2. POLÍTICOS MENTIROSOS
Los carteles con las caras de los políticos
empapelaban las paredes y colgaban de las
farolas que cruzaban todas las calles y
avenidas del municipio de Los Ricachones..
Faltaban
apenas diez
días para la
celebración de
las elecciones
municipales, y
éstas se
3. presentaban muy competidas. Los
votos de los vecinos estaban
divididos a partes iguales entre los
simpatizantes del actual alcalde y
los del opositor, don Ramón, que
lideraba el grupo político Partido
del Bienestar.
Fue al secretario de
éste, Secundino, al que se le
ocurrió la idea de intentar
desnivelar la balanza a favor
de su partido, recurriendo a
los votos de los cientos
4. de mendigos, indigentes y vagabundos que, debido
a la gran incidencia de la crisis económica, los
desahucios y el paro, pedían limosnas por las
esquinas, dormían entre cartones en cualquier
lugar o acudían a los comedores públicos para
llevarse un plato de sopa caliente al estómago.
5. A don Ramón le brincó
la gran papada, asintiendo.
Era una buena idea.
Días después, el secretario
estudiaba el listado de
aquel colectivo. Fue marcando
con una equis los nombres
de los que figuraban en el
censo electoral y estaban
empadronados en el
municipio.
Calculó que serían suficientes
y se puso manos a la obra.
6. Pasó el rotulador fluorescente de color
anaranjado por encima del nombre del que
parecía ser el líder de todos ellos. Se llamaba
Asensio, alias Carnicero. Un vagabundo de unos
cincuenta años, alto y flaco, llegado de otro lugar.
Según información recogida por sus
colaboradores, presumía de tipo
duro, de haber estado en chirona, y
de entender de carnes. Su
conversación favorita se basaba en
explicar las diferencias existentes
entre
solomillo, codillo, entrecot, bistec, c
7. Estas palabras mágicas hacían chasquear la lengua
de gusto a los hambrientos mendigos que le
escuchaban con atención. Decidieron nombrarlo
enlace y portavoz del colectivo de mendigos.
Asensio se hinchó de orgullo.
El primer asunto que le
encomendaron fue que
hiciera correr la voz de que
todos los indigentes estaban
invitados, el jueves próximo,
a una fiesta política, al final
de la cual habría paella y
cerveza gratis.
8. Don Ramón, pequeño y
regordete, torció la nariz
debido a las suaves
emanaciones de los olores
corporales de los allí
presentes. Estrechaban su
mano y le daban aduladores
golpecitos en la espalda. Se
subió a la improvisada tarima, montada en un
claro del bosque, y por los altavoces que colgaban
de las ramas de los árboles, arengó a los
hambrientos asistentes a que votaran al Partido
del Bienestar. Repitió que su slogan: “Bienestar
9. para todos”, se refería a todos los vecinos del
municipio, sin excepción. Ricos y pobres. Por lo
tanto estaba en condiciones de prometerles comida
caliente, techo donde dormir, dinero de las arcas
municipales, protección para sus puestos de
pedigüeños, y un montón de mentiras más que se le
iba ocurriendo a medida que hablaba. Sus frases
eran cortas y repetitivas, como si hablara a un grupo
de críos. En poco tiempo
transmitió su mensaje de
esperanzas para aquel grupo de
personas a las que la vida había
abofeteado por diferentes
10. causas y que ahora sólo
tenían hambre. Al final del
breve discurso, hubo aplausos.
Fueron invitados a tanta
cerveza como quisieran, y a
devorar las cinco enormes
paellas, cocinadas
especialmente para los más
necesitados del municipio. Con
el platito de plástico en las
manos, éstos hicieron colas
para repetir, hasta hartarse.
Barriguita llena, corazón alegre.
11. Como colofón del mitin político, les recordó que su
grupo se llamaba Partido del Bienestar, y que
votaran en las elecciones del próximo domingo
para la alcaldía de Los Ricachones, a don Ramón, el
protector de los pobres.
