece los siguientes consejos para disfrutar de la vida con alegría. Adaptados como es­ tán, pueden muy bien Sllmarse a las páginas previas de es­ te capítulo, a fin de señalar mejor el bienestar del corazón. l. No magnifique sus problemas. 2. Desarrolle el sentido del humor. 3. No se preocupe demasiado por usted mismo. 4. No viva apurado, ni sea obsesivo. Sea más sonriente y reflexivo. 5. Acepte los cambios naturales e inevitables de la vida. 6. Evite todo pensamiento negativo o deprimente. 7. Bríndese al prójimo y establezca lazos de amistad. 8. Sea usted mismo. No viva de acuerdo con el libreto de otro. 9. No se idealice como persona, ni idealice a los demás. 10. Controle sus temores y sus ambiciones desmedidas. 11. No se exceda en su importancia propia. 12. Acepte sus fracasos sin perder la autoestima. 49 48
  • 27. A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN! Condensando lo dicho... 1. Detrás de ciertos síntomas físicos que parecen reve­ lar una enfermedad, a menudo se esconden estados emo­ cionales negativos que alteran la salud general. Éstos son los verdaderos responsables de muchas dolencias. Por eso, ni bien se superan las fallas emocionales desaparecen los trastornos físicos. Recuerda: (A) el caso de María, quien desterró el odio de su corazón, y se liberó de sus temibles dolores; y (B) la experiencia del niño que se curó de su en­ fermedad cuando su tristeza dio paso a la alegría. 2. El sabio Salomón tenía razón: "El corazón alegre constituye buen remedio; mas el espíritu triste seca los huesos" (Proverbios 17:22). Realmente, la alegría de vi­ vir encierra un poder terapéutico para sanar y prevenir la enfermedad. De ahí que San Pablo aconseje lo que él mismo practicó: "Estad siempre gozosos" (1 Tesaloni­ censes 5: 16). 3. Las endorfinas son las "hormonas de la felicidad". Promueven la salud, y crean la agradable sensación de sentirnos bien. El cerebro las produce, como resultado de los sentimientos positivos, tales como el gozo, el amor, la gratitud, la fe y la paz interior. 4. El buen humor y el espíritu tranquilo afianzan el . bienestar. Así lo demuestra la experiencia vivida por el Sr. Haney, quien se libró de la muerte gracias al viaje de pla­ cer y despreocupación que realizó alrededor del mundo. 5. La sonrisa, aun forzada en un comienzo, puede des­ pertar la alegría y la salud emocional. Un cambio en el comportamiento modifica los sentimientos. También, un cambio en los sentimientos mejora el comportamiento general. ¡Vale la pena mantener las comisuras de los labios hacia arriba! 50 EL PODER TERAPÉUTICO DE LA ALEGRÍA 6. El caso del operario abatido y enfermo que recupe­ ró su salud, muestra la importancia de la alegría como fuerza curativa del cuerpo y del alma. 7. La valiente actitud de Pablo y Silas es un admirable ejemplo para los creyentes de todos los tiempos. Mientras soportaban aquel horrible encarcelamiento, se pusieron a entonar canciones de alabanza al Creador. No pronuncia­ ron palabras de queja o maldición. y mediante un provi­ dencial terremoto, pronto recuperaron su libertad. Así también, Dios nos libra hoy de penas y quebrantos cuan­ do nos gozamos en él y honramos su nombre. Cerramos este capítulo, recordando la máxima que afirma: "Perdedor no es quien llega en último Lugar, sino quien no se atreve a competir': En la carrera de la alegría, todos los competidores sa­ len ganadores. Unos antes, otros después, en mayor o me­ nor medida, todos llegan a la meta si perseveran. y como resultado, mejoran su salud física, acrecientan su rendi­ miento laboral, y refuerzan su convivencia general. ¿Có­ mo entonces alguien podría dejar de competir en la fasci­ nante conquista de la alegría? ¡Participa tú también! ¡Te espera una gran ganancia! 51
