Este documento presenta un resumen de tres oraciones o menos de la retórica del cuento según Horacio Quiroga. Explica que el cuento debe transmitir vivamente las impresiones del autor de manera breve y enérgica, manteniendo su esencia a través de los siglos independientemente de las modas literarias.
1. 1 La Oveja Negra Soledad
0
En un lejano país existió hace muchos años El día cayó
/ de muy alto
2 una Oveja Negra.
Fue fusilada. No quitarte tiempos, y la oscuridad de la noche
0 naciente
Un siglo después, el rebaño arrepentido le sacarme Tiempos
0 fue rasgada por la luz
levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en de adentro
9 que se despedía
el parque.
con sus dedos puntiagudos.
Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían Milka García La brisa,
ovejas negras eran rápidamente pasadas por las
caliente y melancólica,
armas para que las futuras generaciones de ovejas
hizo llorar a los cujíes
comunes y corrientes pudieran ejercitarse también sus diminutas hojas,
en la escultura. que luego se refrescaban a la propia
sombra
Augusto Monterroso de la cual pendían.
La tierra limó,
seca,
LOS HEREJES durante la luz
el calzado de quien
sediento
La doncella se asoma a ver el campo, a interrogar una lontananza trémula. arrastraba sus pies.
Su mente padece la visión de los jinetes del exterminio, descrita en las
Bajo la tierra,
páginas del Apocalipsis y en un comentario de estampas negras. ya quienes han sucumbido a ella
ya quienes quisieron hacerlo
La voz popular decanta la lluvia de sangre y el eclipse y advierte la
ya quienes lo evadieron.
similitud con las maravillas de antaño, contemporáneas del rey Lear.
Cobarde Y yo,
Listo, estoy ahí mismo Un capitán, desabrido e insolente con su rey, fija la tienda de campaña, de encima
ya llegué seda carmesí, en medio de las ruinas. Los soldados, los diablos de guerra, encinta
a ese punto en el que los más valientes se suicidan de tristeza
en el que te preguntas que sentirías si el carro se estrellase contra un poste dejan ver el tizne del incendio o del infierno en la tez árida y su roja de mal
y tu a doscientos por hora y de inconsistente pasión
y sin cinturón, pelambre. Un arbitrista, usurpador del traje de Arlequín, los persuade a la
te encuentro
pero no frenas ni baja la velocidad.
¿Y todavía le haces caso al semáforo?
licencia y los abastece de monedas de similor y de papel. a vos
sí, eres un animal de costumbre, tan nueva y tan familiar.
La doncella aleja la muchedumbre de los enemigos, prodigando las
me das asco noches de oración. Se retiran delante de la apertura de un camino. El golpe Carmen Hinestroza Álvares
1er Premio de Poesía
arráncate el pico y escóndete. de sus hierros no encontraba asiento y se perdía en el vacío. La Grapa Literaria
Escuela de Letras
C ARMEN ROMERO
José Antonio Ramos Sucre
2. Horacio Quiroga. La retórica del cuento
En estas mismas columnas, solicitado cierta vez por algunos amigos de la
infancia que deseaban escribir cuentos sin las dificultades inherentes por común a su
composición, expuse unas cuantas reglas y trucos, que, por haberme servido
satisfactoriamente en más de una ocasión, sospeché podrían prestar servicios de
verdad a aquellos amigos de la niñez. Animado por el silencio -en literatura el silencio
es siempre animador- en que había caído mi elemental anagnosia del oficio, completéla
con una nueva serie de trucos eficaces y seguros, convencido de que uno por lo menos
USTED
de los infinitos aspirantes al arte de escribir, debía de estar gestando en las sombras un
cuento revelador. Ha pasado el tiempo. Ignoro todavía si mis normas literarias Usted
prestaron servicios. Una y otra serie de trucos anotados con más humor que que es una persona adulta
solemnidad llevaban el título común de Manual del perfecto cuentista. Se me solicita - y por lo tanto
de nuevo, pero esta vez con mucha más seriedad que buen humor. Se me pide Sensata, madura, razonable,
primeramente una declaración firme y explícita acerca del cuento. Y luego, una fórmula
Con una gran experiencia
eficaz para evitar precisamente escribirlos en la forma ya desusada que con tan pobre
Y que sabe muchas cosas –
éxito absorbió nuestras viejas horas. Como se ve, cuanto era de desenfadada y segura
mi posición al divulgar los trucos del perfecto cuentista, es de inestable mi situación ¿Qué quiere ser cuando sea niño?
