1. STREEP-TEASE EN EL BOSQUE
Una nítida claridad ilumina el frondoso bosque. La suave brisa que viene del
fondo del barranco mueve las ramas de los árboles. Un camino de tierra se pierde
entre vericuetos siguiendo el curso de un pequeño arroyuelo que viene de las
apretadas montañas del fondo.
Por una curva del camino cubierta de hojas secas, aparece una chica bailando y
tarareando. Sus movimientos son alegres y desenfadados. Corre, ríe, salta y canta,
todo al mismo tiempo. Viste de rojo con la cintura al descubierto. Coge una margarita y
se la pone en el pelo. Se moja las manos en el agua y se lava la cara. Arranca una fruta
silvestre y se la lleva a la boca… Un rayo de sol le ilumina la rubia cabellera que
resplandece como si fuera de oro. El paisaje se vuelve idílico con la presencia de la
joven.
Desde su observatorio particular, Rafa, un adolescente de catorce años, la
contempla fascinado. Es guapísima la criatura. Y parece que está sola.
-¿Qué hace una chica paseando sola en medio del bosque? Debe estar un poco
pirada. Le calculo unos dieciocho años. ¡Qué tipito tiene la niña! ¡Y cómo se mueve!
Le da la espalda y, coquetona, se agacha, con las piernas juntas, enseñándole
las braguitas rosadas, bordeadas de encajes. Luego sonríe con unos sensuales labios
color fresa, mostrando una blanquísima dentadura. Sus grandes y expresivos ojos son
verde-azulados, mezcla de cielo y bosque.
-Vendrá acompañada de algún amigo con el que se va a dar el lote... El sitio es
ideal, desde luego. Pues yo no pienso moverse de aquí. Esperaré a ver qué están
tramando. Seguro que el saludo va dirigido a su novio que debe estar escondido entre
los árboles.
Rafa permanece inmóvil, expectante. Siente una especie de vergüenza al
contemplarla a sus anchas sin que ella se entere. Eso es jugar sucio. Pero aún
reconociéndolo, no puede dejar de vigilarla desde su oculto lugar. Está atrapado,
hipnotizado con su presencia. Siente que la sangre le fluye por las venas como las
aguas del torrente. Se le agudizan los cinco sentidos. Es capaz de percibir el grato
aroma de la vegetación y hasta las minúsculas partículas que flotan con la luz
alrededor de la encantadora chica. Capta el croar de las ranas. Y hasta el rumor del
2. agua deslizándose por entre los troncos y las piedras. La boca se le llena del sabor de
la fresa de sus labios.
Ella lanza un beso dirigido hacia donde él se encuentra, colocando la palma de
la mano delante de los labios para que sirva de trampolín.
-Jo-o-o… Ya me estoy poniendo mosca. ¿Es para mí, tía? ¡Loco, que no me lo
creo, loco…! ¡Cuando se lo cuente a la peña…! Toño, no te lo vas a creer, tío… ¡Estoy
flipando…!
Su voz es un susurro imperceptible. No quiere hacer el menor ruido que pueda
delatarle. Habla solo.
-No, el beso no es para mí, ¿verdad? Tu ligue debe estar por ahí oculto con
una cámara haciéndote fotos. Tú no puedes verme desde esa distancia. Pero yo a tí, sí.
La sonoridad del paisaje se hace canción. Una bandada de pajarillos se persigue
en el cielo azul. La joven desaparece un instante y reaparece tras un árbol. Comienza a
quitarse, muy despacito, la ropa, como si quisiera hacer un streep-tease para él solito.
Con estudiados gestos seductores, se desabrocha, uno a uno, los diminutos botones
de la blusa. Se la quita y la deja colgada de una rama. Su torso queda al desnudo,
excepto por los dos triangulitos rojos que esconden sus pechos.
-¡Ay, qué bomboncito! ¡Se va a desnudar…! ¡Qué guay, tío…! ¡Loco, que no me
lo creo, loco! ¡Te lo juro, tío! ¡Créeme Toño, está buenísima…! ¡Tiene unos pechitos…!