  • 28. Capítulo 4 INVASORES DEL ALMA Las actitudes erradas del alma impiden el desarrollo de la alegría. Invaden sutilmente el corazón con indeseados resultados. Cierto clérigo acababa de hacerse cargo de su nueva parroquia. Y por esos días fue a visitar a una conoci­ da anciana de su feligresía, a quien le preguntó: "Si usted tl~viera que darme un consejo antes de pronunciar mi pri­ mer sermón en la iglesia, ¿qué me diría?" Y la anciana le respondió: "Sólo recuerde que cada persona que asista a la iglesia para escucharlo, estará sentada junto a su propio charco de lágrimas". El clérigo entendió el consejo recibido. Él debía hablar para infundir aliento, consuelo y esperanza a sus oyentes, quienes en un sentido u otro, todos por igual, estarían aquejados de algún dolor. Tal es, fue y será la condición del espíritu humano. Todos tenemos nuestro propio "charco de lágrimas". A veces disimulado, otras veces ex­ presado, allí está el dolor que lacera el corazón y que de­ manda un sorbo de alegría. Con mayor o menor intensidad, tarde o temprano, to­ dos derramamos nuestras lágrimas, con las cuales inunda­ mos las cámaras de nuestro corazón. Y en tal estado, sole­ mos preguntarnos qué mal hemos hecho, por qué nos to­ ca sufrir así, y cómo podemos superar esa hora de pesar. 53
  • 29. A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZ6N! ¿No te has formulado estas preguntas más de una vez? ¿y cuáles fueron tus respuestas? Quizá no pudiste encon­ trar ninguna, ¿verdad? Y así seguiste con tu alma acongo­ jada y con tu mente nublada, buscando el modo de no naufragar en medio de la contrariedad. Sin embargo, en un análisis sereno y sincero de las circunstancias, todos podemos reconocer que muchos de nuestros padecimien­ tos son el resultado de nuestras propias actitudes equivo­ cadas, que invaden nuestras almas y a veces hasta domi­ nan nuestra voluntad y nuestra conducta habitual. El presente capítulo estará dedicado a señalar estas ac­ ti[lldes erróneas o "invasores" del espíritu, para descubrir luego la manera de dominarlos y así disfrutar de alegría. PRIMER INVASOR: EL EGOíSMO No podría haber peor invasor que éste. Dondequiera penetra, destruye la felicidad. Mientras el reconocido psiquiatra Guillermo Sadler estaba atendiendo a una de sus pacientes; ésta le dijo: "Sabe doctor, yo soy muy sen­ sible". A lo cual el médico respondió: "No, señora, lo que tiene usted es que es muy egoísta". Ante tal declara­ ción, la mujer abandonó enojada el consultorio. Pero a los diez días regresó. Y esta vez, con tono humilde le confesó al Dr. Sadler: "Usted tenía razón. La causa de toda mi enfermedad radicaba en mi manera egocéntrica de encarar la vida". Bien podría decirse que la mayor causa de las desgra­ cias humanas es el egoísmo, y que mientras este invasor no sea desalojado del alma, la alegría no podrá florecer. El egoísmo es mezquindad, inmadurez, egolatría. Es la con­ tracara del amor. Es el veneno desintegrador del alma... El egoísta no sirve a su prójimo; se sirve de él para escalar. INVASORES DEL ALMA No tiende su mano para dar, sino para recoger. Todo lo que busca en la vida es su beneficio personal. No sabe de abnegación ni de buena voluntad. Y así vive tristemente enquistado en su propio yo. ¿Cómo podría tener verdadera alegría una persona con semejante mentalidad? Quien vive sólo para sí termina en el desprecio y la soledad. Lo que no tiene, lo codicia; lo que tiene, no lo comparte. ¡Pobre desdichado el hombre o la mujer egoísta! Está de más en el mundo. No ha aprendido a vivir... La verdadera felicidad demanda la vic­ toria sobre el egoísmo. Examínate con estas preguntas: 1. ¿Cuán a menudo pienso en el bienestar de los demás? 