1. Os aproximáis de nuevo, formas temblorosas que os manifestasteis en otro tiempo a la oscura mirada. ¿He de intentar de nuevo sujetaros fuertemente con mis manos? ¿Es que siento todavía que mi corazón tiende a realizar esta locura? Vuestra presencia es realmente apremiante. Tendré que ceder a vuestras exigencias, ya que ascendéis hasta mí desde la niebla y la bruma. Mi pecho se estremece juvenilmente al hálito mágico que va manando con fuerza a vuestro paso. Me traéis imágenes de días felices, y algunas sombras queridas se alzan. El primer amor y la amistad se aproximan, como una antigua leyenda de la que ya no queda ni rastro. El dolor se renueva y los lamentos de la vida repiten su curso de la misma forma errónea y extraviada. De nuevo surge el recuerdo de aquellos bienes que me engañaron con hermosas horas de felicidad, para esfumarse de pronto ante mis ojos. Aquellos espíritus a los cuales yo dediqué mi primer canto ya no pueden escuchar lo que ahora cantaré. Todos aquellos amigos ya han desaparecido. Por desgracia, el primer eco se extinguió ya. Mis lamentos resuenan para una multitud de gente desconocida. Incluso sus aplausos inquietan mi corazón. Los que antiguamente se alegraban con mis canciones, aunque vivan todavía, andan vagando por el mundo sin que puedan reunirse aquí otra vez. Se apodera de mí un deseo ya hace tiempo olvidado que me hace pensar con nostalgia en aquel tranquilo y profundo reino de los espíritus. Mi canto susurrante , semejante a un arpa eólica, resuena en el aire con tonos vagos e imprecisos. Me estremezco en mi interior y las lágrimas empiezan a correr una tras otra. El corazón que antes estaba oprimido siente una gran suavidad y un gran alivio. Lo que ahora poseo me parece que se encuentra lejos y distante, mientras que lo que ya desapareció se convierte para mí en una verdadera realidad. JOHANN WOLFGANG GOETHE DEDICATORIA DEL FAUSTO