Se celebraron las
elecciones, y, como
había pronosticado el
secretario, los votos de
los indigentes decidieron
su elección como nuevo
alcalde.
12. La primera orden de don Ramón fue la de
limpiar las calles de mendigos. Era una vergüenza
para una ciudad turística de lujo como Los
Ricachones, verse infectada por tanta gentuza.
Constituían una plaga que daba un aspecto de
miseria a la ciudad.
Mendigos, inmigrantes, pobretones… A todos los
sin techo afectaba la nueva ordenanza.
-El primer objetivo de mi
mandato será el de
convertir la ciudad de Los
Ricachones en destino
turístico de lujo.
13. Acogeremos con los brazos
abiertos al turismo VIP.
Queremos que nos visiten
potentados, millonarios y
empresarios.…
Los policías locales expulsaron a los pedigüeños
de todas las esquinas. Incluso cerraron las entradas
bajo los puentes, donde solían dormir muchos de
ellos. La siguiente orden fue la de cerrar los
comedores sociales por falta de presupuesto.
En el pleno municipal, el alcalde fue tajante:
-¡Que se vayan a otro lado! ¡Aquí no queremos
14. vagos! ¿Vamos a permitir
que se convierta la ciudad
de Los Ricachones en la
ciudad de Los Pobretones?
Semanas más tarde, arrellanados en
el despacho de la alcaldía, don
Ramón y Secundino, hicieron
bromas entre ellos, cuando les
anunciaron que un hombre, que se
decía portavoz de los
vagabundos, quería comunicarles el
malestar del colectivo.
15. Cuatro largas horas estuvo Asensio en los pasillos
del consistorio, a la espera de que el señor alcalde
o su secretario, se dignaran recibirle. Y por los
comentarios que escuchó, supo que ambos
pasarían este fin de semana cazando en la finca
particular que don Ramón tenía en El Castañar.
16. Percibió el desprecio con que le observaban todos.
Y los gestos de ascos que provocaba su estropeada
indumentaria, con la vieja gorrita de visera en lo
alto de los encrespados cabellos que le salían por
detrás de las orejas, y su sucia barba canosa.
Asimismo llegó a sus oídos las opiniones de los
ciudadanos. Se mostraban de acuerdo con la
decisión tomada por el alcalde en el último pleno
de deshacerse de los vagabundos arrojándolos de la
ciudad como si fueran basura.
17. Los ediles ordenaron a la policía que lo echaran
sin miramientos, y le advirtieran que no volviera
jamás a poner sus sucios pies en el ayuntamiento.
Asensio se resistió, gritando que él era el portavoz
del colectivo de mendigos, y que el alcalde y su
secretario les habían prometido durante las
elecciones que… Recibió ocho porrazos, cuatro
patadas en el culo y lo pusieron de patitas en la
calle.
18. A pesar de sufrir aquel
denigrante trato, Asensio
escondió su humillación
en lo más recóndito de su
ser. Cuando se reunió con
sus colegas, les
comunicó, con una amplia
sonrisa, que todo había
ido estupendamente.
Se había entrevistado con el señor alcalde y su
secretario, (ahora concejal de hacienda), y los había
convencido para que todo volviera a la normalidad.
19. Y como se hacían cargo de
que el gremio tenía
mucha hambre por el
cierre de los comedores
públicos, los invitaba a
todos, sin excepción, a un
gran asadero en su finca El
Castañar, el próximo
sábado.
El viernes por la tarde, Asensio fue a echarle un
vistazo a la finca privada de don Ramón, perdida en
medio del bosque. Era una gran casona rodeada de
árboles.
20. Localizó un espacio entre las vallas que decía “Coto
Privado de Caza” por donde cruzó sin dificultad. Vio
a un gran perro que, desde lejos, se lanzó contra él
dando ladridos. Parapetado tras un árbol lo esperó,
y cuando el animal se detuvo, olfateando la tierra
que él había pisado, le
asestó una cuchillada en
el cuello.
Pronto se hizo de noche.