2. ¿Me considero una persona solidaria y generosa? 3. ¿Me siento feliz cuando puedo hacerle un favor a alguien, o más bien rehúso hacerlo? SEGUNDO INVASOR: EL ORGULLO Éste es otro de los invasores que hacen estragos en el alma. Hijo mimado del egoísmo, el orgullo es otra forma de egocentrismo. El orgulloso siempre piensa y habla bien de sí mismo. Se siente superior a los demás. Enfermo de agrandamiento e importantismo, el orgulloso es arrogan­ te y vanidoso. Se goza contando su última conquista o su más reciente adquisición. Amante de la ostentación, y enemigo de la humildad, incurrirá en falsa modestia para disimular su engreimiento. Con una desmedida autoestima, el orgulloso se mueve 55 54
  • 30. A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓNI con ridículo narcisismo, esperando el reconocimiento de los demás. Pero como posiblemente no reciba alabanza al­ guna, su orgullo herido lo hará sentir mal querido y des­ preciado. Como resultado, su alma se cargará de disgusto y pesar. Quebrará su paz interior, y se quedará sin la ale­ gría de vivir que tanto buscaba. ¡Cuán diferente es la experiencia de la persona genui­ namente virtuosa! No necesitará agrandarse para nada, ni buscará el elogio ajeno. Elegirá la sencillez y el bajo perfil como su forma natural de comportarse y de convivir. Sin ínfulas ni pretensiones de grandeza, será feliz con su equi­ librio y moderación. Desde la antigüedad, el apóstol San­ tiago afirma: "Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes" (Santiago 4:6). El orgullo conduce a la desdicha y a la autodestruc­ ción. Como lo ilustra la fábula de la rana yel buey. Vien­ do la imponencia del buey, la rana quiso ser igual a él. Y comenzó a tragar aire y a inflarse. Y en su sed de agranda­ miento, siguió inflándose hasta que su cuerpo reventó. A semejanza de la rana, ¡cuántos seres humanos se amargan y revientan fatalmente porque viven enfermos de necio importantismo y orgullo! Es como si necesitaran sentirse grandes para ufanarse de ello, cuando en verdad son sólo pigmeos espirituales. ¡Cuánta pequeñez y estupidez den­ tro del pobre corazón humano! 1. ¿Sientes que a veces te invade una corriente de arrogancia y vanidad? 2. ¿Crees que es posible gozar de alegría teniendo orgullo en el corazón? 3. ¿Te agrada cultivar la virtud de la humildad? En tal caso, ¿cómo la cultivas? INVASORES DEL ALMA TERCER INVASOR: LA ENVIDIA Éste es un astuto y sutil invasor, que logra penetrar en el corazón desprevenido. Cuando otros vicios del alma fracasan en su intento destructor, la envidia entrará sola­ padamente para arruinar el bienestar y la alegría de la víc­ tima. Cuenta una historia de la Edad Media que el tenta­ dor deseaba hacer caer a un famoso santo. Para ello, le fue presentando las tentaciones más seductoras, pero sin ob­ tener éxito. Hasta que por fin el tentador se acercó al san­ to, y le susurró al oído: "¿Supiste que tu hermano fue nombrado obispo de Alejandría?" Y esta sola pregunta en­ cendió la envidia del santo y lo llenó de amargura. ¡Cuán fácilmente puede enfermarnos y envenenarnos la envidia! Basta que el prójimo cercano obtenga alguna medida de éxito o de prosperidad, para que surja el envi­ dioso que no podrá admitir que él se ha quedado atrás. Entonces resentido y disminuido, comenzará a desmere­ cer y calumniar al triunfador. En lugar de esforzarse para superarse él también, se limitará a rebajar a quien lo supe­ ró. ¡Qué mecanismo vil e inútil para contrarrestar la su­ perioridad del prójimo, en lugar de imitarla! Sin embar­ go, ¡cuántos corazones pierden