2. Fundación
Transcurría el año 1901 en Lima, capital peruana, específicamente
situémonos en la calle Cotabambas. Aquella calle, parte del barrio
de Las Chacaritas, colindante con el centro, fue testigo de un inicio.
No cualquier inicio, quizás el más importante de los inicios en la
historia del fútbol nacional.
Empezó cuando un grupo de niños – sí, niños, a lo mucho
adolescentes – se juntaban diariamente para practicar el football,
aquel deporte de ribetes exóticos traído al Perú por los ingleses y
que entonces empezaba a cobrar fuerza y popularidad. No era
común, sin embargo, que el deporte sea practicado en barrios
humildes, pues esto era casi una exclusividad de las familias más
acomodadas de la sociedad de aquel entonces. Esta exclusividad
incluso empezaba a institucionalizarse en el Lima Cricket.
Los Chacaltana, los Carvallo y los Pedreschi – estos últimos
inmigrantes llegados de Florencia, Italia – familias cuyos menores
hijos o nietos resultaron ser los fundadores de lo que en un tiempo se
convertiría en la máxima expresión popular de nuestro fútbol. Y la
historia continúa en un stud. Para ser más exactos: el stud ‘Alianza’.
3. Los Chacaltana tenían una finca, y a poca distancia se instaló un corral
para caballos que era propiedad compartida de Augusto Bernardino
Leguía Salcedo – quien años después sería presidente del país – Los niños de
Cotabambas se reunían en el potrero. Amistaron con los trabajadores
del stud y empezaron juntos a jugar al football con una pelota de trapo
hecha por ellos mismos – de ahí aquel verso de la conocida canción: «una
pelota de trapo, testigo del primer gol […] primero buenos amigos, después
a darle al balón». – Ya que las pelotas ‘normales’ – las de cuero – eran
importadas y sumamente caras. Chicos de un barrio humilde no podían
obtenerlas si no juntando sus mesadas durante meses. Todo esto le seguía
dando forma al sueño, sueño que, según el testimonio de Manuel Carvallo –
registrado en la primera edición de la revista ‘El íntimo’, aún en 1976 – se
terminó de formar en dos fechas clave: El 2 de febrero surgió la idea de
‘fundar’ un club de football, mientras que el 15 de febrero de 1901, se
concretó la fundación con el nombre de ‘Sport Alianza’, en alusión al
nombre del stud.
El Sport Alianza, al ser un equipo compuesto por niños y adolescentes, jugó
muchos partidos sin registro alguno, ya que eran encuentros barriales que no
acaparaban cobertura de la prensa. Cuando los chicos fueron haciéndose
adultos, la importancia del Sport Alianza, y su fama, fue calando en el
consciente popular. Fue así que en 1910 se registró el primer partido de la
blanquiazul. Fue ante el Sport Lima, otro club barrial fundado en el distrito de
Jesús María. Victoria aliancista por dos goles a cero.
4. Primeros títulos
La primera vuelta olímpica se dio en el año 1918. En 1919, el Sport
Alianza obtuvo un nuevo título y con ello su segunda coronación
consecutiva, convirtiéndose en bicampeón – el primer
bicampeonato de la historia del fútbol peruano – Ambos títulos
fueron conquistados aún bajo la tutela de la LPF. Los siguientes
fueron torneos organizados por la FPF. El próximo galardón sería
obtenido en 1927: tras un torneo suspendido por problemas
dirigenciales ajenos al club, la Federación dio por finalizada la
competencia y declaró campeón al Alianza Lima por encontrarse
como puntero absoluto al momento de dicha finalización.
En 1928 Alianza volvió a dar la vuelta olímpica, sumando su cuarta
corona. Este año en particular significó también la primera vez en
la que Alianza Lima y la Federación Universitaria (FU) – después
Universitario de Deportes – compitieron juntos en un mismo torneo.
El recordado primer ‘clásico’ – el ‘de los bastonazos’ – fue para la
FU, pero la gran final también jugada entre ambos conjuntos – la
primera final entre ambos clubes a lo largo de la historia – tendría
como claro vencedor al cuadro blanquiazul. Nacía una gran
rivalidad.
5. Villanueva y el
tetracampeonato blanquiazul
Luego de aquellos tensos momentos siguió una época dorada.
De la mano de Alejandro ‘Manguera’ Villanueva, Alianza Lima
conseguiría el primer y hasta ahora único tetracampeonato de
la historia del fútbol peruano. Estos títulos se dieron en los
años 1931, 1932, 1933 y 1934. Para ese entonces ya existía una
especial rivalidad con Universitario de Deportes, club que se
había desprendido de la Federación Universitaria, nombre con
el que se inició en sus primeras participaciones oficiales. De
hecho, en 1932, 1933 y 1934, Universitario, que entonces
contaba con su máximo exponente de todos los tiempos,
Teodoro ‘Lolo’ Fernández, quedó como subcampeón
consecutivamente. La hegemonía blanquiazul era clara e
indiscutible. Además, selló la ahora conocida relación entre
Alianza Lima y los jugadores de raza negra. Esto además por el
cambio de ubicación de la sede del club, el cual pasó a la
avenida Manco Cápac, en el distrito de La Victoria, distrito cuya
población era conformada en su mayoría por personas de
color.