Ante unas botellas de vino, don Ramón y Secundino
preparaban las escopetas para salir de caza de
madrugada. Los insistentes ladridos de los perros
cazadores que tenían atados en la parte trasera de la
21. casa, les hicieron salir, extrañados, a la poco
iluminada terraza exterior.
No vieron el perfil del hombre que permanecía
inmóvil, escondido en el recodo del porche.
Inesperadamente, el concejal emitió un grito de
dolor, se dobló por la cintura y cayó al suelo.
Don Ramón, a su lado,
quedó paralizado y abrió
incrédulo los ojos,
mirando al vagabundo
que hacía dos días había
echado a patadas de la
alcaldía.
22. El sábado, desde bien
temprano, todos los
mendigos del municipio
de Los Ricachones fueron
llegando a la finca del
señor alcalde.
Encontraron las puertas
abiertas, dándoles la
bienvenida.
En las parrillas de tres grandes barbacoas, Asensio
asaba solomillos, bistecs, codillos y chuletas de
jugoso aspecto. En la bodega encontraron
riquísimo vino embotellado de cosecha propia.
23. Aquello fue una verdadera fiesta. Los mendigos
comieron y bebieron sin cesar durante dos días y
dos noches. Había carne y vino en abundancia.
La borrachera les hizo
entonar alegres canciones
infantiles con voces
desafinadas. Algunos se
volvieron violentos y se
dieron puñetazos.
Otros rieron y aplaudieron como chiquillos. Y a
otros les entró la llorona. Durmieron la mona en
cualquier sitio, y, recuperados, volvieron al yantar
y al beber.
24. Llegó el lunes. Extrañados de que el alcalde, y
el concejal de hacienda, no hubieran regresado
aún de la cacería, ni contestaran a las llamadas
telefónicas ni a los mensajes del móvil, los
familiares y concejales del
ayuntamiento, decidieron personarse en la finca.
Allí se encontraron a los
cientos de indigentes de la
ciudad, completamente
borrachos, tirados por todos
los rincones. Se dirigieron a
un grupo que brindaba una
y otra vez, ebrios:
25. -¡Viva el señor alcalde!
-¡Y el secretario! –Saltaba siempre el mismo,
empinando el codo.
Cuando les preguntaron por don Ramón y
Secundino, les indicaron con gestos que el
encargado de todo era Carnicero.
Asensio estaba tumbado a
la sombra de un
árbol, cerca de las
barbacoas, con una
botella de vino en la boca.
Miró con cómica
expresión de borrachín a
todas aquellas elegantes
26. mujeres y hombres con corbatas, y se rió en sus
narices. Antes de responder a las insistentes
preguntas de dónde y cómo estaban el alcalde y su
secretario, eructó sonoramente, se frotó la redonda
barriguita, señaló las barbacoas, donde aún crujía
algún pedazo de carne, y contestó arrastrando las
sílabas:
-Estaban…
-¿Cómo que estaban?
¿Qué quiere usted decir?
Asensio volvió a repetir
lentamente, añadiendo con
voz de beodo entendido en el
27. tema:
-No estaban buenos… El gordo tenía demasiada
grasa… Y las carnes del flaco estaban correosas…
Tuve que echarles bastante condimento para
quitarles el mal sabor. Los perros estaban más
jugosos. Si quieren probarlo aún quedan algunos
pedacitos en la barbacoa…
28. Nota:
Se recuerda que éste no es el mejor
procedimiento para acabar con las mentiras y
promesas de los malos políticos, ya que sus
carnes están corruptas y producen
retortijones en las tripas.
Lo mejor es
NO votarles
jamás.
Fin
29. El presente relato se encuentra en el libro:
16 relatos para pasar el rato, de Marcial Betancor
Suárez, con el título de Promesas Electorales.
Si lo deseas, puedes bajarte el libro
completamente en esta dirección:
www.bubok.es/libros/209248
Que tengas un buen día
Imágenes: Worth 1000
Música: Beatles interpretados por el Sinfónica de Londres
Textos: Marcial Betancor Suárez
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