Los chorros de luz que atraviesan las ramas, se deshacen en reflejos de oro e
invaden el claro del bosque donde ella se ha detenido. Es una exquisita figura
femenina. Un deleite. Es la más maravillosa criatura que sus ojos hayan visto jamás.
Mueve la dorada cabellera con disimulada coquetería. Las gotitas de agua que penden
de las ramas, caen sobre sus hombros y resbalan por el canal que forman sus senos.
-¡Se va a desnudar! ¡La madre que la parió! ¡Loco, que no me lo creo, loco!
¡Mira qué tetitas tiene…! ¡Guay-y-y…! ¡Guau-u-u…! ¡Qué fuerte, tío…!
La falda tiene un solo botón y está abierta por un lado. Ella estira la pierna,
seductora, y con la punta del dedo la recorre toda, desde el tobillo hasta lo alto del
muslo. Se desabrocha la faldita y se la vuelve a abrochar. Abre y cierra; abre y cierra;
abre y cierra, hasta tres veces seguidas. Toda ella es un hechizo, una fascinación, una
visión maravillosa.
3. A Rafa se le corta la respiración. La observa pasmado, embobado por sus
encantos, sin perderse el más mínimo detalle… Su cuerpo de adolescente se estira y
arde a la llamada de la carne. Empieza a sudar. Sigue hablando entre dientes para sí
mismo, e imaginándose que se lo está contando a Toño, su mejor amigo.
-¡Jolín…! ¡Mira Toño, qué culito! ¡Guau-u-u…! ¡Qué buena estás, tía! ¡Qué
cuerpazo más chulo! ¡Te juro que no me lo creo, loco! ¡Es verdad, tío! ¡Ahora me está
mirando…!
La joven no deja de sonreírle e invitarle con sus ojazos del color del cielo. Se
quita la falda y la deja sobre una piedra tras la que se esconde. Como por arte de
magia reaparece encima de la roca como una estatua mágica, tentadora. Está casi
desnuda. Sólo lleva puesto un minúsculo sujetador rojo y unas braguitas casi
transparentes del mismo color. Adopta poses seductoras, posando para el invisible
fotógrafo que Rafa no consigue descubrir por más que mira entre las ramas.
-¿Por qué no te dejas ver ya, tío? ¿A qué esperas, gilipollas? ¡Voy a saltar yo en
tu lugar y te juro que me la voy a tirar delante de tus narices…! ¡Ay, madre, qué buena
está…! ¡Qué hembra…! Cuando se lo cuente a la peña, no se lo van a creer…
Todo huele a tierra fresca, a vida. El suave arroyo que se desliza pendiente
abajo, acaba en un pequeño lago adormecido donde todos los árboles se reflejan. Con
las curvas más bellas, la naturaleza dio forma a la mujer. No puede apartar la vista de
sus eróticas curvas. El suave deslizamiento de la espalda. La redondez perfecta de sus
nalgas. La mágica sensualidad de sus hermosas piernas. Rafa está cada vez más
atrapado entre el mágico laberinto del deseo.
-¡Se está quitando el sujetador! ¡Ay, madre, qué tetitas! ¡Guau-u-u! ¡Jolín!
¡Qué flipada…! ¡Qué fuerte, tío…! ¡Loco, que no me aguanto, loco! ¡Te lo juro, tío!
¡Toño, que es verdad, tío! ¡Es una hembra que te cagas…!
Con toda la inocencia reflejada en su mirada, ella se baja el sujetador por un
lado y deja al descubierto una teta. La mantiene en la palma de la mano, como si le
ofreciera una exquisita fruta madura, y, con la máxima delicadeza, con dos deditos, se
estira el pezón ya enhiesto. La punta de la lengua recorre sus labios de fresas
paladeando el sabroso manjar, al tiempo que entorna los ojos expresando un gratísimo
placer. Se desabrocha la cinta del sujetador y lo sostiene un instante con los brazos en
alto, haciéndolo girar como una onda por encima de su cabeza. Finalmente lo lanza al
4. aire, y queda colgado de lo alto de una rama. El sol incide en sus senos iluminando los
contornos. Toda la sensualidad y erotismo de la vida quedan al descubierto en
aquellos redondos pechitos con las aureolas floridas.
