Este documento resume un informe sobre el Bogotazo ocurrido en Colombia en 1948 tras el asesinato del líder político Jorge Eliecer Gaitán. Describe los hechos del asesinato, las reacciones violentas del público en Bogotá y otras ciudades, y los motines en las cárceles luego de enterarse de la muerte de Gaitán. El documento concluye reconociendo el evento del Bogotazo y los hechos del 9 de abril de 1948 que llevaron a su ocurrencia.

1. Estrategia de mejoramiento II periodo
El Bogotazo
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MEMORIA DEL “BOGOTAZO”
Presentado por: Mariana Arévalo Moreno
Presentado a: Jessica ibette Escalante
Colegio San Carlos I.E.D
Bogotá, noviembre 2014

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El Bogotazo
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TABLA DE CONTENIDO
TABLA DE CONTENIDO.......................................................................................................................2
INTRODUCCION..................................................................................................................................3
OBJETIVOS..........................................................................................................................................4
MEMORIA DEL “BOGOTAZO”.............................................................................................................5
Recuento de los hechos..................................................................................................................5
RECUERDO DE UN MAGNICIDIO.....................................................................................................7
MOTINES CARCELARIOS POR LA MUERTE DE GAITÁN....................................................................9
CONCLUSIONES................................................................................................................................11
BIBLIOGRAFIA...................................................................................................................................12

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INTRODUCCION
El 9 de abril de 1948, el político liberal Jorge Eliecer Gaitán fue asesinado en el
centro de Bogotá. Casi todos los colombianos condenaron el crimen pero nadie
previo sus tremendas consecuencias: estallo una sublevación a la cultura de la
historia le dio el nombre de “Bogotazo”. A partir de esta fecha, que marca un hito
en nuestra historia contemporánea, la violencia se recrudeció y pareció
adueñarse del país. Ningún asesinato de otro caudillo ha producido en Colombia
algo semejante y solo es comprensible si tenemos en cuenta lo que en ese
momento significaba Gaitán en la vida del país y especialmente en la conciencia
popular: la esperanza de la derrota de las oligarquías y la realización de todas las
aspiraciones del pueblo.

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OBJETIVOS
· Conocer el acontecimiento social llamado el “bogotazo”.
· Reconocer los hechos por la muerte de Jorge Eliécer Gaitán.

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MEMORIA DEL “BOGOTAZO”
Recuento de los hechos
El hombre que asesinó a Jorge Eliecer Gaitán lo espero durante varias horas en
la puerta de salida del edificio Agustín nieto, donde el líder tenía su oficina de
abogado. También trato de hablar con el líder esa mañana, en la misma oficina,
pero fue rechazado por este.
A la una y cinco minutos de la tarde, cuando el caudillo salía del edificio, el
asesino le disparo por la espalda a escasos tres metros de distancia; los cuatro
tiros, de los cuales tres hicieron impacto en la victima. Uno en la base del cráneo y
dos en la espalda. Gaitán se desplomo sobre el andén de la carrera séptima. Allí
quedo una pequeña charca de sangre que el pueblo recogió en sus pañuelos.
Rápidamente sus amigos abordaron un taxi que le llevaría a la clínica Central, a
cuatro cuadras del lugar de los hechos. Gaitán entró en el estertor de la muerte.
No se quejó ni articuló palabra alguna. Seguramente no tuvo tampoco conciencia
del atentado ni pudo a su agresor. Todo había sido tan rápido, tan inusitado, en
espacio de tan pocos segundos, que el desconcierto y la sorpresa invadieron a
sus acompañantes. Pero luego, también reaccionaron.
El hombre que le disparó no trato de huir, por el contrario, se entregó mansamente
al dragoneante de la policía Carlos Alberto Jiménez días, a quien le entregó el
revólver y le pidió que lo protegiera de la turba amenazante que en segundos,
también empezó a formarse en torno del agresor. El policía, efectivamente, llevó al
asesino hasta la “Droguería Granada”, contigua el edificio donde el caudillo tenía
su oficina y los empleados del establecimiento cerraron la reja metálica para
impedir la agresión. El empleado de turno de dicha droguería Elías Quemada
Achiote, le pregunto al asesino que por que había hecho aquello, y este le