su alegría por causa de es­ te vicio descomponedor de la vida! Alguien decía: "No me envidies por mi progreso sin conocer mi sacrificio". Y desde aquí añadimos: "No envi­ dies a tu prójimo, sino más bien imita su esfuerzo si quie­ res triunfar como él". El envidioso siempre sale perdedor en la carrera de la vida. Su mezquindad lo trastorna y lo estanca. Quiere ser feliz, pero no puede. Su necia amargu­ ra lo tiene aprisionado en prolongada tristeza. Pero seme­ jante patología puede desaparecer con la dirección del Al­ tísimo. Con él es posible amar, en lugar de envidiar. Y 57 56
  • 31. A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN! vencida la envidia, nace la alegría de vivir. 1. ¿Te gozas con el éxito de tu prójimo cercano, sea tu colega, o tu amigo? 2. ¿Qué haces cuando alguna sombra de envidia quiere posarse sobre tu corazón? 3. ¿Qué consejo le darías a una persona amargada por la envidia? CUARTO INVASOR: EL PESIMISMO Aquí estamos frente a la mente negativa y derrotista. Es la persona que nada intenta porque teme fracasar. To­ do lo ve difícil y complicado. Se concentra en las som­ bras sin ver la luz. Descubre problemas en las solucio­ nes, en lugar de soluciones para los problemas. Se aflige por las espinas, en vez de alegrarse con las rosas. Siem­ pre ve el vaso medio vacío, sin advertir que también es­ tá medio lleno. Este espíritu pesimista es el espíritu del estancamiento, de la falta de voluntad para el esfuerzo. y sin esfuerzo ni voluntad no puede existir la alegría del éxito. El pesimis­ mo termina en fracaso y frustración. Sin embargo, mu­ chos se estancan en él, sin saber la insatisfacción y la des­ dicha que les espera. Imaginemos a un hombre pesimista. Está conforme como está; carece de iniciativa. Su esposa le sugiere hacer un viaje, pintar la casa, cambiar los muebles, o realizar un curso de cierto perfeccionamiento profesional. Pero él res­ ponde: "¿Para qué? Si estamos bien así. No nos compli­ quemos la vida. Además, en un viaje podemos accidentar- INVASORES DEL ALMA nos; si pintamos la casa, gastamos nuestros ahorros; si cambiamos los muebles, ¿qué hacemos con éstos que te­ nemos? Y el curso de perfeccionamiento, no lo necesito para mi trabajo". Y así, con su espíritu irresoluto y nega­ tivo, este esposo y padre no disfruta de la vida ni tampo­ co hace feliz a su familia. La alegria siempre requiere una actitud positiva y opti­ mista ante la vida. De lo contrario, el espíritu se repliega y desaparece el vigor radiante del alma. Cuando esto ocu­ rre, es porque el invasor del pesimismo ha tomado pose­ sión del corazón. Es entonces cuando el optimismo debe realizar su acción dominante y correctora. 1. ¿Eres una persona negativa, opositiva? 2. ¿Gozas de tu espíritu emprendedor, o a veces te extralimitas y te metes en problemas? 3. ¿Estimulas el espíritu optimista en tu grupo fa­ miliar? ¿Te siguen los demds? QUINTO INVASOR: LA DISCONFORMIDAD Quien se muestra desconforme no puede ser alegre al mismo tiempo. La persona que desee sentirse bien inte­ riormente deberá cultivar un espíritu satisfecho. Esto no quiere decir que aprobará todas las acciones humanas, o que apañará la maldad que le rodee. Tal actitud seria una ingenuidad o una peligrosa alianza con el mal. Peto lo cierto es que el desconforme, el quejoso y el criticón no pueden ser personas felices. El que tiene una modalidad quejumbrosa le ha abierto la puerta de su corazón a un repudiable invasor. Y mien­ 59 58
