1. Comunidades indígenas y afrocolombianas Samuel Aguilera
COMUNIDADES
INDIGENAS Y
AFROCOLOMBIANAS
COLEGIO
FLORENTINO
GONZALEZ
SAMUEL AGUILERA
2. Comunidades indígenas y afrocolombianas Samuel Aguilera
CONTENIDO
-Introducción
-Comunidades indígenas el día de hoy
-Sufrimientos de los afrocolombianos.
-Bibliografia
3. Comunidades indígenas y afrocolombianas Samuel Aguilera
INTRODUCCION
El 12 de octubre de 1492, con la llegada de Colón a tierras de América, se
abrieron las puertas a una de las transformaciones culturales más grandes en
la historia de la humanidad: la mezcla de las culturas indígenas americanas,
residentes siglos atrás en el suelo colombiano con la recién llegada cultura
hispánica, y, posteriormente, con los africanos traídos como esclavos para
trabajar en las plantaciones de caña de azúcar y en la extracción de minerales.
Colombia fue uno de los países más influidos por este hecho histórico, por ser
la puerta de entrada de América del Sur.
Hoy, 520 años después, el país es reconocido como pluricultural y multilingüe,
dada la existencia de 87 etnias indígenas, 3 grupos diferenciados de población
afrocolombiana y el pueblo ROM o gitano; se hablan 64 lenguas amerindias, el
bandé, lengua de los raizales del Archipiélago de San Andrés, Providencia y
Santa Catalina, el palenquero, lengua criolla de las comunidades de San
Basilio de Palenque,- primer pueblo libre de América, declarado por la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura (UNESCO) como obra maestra del patrimonio oral e inmaterial de la
humanidad - y el Romaní o Romanés lengua Rom.
4. Comunidades indígenas y afrocolombianas Samuel Aguilera
Las fuentes oficiales hablan de 450 a 500 mil indígenas en Colombia,
pertenecientes a cerca de 87 etnias diferentes, con 64 distintas lenguas
habladas, pertenecientes a 14 familias lingüísticas. El grupo más numeroso
son los paeces, cerca de cien mil, que habitan en el suroccidente del país, en
los dos flancos de la cordillera Central, en el departamento del Cauca, donde
la mayoría de la población cultiva en las tierras reconocidas legalmente como
resguardos indígenas. Según “COLOMBIA UNA NACIÓN MULTICULTURAL”
(documeto estadístico del dane), precisamente en el Cauca, entre paeces,
guambianos y yanaconas, surgió en 1972 la primera organización
reivindicativa indígena contemporánea, el Consejo Regional Indígena del
Cauca, (CRIC). Tierra y Cultura, fue su lema.
Siguen en número los guajiros o wayú, sociedad de pastores trashumantes
con unos 73 mil individuos que ocupan, cada vez con menor movilidad, las
tierras semidesérticas de la península de la Guajira. A diferencia de los
paeces, cuyo sistema de parentesco se orienta por la rama del padre, los wayú
son una sociedad matrilineal, que define el sistema de descendencia, herencia,
propiedad y residencia. Otros grupos demográficamente importantes son los
emberaes, habitantes de las selvas húmedas del occidente del país y de
algunas áreas aledañas de cordillera; cultivan de manera itinerante las vegas
de los ríos, por grupos de parientes, reconocidos tanto por línea materna como
paterna.
Los paeces, los wayú, los emberaes y los indígenas nariñenses representan el
56% de la población indígena colombiana, mientras el resto se divide en 77
grupos distintos. Con menor número de habitantes pero con gran variedad de
grupos étnicos se encuentran los pobladores de la Amazonía, que si bien
comparten entre sí numerosos aspectos culturales, se diferencian en la lengua
y por su relación con la sociedad nacional. Los indígenas amazónicos se
estiman en 50 mil habitantes, con cerca de 50 grupos étnicos y diez familias
lingüísticas. La gran variedad lingüística que concentra la zona es sin duda
excepcional.
Otros grupos menos densos en población, pero igualmente complejos en
cuanto a formas culturales y adaptación ambiental, habitan rincones diversos
LAS COMUNIDADES INDIGENAS EL DIA DE
HOY
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del territorio colombiano, desde la Sierra Nevada de Santa Marta, con los
kogui, los arhuacos o ika y los arsarios, hasta los cunas, en la frontera con
Panamá, o los baríes en la de Venezuela. Algo más del 50% de la población
indígena habita en la región andina, la costa caribe y los valles interandinos, y
un 25% reside en zonas selváticas.