La sedosa piel le recordó a la Paqui, cuando se las dejó acariciar en el baño del
instituto. Eran suaves y duras como manzanas, como melocotones, o tal vez como
limones calentitos. La parte del cuerpo que se desnudó, vibró entre sus manos como
algo mágico. Era la primera vez que tocaba a una chica. Sin poderse contener le echó
manos a las nalgas y la atrajo hacia sí besándola, pero ella lo empujó hacia atrás
diciéndole que no se pasara… La imagen le vino de sopetón y deseó ardientemente
revivir la experiencia. Una oleada de calor le recorrió el cuerpo y le llenó la cabeza.
Tragó salivas.
La joven se gira, se mueve, se agacha y se yergue, provocadora. Es una visión
maravillosa, fascinante… Parece que se va a dar un baño. Toca el agua con la punta del
dedo gordo del pie, y lo retira, salpicando los pétalos de las margaritas que están al
borde del camino. Le dirige una mirada de complicidad, encogiendo los labios como si
se dispusiera a darle un beso. Ahora empieza a hacer unos suaves movimientos
ondulantes con todo el cuerpo, cimbreando los cabellos, el cuello, los hombros, los
brazos, los senos, la cintura, el ombligo, las caderas, las nalgas, los muslos, las piernas y
los tobillos, en ondulantes movimientos, como si fuera una ola, mientras se va
bajando, lentamente, la braguita, hasta dejarla en el suelo. Permanece mostrándole el
hermoso trasero unos instantes. Luego, muy despacio se pone en pie completamente
desnuda.
-¡Guau-u-u…! ¡Ay, qué curvas, qué chochito, qué culo! ¡Loco, que no me
aguanto, loco! ¡Qué buena-a-a…! ¡Te voy a comer, tía! ¡Qué guay-y-y…!
Es toda su desnudez un encantamiento. Es el núcleo de la belleza, de la vida, de
la naturaleza, de la existencia. El cuerpo desnudo de la mujer es lo más bello que existe
en el universo. Es el culmen de la creación.
Los ojos de Rafa quedan prendidos debajo del ombliguito, allí donde los
muslos están unidos. Un rayo de sol ilumina el triangulito cóncavo con la delicada
ranura vertical, para que él pueda admirar la suavísima y aterciopelada piel, decorada
con ensortijados vellos que dejan penetrar la luz. Siente un cosquilleo que le hace
estremecer. El cuerpo desnudo de la joven se refleja en el espejo de las aguas. Ella lo
5. mira con la sonrisita de fresa y la verde mirada, y lo invita, llamándolo con el dedo
índice, a entrar en el agua. Ahora no tiene ninguna duda de que está dirigiendo a él.
-Aquí no hay nadie más yo… ¿Me estás llamando a mí, verdad? ¿Tú y yo, solos,
en pelotas? ¡Guau-u-u! ¡Te voy a comer enterita, tía buena! ¡Qué flipada…! ¡Loco, que
no me lo creo, loco! ¡Me lanzo al agua ahora mismo…! ¡Allá voy…!
Sin poderse contener por más tiempo, se pone en pie. Ya tiene el pantalón por
las rodillas. De un tirón se saca la camisa por la cabeza…
Y en ese preciso instante, entra en el cuarto su madre, gritándole:
-¡Cierra ya el ordenador! ¡Es la tercera vez que te llamo para que vengas a
cenar! ¿Qué estás haciendo, Rafa…?
La seductora imagen de la chica desnuda en medio del bosque desapareció. La
pantalla se volvió azul y mostró el mensaje: Reproducir de nuevo. Ir a la biblioteca.
Reproducir lista anterior.
Descorazonado, Rafa volvió a la realidad. Con una palabrota entre los labios,
pulsó la X de cerrar.