La concentración gradual de viviendas, obras ceremoniales, comerciales y gubernamentales en un solo sitio dio origen a las primeras ciudades en Mesopotamia como Ur, Sippar, Uruk y Ninive, que contaban con miles de habitantes y favorecieron el crecimiento de la población. Las ciudades impulsaron el intercambio de productos y conocimientos entre las civilizaciones agrícolas donde se inventaron los primeros sistemas de escritura.