  • 32. A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓNI tras éste domine la vida, la alegría permanecerá ausente y sin retorno. ¡Cuánta gente malogra sus mejores años por­ que en este sentido todavía no ha aprendido a vivir! Son desconformes de alma. Se quejan del estado del tiempo, de la índole de su trabajo, de los inconvenientes de su sa­ lud, del trato de sus vecinos, y hasta del accionar de Dios. Son un permanente día nublado, una protesta y un la­ mento con una lágrima a flor de piel. jDeja de quejarte! No hagas un drama de cada proble­ ma. Aprovecha las cosas buenas de la vida y disfrútalas. De 10 contrario, te consumirán el mal humor y la amar­ gura. Siempre hay sobrados motivos para estar satisfechos y agradecidos. Tiempo atrás me encontré con un linyera, quien estaba calentando un poco de agua en una lata su­ cia, tal vez para beber algo caliente en esa fría mañana de invierno. El hombre estaba solo, pobremente vestido, sin ninguna comodidad. Yal pasar junto a él, lo saludé y le pregunte:, "Q'¡ ue ta.l' ¿C6mo esta.'?" y e'1 me contesto:' "¡Muy bien, gracias a Dios!" Esas palabras tocaron mi sensibilidad. y pensé: "¡Cuántos tienen de todo, y viven quejándose! y aquí es­ te pobre hombre, sin ningún bien terrenal, me dice enfá­ ticamente que gracias a Dios está muy bien". Linyeras de la vida, gracias por enseñarnos a vivir satisfechos y agra­ decidos, aunque no poseamos más que lo necesario. Eso basta para tener un corazón contento. l. ¿Eres una persona desconforme, o satisfecha? 2. ¿Sabes alegrarte por las pequeñas bellezas de la vida, o más bien te amargaspor la maldad circundante? INVASORES DEL ALMA 3. ¿Le das cada día gracias a Dios por sus ben­ diciones? SEXTO INVASOR: LA ANSIEDAD ¿Quién no ha sido invadido por este enemigo de la ale­ gría de vivir? Es la preocupación que consume, la intran­ quilidad que desencaja el espíritu, la incertidumbre acer­ ca del mañana. No hay paz para el alma preocupada, ni tampoco salud y alegría. Vivir ansiosos y enfermos hoy por lo que pueda pasarnos mañana, es restarle bienestar al día presente, sin que por eso podamos modificar de ante­ mano ese mañana que tememos. La preocupaci6n nos hace ver el futuro como un temi­ ble fantasma. Y esto produce confusión mental y toda cla­ se de malestares psicosomáticos. Si tú estás preocupado por alguna raz6n, esfuérzate por vivir día por día, y pro­ cura cumplir ordenadamente tus deberes cotidianos. El desorden mental es enfermizo y produce ansiedad. No de­ jes, pues, que tus trabajos y problemas controlen y asfi­ xien tu vida. Bien enseñaba Jesús: "No os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal" (S. Mateo 6:34). Un antiguo rey oriental vivía siempre preocupado. Hasta que su hija le obsequió una preciosa esmeralda, so­ bre la cual estaban grabadas estas palabras: ''Esto también pasará". La intención de este regalo era que el rey com­ prendiera que en la vida todo es pasajero. Por lo tanto, ¿por qué permitiría que la preocupación o la ansiedad lo afligiera o enfermara? San Pedro insta a colocar toda nuestra ansiedad sobre Dios, "porque él tiene cuidado de vosotros" (1 S. Pedro 61 60
  • 33. A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZÓN' 5:7). Sí, la confianza en Dios yen su cuidado protector proporciona seguridad al alma, ahuyenta la ansiedad yen­ ciende la alegría de vivir. ¿No encontramos aquí un rum­ bo cierto hacia la felicidad? 1. ¿Cuáles son las cosas que más te preocupan? 2. ¿'Has experimentado cuán perjudiciales son pa­ ra la salud la ansiedady la preocupación? 3. ¿Qué sueles hacer para librarte de estos invaso­ res del alma?