presente. Cuanto sabía yo del cuento era un error. Mi conocimiento indudable del
oficio, mis pequeñas trampas más o menos claras, sólo han servido para colocarme de Jairo Aníbal Niño
pie, desnudo y aterido como una criatura, ante la gesta de una nueva retórica del
cuento que nos debe amamantar. “Una nueva retórica...” No soy el primero en
expresar así los flamantes cánones. No está en juego con ellos nuestra vieja estética,
sino una nueva nomenclatura. Para orientarnos en su hallazgo, nada más útil que
recordar lo que la literatura de ayer, la de hace diez siglos y la de los primeros
balbuceos de la civilización, han entendido por cuento.
LOS VIEJOS El cuento literario, nos dice aquélla, consta de los mismos elementos sucintos que el
cuento oral, y es como éste el relato de una historia bastante interesante y
Parece que fue ayer, dicen siempre, y se agitan suficientemente breve para que absorba toda nuestra atención. Pero no es REFUGIO
melancólicos. Buscan, dentro del orden visible, indispensable, adviértenos la retórica, que el tema a contra constituya una historia con
el pretérito. Cruzan el desierto con ese enfado
maligno de ir o de permanecer. Llevan sol a la
otra orilla en un cántaro de agua.
Juan Sánchez Peláez
principio, medio y fin. Una escena trunca, un incidente, una simple situación
sentimental, moral o espiritual, poseen elementos de sobra para realizar con ellos un
cuento. Tal vez en ciertas épocas la historia total -lo que podríamos llamar argumento-
fue inherente al cuento mismo. “¡Pobre argumento! -decíase-. ¡Pobre cuento!” Más
tarde, con la historia breve, enérgica y aguda de un simple estado de ánimo, los
DE
LUZ 9
grandes maestros del género han creado relatos inmortales.
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3. LOGRAMOS SALVAR A TODOS ESPÍRITUS DE LOS MUERTOS
I I
Parecía imposible que el chico fuera alguna otra cosa que eso. Seguramente Tu alma se encontrará a sí misma sola
se llamaba Ewan: la e se pronunciaba como i, la w como v. Ewan salía de la En medio de los pensamientos oscuros
universidad al mediodía. Se sentaba en las esquinas de uno de los bloques, solo,
/de la piedra gris de la tumba,
a mirar la gente pasar. Debía ser por placer. Lo saludaban, llegaban a hablarle pero
Nadie, en toda la multitud, espía
tal vez por algo que él les decía o tal vez por nada especial, lo dejaban estar y seguían
Dentro de tu hora de retiro.
sus caminos.
Martes, cinco de la tarde en la ciudad, ha llovido en la mañana. Ewan se sienta
en la banca más húmeda del pasillo; el cielo se torna lila y gris; un perro amarillo EDGAR ALLAN POE
duerme cerca dela entrada del edificio administrativo para cobijarse con la sábana
que tejen las personas y sus hilos de camino. La gente, divertida por la imagen de un
perro durmiendo frente a una puerta, habla y se detiene a su alrededor. Comentan el
clima, mientras el profesor de sistemas de Ewan corrige el examen que presentó hoy.
Ewan obtiene 17 y aún no lo sabe. Presiente, sin embargo, que es un día de números impares, mientras nota que la chica parada frente a él, digita su
teléfono 7 9 7… 5 1…3 7. De algún lado la conoce, piensa: del edificio, o de la tienda de periódicos de la esquina, o de la fiesta del sábado pasado. O
tal vez simplemente no la conoce.
Cuando son las 6 de la tarde, Ewan atraviesa la calle frente a la universidad, se dirige a la parada del bus, paga la tarifa estudiantil y se sienta
del lado de una ventana, en la mitad del bus.
Quince minutos para las siete de la tarde. Se baja en una parada cercana a un edificio de la av. 5 de julio. Camina hasta el edificio Residencia
Vesalio, sube el ascensor, pasa la llave, entra a su apartamento. Se queda en la sala solo y su mamá, la Sra. Magdalena, pasa siempre desapercibida
por él. A las ocho le ofrece la cena y él acepta, siempre por no declinar, nunca por hambre.