6. Por su parte, Alejandro Villanueva no sólo aportó
al equipo con su habilidad y talento para el
fútbol, contribuyendo a la obtención de aquel
tetracampeonato, sino que además le dio una
identidad distinta al jugador aliancista. Muchos
en adelante trataron de imitar el estilo de juego
pícaro y genial de ‘Manguera’ – como le decían,
por su estatura y complexión física – haciéndolo
inmortal en el club y en el fútbol peruano en
general. Otros jugadores de aquella época que
inmortalizaron sus nombres fueron: José María
Lavalle, Juan Valdivieso – considerado por
muchos como el mejor portero de la historia del
fútbol nacional – Jorge Koochoi Sarmiento,
Alberto Montellanos, Demetrio Neyra, Julio García
y Juan Bulnes.
7. La tragedia del Fokker, la mayor
de las sequías y los nuevos potrillos
Bien dicen que sobre el pueblo recaen los sufrimientos
generales de todas las naciones. Las crisis – de toda
índole – siempre se asientan sobre los que menos
poseen, fortaleciendo con golpes sus defensas y
alimentando su fe; así como también – como dándole
la contra a las desavenencias – siempre hay lugar para
la alegría, la hermandad y el festejo. Si hay un club
deportivo en el Perú que está perfectamente alineado
a estos caracteres, no puede ser otro que el Alianza
Lima. Y de ejemplos podremos hablar siempre. Mas
nunca habrá uno que iguale en pesar lo que significó
ese triste tramo del tiempo que abarcó desde el año
1978 hasta 1997. Diecinueve años de sequía que no sólo
fue sequía, también fue pena y estanco, también fue
tragedia.
8. Tras el final de la última época dorada a fines de los setentas, se
esperaba una nueva generación capaz de cubrir los inminentes
vacíos que nos dejaron aquellos cracks, pero estos, al menos a
nivel de resultados, tardaron en aparecer. Fue en 1985 cuando
asomaba una nueva generación interesante capitaneada por
los ya referentes: José ‘caíco’ Gonzáles Ganoza y José
Velásquez. Jugadores de las divisiones menores empezaron a
tomar protagonismo. En los siguientes años, Alianza intentó
pelear los torneos con jugadores muy jóvenes que de a pocos
fueron madurando, y la sequía continuaba. Llegó 1987 y con él
la contratación de Marcos Calderón – el entrenador peruano
más ganador de la historia – como Director Técnico del primer
equipo. La idea era acabar con la sequía y parecía posible.
Aquel Alianza tenía mezcla de juventud, talento y experiencia.
Había empezado el campeonato de menos a más y mantenía
cierta regularidad. Faltando poco menos de la mitad del torneo,
la blanquiazul se ubicaba en el primer lugar a un punto del Unión
Huaral, que era el escolta. Tocaba viajar a la selva, a enfrentar al
Deportivo Pucallpa. El resultado fue de triunfo para Alianza por 1
a 0, ratificando el buen nivel del equipo en una plaza difícil, pero
fue al regresar a Lima cuando sucedió la peor de las derrotas.
Una pérdida para el país entero.
9. El avión que transportaba al pleno del plantel, DT, y algunos barristas, dirigentes
y socios, cayó al mar de Ventanilla. El único sobreviviente de este accidente
fue el piloto del avión. Alianza perdió a un gran equipo y el fútbol peruano
perdió a muchos jugadores con gran presente y futuro. Futbolistas como Luis el
‘potrillo’ Escobar – debido a este apodo se bautizó a esta nueva generación
como ‘Los potrillos’ – Alfredo Tomassini, el mismo ‘caíco’ Gonzáles, y el propio
técnico, Marcos Calderón, junto a todos los que conformaban aquel sueño,
fallecieron en este trágico accidente. Un golpe durísimo del que tardaríamos
mucho en recuperarnos, tanto en el plano emocional, como en el plano
deportivo. Las condolencias del mundo entero no tardaron en llegar, así como
también las muestras de generosidad. Clubes tales como Sport Boys, Sporting
Cristal y Deportivo Municipal cedieron algunos de sus jugadores para que
Alianza pueda seguir afrontando el campeonato. Mientras que, desde el
extranjero, llegó el apoyo del Colo Colo chileno, que cedió a cuatro de sus
representantes. Incluso Teófilo Cubillas, en otro gran gesto, regresó del retiro
para incorporarse al primer equipo. Por su parte, la Federación apoyó
autorizando a que Alianza no tenga que volver a salir de Lima para el resto del
campeonato, jugando de ‘visitante’ en el Estadio Nacional, esto para dar
cierta ventaja a este equipo hecho sobre la marcha y con un fin más que todo
generoso y caritativo, antes que deportivamente competitivo, además de
ahorrarle al club los gastos que implicarían esos viajes. Con todas estas
tribulaciones y apoyos, Alianza peleó hasta el final aquel torneo de 1987,
llegando a disputar la gran final con Universitario. En aquella final los cremas se
impusieron a los blanquiazules por primera vez en la historia de las finales entre
ambos. Alianza continuaba su sequía y no se vislumbraba un futuro optimista.
10. Esta incertidumbre continuaría hasta mediados de los
noventas, cuando apareció y se fue consolidando la
generación apodada como ‘los nuevos potrillos’. Esta
generación contaba con jugadores como Juan Jayo
Legario, José Soto, Waldir Sáenz – quien se convertiría
en el máximo anotador de la historia del club – Paulo
Hinostroza, Juan Saavedra, Carlos Basombrío y Darío
Muchotrigo. En 1997, estos mismos jugadores ya dirigidos
por el Director Técnico colombiano, Jorge Luis Pinto,
lograría romper la racha de diecinueve años sin gritar
‘campeón’. Aquel título que se hizo esperar tanto y
significó la explosión de millones de hinchas aliancistas
en el Perú y el mundo entero. Sin dudas, uno de los
momentos más emotivos de la historia del club.