· SÉPTIMO INVASOR: EL TEMOR Éste es un invasor que no perdona vidas. Se mueve en todo corazón humano, y aflige aun a los más valientes. Los miedos, las fobias y los temores inhiben la iniciativa y destruyen la alegria. Afligen durante el día y no dejan descansar durante la noche. Las personas que los padecen no pueden pensar con objetividad ni actuar con libertad. N aturalmente, existen los temores moderados y ra­ cionales, que nos vuelven cuidadosos y precavidos con­ tra los peligros. Pero aquí nos referimos a los temores in­ fundados y exagerados, que se cuentan entre los peores enemigos del alma. Éstos son el temor a la soledad, a la noche, a la enfermedad, al dolor, al fracaso, a la vejez, a la muerte... y muchísimos más. ¿Cómo podría sentirse feliz una persona que viva obsesionada con alguno de es­ tos temores? Para ilustrar cuán destructivo puede ser el temor, bas­ te recordar a aquel obrero ferroviario que limpiaba los va­ gones de los trenes. Un día quedó encerrado en un vagón frigorífico, y fue encontrado sin vida después de un reco- INVASORES DEL ALMA rrido de 30 km. Antes de morir alcanzó a escribir: "El frío aumenta. Temo que nadie vendrá a salvarme. Me enfrío lentamente y me muero. Ya me estoy adormeciendo. Ya estoy sin fuerzas para seguir escribiendo". Pero curiosa­ mente, el pobre hombre no murió por la acción del frío, porque el equipo de refrigeración de ese vagón ¡estaba descompuesto! Se murió por causa del miedo. Así es como actúa este terrible invasor. Asusta, parali­ za y aniquila. Con razón Jesús aconseja: "No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo" (S. Juan 14:27). Yel sal­ mista David confiesa: "Busqué a Jehová, y él me oyó, y me libró de todos mis temores" (Salmo 34:4). Éste sigue siendo el camino de la liberación del temor: la dependen­ cia de D ios y su divina protección. Y como resultado, el alma se llena de seguridad, de valor, de paz y de alegría. 1. ¿Tienes alguna clase de temor? ¿Es sólo timidez o indecisión? ¿Qué es realmente? 2. ¿Notas que alguno de tus temores te impide dis­ ftutar plenamente de la vida? 3. ¿Qué haces para vencer tus miedos y temores? OCTAVO INVASOR: EL DESALIENTO Este octavo invasor suele penetrar en el alma cuando se produce alguna frustración o alguna pérdida de impor­ tancia. La deslealtad de un amigo, la imposibilidad de al­ canzar cierta meta, un gran revés financiero, el falleci­ miento de un ser querido... Éstos y otros factores, a veces menos importantes, dan lugar al desaliento del espíritu. Todos podemos ser víctimas de este cruel enemigo de la 63 62
  • 34. A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZÓNI alegría de vivir. ¿Quién no ha sentido en algún momento de su vida el ataque de este artero invasor? y el desaliento trajo consi­ go tristeza y depresión. Y este decaimiento quizá anuló temporariamente nuestra voluntad y nos llevó a la auto­ compasión. El espíritu abatido es una debilidad emocio­ nal que requiere una decisión de cambio: es la melancolía que ansía alegría; es el corazón desamparado que necesita apoyo; y a menudo es el clamor interior que pide un po­ co de comprensión. El Creador promete: "No desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sus­ tentaré con la diestra de mi justicia" (Isaías 41:10). Ante la seguridad de esta promesa, ¿cómo podría desmayar el corazón? Si recordamos que frente a los momentos más desalentadores de la vida Dios nos brinda su fuerza y su amor, ¿no deberíamos entonces llenarnos de ánimo y de alegría radiante? Donde está el desaliento hay dolor; pero donde está Dios hay alegría y bendición. 1. ¿Sueles desanimarte fácilmente? 2. ¿Has notado cómo el desaliento mata la ale­ gría del corazón? 