2. • La mañana sube, poco a poco, trepando como un gusano por los corazones de los hombres y de las
mujeres de la ciudad; golpeando, casi con mimo, sobre los mirares recién despiertos, esos mirares que
jamás descubren horizontes nuevos, paisajes nuevos, nuevas decoraciones. La mañana, esa mañana
eternamente repetida juega un poco, sin embargo, a cambiar la faz de la ciudad, ese sepulcro, esa
cucaña, esa colmena. ¡Qué Dios nos coja confesados!
Se puede ver cómo se desarrolla una acción pasiva. En la parte subrayada se
puede ver cómo la gente deja pasar el tiempo sin hacer nada, sin descubrir
nada.
3. • La mañana sube, poco a poco, trepando como un gusano por los corazones de los hombres y de las mujeres
de la ciudad; golpeando, casi con mimo, sobre los mirares recién despiertos, esos mirares que jamás
descubren horizontes nuevos, paisajes nuevos, nuevas decoraciones. La mañana, esa mañana eternamente
repetida juega un poco, sin embargo, a cambiar la faz de la ciudad, ese sepulcro, esa cucaña, esa colmena.
¡Qué Dios nos coja confesados!
Los personajes son colectivos. Se ve cómo nombra a las personas en general, a
todos los hombres y mujeres que viven en la ciudad (Madrid), que forman “esa
colmena”. Aquí se ve cómo intenta plasmar todas las clases sociales del Madrid de
los años 50. Junto con lo anterior cabe resaltar la naturaleza aburrida y monótona
de los personajes, los cuales rechazan cualquier novedad.
4. • La mañana sube, poco a poco, trepando como un gusano por los corazones de los hombres y de las mujeres
de la ciudad; golpeando, casi con mimo, sobre los mirares recién despiertos, esos mirares que jamás
descubren horizontes nuevos, paisajes nuevos, nuevas decoraciones. La mañana, esa mañana eternamente
repetida juega un poco, sin embargo, a cambiar la faz de la ciudad, ese sepulcro, esa cucaña, esa colmena.
¡Qué Dios nos coja confesados!
Usa un narrador externo, alejado de la acción, el cuál se limita a presentar los
personajes, lo que le ayuda al autor en su crítica social. Usa determinantes
demostrativos de lejanía y verbos en tercera persona.
5. • La mañana sube, poco a poco, trepando como un gusano por los corazones de los hombres y de las mujeres
de la ciudad; golpeando, casi con mimo, sobre los mirares recién despiertos, esos mirares que jamás
descubren horizontes nuevos, paisajes nuevos, nuevas decoraciones. La mañana, esa mañana eternamente
repetida juega un poco, sin embargo, a cambiar la faz de la ciudad, ese sepulcro, esa cucaña, esa colmena.
¡Qué Dios nos coja confesados!
Por último cabe resaltar la inmovilidad temporal y el escenario, un
escenario madrileño de las afueras. El lenguaje es muy claro y sencillo,
sin cultismos, tecnicismos….
Se podría resaltar el afán por revelar la soledad del ser humano, idea
introducida por la Guerra Civil