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El Bogotazo
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respondió: “ hay, señor, cosas que no se pueden decir”. Y luego, ante la presión
furiosa de la turba que pugnaba por abrir la reja metálica y las amenazas terribles,
exclamo: “Virgen santísima, sálvame”. Fue lo único que alcanzo a decir porque en
ese instante Quesada Achiote, atemorizado por la acción violenta de la masa,
resolvió abrir la reja. La multitud penetro a la droguería y se apodero del asesino.
Un embolado le arrojo con toda la fuerza de que era capaz la caja de embolar,
dándole con ella en la cabeza. El asesino, aturdido pierde el equilibrio y cae al
suelo. Y entonces la multitud sigue golpeándole con los puños, con los pies, con
todo cuanto encuentra, en el rostro, en los brazos, en las piernas, en la ingle y
luego lo lleva a rastras, desde el sitio de la tragedia, hasta las puertas del palacio
Presidencial, por toda la carrera séptima, desde la calle 15 hasta la calle octava. El
asesino debió espirar en el curso de las dos primeras cuadras de su angustioso
itinerario…
Cuando la multitud lo arrastraba por las calles nadie sabía el nombre de aquel
hombre. El pueblo lo conoció dos días después por la prensa, cuando ya pudo
establecerse con exactitud su verdadera identidad. Se trataba de Juan Roa Sierra,
un pobre hombre de veinticinco años de edad, sin antecedentes delictivos, de baja
estatura, enjuto, mal trajeado…

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RECUERDO DE UN MAGNICIDIO
Aquel 9 de abril de 1948, al llegar de pasto a Popayán, no bien transpuse la
portada del hotel Europa, el botones que se hizo cargo de mi equipaje nos dijo la
dramática noticia. De un solo golpe supe lo que eso significaba para el País. La
cabeza me daba vueltas y el ánimo se me sobrecogió de amargura ¿A quién con
dos dedos de frente, no se le ocurría lo que era el peso de aquel hombre sobre la
pobre Colombia, desaparecido en tamañas circunstancias?
Por radio se daba la noticia de que el País estaba sacudido por una conmoción
general, y también en la histórica y conventual Popayán se perdió el lento compas
habitual. Sin saber cómo ni cuándo voló hecho tizas su aire de ciudad detenida en
la historia y el tiempo, y frenéticas masas se lanzaron a incendiar, saquear y
amenazar la vida humana…
Ya casi al remate de la noche, sentimos bajo nuestro hotel, en el comercio vecino,
la algarabía de la gente, que en gran multitud se agolpa con palos, machetes,
revólveres y se ocupa en romper las puertas de hierro, de estilo colonial y los
ventanales de vidrio. De ahí, a entrar al hotel y dar cuenta de nosotros, no media
ni un paso. Solo que la imaginación de alguien de la masa le sugiera la idea. De
repente, se oyen disparos lejanos nutridos, seguidos de un denso silencio. Era que
las autoridades habían afrontado la situación, como después supe que se había
hecho en Bogotá y en todo el país. Había pasado, pues, el periodo de indecisión,
en que no se sabía si el ejército respaldaría al pueblo o no. Pero el pueblo se
había ido por un despeñadero, y a este no le podían acompañar las fuerzas
armadas. Solo parte de la policía, en algunos lugares, como en Bogotá pasaron al
lado del pueblo y después, ya comprometidas, no pudieron echar pie atrás…

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Al día siguiente, el espectáculo que presentaba Popayán era dantesco. En el piso
de los andenes y las calles se podían ver, todavía frescos, los gruesos cuajarones
de sangre… por la tarde, una caravana de rusticas cajas mortuorias pregona el
entierro de las victimas del motín que horrorizo a la tranquila Popayán.
En aquellas circunstancias regresar al hogar, que siempre es agradable, se
convierte en algo de una alegría infinita. Y ese fue mi sentimiento aquel jueves d la
semana siguiente, al subir las escalerillas del avión DC4 de las fuerzas aéreas de
Colombia, que me trajo a Bogotá……
La Bogotá que me recibe me es desconocida… y la encuentro en escombros. ¡qué
horror! Es como si por acá como en Europa, hubiera pasado al asolador huracán
hitlerista. Cualquiera diría que la capital de Colombia ha sido blanca de un
implacable bombardeo. La carrera séptima, en especial… tan entrañable a nuestra
convivencia colombiana la encontré deformada, como la cara de una hermosa
mujer sobre la cual se ha lanzado un ácido corredor… y al verla así, tan
maltratada, sentíamos el ansia de que de cualquier manera pudiéramos
transmitirle nuestra condolencia, nuestro dolor y nuestro afecto. Yo me contentaba
con evocar dentro de los escombros los deliciosos ratos pasados en sus
tradicionales cafés durante las tertulias…