3. ¿Cómo sueles vencer tus "bajones» anímicos? Fuera de pedir la ayuda divina, ¿qué más haces? NOVENO INVASOR: LA IRA ¡Cuán difícil es mantener la calma frente a la provoca­ ción o al insulto! ¡Cuánto cuesta dominar la reacción co- INVASORES DEL ALMA lérica! Sí, es muy fácil ser invadidos por la ira y el enojo. Como resultado, el espíritu se descontrola y la lengua pierde la mesura. Y ese comportamiento desatinado abre heridas dolorosas y ahuyenta la alegría. El sabio Salomón escribió con acierto: "El que tarda en airarse es grande de entendimiento; mas el que es impaciente de espíritu enal­ tece la necedad" (Proverbios 14:29). La ira es una expresión del temperamento colérico y sanguíneo. Media humanidad sufre los estragos de este invasor implacable. Y dondequiera actúa, allí hay agresi­ vidad, violencia y amenazas. Se trata de un desborde emo­ cional tan patológico, que no se puede convivir con él. La ira ha desatado guerras, sigue destruyendo hogares, y ma­ ta cada día la alegría de miles de personas. Por eso el rey David aconsejó: "Deja la ira, y desecha el enojo" (Salmo 37:8). Y San Pablo dijo que el verdade­ ro amor "no se irrita", es decir, no se aíra, no se enfurece, porque es respetuoso y considerado. ¡Cuánto gana enton­ ces en felicidad la persona que sabe controlarse por amor a su prójimo! ¡Qué fuerza irresistible tiene el amor frater­ nal! Genera paciencia y moderación, sujeta los impulsos negativos, y produce armonía en la convivencia. Y lo que es más, garantiza la alegría de la vida. 1. ¿Pierdes a veces el control sobre tus palabras por causa de la ira? 2. ¿Recuerdas cuánto pesar te produjo la última vez que te enfureciste? 3. ¿Sabes rechazar al invasor de la ira con la fuerza de la paciencia y el amor? 65 64
  • 35. A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZÓN! DÉCIMO INVASOR: EL VICIO Los malos hábitos de vida constituyen otro terrible in­ vasor del alma. Deterioran el cuerpo, pero comienzan do­ blegando el alma. Llegan a ejercer tanto dominio sobre su víctima, que terminan por quitarle la alegría y hasta la vida misma. ¿No conoces a más de un fumador que prefiere morirse antes que abandonar el tabaco? ¿No has visto a al­ gún drogadicto consumirse por causa de la droga maldita? ¡Cuánta miseria lleva el vicio a los hogares y a la socie­ dad! Un amigo mío fue en lo pasado un alcohólico incorre­ gible. Solía tomar varios litros de vino por día, a los cuales, durante los fines de semana, les añadía uno o dos litros de bebida blanca. Con frecuencia estaba ebrio y se volvía agre­ sivo. Todavía conserva en su torso las cicatrices derivadas de sus antiguas peleas. Era un pobre desdichado. Hasta que su última pelea lo dejó casi muerto sobre el suelo. ¡Cuánto quisiera que conocieras hoya este amigo mío! Hace años que ha dejado de beber. Y desde entonces es un hombre nuevo, pacífico y feliz. Su historia concluye en el capítulo 10 de esta obra. ¡Qué contraste entre su antigua vida de tristeza y su actual alegría! Y lo mismo ocurre con el ex fumador. He tenido el gusto de ayudar a miles de fu­ madores para que dejaran su hábito tabáquico. ¡Qué ros­ tro radiante el de esos triunfadores! Siempre hay alegría en la victoria sobre el vicio. y como existen el alcoholismo y el tabaquismo, tam­ bién existen la drogadependencia, la lujuria, la adicción a diversos juegos de azar y otros vicios que, en mayor o me­ nor medida, esclavizan y arruinan la vida de sus víctimas. ¡Cuánta desgracia y miseria debe sufrir el vicioso! ¡Y cuán­ to dolor ocasiona a su familia! Vencer el vicio y cultivar la virtud: eso es gozar de una vida sana, próspera y feliz. INVASORES DEL ALMA 1. ¿Tienes algún vicio? ¿Has notado cuánto domi­ na tu vida? 2. ¿Has intentado abandonar tu vicio, o te some­ tes dócilmente a ély a sus penosos resultados? 