Este Power-Point, va dirigido al grupo: "Para mayores de 40", me extendí en la infancia, pase de puntillas por la adolescencia, y me pare en la juventud. Espero que os guste.
3. Éramos pequeñas cotorras que se
aprendían todo de memoria.
Nos castigaban contra la pared con
libros pesados en ambas (dos manos ).
No se si al tener esos libros tan
pesados en nuestras manos, su
información pasaba directamente al
cerebro y se quedaba en él, yo al
menos que quedé con los verbos, los
ríos y las tablas de multiplicar y
todavía los digo de memoria, puede
que influyese el peso de los libros y
esa conexión mano-cerebro.
Nos daban capones , pellizcos y algún
que otro golpe, para que
estudiáramos mas
y aprendiéramos mejor.
“La letra con sangre entra”
4. Antes de hacer la comunión, teníamos
que haber aprendido de memoria todos
los mandamientos de la fe católica, que
eran muchísimos, yo todavía me
acuerdo de algunos.
Había que ir en ayunas para que te
dieran la “hostia”,
por su puesto...la consagrada.
Porque de las otras las recibías con mas
frecuencia y daba lo mismo si estabas
en ayunas o habías picado algo.
Pero...¡Que ilusión!, por un día eras
protagonista de tu historia, te convertías
en la princesita que llevabas dentro o en
el marinerito que tripulaba el barco.
Solo te pasaba ese día, porque después
volvías a ser invisible como antes.
5. En casa nos bañaban en una pila o en un
baño. Te refregaban las orejas, las
rodillas y los codo, con bastante
energía, buf! Que daño te hacían.
Nos bañábamos en los ríos, en las rías,
en las charcas y en los charcos.
Compartíamos el espacio con ranas,
sapos, reptiles, aclaradores,
salamandras...
y nos llevábamos a casa alguna
que otra sanguijuela muy bien
adherida a nosotros.
Después con los años: nos bañamos en
bañeras, fuimos al mar, saltamos las
olas, etc.
6. Jugábamos a la zapatilla por
detrás y al corro de la patata,
Yo no he conseguido aún entender el
significado de las letras de las canciones
¿Llevaban algún tipo de moraleja?
Porque simples, simples... eran
sería para atontarnos.
Jugábamos la gallinita ciega,
al escondite, al tejo, a la goma,
a saltar a la cuerda...
No podíamos jugar solos, todos los
juegos requerían como mínimo dos
miembros, por lo que no podíamos
enfadarnos mucho porque sino, no te
dejaban jugar y era lo que te faltaba.
7. Jugábamos a las canicas, a la peonza, al
aro, a churro va, al futbol...
Todos los juegos requerían la calle y
amigos para compartirlos.
Nos hacíamos zancos con botes,
columpios , trepábamos a los árboles,
nos tirábamos desde terraplenes.
Era frecuente salir lesionado, pero con
un poco de agua oxigenada y un
esparadrapo,
quedaba solucionado.
8. Por fin llego a nuestros hogares la
ansiada televisión, con dos canales en
blanco /negro y con horario.
Ya empezamos a ser mas caseros, ha
compartir con nuestros progenitores la
caja mágica.
Antes de existir este aparato nos íbamos
a la cama cuando se “apagaban” las
luces, cuando apareció en nuestras casas
nos empezó a mandar a la cama
La “familia telerin”.
Cuando aparecían los dos
rombos...nosotros debíamos
desaparecer
¡No éramos compatibles!
9. Este mágico invento trajo consigo algo
muy importante, aunque parezca
contradictorio...
Nos trajo la comunicación.
Podíamos hablar de lo mismo, porque
veíamos y escuchábamos... lo mismo.
Con TVE1 y TVE2, había poco donde
elegir. Vimos juntos...
Un globo, dos globos, tres globos.
Los chiripitiflauticos.
Los payasos Gabi, Fofo y Miliqui .
También el Un, dos, tres y Curro
Jiménez (estos no eran de niños) pero
los vimos, aquí no ponían dos rombos.
Luego llego: Heidi con su amigo Pedro,
Marco que se fue a buscar a su
madre...Puf! Que mal se pasaba.
10. Esta etapa hay que tratarla con aplomo, y
con mucha cautela...
De la EGB pasamos a la Universidad, es
decir de ser niños invisibles pasamos a ser
mujercitas y hombrecitos visibles.
Con mucha memoria, por lo del colegio, y
nulo conocimiento de nosotros mismos...
La Autoestima...por los suelos
La sexualidad...en las nubes
¡Con la iglesia hemos topado!.
Con un silencio sepulcral sobre
nuestra sexualidad.
Con una falta de afectividad
por superar
Y con los “dos rombos” todavía en casa...
¡Tierra trágame!
Mejor...Lo dejamos aquí
11. Esto ya es otra historia,
porque eso de la pubertad...
¡No se lo deseo a nadie!
Aquí empezamos a conocernos,
aceptarnos y perfeccionarnos.