La población indígena representa el 1.5% del total nacional y es culturalmente
diversificada y relativamente dispersa en diferentes ámbitos geográficos. Esta
variedad existió ya en el momento de la conquista española, y los cientos de
años de contacto e imposición de hábitos y comportamientos la han
modificado, pero no borrado. Cada grupo es, en la actualidad, un grupo
contemporáneo, con relaciones profundas, a menudo conflictivas, con la
sociedad nacional.
Durante los ciento ochenta años de vida republicana, las políticas del Estado
hacia las poblaciones indígenas han tenido diferentes expresiones, tanto en su
orientación general como en sus prácticas. Pueden precisarse tres grandes
períodos en la política oficial indigenista: uno, fugaz, producto de las guerras
de independencia, en el cual se reconocieron formalmente ciertos derechos
indios; le siguió un largo lapso, desde mediados del siglo XIX hasta mediados
del XX, caracterizado por una agresiva política contra las tierras comunales
indígenas, principalmente las de la región andina; y un tercer período, que se
inicia en los años sesenta, en que surgen movimientos campesinos a los que
se unen movimientos indígenas.
Durante este último período, la modernización del Estado colombiano y el
ordenamiento económico y administrativo plantearon una situación paradójica
para los pueblos indígenas. Por una parte, un nuevo tipo de ideología fue
ganando espacio entre los gobernantes. Desde esta ideología se combatía el
atraso económico y social de las zonas rurales del país y se identificaba a las
capas dominantes, los terratenientes, como causantes de una situación de
pobreza, carencia de tierras y sometimiento. Los terratenientes y las relaciones
de servidumbre perdieron terreno político. La política agraria desde 1961 se
dirigió a crear nuevas condiciones en el campo, a través de una ley de reforma
agraria y de un nuevo instituto, el Incora, para ponerla en marcha. A pesar de
la precariedad de la política agraria para reestructurar la propiedad territorial y
modificar su concentración, la ideología de la modernización cobró fuerza y
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con ella se hizo posible que en algunos sectores oficiales se abrieran
reivindicaciones indígenas sobre legalización territorial.
Durante los años setenta y con base en la ley 135 de 1961 (ley de Reforma
Agraria), se inició el reconocimiento legal de tierras a grupos indígenas, cada
día más activos en sus reclamos. Hasta 1961 sobrevivían del antiguo régimen
colonial de tierras, en forma de resguardos de indios, 81 resguardos, sobre un
área de 400 mil hectáreas y una población estimada de 157 mil personas. Casi
todas ellas se situaban en el suroccidente andino. Luego, principalmente en la
década del 70, los reiterados reclamos de tierra de poblaciones indígenas y los
conflictos tanto en las áreas periféricas sujetas a un proceso de colonización
como en las mismas zonas andinas, llamaron la atención sobre la necesidad
de dotación y legalización de tierras a indígenas.
En desarrollo de la ley de Reforma Agraria, se adoptó como forma de
asignación de nuevas tierras a indígenas en zonas marginales, especialmente
en la llanura amazónica, la figura jurídica de las reservas. Parecía una medida
intermedia entre el resguardo como propiedad de un grupo social y la carencia
de reconocimiento legal. Bajo esta figura se crearon 158 unidades territoriales
entre 1965 y 1986, sobre un área de 12 millones y medio de hectáreas, para
128 mil personas. Pese a la magnitud de los terrenos reconocidos como
reservas indígenas, casi su totalidad se encuentra fuera de la frontera agrícola,
en su mayoría en la región amazónica, y provienen jurídicamente del régimen
de baldíos a cargo de la Nación.
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SUFRIMIENTOS DE LOS AFROCOLOMBIANOS
hoy como ha ocurrido desde siempre durante estos largos 520 años, la
situación y problemática de la población afrocolombiana se caracteriza por la
explotación de su fuerza de trabajo en los empleos duros, el despojo de sus
tierras, el retraso educativo, la pobreza e inhumanidad en las condiciones de
vidas familiares, el racismo en las relaciones con las comunidades mestizas
blancas, la discriminación racial en la cotidianidad, la exclusión racial en casi
todas partes y la ciudadanía incompleta, ciudadanía "recortada" por la
violación de sus derechos humanos.