3. Si has vencido algún malhábito en tu vida, ¿no te sientes alegre y triunfador por ello? En síntesis... Apenas hemos considerado diez de los "invasores" más comunes. ¡Existen tantos otros!... Yen todos los casos se trata de enemigos aborrecibles, por más sutil y solapada que sea su acción destructiva. No dejan vivir en paz, y ro­ ban la alegría del corazón. Repasemos estos invasores de la vida y sus negras consecuencias. 1. El egoísmo, como rancio caldo de cultivo donde se gestan todas las miserias humanas. 2. El orgullo, el necio engreimiento del corazón que siempre termina en triste derrota. 3. La envidia, que sufre con el éxito ajeno y pierde el tiempo profiriendo calumnias ve­ nenosas. 4. El pesimismo, que vuelve negativo el pensa­ miento y estanca la voluntad para todo. 5. La disconformidad, el repudiable invasor del alma que torna quejosa a la gente, yamarga­ da en lugar de agradecida. 67 66
  • 36. A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN' 6. La ansiedad, esa intranquilidad interior que crea preocupación y desgasta inútilmente la vida. 7. El temor, el enemigo que irrumpe y se insta­ la, para crear cobardía y robar la alegría. 8. El desaliento, que debilita el espíritu, y lo en­ ferma de penosa melancolía. 9. La ira, el arrebato descontrolado que pierde la calma frente a la menor contrariedad. 10. El vicio, que esclaviza y degrada, hasta con­ sumir la vida de su víctima. Éstos y muchos otros "invasores" igualmente peligro­ sos, destruyen la felicidad y devoran la salud. Son la rui­ na del alma. Evitarlos y vencerlos, debería ser la consigna de toda persona espiritualmente madura. y ahora, concéntrate en las siguientes palabras de la Madre Teresa de Calcuta (1910-1997), que señalan indi­ rectamente un camino de alegría: ¿CUÁLES... El día más bello? Hoy. El obstáculo más grande? El miedo. El mayor error? Abandonarse. La raíz de todos los males? El egoísmo. La distracción más bella? El trabajo. La peor derrota? El desaliento. La primera necesidad? Comunicarse. ~-----1P¡ INVASORES DEL ALMA 11.!" Lo que más hace feliz? Ser útiles a los demds. ,1r11,1 El peor defecto? El mal humor. El sentimiento más ruin? El rencor. Ir El regalo más hermoso? El perdón. La sensación más grata? La paz interior. El resguardo más eficaz? La sonrisa. El mejor remedio? El optimismo. La mayor satisfacción? El deber cumplido. 11 La fuerza más potente del mundo? Lafe· La cosa más preciosa de todas? ¡EL AMOR! ¡il 69 I 1 1 111 68
  • 37. Capítulo 5 INGREDIENTES DE LA ALEGRÍA Los mejores alimentos requieren buenos ingredientes. Así también, la genuina alegría de la vida demanda ingredientes saludables: simples y sencillos, pero efectivos. Después de un día de escasa venta en el mercado, un pescador regresaba cansado a su casa. Cargaba de vuelta una buena parte de su mercadería. Y en el trayec­ to, a la caída de la noche fue sorprendido por una tor­ menta tan furiosa, que debió buscar refugio en la casa de un amigo floricultor que vivía a la vera del camino. El floricultor le ofreció entonces al pescador lugar pa­ ra pasar la noche, y lo hospedó en la habitación que daba hacia el jardín. Allí, curiosamente, la fragancia de las flo­ res era tan diferente del aroma al cual el pescador estaba acostumbrado, que no podía conciliar el sueño. Hasta que finalmente el hombre se levantó, tomó su canasta de pescados, la roció con bastante agua para que diera más olor, y la colocó junto a la cabecera de la cama. Un ins­ tante después estaba profundamente dormido. Le había resultado más favorable el fuerte olor a pescado que el de­ licado perfume de las flores. y lo que le ocurrió a este hombre en esa ocasión parti­ cular, a menudo nos sucede a todos dentro de nuestro ambiente habitual. Nos parece que sólo en esa atmósfera 71