Los padres deben establecer reglas estrictas desde una edad temprana, conversar con sus hijos sobre los peligros de las drogas y el mundo exterior, y aplicar castigos consistentes cuando no se cumplan las reglas, como la hora de llegada a casa. De lo contrario, los hijos pueden no respetar a sus padres, juntarse con amigos negativos, consumir drogas y convertirse en delincuentes, ya que no aprendieron a valorar el esfuerzo de sus padres ni a ser responsables de sus propios actos.