Las graves consecuencias económicas, sociales, culturales, educativas,
políticas y espirituales que provocó la Institución de la Esclavitud, están vivas y
activas dentro de la sociedad colombiana unidas a los desequilibrios,
inseguridades e injusticias propios del modelo de desarrollo económico y social
capitalista promovido por las élites dominantes, sus víctimas siguen siendo las
poblaciones afro descendientes que reivindican la verdad, justicia, reparación y
equidad social y comunitaria.
Estudios hechos por el Departamento Nacional de Planeación (DPN),
concluyen que el 90% de la población afrocolombiana vive en condiciones
alarmantes de miseria, exclusión social, discriminación racial y segregación
social. Estos estudios, afirman que el panorama socioeconómico reflejado en
Colombia, muestra que los descendientes africanos, son pobres, y que la
mayoría de los pobres son descendientes de africanos, sin que ello haya sido
motivo de preocupación para los gobiernos.
Algunas estadísticas del DNP sobre la realidad afrocolombiana son las
siguientes:
* Las zonas de mayor predominio de población afrocolombiana son aquellas
que presentan los más bajos índices de calidad de vida del país.
* El ingreso per cápita promedio de los (as) afrocolombianos(a) se aproxima a
los 500 dólares anuales, frente a un promedio nacional superior a los 1500
dólares.
* El 75% de la población afro del país recibe salarios inferiores al mínimo legal
y su esperanza de vida se ubica en un 20% por debajo del promedio nacional.
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* La calidad de la educación secundaria que recibe la juventud afrocolombiana
es inferior en un 40%, al compararla con el promedio nacional.
* En los departamentos del Pacífico colombiano, de cada 100 jóvenes afros
que terminan la secundaria, sólo 2 ingresan a la educación superior.
* Aproximadamente el 85% de la población afrocolombiana vive en
condiciones de pobreza y marginalidad, sin acceso a todos los servicios
públicos básicos.
La superación de esta excelsa problemática de la población afrocolombiana
requiere de la intervención especial y prolongada del gobierno nacional, en
estrecha coordinación con los gobiernos departamentales y nacionales,
asignando recursos suficientes y condiciones institucionales apropiadas para la
ejecución del Plan Nacional de Desarrollo de la Población Afrocolombiana, que
en cumplimiento de la Ley 70/93, cada gobierno debe implementar dentro del
Plan de Desarrollo y el Plan de Inversión Nacional. En el Departamento
Nacional de Planeación DNP, debe crearse una unidad especial de planeación
y seguimiento a la implementación y ejecución del plan afrocolombiano.
El gobierno nacional debe elevar a una cierta política pública la lucha contra la
exclusión racial de las personas negras en el mercado laboral público y
privado.
Es urgente la concertación e implementación de un Programa Nacional para la
igualdad racial en las Oportunidades de Empleo, que establezca medidas de
acción afirmativa o diferenciación positiva, a favor de las personas negras
competentes y estímulos fiscales y en la contratación estatal a favor de los
empleadores cooperantes.
Pero también las personas afros deben asumir sus propias responsabilidades
étnicas y sociales. En los municipios los partidos políticos, las organizaciones
sociales y las alcaldías, deben concertar y determinar los proyectos de vida
que desean para el presente y futuro de la niñez y la juventud afrocolombiana,
estos proyectos deben contener y desarrollar los valores de la identidad
afrocolombiana, y reflejarlos en los planes de desarrollo. Nadie podrá ejecutar
acciones de progreso étnico-social de las comunidades afros si ellas mismas,
a través de sus líderes y organizaciones sociales, educativas y políticas, no lo
quieren hacer para sí mismas.
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BIBLIOGRAFIA
1- “COLOMBIA UNA NACIÓNMULTICULTURAL”. Documento estadístico
del DANE publicado en mayo del 2007.
2- “EL ESTADO DE LOS DERECHOS HUMANOS DE LAS
COMUNIDADES AFROCOLOMBIANAS”. Informe publicadoen el 2004
por el DPN (Departamento Nacional de Planeación)
3- “EL RACISMO EN COLOMBIA”. Se encuentra en:
www.encolombia.com/medicina/academedicina/n-07sotomayor1.htm