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MOTINES CARCELARIOS POR LA MUERTE DE GAITÁN
Un dia corrió la voz entre los presos de que en la capital de la republica habían
asesinado a un caudillo muy popular, por lo cual estallo un motín que unos
llamaban revolución liberal y otros asonada comunista. Muchos de los guardianes,
que eran liberales regaron el cuento entre los presos, y estos se amotinaron en el
patio de la cárcel. Ahora si, dijo alguno, el mundo va a cambiar de dueño.
¿Cómo es eso? Preguntó Siervo al viejo Torvo que pronuncio lentamente esta
profecía.
- Dijo que los de arriba van a quedar abajo y los de abajo nos vamos a
encaramar encima.
Llego uno de los guardias que venía de escuchar las noticias en la oficina del
director donde funcionaba un receptor de radio. Tenía la chaqueta abierta y la
camisa desabotonada.
- ¡ahora si la cosa se está poniendo bonita! Dicen por radio que todo el
pueblo de la capital se está armando en las ferreterías y que la
muchedumbre se dirige al palacio.
- El jefe Gaitán ¡alma bendita!, decía que así manden los unos con los otros,
los godos o los liberales, para los pobres todo es lo mismo. ¿y nosotros que
somos? Mano Siervo, sino pobres.
- Yo soy liberal porque así me criaron, y esa es la verdad y como me llamo
siervo que moriré en mi ley

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- Pues yo siempre he sido godo y de los buenos, de los chulavistas que no
nos paramos en tonterías, como mano siervo lo sabe. Pero estoy harto de
la política. Cuando me metieron la segunda vez a la cárcel por haber
cumplido con una recomendadita de los jefes,… pues ¡zuassss!, me
encerraron sin que uno solo de ellos dijera esta boca es mía. Yo jure
vengarme desde entonces. Me dieron cincuenta pesos para entretener el
hambre…
El gendarme que traía las noticias asomo otra vez las narices al patio de los
penados.
- Está diciendo la radio que en la plaza de bolívar se bambolea los cadáveres
de los jefes conservadores, colgados del pescuezo de los faroles de la
luz…
- ¡que los maten a todos, virgen santísima! ¡y nosotros aquí de ociosos,
rascándonos las pulgas y urdiendo suelas de alpargatas!...
- ¿Por qué no nos vamos? – pregunto alguien.
… armados con palos e instrumentos de talleres de carpintería, como ganado que
se desbarajusta y rompe las talanqueras, arrollaron y volvieron picadillo al portero
que montaba guardia en el zaguán. Salieron a la plaza enloquecidos y se
precipitaron con una nube de langostas sobre las tiendas, y el café de los
magistrados, y las agencias de los buses, y las casas principales del pueblo, que
tenían locales a la calle. Aquello fue un arrebato incontenible, que no tardo en
dispararse cuando los presos hartos de comer y de beber lo que habían hurtado
en el comercio, y fatigados de destrozar lo que encontraban a su paso, se
dispersaron por los caminos, asaltaron los buses y los camiones que estaban
estacionados en la plaza y dejaron al pueblo mudo y tembloroso, como a raíz de
una catástrofe…

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CONCLUSIONES
· Se reconoció el acontecimiento social llamado “ El Bogotazo”
· Se conocieron los hechos del 9 de abril de 1948 “ muerte de Jorge Eliecer
Gaitán

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BIBLIOGRAFIA
· Sociedad en construcción - Barbara Gomez, Manuel E. Salamanca, Luis
Soto