Deseo… A las nueve llega el esposo de la Sra. Magdalena y el ambiente se vuelve insoportable, así que Ewan sale de su casa y va a visitar a Natalia, su
pestaña en pulgar novia, porque después de todo, cualquier cosa es mejor que oír a sus padres discutir. Pasean juntos por todas partes y ningún sitio. Se besan en algún
mano en horqueta baño, tiran en un parque, se sientan en cualquier acera y veinte minutos antes que Natalia deba volver a casa, suben a la azotea y sueñan juntos con
ojo en estrella fugaz soñar.
y soplo mi cuota de velas Ewan regresa a su apartamento, se lava la cara y se moja el cabello con ganas de estar lejos. Al día siguiente, se enjuaga y repite cada paso.
Milka García María Ocando Finol. 2do Premio de Cuento. La Grapa Literaria. Escuela de Letras
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4. Horacio Quiroga. La retórica del cuento (Continuación)
1 En la extensión sin límites del tema y del procedimiento en el cuento, dos
0 calidades se han exigido siempre: en el autor, el poder de transmitir vivamente y
/ sin demoras sus impresiones; y en la obra, la soltura, la energía y la brevedad del
2 relato, que la definen. Tan específicas son estas cualidades, que desde las remotas
0 edades del hombre, y a través de las más hondas convulsiones literarias, el
0
9
concepto del cuento no ha variado. Cuando el de los otros géneros sufría según De no estar tú,
las modas del momento, el cuento permaneció firme en su esencia integral. Y
mientras la lengua humana sea nuestro preferido vehículo de expresión, el
demasiado enorme
hombre contará siempre, por ser el cuento la forma natural, normal e sería el bosque.
irreemplazable de contar. Extendido hasta la novela, el relato puede sufrir en su
estructura. Constreñido en su enérgica brevedad, el cuento es y no puede ser otra
cosa que lo que todos, cultos e ignorantes, entendemos por tal. Los cuentos Issa
chinos y persas, los grecolatinos, los árabes de las Mil y una noches, los del
Renacimiento italiano, los de Perrault, de Hoffmann, de Poe, de Merimée de Bret-
Harte, de Verga, de Chejov, de Maupassant, de Kipling, todos ellos son una sola y
misma cosa en su realización. Pueden diferenciarse unos de otros como el sol y la
luna. Pero el concepto, el coraje para contar, la intensidad, la brevedad, son los
mismos en todos los cuentistas de todas las edades. Todos ellos poseen en grado
máximo la característica de entrar vivamente en materia. Nada más imposible que
aplicarles las palabras: “Al grano, al grano...” con que se hostiga a un mal contador
Sin nada azul verbal. El cuentista que “no dice algo”, que nos hace perder el tiempo, que lo
pierde él mismo en divagaciones superfluas, puede verse a uno y otro lado
En el nombre del poderoso espacio, buscando otra vocación. Ese hombre no ha nacido cuentista. Pero ¿si esas
vuelvo a ti. divagaciones, digresiones y ornatos sutiles, poseen en sí mismos elementos de
Marea adormecida en el tiempo de los lobos. gran belleza? ¿Si ellos solos, mucho más que el cuento sofocado, realizan una
excelsa obra de arte? Enhorabuena, responde la retórica. Pero no constituyen un
Helado por la verdad
placer en la memoria
cuento. Esas divagaciones admirables pueden lucir en un artículo, en una fantasía,
en un cuadro, en un ensayo, y con seguridad en una novela. En el cuento no
Saciedad en el conocimiento y arte de los hombres tienen cabida, ni mucho menos pueden constituirlo por sí solas. Mientras no se
cree una nueva retórica, concluye la vieja dama, con nuevas formas de la poesía
Mi miseria, épica, el cuento es y será lo que todos, grandes y chicos, jóvenes y viejos, muertos
vertida en la profunda claridad y vivos, hemos comprendido por tal. Puede el futuro nuevo género ser superior,
de las máscaras. por sus caracteres y sus cultores, al viejo y sólido afán de contar que acucia al ser
Es el refugio ambiguo de la muerte.
humano. Pero busquémosle otro nombre. Tal es la cuestión. Queda así evacuada,
por boca de la tradición retórica, la consulta que se me ha hecho. En cuanto a mí,
Azul a mi desventajosa manía de entender el relato, creo sinceramente que es tarde ya
para perderla. Pero haré cuanto esté en mí para no hacerlo peor.