La psiquiatría ha estado plagada de abusos y torturas a lo largo de la historia. Los primeros tratamientos involucraban sangrías y encierros en condiciones inhumanas. Más tarde, se realizaron experimentos con electrochoques y cirugías invasivas sin fundamentos científicos. En la actualidad, los fármacos psiquiátricos causan graves efectos secundarios que afectan la calidad de vida. En lugar de curar, la psiquiatría ha sido una industria que lucra a costa del sufrimiento de los pac
1. COMENTARIO DEL VIDEO: “PSIQUIATRÍA: UNA INDUSTRIA DE MUERTE”
Con el nacimiento de la nueva ciencia llamada “Psiquiatría” no sólo comienza una
época de descubrimiento llamativo sobre la mente y todo lo concerniente a su funcionalidad y
patología, sino que empieza también la tortura de la persona que sufre alguna “enfermedad
mental” ya que a lo largo de la historia no ha tenido otro tratamiento que la propia violación a
sus derechos, derechos que en este caso no tienen absolutamente nada de “Humanos”.
Desde los rituales extraños y sanguinarios para expulsar a los supuestos demonios que
se apoderaban de los enfermos dados en la antigüedad, por los hospitales psiquiátricos en
Europa donde tenían “prisioneros” a los pacientes a comienzos del siglo XIX, hasta la pandemia
de medicamentos recetados frente a cualquier sintomatología a toda persona que se quejase o
no, de tenerla en nuestra actualidad; la psiquiatría se ha sabido aprovechar de los gobiernos
para apoderarse del dinero destinado al cuidado de los pacientes, de las personas que
padecían las enfermedades y de los familiares de éstos, quienes a veces- o muchas- por ayudar
a sus seres queridos, terminaban enviándolos a esos hospitales que hacían las veces de
“cárceles” dónde con el transcurrir del tiempo y luego de muchas torturas, fallecían sin poder
encontrar la “cura” que tanto buscaban y que con tanto convencimiento los invitaban los
“especialistas” a adquirir.
Las “sanaciones” para las enfermedades mentales, sólo podrían ser descritas con un
nombre que encierre la barbarie cometida: Criminales. El trato dado y los métodos por ensayo
y error para la mejora, no hacían más que estancar el descubrimiento de técnicas que
pudiesen ayudar realmente a los que sufrían de tal o cual patología mental. ¿Es admisible el
encerrar a un ser humano dentro de un ataúd y zambullirlo en el agua por varias horas con el
sólo propósito de mantenerlo después en un estado de quietud? En plena época post-
moderna, se trataba a una persona de la manera más infra humana e irracional que se podría
conocer.
Las tantas suposiciones del por qué de la existencia de las psicopatologías venían unas
tras otras, con estrategias mucho peores que las que las precedían; como la creencia de
Benjamin Rush, el personaje que tiene ahora su retrato en la insignia de una de las
Asociaciones más conocidas a nivel mundial como es la Asociación de Psiquiatría Americana,
fue el creador del famoso instrumento llamado “tranquilizador” que no consistía en otra cosa
que la de hacer sangrar, literalmente, las cabezas de sus pacientes, puesto que creía que la
enfermedad mental era originada por un acumulamiento de dicho líquido en el cerebro, por lo
que ésa era una manera simple de lograrlo. Posteriormente, otro “descubridor” de cómo
poder ayudar a sus pacientes fue el médico Henry Cotton quien relacionaba las enfermedades
mentales a órganos internos específicos del cuerpo humano, extirpándolos para la supuesta
mejora.
Posteriormente llegaron los estudios realizados por las escuelas psicológicas quienes
siguieron utilizando a personas y ahora a animales como ratas de laboratorio para fines
prácticos y poder explicar el comportamiento y algunos problemas presentados a nivel mental.
Es así como hace su aparición Wunt, Pavlov, Watson, Skinner, entre otros, quienes a pesar de
2. querer arreglar la situación presentada, llegaron a resolver problemas de la evolución, el
pensamiento, percepción, aprendizaje, inteligencia y función del cerebro, sin dedicarse a lo
patológico cómo se quería.
Mientras en América aparecían las primeras corrientes psicológicas, en Europa, los
alemanes en 1883 hacían gala de su nuevo método para que las enfermedades mentales no
pudiesen propagarse ni tampoco las razas, llamadas inferiores, pudieran desarrollarse. De esta
manera aparece la Eugenesia, el proceso de esterilización para los pueblos pobres, indefensos
y marginados con el fin de dejar que las razas superiores habiten el planeta. Idea que luego fue
tomada por Hitler para realizar una de las masacres más grandes y pregonadas en el mundo: la
famosa Segunda Guerra Mundial en 1945.
Relacionado con la eugenesia que pretendía deshacerse de las razas menores, salió a la
luz otra “enfermedad”: la drapetomanía, dada sola y exclusivamente a la raza negra con los
síntomas principales de “intentar escapar y comportarse agresivamente con los amos que los
castigaban”, ¿cómo intentar que estas personas no se comportases así al ser tratados como
bestias? ¿Los blancos no tendrían estas actitudes también en dichas situaciones? Muchas
interrogantes y vagas respuestas.
En cuanto a la última etapa o etapa reciente en el tratamiento de los trastornos
mentales ha habido mucha controversia, ya que la medicación dada a los pacientes, luego de
20 años, produjo “efectos secundarios” nada alentadores para la mejora de la calidad de vida
de las personas; fármacos como el Prozac, Metrasol, Haldol, etc. son algunos de la diversa
gama para el tratamiento en enfermedades mentales que producen, por ejemplo Acaticia, una
alteración nerviosa que afecta también al aparato locomotor ¿es así como queremos curar a
las personas? ¿Amenazando su futuro e integridad?
Ya en pleno siglo XX los especialistas en salud mental de la Asociación Americana de
Psiquiatría (APA) publican la quinta versión del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos
Mentales (DSM-V) mucho más cargada de nuevos trastornos que acompañan a los publicados
en sus predecesoras, lo que provoca el asombro e indignación por parte de las personas: ¿cada
vez hay más enfermedades mentales por descubrir o quieren etiquetar a todos con el cliché de
que sufre algún trastorno? La pregunta está dada, y hay miles, millones de respuestas para
ella, a favor, en contra o de duda. Lo que nos queda ahora por hacer, el papel que nos toca
protagonizar a los futuros profesionales de la salud frente a esta problemática es cambiarla de
raíz, dedicarnos a la tarea casi descuidada de prevenir, advertir e instruir a las personas y sobre
todo, buscar su bienestar antes, durante y más aún después de algún tratamiento.