2. EL RESPETO Y CUIDADO DE MI CUERPO Una vida saludable no solo implica el cuidado que los jóvenes deben tener a la hora de alimentarse o llevar a cabo algún tipo de deporte, sino que también el respeto para su cuerpo y la debida higiene que necesita para desarrollarse bien. Junto con la ducha diaria y una adecuada limpieza de dientes, es preciso preocuparnos de nuestros órganos sexuales. Esto es válido tanto para las damas como para los varones.El cuerpo representa nuestra existencia en sí, por lo que debemos atesorarlo. Ello considera estar alertas a cualquier anomalía que presente y acudir a un especialista si ello así lo requiere.Hay que recordar que nuestro aparato reproductor y, por ende, los genitales tienen un carácter de privacidad y deben ser respetados. Este concepto se aplica en todas las culturas del mundo, desde las más antiguas hasta las más modernas.¿Y por qué alrededor de este tema existe el concepto de privacidad? Porque el aparato reproductor -en ambos sexos- se guarda y cuida como un tesoro debido a que es muy sensible y representa la base de la multiplicación de la especie; de la reproducción humana, de la población y de nuestras futuras generaciones, y no porque sea algo ”feo“, ”sucio“ o ”pecaminoso“.
3. RESPETO A LA SOCIEDAD Escuchar, realmente escuchar, puede mejorar la comunicación con nuestra familia y fomentar el respeto hacia otros. La comunicación empieza cuando escuchamos y luego indicamos que oímos lo que la persona está diciendo. Esto se demuestra atendiendo a la persona, manteniendo contacto visual, con el movimiento de nuestro cuerpo y usando escucha reflexiva.Atendiendo (Contacto visual)--Atender significa que usted está mirando directamente a la persona que está hablando, en lugar de ver hacia los lados o de hacer algo más mientras le hablan. Usted está concentrado en lo que se está diciendo; quien habla es el centro de atención. Escuchar con atención es esencial para una comunicación positiva.Escuchar sin interrupciones-- ¿Está su cuerpo indicando que usted está realmente escuchando? Use sonrisas y expresiones de entendimiento para comunicarle a la persona que habla que usted está escuchando. No es necesario que usted esté de acuerdo o en desacuerdo en ese momento. Es más importante para la persona que habla saber que sus palabras están siendo respetadas. Esto refuerza la comunicación.
4. Una sociedad nueva desde la familia La familia como promotora y continuadora de la vida es el primer lugar donde se debe fomentar el respeto por la misma, sobre todo de sus integrantes. Es el lugar del amor y de la vida. Uno de los documentos más importantes del Concilio Vaticano II (la Constitución Gaudium et spes -Gozo y esperanza-, sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo) afirma: “El bienestar de la persona y de la sociedad humana y cristiana está estrechamente ligado a la prosperidad conyugal y familiar. Por eso, los cristianos tienen en gran estima esta comunidad de amor que fomenta el respeto a la vida y que ayuda a los esposos y padres en el cumplimiento de su excelsa misión”. Este es el ideal que perseguimos como hijos de Dios, como miembros de una familia, todos aquellos que queremos un mundo mejor: una sociedad nueva fincada sobre sólidos valores, humanos y cristianos; un ideal en el que es imprescindible trabajar con fuerza y en unidad familiar para convertirlo en realidad.
5. RESPETO A LA FAMILIA. El concepto de respeto a veces se vuelve algo abstracto, pues ¿cómo sabemos que una conducta es respetuosa?, ¿quién lo determina?, ¿hasta dónde llegan mis posibilidades de hacer o no hacer, y dónde comienzan las posibilidades de los demás? Éstas son interrogantes especialmente difíciles de responder en el contexto social de la familia actual donde el individualismo se evidencia como una característica predominante. Para los fines de una educación sólida en valores no ayuda el actual relativismo cultural. Es un relativismo que sostiene que nada es totalmente malo ni absolutamente bueno, así, las normas de convivencia se definen a partir de la interpretación particular de las cosas.
6. Los padres y las madres que tienen la habilidad de combinar afecto, límites claros y una buena comunicación con sus hijos, posiblemente logren un respeto auténtico de parte de ellos. Sin embargo, a menudo este balance es muy difícil de lograr. Por lo general se oscila entre un excesivo legalismo que impregna el ambiente familiar de una tensión innecesaria (reproches, críticas o demasiadas órdenes) y una permisividad que raya en la negligencia y que deja a otros (escuela, personal de apoyo, medios de comunicación) el escenario que pertenece principalmente a los padres y a las madres.