1. GUSTAVO ADOLFO CELIS VILLA
Soy maestro e investigador
De niño, mi objetivo era ser un investigador en el área de mamíferos acuáticos,
ese era mi sueño.
Toda la vida he tenido una obsesión por el mar y por todo el cuento de los
delfines y las ballenas; me atrapa es misterio que ellos encarnan.
Quería conocer y hacerme parte de esas historias; era un disfrute convertirme
en investigador, en fotógrafo.
La proyección social también hace parte de mi ser. Me gusta interactuar y
compartir con el otro lo que soy y lo que sé. Desde que ingrese al colegio
descubrí esa inclinación. Recuerdo que siempre participaba en los proyectos
sociales y formativos.
Tal vez una de las experiencias que más recuerdo es la alfabetización. Mi misión
era enseñarle a leer y escribir a un grupo de adultos. Fue un gran reto. No
sabía cómo hacerlo. Entonces aplique ese dicho que reza “lo que se hereda no
se hurta”. Me acorde de mi mamá, lo difícil lo hacía fácil. Aprendí mucho de ella
y por eso retomé sus métodos de enseñanza con el grupo de adultos.
Después de ocho semestres estudiando medicina, me retiré y entre a la facultad
de biología. Cuando inicie las clases me propuse a ser biólogo marino,
específicamente en el campo de los mamíferos.
En la universidad de Antioquia no existía el énfasis de investigación de
mamíferos, lo que me llevo a proponer una creación de un grupo de
investigación que abriera la línea de estudio sobre mamíferos acuáticos. Este
abrió un nuevo camino para mí: propuse proyectos de investigación, participe
en congresos de oceanografía y ciencias del mar.
Estas indagaciones me permitieron perfilar mi línea de investigación y
formación. Puse toda mi energía en las ballenas, en Gorgona y la fundación
yubarta. Estudiarlas se convirtió en mi obsesión y en uno de mis proyectos de
vida.
Finalmente, logramos que nos hicieran una invitación a la isla Gorgona; por fin
las tendría cerca.
Esta experiencia de la isla Gorgona, me llevó a radicarme en Cali, donde me uní
al grupo de investigadores de la fundación de Yubarta, en área ambiental;
2. además, seguíamos trabajando con las ballenas. Organizamos talleres con toda
la comunidad e hicimos recorridos por casi todo el pacífico.
Esos encuentros con la comunidad se convirtieron en todo un reto pedagógico
y didáctico. Con esta experiencia me di cuenta de que tenía la vena para
trabajar en educación y sobretodo en pedagogía. Disfrutaba ese cuento
didáctico de innovar cosas y de seducir a los muchachos. Este proceso me abrió
las puertas. Me convertí en un biólogo del mar especializado en cetáceos.
Buscando nuevos espacios, llegué a la universidad de Medellín. En 1999 empecé
a dictar clase a los estudiantes de tercer semestre de educación Informática.
Quería que los futuros maestros pensaran en la relación que existe entre el
sistema natural y social. Pretendía que se cuestionaran por qué querían ser
educadores.
Estando en la universidad me llamaron de la secretaría de Medellín, creían que
tenía el perfil para trabajar en la institución Educativa Sol de Oriente. La
institución estaba ubicada en una zona afectada por las problemáticas que
conlleva la violencia.
Pensaba muchas cosas: cómo me iba a enfrentar a los estudiantes, a sus
realidades sociales, económicas y políticas; al conflicto que se vivía en el sector
y a la violencia familiar que acompaña la vida de estas personas.
Fue así como en febrero de 1999 me interné en el mundo de los maestros de
básica primaria, secundaria y media. Lo primero que hice fue pensar en
prácticas pedagógicas. Comencé a imaginarme cosas, a proponer, a trabajar
con y para los muchachos.
Quería encontrar nuevas formas de aprender y desarrollar estrategias que los
encarretaran. Buscaba que mi propuesta ofreciera un aprendizaje significativo,
quería que las ciencias naturales se convirtieran en una herramienta para
resolver los problemas de los jóvenes y la comunidad.
Pensando en los ingredientes que debía tener el proyecto, se me ocurrió abrir
en la institución un espacio interactivo y el primer paso fue la creación de un
grupo de atención de emergencias. Muchos estudiantes se involucraron y fue en
ese momento cuando el proyecto Aula Ambiental empezó a tomar forma.
Al año siguiente, el grupo recibió una invitación de la facultad Nacional de Salud
pública de la Universidad de Antioquia. La misión era con la comunidad e
instituciones vecinas del cerro pan de azúcar, recuperar este espacio y
convertirlo en parque ecológico. Fue entonces cuando nos matriculamos en la
cooperación Ambiental Amigos del Cerro Pan de Azúcar.
3. La cercanía con el cerro nos entusiasmó para seguir adelante con el proyecto de
crear el espacio interactivo, un lugar para reunir diferentes conocimientos,
saberes y experiencias. Entonces, por medio de la corporación Ambiental
Amigos del Cerro Pan de Azúcar le presentamos la propuesta al instituto Mi Río
la cual nos apoyó con la dotación del aula ambiental.
Para mí este proyecto ha sido un proceso de aprendizaje continuo, pues gracias
a él me convertí en formador de formadores.