2. El rey Minos llevaba guerreando
en el norte muchos años y su
mujer, Pasífae, de tanto esperar y
ver que su marido no venía, un
día tuvo una criatura con un toro.
Ésta tenía cuerpo de hombre y
cabeza de toro. Minos, cuando
llegó de la guerra, no se creía que
su mujer le hubiese sido infiel.
Entonces, lo primero que intentó
fue matar al Minotauro, pero
cuando se disponía a matarlo le
faltó coraje para hacerlo.
El rey Minos llevaba guerreando
en el norte muchos años y su
mujer, Pasífae, de tanto esperar y
ver que su marido no venía, un
día tuvo una criatura con un toro.
Ésta tenía cuerpo de hombre y
cabeza de toro. Minos, cuando
llegó de la guerra, no se creía que
su mujer le hubiese sido infiel.
Entonces, lo primero que intentó
fue matar al Minotauro, pero
cuando se disponía a matarlo le
faltó coraje para hacerlo.
3. Entonces Minos le pidió a Dédalo, el
mejor inventor de la época, que
crease una prisión para el
monstruo. Así que Dédalo
construyó un laberinto.
Más de cincuenta soldados
arrastraron al Minotauro dentro del
laberinto, donde debería
permanecer el resto de su vida.
Entonces Minos le pidió a Dédalo, el
mejor inventor de la época, que
crease una prisión para el
monstruo. Así que Dédalo
construyó un laberinto.
Más de cincuenta soldados
arrastraron al Minotauro dentro del
laberinto, donde debería
permanecer el resto de su vida.
Una vez al año Minos
ofrecía como alimento a
siete muchachos y a siete
doncellas al Minotauro.
4. Entonces Teseo, príncipe de
Atenas, al que le parecía injusto
que se le ofreciesen tales
sacrificios, decidió viajar a Creta
con el objetivo de matar al
Minotauro.
Ya estaba a punto de entrar,
cuando una joven se le acercó,
le dio un ovillo de hilo y le dijo:
- Te hará falta para salir del
laberinto. En cuanto entres, ata
el ovillo en la puerta y vete
soltándolo a cada paso que des.
Cuando quieras salir, no tendrás
más que recogerlo.
Entonces Teseo, príncipe de
Atenas, al que le parecía injusto
que se le ofreciesen tales
sacrificios, decidió viajar a Creta
con el objetivo de matar al
Minotauro.
Ya estaba a punto de entrar,
cuando una joven se le acercó,
le dio un ovillo de hilo y le dijo:
- Te hará falta para salir del
laberinto. En cuanto entres, ata
el ovillo en la puerta y vete
soltándolo a cada paso que des.
Cuando quieras salir, no tendrás
más que recogerlo.
5. El Minotauro no fue tan generoso. En cuanto divisó
a Teseo, galopó hacia él para envestirlo. Teseo lo
esperó sin moverse y repelió el ataque con una
fuerza sobrehumana, agarrándole la cornamenta
con su mano izquierda y hundiéndole la espada con
la derecha.
El Minotauro no fue tan generoso. En cuanto divisó
a Teseo, galopó hacia él para envestirlo. Teseo lo
esperó sin moverse y repelió el ataque con una
fuerza sobrehumana, agarrándole la cornamenta
con su mano izquierda y hundiéndole la espada con
la derecha.
6. A la vuelta, la muchacha
que le había ayudado
aguardaba su regreso.
Ésta se llamaba Ariadna y
Teseo decidió llevársela a
Atenas con él. Pero Teseo
se arrepintió de sus
palabras, ya que lo que
sentía por Ariadna sólo
era gratitud y nada más
que gratitud.
Entonces un día, tras
llegar a la isla de Naxos,
Teseo almorzó con
Ariadna y, en cuanto ella
se quedó dormida, Teseo
zarpó sin ella.
A la vuelta, la muchacha
que le había ayudado
aguardaba su regreso.
Ésta se llamaba Ariadna y
Teseo decidió llevársela a
Atenas con él. Pero Teseo
se arrepintió de sus
palabras, ya que lo que
sentía por Ariadna sólo
era gratitud y nada más
que gratitud.
Entonces un día, tras
llegar a la isla de Naxos,
Teseo almorzó con
Ariadna y, en cuanto ella
se quedó dormida, Teseo
zarpó sin ella.
7. Al despertar y ver el barco alejado en
el horizonte, Ariadna lloró con un
desgarrado llanto que empapó la
arena y entristeció el viento.
Aún así, su pena no duró mucho, ya
que Baco se enamoró de ella y la
tomó como esposa. Le regaló una
diadema de oro que Júpiter
convertiría muchos años después en
una luminosa constelación de
estrellas.
Al despertar y ver el barco alejado en
el horizonte, Ariadna lloró con un
desgarrado llanto que empapó la
arena y entristeció el viento.
Aún así, su pena no duró mucho, ya
que Baco se enamoró de ella y la
tomó como esposa. Le regaló una
diadema de oro que Júpiter
convertiría muchos años después en
una luminosa constelación de
estrellas.
8. Mientras tanto en Creta,
Minos, furioso después de
enterarse que habían
raptado a su hija, fue a por
Dédalo y lo encerró junto a
su hijo en su propio
laberinto como castigo.
9. Una mañana, a Dédalo se
le ocurrió la idea de
escapar de aquella cárcel
con unas alas.
Éste le dijo a Ícaro: si
vuelas muy bajo, el mar
mojará tus alas, pero si
vuelas muy alto el sol
derretirá la cera de éstas.
Por la noche no mires las
estrellas ya que podrían
aturdirte.
10. Todo empezó bien. Dédalo iba delante para indicarle el
camino. Había decidido volver a Atenas, donde quería
construir una máquina capaz de predecir el tiempo y una
estatua que movería las manos.
Todo empezó bien. Dédalo iba delante para indicarle el
camino. Había decidido volver a Atenas, donde quería
construir una máquina capaz de predecir el tiempo y una
estatua que movería las manos.
11. Pero la desgracia acabó
llegando frente a la isla de
Samos. Ícaro, que se había
confiado en exceso y tras
hacer varias piruetas y
demás, se acercó demasiado
al Sol.
Sus alas empezaron a
derretirse e Ícaro cayó en
picado hacia el mar.
Cuando su cuerpo impactó
contra el mar, el chasquido
del agua hizo la resonancia
inequívoca de la muerte.
Pero la desgracia acabó
llegando frente a la isla de
Samos. Ícaro, que se había
confiado en exceso y tras
hacer varias piruetas y
demás, se acercó demasiado
al Sol.
Sus alas empezaron a
derretirse e Ícaro cayó en
picado hacia el mar.
Cuando su cuerpo impactó
contra el mar, el chasquido
del agua hizo la resonancia
inequívoca de la muerte.
12. Dédalo no pudo hacer más que
recoger el cadáver de su hijo. Lo
depositó en un sepulcro de la
isla más cercana que, desde
aquel día, lleva el nombre de
Icaria.